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11

Joe prácticamente había huido del hospital tras la inoportuna aparición de Billy, Nathan lo había mirado de aquella forma en la que la tormenta de sus ojos grises parecía estar en calma como pocas veces, había una intensidad en ellos que lo había dejado con todo un revuelo en el estómago, dios, Joe no sabía explicar el cosquilleo en su cuerpo al recordarlo, no eran mariposas en su estómago, no, lo que había sentido en ese momento era algo más parecido a un avispero furioso...

Cielos...

Joe le había dado vueltas a eso los últimos días, hasta lo había hablado con fukerenglishmen, el chico al otro lado de la pantalla se había mostrado celoso, pero le había dicho algo a lo que no podía deja de darle vueltas.

"Le gustas" dos palabras.

Dos palabras que le hacían un nudo en el pecho.

¿Le gustaba a su mejor amigo? 

vamos, objetivamente Joe sabía que Nathan lo encontraba "lindo". Al menos siempre le había dicho que sus ojos le parecían bonitos y nunca había negado que lo considerara atractivo para las féminas de su colegio. Claro que nunca tampoco le había dicho directamente que lo considerara bonito para él, como... como de gustar de verdad...

Oh... La sola idea hacía que se sintiera extrañamente asustado y halagado a partes iguales. No quería pensar en eso, diablos, Era su mejor amigo,  no debería estar pensando en Nathan de esa forma, incluso si le gustaran los hombres Nate debería estar prohibido o lo que sea, pero la forma en la que lo había dibujado obsesivamente hacía crecer algo cálido en su estomago, Joe se había atrevido a revisar los cuadernos de dibujo de Nathan después de que Zack abandonó el cuarto aquel día en casa de los Harrel. Sí, no debía hacerlo, pero la curiosidad había ganado y vamos, descubrir que Nathan lo había incluido en sus dibujos incluso desde que estos no eran más que monigotes sin sentido...Eso "ERA" algo ¿no? ¿Estaba imaginando cosas?

Lo que era más importante:

¿A él le gustaba? ¿Por qué le emocionaba la idea de que Nathan lo encontrara lindo?

Que vamos, mientras quedaba en teoría no parecía molestarle mucho, pero la idea de que saliera del ámbito de la imaginación hacía que se pusiera nervioso.

Entre fuckerenglishman69 y Nathan , Joe no dejaba de sentirse perdido.

¿Acaso... acaso era Gay?

Abrió el buscador de Google y tecleó la pregunta:

¿Cómo saber si soy gay?

Los resultados fueron de los más diversos, iban de foros hasta test de personalidad, al final se decantó por el porno, pero apenas vio como el fuerte y musculoso joven besaba a otro se detuvo. Nop, el porno había sido demasiado, lo intentó, vamos que sí, pero fue más fuerte que él, apenas le dio play al video, lo cerró.

Cerró todas las paginas y se tiró en su cama mirando el agujero de la mampostería y sintiéndose confundido mientras las imágenes de dos hombres besándose se reproducían en su cabeza.

***

Los días pasaron y Joe no dejaba de pensar en las parejas gay,  no había vuelto a probar con lo del porno pero había buscado un par de series donde los protagonistas eran homosexuales y las había mirado  intentado determinar como se sentía viendo a dos tipos besándose,  que Billy y Jack no le parecían desagradables de ninguna forma, de hecho era lindo de ver la manera en la que esos dos hombres se miraban, la forma en la que siempre se buscaban. Joe prácticamente se había criado con eso y luego estaba el hecho de que si miraba a sus padres no le nacía lo mismo. A veces cuando veía a los padres de Nathan se imaginaba como ellos,  ¿Por que no le nacía lo mismo al imaginarse envejecer con una chica? 

Maldita sea, Joe se había encontrado a si mismo alguna que otra vez en la última semana fantaseando con el tatuado idiota de la manera en la que los amigos no deberían imaginar a sus mejores amigos. No pudo evitar el recuerdo de aquel beso robado el año anterior, Joe había estado demasiado sorprendido para corresponderle pero recordaba lo suave de su boca, lo bien que se había sentido encajando los labios con los de Nathan. ¿Realmente había sido tan bueno o estaba imaginando cosas? ¿Así se sentía besar a todos los hombres o había sido producto del alcohol y la adrenalina de la noche? 

Maldito Nathan ¿Por qué demonios tuvo que haber estado como una cuba ese día? vamos, ni siquiera habían podido hablar de aquello.

No era como si Joe fuera a decirle "Hey idiota ¿Recuerdas que me besaste? ¿Te gusto o es otra de tus mierda para molestarme?" Nop, Joe solo había tomado un poco de distancia del castaño, bien. Había sido cosa de nada, había creído superarlo, hasta que las cosas con Fuckerenglishmen comenzaron a confundirlo más de lo que el beso de Nathan lo había hecho el año anterior, porque una cosa era un beso borracho, pero meses hablando con un tipo... ¿Qué, acaso de pronto le iban a gustar todos los hombres del mundo?

Joe suspiró demasiado perdido en su propio lío mental.

Se había llevado el susto de su vida en la última  semana.

Cuando dijeron que Nathan estaba ingresado y lo había visto todo lleno de tubos pensó que se moría. Se pasó tres noches seguidas durmiendo en el hospital porque ni el mismísimo demonio iba a separarlo de aquellos pasillos y no fue hasta que lo trasladaron a una habitación común que por fin se relajó. Por esos días se había olvidado por completo de si le gustaba o no Nathan, fuckerenglishmen, las chicas o el mismísimo Barney. Su cabeza no había tenido lugar a pensar en otra cosa que no fuera ese tonto tatuado con sus ojos cerrados y el miedo que le daba que no volviera a abrirlos. 

Por suerte para él, Victoria y su madre lo apoyaron en que fuera de visita, lo que no sabían era que cuando decía estar durmiendo en la casa de "un amigo" en realidad estaba durmiendo en el pasillo de un hospital junto a la habitación de "su amigo".

Se había pasado tantas horas con el culo en aquellos bancos incómodos que hasta acabó haciéndose amigo del Dr.Jones, de hecho, lo saludaba cada vez que pasaba a ver a Nathan y le preguntaba donde había dejado a "sus mujeres"

Sí, el hombre era bastante sobrador, pero de cuando en cuando le dejaba meterse en la habitación del castaño fuera del horario de visita.

Bueno, como dejar, no lo dejaba, solo que si lo veía, miraba la hora y seguía de largo como si no pasara nada. De hecho, podía jurar que en cierta ocasión le hizo un guiño antes de llamar a una enfermera que intentó echarlo tras atraparlo escabulléndose en el cuarto de su mejor amigo, no supo que fue de la enfermera, pero no volvió a verla en todo el día.

No le importaba, por él que la pusieran a revolver mierda, le daba igual siempre que no se interpusiera en su camino.

Sí, el hombre le agradaba.

Volvió a suspirar pensando en Nathan. Era algo que hacía mucho últimamente.

Se había pasado la mayoría de su vida al lado de ese chico,  Nathan no era malo, Joe estaba bastante seguro de eso, él conocía al muchacho detrás de la apariencia ruda, el chico roto que lo había mirado en el hospital, ese Nathan... El mismo que Nathan se afanaba en ocultar para todos salvo algunos afortunados a los que le daba el privilegio de "verlo" Nathan dejaba que Joe lo viera y para el ojiazul que el castaño le mostrara esos pedacitos vulnerables de él eran sus mejores regalos.

¿Cuán patético era querer tanto a alguien que llegara a confundirlo a ese punto?

Volvió su vista a los estantes que tenía en frente como si fuera a hallar la respuesta en ellos.
En esos momentos se encontraba revolviendo cosas viejas en la cochera. Para ser honesto, prefería ayudar a su madre a seleccionar cosas para la caridad, que concentrarse en lo que había pasado esa última semana.

Algo que los niños Wood no podían negar era que sus padres le habían comprado juguetes en cantidades industriales, de hecho en esos momentos había 8 cajas de juguetes viejos apilados en el fondo del garaje.

Estaba dividiéndolos en niño y niña por insistencia de su madre,  a su parecer una niña no podía jugar con un cochecito o un soldadito y resultaba impensable que un niño tocara una muñeca.

Casi como rebeldía personal, miró a los lados cerciorándose de que no hubiera moros en la costa y agarró uno de los juegos de cocinita de su hermana y lo puso en la caja de juguetes que iría al hogar de niños junto con uno de esos peluches de los bien afelpados, y luego metió un par de max steel y cochecitos en la caja del hogar de las niñas y los ocultó debajo de otros juguetes "aptos para su género".

Sí, graciosamente se sintió como si acabara de hacer un gran acto de vandalismo, se sentía todo un chico malo por algo tan estúpido como eso, casi le entraron ganas de reírse a carcajadas de sí mismo.

Seguía seleccionando juguetes cuando entre ellos encontró un viejo sobre de papel madera que no le pertenecía, estaba seguro de eso, su letra siempre había sido un asco, en cambio ese sobre en el dorso ponía con letra esmerada y prolija.

"De : NathaNiel JermiAh HArrel

paRa: Perfect blue".

Se notaba que había sido escrito por un Nate niño, hasta los 9 años el castaño estuvo obsesionado con escribir su nombre completo por todos lados y lo había llamado Perfect blue, ese apodo se lo había puesto apenas conocerlo, luego pasó de ser Blue a Joie, o Joe, además algunas letras le habían salido más grandes que otras, pero estaba en cursiva, y de hecho, era todo un logro, aunque no le sorprendía del todo.

Nathan siempre había tenido habilidad para dibujar y de hecho tenía una caligrafía que Joe siempre había envidiado, el chico podía dibujar cualquier tipo de letra, lo había visto con sus propios ojos, de hecho, sus cuadernos parecían escritos en ordenador de tan bonita letra que tenía, Joe lo sabía porque cuando el castaño no se daba cuenta solía husmear en ellos, conseguían darle un orgasmo visual a cualquiera que los vea, era la razón por la que siempre que les tocaba hacer algún trabajo juntos le daba a Nathan para que tomara apuntes.

Curioso se sentó a ver de qué se trataba, eso debía de tener al menos 10 años encerrados ahí.

Revisó el sobre, la pegatina en forma de estrella estaba rota y no fue hasta que una hoja amarilla se deslizó entre sus dedos que recordó de qué se trataba.

Joe sabía lo que encontraría, pero de todos modos desplegó la carta.

Un par de líneas inocentes era todo lo que ponía. Unas líneas de un niño sin malicia declarándole su amor a su mejor amigo.

¿Quieres cAsArte conmigo? MArca con una cruz.

No

Pd: por fAvor di que sí.

Aquello Nathan se lo había dado cuando los Sres. Harrel se casaron oficialmente, de hecho, el sobre era de los que el matrimonio había usado para las invitaciones, ellos eran niños por entonces.

Nathan siempre sabía cómo divertirse así que Joe había dibujado una cruz en azul al lado del sí, porque él quería jugar para toda la vida con el chico inglés. Si Nathan supiera las formas en las que se había imaginado jugando con él en las últimas semanas... ¿Qué demonios estaba mal en su cabeza ?

El no debería estar pensando en esas cosas.

Joe había aprendido que los hombres no debían casarse entre ellos.

De hecho, se lo había preguntado al cura, que muy lambiscón, le había hablado de sus "prevenciones" a sus padres.

El coronel le había dado una buena tunda para sacarle lo marica y su madre lo había puesto a rezar sobre maíz quebrado hasta que le sangraron las rodillas por recomendación del sacerdote.

Ahora que lo recordaba le tenía su buen rencor al hombre, por su culpa se había comido la mitad de los castigos que se había llevado en su vida, todo con el asunto de "enderezarlo antes de que su alma se corrompiera"

—No sabía que estuvieras comprometido. —A Joe por poco no le da un infarto al sentir la mejilla de su hermana contra la suya. La niña se había acomodado sobre su hombro para ver que era aquello que tanto lo tenía entretenido a su hermano mayor.

—¡Carajo! ¡Victoria! —Joe se llevó inconscientemente la mano donde sujetaba la carta al pecho. Esa niña iba a matarlo un día. —¿Podrías dejar de hacer eso de una buena vez?

—Pues tu deberías dejar de holgazanear y esconde eso. —Señaló "la carta" de Nate.—Papá está viniendo por las cajas.

Casi de forma inconsciente Joe se guardó la carta en el bolsillo y salió del garaje cargando las cajas de los donativos.

Un par de horas más tarde y harto de dar vueltas en su cama sus pies los llevaron hasta la casa de los Harrel. Suspirando se cuadró de hombros y alzando la barbilla tocó la puerta.

—Oh, Joe.—Saludó un amable Billy abriendo la puerta con sorpresa.—Nate no está, ha salido con Jack.

Eso era algo que Joe ya sabía, no había sido una casualidad que decidiera ir a casa de Nathan a esa hora, pero es que Billy era la única figura autoritaria con la que se sentía lo suficientemente en confianza para hablar aquello que le venía dando vueltas en la cabeza los últimos tiempos. Que va, sus propios padres estaban completamente descartados.

—Yo... lo siento.—Dijo dubitativo, de pronto ya no le parecía tan buena idea estar allí.

—Descuida, pasa, pasa, estaba por cocinar, puedes ayudarme a preparar la cena si quieres, no deberían tardar mucho en llegar. —Ofreció el hombre amable con una sonrisa llevándolo hasta la cocina e impidiendo cualquier intento de huida por su parte.

Le preguntó cómo estaba, por la escuela, incluso se interesó en sus padres... Las típicas preguntas de rutina de todo adulto. Joe se sentía a gusto con Billy y normalmente no le hubiera importado contestar al interrogatorio pero en ese momento las pregunta que realmente quería hacerle al pelirrojo hacía de sus contestaciones un poco acartonadas. Suspiró de nuevo sintiéndose torpe mientras las palabras volvían a morir en su lengua. Joder ¿Era realmente tan cobarde? a final de cuentas había ido hasta allí para eso. Al demonio, él no era  un cobarde, ante todo era un Wood.  Estaba cortando un par de zanahorias de espaldas a Bill cuando por fin soltó la bomba.

—¿Cómo supo que era gay?

Bill que en esos momentos estaba revolviendo una olla se detuvo en su acción y con cuidado se volteó a ver al jovencito que en esos momentos se encontraba excepcionalmente concentrado en picar meticulosamente una zanahoria. 

Tenía las mejillas tan rojas en ese momento que no pudo evitar sentir el instinto protector de abrazarlo y decirle que todo estaría bien pasara lo que pasara. Algo que le hubiera gustado encontrar de sus padres a la edad de Joe y algo que conociendo a los sres. Wood sabía que el pobre muchacho no encontraría.

No pudo evitar sentir una tremenda pena por el amigo de su hijo.

—¿Te gusta un chico?—Preguntó con cuidado tanteando el terreno.

Eso hizo que Joe saltara con horror, como si en cambio le hubiera preguntado si asesinó a alguien el fin de semana anterior.

—¡Qué? Yo, no. Es, esto. Un amigo...yo.

—¿Te gusta un amigo? —Le preguntó aguzando los ojos con desconfianza. Que no tenía nada en contra del chico, y lo que había visto en el hospital le había dejado sus dudas, pero no había querido presionar más a Nathan con preguntas que seguro como el infierno su hijo no querría contestar—¿Te gusta mi hijo?

Amaba a su hijo y sabía que era un chico que estaba pasando por un momento difícil. No quería entrometerse, pero...a su parecer, no era la mejor opción para aquel chico, nunca había entendido muy bien cómo era que Joe no había salido más lastimado cerca de su hijo. Desde niños Nathan había sido un pequeño... especial,  algo travieso y con una particular habilidad para meterse en problemas, ni siquiera entendía como se había fijado en aquel chiquillo en primer lugar. Joe y Nathan eran dos polos completamente opuestos.

De hecho, aún recordaba cuando su hijo se lo presentó por primera vez, el niño parecía salido de un anuncio de escuela episcopal, lo primero que Billy  pensó fue que Nathan se lo comería crudo, y que debería pensar en un reformatorio porque acabarían celebrando el funeral de ese niño, era como poner un tierno gatito junto a un Rottweiler, pero de alguna forma aquellos dos niños tan diferente habían conseguido hacer que su amistad durara casi una década a pesar de todas sus diferencias. Ni en sus más remotos pensamientos Billy creyó que un día se encontraría teniendo una charla como esa con Joe.

—...Nate es un chico ...—Se detuvo a pensar el mejor adjetivo para calificar a su hijo. —Especial, no creo que...

Joe no lo dejó terminar.

—¡No! No, digo, sí, lo sé , conozco a Nate, pero. No, a mi no me gustan los chicos, me gustan las chicas, sí, eso. Tuve una novia, Ness y Salí con otra chica hace poco, me gustan. Kara, es la prima de Zack, me dejó su número, me gusta mucho, lindos pechos, vaginas, eso...—Bill alzó una de sus cejas en una interrogación incrédula. Joe se había puesto tan nervioso que parecía a punto de llorar mientras tropezaba con las palabras.—Yo esto...es un amigo, un amigo mío está confundido, él, es de mi iglesia y...

—Claro, lo entiendo—Asintió el joven arquitecto para tranquilizarlo y Joe suspiró de alivio consiguiendo que las sospechas de Bill crecieran exponencialmente en los últimos segundos, pero no quería seguir presionándolo así que decidió contestar a la pregunta del chico—Y, pues, de la misma manera en la que sabes que eres heterosexual, te gusta un chico, te gusta pasar tiempo con él, luego quieres verlo más seguido, te hace reír y sientes mariposas, ya sabes...Cosquillas, Quieres besarlo y sientes que te quedarías a su lado sin importar lo que pase, porque es donde perteneces. —Billy desvió la vista automáticamente a una foto familiar colgada del refri donde aparecían Jack, Billy y Nathan en alguna feria.—Él es tu hogar—Murmuró en un tono casi soñador viendo la imagen de Jack— Cuando encuentras a esa persona que te haga sentir seguro y en casa entonces sabrás que es el correcto sin importar las etiquetas.

Vaya esa si parecía una buena definición de amor, pensó Joe, siguiendo la vista de Billy al retrato aunque sus ojos se detuvieron en Nathan tal vez un poco más de la cuenta.

—¿Y este amigo tuyo está saliendo con alguien?—Preguntó Billy trayéndolo a la realidad.

—¡No!—Negó Joe casi como un autómata.—Digo, No. Pero...

—¿Pero?—Inquirió Bill acercando un banquillo a la isla donde el chico seguía cortando los vegetales como si los pobres le hubieran hecho algo terrible, parecía estar descargando toda su furia en ellos.

—Tal vez haya un chico. —Dijo aún sin mirar a Bill a la cara.

—uhum—Asintió Bill cruzándose de piernas, apoyó uno de sus codos sobre el mármol de la isla y dejó descansar su barbilla en su mano adquiriendo una posición cotilla. —¿Y es guapo?

—No lo sé. —Suspiró.—Digo, no lo sabe, no lo ha visto aún, se conocieron por chat. Él insiste en verse.

—mmm... tiene que tener cuidado con eso de los chats.—Dijo Bill sacando su lado paternal y sobreprotector a la luz.—Hay muchos pederastas ahora...

—Lo sé, se lo he dicho.—Dijo Joe exasperado.—Pero eso no es lo peor, él cree que blue es una chica, y...

Joe no pudo terminar la idea que fue interrumpido por una puerta que se abrió de golpe, seguido de los gritos de Jack.

Bill se levantó y se dirigió a la entrada. Nathan iba enfurruñado mientras Jack se quejaba de su comportamiento en la sesión de terapia.

Bill carraspeó intentando llamar la atención de sus dos castaños.

—Tenemos visita.—Dijo viendo de su hijo a su esposo.

Los ojos de Nathan recorrieron la habitación en busca del intruso.

—¿Qué demonios haces aquí?—Le gruñó al localizarlo con los ojos.

—¡Modales!—Lo reprendió Jack.

Nathan rodó los ojos ignorando a su padre.

—Yo hum...Pasé a saludar.—Respondió Joe algo incómodo.

—Bien, ya lo has hecho, largo.

—Yo humm, ya me iba.

—¡Nathaniel!—volvió a reprenderlo Jack.—Joe ha venido hasta aquí a verte, sé amable.

—No, en serio, está bien yo ya me iba.

—¡huyg, dios Bien! —Se quejó el castaño e ignorando a sus dos padres agarró del brazo a Joe y lo subió a su cuarto como si fuera un niño arrastrando a su juguete favorito.

Joe se limitó a dejarse arrastrar, desde niños el castaño siempre había hecho lo mismo, se enfurruñaba, se cruzaba de brazos y arrastraba a Joe con él como si se tratara de una extensión de sí mismo que pudiera manejar a su antojo.

—¡Nathaniel! Compórtate—Se quejó Jack viendo el actuar de su hijo pero Bill lo detuvo.

—Deja que se arreglen. —Jack parecía dispuesto a quejarse, pero lo cierto era que habían visto esa escena miles de veces con anterioridad. Su hijo parecía haber sido criado por el mismísimo Lucifer—Ya se calmará.

Jack suspiró y se dejó caer en el sillón a lo que Billy se sentó en su regazo y le acarició la mejilla con la nariz en gesto cariñoso antes de apartarse y observar su rostro, se veía agotado. —¿Tan malo ha sido?

Jack rodeó a su joven esposo por la cintura y comenzó a contarle los detalles de la sesión de terapia, Nathan no participaba en los grupos de ayuda, se empacaba y se negaba hablar. Se mostraba esquivo y cuando Jack lo obligaba respondía con monosílabos en el mejor de los casos y en el peor montaba una escena, Jack se veía casi tan exasperado como su hijo.

—Si no coopera le negaran la entrada al grupo. No quieren alborotadores.

—Hablaré con él. —Prometió Bill acariciando los labios de su esposo antes de depositarle un beso casto.

Jack intentó profundizar el contacto, pero el menor lo detuvo. No podían ponerse juguetones con dos niños en el piso de arriba. Jack gruñó frustrado e hizo un puchero caprichoso antes de sonreírle con cansancio a su esposo.

—¿Qué sería de mi vida sin ti?

—Suerte que no tengas que averiguarlo. —Le sonrió Bill antes de ponerse de pie e ir a terminar la comida y joder, los ojos de Jack bajaron por la espalda de Billy hasta su trasero. Casi 20 años después su esposo le seguía pareciendo igual de hermoso que la primera vez que lo había visto. Definitivamente el cuerpo de su esposo era el lugar al que Jack pertenecía y como si de una soga invisible tirando de él se tratara, Jack se levantó y fue tras el pelirrojo incapaz de estar en el mismo cuarto sin tocarlo al menos un poco.

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