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Capítulo XVIII


Quédate. 


—Creo que podría levantar un poco más el ruedo desde aquí—dijo la modista.

—Estoy de acuerdo—Yokino asintió mirando embelesada la tela de aquel kimono blanco como la nieve, que hacía resaltar los arreglos florales en rosa de los bordes de las mangas. Todavía no podía creer que su hija se casara—. ¿Tú qué opinas, Hoshi?

La joven no respondió. Sus ojos se habían quedado mirando un punto fijo en la pared de la casa de la modista. Fue recién al tercer llamado que pestañeó, volviendo a la realidad.

—¿Qué, mami?

—Que ¿Qué opinas del arreglo en el ruedo? —le pregunto, mientras la modista aguardaba que ella también asintiera.

—Oh si si, estoy de acuerdo—dijo sin prestar mucha atención, mirando a la mujer—. Además, es usted la que sabe de esto—sonrió. La señora se mostró orgullo de oír aquello y continúo clavando alfileres.

Prontamente se cumpliría un año del regreso de Hoshi a la aldea de Konoha, y desde el ataque de Pain y la muerte de Danzo habían ocurrido diversos acontecimientos en el mundo ninja, pero sobre todo en su vida.

El Consejo había obligado a Kankuro a poner una fecha para su boda, y esto no molestaba a Kankuro en absoluto, Pero Hoshi todavía tenía sus dudas. Sin embargo, con el fin de apoyarlo a él y a su aldea, aceptó la propuesta de contraer matrimonio el 27 de septiembre; y si bien aún faltaban meses, tanto la familia real como la de Hoshi habían comenzado con los preparativos.

Tsunade volvía de a poco a retomar con todas las actividades, aunque lo más crítico de todo era la reconstrucción de la aldea. Gracias al acuerdo matrimonial de Hoshi con Kankuro, Gaara se había mostrado mucho más generoso y el consejo feudal había sonado gran cantidad de dinero y materiales para recuperar rápidamente toda el área ninja. Pero esto no quitaba el hecho de que Tsunade no estaba para nada de acuerdo con aquella unión.

—Gracias Miso-san —saludo la madre de Hoshi a la anciana, mientras su hija le daba una corta reverencia y salían de aquel pequeño taller.

La castaña bebió con mucho ruido lo último que quedaba de aquel café que ya no estaba tan caliente, y arrojo el vaso de cartón en uno de los tachos que había así alrededor.

—No te he notado muy convencida con el vestido, cariño—expreso Yokino, mirándola preocupada. Hoshi se encogió de hombros.

—Neeh, es solo que, habiendo tantas cosas de que ocuparse me parece egoísta estar planeando una boda—comentó, tomando el brazo de su madre mientras bajaban lentamente una escalinata.

—No es egoísta pensar en tu felicidad—le corrigió, acomodándose el cuello del suéter que llevaba en ese momento. Hoshi chasqueo la lengua.

—¿Existe la felicidad en el deber, mamá? —pregunto, más en un intento retórico que en otra cosa, Pero Yokino frunció el ceño.

—Existe la felicidad en cualquier cosa, Hoshi—respondió, mientras miraba el piso con adoquines por el que pasaban sus pies—. Pero me preocupa que creas que es tu deber casarte con alguien, solo porque eres una kunoichi. ¿Acaso eso es lo que estás haciendo, Hoshi?

La castaña sonrió.

—Tú sabes que siempre quise ser una kunoichi, mami—suspiro, apretando como una niña asustada el brazo Yokino—. Y el deber es algo inherente para nosotros, tú lo sabes.

—Lo supe, si, pero también supe dejarlo cuando quise dedicarme a mi familia, a ustedes—sonrió, recordarnos los años en los que Hoshi era apenas una pequeña traviesa—. Lo que creo Hoshi, es que tú no deberías estar casándote con Kankuro por creer que le debes algo a esta aldea. Todo lo contrario, hija, esta aldea te debe todo a ti—murmuro, sin poder evitar recordar las tragedias pasadas.

—Amo a Kankuro—confesó, sonriendo al recordarlo—. Y si me estoy casando con él es porque así lo quiero, pero no puedo separar las cosas má. No puedo dejar de pensar en la gran ventaja que traerá tanto para una nación como para la otra. Solo que bueno, es una decisión importante. Estaré destinándole mi vida para siempre a una persona, y esa persona, además, viene acompañado de un montón de viejos que querrán manejarle cada una de las decisiones que tome.

—Es una decisión importantísima, ciertamente—se mostró de acuerdo―. Pero vivimos en una época en la que afortunadamente, los matrimonios ya no se arreglan cariño―sonrió, con dulzura. Hoshi asintió mostrándose de acuerdo y señaló con su cabeza la entrada a una cafetería que había sido recientemente remodelada. Las dos ingresaron y se sentaron a una de las mesas.

―Este matrimonio no está arreglado, sabes lo que opina Tsunade de esto. Me odia, básicamente.

―Lo entenderá.

―No le queda otra―suspiró, mientras agradecía a una de las meseras que rápidamente les había llevado el limitado menú. Ambas eran sencillas, su madre pidió un té Earl Grey, y ella un Matcha helado. Tenía fascinación por las bebidas de color verduzco.

Las dos guardaron silencio unos segundos, Hoshi tenía su mentón apoyado en la mano, y miraba por la ventana. Su madre la observaba con detalle.

― ¿Cómo estás luego de lo de Asami?

―Bien, trato de no pensar en ello. Si lo hago me consume la ira y las ganas de perseguirla―respondió mientras jugaba con una de las servilletas de papel―. Tiene pedido de captura, en algún momento la encontraran, yo no puedo hacer mas que seguir con mi vida. Lo que ella haya decidido hacer con la suya, pues será su problema―Estaba molesta, aún no podía entender como Asami había hecho aquello poniendo en riesgo la vida de tantas personas.

―Me parece lo mas coherente para hacer hija. Ella tendrá sus razones―. ¿Y las cosas con tu amigo, o bueno, antiguo amigo?

― ¿Quién? ¿Kakashi? ―preguntó arqueando una ceja. Sus bebidas habían llegado―. Gracias―le dijo amablemente a la muchacha que se ofreció a estar a su servicio. Yokino asintió―. Bien, seguimos hablando. Si bien no es lo mismo que antes, como que hay un límite tácito puesto, ya no nos ignoramos como antes. Además, en unos días tengo una misión con él. No se si te has enterado, pero han estado secuestrando personas en la aldea de Hayashi. Si bien Danzo está muerto y todos los puertos están siendo controlados por la denuncia de la trata que hicimos hace meses, puede que alguien mas esté detrás de ese negocio.

― ¡Que horror! ―exclamó, negando lastimosamente―. No puedo creer que aun sigan sucediendo estas cosas―Hoshi asintió chasqueando la lengua, después de beber un sorbo de su té―. ¿Y por que tienes que ir tú? Pensé que no querías hacer misiones de campo.

―Y no quiero, solo que no hay mucha gente, sobre todo para misiones S―explicó―. Kakashi iría junto a Yamato, pero es mas importante que Yamato continue supervisando el entrenamiento de Naruto, así que me ofrecí a acompañarlo, y Tsunade estuvo de acuerdo. He estado entrenando duro, mamá―se atajó al ver la desaprobación en el rostro de su madre. Desde su violación, Yokino tenía terror a que saliera de misión―. Estaré bien, además voy con Kakashi, supuestamente es el ninja mas poderoso―bromeó, y Yokino se rio de mala gana.

Fuera de todas las preocupaciones, hacía mucho que ambas no tenían un momento como tal. La boda parecía haberlas unido más, y era la excusa perfecta para pasar tiempo juntas. Hoshi tenía muchas responsabilidades laborales, y Yokino se encontraba ocupada con su casa y la crianza temporal de la hija de Shamui.

Si bien cada etapa de la preparación de aquella boda representaba para Hoshi cierto estrés, le gustaba sentir que volvía a depender de su mamá. Además, en esas últimas semanas no había podido contar tanto con Kankuro. Después de la declaración de la guerra, y el ataque a los kages el príncipe estaba ocupado con su trabajo como consejero, e iba y venía por cada uno de los países de la alianza, intentando revisar junto a sus hermanos los puntos en los que se involucraría Suna; por lo que los asuntos relacionados a la boda habían quedado en manos de Hoshi.

Por eso tampoco siquiera le había avisado a Kankuro lo de su misión, ya que, si se hubiera enterado, habría insistido en que fuera otra persona.

La mañana de la misión a Hayashi, Hoshi se levantó con mucha dificultad. Estaba cansada y tenía sueño, y había pasado toda la noche sufriendo de constantes pesadillas. No sabía por qué, pero de niña tenía cada tanto un sueño extraño: Soñaba con un lienzo en blanco que de a poco se iba llenando de puntos irregulares, uno al lado del otro. Nunca supo que significaba, y muchas veces le hecho la culpa a este sueño por haber desarrollado una tripofobia, pero cada vez que soñaba le causaba un malestar que no le permitía descansar, y hace poco aquel sueño se había vuelto nuevamente recurrente.

Se preparó un té con tostadas, y miró el reloj. En diez minutos habían quedado en encontrarse con Kakashi en la entrada a la aldea, sin embargo, se encogió de hombros y no le dio importancia a su atraso. Kakashi llegaría hasta una hora mas tarde y si había algo que odiaba era tener que esperarlo.

― ¿Quién se cree que es? ―se preguntó a si misma molesta, pensando en aquel mal hábito que tenía Kakashi.

Luego de preparar su mochila, terminar de desayunar y procrastinar un poco en el sofá, cuándo considero que era momento de dirigirse a la entrada, se dedicó a salir de su hogar, asegurándose dos veces de haber cerrado la puerta con llave. Detestaba irse con la idea de haber cerrado mal, por eso tenía la mala costumbre de chequear dos veces aquello.

La aldea apenas comenzaba a mostrar los movimientos matutinos de los aldeanos. Algunos continuaban con la reconstrucción, y otros se dedicaban a iniciar la apertura de sus negocios. De a poco, y con ayuda de varias aldeas, Konoha iba recuperando su resplandor, pero había que reconocer que sería un largo proceso.

A medida que se acercaba a la entrada, que ya contaba con sus enormes puertas abiertas, sólo podía divisar la casilla de los centinelas, mas no la figura de su compañero. Frunció el ceño, molesta. No podía creer que aun habiendo esperado una hora, Kakashi todavía no había llegado.

―Holaaaa―la saludó alguien atrás y Hoshi se volteó enojada a verlo. Podía reconocer aquella voz aun debajo del agua.

Kakashi en cambio le sonrió, y alzo su mano derecha mientras se adelantaba unos pasos para continuar caminando con ella.

― ¡Ay! ¡Te odio! ―le dijo Hoshi, mientras se restregaba los ojos y estiraba su rostro hacia abajo―. ¡No puedo creer que recién estés llegando!

― ¿Querías hacerme esperar, ¿eh? ―bromeó, riéndose.

― ¡Claro que sí! Pero veo que la próxima en lugar de una hora, ¡Me demoraré dos! ―le espetó.

―O tal vez tres. Esta vez tuve consideración, solo porque eres tú―comentó con parsimonia, disfrutando del agobio de la muchacha que negaba molesta por aquello.

Kakashi siempre tenía la excusa perfecta para hacer enojar a Hoshi, y en el fondo reconocía que lo hacía porque le divertía molestarla, era la costumbre que tenía luego de conocerla por tantos años.

El peli plata estaba contento por realizar esa misión junto a ella, y Hoshi debía reconocer que también. Después de todo lo sucedido entre ambos, ninguno de los dos podía negar lo mucho que se habían extrañado. Sin embargo, por sus deberes no podían dejar de darle importancia a aquella misión que se le había asignado.

El pueblo de Hayashi era un lugar alejado de Konoha, en el límite del país del fuego, al Sur. En las ultimas semanas se había denunciado la desaparición de mas de cincuenta personas, pero no había ningún rastro de ellas, ni terrestre ni marítimo.

Lo que se sospechaba, era que la organización de Danzo estuviera nuevamente en aquella trama, pero ahora que Danzo estaba muerto, los secuestros continuaron por lo que Hayashi se encargó de contratar a los ninjas de Konoha para que los asistieran con este asunto.

La última desaparición de trataba de una niña pequeña. Si bien el patrón de secuestro no era nada parecido a lo sucedido en los puertos y en el orfanato, coincidían en que en la mayoría de estas desapariciones las victimas eran mujeres jóvenes y niñas. La última víctima, la ya mencionada niña, había desaparecido la noche anterior.

A medida que se acercaban al sur, el frío parecía volverse más gélido. Estaban en pleno invierno y aquello se sentía en cada una de las brisas que el ambiente les regalaba. Ambos llevaban los abrigos que la aldea les daba como uniforme, pero para Hoshi, quien era una persona friolenta esto no le alcanzaba.

― ¿Tienes frío? ―le preguntó Kakashi, dejando su característico tono despreocupado de lado, al ver como su compañera soplaba sus manos en un intento por calentarlas.

―Me estoy muriendo―expresó, sacudiéndolas―. Igual sabes como soy, el frío me afecta el doble.

Kakashi se detuvo unos segundos, y se quitó de encima su mochila gris. Hoshi se volteó a verlo intrigada, mientras este buscaba algo en el fondo. Sonrió al encontrarlo, y extendió su mano con lo que parecía ser un par de guates extra.

―Lo sé―le dijo, mientras Hoshi lo miraba con las cejas arqueadas de sorpresa. No se esperaba aquel gesto―. Recuerdo lo mal que la pasan tus manos, cuándo es invierno―la castaña tomó aquellos guantes con duda. Eran unos guantes térmicos, que la protegerían mejor del frío. Negó con la cabeza, mientras se quitaba los suyos y se colocaba los que Kakashi le había dado.

El efecto fue instantáneo, aquellos guantes evitaban la filtración de las bajas temperaturas.

―A veces odio que seas así―dijo, sin reconocer su agradecimiento con el peli plata. Kakashi solo sonrió, mientras ambos retomaban su camino.

― ¿Así cómo?

―Así de atento conmigo―masculló, guardando los otros guantes en el bolsillo―. Nos estamos acercando al río―dijo cambiando completamente de tema, sin dejar que Kakashi respondiera.

Señalo hacia delante, mientras a lo lejos comenzaba a divisarse y oírse, aquel río que los separaba de la aldea en cuestión. Para llegar a ella debían rodearlo, y finalmente utilizar el puente que durante años la había conectado con el centro del país del fuego. A medida que continuaban el camino, el sendero se hacía mas sinuoso, y el río comenzaba a serpentear entre los árboles. Ambos permanecían mas atentos a cualquier cosa, todavía no tenían idea de que tan grave podría ser el asunto.

El sol anunciaba el mediodía cuándo ambos llegaron a la aldea. Era un lugar pequeño, casi olvidado, donde la gente vivía de la pesca y la agricultura. La atmosfera que la envolvía era extraña. Las calles estaban desiertas y las pocas personas que caminaban por allí mantenían la cabeza baja, como si evitaran entrar en contacto visual con los ninjas.

―No recordaba a la aldea así―expresó Kakashi, mirando preocupado su alrededor. Hoshi por su parte jamás había pisado aquel lugar.

― ¿Cómo era antes?

―Pintoresca, era un mercado del resto de los países. Todos venían a comprar sus granos―dijo, mientras asentía saludando a una señora, pero esta solo miró hacia un costado.

― ¿Qué crees que ha pasado entonces? ―continuó Hoshi, buscando la suposición de Kakashi con su mirada―. ¿Alguna organización? ―sugirió.

Kakashi negó suavemente.

―No, es simplemente la globalización. Aquí otras aldeas con mejores tecnologías le han sacado ventaja.

Hoshi no dijo nada, solo chasqueó la lengua. En los últimos años los países habían sido testigos de grandes avances tecnológicos, y a pesar de que muchas veces solucionaban la vida de varias aldeas y comunidades, otras tantas se quedaban atrás por no poder seguir los cambios.

Ambos ninjas se dirigieron a la casa de la última niña secuestrada, quien causalmente era la que había pagado por el servicio de Konoha. La madre de la niña, una mujer adulta de rostro cansado los recibió. Les contó como su hija desapareció en medio de la noche, sin dejar ningún tipo de rastro. No había signos de lucha, ni ruidos que alertaran a los vecinos. Simplemente se había desvanecido.

Después de intercambiar algunas palabras más, los llevó a la habitación de la pequeña. Un cuarto sencillo, similar al resto de la casa.

―Esos secuestros me resultan similares a los del orfanato―murmuró Hoshi, una vez que la madre los dejo solos allí. No quería preocuparla.

―Los puertos están cerrados, pero puede ser que utilicen otros medios. Aún así, ¿Crees que alguien más se encargue de continuar con el trabajo de Danzo?

―Los seguidores de este tipo están locos―acotó, mientras alzaba unos libros escolares del pequeño escritorio que había allí―. Esta es una razón suficiente para que continúen con su misión.

Kakashi asintió  en silencio. Hoshi tenía razón, había algo inquietante en el ambiente, y en la precisión con la que la muchacha había desaparecido sin dejar rastro alguno.

Después de inspeccionar otros lugares, y hablar con otros habitantes, no encontraron nada concluyente, por lo que volvieron a las orillas del río, dónde quizás podrían hallar pistas determinantes.

La aldea tenía apenas dos rutas, una por el río y la otra por el puente. El resto era una frontera marítima que los conectaba directamente al océano, pero aquí no había puerto ni playa para encallar un barco, por lo que habían descartado esa zona por completo.

―Si seguimos el río, quizás podamos descubrir alguna otra cosa―explicó Kakashi, señalando el caudal. La muchacha asintió, y comenzaron su paso por allí.

A medida que avanzaban, se iban alejando de la parte mas desarrollada de la aldea, y s e internaban en un terreno poco explotado, rodeado de arboles mucho mas frondosos. La luz del día comenzaba a desvanecerse, y ninguno de los dos había comido algo desde el desayuno, por lo que sus estómagos comenzaban a pedirle comida, y sus pies, un descanso.

Sin embargo, los dos eran igual de tercos a la hora de trabajar, y si no encontraban algo que realmente hubiera hecho que valiera la pena aquella caminata, no pararían.

El aire se volvía mas denso y frío a medida que el sol descendía, sumergiendo el bosque en una penumbra inquietante. Kakashi y Hoshi continuaban siguiendo el río que serpenteaba entre los árboles como una víbora silenciosa. Ambos estaban alertas, con sus sentidos agudizados listos para captar cualquier señal que pudiera revelarles alguna pista de lo que estaban investigando.

La noche en aquel lugar podía ser su aliada, pero también su enemiga y ambos sabían mucho de ello. Mientras el sonido del agua fluía con suavidad, el bosque a su alrededor permanecía en un silencio inquietante, solo interrumpido por el crujido ocasional de una rama bajo sus pies.

Hoshi avanzaba unos pasos mas adelantes, observando cada detalle a su alrededor.

―Crees que―comenzó a decir, pero Kakashi la interrumpió tomándola del brazo.

―Espera―le dijo, llevándose el dedo índice a la boca. Hoshi lo miró atenta, mientras asentía brevemente. Kakashi la soltó con suavidad, y agudizó su sentido del oído intentando captar cualquier sonido fuera de lo común.

Hoshi se quedó inmóvil, confiando en el instinto de su compañero. Había una razón por la que era conocido como el ninja copia, su capacidad para percibir y adaptarse era inigualable. Después de unos segundos que parecieron eternos, Kakashi pestañeó.

―Hay alguien más aquí. Nos está siguiendo.

La tensión se hizo palpable en el aire. Hoshi lentamente desenfundó su tanto, y continuaron la marcha moviéndose con más cautela, esperando a ser atacados. De repente un ruido sordo resonó a la distancia. Era un sonido apagado, como si algo pesado hubiera caído al suelo. Kakashi y Hoshi intercambiaron una mirada rápida y corrieron hacia lo que para ellos era la fuente de sonido, internándose en el frondoso y oscuro bosque.

En el medio d este, se encontraron con una cabaña de madera medio oculta entre los árboles. La piel de Hoshi se erizó, recordando la noche en que la habían violado.

Desde su posición, podían ver la tenue luz de una lampara parpadeando a través de una ventana sucia y rota. Kakashi hizo una seña para que Hoshi se acercara con precaución, y la miró extrañado al ver que dudó antes de hacerlo.

― ¿Estás bien? ―susurró, mirándola preocupado.

―Si, descuida. Es solo que, me trae malos recuerdos―confesó―. Déjame ir primero―le pidió, y Kakashi asintió mientras sacaba un kunai y se disponía a escoltarla.

Hoshi empuño su arma, y caminó lentamente hacia la puerta de la cabaña. La empujó suavemente, y esta se abrió con un crujido largo y agónico, si aquella puerta no tenía seguro era claro que aquello era una trampa, o los estaban esperando. El interior de la cabaña estaba sumido en sombras, apenas iluminado por la lámpara de aceite que descansaba sobre una mesa en el centro de la habitación. Los ojos se adaptaron rápidamente a la oscuridad, y escudriñaron todo el sector.

Kakashi la seguía de cerca, atento a cualquier amenaza. Sin embargo, lo que encontraron fue algo mucho más perturbador. En una esquina, encadenada a la pared, estaba una joven no mayor a veinte años. Su ropa estaba sucia y rasgada, y su rostro mostraba signos de violencia, al igual que sus extremidades. Los ojos de Hoshi se llenaron de lágrimas, y su cuerpo se paralizó ante la trampa de su mente: Ella se vio allí.

Kakashi paso por al lado de Hoshi, tocando su espalda para cerciorarse si se encontraba bien, y Hoshi le respondió asintiendo, mientras limpiaba las lagrimas que corrieron pro su mejilla.

―Tranquila, estamos aquí para ayudarte―dijo el peli plata, pero aquello no le dio seguridad a la pobre jovencita encadenada. ¡Quien sabia que le habrían hecho!

Hoshi comprendió que aquella muchacha posiblemente había pasado por una aberración similar a la de ella, y quizás la joven tenía miedo de Kakashi solo por el hecho de ser hombre. Con suavidad se acercó a la muchacha, y examinó sus cadenas.

―Tranquila―repitió lo mismo que Kakashi―. Confía en nosotros, estam-

Antes de que pudieran ayudarla, la puerta de la cabaña se cerró de golpe y la lámpara de aceite se apagó, sumiendo a la habitación en una oscuridad total. Kakashi reaccionó de inmediato, tirando de Hoshi hacia atrás con instinto de protegerla. Algo o alguien había provocado el cierre, y no estaba dispuesto a arriesgarse.

La oscuridad era total, y el silencio que siguió fue abrumador. La chica emitió un quejido, junto a una pesada y asustada respiración. Kakashi descubrió su ojo, intentando ver a través de la oscuridad. Pero de repente la cabaña se había llenado de una niebla densa, como si todo aquello fuera un Jutsu ilusorio.

― ¿Me extrañaste? ―dijo una voz elegante pero repulsiva al oído de Hoshi. La kunoichi se llenó de rabia y quiso atacar, pero un golpe en seco la terminó desmayando.

Su cuerpo cayo en seco sobre la madera, y Kakashi gritó su nombre, pero antes de que pudiera asistirla, el ninja corrió la misma suerte.

***

EL primero en despertar fue Kakashi, notando el punzante dolor en su cabeza. Estaba tumbado en el piso de aquella cabaña, y el sonido del agua corriendo le indico que seguían en el mismo sitio. Abrió los ojos lentamente, parpadeando para adaptarse a la oscuridad. Hoshi estaba a su lado, aun inconsciente con una pequeña herida en la frente que sangraba levemente.

El ninja intentó moverse, pero su cuerpo estaba rígido por el golpe y sus manos estaban atadas con cuerdas gruesas y bien aseguradas. Volteó la cabeza y vio que la joven continuaba encadenada a la pared, y sollozaba con resignación.

―Mierda―masculló, mientras de a poco intentaba luchar para liberar sus manos.

Hoshi comenzó a moverse, gimiendo suavemente al recobrar la conciencia. Cuando abrió los ojos, se encontró con la preocupada mirada de Kakashi y la comprensión de la gravedad de la situación fue inmediata. Intento incorporarse, pero al notar que sus manos estaban atadas, su cuerpo fue invadida por la desesperación.

―Hoshi, tranquila, estaremos bien―intento calmarla, aunque entendía que todo aquello era producto del shock. Dejó que su compañera se acostumbrara a la situación, y cuándo lo hizo la miró―. Estamos atrapados, pero si aún estamos vivos hay un propósito detrás de todo esto.

Hoshi suspiró y cerró sus ojos con fuerza. Su cabeza estaba sufriendo un agudo e insoportable dolor. Antes de que pudiera decirle algo, la puerta de la cabaña se abrió lentamente revelando la figura de un hombre alto y encapuchado. Ambos conocían ese uniforme. Era un ANBU.

Sus pasos resonaron en el suelo de madera mientras se acercaba a ellos. El objetivo era Hoshi, y cuando llegó a ella se coloco de cuclillas y la tomó del rostro.

― ¿Me extrañaste? ―dijo, y ahí se dieron cuenta que había sido la misma persona que había hablado anteriormente. Hoshi intentó soltarse del agarre, pero el hombre al sujetó mas fuerte―. Esperaba verte aquí, sabía que serías tu quien viniera.

―Déjala―le ordenó Kakashi, intentando zafarse de las cuerdas con mucho mas ímpetu. Ver aquella escena lo llenaba de rabia.

―Momoki―masculló con odio la chica, reconociendo aquella voz. El ANBU cuyo rostro estaba tapado por una mascara con rostro de águila, rio.

― ¿Lo ves? Me has extrañado. Y tanto que trajiste a tu amigo, el ninja que copia―se burló, mientras la soltaba con brusquedad y hacia que su cabeza golpeara el suelo. Se incorporó y camino hacia Kakashi, soltándole una patada en su estomago que hizo al peli plata bramar del dolor.

―Me preguntaba cuánto tiempo se demorarían en caer en mi trampa―preguntó de manera retorica, con su profunda coz cargada de burla.

― ¿Qué quieres Momoki? Tu líder ha muerto―expresó Hoshi, de manera provocativa. Estaba dispuesta a pelear contra él y destruirlo si el destino se lo permitía.

― ¡Ja! -exclamó el ANBU, riéndose con sorna―Danzo era solo la punta del iceberg―sus ojos se enfocaron en Kakashi que seguía intentando liberarse de aquellas cuerdas―. Ni te molestes, esas cuerdas están imbuidas con un sello que suprime sus chakras. No podrán escapar tan fácilmente―explicó, relamiéndose los labios―. Enseguida vendrán a encargarse de ustedes―anunció y se marchó de allí.

Kakashi y Hoshi se quedaron en silencio, tratando de procesar lo que acababa de suceder. Aunque estaban en una situación crítica, la mente de Kakashi ya estaba trabajando para encontrar una solución. Sabía que, si no actuaban rápidamente, podrían quedar atrapados en una red aún más peligrosa.

―Debemos salir de aquí cuanto antes―susurró Kakashi, luchando contra las cuerdas que inmovilizaban sus manos. Su mente analizaba cada detalle de la situación, buscando una forma de liberarse.

Hoshi, aunque herida, también comenzó a explorar sus opciones. Al lado de la muchacha divisó lo que parecía ser un clavo salido en la pared, y como pudo se acercó a el para comenzar a forcejear contra las cuerdas e intentar cortarla. Aquella era una tarea contra reloj, Momoki podría haberse ido, pero alguien mas vendería a por ellos.

―Carajo―maldijo la joven, sintiendo un punzante dolor en su mano. Se había clavado el clavo en la muñeca, pero continuó con aquel intento de liberación, mientras Kakashi seguía con el suyo. Finalmente, las cuerdas cedieron, y Hoshi pudo liberar sus manos.―. Lo tengo― dijo con determinación, mientras desataba las cuerdas que la ataban. Rápidamente se acercó a Kakashi para ayudarlo también. A pesar del dolor en su cuerpo, sabía que no tenían tiempo que perder.

Una vez libres, Kakashi se levantó y miró a su alrededor.

―Tenemos que sacarla también― dijo, refiriéndose a la joven encadenada a la pared. Aunque liberar a la chica podría ralentizarlos, Kakashi no podía abandonarla. Hoshi asintió y, con un kunai que había logrado recuperar, comenzó a trabajar en las cadenas que retenían a la joven. Mientras tanto, Kakashi se acercó a la puerta, escuchando con atención por si el hombre regresaba.

―Gracias, gracias― susurró la joven, con lágrimas en los ojos, cuando finalmente quedó libre. Kakashi hizo un gesto para que guardara silencio. Sabía que el peligro no había pasado y que debían moverse con rapidez.

Los tres salieron de la cabaña en silencio, manteniéndose en las sombras. La noche seguía envolviendo el bosque, pero ahora parecía más amenazante, como si los árboles mismos estuvieran en su contra. Cada crujido de rama, cada susurro del viento, los hacía tensarse.

Kakashi lideró el camino, usando su Sharingan para detectar cualquier peligro cercano. Sabía que el hombre que los había capturado no estaría lejos, y probablemente los estaría esperando en algún lugar más adelante.

Finalmente, llegaron a un pequeño claro, donde Kakashi se detuvo para evaluar la situación. ―Debemos regresar a Konoha e informar de lo que hemos encontrado― Anunció y Hoshi se mostro de acuerdo.

―Y debemos llevarla al hospital―dijo mirando a la joven, que continuaba en shock―. No sabemos que pueden haberle hecho, han sido capaces de muchas cosas―explicó, mirándola comprensivamente. La joven a la que habían rescatado estaba aterrorizada, pero Hoshi la tomó de la mano para tranquilizarla―No te preocupes, te llevaremos a salvo. ― le aseguró con voz firme.

Una pisada de hojarasca los hizo ponerse nuevamente en alerta, y a continuación un grupo de encapuchados los rodeó amenazadoramente. Aquel grupo de ninjas parecían ser los que Momoki anunció que los buscarían. La joven gritó asustada, y Hoshi se colocó delante de ella para protegerla. Kakashi y ella se miraron, tenían solo un kunai en su haber, y eso para Hoshi representaba una desventaja ya que debería valerse de su taijutsu.

Él peli plata le hizo un gesto con la cabeza, que intentaba transmitirle confianza. Hoshi respiro profundamente, e intento tranquilizar su corazón y concentrarse en aquella batalla. Cómo si aquel comportamiento hubiera sido una perfecta preparación, aquellas personas se abalanzaron contra el equipo dispuestos a liquidarlos o herirlos gravemente.

Hoshi empujó a la muchacha hacia un árbol, para evitar que saliera herida ante aquello. Además, con seguridad podía decir aquel blanco eran ambos ninjas, y no la joven.

De un momento al otro, Hoshi y Kakashi estaban metidos en un combate feroz contra un grupo que los triplicaba en número, sin embargo, sus movimientos eran tan coordinados que parecían tener cierta ventaja.

Hoshi peleaba con su kunai, mientras que Kakashi utilizaba sus jutsus. Ambos chocaban sus espaldas cada tanto, para volverse uno en un solo movimiento, o bien intercambiaban la única arma que tenían en su poder.

Si no se tuviera en cuenta el contexto, aquellos movimientos parecían ser un baile. Ambos ninjas de Konoha coordinaban cada uno de sus actos, se miraban y no necesitaban decirse una palabra. Todos los años que llevaban conociéndose se veían finalmente en ese peligroso escenario.

Y tal fue así, que después de un arduo trabajo lograron dar de baja a los atacantes.

―Regresemos cuanto antes―dijo Kakashi, respirando con dificultad. Miró a Hoshi, que a su rostro se le había sumado un pequeño tajo debajo de su ojo―. ¿Estás bien? ―le consultó, caminando para ayudar a la muchacha secuestrada a levantarse, ya que permanecía cubriéndose detrás de un árbol.

―Sí―le respondió, limpiando la sangre con su antebrazo. Sonrió, mientras su pecho subía y bajaba rápidamente―. Nunca estuve mejor―bromeó, recordando los años que llevaba sin batallar de aquella forma.

Kakashi sonrió.

―Nada mal, ¿Eh, Himara? ―la molestó, con cierta picardía. Hoshi caminó hacia el y la muchacha, cruzando uno de los brazos de ella sobre sus hombros.

―No lo arruines, tarado―le dijo intentando permanecer seria, pero en el fondo quería reírse y Kakashi lo sabía.

Kakashi lanzó una risita por lo bajo, y con una determinación renovada los tres retomaron rápidamente el camino de regreso a Konoha.

***

Al llegar a Konoha, y antes de poder reunirse con Tsunade llevaron a la joven al hospital. Fue Sakura quien la ingresó, y al ver a ambos ninjas heridos los quiso hacer pasar a la revisión post misiones, pero ambos insistieron en que primero debían hablar con Tsunade con urgencia

La atmósfera era tensa. Kakashi y Hoshi llegaron al despacho de la Hokage, para informar sobre la misión. La preocupación era evidente en sus rostros, especialmente por la implicación de enemigos tan poderosos y la conexión personal que parecía existir entre ellos y Hoshi.

Tsunade escuchó atentamente mientras Kakashi y Hoshi detallaban cada aspecto de la misión: la captura, la tortura, la liberación de la joven, y el enfrentamiento con aquellos ninjas que parecían ser también ANBU raíz. La Hokage permaneció en silencio, analizando la situación, y cuando Hoshi mencionó que se trataba de Momoki, Tsunade se inclinó hacia adelante, interesada.

―No puedo creer que esa organización siga manteniéndose de pie, cuándo su líder murió―dijo, molesta, mientras chasqueaba la lengua.

―Lo mismo pensamos, pero por lo que Momoki expresó parece que Danzo solo era la cara visible de todo aquello, y detrás hay mucha gente involucrada―explicó.

―Si bien fue una trampa para nosotros, no creemos que haya sido diseñada exclusivamente para ambos. Tengo la leve certeza de que hacen caer a grandes ninjas de diferentes naciones y se los llevan o los matan―intervino Kakashi―. Según lo que dijo Momoki, esperaba que en algún momento fuera Hoshi quien cayera en la red.

―Y si, no es por nada, pero tu eres la responsable de haber hecho caer gran parte de su negocio de trata―explicó, mirando a Hoshi con seriedad, quien asintió tranquila.

―Y lo haría nuevamente si pudiera―dijo molesta―. Tsunade, tenían a una chica secuestrada, probablemente la hayan violado justo como a mi―le espetó, con cierto dolor en su voz. Kakashi la miró con pena―. No podemos perder el tiempo, los secuestros se siguen produciendo y vaya a saber cual es el destino de estas personas. Claramente las cosas no han acabado con la muerte de Danzo, la organización sigue siendo financiada y debemos averiguar por quién. ¿Hay algún archivo de las ultimas personas relacionadas al mundo ninja, desaparecidas? Quizás podamos encontrar algo por ese lado.

Tsunade se quedó pensativa, mientras asentía de manera inconsciente. Cuando volvió en sí, se levanto de su asiento y se acercó a ambos, apoyándose apenas en su escritorio.

―Asignaré a un equipo a que regrese al pueblo―anunció―. Ustedes por su parte, encárguense de averiguar todo sobre registros de desapariciones, o lo que puedan encontrar. Empecemos por una zona limitada, de parte de Konoha no hemos tenido bajas...

―Y tampoco creo que de Suna―acotó la castaña―. Me refiero a que, si hubiera habido desapariciones sospechosas de ninjas, Gaara habría enviado a investigar.

―Si, es cierto―introdujo bocado Kakashi―. Creo que si hay ninjas desaparecidos probablemente sean de aldeas como el Sonido, o alguna que no tenga control―Hoshi la miro con el ceño fruncido, y asintió.

―De acuerdo, ustedes organicen su propia investigación, que yo armaré el equipo de rastreo―finalizó Tsunade―. Solo avísenme cuando tengan el itinerario armado―les pidió, y con eso entendieron que la conversación había finalizado.

Al salir del despacho de Tsunade, Hoshi sintió un peso en el pecho. La posibilidad de que algo en su pasado estuviera amenazando a Konoha la inquietaba profundamente, si bien sabía que el entramado cínico de esa organización nada tenía que ver consigo, temía que el ensañamiento de Momoki sí, y a raíz de este se estuviera perjudicando a personas inocentes. Mientras caminaban hacia el hospital de Konoha con la intención de revisar sus heridas, Kakashi notó su silencio.

―Esto te está afectando más de lo que dejas ver―, comentó Kakashi, su tono tranquilo pero lleno de comprensión.

Hoshi se detuvo y lo miró―Es solo que...siento que no me esforcé demasiado, y que todo esto que está haciendo Momoki es una venganza por no poder haberse deshecho de mí en su momento. Por que simplemente les arruiné sus planes principales―explicó.

Kakashi la miró con seriedad. ―No tienes nada que ver en esto, Hoshi. Lamentablemente estuviste en el lugar incorrecto,

―En el momento incorrecto―completó aquella frase, que ya alguien le había dicho.

El resto del camino lo hicieron en silencio, ninguno entendía porque seguían caminando juntos si bien podrían haberse separado, pero en el fondo, tan en el fondo que todavía no podían reconocerlo, ninguno de los dos quería alejarse del otro.

Cada uno fue ingresado a la guardia por su parte, y fue allí donde se despidieron y agradecieron profesionalmente la colaboración de cada parte en aquella misión. A Kakashi lo recibió un joven doctor, mientras que a Hoshi fue Sakura, al igual que aquella muchacha que rescataron, quién se encargó de revisarla.

Le hicieron placas, una resonancia y un par de estudios de la sangre. Con Hoshi había que poner especialmente atención en las contusiones, teniendo en cuenta las cirugías que había tenido en su pasado y lo comprometido que habían estado sus ojos.

La {ultima luz del alba ingresaba por la ventana. Los pies de Hoshi colgaban en la camilla, mientras miraba perdida un punto en aquella sala, esperando a que Sakura o algún otro médico viniera a darle el ok para marcharse. Hoshi había pedido especialmente que no se le avisara a nadie, ni a Kankuro, ni a su madre, no quería preocuparlos por unas heridas superficiales como aquellas.

Finalmente, la puerta se abrió y la cabellera de la practicante se hizo notar en la sala blanca, casi tan pálida como ella.

—Hola Sakura chan—le sonrió al verla acercarse.

—Hoshi chan, tengo los resultados de todos tus estudios―llevaba una sonrisa en su rostro―. Está todo perfecto, lo único que deberías revisar es el nivel de leucocitos en la sangre, pero nada de qué preocuparse―comentó alegre por darle la buena noticia de que en líneas generales estaba todo en orden, dejo la carpeta que tenía en la mano a un costado de la mesa de noche—. Ya podemos darte el alta, tu ojo está perfecto, al igual que tu brazo. La herida esa no se infectará si la cuidas —explico, mientras prendía una pequeña linterna y pedía permiso para examinar el ojo en cuestión.

Hoshi suspiró aliviada.

—Gracias a Dios—murmuró. Lo que más le preocupaba era su vista, el brazo sabía que estaría bien, Pero temía por su ojo, con aquel golpe en la cabeza. No quería estar como Kakashi por la vida, pensó, y se rio para sí misma por aquel chiste—. Disculpa por ser una carga, no esperaba terminar así en esa misión—se expresó con pena, recordando como finalmente debió ser salvada por Kakashi.

Sakura negó efusivamente.

—Como kunoichi sabes que estos sucesos son azarosos—le dijo, en un intento por consolarla. Sakura era una persona sumamente empática, y Hoshi valoraba eso—. Además, todos recibimos este tipo de heridas cuándo vamos. Solo que en tu caso debemos controlarlas un poco más.

Hoshi sonrió al escucharla, Sakura sonaba como una dulce pediatra y la castaña pensó en que realmente debía de tener vocación para estar desarrollando aquella sacrificada actividad.

― ¿Y cómo está la muchacha? ―le preguntó, y el rostro de la kunoichi se ensombreció.

―Está en estado de shock, como lo habrán notado.

―Si, pero...―Hoshi tragó saliva―. Noté las laceraciones en sus piernas. Ella fue...

―No, no descuida. Solo fue violentada, hubo un intento sí, pero afortunadamente no abusaron de ella―el alma pareció regresar al cuerpo de Hoshi, y respiró con liviandad.

―Gracias a Dios―susurró por lo bajo. Ella sabía en carne propia todo lo que venía después de aquello―. ¿Y Kakashi? Él también recibió una paliza en la cabeza, ¿Tienes ideas como está?

Sakura asintió, y la sonrisa volvió a su rostro.

―Ya le dimos el alta, está perfecto. Igual de terco que siempre.

―Qué bueno—dijo—. Kakashi es prácticamente imbatible, y lo agradezco ―acotó, aunque debía reconocer que en esa misión ambos habían trabajado bien juntos, y afortunadamente no había necesitado ser salvada por el copia ninja.

―Es bueno, por no decir uno de los mejores ninjas, si―reconoció Sakura―. Pero es humano, y no es inmortal―una picara sonrisa se dibujo en su rostro. Hoshi frunció el ceño, sin entender muy bien que querría estar diciendo con aquello.

LA castaña ladeó la cabeza un poco, y la miro de manera interrogante.

―Claramente, pero ¿A que te refieres? ―Otra vez esa picardía se adueño del rostro de la muchacha de ojos jade. ¡Si que era hermosa! Hoshi entendía perfectamente el enamoramiento de Naruto para con ella, pero no podía comprender como es que Sakura solo estuviera interesada en el insulso de Sasuke.

―A que por el hecho de pensar que es imbatible, dejes las cosas para después.

Eso era el colmo. ¿Acaso Sakura estaba sugiriendo que algo más pasaba entre Hoshi y Kakashi? Hoshi lanzó una risotada, y chasqueó la lengua varias veces. Aquel comentario la puso tan nerviosa que casi cae de la camilla sobre la que se sentaba y tuvo que acomodarse rápidamente.

―Noto cierto tono de romanticismo en tu frase que no me gusta, y sólo por eso decido irme―confesó, con simpatía mientras tomaba su chaleco táctico y se lo ponía. Hoshi era de esas personas que prefería evitar las conversaciones difíciles o sentimentales.

― ¡No no! No me malinterpretes―se apresuró a defender su postura la futura médica―. Lo único que digo es que no podemos vivir con la idea de que tenemos tiempo para hacer cosas. MI comentario era respecto a su amistad, se lo mucho que se querían en el pasado, y que, si dejas pasar la oportunidad de retomar esa relación, puede ser muy tarde para ambos―Hoshi hizo una mueca, no conforme con su excusa y continuó preparándose para marcharse. Sakura suspiró al ver que eso no había sido suficiente para la Himara, y armándose de valor para lo que diría a continuación pestañeó con letargo: ―Hoshi, ¿Tu sabías que Kakashi murió?

Hoshi al oír aquello la miró como si estuviera loca.

― ¿Y resucitó al tercer día? No Sakura, ese es Jesusito, y no creo que Kakashi sea tan santo como para seguir sus pasos―ironizó, tomando su mochila y colgándola en la espalda.

―No no, en la batalla contra Pain. ¿Nunca lo supiste? El fue uno de los tantos que murió.

Hoshi se quedó en silencio, pero aun su mirada cargaba serias dudas sobre la veracidad de aquel asunto. Todavía pensaba en que o bien a Sakura le fallaban unos canales, o quizás se había drogado con anestesia.

― ¿No lo sabes? ―repitió Sakura, y se apoyó sobre la camilla que había frente a la que había ocupado Hoshi.

Hoshi frunció el ceño, inquieta por la expresión de Sakura.

― ¿Cómo que murió? Explícame―la incitó

—Kakashi... murió, Hoshi. —Las palabras salieron con un peso palpable, llenando el aire con un silencio incómodo. Hoshi todavía se mostraba incrédula. Sakura asintió con pesar―. Fue durante la batalla―la joven dio un pequeño gesto de empatía, consciente del impacto de sus palabras—. Nagato, el que controlaba a Pain, tenía una técnica con la que pudo revivir a todos los que murieron en el ataque. Kakashi fue... uno de ellos. Volvió, pero... estuvo muerto, Hoshi. Durante horas.

Hoshi abrió la boca, pero no supo que decir, su corazón se llenó de una mezcla de horror y angustia. La imagen de Kakashi, muerto, incluso por unas horas, era una imagen que no podía soportar. No entendía como era que se estaba enterando de aquello a esa altura del partido. Pudo enfrentar la muerte de Jiraiya, quien había sido un gran apoyo, pero imaginarse a Kakashi dejando de existir para siempre de este mundo era un pensamiento tan pesado como una rica, y los años en los que estuvieron distanciados cobraron aún un peor sabor. No solo lo había perdido emocionalmente en el pasado... había estado al borde de perderlo para siempre.

―Jamás me dijo nada, jamás nadie me dijo nada.

—No habla mucho sobre ello. Ya sabes cómo es Kakashi, tiende a guardarse las cosas. Pero.

—No puedo creer que no lo supiera―La interrumpió―. He estado cerca de él todo este tiempo y... —Su voz se apagó. Sabía que su relación con Kakashi era complicada, llena de silencio y resentimientos sin resolver. Pero la idea de haber estado tan cerca de alguien que había cruzado ese umbral sin que ella lo supiera, la devastaba. Hoshi sintió cómo sus ojos se llenaban de lágrimas, pero se negaba a dejar que cayeran. No en ese momento.

Sakura puso una mano reconfortante sobre la suya.

—Él no quería preocupar a los demás, y probablemente pensó que ya tenías suficiente en qué pensar, especialmente después de todo lo que ocurrió entre ustedes.

Hoshi cerró los ojos, dejando que la información se asentara dentro de ella. Sintió una mezcla de emociones: rabia, tristeza, miedo... y algo más que no podía definir.

—Tengo que hablar con él —dijo finalmente, con la voz entrecortada, abriendo los ojos. La idea de enfrentarse a Kakashi después de todo lo que acababa de saber era aterradora, pero también inevitable.

Sakura asintió.

—Creo que deberías. Ambos han pasado por mucho, y si algo aprendí de todo esto, es que la vida es demasiado corta para cargar con resentimientos o preguntas sin respuestas. A eso me refería con lo de ser imbatible. Jiraiya murió sin reconocer que amaba a Tsunade, Asuma murió sin conocer a su niña, y nosotros―un nudo se apoderó de la garganta de Sakura―. Y nosotros no sabemos por cuánto tiempo más estaremos aquí, disfrutando de nuestros amigos.

—Gracias, Sakura. —Hoshi finalmente rompió el silencio, volviendo su mirada hacia la kunoichi médico―. Gracias por contarme esto.

La médica le dedicó una sonrisa triste pero sincera.

—Cuídate, Hoshi. Y no dejes que las oportunidades se escapen.

Con esas palabras dejó a Hoshi abandonar la habitación y marcharse junto a sus cosas a lo que parecía ser enfrentar a Kakashi.

La kunoichi tenía ahora una maraña de emociones dentro. Se sentía triste y asustada, y la ansiedad de pensar en que podría haber perdido a Kakashi por la eternidad le generaba pánico. Y Hoshi, en imaginar diez mil escenarios trágicos posible era una experta, tan experta que su segundo nombre podría ser la ansiosita. Kakashi estaba vivo, y en excelentes condiciones, pero aún así el solo pensar que su separación hubiera sido permanente la agobiaba.

Finalmente, la noche había llegado a Konoha, y solo la luna iluminaba los adoquines de aquel barrio residencial. A estas alturas, y luego del alta médica y una cansadora misión Kakashi se encontraría en la calma de su hogar por lo que con rapidez se dirigió a su departamento, con el afán de encararlo y hablar sobre ese asunto. Hoshi no sabía muy bien cuál era la necesidad exacta de tener esa conversación después de tanto tiempo, pero en su garganta sentía que había tantas palabras amontonadas por sacar que debía hacerlo ahora.

Subió los miles de escalones que había hasta su departamento (No eran miles, pero ella odiaba las escaleras) y cuándo se detuvo frente a la puerta, golpeó con ímpetu provocando un grito desde el interior que le avisaba que aguardara. Con nerviosismo limpio sus sudorosas manos en su chaleco y se cruzó de brazos para darse seguridad, no quería quedar como estúpida.

La puerta se abrió y Kakashi se mostró sorprendido al ver de quien se trataba. Parecía no esperar a nadie, y mucho menos a Hoshi.

—Hoshi ¿Qué haces por aquí? —respondió con ese tono tranquilo y sereno, pero algo en su expresión cambió cuando notó la intensidad en su mirada—. ¿Qué sucede?

El pie derecho de Hoshi golpeaba vigorosamente la madera de aquel pasillo exterior. Con la misma rapidez se mordía el costado del labio, y sus cejas estaban tan fruncidas que parecían volverse una.

Hoshi avanzó unos pasos, deteniéndose a poca distancia de él. Las palabras se agolpaban en su mente, pero no encontraba la manera de empezar. Lo miró, buscando la manera de sacar a flote todo lo que había descubierto.

—¿Por qué no me dijiste que... que moriste? —La pregunta salió más rápido de lo que había planeado, y su voz se quebró ligeramente.

Kakashi esperaba todo, menos aquella pregunta. Con lentitud sonrió, y Hoshi quiso golpear su rostro ante aquel dejo de descuido. ¿Hasta cuando seguiría fingiendo que nada le importaba?

― ¿Quieres pasar? Tenemos que hablar con tranquilidad―dijo, corriéndose hacia un costado para dejarla ingresar a su apartamento. Kakashi parecía haber estado cenando ya que detrás de él Hoshi pudo divisar en la mesilla un tazón humeante―. Tengo miso caliente, y he hecho un té―continuó, mientras acomodaba distraídamente el cuello redondo de aquella remera blanca que se había puesto luego de bañarse después de la visita al hospital.

Hoshi no tenía hambre, y tampoco quería pasar a su departamento, sabía que si lo hacía las cosas podrían salirse de control, y un tercero saldría herido.

―No quiero comer miso, ni nada. Quiero que me expliques como carajo es que me estoy enterando de esto ahora―murmuró desesperada, pero sin enojo en sus palabras, mas bien indignación.

—Sakura te lo contó, ¿verdad? —respondió él en voz baja.

—Sí —confirmó Hoshi, sin poder ocultar la mezcla de dolor y confusión en su voz—. No puedo creer que no me lo dijeras... Todo este tiempo, he estado a tu lado, sin saber que habías pasado por algo tan... devastador. ¿Por qué, Kakashi? ¿Acaso me quieres ver la cara de pendeja?

Kakashi no pudo evitar reírse ante aquel comentario, no entendía como, pero Hoshi podía convertir una situación dramática, en una perfecta tragicomedia.

―No te rías imbécil―lo increpó, golpeándole el brazo.

—Porque no quería que lo supieras. No quería añadir más peso a lo que ya cargas —dijo finalmente, su voz suave pero cargada de un cansancio profundo—. Ya has pasado por suficientes cosas... y pensé que no hacía falta que supieras eso. Volví, eso es lo importante. Estoy aquí ahora.

Hoshi cerró los ojos, tratando de contener la oleada de emociones que la invadía. La rabia, la tristeza, el resentimiento... todo mezclado con el afecto que siempre había sentido por él.

—No lo entiendes, Kakashi. ¡No es solo que volvieras! —exclamó ella, su voz temblando de frustración—. No se trata de que estés aquí ahora. Se trata de que perdiste la vida, aunque solo fuera por unas horas, y yo... no estuve allí. Ni siquiera sabía lo que habías pasado. Me alejaste de ti, como siempre lo haces.

Kakashi finalmente la miró. Sus ojos mostraban una tristeza oculta, esa tristeza que siempre parecía llevar consigo pero que rara vez dejaba salir a la superficie.

― ¿Y que ibas a hacer Hoshi? Sabía que te pondrías de esta forma, y por eso preferí ocultarlo. Además, la solución ya esta hecha, estoy aquí―repitió―. ¿No quieres pasar?

―No, no quiero pasar a tu departamento de solterito―bramó enojada, mientras se hacía hacia atrás para apoyarse en el barandal de esa terraza. Kakashi se sonrió, y se acercó a ella colocándose a su lado. Sus manos se aferraron de la barandilla, y miró al horizonte.

—Hoshi... —comenzó a decir, su voz más baja ahora—. No quería que lo llevaras contigo. Ya fue suficiente para mí... no quería que lo fuera también para ti.

—¿Y crees que no lo llevo ahora, sabiendo que lo ocultaste? —Hoshi se giró hacia él, y ahora forzándolo a mirarla directamente—. Te preocupas tanto por proteger a los demás que olvidas que nosotros también estamos aquí para ti. Kakashi, siempre ha sido así. Pero esta vez... no puedo simplemente ignorarlo.

Kakashi no dijo nada. Solo la miró, una mezcla de culpa y resignación en su rostro. Sabía que ella tenía razón, pero también sabía que había actuado desde lo que él pensaba era la única opción correcta. Proteger a los demás, incluso de su propio dolor.

El silencio fue abrumador. Kakashi miraba al suelo, su cuerpo tenso, pero sin apartarse. Hoshi respiraba agitadamente, tratando de controlar la oleada de emociones que la invadía. Sabía que siempre había sido así entre ellos. Él, distante y protector, y ella, buscando entender la profundidad de su relación, aunque le costara admitirlo.

Hoshi sintió que su corazón latía rápidamente. Toda la angustia acumulada, todo el resentimiento que había sentido durante los años en que Kakashi se había distanciado, parecía estallar de una vez. Y, sin embargo, al mirarlo, vio en él la misma soledad que siempre había sentido. Esa conexión entre ambos, de alguna manera, aún estaba allí.

—No tienes que cargar con todo tú solo —murmuró ella, con la voz suavizada por la tristeza.

De repente, sin pensarlo demasiado, dio un paso hacia él y lo abrazó. Fue un gesto impulsivo, pero que contenía todo lo que no había podido expresar con palabras. Al principio, sintió que Kakashi se tensaba ligeramente, como si no quisiera aquel contacto, ignorando por completo que en realidad se había comportado de esa forma porque sabía que, si la abrazaba, más le costaría despegarse de la idea de querer tenerla. Aunque no pudo resistirse mucho ya que luego, lentamente, los brazos de Kakashi la rodearon, aceptando el abrazo.

―No tienes una puta idea de lo mucho que te extrañé todos estos años―le dijo, con la cara hundida en su pecho―. Y me da bronca que sigas creyendo que no puedes contar conmigo para enfrentar este tipo de cosas.

—Lo siento —susurró Kakashi, apenas audible, pero lo suficiente como para que ella lo escuchara. Su voz temblaba ligeramente, como si nunca antes hubiera dicho esas palabras—. Siento haberte alejado... Siento no haber estado allí de la manera en que debería haber estado.

Hoshi cerró los ojos, pero no dijo nada. En ese momento, el silencio entre ellos era suficiente. El abrazo no era solo físico, era una aceptación mutua de los errores, del dolor compartido, y del hecho de que ninguno de los dos podía cambiar el pasado. Pero también era una promesa silenciosa de que podían avanzar sobre ese pasado.

Después de lo que pareció una eternidad, Hoshi finalmente rompió el abrazo, aunque no del todo. Mantuvo sus manos en los brazos de Kakashi y lo miró directamente a los ojos.

—No te mueras otra vez, ¿vale? —dijo, intentando sonreír un poco entre tanta tragedia.

Kakashi, por su parte, también esbozó una pequeña sonrisa bajo su máscara, aunque su ojo reflejaba una mezcla de emociones más profundas.

—Lo intentaré —respondió él, con su típico tono relajado, aunque sabía que el peso de esas palabras era mayor de lo que parecía.

Hoshi suavemente lo soltó, y le dio una palmadita en su hombro en son de despedida. Kakashi se giró a mirarla, y le tomó la mano evitando que se alejara. Los ojos de Hoshi expresaron sorpresa, pero cierta desconfianza en el camino que tomaría aquello.

Finalmente, Kakashi dio un paso hacia ella, tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo en el aire frío de la noche. Con una lentitud casi cautelosa, levantó una mano y la colocó suavemente sobre el hombro de Hoshi. Fue un toque ligero, pero que hizo que todo su cuerpo se estremeciera.

El pecho de Hoshi mostró como su respiración se había acelerado. Se quedó inmóvil ante aquella situación, y fue Kakashi quien dio otro paso hacia ella, quedando apenas a milímetros nuevamente, aunque esta vez, era muy diferente a la cercanía del abrazo. Esa mano que tenía sobre su hombro, ahora Kakashi la había dirigido a su cuello, y fue ahí que el corazón de Hoshi dio un vuelco. La intensidad de su mirada, el tacto de su mano en su piel, todo parecía irreal. Durante años, había estado lidiando con su propio dolor y en las últimas semanas con la confusión respecto a Kakashi, pero ahora, aquí estaba él, mostrándose vulnerable ante ella por primera vez.

Quédate― le suplicó él, inclinándose para colocar su frente sobre la de ella. Ambos cerraron los ojos, y Hoshi tuvo que comenzar a rezar para no caer en esa tentación.

Con lentitud, pero firmeza Hoshi tomó la mano que la sostenía del cuello con dulzura, y la fue separando lentamente. Kakashi abrió los ojos, mirándola directamente a los suyos. Una mueca de dolor cruzó los labios de la castaña.

―Kakashi, yo...―comenzó a decir―. No puedo―explicó, con una sonrisa.

El peli plata se quedó por unos segundos en silencio, hasta que finalmente se alejo delicadamente de su amiga. Le sonrió, y asintió.

―Si, lo entiendo―dijo―. Sólo, discúlpame Hoshi, no quería que esta conversación se convirtiera en esto―sus disculpas eran sinceras, pero la seguridad de Kakshi frente a esa situación era más sincera aún.

Hoshi tragó saliva, y asintió.

―Esta bien―dijo, pensando en que podría decir para que todo aquello no fuese incómodo―. Supongo que me iré a casa, y te dejaré comer tu comida horrenda de anciano―bromeó, poniéndole paños fríos al asunto. Kakashi se rio, achinando sus ojos.

―Que descanses, Himara―le dijo.

―Que descanses, Hatake―le respondió ella, y se marchó de allí.

Aquel enfrentamiento, aquella búsqueda de la verdad y de explicaciones había acabado por dejar un enorme océano de confusiones entre ambos, y lo peor de todo era que ninguno de los dos, sabía como cruzarlo. 



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ESTO DE SER UNA ADULTA RESPONSABLE ME CONSUMEEEEEEEEEEEEEEEEEEE

Perdon la demora chiquesssss, es que trabajar, estudiar, y llevar una vida decente me consume todo el diaaaaa. Además, queria dedicarle mucho amor a este capitulo

LA MISMA CANTIDAD DEL AMOR QUE ESTA NACIENDO ENTRE KAKASHI Y HOSHIIII

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHH


Pero bueno, Hoshi es una mujer comprometida, no le va a hacer eso a Kankuro, asi que debemos esperar a como se dan las cosas. Y CHANCHANCHAAAAAAAAN no falta mucho para el finaaaaaaal

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH


EN fin, les extrañe muchooo. LEs abrazo con amor, gracias a todes por seguir leyendome y acompañandome en este camino. 


Les amo. 


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