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15

gjgjg nuevo capitulo...😎
Les recomiendo leerlo con la canción.

Joe estaba en los vestidores preguntándose dónde demonios estaba el idiota tatuado de su mejor amigo, no había visto a Nathan en todo el día desde lo de la enfermería y Billy no hacía cosa de un par de minutos lo había llamado preguntándole si conocía el paradero del castaño.

Claramente el pelirrojo estaba preocupado al teléfono, Joe también lo estaba, incluso si se prometió a sí mismo no preocuparse hasta que pasara al menos un día. Cielos, lo cierto era que estuvo distraído toda la tarde pensando en los besos que se habían dado, al punto que ni siquiera se molestó en escuchar las pullas constantes de Zack.

Sí, Joe había estado con su cabeza en las nubes todo el rato y ahora no podía quitarse esa horrible sensación de preocupación de la boca del estómago.

¿Y si había vuelto a hacer algo idiota?

Se estaba vistiendo cuando oyó una risita de niño a su espalda. Al voltearse vio a un pequeño Max sentado en una de las bancas con sus piernas cruzadas en posición de loto.

-¡Jesús!- Soltó del susto y por instinto se cubrió el cuerpo con la toalla. El niño descarado lo miraba sin el más mínimo disimulo mientras comía una paleta. -¿Qué demonios haces aquí? -Gruñó el mayor de malhumor, que aquel no era su día y el niño ese era creepy se lo viera por donde se lo viera.

A Joe definitivamente no le gustaban los niños.

-Espero a mi príncipe ¿Dónde está el tuyo?-Le sonrió mostrándole todos los dientes.

Joe abrió la boca sin estar seguro de que decir, pero se vio interrumpido por un Vania ya aseado que se acercó hasta ambos. El chico platinado era el nuevo jugador del equipo, Zack lo había elegido para reemplazar a Nathan.

Joe no tenía nada en contra del tipo, pero era raro como el demonio. Vamos, no lo había visto soltar una sola palabra en todo el partido, como mucho había cruzado un par de miradas con aquellos penetrantes ojos verdemiel que se mantenían esquivos al contacto visual.

-¡Mi principe!-Chilló el pequeño Max al ver al recién llegado. Vania depositó un suave beso en el cabello del menor y con un asentimiento cortés saludó a Joe antes de darle la mano.

-Hora de irnos, Pequeño. -Dijo.

Max asintió pero antes de levantarse sacó algo de sus bolsillos bajo la atenta mirada de Joe y lo dejó sobre el banco que antes había ocupado.

-¡Adiós bonito! -soltó tirándole un beso con la mano que tenía libre mientras Vania lo arrastraba fuera de los vestidores.

Joe, ganado por la curiosidad se acercó hasta el banco a ver qué demonios había dejado. Era una argolla, una curiosamente parecida a la de su mejor amigo.

¿Por qué demonios ese niño tenía uno de los aros de Nathan?

***


Como a eso de las 7 de la tarde, el teléfono de Joe comenzó a sonar.

Era Nathan.

-¿Dónde demonios estás?-Le espetó apenas responder.

Que pasarse todo un día pensando en las cosas que pudo hacer (o no) con el chico de las paletas no había ayudado a que su humor mejorara.

-¿Dónde estás tú?

-Nathan...-Dijo en tono de advertencia y sí, puede que estuviera siendo un poco más rudo de lo habitual con el castaño.

-Dile a Bill que pasaré la noche en tu casa.

- ¿Dónde estás? No me digas que otra vez...

-Estoy sobrio. Confía en mí ¿sí? -Lo interrumpió y cortó la llamada.

Joe Intentó marcarle de vuelta pero fue inútil.

El cabrón de mierda había apagado el teléfono enviando a Joe directo a contestador.

Media hora después, como el idiota que era, se encontraba llamando a Billy para decirle que Nathan pasaría la noche en su casa. Que había sido una confusión y que el chico en ese momento estaba durmiendo. Tuvo que someterse al interrogatorio exhaustivo de Jack, hasta se había arriesgado a preguntarle si quería que lo despertara para hablar con él castaño. Jack había dicho que sí, pero Billy intervino considerando que ya era suficiente. Joe agradeció mentalmente que el desconfiado de Jack no pidiera hablar con sus padres o hubiera estado en serios problemas.

Maldito tatuado idiota, acabaría en el infierno por su culpa.

Suspiró y se dejó caer en su cama pensando donde estaría en esos momentos ¿con alguna chica? ¿con el niño? Sintió algo incómodo crecer en su estómago, conocía lo suficiente a Nate como para saber que era posible, no sería la primera vez que lo usaba de excusa para dormir en la casa de alguna de sus conquistas.

No supo en qué momento se durmió pensando en su mejor amigo, pero había caído rendido a los brazos de Morfeo hasta que un par de manos suaves comenzaron a sacudirlo sin un atisbo de delicadeza.

Pestañeó y se encontró con un par de ojos azules iguales a los suyos en el menudo cuerpo de su hermanita.

-¿Por qué tu novio está durmiendo en el sótano? -Dijo victoria.

-¿Qué?

-Sí, eso mismo pensé. -Dijo viendo como un atontado Joe se levantaba prácticamente corriendo y bajaba por las escaleras.

¿Nathan estaba dónde?

Tropezó un par de veces hasta que por fin consiguió llegar hasta las escaleras que daban al sótano. Viky que iba por detrás se chocó con la amplia espalda de su hermano que se detuvo de golpe. La pequeña morena maldijo y por poco los dos no acaban rodando en el suelo.

-¿Papá?

-¡Durmiendo idiota! -Le informó su hermanita de mala forma mientras se frotaba la nariz ¿Qué su hermano estaba hecho de acero puro o qué? - son las 2 de la mañana.

Bien, un problema menos.

Se dispuso a entrar, pero volvió a detenerse, extrañamente se sentía nerviosos y fijó sus ojos en Viky que parecía aún más ansiosa que él por entrar a donde supuestamente se encontraba su amigo.

-¿Qué haces? Esfúmate.

-Claro, ya entiendo. Quieren privacidad para poder besuquearse - Se burló.

Joe rodó los ojos, no era la primera vez que Vic decía algo como eso, pero lo cierto era que esa vez sí quería privacidad .

-Ya, me voy.-Se quejó la muchacha alzando las manos al ver que su hermano no cedía. -No debí decirte nada. -Bufó rehaciendo su camino al piso de arriba mientras soltaba maldiciones sobre la cabeza de su "ingrato" hermano mayor.

Joe esperó a oír la puerta de la habitación de la chica siendo cerrada y entonces por fin se atrevió a abrir la que daba a las escalerillas del sótano.

El sitio en cuestión estaba apenas iluminado por un viejo televisor que los hermanos habían arrastrado hasta ahí tiempo atrás. Había un par de cajas viejas apiladas en un rincón, mientras que varios aromatizadores a pino peleaban contra el olor a humedad. En el centro del lugar un viejo colchón resaltaba con unas cuantas mantas. Entre ellas, iluminado por la luz del aparato en mute estaba Nathan. Dormía usando de almohada uno de los antiguos oso de peluche de Viky .

O al menos eso fue lo que creyó Joe hasta que escuchó su voz ronca llenar el silencio:

-¿Vas a quedarte viéndome toda la noche o qué? -Le preguntó.

Adormilado su acento inglés se hacía aún más pronunciado.

-Creí que dormías.-Dijo Joe apenado acercándose un poco más, de pronto se sentía intimidado por la imponente figura de su amigo.

¿Desde cuándo se sentía tímido en su presencia?

joder.

Nathan abrió la manta y le hizo un gesto para que se acomodara a su lado.

-Venga, Joe-Insistió el castaño.-No me gusta dormir solo.

Joe dudó un momento antes de ceder. No era la primera vez que lo hacían de todos modos y como de costumbre el castaño lo cubrió con la manta y cerró los ojos, como si nada hubiera cambiado entre ellos. Tal vez para Nathan todo siguiera igual a pesar de los besos compartidos.

Rayos.

Joe se tomó unos minutos para estudiar el perfil de Nathan, llevaba unas profundas ojeras marcándole el rostro, eso no era extraño. Lo que sorprendió a Joe en cambio fue el cosquilleo en las punta de sus dedos ansiando acariciarlo.

Jesus ¿Qué demonios estaba pasando con él?

Él realmente quería tocarlo. Volver a enredar sus dedos en aquel cabello castaño que olía a chocolate y humo de tabaco. ¿Podía solo devolverle el asalto a su boca como lo había hecho Nathan con él por la mañana?

Tuvo que empuñar la manta para obligarse a mantenerse quieto mientras un gruñido frustrado amenazaba con subir por su garganta.

No pudo evitar pensar en lo curioso que resultaba lo mucho que de pronto parecía gustarle el pequeño tatuaje de la cruz por debajo del ojo derecho de su amigo, las golondrinas en su cuello, el piercing en su labio inferior con el que siempre jugaba cuando intentaba contener la sonrisa. Dios, amaba especialmente el piercing en su lengua, se había sentido tan jodidmente bien cuando lo besaba. la argolla en su nariz ese dia había sido remplazada por una perla metalica, lo había notado por la mañana en clases, sí, Joe solía darse cuenta de esos detalles y definitivamente faltaba la argolla en el cartílago de su oreja.

Descubrir aquello hizo que Joe se tensara involuntariamente y que el castaño soltara un gruñido.

-Creí que pasarías la noche con alguna chica. -Soltó Joe sin poder contenerse.

-Te dije que dormiría en tu casa. -Le respondió el otro con simpleza.

Los muchachos habían intercambiado copias de las llaves de sus casas apenas sus padres se las habían confiado y lo cierto era que Nathan era un experto en meterse en las viviendas sin ser visto, una habilidad que había desarrollado por enredarse con mujeres casadas. Vamos, había sido más de una las veces en las que tuvo que escaparse por el tejado de la ira de algun esposo.

-No sería la primera vez que me usas de pantalla para irte a follar por ahí.

Nathan sonrió de lado y entreabrió los ojos para espiar a su mejor amigo.

-¿Me estas cobrando celos? -Le preguntó divertido.

¿lo estaba haciendo?

Agghh.

Joe no lo estaba haciendo, pero como el infierno que sonaba a una escena de celos.

-¡No! ¡Idiota! -Se quejó dándole un puñetazo.

Nathan no pudo evitar que un gemido adolorido escapara de su boca.
Max lo había soltado antes de largarse, pero el platinado, aunque no quisiera admitirlo, le había dado una paliza que lo tuvo sentado unas buenas dos horas hasta que el dolor mermó lo suficiente para que pudiera moverse. Había sido malditamente pateado por un crío, Nathan no estaba orgulloso de eso, pero no podía negarlo.

-Ey-Joe se incorporó preocupado, no creía haberlo golpeado tan fuerte, si apenas lo había tocado.

Intentó apartar las mantas del castaño pero este se resistió. Sus miradas se conectaron un momento antes de enzarzarse en una pequeña disputa en la cual Nathan no tenía demasiadas ganas de luchar, Se sentía demasiado adolorido como para usar la fuerza por lo que Joe acabó ganado esa batalla, que el ojiazul no era ningún niñito indefenso.

Lo empujó sobre el colchón y le quitó las mantas para que la luz del televisor lo alumbrara mejor, fue entonces cuando vio el morado que comenzaba a formarse en su mentón.

-¿Qué demonios te pasó en la cara? -Le dijo sujetándole las manos a los lados.

Joe había quedado entre las piernas de su mejor amigo, los muslos del castaño a los lados de sus caderas.

-Nada. -Desvió la vista e intentó soltarse, pero el ojiazul apretó más su agarre haciendo que el castaño hiciera una mueca de dolor, fue entonces cuando vio las dolorosas marcas oscuras alrededor de sus muñecas.

-¿En qué te metiste ahora, Idiota? -Joe lo soltó a pesar de la molestia y Nathan pensó que de no ser porque ya estaba hecho una uva pasa su amigo lo hubiera golpeado. Joe tenía cara de que quería hacerlo.

-Si te lo digo tendría que matarte -Soltó para cortar el rollo.

-No estoy bromeando. Mira como estas-Dijo levantando con una mano la camiseta de Nathan y el horror hizo acto de aparición su rostro al ver las marcas en su abdomen y costillas- ¿Pero que? ¿Qué demonios te pasó? Yo voy a matarte.

-No diría que parece que quieras matarme.-Nathan alzó y bajó las cejas un par de veces.

Oh...

Nathan se frotó las manos antes de llevárselas detrás de la cabeza en pose de chulo.

-Te ves jodidamente caliente cuando estás molesto, Joie. No me importaría follarte, pero me duele todo como la mierda.

-Idiota. -Volvió a repetirle.

Joe lo miró de nuevo, la venda de la mañana aun en su mano derecha, el chico jugaba con el aro de su labio inferior haciendo que por auto reflejo Joe mordiera sus propios labios. Bajo la luz blanquecina del viejo televisor, los ángulos del pálido rostro del chico Inglés parecían marcarse más en un juego de sombras.

-Ahora es cuando me besas ¿sabes eso no?

-Cállate imbécil. -Gruñó Joe. Tenía las mejillas rojas, y parecía luchar consigo mismo.

Las palabras del castaño no ayudaban a su intento por controlarse, de pronto todo lo que le decía que aquello que quería estaba mal se había esfumado y su mente estaba llena de imagenes de ellos besandose.
El colchón que había visto años mejores crujió debajo de su peso. Al diablo. Joe necesitaba tocarlo, solo un poco, experimentar eso que lo había tenido fantaseando las últimas semanas.

Lo necesitaba.

Se sentó sobre sus talones y aferró los muslos del castaño para encajarlo mejor en sus caderas, sus manos jugaron por el bordillo de sus pantalones hasta que el final se decidió por recorrer aquellos huesos decorados en tinta.

-¿Qué estás haciendo Joie?-Le preguntó Nathan en tono de advertencia, sus dedos caminaron sobre la mano de Joe, pero no se apartó, dejó que aquellas manos cálidas de brazos fuertes, subieran por su vientre plano llevándose la remera consigo.

Joe lo contempló. El chico era delgado, pero marcado, su estómago dividido en dos por una ligera línea de vellos que terminaba en sus pantalones, Joe no pudo evitar seguir aquel camino de regreso hasta su ombligo y sus ojos se oscurecieron al ver los moratones que se perdían entre la tinta de los tribales que tan bien conocía.

Se veían dolorosos y apenas pasó sus manos por ellos, los músculos del castaño se contrajeron. Diablos, la piel de Nathan era malditamente suave, lo sintió temblar ligeramente debajo de su toque mientras subía con sus caricias tentativas. Sus ojos grises oscurecidos clavados en Joe, inmóvil. La tensión creciendo en el aire, como un incentivo para continuar, llevando sus caricias hasta el pecho del castaño. Sus dedos pulgares acariciaron uno de los pezones del tatuado, Nathan soltó el aire entre sus dientes, estremeciéndose debajo del toque de su mejor amigo cuando este comenzó a tirar de sus pezones alternando caricias.

-Para- Sujetó las manos de Joe para detenerlo. - Tu familia está arriba, no es que me importe, pero...

Joe no respondió, se inclinó sobre él y buscó sus labios, podía sentir la tensión del otro. En ese momento su propio corazón latía a la carrera. Casi se le hacía sentirlo golpear contra sus costillas, el crucifijo que siempre llevaba al cuello suspendido en el aire entre ambos, testigos de sus pecados. Tener a Nathan sumiso y nervioso era como entrar en una dimensión desconocida, una que su cabeza le decía que estaba mal, pero le gustaba.

Demonios, aquello le gustaba demasiado. Firme, caliente y duro debajo de él, no necesitaba de un cuerpo suave o de redondeces. sus bocas apretadas, sus cuerpos ardiendo mientras sus manos eran encarceladas por las del castaño.

-Joe.-Nathan gimió en medio del beso intentando tomar el control, pero Joe no estaba dispuesto a ceder. No ahora. Joe mordió ligeramente el labio inferior de Nathan, sorbiendo de su boca, sabía a tabaco, a café, y a las malditas gominolas que el estúpido castaño adoraba, sabía a todas las cosas favoritas de Joe, Nathan jadeó sorprendido por la fiereza del beso y fue el incentivo de Joe para desplazar sus besos hasta la oreja del chico que tenía debajo de él.

-No me dirás qué te pasó. Lo sé. Pero... confíame esto. Yo quiero... déjame cuidarte Nathan. No te lastimaré, por favor. Necesito más, déjame tocarte.-Le rogó y se apartó lo suficiente para verlo a la cara.

Nathan pareció dudar un momento, pero al final aflojó su agarre dándole permiso para que lo tocara. De acuerdo, ¿cómo iba a negarle algo a aquellos ojos azules que lo traían loco desde el primer segundo que los vio? Cuando Joe lo miraba de aquella forma podía pedirle lo que quisiera.

-Si vas a follarme, te ganas el puesto. -Le advirtió. -Como me folles mal te juro que...

Joe lo calló besándolo de nuevo y hundió su lengua en la boca del otro.

Nathan era un idiota.

Pero uno que le gustaba. Joe ya no tenía dudas al respecto, podía o no ser Gay, pero sin duda sentía algo por ese tatuado. Calentaba su sangre, lo hacía querer estar más cerca de él, meterse debajo de su piel. Dios, joe quería empaparse de todo el maldito caos que era Nathaniel Jeremiah Harrel.

Lo quería tanto, lo quería tan malditamente tanto.

Nathan sintió a Joe sonreír en medio del beso y no pudo evitar sonreír a su vez enredando sus brazos en el cuello del ojiazul para atraerlo más a él. su pecho ardiendo cálidamente con una emoción que Nathan no quiso detenerse a analizar en ese momento.

Estúpido niño bueno, pensó dejándose envolver por el cálido y pesado cuerpo de su mejor amigo sobre él. Los besos dieron lugar a una férrea desesperación que los llevó a recorrer el cuerpo del otro, comenzaron a desnudarse de cintura para arriba entre besos apurados como si temieran que el otro fuera a desaparecer.

Joe no podía creer que realmente estuvieran haciendo eso, sus manos se sentían ligeramente torpes por los nervios, más que consciente de sus padres durmiendo en el piso de arriba, si supieran...

Joe no quería pensarlo, cerró los ojos y presionó aún más su boca contra la del castaño, haciendo que este último gimiera de dolor. Demonios, por un momento se había olvidado que el chico estaba lastimado.

-Lo siento-Se disculpó el ojiazul.

-Está bien -Le restó importancia mientras el ojiazul descendía por su mentón regando de besos todo el camino hasta su garganta.

Joe se detuvo un momento para tranquilizar su propia respiración, depositó un beso justo sobre el tatuaje de cruz entre los pectorales de su mejor amigo y pidió disculpas mentales a aquella imagen para él sagrada por lo que iba a hacer, por lo que estaba haciendo, pero no pensaba detenerse, no podía y no quería hacerlo.

Con su lengua recorrió los grabados de calavera en el pectoral derecho Nathan hasta llegar a su pezón, le regaló una caricia antes de tomarlo entre sus dientes y tirar de él haciendo que el castaño se estremeciera curvando su espalda hacia adelante buscando el contacto del otro. sí, el castaño tenía pezones sensibles, lo sabía por una de las tantas charlas que habían compartido respecto a sus gustos personales.

Sin pensárselo demasiado Nathan enredó las manos en el cabello del ojiazul empujando su boca sobre su piel, mientras Joe iba depositándole besos en todo su cuerpo, moretón a moretón, trazo a trazo, de cada uno de sus tatuajes, parecía querer llenar cada centímetro cuadrado de su anatomía de besos.

Lo hacía a un ritmo tortuosamente lento, pero le gustaba... de alguna forma la idea de dejarse hacer por Joe no le desagradaba del todo. Para hacer honor a la verdad una parte de él quería hacerlo con el chico de ojos azules como nunca creyó querer hacerlo con nadie y eso lo asustaba. Joe estaba siendo tan malditamente suave y gentil, que estar del lado receptor de sus caricias se sentía extraño.

Sintió un beso en su cuello, una suave succión en su garganta que le prometía un chupón para el otro día y el calor de sus cuerpos frotándose. Inconscientemente se curvó hacia arriba buscando más contacto, su erección dura chocando con la del ojiazul.

Joe se apartó por un momento para contemplarlo pareciendo ligeramente inseguro. El pecho de Nathan se agitó intentando regular su respiración, su pene doliendo apretado en sus pantalones no ayudaba.

-No soy una chica, Joe.-Gruñó sintiéndose abrumado por ese tirón de frustración que se instaló en su estómago. Sus labios rojos e inflamado por los besos, brillando con la saliva del contrario. Dios, sí iba a detenerse era mejor que lo hiciera de una vez.-Por mucho que me mires no me saldrán tetas. Aunque considerando tu última novia...

Nathan se interrumpió al sentir la mano de Joe acunando su erección sobre sus pantalones. El ojiazul le dio un suave apretón invitándolo a que se callara de una maldita vez.

-Soy consciente de que no eres una chica.-Dijo Joe con su voz ligeramente ronca. Sus ojos viajaron por una fracción de segundo a los del castaño, el carbón y el azul chocando en silencio.-ahora mismo te quiero a ti, Nathan.

Nathan sintió su pecho sufrir un ligero colapso, suficiente. Su cuerpo quemando y cosquillando por todos lados.

-Si vas a hacerlo, venga, callate y jodeme.-Gruñó sintiéndose ligeramente molesto y extraño. con sus propias manos desabrochó su pantalón deslizándolo fuera de sus muslos. Parte de Nathan esperaba que Joe se asustara al verlo desnudo, la otra parte de él quería que terminaran con aquello. -¿y bien?

Conociendo cuando se ponía a la defensiva Joe se inclinó a besarlo nuevamente, para distraerlo.

-Joh, uh-Jadeó Nathan en cuanto sintió como una de las manos de Joe se envolvía en su pene usando su pulgar para desparramar el líquido que fluía de la punta de su abertura mientras usaba su otra mano para amortiguar su propio peso.

-Tienes que hum...

cielos, estaba demaciado caliente para hilbanar dos ideas. Nathan se maldijo y separó mas sus muslos para que joe encajara mejor entre sus piernas.

Tomándolo como un incentivo Joe comenzó a bajar con besos por el pecho del castaño, concentrandose en besar con cuidado el hueso de sus caderas.

Hundio su nariz en el pliegue donde la pierna del castaño se unia al tronco y aspiró llenándose del aroma a hombre. Se permitió un momento ñara decidir como se sentía con eso.

No, definitivamente no le molestaba.

Descendió hasta su objetivo y ayudándose de su propia saliva el ojiazul comenzó a dilatarlo haciendo que Nathan arqueara su espalda sobre el viejo colchón, el castaño con la frente empapada de sudor y con la mitad de su cuerpo completamente enrojecida de deseo era la imagen más erótica que Joe hubiera visto. Se mordía los labios para no soltar maldiciones por su cabeza, lo conocía, sus manos en puños a los lados, la mirada desenfocada. Sintió su pene vibrando de deseo, ¿cómo era posible que solo verlo lo pusiera de aquel modo?

Los dedos de joe hundidos hasta los nudillos expandiendolo y curbandose estimulando sus paredes. Nathan iba a correrse y no quería hacerlo, no sin Joe, enredó sus manos en el cabello del menor y tiró de él buscando su boca para besarlo de nuevo, su lengua recorriendo cada centímetro de su boca en un beso húmedo y caliente que les dejó un hilo de saliva uniéndolos.

-Fóllame. Ahora. -Le pidió enredando sus piernas a la cintura del ojiazul.

Joe le dio otro beso y alineó su pene en la entrada del castaño, pero apenas comenzó a entrar se detuvo al ver la mueca de dolor en el rostro de su mejor amigo.

-¿Estas bien? -Le preguntó preocupado.

Nathan abrió los ojos para espiarlo, toda aquella preocupación en el rostro de su mejor amigo lo enternecía, Joe no iba a hacerle daño en su puta vida. Hasta para follárselo el imbécil era considerado. Lo sabía, podía sentir cómo el pene de su amigo palpitaba en su entrada y de todos modos se contenía, como buen hombre sabía lo difícil que era eso.

-¿Quieres que pare?-Jadeó en su oído con voz ronca.

Nathan no respondió apretó con sus piernas el trasero de Joe haciendo que se clavara en una sola estocada profunda que hizo que ambos gimieran.

-Carajo. -Gruñó Joe al sentir como las paredes de su amigo se abrían para recibirlo, se sentía tan caliente y estrecho, diablos, le gustaba, pero... bajo su vista al chico debajo de él, la mueca tortursda en su rostro.-lo siento. Lo siento tanto.

En su vida lo hubiera hecho de ese modo, con preocupación buscó el rostro del castaño, que en ese momento cerraba los ojos acostumbrándose a la sensación de estar lleno, sus mejillas rojas, sus labios apretados en una mueca de dolor.

-Nate...-Murmuró besando sus mejillas con preocupación. -Ey...

-Estoy bien. -Le gruñó con voz ronca un momento después para tranquilizarlo. Y como el cabrón que seguía siendo le dio una nalgada para que se moviera, -Sigue.

Que no pensaba quedarse todo el día así y de hecho no mentía, no era que le doliera tanto, solo un poco porque hacía tiempo no lo hacía, pero su mueca no se debía a eso, sino a que en realidad nunca le había gustado ir de pasivo. Pero Joe era una excepción diablos, y lo comprobó al momento en que sintió como comenzaba a moverse, despacio, pero con estocadas firmes, mientras lo besaba para distraerlo del dolor, sus alientos mezclándose en cada jadeo que acompañaba a los movimientos del ojiazul.

Estúpido niño considerado, pensó el castaño. Pero le gustaba. Demonios que sí. No tardó en notar como la molestia se iba transformando en placer y las envestidas de Joe se volvían más firmes y profundas motivado por los espasmos del cuerpo del chico que se iba tensando debajo de él.

Carajo, Nathan ya no aguantaba.

Sus manos se aferraron al trasero del ojiazul para que no perdiera aquel ritmo que comenzaba a llevarlo al éxtasis.

El cuerpo comenzaba a arderle, estaba cerca, su pene estimulado en cada embestida por el roce entre sus cuerpos comenzaba a latir, Sus abdómenes empapados de sudor y gotas de líquido preseminal haciendo del rose de sus cuerpos un sonido húmedo y erótico, en cada movimiento.

Sintió el aliento pesado de Joe en su oído, los dientes del ojiazul se clavaron en el lóbulo de su oreja y no pudo soportarlo más, se corrió entre ambos arqueando su espalda sobre colchón para sentirlo más cerca, sus ojos velados por el placer. Tres estocadas después Joe se dejaba ir apoyando su cuerpo sobre el de su mejor amigo.

-Dios- Supiró Nathan cuando el orgasmo dejó su organismo llevando las manos al cabello del ojiazul, se sentía en las nubes, cada músculo de su cuerpo se había relajado.

-No creo que a dios le agrade esto.-Respondió Joe alzando la vista hasta el castaño, el ojiazul se veía cansado y risueño.

Estúpido niño cristiano, volvió a pensar Nathan sonriendo y estirándose de nuevo para besarlo.

Ta .....
jajajaj
sí, se que no se esperaban esto.
bueno, yo tampoco jajjaa sólo pasó.
Espero les haya gustado ❤

🖤❤🖤❤🖤❤🖤❤🖤❤❤🖤❤
Nota de la reedición: este fue mi primer smut, intente mantenerlo lo más cercano a la primer versión por lo que creo que no es el mejor de todos.

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