Capítulo XIV
Arugamama
{Las cosas son como son}
Hoshi ingresó a su hogar después de aquél ajetreado día. Por primera vez alguien cobraba el seguro de vida que hacía poco habían implementado, la parte más triste era que ese alguien era Kurenai. Ellos no estaban casados, solo en concubinato por lo que Hoshi había tenido que realizar otros trámites para poder lograr que se depositara el dinero en la cuenta de la viuda.
Había sido un momento doloroso, claro. La pérdida de Asuma todavía estaba fresca y angustiaba. Hoshi no dejaba de pensar un segundo en como hubiera sido todo si aquella organización no existiera y si sus miembros, en lugar de tener traumáticos encuentros con la vida, hubieran sido niños felizmente criados.
Casualmente, sus miembros eran personas que habían tenido un pasado cruel, familias disfuncionales o maltrato. Y todas aquellas tristes circunstancias hoy les pasaban factura a la hora de hablar del tipo de asesinos en el que se habían convertido.
El mundo ninja tenía esa horrenda característica. Eran muy pocos los ninjas que no habían sido sometidos a algún proceso difícil y que este no hubiera dejado marca en ellos. La misma Hoshi, sobreviviente de un acto tan cruel como un abuso sexual podía ser testigo y la viva voz de lo difícil que era convivir con el dolor. Pero lo más complicado no era vivir así, sino, decidir que se haría con este sufrimiento; y acá aparecían las dos opciones que configuraban la vida del ninja.
Los ánimos en la aldea estaban algo agitados. Después de lo de Asuma, sus habitantes habían entendido que, si aquel talentoso ninja había fallecido habiendo sido tan poderoso, estaban todos en peligro y Akatsuki realmente era una grave amenaza para Konoha y el resto de las aldeas y países.
Tsunade por su parte intentaba mantener la calma como toda representante de una gran comunidad y evitar así sembrar una innecesaria paranoia. Las misiones de campo habían sido limitadas a los equipos con Chunnin y Jonin y los Gennin se dedicaban obligatoriamente a entrenar, como si una guerra se estuviera palpitando.
Y las cosas en la vida de Kakashi también estaban complicadas.
La muerte de Asuma había sido un golpe duro para el ninja, pero debía reconocer que haber asesinado en conjunto de su equipo a los responsables de aquel macabro hecho le había dado cierta paz. Eso no significaba que le gustaba tener las manos llenas de sangre, pero así era la justicia en el mundo ninja.
Por otra parte, después de la misión con Hoshi su interior había quedado alborotado. Durante sus casi treinta años de edad, Kakashi había tenido la difícil tarea de mantenerse ajeno a cualquier tipo de sentimiento y lo había logrado.
Pero en los últimos meses, después del regreso de Hoshi aquello que tan bien había sabido guardar durante años, parecía haber salido a flote de repente y sumado a esto, habían aparecido nuevas emociones y sentimientos que nunca se había permitido (o había querido) sentir.
De repente se encontraba sentado en su cosa, y recordaba con una sonrisa los chistes de su antigua amiga. A veces, en la academia, se ensimismaba mirando la mesa de la sala de reuniones y en su mente jugaba a contar las pecas que tenia en el rostro la muchacha. No entendía que estaba ocurriendo con él, y tampoco podía darle una respuesta lógica al porque de la inesperada invasión de Hoshi en su mente. Sólo sabía que luego de aquella misión junto a ella, algo había hecho clic en su cabeza y el mundo parecía estar poniéndose del revés.
Ante esto, y como la única alternativa que encontraba era esa, Kakashi decidió comenzar a ignorar a Hoshi, fingiendo o pretendiendo fingir que no existía.
La primera vez que lo hizo se sintió culpable. Hoshi salía del almacén junto a su amiga, y Kakashi volvía de devolver un libro de medicina de la biblioteca. La castaña lo saludo amigablemente, y él decidió bajar la vista.
La segunda vez, volvió a sentirse culpable y hasta triste por solo saber reaccionar de esa forma. Kakashi regresaba de entrenar con Shikamaru, y Hoshi salía de su trabajo. El Nara se acercó a saludarla, pero Kakashi prefirió regresar por donde habían venido dejando a una Himara con la sonrisa a medias.
La tercera y la cuarta ocurrieron días después, pero la quinta fue la peor de todas: Kakashi se dio el lujo de ignorarla en plena reunión de Jōnin con Tsunade.
Hoshi se acercó al peli plata, le tocó el brazo y Kakashi paralizado solo optó por girarse y dejarla con la palabra en la boca.
Esa, para Hoshi, fue la gota que rebalsó el vaso. ¿Por qué de la noche a la mañana Kakashi había comenzado a comportarse como un idiota más de lo que ya era habitualmente?
Ese día la muchacha paso casi seis horas despotricando contra el Hatake con Tenten mientras tomaban una deliciosa merienda en un nuevo café, y en la cena junto a su amiga Asami. Incluso, esa misma noche le costó conciliar el sueño, ya que sentía como la vergüenza y la bronca se apoderaban de sus entrañas.
Con lo que no contaba Kakashi, era con que al día siguiente llegaría su recibo de sueldo y para su pesar, notaría que faltaba la firma de la responsable de aquella área; la cuál era imprescindible para poder recibir la liquidación.
―Falta la firma―le dijo a la secretaria que entregaba los recibos esa mañana. La muchacha lo miró agobiada.
―No es mi culpa, debería ir a reclamárselo a la señorita Himara.
Kakashi resopló.
― ¿No puede firmarlo Iruka? ―consulto con su voz característica y achinando sus ojos con una sonrisa en sus labios. Creyó que aquella táctica serviría para engatusar a la jovencita que sabía de las tramoyas del ninja de las mil técnicas.
―Kakashi Sensei, la única firma que autoriza a ustedes a recibir su salario es la de Himara Hoshi. Actualmente esta en su oficina, si quiere puede subir y reclamarle su error―finalizó, haciendo énfasis en un hipotético punto final que anunciaba que aquella conversación había terminado y debía continuar con su trabajo.
El peli plata no dijo nada, tragó saliva, y pensando en que aquello no era más difícil que matar a un par de Akatsuki emprendió la marcha hacia la oficina de su ex amiga. Mientras subía y recorría los pasillos, pensaba la manera en la que le haría frente a aquella situación.
Conociendo a Hoshi, sabía que estaría hecha una fiera, y lo peor de todo es que tenía razón: Kakashi se había vuelto a comportar como un idiota.
Pero no le fue necesario llegar a su oficina para comprobar esto, ya que al doblar hacia las escaleras para subir al piso siguiente estuvo a punto de chocar con la muchacha que con las carpetas en sus manos se detuvo en seco para evitar exitosamente la colisión.
Ambos se quedaron congelados allí, mirándose con vergüenza uno y con bronca la otra. Segundos después, una enfurecida Hoshi se volteaba y regresaba hacia la oficina apresurando su paso para evitar hablar con aquel, bien llamado, imbécil.
Kakashi sacudió su cabeza y se llenó de coraje para enfrentar aquella situación como una persona madura de su edad.
—Hey, Hey—repitió—. Hoshi, espera―y se lanzó a perseguirla.
La joven apresuró la marcha, con sus carpetas abrazada a ella. Estaba molesta por aquella interrupción, y sobre todo estaba enojada con el peli plata.
Hoshi ingreso a su oficina e intentó cerrar la puerta, pero Kakashi trotó para alcanzarla y lo evitó.
—Hoshi, necesito hablar contigo—le preguntó extrañado por la actitud reticente de la joven—. Necesito que me escuches.
La castaña se volteo a verlo molesta. Sus mejillas estaban enrojecidas por la ira.
—No puedes aparecer y desaparecer de mi vida como si fueras un puto fantasma—le recriminó enojada, apuntándolo con un dedo acusador—. ¿Dónde diablos estabas cuando te dieron la clase de responsabilidad afectiva??
—Si lo sé, me la he salteado. Tienes toda la razón de enojarte conmigo, pero solo escúchame un segundo.
La castaña resoplo, dejando sus cosas en el escritorio, y quitándose el bolso que llevaba para colgarlo en aquel precario y antiguo perchero de caño.
—¿Qué es eso de que me esquives otra vez? Insististe tanto en que volviéramos a hablar, que cuando hice una tregua contigo, vuelves a desaparecer de la faz de la tierra. Me duele que hagas eso, porque me hace sentir como si estuviera mendigando tu atención. ¡El otro día quise acercarme a saludarte, y simplemente te fuiste! —le reclamo. Estaba ofendida—. Han pasado dos semanas de la última vez que hablamos, no siquiera te has molestado en preguntarme cómo estaba. La última vez que te crucé, te pregunté si irías a la reunión de Tsunade y con suerte recibí un "No lo sé"—lo imitó burlándose de su voz apagada y cansada.
—Hoshi, disculpa—comenzó a excusarse, intentando colocar una mano en el hombro de su amiga, pero está se corrió rápidamente—. No creí que llegara a molestarte tanto. Tomé cierto espacio porque sentía que estaba interfiriendo.
—¿Interfiriendo en qué? —le pregunto furiosa, mientras dejaba de hacer lo que estaba haciendo con aquellos papeles—. ¿Otra vez con esa estúpida idea tuya de protegerme?
Kakashi miro hacia atrás suyo y cerró la puerta para después acercarse lentamente había el escritorio de la muchacha.
—No te dije que cerraras—murmuro, mirándolo con el ceño fruncido.
—Estabas levantando la voz—explicó el con tranquilidad, mientras tomaba asiento frente a ella y dejaba su escritorio el recibo de su salario que venía a hacer firmar—. No es esa idea, es que sentía que estaba molestando y obstaculizando tu desarrollo. Te veo tan enfocada en tus cosas, en tu trabajo, en tu relación que creía que lo único que hacía al intentar estar a tu lado era distraerte de ello. Siento que soy una distracción para ti, te has esforzado tanto en empoderarte, en lograr tus objetivos que no puedo imaginarme siquiera en ser tu amigo―Aquello era verdad, pero también le estaba ocultado otra de las razones.
Hoshi lo dejó terminar y luego resopló mientras se dejaba caer sobre el respaldo de su asiento. Miro unos segundos hacía su escritorio, y luego volvió a dirigir sus ojos a él.
—¿Me ves como una competencia? —le pregunto con dolor en sus ojos. No podía siquiera imaginar que aquel discurso en realidad era el resultado de un pensamiento machista que atacaba directo a la masculinidad de Kakashi.
Kakashi se apresuró a negar, y tomo asiento frente a ella.
—No Hoshi. No intérpretes a mal lo que acabo de decir. Lo que siento es que no puedo seguirte el ritmo, tú tienes proyectos e ideales. Yo solo soy un sujeto perseguido por un pasado que no puede dejar atrás—Kakashi cruzo sus manos sobre su falda, y se la quedó mirando con aquellos ojos tristes.
Hoshi negó, y esbozo una sonrisa de resignación.
—Suena a una conversación que tendría una pareja—bromeó, pero así sonaba aquello—. No te estoy pidiendo que te cases conmigo y me acompañes. Solo estoy intentando volver a ser tu amiga Kakashi
—Lo sé, lo sé —se atajó, algo avergonzado—. Pero no creo que sume algo mi amistad a tu vida—volvió a decir. si Hoshi estaba enojada, después de escuchar aquella victimización estaba furiosa.
—No es esa la mejor manera de manejarte con tus vínculos Kakashi—se sinceró. Estaba dolida—. Me costó mucho adaptarme a la idea de tener que volver a verte, y me costó aún más volver a hablarte. Que me hayas sacado de tu vida de cuajo hirió mis sentimientos, hoy por hoy no dejo de recordar ese momento con dolor ¡Por qué te quería!—le explico. Por primera vez estaba hablando abiertamente de sus sentimientos—. Entonces no puedes entrar y salir de me vida como si nada, pretendiendo que no me moleste porque, aunque no lo creas, no soy una perra sin sentimientos—finalizó, frunciendo el entrecejo y mirándolo una última vez antes de volver la vista a sus papeles.
Kakashi la observó en silencio. Se sentía mal por todo eso. La joven tenía razón, Kakashi hubiera pensado lo mismo.
—Hoshi, lo siento—finalmente hablo—. Lamento haberte hecho sentir mal. Yo no quería que pensarás que te estaba ignorando, sucede que muchas veces todos esos pensamientos negativos de antes vuelven a mi cabeza y...y yo...simplemente no sé, cómo manejarlos—explico, y Hoshi tuvo que verlo para poder notar que estaba hablando en serio. Era la primera vez que escuchaba a Kakashi decir algo como aquello. El mejor ninja de Konoha, la promesa del país del fuego, el ninja de las mil técnicas tan seguro y despreocupado acababa de confesarle uno de sus puntos vulnerables: su pasado.
La castaña dejó el bolígrafo sobre la mesa y suspiró mientras subía sus brazos y los cruzaba encima de la tabla. Lo miro preocupada.
—¿Estás bien? —pregunto. Kakashi la miró extrañado—. No me refiero ahora, a este momento en particular. Realmente me interesa saber cómo estás, y que ocurre con tu vida. No hablo de tus logros ninjas, quiero saber cómo está Kakashi, mi amigo—dijo, y al terminar esbozó una sonrisa mitad triste mitad dulce.
El peli plata se demoró unos segundos en responder. Se quitó la máscara, parecía necesitar respirar aire puro, sin que nada lo obstaculizara. Todo el mundo sabía que Kakashi jamás mostraba su rostro, pero con Hoshi ocurría todo lo contrario, jamás se había sentido tan confiado de hacerlo para con ella. Al segundo de despejar su rostro, el perfume de sandía de Hoshi invadió sus fosas nasales. No pudo evitar sonreír, llevaba la misma fragancia que cuando era una niñata.
Suspiró, y se encogió de hombros.
—He tenido mejores momentos—quiso quitarle un poco de peso a todo aquello—. Pero pasará.
Hoshi asintió.
—Si lo sabré —acoto, mordiéndose el labio. Su mente era su mayor enemiga—. Kakashi, tú siempre fuiste muy cerrado con todo el mundo. Es momento de que empieces a darle valor a estas cosas que vives, y entiendas que son procesos naturales y que no por eso debes expulsar a las personas de tu vida, o alejarte para siempre de ellas. Si tú vienes y me dices "Mira Hoshi, estoy pasando por un mal momento, hablamos luego" ¡Lo entenderé más que nadie! Y estoy segura que sabes a qué me refiero—volvió a sonreír, mientras se inclinaba sobre el escritorio.
—Discúlpame, en serio. No era mi intención hacer que te sintieras mal con ello—volvió a disculparse. Hoshi asintió.
—La próxima vez iré a buscarte a tu departamento. Y pateare la puerta si no me respondes—bromeo, aunque sabía que en el fondo lo decía enserio. Kakashi sonrió, y unos pliegues se formaron al costado de sus mejillas. Por algo todas las mujeres se desmayaban ante él.
—Está bien, lo acepto—Kakashi asintió, acomodó su máscara y se puso de pie. Hoshi lo imitó y se acercó a él con la intención de acompañarlo a la puerta, después de haberle devuelto el recibo ya firmado—. ¿Sabes que extraño? —le dijo mirándola pícaramente. Hoshi negó—. Nuestros almuerzos de los martes.
La joven se rio, mientras rascaba la punta de su nariz.
—No voy a negarlo, yo también—confeso mientras se cruzaba de brazos y lo miraba directo al ojo que no estaba oculto por aquella bandana.
—A ver cuándo tienes un tiempo libre, y me dejas invitarte.
—Tu pagaste la última vez—Hoshi lo recordaba vívidamente. Fue la última vez que platicaron—. Está vez me toca a mí.
Kakashi sonrió nuevamente, y estuvo a punto de decir algo, pero la puerta de la oficina se abrió repentinamente.
—Ah, Hoshi, pensé que estabas sola—Era Shikamaru—. Si quieren puedo volver en unos minutos—se disculpó señalando la puerta.
—No no, descuida—dijo su prima—. Solo hablábamos del pasado—Hoshi le sonrió al Nara, y este asintió ingresando al cuarto. Observó al Sensei, y le resultó sumamente extraño la forma en la que no dejaba de mirar a su prima. Hoshi por su parte no lo había notado
—Hola Kakashi Sensei—lo saludo, para ver si así podía obtener su atención. La peli plata se demoró unos segundos en mirarlo, peor cuando lo hizo le sonrió.
—¿Cómo estás Shikamaru? —dijo, y comenzó a caminar hacia la salida. Antes de desaparecer se volteo a ver nuevamente a su antigua amiga—. ¿El martes? —una sonrisa surco su rostro. Se notó porque varios pliegues se formaron al lado de sus ojos, achinándolos.
Hoshi negó blanqueando los ojos.
—No te apresures Hatake—bromeó sabiendo que probablemente estaría libre el martes para almorzar. Kakashi se rio, y salió de allí.
Hoshi camino hasta su escritorio nuevamente, con una leve sonrisa en sus labios. Shikamaru la miró extrañado, después de voltearse a ver varias veces por donde acababa de salir Kakashi.
Shikamaru, a pesar de su carácter taciturno y tranquilo, era en realidad un muchacho que adoraba el chisme. Allí, en silencio, estaba más atento que cualquiera ante las circunstancias del entorno y aquel momento que acababa de presenciar era chisme del bueno.
Carraspeó su garganta, y arqueó sus cejas.
—No sabía que habías vuelto a ser amiga de Kakashi—murmuro, y Hoshi lo miró mientras tomaba asiento—. ¿Lo perdonaste?
La castaña se rascó su mentón.
—No somos amigos, no sé si podremos volver a tener esa relación—reconoció—. Pero si puedo decirte que hemos vuelto a hablar, o al menos, a convivir dentro de Konoha.
—Su mirada fue exactamente la de un "no amigo"—dijo tomando asiento frente a ella.
—¿A qué te refieres?
—Lo vi demasiado alegre.
—Solo vino a pedir que firmara su recibo de sueldo.
—Lo vi demasiado alegre—repitió—. Parece que recibió una buena paga, o...
—¿o que, primo? —lo confronto algo molesta, apoyando bruscamente el bolígrafo que había agarrado—. Shikamaru, si tienes algo para decir dilo. Sabes que no me gustan las vueltas.
El Nara chasqueó la lengua y cruzo sus piernas. Apoyo un codo en uno de los apoya brazos del asiento, e hizo un gesto curioso al aire.
—Cuando solían juntarse, en el pasado, si podía decir que Kakashi te quería como una amiga. Y te quería mucho, yo vi personalmente el dolor que le generó que te fueras. Pero ahora, su mirada fue otra, no lo sé. ¿Te gusta Kakashi Sensei? —le preguntó, y Hoshi frunció si entrecejo.
—Claro que no. No lo veo de esa forma, para mí él fue y seguirá siendo la persona de ese entonces. Sigo dolida con él, lo he perdonado si, justamente para seguir adelante. Pero no podría verlo con otros ojos Y—se adelantó a Shikamaru, quien había abierto la boca—... Jamás podría hacerle eso a Kankuro. Es más—continuo, tomando una gran bocanada de aire—. Estoy pensando seriamente en casarme con él.
Shikamaru abrió sus ojos como platos, y el tema de Kakashi quedó en un segundo plano al oír aquello.
—¿Casarte? ¿Tú? ¿Qué le hicieron a mi prima? —bromeó, mirando a su alrededor. Hoshi blanqueó los ojos, y el Nara lanzó una risita—. Espera, ¿Kankuro te ha pedido la mano?
—No exactamente, solo me dijo que el consejo lo ha presionado y él se ha puesto en su contra. Quieren casarlo, eso sí.
—Es entendible, es el hermano mayor—Hoshi asintió —. Pero entonces, si se ha puesto contra...
—Pero también me dijo que no iba a negarme que se moría de ganas de pedirme la mano. Y ahora que lo pienso—suspiró, apoyando su mentón en su mano—. Sería una buena alianza para Konoha.
El rostro de Shikamaru pareció ensombrecerse al oír aquello, y se hecho hacia adelante, con sus manos entrelazadas entre sus piernas ahora abiertas.
—¿Una alianza? Es decir que, ¿No te casarías por qué quieres? ¿Sino porque es conveniente? —Hoshi asintió—. Estás demente. No puedes hacer eso.
—Shikamaru, piénsalo—comenzó a decir, y se incorporó para ir a cerrar la puerta—. Un matrimonio con el príncipe de Sunagakure con una kunoichi de Konoha que casualmente lleva adelante todo el papeleo legal, representaría para nuestra aldea un compromiso inquebrantable que eliminaría para siempre cualquier riesgo de levantamiento militar o traición. Podríamos trabajar juntos para terminar con la corrupción de organizaciones como Raíz, o Akatsuki y podríamos crear leyes que regulen los comercios entre ambas aldeas. ¡Tendríamos una economía creciente en ambos mercados! —Shikamaru la miró, mientras la muchacha regresaba a su asiento.
—No te reconozco—se sinceró—. Siempre dijiste que no querías casarte, y que cada quien debía hacer lo que quisiera no lo que la aldea le encomendara. ¿Y ahora vienes con esto?
La castaña se mostró dolida ante aquello. Si había algo que detestaba era decepcionar a alguien y parecía que era eso lo que le estaba generando a Shikamaru.
—Shika kun, piénsalo de esta forma—hizo una mueca triste, y sus manos se estiraron sobre el escritorio—. Konoha no está a salvo de nadie. Tu Sensei murió en manos de una organización criminal que, si hubiésemos querido, podríamos haberla exterminado mucho antes de su creación. Además, tú eres el ninja más apegado a las reglas que conozco.
El silencio invadió la garganta de Shikamaru. No supo que decir.
—¿Lo amas?
Hoshi lentamente se fue recostando sobre el respaldo de su asiento. Sonrió.
—Lo quiero— reconoció y luego pareció querer buscar en su mente una excusa lo suficientemente fuerte para aquello—. Pero hace poco que nos conocemos, no puedes amar a una persona en cuestión de meses.
—Hoshi, puedes amar a una persona en tan solo un día—replicó, y se incorporó de su asiento estirando los papeles que traía en su mano. Era la solicitud de una licencia de tres días. Hoshi la tomó y la firmo sin más.
—¿Acaso tú no lo harías? —le preguntó mientras le devolvía las hojas. El Nara carraspeó su garganta, y se demoró unos segundos en responder aquello.
Su prima tenía razón. Cualquier ninja estaría dispuesto a llevar a cabo esa decisión con tal de beneficiar a su aldea. Pero por alguna razón el Nara estaba molesto con la decisión de su prima ya que nada tenía que ver con su forma de ser y con los principios que durante tantos años había defendido.
—Lo haría si—Hoshi lo miraba atenta, parecía estar buscando comprensión—. Pero tú no eres yo, prima—finalizó con una sonrisa que pareció ser una mueca que dejó callada a la muchacha—. Nos vemos luego, gracias—dijo señalando sus papeles y salió de allí dejando a una Hoshi pensativa en la charla que acababan de tener.
La muchacha no entendía porque Shikamaru acababa de tener esa reacción a la defensiva para con ella. Hoshi se había sincerado con sus intenciones porque de todos los ninjas de la aldea, sabía el compromiso que su primo tenía para con esta; y que reaccionara de aquella forma, casi regañándola le había dejado un sabor amargo en la boca.
Y aquella pregunta sobre Kakashi también la había desconcertado un poco. ¿Por qué preguntaría eso sabiendo el pasado que había tenido con el ninja?
Entendía muy bien que años atrás la relación con Kakashi podría haberse malinterpretado, pero jamás habían existido esos sentimientos entre ellos. Por una parte, Hoshi era menor de edad y la diferencia que le sacaba Kakashi era bastante grande. Y, por otra parte, Hoshi no se sentía ni un poco atraída hacia la personalidad de su amigo o siquiera a su físico.
Además, eso que Shikamaru había traído a la mesa acusatoria no era mas que una frase hiriente para Hoshi. ¿Por qué diría eso sabiendo lo feliz que era en su relación con Kankuro? La castaña adoraba al príncipe de la arena, y jamás había estado tan segura de algo.
Hasta ese entonces.
—¿Cómo le va, señorita? —la saludó una voz grave a sus espaldas, provocando que la muchacha se sobresaltara.
Volteo rápidamente a ver quién era, y al estar frente a frente su rostro se llenó de alegría y se arrojó sobre los brazos de aquel fornido hombre de largos cabellos blancos que la recibía cálidamente.
—¡Jiraiya Sama! —exclamó, mientras una sonrisa recorría su rostro.
—¡Vaya! ¿A qué debo este cálido saludo? —preguntó entre risas, después de dejarla en el suelo nuevamente. Hoshi lo sostuvo de los antebrazos.
—Tenía tiempo sin verte, había comenzado a extrañarte—reconoció—. ¿Cómo has estado?
—Si no me has visto ha Sido porque tú has estado encerrada en esa oficina de sol a sol—dijo, y Hoshi asintió. El sabio tenía razón—. Yo he estado bien, viajando de Amegakure a Konoha incesantemente. Pero ha habido avances, lo sabrás...
Hoshi asintió, y antes de responder se distrajo con un joven que la empujó sin querer al tratar de pasar a su lado.
—Si lo sé, sé que has estado infiltrándote—acoto. Hoshi estaba al tanto porque había leído los informes de las misiones—. Pero fuera del trabajo, ¿Como ha ido todo?
—Lo de siempre—comento mientras se encogía de hombros—. Nada nuevo, he terminado el borrador de mi última novela.
—¡Eso es maravilloso! —Hoshi se mostró contenta por aquello—. ¿Cuándo se vendrá la publicación del nuevo libro?
Jiraiya cerro sus ojos y lanzo una risita lenta y solemne, mientras movía su cabeza de lado a lado.
—Es complicado, ahora debo enviarlo a la editorial. Y después llegan las correcciones—Los ojos de Jiraiya se iluminaban cuando hablaba de su pasión—. Y finalmente, si lo aprueban, comienzan las impresiones. Puede que lo veamos recién el año entrante.
—Qué bueno, me alegra mucho oír eso—Hoshi estaba siendo honesta con el sabio. Lo apreciaba mucho, y por eso se ponía contenta de ver los frutos de llevar a cabo aquella tarea que lo apasionaba. Para eso estaban los amigos, para alegrarse de los triunfos de los demás.
Jiraiya le pregunto si tenía un tiempo libre para ir por un café, y Hoshi después de pensarlo acepto. La realidad era que tenía mucho trabajo atrasado que hacer, pero no podía darse el lujo de rechazar la invitación de Jiraiya después de tanto tiempo sin verlo por eso la tarde los encontró sentados en una de las mesas que aquella cafetería clásica del pueblo de Tanzaku tenía al lado de los ventanales que daban al parque.
Podrían haberse quedado en Konoha, pero prefirieron caminar un rato y poder tomar aire fresco, por lo que ir al pueblo vecino fue la excusa perfecta.
—Si me preguntas, prefiero las misiones de campo—reconoció Hoshi, después de beber el último sorbo de su americano. Amaba el café, pero era difícil conseguir uno de buena calidad en aquella zona. Para la mayoría de los amantes de café, la mejor preparación se encontraba en Kirigakure, ya que era el único país del mundo ninja que tenía acceso a los granos de café más densos.
—¿Ah sí? —pregunto Jiraiya. Aunque él también hubiera dicho lo mismo. Rara vez los ninjas estaban hechos para tareas administrativas —. Pensé que te sentirías mejor allí, haciendo tus papeleríos—acotó. Hoshi negó rápidamente, haciendo una mueca graciosa
—Me gusta lo que hago, no voy a negarlo, pero prefiero salir y no sé, esa sensación de prepararse para las misiones, investigar, ¡Podría decir que extraño el peligro! —bromeó, dejándose caer sobre el respaldo de su silla.
Jiraiya la miró por unos segundos, y luego sonrió, imitando su moviendo, pero en lugar del respaldo, dejó su espalda recostada sobre la misma ventana. Al lado de aquella mesita que habían elegido, Jiraiya era gigante.
Una abeja se posó en el vidrio esperanzada de poder ingresar al lugar y ver si podía obtener algo de dulzura. Hoshi la miró y lanzó una risita, jamás les había temido.
—¿Y por qué no vuelves? —Le consultó con seriedad mientras tomaba su taza con su té verde antioxidante que aún le quedaba para beber.
Los ojos de Hoshi se mantuvieron en la abeja que seguía posada sobre el ventanal. Suspiró, rascando inconscientemente su antebrazo.
—No podría —explicó—. Por más que entrene, y que vuelva a tener la misma condición física que en ANBU, no podría hacerlo. He perdido casi toda la visión de este ojo—explico cerrándolo en un guiño—. Tengo la placa en este brazo que limita mi movimiento, y vamos a ser sinceros, ¿Quién me querría en su grupo? Representaría un riesgo para cualquier otro ninja que esté en mejores condiciones que yo.
—La verdad es que, para tener tu edad, estás bastante achacada querida Hoshi—bromeó el viejo y la joven se echó a reír. Después de todo tenía razón. Cuando se calmaron, el hombre volvió a tomar la palabra—. De todas formas, hablando seriamente no creo que eso que dices sea un impedimento. Mira a Rock Lee, después de aquellos exámenes tuvo una larguísima recuperación y hoy es más fuerte que nunca. ¡o el mismo Kakashi! Tiene un solo ojo, y es uno de los mejores.
—Bueno pero el otro ojo que tiene s un Sharingan! —acotó, irónicamente mientras alzaba sus manos. Claramente Kakashi no estaba en desventaja—. Tampoco es que quedó tuerto. Y en cuanto a Rock Lee si, tienes razón, fue su perseverancia la que lo llevo a sobreponerse a su situación—Guardó silencio unos segundos, pensativa y luego hizo una mueca mientras jugaba con la servilleta de su mesa—. Pero no lo sé, quiero volver al campo, pero después pienso en todo lo que hay que arreglar políticamente y algo dentro mío dice que debo seguir más allá, debo esforzarme más en lo que estoy haciendo. No sé, ¿Ha de ser el deber ninja lo que me llama? —bromeó un poco, y apoyo su cabeza en una de sus manos.
Jiraiya se rio ante lo último y suspiró.
—Hoshi, eres una buena kunoichi. Te iba bien como ANBU, pero creo que hoy por hoy tú lugar es en la política. Has logrado mucho, has podido parar el tráfico de personas en los puertos de las aldeas y con eso has jodido a Danzó. Todavía hay muchas cosas en las que trabajar, y creo que es ahí donde entras tu—le explicó—. No ha habido ningún ninja que se haya preocupado tanto como tú por el bienestar de la aldea tanto como tú querida.
La kunoichi bostezó y volvió a seguir su espalda. Sonrió.
—¿Que tal Amegakure?
—Complicado. No sé qué sucedió con la salamandra.
―La vez que estuve en Kanazawa, a kilómetros de Amegakure, me dijeron que Hanzo todavía lideraba la aldea.
Jiraiya negó.
―Eso dejó de suceder hace mucho tiempo. Temo que la aldea este dominada por Akatsuki. He investigado cada rincón de los alrededores, y la han blindado. Nadie sabe nada de lo que sucede allí dentro. Es por eso que la semana que viene, entraré.
― ¿No es peligroso? Ya de por sí la zona estaba protegida por ninjas de Danzo, no quiero imaginarme que sucede si es Akatsuki quien está a cargo ahora―Hoshi estaba preocupada por su amigo. Enviarlo a aquella misión era peligroso hasta para el sabio.
Jiraiya sonrió y estiró su mano para acariciar su rostro con ternura durante apenas dos segundos.
―No debes preocuparte por mí―expresó, y la joven esbozó una sonrisa resignada. Detrás de ellos alguien rompió una copa y el gerente del bar se acercó a regañar al mesero―. Yo estaré bien, son gajes del oficio y alguien tiene que hacerlo. Al menos ahora tengo un seguro de vida―bromeó, generando que Hoshi se riera. Aquél seguro había sido un logro de ella, en conjunto con el gobierno actual de Tsunade.
― ¿Por qué crees que Akatsuki está interesado en Amegakure?
―Por sus inicios ideológicos de la Teoría de la Armonía―le explicó, y terminó de beber su té. Las mejillas de Jiraiya estaban apenas enrojecidas por el calor de la infusión. Hoshi pensó que en otra vida fácilmente podría estar enamorada de aquel tipo―. Era Hanzo quien promulgo la idea de un mundo ninja en constante paz, pero claro, dominado por un arquetipo de gobierno autoritario. El ideal de Akatsuki es muy similar, si hay algún lugar en donde deberían empezar sería ahí.
―Tiene sentido―explicó―. Mas aun sabiendo que Amegakure está fuera de toda ley o tratado del mundo ninja. Si yo fuera ellos, hacer lo que tú dices sería lo mejor.
―Si logramos detenerlos desde ahí o al menos dilucidar sus próximos planes con las bestias podemos tomar una gran ventaja.
― ¿Y qué mejor ninja que Jiraiya el Galante para lograrlo, ¿no? ―coqueteó Hoshi en son de broma y el aludido se hecho a reír. Poco después habían dejado de hablar de aquellos temas preocupantes y se dedicaron a bromear sobre sus propias tragedias.
El café se transformó en cerveza, y la cerveza en sake. Los consumidores que quedaban a esas horas de la noche eran aldeanos borrachos que después de la dura jornada laboral se dedicaban a distraerse entre copas o bien gastar lo que se habían ganado ese día. Hoshi nunca concurría a ese lugar, de hecho, odiaba aquel pueblo por la cantidad de ludópatas que lo visitaban. Ella era testigo de cómo el juego destruía la vida de las personas y sus familias y prefería mantenerse alejada de todo aquello.
La noche tenía la temperatura característica de esos otoños que se iban alejando cada vez más del verano. Konoha era una zona cálida, pero húmeda. Esta condición hacía que el frío del invierno sea mucho más fuerte y sus bajas temperaturas calaran los huesos.
La luna estaba tapada por nubes finas, y parecía que las calles estuvieran llenas de neblina, pero la realidad era que no era más que el producto de una ilusión causada por los faroles de luz blanca que decoraban las veredas del pueblo.
Jiraiya y Hoshi caminaron pausadamente de regreso a la aldea. Al día siguiente ambos debían madrugar para poder acudir a sus deberes como ninja. Jiraiya presentando los permisos para viajar a Amegakure, y Hoshi por su parte, firmando los recibos de sueldo de todos los ninjas. Pero hacia tanto tiempo que no se veían, que parecían querer disfrutar del tiempo que estaban juntos.
―Hoshi, tengo algo que decirte―Hoshi volteó a ver al sabio, preocupada. Aquel cambio repentino del tono de voz la tomó por sorpresa. Era ese tono que usaban los padres cuándo debían regañarte por algo serio―. Creo que nunca lo hablamos, pero es sobre lo que sucedió la primera vez que nos vimos después de tu regreso.
La castaña recordó aquel momento vergonzoso y a pesar de ser de noche, fue notable el crúor de sus mejillas. Rápidamente se echó a reír, era algo muy común en ella reírse nerviosamente en una situación seria. A veces no quería hacerlo, pero simplemente era una reacción natural e involuntaria a aquellas situaciones que le eran incómodas.
―Ay no, no quiero hablar de eso―Jiraiya también se rio, pero al parecer el si quería platicar sobre el asunto.
―Yo solo quería aclarar las cosas, para que no pienses que soy algún tipo de degenerado―dijo. Parecía un chiste, pero en realidad el sentía la necesidad de hacerle saber a Hoshi que no era ningún depravado.
La castaña achinó los ojos, y tomó a Jiraiya por el brazo continuando con la marcha. Sonrió y negó con la cabeza rápidamente.
―Jamás pensaría eso―acotó. Apretujó con más fuerza el fornido brazo del ninja―. Además, yo también tuve la culpa. No sé en qué estaba pensando, pero entiendo que la persona que era en ese entonces acababa de regresar a un lugar al que no quería y estaba llena de dolor y despecho―explicó, y a pesar de estar avergonzada lo hizo con total naturalidad.
― ¿Estás diciendo que me usaste? ―le espetó Jiraiya en son de chiste, y su amiga se echó a reír.
―Así es, además, ¿Quién no se aprovecharía de la situación de estar con el famoso escritor de novelas eróticas? ―cuestionó, coqueta mientras se detenía. Jiraiya la imitó, llegaba la hora de cada uno seguir con su camino.
―Igual yo no debí haber hecho aquello, luego sentí que me estaba aprovechando de tu vulnerabilidad. Y es algo que me ha carcomido a la conciencia. Siempre te aprecié muchacha, has sido de gran admiración para mí, y no quiero que te quedes con una idea mía que no es la correcta―el hombre tomo las manos de la joven, y ella sonrió.
―Ay Jiraiya, hablas como si estuvieras por morir―bromeó y se soltó lentamente para poder abrazarlo. Tuvo que colocarse en puntillas para que su cabeza casi llegara a su hombro―. Jamás podría tener una imagen negativa de ti, siempre has estado cuando lo necesité―susurró, abrazándolo con fuerza. Jiraiya le respondió el gesto cruzando sus brazos por la espalda. Se quedaron así durante largos segundos―Además―continuó―...estás buenísimo en verdad―bromeó, causando la carcajada del sabio para finalmente separarse.
Los dos se miraron con dulzura, como los buenos amigos que eran.
―Aún así, lo nuestro no hubiera funcionado―dijo Jiraiya tocando la punta de la nariz de la muchacha.
― ¿Por la diferencia de edad? ―pregunto intrigada Hoshi, con una sonrisa en sus labios.
―Porque ambos amamos a alguien más.
Hoshi se quedó en silencio, sin saber que responder. Lo miró con atención y pudo notar la nostalgia en los ojos de Jiraiya. ¿Amaba a Tsunade? Hoshi había escuchado varios rumores, pero jamás creyó que aquello fuera cierto, porque de ser así ambos ninjas fácilmente podrían estar juntos.
Pensar en la posibilidad de que Jiraiya amaba a la mujer que lideraba la aldea y este amor no era correspondido, estrujó el corazón de la muchacha y se sintió mal por su amigo. Aquel hombre de entrados años se merecía ser feliz.
Jiraiya notó la preocupación en el rostro de la muchacha y lanzo una risilla para alivianar la seriedad de la situación.
―Descuida, este escritor nació para estar soltero―acotó y se inclinó sobre la muchacha para dejarle un beso en su frente, justo como años atrás―. Gracias por esta noche, ¿Nos vemos a la vuelta?
―Nos vemos a la vuelta―se mostró de acuerdo a joven, a lo que Jiraiya le regaló una sonrisa y se marchó en dirección a su hogar.
Hoshi lo miró marcharse por unos segundos. Vio su largo cabello moverse de un lado al otro, bajo aquella forma de caminar masculina y segura. Sonrió para sí misma, agradecida por tener a Jiraiya en su vida.
Y de haber sabido que esa noche sería la última noche en que lo vería, hubiera aprovechado cada segundo que pasaron juntos compartiendo sus ideales, penas y chistes.
La próxima vez que volvió a saber de Jiraiya, fue un once de noviembre.
El día en que Jiraiya murió.
***
Bueno. *Se sienta a pensar en todo lo que pasó*
Acá estoy de vueltaaaaaaaaaaaa. Antes de que me maten pasaron tantas cosas en mi vida que no pude actualizar como me hubiera gustado!! T_T
Estuve con muchisimo trabajo, arranqué a estudiar otra carrera, y me enfermé gravemente (Ya estoy bien gracias a Diosito!!!)
Me hubiera encantado haber escrito esto con anterioridad, pero eran tantas las responsabilidades que tenía que no podía parar ni un segundo, hasta que mi cuerpo dijo BASTA ESTRELLA, y caí.
Pero bueno,ya esta, ya paso y aqui estoy con nuevo capitulo. Y DIOOOOOS que capituloooooo. La verdad que estoy empezando a odiar a Kakashi jajajaajjajajajaa esa personalidad de mierda. DIOS MASASHI PORQUE COMPLICASTE LAS COSAASSSSS Jajajajaja
La relación entre ambos se está tornando igual de complicada que las cosas en el mundo ninja. Esta todo dificl che jajajaa
En fin, espero que les haya gustado. NO ME MATEN PLISSSS
Les extrañe mucho,
Les abrazo.
Estrellita
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