Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Evᥱᥣყᥒ • ρᥲrtᥱ1

24_Evelyn.

Ay, Dios. Nunca fue de mi agrado pasar por tiendas de ropa solo a mirar vidrieras, con sus atuendos caros y las semidesnudas de fondo. A veces es hermosa la ropa, a veces no tiene sentido, y ambas me dan igual; lo único que quiero hacer, en ese pequeño instante, es irme a hacer lo que se supone que vinimos a hacer.

-Sí, qué bonito.

Además, de entrada sé que no tiene ni media lógica hacerlo, porque nunca lo hacemos por ver qué comprar; es solo mirar e irnos, nunca entrar. Si vinimos a pagar impuestos, ¿por qué pararnos a mirar maniquíes iguales, utilizando ropa similar a la de otras tiendas?, ¿acaso somos maniquíes para que la ropa nos quede como a ellos?

-¿Qué hacemos en el cajero, tía?

-Vinimos a sacar dinero, Evelyn.

-¿Y los impuestos?

-Los pagué hace rato, boba. Solo voy a comprarme ropa y quizás consiga algo para ti también.

Curioso. Cada vez que van a comprarme ropa, ni siquiera nos detenemos una milésima de segundo para mirar el nombre del local o la vidriera, cosa que, como dije, sí hacemos para no comprarla; simplemente, pasamos directamente de la casa a la tienda de ropa, con el destino predeterminado. Realmente parece como si, desde antes, ya fuera todo conocido y estuviera todo averiguado; lo cual, ahora que lo pienso, puede tener sentido si tengo en cuenta que miramos tantas vidrieras.

Realmente, ella no sabía mucho sobre geopolítica; pero esto no le era impedimento al pensamiento, nacido del sentimiento creado por el pobre oír de lo ajeno, de atribuir lo vendido al traslado y manufactura bolivianos. Olores raros, mucha gente, nula estética, baja calidad; no quería estar ahí. Al menos, a lo que estaba obligada era a tener una esperanza forzada de conseguir una prenda carente de todo tipo de valor.

Entre música vanal, de producto lejano al A. S. M. R. que le trae la élite artística, penetraban miradas de contraídas pupilas que, casi cual girasol, seguían al radiante y blanco sol; provocando, en los delicados extremos de Evelyn, la involuntariedad de esconder lo que algunas veces parecía permanentemente vulnerable. Prefería no concentrarse, prefería perder la mirada entre prendas que no iba a tomar al no ser el puesto en el que su tía decidía comprar; ninguna satisfacía su necesidad, no de buscar estética o reforzar su cuerpo contra las condiciones naturales de nuestro mundo físico, sino de acelerar la actividad e irse.

El frenar de los pasos de quien guiaba la visita no se hizo esperar más e, incauta, Evelyn continuó brevemente con el camino que sentía estar forzada a formar; pero no tardó en reincorporarse alegremente, sabiendo que el haber encontrado un puesto candidato era una etapa más de la que se libraba por capas de semejante estado de alerta. Nuestra muñeca se distraía, por ejemplo, mirándose a sí misma desde su ángulo, sin utilizar siquiera un reflejo; para crear pensamientos tan simples como el de contentarse con lo que había decidido vestir, al menos, durante algunos segundos. Ignorante de ello, mientras apreciaba en sí o despreciaba en lo demás, se formó tras su cabeza una pila, más alta que su cuerpo, de prendas que prefería no mirar para evitar descartar la idea antes de ingresar al probador.

-Pruébate esto., dijo su tía. Se escuchaba como una frase cada vez más protocolar y rutinaria, a pesar de que no hiciera presencia con ritmo; pero tanto así, que antes de que pudiera decirlo, podríamos considerar que Evelyn ya había realizado media acción. Con sus brazos delgados que no se dejaban ver, pero que sabía que ahí estaban, no hizo más que ningunearlos y darle protagonismo al ingenio, quien buscaría conseguir su objetivo de trasladar el montón de ropa al probador. Organizó, con cierta involuntariedad, la ropa pretendiente por tipo y color; luego, descolgó de su ser su bolso para reposicionarlo e hizo lo mismo con su saco, con su corbata, con su sombrero, sus tirantes... y dudó, pero, luego de buscar cámaras y de insistirse en que sería lo más práctico, terminó por deshacerse de todas sus prendas exteriores.

Implementando el típico formato de telerrealidad, le presentaba cada pieza a su mente, con intenciones de persuasión sin su adecuada práctica. Entonces así, ella charlaba mentalmente consigo sobre una prenda tras otra:

¿Te gusta?

No.

Esto resalta tus ojos.

Resalta más que yo en sí, soy albina. No.

Esto es negro y el negro combina con todo.

Primero, eso es mentira; segundo, me apaga la piel.

¿Deportivo?

No me gusta y es lo que más tengo.

Beige, siempre te queda lindo.

Bueno, sí, pero no se trata solo de que me guste el color; solo, no.

Y esto puede ser que...

No. sentenció, dejando de hacer esto por notar que se mostraba capaz hasta de intentar defender gustos ajenos, que odiaba, e introducirlos como propios.

Desde hacía un buen tiempo que deseaba irse, pero nunca se hizo tan emergente como después de que la dueña del local abriera su boca, quien se había quejado ya por tercera vez de que Evelyn estuviera tardando.

Vieja intensa. Perdón, de verdad, perdón... pero qué intensa, basta. No sé qué esperaba con toda la ropa que me dieron a prob-

Interrumpiendo con un dramático abrir de las cortinas, la tía Císis cortó con el interno hablar y preguntó sobre las dudas que dejaba el espontáneo interés de recordar a la acompañante.

-¿Ya está? ¿Ya elegiste? Eso que te pruebas se ve que te queda lindo, así que, recomiendo eso y fíjate en alguna cosita más. Rápido que nos vamos.

Todavía no estaba lista y, de forma atropellada, intentó comunicarlo; pero como era de costumbre, no terminó sin que el escenario hubiera bajado el telón antes de tiempo, fundiéndola nuevamente en la oscuridad. De nuevo, lo único a percibir, era el tener que concluir trabajo forzoso, siempre dándole la espalda al desinteresado trampolín de luz que interactuaba con su hombro para llamar la excepticista atención, cada vez más intensamente.

Tuvo ideas que, para su juicio, pasaron ante sus ojos más rápido que una bala; solo aplicó una. Dejó de moverse y declaró haber terminado de probarse la ropa, fingiendo haber elegido también y, como festejo previo, comenzó a reincorporar la ropa que traía en primer lugar. Ni siquiera le permitió acabar lo mencionado, Císis abrió.

-No has terminado, porque veo dos pilas de ropa y te conozco; sé que una es la que te has probado y, la otra, la que no.

Evelyn solo comunicó con el cuerpo y siguió al notar que, de repente, solo estaba mirando una cortina otra vez. Estaba harta de esto, de todo; de la señora que indirectamente comunicaba su repeluz y, cómo no, de la insistente tía que rogaba por lo que no era de interés para este par de ojitos blancos. Pero, por más que pueda describirse como "sensación", también sentía hartazgo de algo más.

¿De verdad?, ¿de qué?

No importa, terminemos. Se respondió por última vez, si es que hablamos solo de esta jornada.

A voluntad o no, no se sabe, porque parecía ambas. Ella no sabía, no pensaba; solo veía lo poco que le faltaba y, si era lo que hacía falta, maniobraba más rápido. Casi cae, casi rompe el espejo y casi lo ve; nada de esto pasó, así que terminó y lo dijo en voz alta a su tía, quien no estaba presente. Evelyn se desesperó, se enfureció y frustró, y no lo comunicó de otra forma que no fuera mirar a un punto fijo con las venas de la frente marcadas. Volvió su tía como veinte minutos después y Evelyn repitió con énfasis que cumplió.

-Elegí esto, ¿qué tal?, ¿te gusta?

-¡Ay, sí! Al fin. No puede ser que siempre te veas tan mal, pero así, vas empezando a ser decente.
-En fin, nos vamos.

¿Valieron la pena como cierre o "recompensa"? Los labios de Evelyn se escondieron, tal cual sus pieles tras su vestir; pero esto último no pasó sin antes remover la ropa a comprar o a devolver a la propietaria y, en el apresurado transcurso de lo mencionado, Evelyn rasgó sin intención una subjetivamente horrible blusa. Intentaron no esconderse esta vez, sino que tendieron a separarse delicadamente, dispuestos a vibrar para disparar verdades naturales y fundamentadas... pero no fue así. Cabeza gacha, lágrima solitaria, mano en el antebrazo y a seguir, que la palidez juzgada no iba a esconderse sola; era solo un mísero e insignificante daño escondido entre montones y, por supuesto, nadie iba a notarlo entre tanta ropa si, de seguro, su destino siempre y como el de tantos iba a ser el desecho.

-Hey, volviste.

-Sí.

-¿Cómo te fue?

-Bien. La tía me regaló ropa.

Dejó la bolsa sobre el mueble y se marchó. Unos aproximados diecisiete minutos se requirieron para el simbólico despertar de su madre, quien revisó el solitario contenido para reír y, luego, la miró para repetir el gesto.

-Al menos supera a tu ropero. Murmuró dando media vuelta.

-------《5yIV/90°8》

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro