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16


Joe descubrió un par de cosas esa noche, en primer lugar le gustaba follarse a Nathan, eso no era una sorpresa, no del todo. Lo había sospechado desde el momento en el que Nathan lo besó y empezó a sentir esas estúpidas ganas de tocarlo cuando estaba cerca, la manera en la que lo ponía nervioso cuando sentía a su descarado amigo acercándosele.

Lo segundo que descubrió fue que no era el primero en follarse al castaño y aunque le sorprendió, si se lo pensaba no era tan descabellado, Nathan se acostaba con cualquiera que quisiera compartir la cama con él.

Era obvio que en algún momento iba a encontrar algún hombre con ganas de follarselo y Nathan iba a aceptarlo por no dormir solo. Joe lo sabía. De pronto sentía que cualquiera podía aprovecharse de su mejor amigo y eso le molestó.

¿Cuántas personas se habían aprovechado ya de las pesadillas del castaño?

Pero de todo lo que descubrió esa noche lo que nunca había sospechado, era que luego de hacerlo con el castaño sintiera aquel nudo en el estomago cuando lo veía dormir en sus brazos.

Se veía tan tranquilo que despertaba en él una sensación agridulce. Porque le gustaba tener el cuerpo de Nathan, pero tenerlo había sido endemoniadamente fácil y no podía dejar de preguntarse cuantas personas lo habían tenido antes de él.

Conociendo al castaño , estaba seguro de que fueron muchas y en parte le fastidiaba. Porque sabía que tener celos de Nathan era estúpido. Vamos, que tampoco era como que tuviera derechos de reclamarle.

Estaba siendo cavernícola, pero quería que el castaño se fijara solo en él. Que no quería ser posesivo con el chico, Joe nunca lo había sido, ni siquiera con la única novia oficial que había tenido en su vida, pero no podía evitar sentir la necesidad de que fuera malditamente suyo y todo por un polvo.

Estúpido, se dijo.

Que el sabía que el cuerpo de ese chico había pasado por más manos que ropa en mercadillo de pulgas. Y eso, quisiera o no, lo jodia.

Estaba siendo idiota, y sospechaba que acababan de cagarla, porque no tenía idea de que haría cuando Nathan se fuera a la cama de otro.

Joe no quería pensar en eso, cielos.

Se concentró en la figura del castaño que se recortaba contra las luces del televisor, su espalda pálida solo interrumpida por la palabra LONDON dibujada en cursiva. Debía de ser la parte donde menos tatuajes tenía. Joe acarició inconcientemente la cintura del otro con sus pulgares.
No pudo evitar sentir envidia del castaño que dormía tranquilo ignorante del revuelo de emociones que estaba experimentando en ese momento.

Para él soy solo otro polvo. Gimnasia de cama antes de dormir, pensó Joe y besó la nuca del castaño antes de abrazarlo y apretarlo más contra su cuerpo.

Ninguno de los dos se había molestado en vestir y la sensación de tenerlo piel con piel le encantaba.

El cuerpo del castaño era perfecto. Vamos, encajaba entre sus brazos como si estuviera hecho para pertenecer allí. Pero él no quería solo el cuerpo del castaño, él lo quería a él , volátil y desquiciado como era. ¿Por qué le gustaba tanto? Que Joe no era estúpido, que sabía que Nathan era un problema, con muchos otros problemas que nunca quería revelarle, que le guardaba secretos, que era autolesivo y difícil de tratar, que consumía mas de la cuenta, que era impulsivo, inconsciente , a veces hasta violento y que vivía metidos en líos en los que terminaba enredandolo y si no fuera nada de eso, que era un chico y solo por eso ya seria un buen problema incluso si apartaban el hecho de que la personalidad de Nathan era un dolor de cabeza... y por más que supiera todo aquello y aunque su conciencia le gritara ¡aparta! no podía.

Estas pisando terreno peligroso, se dijo. Deja de pensar en Nathan como si fuera tuyo. Nathan está contigo, del mismo modo en el que está con alguien distinto cada noche.

¿Cómo se suponía que quedarían después de esa noche?

No recordaba ni una sola vez que lo haya oído decir que se haya acostado dos veces con alguien...

Sin darse cuenta apretó con más fuerza al otro entre sus brazos.

Se sentía bien abrazarlo...

Se sentía tan correcto ¿Por qué algo que lo hacía sentirse bien debía de estar tan mal?

El castaño soltó un ronroneo adormilado que hizo que su corazón comenzara a latir enloquecido en su pecho. Se preguntó si Nathan podría sentir su pulso acelerado en ese momento.

Estaba molesto consigo mismo por no saber separar sus sentimientos del sexo .

El estaba sintiendo tantas cosas en ese momento.

Su polla aún media asta presionando contra las nalgas del castaño.

Estar con Nahan era glorioso.

Mejor que con cualquier otra mujer, sin darse cuenta sus manos comenzaron a acariciar el abdomen de su compañero.

¡Por dios! se sentía tan bien estar solo así que no pudo evitar hundir su nariz en el cabello del castaño y aspirar su perfume... Tabaco, chocolate y algo más...

Estaba intentando descubrir que era esa otra cosa cuando sintió una pequeña risa saliendo del cuerpo adormilado de Nathan.

Su nariz le estaba haciendo cosquillas.

Joe sonrió sobre la piel del otro y comenzó a soplarle la nuca haciendo que el chico se riera por la fuerza, que el castaño siempre había tenido muchas cosquillas.

-Basta.-Se quejó dándole un manotazo sin fuerza. Pero Joe lo ignoró y siguió soplándole la nunca para molestarlo. No necesitaba verlo para saber que Nathan sonreía, podía sentirlo en su voz.

Se encontraba muy entretenido mezclando caricias, besos y cosquilla en el cuerpo de su compañero que el momento en el que el chico Inglés tiró su mano hacia atrás y tomó su erección lo tomó desprevenido.

Diablos.

Joe jadeó en su hombro mientras el otro comenzaba a masturbarlo. Ninguno dijo nada, era como si ambos supieran que si abrían la boca aquella atmosfera paz y complicidad se iría al demonio.

Esa noche lo hicieron dos veces más, seguían abrazados después de su último asalto cuando las inseguridades de Joe llegaron al limite.

-¿Con cuantas personas has estado?-Le preguntó y sí, eligió el termino personas porque estaba claro que Nate no se limitaba a las mujeres.

-Duérmete, Joe.-Le respondió el castaño en ese tono de advertencia que le aseguraba que no quería meterse en ese terreno, era el tono de "no preguntes o me enojaré y no quieres que me enoje"

Suspirando se volvió a acurrucar contra la amplia espalda del castaño y ya eran cerca de las 4 de la mañana cuando por fin se durmió aun abrazado a su mejor amigo y el miedo de lo que pasaría a partir de entonces.

Cuando despertó por la mañana lo único que lo acompañaba era el frio.

Nathan se había ido como un gato callejero en mitad de la noche y a pesar de que fuera mejor para ambos, no pudo evitar sentir cierta desilusión al descubrirse solo.

Que no esperaba Nathan se enamorara de él ni nada de eso.

¿No lo hacía no?

pero...

Podría haberse despedido.

Habían hecho el amor tres veces en una noche.

Que para Nathan no significara nada no implicaba que significara mierda para él.

Dios. Porque no se sintió como sexo, él no lo sintió como sexo. habían hecho el amor ¿ no? El se lo había hecho con amor. ¿Eso significaba que estaba enamorado de él?

Joe estaba revolviendo su café cuando la compresión le llegó como un balde de agua fría.

Carajo.

No. No podía. Ni siquiera se imaginaba diciéndole a Nathan algo cursi en ese plan.

Él había sido un novio modelo, del que visita a su novia una vez por seman y la lleva a citas despues de dar la cara frente a toda la familia. No se imaginaba llevando a Nathan a una "cita romántica "

El castaño lo despellejaría vivo antes de que eso pasara.

Demonios.

¿Estaba enamorado del castaño?

¿Cómo demonios iba a saberlo si nunca se había enamorado de nadie antes?

Vamos, había creido sentor algo asi como ampr de vez en cuando por su ex novia, pero ni cerca se comparaba a todo lo que sentía por ese tatuado idiota.

No. No Joseph, no seas idiota, se dijo a si mismo. Y a nada estuvo de golpear su cabeza contra la alacena de no ser por su hermanita que apareció en la cocina mirándolo con cara rara.

Diablos.

-¿Por qué te ves como si llevaras muerto una vida?-le preguntó preocupada. Joe no respondió. -¿y Dónde esta tu novio?

-Nathan no es de nadie.

vaya que la verdad dolía más cuando se decía en vos alta.

Nathan se había escapado del sótano de Joe del mismo modo en el que había entrado, en silencio y amparado por las luces mortecinas de la calle.

Cuando llegó a su propia casa lo primero que hizo fue darse una ducha.

Una larga ducha para sacarse de la piel los besos del ojiazul. Joe había besado cada maldito centímetro de su piel la noche anterior y eso se habia sentido tan...

Carajo, no podía negar que lo había disfrutado, se habían sentido tan bien por un par de horas con aquel chico que su parte masoquista le impedía disfrutar de aquello.

Con la luz del día, toda la mierda volvía a caerle encima.

Necesitaba quitárselo de la piel porque dolía, pensar en Joe y en lo que hicieron... demonios. Hacía que sintiera una punzada en el pecho que amenazaba con afixciarlo.

No le gustaba sentir aquello

Nathan se frotó como por doceava vez la piel hasta dejársela roja. No quería seguir sintiendo eso que sentía por el ojiazul.

No podía.

Lo estaba destrozando.

Para Nathan el sexo siempre había sido egoísta, dar para recibir, pero ni él se preocupaba demasiado por sus parejas ocasionales, ni ellas por él.

Con Joe había sido distinto.

Se había preocupado por él y se habían reído con él, ¿Quién se ríe durante el sexo? El sexo no era divertido, el sexo era sexo, pero ellos lo habían hecho, habían compartido sonrisas, bromas y se habían quedado abrazados tanto tiempo acariciándose el uno al otro que de solo recordarlo lo asustaba.

¿Por qué había sido diferente?

No quería que fuera diferente.
Se suponía que solo estaba ayudando a su amigo a "descubrirse" para que ningún idiota lo apartara de él.

Volvió a enjabonarse el cabello y escurrirlo mientras intentaba que el jabón de eucalipto tapara el olor de Joe que parecía haberse gravado en su piel.

¿Por qué lo habían hecho?

Maldita sea. Ahora le parecía que aquella había sido la peor maldita idea de su vida.

Nathan no podía.

No.

Definitivamente no podía.

Lo hacia sentirse enfermo.

Demonios.

Quería que ese relampagueo de dolor que amenazaba con ganarle a sus nervios desapareciera.

Se llevó las manos al rostro frustrado y le dio un cabezazo a los azulejos a su espalda, sentía que la cabeza iba a estallare, estaba asustado, el corazón parecia latirle en cada parte del cuerpo, le faltaba el aire. En cualquier momento le daría un ataque de pánico.

Se cubrió la boca con las manos para no hiperventilar y se fue deslizando por la fría pared hasta caer al suelo.

El pecho le dolía, odiaba perder el control de si mismo de esa manera. Se abrazó a las rodillas y dejó que el agua se llevara todas sus mierdas.

No supo en que momento empezó a llorar, pero las lágrimas traicioneras comenzaron a escurriese por su rostro mientras tiraba de su cabello intentando encontrarle un sentido a la maraña de emociones que lo estaba golpeando en ese momento.

***

-¿No estabas en casa de Joe?-Preguntó Billy sorprendido al verlo salir de la ducha un rato después. El joven arquitecto había oído el agua correr como por una buena hora antes de que el chico saliera.

Nathan se encogió de hombros con aquel aire indiferente que lo caracterizaba cuando estaba molesto por algo y se metió en su habitación.

Cuando bajó a desayunar, tenía puesto un chándal holgado y un buzo de capucha que le cubría la mayor parte del rostro y los morados.

Como buen conocedor de su hijo Bill no necesito preguntar para saber que algo estaba mal.

El chico iba a la defensiva y de brazos cruzados como un animal herido y desconfiado.

Algo le pasaba. Bill se mordió la mejilla preocupado al observarlo dejarse caer de mala gana en la mesa.

-Ayer hablé con el director.-Dijo dejándole un plato con su desayuno.

Jack apenas alzó la vista del ordenador para saludar al chico que acababa de sentarse frente a él y volvió la vista a la pantalla, en ese momento estaba sentado enfrascado en terminar de corregir un par de trabajos de la universidad que llevaba con atraso.

Los directivos habían sido considerados con el asunto de su hijo desaparecido pero era hora de ponerse al dia, en pocas palabras lo invitaron cortésmente a que presentara la notas de sus alumnos.

Nathan los ignoró a ambos y se concentró en revolver la comida en silencio. Llevaba tiempo sin comer como era debido, de hecho había perdido un par de kilos en el verano.

-Dijo que te sacaron del equipo ¿por eso peleaste con el nuevo capitán?-Soltó con cuidado como quien tiene miedo de que una bomba estalle en cualquier momento.

Nathan se encogió de hombros y se llevó un trozo de salchicha a la boca. -Dijo que tienes que elegir una nueva actividad extracurricular para completar tu curricula. La psicopedagoga habló conmigo también, dijo que hables con ella y le sugerí que eras bueno con las manualidades. Dijo que podías ayudar a los chicos de teatro a preparar el baile de invierno. Te lo tomarían como horas extracurriculares sin necesidad de que tengas que actuar si no quieres-Le dijo dejándole un par de folletos junto a su plato con cierto entusiasmo.

Nathan ni siquiera los miró.

Agarró de mala gana los papeles y se los metió en el bolsillo antes de levantarse.

-¿Me llevas al colegio?-le dijo de mala gana a Jack.

-¿Y Joe? ¿No pasa siempre por ti? ¿Donde está? ¿Esta bien?-Preguntó demasiado distraído para notar las muecas de Billy.

-No lo sé, no lo llevo en el puto bolsillo ¿sabes qué? Olvídalo. Hasta te preocupas más por él que por mi. Sigue con tu mierda, Jack ¡Me voy caminando!-Dijo agarrando su mochila y salió furioso de la cocina.

Jack parpadeó un par de veces por la sorpresa y dio un pequeño brinco al oír la puerta cerrarse.

Que la reacción de Nathan le había caído como un balde de agua fría.

-¿Que hice ahora?

-Creo que se han peleado.-Le explicó Bill con una mueca y le indico la puerta por la que había salido su hijo.-Ve por él.

Encontrar a Nathan no le llevó demasiado tiempo el chico había recorrido dos cuadras cuando Jack lo alcanzó en el coche.

-Sube. -De mal humor lo hizo, a su pesar, el colegio quedaba bastante lejos de donde Vivian.

De mala gana se dejó caer en el asiento del acompañante, se cruzó de brazos y miró por la ventana. Afuera empezaba a hacer frío por lo que los vidrios no tardaron en empañarse gracias a la calefacción.

-¿Qué paso entre tu amigo y tu? -Le preguntó Jack al rato.

-No quiero hablar de eso.-Gruñó.

-No quieres hablar conmigo. No quieres ir a terapia. Tienes que decirnos lo que te pasa, tienes que intentarlo. Ya no puedo contigo Nathaniel ¿que se supone que haga contigo?

-¿Quieres saber que me pasa? Bien. Quiero irme con mamá. Quiero irme a Liverpool. Eso me pasa.

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