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Capítulo XVII (+18)

Yokubō

{deseo}

Llevaba varios minutos mirando aquel paisaje y el único veredicto que podía emitir es que era horrible. No iba a mentir, Suna era horrible. Su clima seco, su arquitectura rudimentaria y arenosa, la misma paleta de tonos cálidos para todo, ¡Incluso para la ropa que usaban los aldea os!. Estando allí, parada frente a la ventana de su habitación debía reconocer que había pocas aldeas que superaban los paisajes de Konoha, y Suna no era ninguna de ellas. 

Chasqueó la lengua, y se dispuso a salir de allí para ir a desayunar con su futura familia política, no sin antes pasar previamente por el espejo y acomodar un poco su cabello. Había crecido varios centímetros desde la última vez que se lo había cortado, ya se encontraba por debajo de las orejas, y ahora había optado por peinarse con la raya al costado, para que este estuviera mínimamente prolijo. Tenía en mente dejárselo crecer. 

Llevaba un kimono púrpura, regalo de recibimiento de Gaara. No había llevado mucha ropa, y ella era una de esas personas que creía que no había que guardar nada para ninguna ocasión especial ya que nunca sabiamos cuando podía ser la última, por lo tanto decidió estrenarlo esa mañana. 

Cuando bajó al comedor, solo Gaara y Temari estaban allí. Esta última la miró de reojo, y sonrió con sorna. Ninguna de las dos se caía bien.

—Buenos días—saludó la castaña, con una sonrisa tímida, mientras tomaba asiento. Miró el asiento vacío de Kankuro, y estuvo por preguntar a dónde estaba pero su cuñada se adelantó. 

—Está demorado porque está eligiendo que ponerse—se burló, volviendo la vista al periódico que estaba leyendo—. Se ha encaprichado en vestir como un príncipe ahora que estás aqui.

—Buenos días Hoshi—la saludó amistosamente Gaara, y luego miró a su hermana—.¿Cómo es vestirse como un príncipe?—aquella pregunta estaba cargada de ingenuidad. Hoshi sonrió. 

—Con la ropa de seda, hecha por los mejores sastres del país del viento, claro—continuó con aquella broma la rubia.

—No tenemos ese tipo de ropa—observó el pelirrojo.

—Y tampoco desayunamos así—acotó Temari, señalando la mesa que parecía propia de la realeza—. Pero a Kankuro le ha interesado de repente las costumbres de la alta sociedad.

—Bien que a ti te encanta la ropa de primera línea—comentó Kankuro apareciendo en el comedor. No tenía puesto nada inusual, apenas llevaba lo mismo de siempre, solo que sin su gorro. Hoshi sonrió al verlo entrar, y Gaara notó esto por lo que también sonrió—. Buenos días—los saludó a todos, y besó a su novia para luego sentarse a su lado—. No solemos desayunar así, es cierto, pero me parecía una buena forma de hacer sentir bien a Hoshi—explicó. 

La castaña le sonrió, pero a ella también le incomodaba aquello. La familia de Kankuro, por más que lo negara, era una familia que estaba acostumbrada a los lujos. Comían respetando ciertos horarios, eran silenciosos,  tenian costumbres complicadas y para Hoshi que venía de una familia de clase media/baja, acostumbrada a un entorno ruidoso y sin ningún tipo de agenda todo aquello le resultaba extraño y no podía acostumbrarse. Además, por más que lo negara, a los tres le gustaban los lujos, sin ir más lejos, el exagerado anillo de compromiso era la prueba fehaciente de aquello. Aún así, quería a Kankuro. 

—¿Cómo te sientes Hoshi?—le preguntó Gaara, después de haberle dado un sorbo a su te.

Hoshi se limpió la mermelada que le había quedado en su boca después de comer aquella tostada, y asintió mientras terminaba de tragar el último bocado. 

—Bien, muy bien. Estoy muy agradecida por qué me hayan recibido aquí. 

—Es un placer, haremos lo que sea para ayudarte a ti y a Konoha—declaró el pelirrojo—. Además, está pronto será tu casa también. 

Hoshi casi se ahoga con la tostada al oír aquello. Sabía que eso era cierto cuando se casara con Kankuro, pero no sabía si la idea le apetecía tanto. 

—Pronto seremos más que nunca—agregó, mostrándose cada vez más y más efusivo al hablar de aquella idea—. Nunca había imaginado la idea de tener sobrinos. 

—Bueno, creo que nos estamos adelantando—lo interrumpió Kankuro, sintiéndose incómodo por aquello—. Ni siquiera tenemos fecha de la boda. 

—No entiendo cómo es que no, el Consejo me lo ha pedido reiteradas veces. Están muy ansiosos. 

—Están muy ansiosos porque es una alianza que les conviene—expresó Temari. 

—Ciertamente, al igual que a Konoha—reconoció Hoshi. Ella sabía que Temari estaba buscando que su compromiso pareciera de interés, pero no lo lograría—. A Suna le conviene y a Konoha también. Por algo el consejo está tan interesado. Sin embargo, Temari, en mi caso Tsunade casi que me ha prohibido estar de novia con tu hermano. De hecho, estoy segura que aún estando en coma no debe estar para nada de acuerdo con esta relación —respondió, empoderandose en la charla.

—Con Tsunade tenemos una buena relación. ¿Por qué no estaría de acuerdo?—cuestionó Gaara. 

—Porque soy su ninja abogada, y  a su entender manejo cierto tipo de información delicada para los asuntos políticos de Konoha, que no deberían quedar al alcance de Suna. Tratados, acuerdos, conflictos, políticas, etc etc etc—respondió con naturalidad, acompañando con un ademán de su mano derecha. Gaara la observó pensativo durante varios segundos—. Aún así—continuó, pero luego se detuvo para darle un mordisco a una tostada, y poder tragar—...aún así, la decisión de casarme con Kankuro es para mí meramente sentimental. Yo lo elijo como mi futuro esposo, y eso es lo que importa. 

Al oír aquello el pecho de Kankuro se infló de orgullo, y hasta su pose cambió. Enderezó la espalda, y alzó el mentón. Una sonrisa invadió su rostro y no se fue más durante el resto del día. 

Gaara también sonrió, o lo que fuera aquella pequeña mueca. Pero Hoshi la interpretó como una sonrisa ya que sus ojos también se achinaron.

—Bueno, me siento muy contento por ustedes—dijo finalmente, regalandoles una pequeña reverencia—. Y me alegro poder ayudarte a ti Hoshi, con el asilo político—ahora la conversación tomo tintes más serios—. Hoy tendremos la Asamblea de las Naciones Ninjas. Esperamos poder resolver el asunto cuánto antes. Estoy muy segura que ningún Kage estará de acuerdo con la decisión que tomaron con Danzo. 

—Gracias Gaara Sama—respondió la castaña—. Espero tenga razón. 

—Si ya han terminado—dijo Temari, cerrando el periódico y dejándolo sobre la mesa para luego incorporarse—. Sería bueno que emprendieramos la marcha, no deberíamos llegar tarde. 

Los dos hermanos se mostraron de acuerdo, pero el único en retirarse luego de ella fue Gaara, excusándose por aquella falta de respeto. Kankuro se quedó al lado de su novia unos minutos más, aprovechando para intercambiar unas pocas palabras.

—¿Cómo dormiste?

—Al fin pude conciliar el sueño—reconoció—. El te de valeriana que me dió Temari me hizo de maravillas.—Llevaba dos noches con mucha dificultad para dormirse, y la noche anterior Temari le había acercado un te de hierbas que la ayudaron a relajarse y dejarse llevar por el sueño. 

—Si, aquí tenemos muchas hierbas medicinales—reconoció, y era cierto. Los tres hermanos habían crecido con medicina natural, por eso recurrían a las plantas casa vez que tenían alguna enfermedad simple de tratar—. Una vez que todo esto pase, podrás descansar con tranquilidad. 

Hoshi sonrió optimista. Siempre había sido de buen dormir, solo que ahora la situación estresante por la que pasaba le generaba aquello. 

—Lo sé —asintió, mientras observaba como Kankuro se ponía de pie y le depositaba un beso en la frente.

—No te aburras mucho—bromeó, sabiendo que en aquella aldea no había mucho por hacer. Hoshi le sacó la lengua, y antes de que desapareciera de allí, lo hizo detenerse.

—Gracias Kankuro kun—El marionetista le sonrió con ternura, asintió y desapareció tras el umbral. Hoshi suspiró y volvió la vista a la mesa que había quedado casi completa. No entendía como podía haber tanto desperdicio de comida. A pesar de no haber podido dormir, tenía hambre, así que decidió seguir comiendo durante un rato más antes de buscar alguna forma de matar el tiempo. 

—A ver qué es esta porquería —dijo para si misma en voz alta, mientras miraba lo que parecía tener pinta de ser un pastelillo pero en realidad no lo era. Con duda, le dió un mordisco y lo dejo automáticamente haciendo cara de asco mientras escupía en su taza el trozo que tenía en su boca—...Diuj, que asco—murmuró, y se incorporó para poder juntar un poco lo que habían utilizado y facilitarle así el trabajo a la mujer que se encargaba de servirle a la familia Sabaku. 

Aquellas horas en las que estaría sola, parecía que serían las horas más largas de su vida. Estaba nerviosa por el veredicto que darían las demás aldeas, pero tenía cierta esperanza de que todo saliera bien. Hoshi conocía personalmente a la mayoría de los Kages ya sea por sus estudios, o por su puesto en Konoha, y confiaba en que todos estarían de acuerdo en que aquella orden de arresto era solamente un acto de autoritarismo. 

Era Enero, pleno invierno, y las temperaturas bajaban notablemente en aquella zona. A Hoshi le gustaba el frío, lo amaba sobre cualquier estación, pero debía reconocer que en el desierto se notaba el doble.  

La casa del Kazekage era fría. Mientras recorría aquellos pasillos con un abrigo que había tomado del placard de Kankuro con el fin de protegerse del frio desértico de la zona, recordaba la primera vez que se había hospedado en aquella mansión. 

Recordó aquél encuentro nocturno con Kankuro en su taller, y lo mucho que se sintió atraída por él. Todavía no podía creer en la idea de que en cuestión de un año, o meses, estaría habitando aquellas paredes, o al menos visitándolas más seguidas. 

Ya había hablado de aquello con Kankuro. Hoshi no quería vivir en esa mansión. Le parecía innecesariamente grande y llena de lujos que le resultaban en vano. Ella quería vivir en una pequeña casita, con un patio para adoptar animales, mientras que Kankuro que si bien se mostraba de acuerdo en no vivir juntos a sus hermanos, quería una casa grande, con varias habitaciones para tener varios hijos, niños y niñas. El problema, claro estaba, era que Hoshi no quería hijos. Hoshi no quería ser mamá. 

Ella quería ser ninja. 

Una risita salió de su boca al recordar aquella conversación con su madre de haber sabido que ser adulta se volvería tan difícil hubiera disfrutado mucho más aquellos años. 

La biblioteca de la mansión Kage era enorme, pero no tanto como la de Konoha. Paso un dedo por uno de los muebles, y luego de hacerlo quedó lleno de tierra. Era entendible, en un lugar así, con tanto viento, la tierra era moneda corriente. Miró y re miró cada uno de los libros de esas estanterías pero no encontró nada que quisiera leer. Estaba en uno de esos periodos en los que no quería leer, o simplemente no tenía ganas. 

De niña se devoraba los libros que su madre le regalaba, sobre todo aquellos de fantasía. Pero ya de adulta, con responsabilidades y otros estudios, en su tiempo libre no elegía leer. Prefería distenderse con alguna otra actividad, como ver una película o meditar, y en las épocas de mucha ansiedad, aún sabiendo que estaba mal, comer. 

Caminó por el enorme jardín que tenían. Estaba lleno de suculentas, esas pequeñas plantas similares a los cactus. En el medio de este jardín, se erguía un hermoso y refinado invernadero. Hoshi podía ingresar, pero prefirió no hacerlo ya que las plantas no le interesaban y a juzgar por el enorme amor que los hermanos de la arena le tenían a las plantas seguramente se encontraría con gusanos para el compost y demás cosas que Hoshi encontraba desagradables. 

Y poco a poco, sin nada más interesante que hacer, la noche se fue acercando y después de cenar y hablar hasta la madrugada con la joven ama de llaves,se fue a dormir a su habitación. Estaba un poco preocupada no podía negarlo, ya que todavía no tenía novedades sobre los hermanos, y como esto era un claro indicador de que estaría toda la noche pensando en aquello, se preparó una taza de valeriana y a la media hora, se encontraba en el quinto sueño en aquella fría cama. 

No fue hasta la tarde del día siguiente que Sunagakure vió con alivio el regreso de los tres. Hoshi se encontraba entrenando en el dojo de la mansión cuando corrieron a avisarle que su prometido había regresado. 

Le daba gracia como se tomaban el hecho de estar comprometida con Kankuro. Al parecer Gaara se había encargado de informar oficialmente el arreglo matrimonial y toda la aldea ahora estaba al tanto de aquello y la trataban con tanto respeto como si ya fuera parte de aquella familia real. 

Cuando le dijeron que los tres se encontraban en la enfermería, corrió preocupada a verlos. Si estaban allí, y se habían demorado más de lo esperado en el país del hierro significaba que algo había sucedido. 

Al ingresar, sin molestarse en golpear la puerta, se encontró con la presencia de los tres, y de tres ninjas médicos que los estaban asistiendo. 

—¿Que sucedió? ¿Están bien?—preguntó, caminando principalmente hacia Kankuro. 

Temari se estaba haciendo revisar su brazo derecho, Kankuro yacía sentado en la camilla sin la prenda superior mientras un médico examinaba sus vértebras,mientras que Gaara simplemente permanecía parado controlando todo. Al parecer el Kage no había sufrido ninguna herida. 

Los tres voltearon así cabeza para verla. Y Gaara sonrió asintiendo.

—Hola Hoshi—la saludó ante todo, con refinada educación —. Estamos bien, solo control—explicó—. Las cosas tomaron un curioso curso. 

La castaña lo miró, y llegó a Kankuro para darle un beso, que el marionetista respondió con fuerza, tomándola del antebrazo. 

—Estoy bien, no te preocupes —la tranquilizó. Hoshi frunció su entrecejo, y sonrió, colocando una mano en su hombro. 

—¿Que ocurrió? ¿Los atacaron? 

—Es una larga historia—dijo Gaara. 

Al parecer la reunión de los Kages había valido madre, y en el medio de ella no solo habían descubierto que Danzo estaba manipulado a Mifune, sino que Sasuke junto a su equipo de “rebeldes anarquistas” (como los llamaba Hoshi)se habían presentado de manera violenta atacando el área y obligándolos a todos los Kages a pelear contra ellos.  

Su prometido le resumió aquella parte, y luego Hoshi se retiró para dejar que los tres continuaran siendo atendidos por los médicos de Suna. 

Que Sasuke hubiera aparecido allí significaba que sus intenciones de destruir Konoha eran sumamente claras, ahora lo que no terminaba de entender era porque Danzo había estado manipulando a Mifune. 

Hoshi se dirigió a esperar a los hermanos de Suna a la sala de reuniones del Kazekage. Kankuro le había pedido que los esperaran allí, ya que tenían varias cosas que discutir y a Gaara le gustaría que ella estuviera presente. 

Aquella sala era a su criterio la parte más fría de la casa. Era oscura, y escueta en decoración. Tenía en el medio una mesa redonda y alrededor de esta una serie de duras sillas con altos respaldos. Hoshi ya se había sentado varias veces allí. Cada vez que visitaba a Kankuro, no sabía por qué pero a Gaara le encantaba hacerla participar de las reuniones que tenían, a veces simplemente participaba como observadora y otras tantas le pedía opinión sobre algunos asuntos legales. A Hoshi esto no le generaba ninguna molestia ya que a decir verdad había sabido apreciar a Gaara, era una de esas personas puras que muchas veces actuaban de manera ingenua pero sin forzarlo. La nobleza de Gaara era completamente honesta. 

Después de media hora los hermanos se unieron a Hoshi en aquel lugar. Kankuro estaba sin su maquillaje ni su capucha, y la castaña reconoció para sus adentros que tenía un rostro masculinamente exquisito.  

—¿Que ocurrió?—fue lo primero que preguntó Hoshi, mirando como entraban los hermanos. 

—Hemos tenido un enfrentamiento con Sasuke y su equipo—dijo Kankuro, sentándose a su lado—. Sasuke estuvo colaborando con Akatsuki, y Akatsuki finalmente ha declarado la Cuarta Guerra Ninja—resumió, mientras Hoshi se tapaba la boca con ambas manos. No le interesaba mucho lo de Sasuke, pero oir que una próxima guerra estaba si. 

—¿Cómo que la guerra?

—Akatsuki nos instigó a qué les entregaríamos las bestias restantes. Al negarnos todos, como era de esperar, declarararon la guerra. 

Hoshi se llevó las manos a la boca incrédula por aquello que está escuchando. Un conflicto bélico era un rumor que venía recorriendo las calles desde hacia mucho tiempo, sin embargo ella nunca creía que fuera a hacerse realidad. 

Pero esa no era todo. A medida que los hermanos iban contándole todo lo sucedido Hoshi se sorprendía cada vez más y más. 

—Danzo fue atacado por Sasuke, cuando este apareció—comento Temari. 

—O Danzo atacó a Sasuke—metió un mordisco Kankuro—. Aunque a decir verdad, quien sabe cuál era el objetivo de Sasuke. 

—Hasta a dónde sabemos, Danzo estaba en una batalla con Sasuke. Intentamos persuadir a Naruto que no buscará a su amigo, Pero conociendolo, estoy segura que fue tras el. 

—Lo más probable—dijo Hoshi, pensando en el dolor que sentiría Naruto al oír del comportamiento de su amigo. Sin embargo, también entendía el dolor proveniente de Sasuke. Si bien todos el daño que causaba no se justificaba por nada, entendía que los ninjas debían o bien gestionar muy bien sus emociones, o de lo contrario caerían en la desidia y esto los llevaría al desacato. Sasuke, claramente, no sabía cómo gestionarlas. 

Hoshi se preguntaba en qué estado se encontraría Danzō en esos momentos. ¿Habría sobrevivido a Sasuke? ¿O habría sido Sasuke quien hubiese parecido?. Ese día no dejo de hablar con Kankuro sobre las teorías de lo que posiblemente sucedió allí en la reunión y como estarías los ninjas que quedaron en el ataque. 

Kankuro apostaba a qué Sasuke había sido capturado, y Hoshi le retucaba diciendo que aquello era imposible juzgando el gran poder del ninja. La castaña no entendía muy bien el porque, pero Kankuro detestaba a Sasuke. Aunque a decir verdad cualquiera lo odiaria con ese carácter. 

La mañana siguiente fue el momento en que la vida de Hoshi volvió a cambiar. Se levantó con calma como en los últimos das, y mirándose al espejo se echa a si misma que ya no tenía tantas ganas de volverse a Konoha. 

Cuando bajó a desayunar, Hoshi supo que algo sucedía porque apenas ingreso a la sala los tres hermanos se quedaron en silencio. 

—¿Que ocurre? ¿Hablaban mal de mi? —bromeo, tomando asiendo al lado de su prometido el cual sonrió animadamente.

—Tenemis algo que contarte—explicó, buscando su mano más cercana para sujetarla. 

—Ay, ¿Que ocurrió?—su rostro se llenó de preocupación ysu interior de nervios. Miro a Gaara, buscando autoridad. 

—Danzo ha muerto. 

Hoshi se quedó estática. Todavía no entendía el valor de aquellas palabras, pero automáticamente luego de oír aquellas palabras sintió como algo se soltaba dentro suyo y le generaba alivio. 

—Fue Sasuke quien lo asesinó—dijo Kankuro. 

—No puedo creerlo. ¿Están seguros? —Gaara ssintio—.¿Seguro que no es alguna de sus artimalanas nuevamente?.

—Tranquila, está comprobado—dijo Kankuro, y los ojos de Hoshi se llenaron de lágrimas. 

—Perdon—dijo, mientras un sollozo salía inconsciente de su boca—. Perdón—repitió, y se levantó de la mesa para salir de allí e ir por aire fresco. 

Un montón de imágenes se le venían a la mente. 

La noche en la que fue violada por todos esos hombres, creyó que su alma jamás encontraría la paz que había sentido hasta ese entonces. 

Ella había crecido en un entorno tranquilo y libre, pero a partir de ese día le tenía miedo a todo, aunque fingiera que no. No podía verse al espejo tanto como le gustaría, ni tampoco podía escucharse las puertas golpear con fuerza porque cada vez que estaba frente a ese sonido se le venía a la mente el ruido de la cabecera de la cama golpeando la pared de aquella cabaña una y otra y otra vez, sin parar, durante horas seguidas. 

No podía dejar de sentir asco cada vez que Kankuro la besaba y le jalaba cariñosamente la nuca a pesar de que era una demostración de ternura y juego; no toleraba el jugo de manzana, ya que era lo último que habia bebido la noche anterior, y se odiaba a si misma cada vez que veia la cicatriz que tenía en uno de sus muslos. 

Durante años había soñado como destruir a Danzo física y moralmente, sin embargo no tenía el coraje para hacerlo. Realizar aquellas investigaciones y frenar sus actividades en cierto punto le habían dado algo de tranquilidad Pero esfimera, ya que cuando recordaba todo lo sucedido, ningún castigo judicial era suficiente. 

Pero oir aquella noticia, enterarse de su muerte a manos de Sasuke había desatado una especie de nudo que llevaba dentro, o al menos uno de tantos, y este nudo que la haviamantenerse entera, al verse aflojado permitía el paso de miles de sensaciones que muchas veces trataba de ignorar, entre ellas, el dolor. 

Las lágrimas que ahora caían de sus sojos en la terraza de la mansión con apenas los árbores de un nuevo día sobre su cabeza no eran por oena, eran por alivio. Alivio para todas aquellas víctimas de Danzo, y por todas las víctimas que se evitarían. 

No sé alegraba por su muerte, a pesar de todo No lo hacía. Pero si se alegraba por todas las almas que no terminarían como ella. 

—Oye ¿estás bien? —preguntó Kankuro acercándose lentamente. 

Hoshi lo miró así tiendo, y luego con sus manos en la cintura llevo su cabeza hacia atrás, buscando un respiro en el cielo. 

—Si si—sollozó con un suspiro, mientras asentía y se limpia a la nariz con la manga de la blusa que tenía puesta—Solo, solo es un momento—tartamudeó. 

Kankuro la miró con preocupación, y se acercó a ella pero sin llegar a invadir su espacio. El pecho de Hoshi subía y bajaba agitadamente, y cada tanto inspiraba y expiraba con profundidad. 

Cuando por fin puedo hilar una frase, restregó sus ojos dándole claridad a su vista, y nego rápidamente mientras miraba a su pareja. 

—Disculpame, es solo que, no se muy bien que estoy sintiendo. ¿Es alivio?—se preguntó, mientras se masajeaba el pecho en círculos. Kankuro la miró con dulzura. 

—Puede ser, ha desaparecido aquél que te ha hecho tanto daño—expresó el joven. 

Hoshi lo miró haciendo una mueca con sus labios y volvió a llorar, pero está vez se arrojó sobre los brazos de su pareja, quien la recibió con ternura. La joven era aquella niña de 17 años que tanto había sufrido en esa trágica noche, y ahora lloraba desconsoladamente en el pecho de Kankuro, quien velaba por su bienestar tanto como sus padres lo hacían. 

—Perdón—repitió, entre lágrimas y sollozos—. Es que realmente no puedo controlarlo—dijo, y Kankuro la abrazo aún más con fuerza, Pero no dijo nada, se mantuvo en silencio. 

Así estuvieron durante largos minutos, hasta que finalmente Hoshi pudo calmarse del todo. El sol ya había salido por completo cuando los dos se apoyaron sobre la barandilla de la terraza. A la Kunoichi le daban miedo las alturas, Pero con tanto en lo que pensar ni se había percatado de los metros que la separaban del suelo. 

—Me hubiera gustado asesinarlo—expresó sin miedo a ser juzgada—. Pero jamás podría haberlo hecho. En mis años como AnBu jamás asesiné a nadie. ¿Sabes? Siempre alguien acababa el trabajo sucio por mi. 

—Tener las manos llenas de sangre no es nada lindo—reconocio el marionetista, mirando hacia el horizonte. Lo decía de manera figurada. 

—Lo sé, por eso a pesar de ser una Kunoichi, no podría matar a nadie. Ni alegrarme por su muerte. No me alegro de la muerte de Danzo, no puedo sentir satisfacción. Pero si siento alivio. Por mi y por todos los que sufrían bajo su tiranía. 

Kankuro sólo asintió. 

—Su final estaba predestinado. El mundo es redondo, todo vuelve—dijo y Hoshi se mostró de acuerdo con aquello. 

—¿Y quién quedó en Konoha como Kage? —pregunto, recordando que todavía faltaba nombrar un líder. Kankuro sonrió satisfecho por aquella noticia. 

—Kakashi sensei—expreso, y Hoshi abrió la boca sin poder creer esa noticia—. O mejor dicho, Kakashi sama—bromeó. 

Suna estaba muy contento con aquella noticia. Kakashi era un excelente ninja, y velaria por la paz no solo de Konoha sino por el resto de las aldeas. Además, Gaara le tenía mucha estima.

—¿Kakashi el sexto? —masculló la Kunoichi incrédula, mientras se llevaba una mano a la frente—. Pellízcame porque no lo creo—bromeó—. Es decir, si, era lo esperado Pero todavía no puedo creer que Kakashi sea un Hokage. 

—Pues es así. 

—Entonces será mejor que regrese a Konoha—anunció decidida—. Ya no estoy en riesgo de ser perseguida, y Kakashi seguro necesitara mi ayuda con este tema d la guerra. 

Kankuro asintió con pesar. Hoshi sabía que el marionetista prefería que se quedara con el, Pero era el que más entendía su trabajo y sus responsabilidades. 

—Han pasado muchas cosas en cuestión de horas—expreso—. Creo que han sido las semanas as agitadas de mi vida—dijo riéndose, mientras miraba el resto de la aldea desde allí—. Gracias por recibirme todo este tiempo, valoro mucho que me hayas defendido frente a Danzo—se sinceró, mientras se acercaba al marionetista y acariciaba su rostro. 

—Es lo menos que puedo hacer por tí—sonrio—. Igual no creas que te has librado. Te acompañaré a Konoha, y me quedaré unos días. Tengo que ir a hablar con Kakashi, y de paso, pasaré aún más tiempo con mi futura esposa—dijo coqueto, y Hoshi se mostró encantada de regresar con Kankuro. 

Esa misma tarde partieron de regreso a Konoha, no sin antes agradecer a los hermanos de Suna por tan respetuoso y cálido hospedaje. Gaara le hizo prometer que volvería pronto, y Hoshi lo hizo con sinceras ganas de regresar. Si bien la aldea era horrenda según su boca, le gustaba pasar tiempo con Kankuro y su familia aunque Temari no pareciese estar muy de acuerdo con aquella relación.

Llegaron por la noche y una atmósfera de júbilo los recibió. Todos los aldeanos parecían estar hablando sobre el nombramiento de Kakashi como Kage, Pero un sector de la aldea, los ninjas, parecían estar asustados por lo que en verdad se avecinaba: La cuarta guerra. 

Hoshi abrió la puerta de su hogar y el aroma a la extrema limpieza los recibió. Una sonrisa se dibujo en su cara y agradeció volver a tener a su mamá cerca, ya que era esta quien había cuidado de su hogar en los últimos días y al parecer le había dado una limpieza extrema. ¡Hasta las plantas se veían hermosas! 

—Es extraño que Asami no me reciba con un insulto—observo el ninja, mientras se quitaba sus sandalias y emprendía la marcha hacia las escaleras con su mochila en la espalda. 

Hoshi chasqueó la lengua. 

—A veces hasta yo la extraño—reconoció Hoshi, encendiendo el resto de las luces para después seguir al joven y poder dejar también sus cosas en el cuarto—. Todavía no entiendo que pasó, por qué hizo lo que hizo. 

—¿No tenía problemas de dinero? 

—¿Pero vender a tu gente por esto te parece razón suficiente?—le espeto Hoshi. Mientras se quitaba el bolso que llevaba cruzado y lo dejaba caer sobre el sillón individual que tenía en su habitación—. Vamos, hay personas que no venden sus valores ni por un millón de yenes. 

—Pero no todos on iguales, no es que quiera defender a Asami Pero no se veía una criminal.

—Quozas esa era su particular habilidad, no verse como una—dijo algo molesta y Kankuro entendió que no debía hablar más de ese tema.

Hoshi no había vuelto a tocar el tema de Asami con nadie. Se sentía tan traicionada luego de lo sucedido tras el ataque de Pain que quería evitar hablar de aquello porque la bronca invadía su ser y lamentablemente no era buena gestionandola. Quizás en un futuro cuando aquella herida estuviera sanada, podría platicar sobre aquello sin sobresaltars Pero ahora no quería enfocar su mente en eso. 

Además, la aldea estaba bastante complicada como para dejar su atención sobre un tema tan minisculo. Ahora había mucho trabajo que hacer, decidir que pasaría con Raíz ahora que Danzo estaba muerto, terminar de desmantelar sus operaciones, y enfocarse en los tratados y acuerdos suficientes que protegieran a la mayor cantidad de gente posible una vez que la guerra comenzase. 

Al día siguiente los dos se levantaron y desayunaron juntos, y además caminaron hacia donde ahora funcionaba la mansión Hokage. El primero en recibirlos fue Iruka, quien se mostró contento por Hoshi de saber lo que había pasado con Danzo. 

Mientras Iruka y Kankuro hablaban, Hoshi intentaba divisar entre tanta gente ese cabello plateado rabioso. 

—¿Y Kakashi?—preguntó sin peros, interrumpiendo la conversación de Iruka y Kankuro quienes la miraron extrañados por ese repentino accionar. 

—Oh, si, Kakashi se encuentra en el edificio Jōnin estaba terminando de ver un presupuesto—le anunció Iruka. 

—Iré a verlo. ¡Ya quiero saber que siente un tipo inútil como el hacerse Kage!—bromeó lanzando una risa—. ¿Nos vemos luego?—le dijo a Kankuro sin darle tiempo de contestar, y rápidamente le dejo un beso en los labios y se fue. 

Kankuro se la quedó mirando sorprendido. Hoshi no lo supo, pero al marionetista no le agradó para nada el repentino interés de su novia en ver al Kage interino. 

La oficina de los Jōnin poco a poco comenzaba a tomar forma. Habían cambiado sutilmente su fachada, y optimizaban un poco más el espacio de la derecha para construir lo que parecía ser nuevas oficinas. Había muchos ninjas y aldeanos colaborando allí, pero no le fue complicado descubrir donde se hallaba el nuevo líder de la aldea. 

Al verlo sonrió, y trotó hacia un Kakashi inmerso en unas hojas de las que solo levanto la vista cuando la muchacha gritó su nombre. 

Hoshi se arrojó sobre él regalandole un amistoso abrazo, que a Kakashi tomo por sorpresa y no supo muy bien que hacer. 

—¡Felicitaciones infeliz!—exclamó, separándose para tomarlo de los hombros y sacudirlo—¡Eres Kage!—gritó emocionada, haciendo que varios se voltearan. 

Kakashi dejo salir una risita nerviosa y rascó si cabeza algo atontado. 

—¿No te dijeron, cierto?—Hoshi lo miro con cara de icneetimbre—. Tsunade despertó finalmente, así que mi nombramiento ha quedado en suspenso. 

—¿Que!? ¿¡Despertó!?—pregunto incrédula, pero a la vez feliz de que Tsunade estuviera bien. 

—Si, ella está consciente ahora y pronto volverá a su trabajo.

Hoshi asintió parpadeando varias veces. 

—Bueno, ¿Fue bueno mientras duró?—le pregunto bromeando. Kakashi se rió. 

—Fue el liderazgo más corto de la historia. Pero productivo, ¿Eh?—le siguió el chiste , mientras se reía junto a su amiga—. ¿Y tú qué tal? ¿Cómo te ha ido en Suna? Me han dicho que estuvieron buscando su futura mansión—aquello era mentira, pero Kakashi no supo muy bien porque dijo aquello. 

—Jamas viviría en una mansión—le respondió—. Y todavía falta para eso, más ahora con todo lo que ocurrio—su voz y rostro se pusieron proporcionalmente serios a ese tema—. Ahora menos que menos puedo abandonar está aldea.

Kakashi asintió. 

—¿Cómo están las cosas aquí? ¿Los ánimos? ¿Que ha pasado con Sasuke? Gaara me comentó lo que 

Hoshi no pudo terminar con aquella frase que un entusiasmado Maito Gai los interrumpió en la conversación, arrojándose sobre ambos. 

—¡Mis queridos amigos!—exclamo, mientras los apretujaba con fuerza, lo que les dificultaba zafarse de aquel agarre—¡Cuanto tiempo sin verlos así de juntos!

Cuando Maito por fin los soltó,  ambos tuvieron que tomar aire para poder continuar. 

—¿Cómo estás Maito?—le preguntó Hoshi, mientras intentaba recuperarse de aquella casi falta de oxígeno. 

—¿Te has enterado lo de Tsunade?—masculló en tono bromista ignorando por completo la pregunta de su amiga.

—Pues si, justo hablábamos de eso. 

—Kakashi ha pasado a ser el Hokage con menos tiempo en su puesto de toda la historia—comento, mientras abrazaba al copia ninja—. Todo un logro ¿Eh? —bromeó, mientras despeinada su cabello y Kakashi se mostraba frustrado por aquello—De hecho, menos mal que los encuentro. Hoy vamos a festejar este record en el bar frente a Ichiraku. 

Los dos se atajaron rápidamente, buscando una excusa por la cual no ir. 

—No se aceptan excusas. Además, hace años que no nos juntamos a celebrar, como en los viejos tiempos—comentó. 

—Hace poco celebramos un cumpleaños—dijo Hoshi, cruzada de brazos. No le hacía gracia tener que juntarse esa misma noche, estaba cansada. 

—No es lo mismo. Necesitamos una noche de borrachera.

—Mmmm, mañana tengo misión—mintió Kakashi. 

—La misión de no ser un idiota querrás decir—le espetó Maito, generando la carxaja de Hoshi que al ver la cara de Kakashi le pidió disculpas con una sonrisa—. Vamos maldita sea, serán solo dos copas. Celebremos que estamos vivos, y de paso recordemos a los que ya no. Jiraiya se merece una ronda en su memoria. ¿No creen? 

Hoshi miró a Kakashi, quien parecía estar esperando su respuesta y luego miró a Gai, quien estaba ansioso por oír una respuesta afirmativa

—Esta bien, cuenta conmigo. Pero, ¿Puede acompañarme Kankuro? —consultó, sin intentar ser intensa. Maito llevó las manos a su rostro y bailo simpáticamente al oír aquello. 

—¡Los tortolos, los tortolos!—comentó con una voz finita y cargada de alegría. Las mejillas de Hoshi se enrojecieron y no supo porque, Pero sus ojos buscaron a Kakashi quien también la miró fijamente—. Claro que sí Hoshi chan, trae a Kankuro también. ¡Ya es de la familia! ¿Y tú qué dices mi eterno rival?—continuo ahora mirando al Kage frustrado. 

—Esta bien, iré —anunció, generando la incontenible alegría del viejo Jōnin que lo abrazaba emocionado—. Bueno ya ya —dijo separando de el. 

Maito era una persona que demostraba constantemente un cariño irracional hacia sus amigos. Todo su entorno ya estaba acostumbrado a aquello y por eso no lo juzgaba, Pero a quien no lo concoiese podría resultase ser un pesado. Hoshi era una de esas personas que lo quería incondicionalmente. Maito había estado con ella siempre que lo necesito, y le guardaba mucho aprecio a pesar de no verse tan seguido. 

Quizás fue por esto que esa misma noche se encontró frente al espejo de su habitación pintandose sus labios de rojo como solía hacerlo. 

—¿Seguro no vienes?—le pregunto al muchacho que yacia recostado cómodamente en la cama. Este negó con una sonrisa.

—No, está noche estoy muy cansado, además me duele la espalda—dijo. Hoshi se volteo a verlo. 

—¿Tomaste algo para el dolor?—entorno las cejas con preocupación. 

—Si, supongo que debo esperar a que haga efecto—explicó, mirándola con unos ojos que estaban llenos de admiración—. Estás hermosa—le dijo así sin más, y Hoshi se sonrojó.

—Estoy igual que siempre—intento banalizar el cumplido ya que no tenía nada puesto en particular, tan solo una calza negra junto a un sweater del mismo color—. ¿Seguro no quieres que me quede? —volvio a preguntar, mientras se acercaba a su lado. 

—No, tranquila. Ve y diviértete—Kankuro le tomó la mano derecha y le dió un tierno beso sobre esta. Hoshi sonrió, agradecida de tenerlo al lado. 

La verdad era que no le agradaba mucho la idea de dejar a su novio solo en su casa, con ese dolor de espalda y juzgando el poco tiempo que pasaban juntos. Pero después de tantos días de convivencia necesitan un respiro un del otro. 

Hoshi tomo una bocanada de aire al ver lo lleno que estaba el bar en dónde la habían citado. Si tenía que imaginarse donde estaban sentados, habrían tomado el mesón de madera del fondo, justo como años atrás cuando Hoshi recientemente s ehabia incorporado al grupo.

Y así era, cuando ella ingresó estaban todos, pero a la vez no. Los miro con nostalgia, y si bien Kurenai estaba allí, faltaba Asuma.

—Hoshi, querida—fue Kurenai la primera en ponerse de pie, y el resto se volteo a ver a la recién llegada. La viuda había sido madre hacia relativamente poco, por eso a la Himara le había sorprendido verla allí. 

Las dos se fundieron en un sentido abrazo. 

—Que bueno verte por aqui—dijo Hoshi, sentándose a su lado y saludando al resto de los Jōnin con un gesto de la mano. 

—Lo mismo digo, quise escaparme un poco de mi responsabilidad como madre y distraerme un rato—bromeo, mostrando su copa con gracia la cual en lugar de alcohol parecía tener una limonada natural. 

Todos estaban particularmente animados menos Kakashi, que tenía la misma aura de siempre. Kurenai contó lo difícil que era ser madre, y a pesar de tener ayuda de sus padres, Mirai había desarrollado un fuerte apego a ella y lloraba cada vez que no estaba cerca de la Kunoichi. 

En algún momento de la noche alguien toco el tema de Danzo y Hoshi no tuvo otra que hablar sobre lo que se sentía ya que todos los presentes la miraron esperando que dijera algo. Apenas hizo una reflexión sobre su muerte Pero se centro en lo que las aldeas deberían hacer en futuro, y afortunadamente aquello dió pie para que comenzarán a hablar sobre Kakashi y el despertar de Tsunade. 

Al principio las burlas sobre el corto liderazgo de Kakashi no faltaron, Pero poco a poco a medida que avanzaba la noche la conversación se tornaba más y más sería. Hasta que de a poco y uno a uno se fueron despidiendo, en su mayoría menos Kurenai, borrachos. 

Los últimos en quedarse fueron Maito, Kakashi y Hoshi, pero poco después Gai decidió marcharse de allí aenas vio que no podría mantenerse de pie. 

Cuando los dos antiguos amigos quedaron en soledad, ninguno de los dos supo muy bien que decir. Hoshi no sabía porque no podía salirle ninguna alabra elocuente, así que comenzó a sentirse un poco nerviosa. Y Kakashi tampoco sabía que debía decir, y no entendía porque de repente de pasar a hablar con rodal normalidad con Hoshi ahora no podía hilar una frase que no se viera robotizada. 

Kakashi se volteo sobre su hombro y diviso la barra despejada. Volvió a ver a Hoshi y le hizo un gesto con la cabeza, incorporándose, a lo que la joven asintió y entendió que debía seguirlo. 

En la barra no había tanta gente como en las mesas, y se podía hablar con tranquilidad. Los dos se sentaron uno al lado del otro, y pidieron una botella de sake. 

—¿Te dejarás el cabello largo? 

—¿Cómo?—replicó Hoshi mirando como su amigo le servía un vaso lleno, sin entender a qué se refería con aquella pregunta. 

Kakashi sonrió, mientras se bajaba del todo la máscara y respiraba aliviado. 

—Me refiero a tu casamiento. ¿Te dejarás el cabello largo? 

Hoshi arqueo las cejas intrigada por esa reprendía pregunta y lanzó una carcajada. 

—No tengo idea que voy a hacer mañana Kakashi, menos voy a estar pensando en como tendré el pelo para mi casamiento—explico, y bebió de un solo sorbo el contenido de aquel vasito. 

—Crei que te estabas dejando el cabello crecer por ese motivo. 

—No no, sol estoy dejando que me crezca por qué si. Además, extraño mi cabello largo hasta la cintura—Sonrio, mientras apoyba un brazo en la barra y reposaba su cabeza sobre su mano. 

Kakashi la miro desde arriba, y le sonrió con picardía. 

—¿Qué?—le espetó la castaña—. ¿Porque me miras así? ¿Que tengo? 

El ninja negó, y sostuvo el vaso de sake a la altura de su boca, sin llegar a tomarlo. Inconsciente era un acto de galantería. 

—Nada, sólo que no concibo en que de pronto te verás de blanco. Rodeada de gente, y casandote con un príncipe. 

Hoshi dejó escapar un suspiro, y miro una de las gotas que caía por dentro del vaso que acababa de vaciar. Pensar en la boda la agobiaba. 

—No quiero una boda grande ni exagerada, quiero apenas una celebración y listo. No quiero invitados ni eventos, ni cenas, ni la mar en coche. Ni siquiera quiero un vestido—declaró—. Y tampoco quiero hablar de eso hoy.

—Disculpa, no quería incomodarte solo que

—Solo que te parece extraño, lo sé. Hasta a mí me resulta extraño querer casarme después de haber pasado toda mí adolescencia negandome a ser una esposa—suspiro, mientraS volvía a servirse—. Pero entiendo que hoy por hoy es una necesidad imperiosa hacer un movimiento comoe ste, y quiero a Kankuro, lo que lo hace mucho mas fácil. 

Kakashi se quedó pensando e aquello, Pero no quiso indagar más en el tema. La decisión de Hoshi estaba tomada, y el respetaría eso. 

—¿Te acuerdas cuando me tiraste la piedra por la cabeza?—le pregunto Hoshi y Kakashi se rió animadamente.

—yo repetí lo que tú me hiciste. 

—Ay pero yo era apenas una niña, no sabía que estaba haciendo—se excusó, elevando los brazos. 

—En ese entonces yo era un idiota—acoto, asumiendo cierta culpa. 

—Claro, y ahora eres un estúpido—se burló la joven generando también la risa en su acompañante. 

Aquel tema de conversación fue suficiente para animarlos a soltarse y conversar tranquilamente como lo hacían siempre. Poco a poco la madrugada se fue adentrado y los demás consumidores comenzaban a irse, dejando el bar cada vez más y más vacío. 

Hoshi bebió con violencia aquel shots que Kakashi acababa de servirle y rápidamente lo dejo golpeando la culata del vasito sobre la mesa. El Jōnin sonrió ante aquel gesto,hacía mucho no veía a su amiga ebria. 

Los dos estaban alcoholizados. Pero no tanto como para perder la conciencia. Hoshi no tomaba tan seguido y había perdido la costumbre por lo que un par de copas le bastaron para entender que estaba más alegre y suelta de lo normal. 

Kakashi por su parte si bebía, y tenía una buena resistencia, pero esa noche, en ese contexto yjuntoa Hoshi lo había afectado por demás aunque positivamente. 

—Debemos hacer esto más seguido—dijo Kakashi—. Hay muchos lugares a los que ir. Deberíamos ir a los baños termales—exclamo, como si aquello fuera una buena idea. 

Hoshi lo miro con una expresión de asco en su rostro.

—¿Y que? ¿Y meterme a la misma agua en dónde ustedes se remojan las bolas?—ironizo, sacudiendo su cabeza con disgusto—. No gracias. 

Kakashi lanzó una carcajada al oír aquello. Había olvidado por momentos que la Himara detestaba la idea de bañarse en un baño termal. 

—¡Es cierto! Había olvidado que te da asco. 

—¿Y a ti no?—le preguntó mirándolo de reojo mientras bajaba su mentón. Se relamio los labios y rápidamente se inclino hacia el—. Pero si quieres bañarte conmigo solo tienes que pedirlo, Hatake. Somos amigos ¿No? —lo provocó, pero automáticamente su cerebro dio un click y se arrepintió al segundo de aquello que acababa de decir. Por momentos se había olvidado de Kankuro, del contexto, de su compromiso y de que ella no sentía absolutamente nada por el Hatake. Con solo diez palabras se había embarrado hasta la coronilla. 

El rostro de Kakashi se tiñó de rosa al oír ese comentario, pero su picardía se aferró a esa provocación y su mente sagaz obligó a su boca a responderle. Kakashi sabía que muchas veces Hoshi bromeaba de aquella forma, pero con otros. Con el jamás había realizado un chiste de doble sentido, por eso se sorprendió al escuchar eso. 

—¿Nos bañamos juntos entonces? —le replicó con una mirada juguetona, mientras era su turno de inclinarse hacia ella y limitar tanto la distancia entre ambos que podían oler recíprocamente sus alientos a alcohol.

Hoshi se lo quedó mirando por unos segundos, y su corazón empezó a latir con rapidez, tanta que podía escucharlo. Su estómago sufrió un sacudón, como si alguien clavara un gancho en un extremo y lo jalara hacia otro, generándole una sensación que jamás había sentido. ¿Y su mente? Su mente parecía querer convertirse en su peor enemiga ya que a medida que más observaba el rostro cubierto de Kakashi, peores imágenes de le venían a la mente.

Gracias a Dios, su pie trastabilló en el banquillo y tuvo que sostenerse de la barra para no caer. El Jōnin sonrió con dulzura y la ayudó sosteniendola del codo. Hoshi dejó escapar una risita nerviosa, y acomodó su cabello. 

—Bueno, creo que he bebido suficiente por hoy—acotó—. Me iré a casa—Por dentro agradecía la oportunidad que aquel traspiés le había dado de poder cortarcon aquellos pensamientos intrusivos al tener a Kakashi tan cerca. Se incorporó, y tomo su bolso. 

Kakashi se apresuró a imitarla.

—Te acompaño—anunció con autoridad—. Es tarde para que vayas sola. 

—Es Konoha, nada puede pasarme—dijo sin poder mirarlo a la cara, mientras uscaba en su billetera dinero en efectivo que pudiera dejarle como propina al cantinero. 

—No es una pregunta—Kakashi se mostraba seguro, realmente quería acompañarla. Hoshi dejo los billetes en la barra, y junto fuerzas para mirar a su amigo a los ojos. 

Le sonrió con una mueca divertida, y suspiró. 

—¿No aceptarás un no por respuesta, cierto?

Kakashi negó con simpatía, mientras también dejaba dinero sobre lo que ya había puesto Hoshi. 

—Nop. 

Hoshi nego y comenzó a caminar hacia la salida, mientras Kakashi la siguió. Para Kakashi en realidad, aquella era la excusa perfecta para pasar más tiempo con la joven. El sabía muy bien que nada le pasaría y que de ser atacada Hoshi podía defenderse, pero la conversación que cavaba de tener le había sembrado cierta curiosidad y que quizás por el alcohol, ahora tenía ganas de seguir explorando. 

La luna estaba hermosa, y la noche estaba fría. Aún así, Kakashi caminaba con su chaleco táctico en la mano, ya que dentro del bar y gracias a las bebidas, hacía demasiado calor. La luna llena permitía iluminar las calles más aun que las farolas, y su silueta era artísticamente delineada por esta. 

Hoshi caminaba un poco más atrás, con su bolso entre las manos, mirando como la manera de caminar del Hatake arrugaba su remera de tal forma que se marcaban sus trabajados hombros. Jamás había morado a Kakashi de aquella manera pero esa noche en particular, lo notaba físicamente atractivo. Quizás era el alcohol, o a lo mejor eran sus hormonas, que se encontraban un poco alborotadas por haber dejado las pastillas anticonceptivas que había estado tomando durante años, para poder cambiar por otro método menos invasivo con su organismo. 

Kakashi era alto, y estilizado. No tenía la cantidad de masa muscular que supo tener Jiraiya o Asuma, pero aún así su masculino cuerpo era digno de admirar. Hoshi sacudió su cabeza varias veces, comonsia quel movimiento ayudará a cancelar aquellos pensamientos. No podía entender como de repente sus ojos e habían clavado en la espalda del ninja y su bajo vientre se había llenado de pequeñas y peligrosas cosquillas. 

Al parecer Hoshi se detuvo involuntariamente ya que Kakashi se volteó para ver si continuaba caminando detrás. 

El peliplata frunció el entrecejo y sonrió. 

—¿Estás bien?—le preguntó.

Hoshi estaba seria. Alzó la vista y lo miró directamente a los ojos. Kakashi se preocupo al no recibir respuesta, y se acercó a la joven. Coloco una mano en su antebrazo, e hizo un poco la espalda hacia atrás para poder mirarla bien.

—Eh, Hoshi. ¿Sucede algo? 

—Estoy confundida—escupió, y abrió sus ojos como platos al darse cuenta de lo que acababa de decir. 

El corazón de Kakashi dió un repique. ¿Estaba hablando de él? 

—¿Confundida con que? 

Rápidamente Hoshi se alejó de el y volvió a emprender la marcha. 

—Con nada, no me hagas caso, está hablando el acohol—se excusó,  molesta consigo misma por lo que acababa de decir. Kakashi la siguió con la mirada, y después de que se alejara al menos un metro volvió a seguirla. 

Que no dijera la verdad fue molesto para el ninja. Pero a la vezconfuso hasta para el. ¿Le hubiera gustado escuchar a Hoshi diciendo que estaba confundido con él? Si, le hubiera encantado. Pero ¿Tendría los huevos suficientes para pedirle que dejara a Kankuro y se fuera con el? ¿O simplemente era tan caprichoso que lo único que necesitaba su ego era que ella lo idolatrara? 

No. A Kakashi le gustaba en serio. 

A Kakashi le gustaba tanto que quemaría sus libros para complacerla si así Hoshi se lo pidiera. Pero le gustaba más por esa razón, por qué Hoshi jamás le pediría que hiciera algo que no quisiera hacer. Que lo aceptaba con sus males y sus demonios. 

Hoshi lo alentaba a seguir adelante. 

Y quizás no sólo le gustaba, quizás hasta se estaba enamorando. 

—Ya deja de mirarme de esa forma—fue ahora quien Hoshi notó que Kakashi se había quedado con sus ojos clavados en ella. 

—¿De que forma? 

—Asi, con ese ojo extraño que tienes—mascullo, mientras se cruzaba de brazos. Hacía frío. 

Kakashi se rió.

—Te estoy mirando, por todo ese tiempo que pasaré sin verte cuando te vayas—dijo sonriendo. Y Hoshi se echó a reír. 

—¡Ay, que cursi!—exclamo, sin poder detener la carcajada. Kakashi también se rió. 

Los dos continuaron caminando y bromeando entre si. Los niveles de alcohol estaban bajando y tanto el como ella estaban un poco más conscientes de lo que hacían y decían, pero recién se darían cuenta al día siguientr de la  peligrosa puerta que acababan de abrir. 

Ambos se despidieron apenas con un gesto de manos que duró medio segundo, pero se quedaron pensando en esa noche durante varios días. 

Hoshi ingreso en silencio, con cuidado de no despertar a Kankuro, queyacia dormido en la habitación después de un largo día de viaje. a su lado, en la mesa de noche, había un vaso y un blíster de analgésicos que ya habia dejado de contar con uno. Su novia quería despertarlo para saber si seguía doliendo la espalda Pero prefirió dejarlo descansar. 

La castaña fue al baño, se lavó los dientes, tomó una ducha rápida sin lavarse el cabello y cuando ingreso a su habitación el marionetista ni se había enterado. 

Se quedó unos segundos mirandolo desde la puerta, mientras la luz de la luna que ingresaba por la ventana se encargaba de iluminar muy tenuemente la habitación. 

Kankuro dormía boca abajo, con ambos brazos debajo de la almohada. Tenía un rostro consternado, como si estuviera sufriendo una pesadilla. 

La Kunoichi se acercó muy lentamente, y se metió por el lado libre, que era el de ella. Con suavidad se posicionó de lado y apoyo una de sus manos sobre su espalda descubierta. 

Lo miró durante un buen rato. No entendía porque de repente se había sentido así con Kakashi cuando con Kankuro tenía todo lo que necesitaba. Kankuro era amable y atento. Se preocuoaba por su bienestar como nunca nadie (A excepción de sus padres) lo había hecho. Era gracioso, la hacía reír con sus picardías, y le gustaba comer comida chatarra. 

Entonces la culpa, de manera desquiciada apareció esa misma noche y se quiso instalar en su pecho y en su mente. Pero rápidamente Hoshi intervino, y la apaciguó diciéndose a si misma que cualquiera podía sentir el deseo de estar con alguien, pero no cualquiera podía ponerle fin a ese deseo. Y ella lo haría por Kankuro. Esa noche se prometió a si misma que jamás lo lastimaria. Y Hoshi nunca fallaba a una promesa. 

***

Kakashi caminó en solitario por las calles que lo llevaban a su hogar. En otras circunstancias, las estría recorriendo con alguna muchacha que hubiera caído en sus garras en ese bar, pero el mismo había decidido acompañar a Hoshi y ahora pagaba las consecuencias de seguir al corazón y volvía a su hogar a enfrentar aquello que en el fondo, sin poder reconocerlos aun, temía: 

La soledad. 

El aroma a limón proveniente de un desodorante de ambiente fue lo único que lo recibió cuando abrió la puerta de su pequeño y modesto departamento. Dejó sus sandalias, bebió un vaso de agua ara evitar que su cuerpo se deshidratase con tanto alcohol que había tomado, y después de darse una ducha rápida se metió en su cama que lo aguardaba con las sábanas limpias. 

Sonrió al sentir la suavidad de aquellas, felicitándome a si mismo por haberlas cambiado esa misma mañana. 

Creyó que podría dormir fácilmente pero se equivocó. Ya que su mente, avivada y maliciosa, le trajo enseguida imágenes de su amiga; y su ansiedad, una de sus mayores enemigas, imaginó todos los escenarios posibles bajo los que se encontraría Hoshi al haber entrado a su hogar. 

Todavía no lograba comprender del todo como era que sus pensamientos se encontraban irremediablemente invadidos por la presencia de Hoshi. Su mente parecía haberse obsesionado con aquella testaruda jovencita, a quien durante años Kakashi solo la había visto como una amiga a la quien solo quería proteger. 

No sabía si era el tiempo que habían pasado alejados que le había hecho darse cuenta de cuánto la necesitaba, o si era la relación con Kankuro que en ese entonces lo llenaba de celos, lo que de repente había avivado en su interior esa limerencia hacia la Himara. 

Cerró los ojos y recordó con una sonrisa lo cerca que habían estado momentos atrás. La pícara mirada que le había dedicado luego de haber lanzado aquella pregunta provocadora que Hoshi no llego a responder. Y si, debía reconocer que le hubiera encantado oírla decir que quería meterse a la ducha con él. 

Pero ahora probablemente quien la acompañaba debajo del agua era el príncipe de Suna. ¡Y que envidia que sentía! Kankuro tenía la dicha de poder disfrutar de Hoshi cuánto quisiera y cuando quisiera, y el en cambio, solo tenía la poosbilidsd de imaginarsela. 

Entonces las altas horas de aquella madrugada se colaron en la habitación de Kakashi y le trajeron a la mente las imágenes de una Hoshi disfrutando fervientemente de las embestidas de Kankuro. Y el cuerpo de Kakashi se llenó de celos, y se vio obligado a reemplazar a aquel marionetista por él mismo. 

Una de sus manos se metió debajo de las sábanas, mientras continuaba con los ojos cerrados, imaginando aquella secuencia en la que ahora él era el encargado de extasiar a la joven. 

¡Que envidia que tenía! De no poder tenerla ahí mismo, pero sobre todo de no poder ser su nombre el que gimiera Hoshi cuando llegara al climax. 

—Hoshi—murmuró, retorciendo las sábanas con la mano que tenía libre, mientras su espalda se arqueaba en el punto límite del disfrute. Si pecho ahora se movía rápidamente a causa de su respiración agitada, y sus ojos todavía continuaban cerrados, como queriendo guardar aquellos pensamientos en una caja fuerte y para siempre. 

Cuando los abrió, se encontró con el pálido techo de su solitaria habitación. No había nadie a su lado, ni en el resto del departamento. No había una ducha compartida, ni un abrazo posterior al acto. Estaba solo él. Solo, como siempre. 

Rápidamente se incorporó sentándose sobre la cama con las piernas tocando el suelo. Restregó si cabeza agotado y frustrado por lo que acababa de hacer. No podía creer que estuviera hasta el carajo con Hoshi. 

—Maldición—murmuró mirando los resultados de haberse dejado llevar por el deseo, y rápidamente se incorporó de la cama para quitar las sabanas que había lavado esa misma mañana. Las metió al lavarropa junto al pantalón pijama que llevaba puesto, y se dió una ducha nuevamente. 

Pero está vez fue una ducha helada. 

Y se prometió no volver a pensar en Hoshi. Al menos no de aquella manera. Aunque a diferencia de Hoshi, el había roto varias promesas. 





Buenas buenas buenaaaaaaas
Diooooooos que capitulo.
Bueno, espero que les haya gustado. Parai era necesario que entre ambos comenzará a verse esa tensión sexual en crecimiento, Pero a la vez la culpa de saber que no e puede.

A ustedes que les pareció?

Disculpen la demora Pero estuve con mucho trabajo. Además quería escribir este capítulo y que me quedara prolijito.

En fin, les extrañe muchooooo. Y gracias a todes les que siguen comentando y siguiendo la historia. Me hacen tan feliz!!!!

Les mando un abrazo,

Estrellita.

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