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35_Kya.
Kya es hija única y, desde pequeña, siente la necesidad natural de ser creativa. Poseía una gran imaginación y una fuerte determinación para conseguir lo que quería, cuyos rasgos fueron acompañados durante su infancia y juventud por un constante aburrimiento, además de el hecho de estar la mayoría del tiempo sola. Esto le atribuyó, entre otras cualidades, la habilidad de la observación, importante para poder hacer planes que le ayuden a intentar conseguir sus objetivos con fines creativos; lo cual le fue muy útil durante la época en la que se planteó reflexionar acerca de cómo se ganan la vida sus padres y qué camino debería tomar.
Su padre pasó de deportista a empleado de oficina, mientras que su madre pasó de artista visual a ama de casa. Kya veía esas transiciones como un fracaso total en cuanto aspiraciones, porque suponía que sus padres se dedicaban a labores que no le hacían felices y estos pensamientos los elaboró siendo pequeña, siendo una niña, por lo que preguntó más de una vez sobre el tema y nunca lograban convencerla.
Según ella, no había justificación para no perseguir tus sueños o aspiraciones; pero a medida que fue creciendo, sus padres admitieron ante Kya que, además de que sus antiguos oficios no eran muy estables, al tener una hija debieron adaptarse a la situación para así poder cuidar de ella. Su madre tendía a explicar a detalle pero con dulzura, el por qué tuvieron que dejarlo y su padre, por su lado, era más estricto y directo terminando su testimonio de firmes palabras con la frase: "-...hay que trabajar de algo que te dé de comer.". Tal vez al ser tan jovencita, esas palabras fueron un poco insensibles para ella; pero al fin y al cabo, era realmente lo que él opinaba, la verdad sobre lo que pensaba y era lo que Kya pedía saber.
Pudo dar pie a un cuestionamiento que incluso llegó a desesperarla, porque al ser tan habilidosa en términos generales, tanto mental como físicamente y al tener padres tan complacientes, le costaba determinar la dimensión del tiempo que conllevaría tomar una decisión respecto a qué camino seguir. Ella quería aprender sobre algo que le interesara y vivir de ello, pero, ¿realmente hay un equilibrio? Kya no estaba segura y nada de lo que pensaba le aseguraba un futuro. No solo no encontraba una opción segura o correcta, sino que también al ser tan multipotencial, le era muy difícil saber en qué era mejor y a qué le gustaría dedicarse.
Tal fue la duda, que por más que no acostumbrara hacerlo, buscó ayuda. Comenzó a consultar con distintas personas y solo obtuvo consejos, cuando ella buscaba la respuesta que evidentemente no iba a encontrar. Preguntó a familiares, amigos, conocidos e incluso a su ex pareja, cuyas respuestas se inclinaron más que nada por un "-No lo había pensado, así que no sabría qué decirte." o algunos hasta llegaron a decirle "-No sé ni siquiera qué hacer con mi vida.", que prácticamente eran la misma respuesta, pero la segunda se oía más tajante para Kya. De hecho, la única vez en la que se sintió comprendida, fue intercambiando palabras con una compañera de clase, la cual se encontraba en una situación muy similar. Comenzaron hablando del pelo color coral de Kya y terminaron hablando sobre cómo conseguir un propósito de vida, pero Sara recién estaba empezando a entrar en la introspección, así que tan solo se encontraban en el mismo bloqueo mental.
Se mantuvo meses dándole vueltas al mismo tema, de los cuales tan solo sacó una idea nueva que consistía en intentar hacer varias actividades creativas a la vez, de las cuales pudiera beneficiarse y ver en qué tenía éxito; pero francamente le pareció insostenible, o cuanto menos, agobiante.
El estrés no era para ella y creyó darse por vencida. Necesitaba despejarse y lo sabía, por lo que fue a encerrarse en su habitación, escuchar su música favorita y comenzar a ejercitar su más destacable habilidad, su escape de la dura realidad, la manifestación de su escurridiza persona: la creatividad. Amaba lo que hacía a pesar de ser tan crítica y objetiva, porque nadie podía hacerlo mejor para sí que ella misma. Siempre había algo que le disgustaba en lo ajeno, sea quien sea, sea lo que sea, y creando encontraba una oportunidad para que al menos algo en su vida fuese perfecto.
Casi sin pensarlo, empezó a jugar a ser Dios y creó un bello personaje a su imagen y semejanza. El resultado fue una chica de piel suavemente bronceada, cabello color coral, pecas en su rostro, ojos rubios y perlados, pero curiosamente, con un brote de planta partiendo del centro de su cabeza, el cual en teoría, iría creciendo con el desarrollo del personaje. Cualquiera diría que no es muy original, pero fuera de que prácticamente nada lo es, para Kya significaba mucho. Esta delgada figura aparentemente femenina y salida de su genio, representaba la versión inalcanzable de Kya; esa versión que explotaba sus habilidades al máximo, esa a la que no podías encontrarle defectos en lo que era ni en lo que hacía, esa que era una líder y que a pesar de todo, admitía no tener conocimientos absolutos y mantenía la mente abierta.
Realmente no sabía qué tan sano era crear a la representación del sentimiento de necesitar ser una versión idealizada, pero para Kya era una motivación para obedecer a esa parte de ella y, quizás no llegar a una perfección subjetiva, pero ese sería el objetivo y por lo tanto, Kya solo buscaría mejorar.
En ese momento, tan solo había hecho un dibujo sobre su creación, influenciado en parte por la planta de su escritorio. Dibujo del cual este personaje desprendía personalidad, estética, emociones y con mucha coherencia: historia.
Igualmente, todo el desarrollo del personaje se encontraba en la mente de Kya, por lo que tuvo que anotar cada fragmento sentimental que su dibujo le transmitía y así no olvidarlo. Fue un gesto mínimo, un dibujo y unas notas; pero fue un primer paso crucial para resolver su debate interior, y es que de una vez por todas, se decidió a darle vida completamente a un personaje: una experta en lo que ama y llamada por su creadora "Sweetjuice".
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