Capítulo XII
Viraha
{El descubrimiento del amor a través de la separación}
Tsunade finalmente se reunió con los Kages en Suna, y Hoshi estuvo presente. Le hubiera encantado haber estado ahí para pasar tiempo con Kankuro, pero lamentablemente la urgencia y disponibilidad de aquel evento no le permitió más que saludarlo apenas y regresar a Konoha.
Con todas las pruebas, los demás Kages se mostraron convencidos de solicitar la expulsión del Consejo de Danzo Shimura, y así fue como bajo la supervisión de Hoshi, quien tenía los conocimientos necesarios para redactar aquel pedido, todos firmaron la carta que ese mismo día fue enviada al Consejo del País del Fuego.
Ahora, con una intervención de las Naciones Ninjas, el Consejo no tendría más que responder por las acciones de Danzo, o bien expulsarlo de su puesto para así poder quitarle los fueros y por lo tanto la inmunidad a cualquier maniobra legal en su contra que tomaran las naciones.
Llegó el mes de septiembre, y las hojas de los árboles caían amarronadas sobre los adoquines de la aldea. Había sido el cumpleaños de Kakashi, pero Hoshi no se había acercado a saludarlo. Estaba aprendiendo a sobrellevar la situación con él, pero aún no estaba lista para pretender que todo fuera como antes, e intentar hacerlo sería fingir, y no era buena en eso.
Por otra parte, Kankuro estaba cada vez más presente en la vida de la Himara. Y si bien tenía trabajo que hacer y responsabilidades con las cuáles cumplir, él se hacia el tiempo necesario para visitarla.
El foco de Danzo había cambiado repentinamente hacia otro asunto que tenía a todas las Naciones aún más preocupadas.
Akatsuki se hacía nuevamente eco de sus hazañas, y la novedad de que una de las parejas de la organización había sido vista en las cercanías del País del Fuego había corrido como cascada por las calles de Konoha.
—¿Vendrás a verme la próxima semana? Ya le he dicho a Gaara, y él está sumamente entusiasmado con la idea—dijo blanqueando sus ojos ante esto último. Desde que el Kazekage conoció oficialmente a Hoshi cómo su novia, no paraba de insistirle al marionetista que la invitara a pasar un fin de semana completo en su aldea. Kankuro no quería apresurar las cosas, ni asustar a su novia, pero a Hoshi la realidad era que no le molestaba en absoluto. Gaara era un muchacho tranquilo y amable, por lo que era bueno conversar o pasar tiempo con él y Temari con quién no congeniaba del todo bien, casi nunca estaba por allí.
—Iré, si—le dijo, esbozando una sonrisa—. Estaré viajando el viernes a la mañana, me quedaré el fin de semana y el lunes debo estar aquí temprano—explicó, recordando un poco todas las tareas que le caerían encima próximamente.
—Te tomo la palabra entonces—respondió el novio, y le tomo la mano para darle un tierno beso encima—. Nos vemos pronto—se despidió, y Hoshi le regaló un último beso hasta su próximo encuentro.
Kankuro parecía no querer despegarse de ella, pero Hoshi lo obligó a hacerlo empujándolo entre risas. El marionetista sonrió, y comenzó a caminar hacia atrás, saludándola de forma galante con una de sus manos.
Hoshi lanzo una risilla al ver que casi tropezaba y tenía que comenzar a caminar de forma normal para no caerse.
Se fue perdiendo lentamente después de pasar las puertas de Konoha. Hoshi se quedó viendo, mientras el sol del mediodía comenzaba a incomodarla. Además, su estómago estaba empezando a rugir del hambre. Últimamente comía mucho.
Asami estaba en un pueblo contiguo, realizando unas prácticas junto a Sakura y otros residentes del hospital, así que no contaba con ella para almorzar. Su madre le había dicho que la esperaba para comer entonces se dirigió a su casa con avidez, lista para saciar su estómago que le pedía a gritos que ingiriera algo.
Lo bueno del departamento de sus padres era que quedaba cerca del centro, y no tenía que caminar tanto como para regresar a su casa.
A esa hora los negocios comenzaban a cerrar, para respetar la hora del almuerzo, y volvían cerca de las cuatro o cinco de la tarde, cuando el sol se volvía menos intenso. De todas formas, el otoño había comenzado y ya no tenía la fuerza del febo del verano, aunque todavía sus días conservaban gran calidez.
A varios metros frente a ella, alguien levanto la mano, saludándola. Hoshi achino sus ojos. Al tener un ojo con una visión casi nula le era muy difícil enfocar los objetos a lo lejos por lo que no podía distinguir de quién se trataba hasta que está persona estuviera cerca.
—¡Hoshi! ¿No me saludarás? —dijo el sujeto.
La castaña sonrió, sonrojándose.
—Disculpa Asuma, no te veía —se excusó, deteniéndose frente a él. El moreno se rio.
—Está bien, solo bromeaba ¿Cómo estás? Llevaba tiempo sin verte. Parece que Tsunade te está explotando día y noche—acotó. Hoshi asintió, arqueando sus cejas.
—Mas o menos, sí. Estoy con mucho trabajo, y el tiempo que tengo libre lo uso para entrenar—explicó.
—Guy me lo ha dicho, me contó que has vuelto a las viejas épocas.
—Eso intento—Luego de su ataque, Hoshi había dedicado gran parte de su tiempo a recuperarse mental y espiritualmente, y a formarse en su carrera por lo que había dejado de lado el entrenamiento ninja. Desde que había vuelto a Konoha, había comenzado a entrenar diariamente con Gai, pero no para afinar su silueta o volverse una mujer física y hegemónica mente irresistible, sino para estar saludable y ganar la resistencia que necesitaba para el combate si así se necesitara—. ¿Tu como estas? "Riquísimo cómo siempre, de eso seguro"—pensó para sí misma, mirando el rostro del moreno que se había vuelto aún más masculino que cuando lo había conocido.
—Bien, cansado. No voy a negarlo. Esto de Akatsuki nos ha tenido a todos con el sueño en vilo—respondió—. Pero estoy pasando por uno de mis mejores momentos—continuo, y Hoshi lo escuchó atentamente. Acababa de decir una de esas frases que dicen las personas que tienen ganas de compartir algo con alguien, un momento de felicidad, de alegría, una buena noticia. Asuma le estaba diciendo en silencio a la Himara, que estaba feliz—. Nunca pensé que diría esto, pero...realmente me alegro de estar aquí.
Hoshi esbozó una enorme y sincera sonrisa. Su corazón se llenó de regocijo al saber que Asuma Sarutobi estaba siendo feliz.
—No tienes idea de lo que me alegra escuchar eso—dijo la Kunoichi. El Sarutobi se rio, avergonzado.
—Gracias—Le sonrió. Y Hoshi recordó porque se había enamorado de él—. Han pasado años de la última vez que nos juntamos todos—hizo alusión a aquellas reuniones con Kakashi, Gai, Kurenai, Anko y demás. Esas tardes después del trabajo, las copas compartidas en los momentos de paz. Hoshi sintió nostalgia al recordar todo eso—... Fue el cumpleaños de Kakashi—dudando aún si era correcto o no decir aquello—. Creí que te vería allí.
Era cierto. A principios de septiembre se había celebrado el natalicio del Hatake, y para festejarlo, los viejos equipos se habían reunido en la casa de Shikamaru.
Tanto Hoshi como Asami habían sido invitadas por el Nara.
—Lo sé —contestó sin miramientos—. Yo también lo creí, pero después me dije que no era necesario ir. ¿Para qué? No podemos forzar algo que ya se rompió, ¿No crees?
Asuma chasqueó la lengua, y se quitó el cigarro de su boca después de darle una pitada.
—Lo que creo es que no podemos vivir con rencores. La vida es demasiado corta—sus ojos marrones se fijaron en un punto detrás de Hoshi, pensativos, casi filosofando. Y segundos después volvió a mirar a la castaña—. Pero entiendo tu punto, y si tú no estabas cómoda con la idea de ir, es totalmente respetable—Hoshi le sonrió nuevamente. Asuma había sido siempre tan comprensivo.
—¿La pasaron bien?
—Solo diré que tuvimos que llevar a Gai a cuestas hasta su casa—hizo un gesto cómico con su mano, y Hoshi rio negando con la cabeza. Gai era un ser sumamente equilibrado, pero no podía controlarse cada vez que bebía unas copas.
—Me alegra mucho saberlo, y creo que usaré eso en su contra—acotó, rascándose la punta de la nariz mientras seguía riéndose.
—Yo haría lo mismo—Asuma también reía, con el cigarro entre sus dedos y sus dientes envidiablemente blancos apareciendo tras esa sonrisa.
—En fin, me alegra mucho verte Asuma—dijo Hoshi, recordando que sus padres estaban esperándola para almorzar—. Y deseo con todas las fuerzas que esa felicidad que sientes ahora, te acompañe toda tu vida—Hoshi estaba siendo sumamente honesta con aquel deseo. Asuma era un buen tipo, que siempre empatizaba con los demás y nunca juzgaba a nadie. Se merecía estar pasando por eso, se merecía tener una familia con el amor de su vida.
—Hoshi, te lo agradezco—Asuma parecía emocionado. Le regaló una corta reverencia, de esas en señal de respeto—. Me alegra verte bien, en serio—dijo.
—Estoy mejor, si—Se mostró de acuerdo, aún con la sonrisa en sus labios—. Espero encontrarte más seguido, ¡Y saluda a Kurenai de mi parte! —exclamó, girándose para después saludarlo con la mano mientras se alejaba de él.
Hoshi sacudió su cabeza y respiro profundo. Tenía que reconocer que se había puesto nervios al verlo. Asuma había sido el "primer amor" de su vida y aunque este amor no había sido correspondido, ella todavía seguía guardando con estima ese recuerdo de su adolescencia.
Extrañaba mucho las tardes en los bares, las salidas con Anko y las reuniones de los demás equipos. A medida que el tiempo pasaba cada quien tenía otras responsabilidades y era cada vez más complicado coincidir en algún momento libre, por eso era una bendición haberse encontrado con Asuma en aquella circunstancia, era casi como si el universo lo hubiera planeado, y Hoshi después entendería el porqué.
—Creíamos que te habías olvidado—le dijo su mamá cerrando la puerta tras sí. Su hija única negó efusivamente mientras se descalzaba. El piso de aquel departamento era frío, lo que la hacía extrañar su viejo hogar.
—No mamá, no me olvidé. Pasa que me encontré a Asuma Sensei en el camino, y me detuve unos minutos hablando. ¡Hola papá! —exclamó arrojándose sobre su padre para abrazarlo, a lo que este la recibía con sus brazos abiertos como si todavía fuera una niñita—. ¿Qué me has cocinado hoy? ¿Eh? —Se acercó a la cocina, y abrió la olla que hacía calentándose sobre una de las hornallas. Instantáneamente el olorcito a finas hierbas invadió su olfato, y cerró los ojos, recordando bellos momentos de su infancia.
—¿No dijiste que tenías ganas de tomar sopa? —le respondió su padre, acercándose a ella. Hoshi sonrió, sabiendo que bromeaba. Su padre en realidad había hecho pollo asado y aquel era el caldo para ponerle arriba, justo como cuando era pequeña.
—Espero que el pollo no se haya resecado, lleva varios minutos demás en el horno—dijo Yokino enojada, mientras se disponía a sacar el pollo del horno y colocarlo en la mesa que ya estaba preparada.
Un par de bromas más en torno a su poco paciente madre y después de lavarse susanos la familia Himara se hallaba disfrutando de aquel delicioso almuerzo. Hoshi comía como condenada, ya que rara vez podría disfrutar de un platillo como este en su casa con su amiga, y era una pena que esta última no estuviera allí para disfrutarlo también.
—Mamá, esto está delicioso —dijo placentera mente mientras blanqueaba sus ojos y se dedicaba a beber agua para dejar pasar la comida—. Increíble, me llevaré todo lo que sobra—acotó, generando la risa de sus padres.
—No sobraría nada si invitaras a tu novio a comer con nosotros—respondió la matriarca sin ningún tipo de miramientos. Hoshi negó rápidamente sin quitarle los ojos a su plato.
—Ah ah—volvió a negar.
—¿Cuándo lo presentarás? Queremos conocerlo—agrego el padre.
—Nunca.
—¿Y porque nunca? ¿Acaso te avergonzamos niña? —su madre estaba molesta.
—¡Claro que no! —aclaro rápidamente la Himara—. Simplemente no quiero presentarlo, me agobia pensar en todo ese procedimiento o protocolo. Si algún día la situación se da naturalmente, genial, lo conocerán. Además, ¿Para qué? Y estoy segura que han oído hablar de él. Es el príncipe de Sunagakure.
—Pero nosotros no queremos conocer al príncipe de Sunagakure, queremos conocerá la persona que está con nuestra hija. Queremos saber si es un buen chico, ya sabemos que es el consejero de Gaara, el Kazekage, pero no sabemos si te trata bien, si no es un alcohólico o un violento—se mostró preocupada su madre. Hoshi le sonrió negando.
—Kankuro no es nada de eso mami—Tenía razón, Kankuro era todo lo contrario a un mal tipo—. Es la persona más amable que he conocido hasta ahora. Además, si fuera algo de eso no estaría con él. ¿No creen?
—Tiene razón—confesó su padre, mientras miraba a su esposa—. No la hemos criado para que tolere algo así.
—No, es cierto. Sin embargo, muchas veces no vemos la realidad de las personas, y necesitamos que otros ojos lo hagan. Mira nada más a su amigo Kakashi, ella estaba embobada con él, y ¿El que hizo? Simplemente le dio la espalda. Quizás si lo hubiéramos recibido con más frecuencia en nuestra casa, nos hubiéramos dado cuenta que no era una buena persona.
La castaña blanqueo los ojos, no quería tocar ese tema ahí, en un momento tan agradable como ese.
—Lo de Kakashi no tiene nada que ver aquí. Además, esa es una situación pasada, y que haya sucedido aquello con una sola persona no significa que suceda con otras. ¿No creen? —su padre asintió, comprensivo cómo siempre. Pero su madre no dijo nada, solo blanqueo los ojos como su hija y bebió el vino que tenía servido en su vaso.
—Solo no quiero que salgas herida Hoshi.
—No será así mamá, las cosas con Kankuro estarán bien. Sin embargo, no quiero pensar mucho a largo plazo, digo... las cosas están bien, creo que lo mejor es tomar la relación con calma. Y ver qué nos depara el futuro.
―Entonces hay un futuro―dijo su madre con una sonrisa pícara en sus labios. Hoshi volvió a blanquear sus ojos, molesta.
― ¡Es un deciiiirrrrr! A lo que me refiero es que no sabemos a dónde vamos a estar los próximos dos meses. Podemos optar por otras carreras, tomar decisiones que nos alejen de nuestros países, ¡Podemos morirnos! ―exageró, comiendo un trozo de pan.
―Ay Hoshi, no digas esas cosas ―la regañó su madre, mientras su padre reía disimuladamente. La castaña también lanzó una risita disfrutando de molestar a su mamá.
Aquella pequeña familia estaba intentando recuperar todos los momentos que se habían perdido tras su separación después de la trágica noche. Sin embargo, Hoshi en el fondo no podía evitar sentir miedo al recordar la amenaza entregada por parte de Momoki. Temía por su familia, ya que sabía que Danzo era capaz de realizar cualquier cosa, sobre todo después de que las cinco grandes naciones increparan al Consejo del Fuego a separar a Danzo de sus cargos.
La única ventaja era que Akatsuki, el asunto de Sasuke y demás complicaciones internacionales ocupaban ahora la mente de la mayoría de los líderes de todo el mundo, entonces Hoshi todavía tenía un tiempo para mantener a salvo a su familia.
Las cosas con Kankuro estaban tan bien, que aquel fin de semana que pasaron en Suba fue de maravillas a pesar de tener un tras pies en el medio, relacionado a una misión exclusiva del marionetista.
Hoshi se estaba acostumbrando a su presencia, a su cercanía y a su constante preocupación. Podían pasar horas hablando, y también en silencio lo cual para ella era muchas veces más necesario que para cualquier otro ser humano.
Por eso no le molestó en lo absoluto tener que acompañarlo a encargarse de una situación relacionada al gobierno de Gaara y la seguridad de Suna, ni tampoco tener que dormir con él en una hostería de mala muerte para poder pasar la noche.
Además, los dos eran muy conscientes de que quizás cada vez tendrían menos tiempo para verse. Todo a causa de los conflictos internacionales que estaban afectando a cada uno de los países por igual.
Hoshi tenía días en los que estaba pasada de trabajo y apenas tenía un momento para distraerse entrenando. Y Kankuro viajaba muy seguido a resolver situaciones como consejero, por lo que ya no tenía la disponibilidad como para viajar tan seguido a Konoha como apenas se conocieron.
Por eso cada segundo en los que coincidían en compañía, debían aprovecharlo como si no volviera a existir otro momento así para verse.
Las hojas de los árboles comenzaban a teñirse de doradas y las frecuencias de su caída era cada vez más continuadas. El otoño había invadido las calles de Konoha, y con él la preocupación por el futuro.
Tsunade había aprobado el proyecto del Seguro de Vida de Hoshi, y ahora cada uno de los ninjas de Konoha estaba inscripto en un sistema que le aseguraba una ayuda monetaria en caso de que algo sucediera con su vida y a su vez, un seguro médico en el resto de los pueblos del país del fuego que cubría cualquier gasto que debieran afrontar por alguna situación de enfermedad o accidente.
Los padres de Hoshi estaban orgullosos del logro de su hija, pero la castaña creía que todavía había mucho para mejorar por lo que el siguiente paso sería replicar ese modelo en el resto de las Naciones Ninjas.
—Me parece una de las mejores cosas que le ha sucedido a esta aldea, querida amiga—le dijo Maito Gai, mientras secaba el sudor de su frente luego de una ardua sesión de entrenamiento en el dojo cercano al edificio de los Jonin—. Ayer firmé mi seguro, y me dijeron que dentro de un mes ya podré gozar de atenciones gratuitas en cualquier hospital del país.
Hoshi asintió con lentitud mientras fingía limarse las uñas, mostrando orgullo ante aquello.
—Así es. ¿Quién pudiera, ¿verdad? —bromeo, y su amigo se rio ante aquello.
—En verdad me alegra mucho lo que has logrado.
—Gracias Maito—Se acercó al mostrador del puesto de comidas a dónde se habían dirigido para tomar un descanso. La muchacha se acercó a ellos, y les tomo la orden. Hoshi se pidió un jugo de espinaca, y Gai una bebida energizante—. Espero que realmente dure en el tiempo y sirva de algo. Yo sé que no estamos cambiando las cosas, pero por lo menos vamos en camino de.
—No lo minimices, si están cambiando las cosas. Ahora los ninjas tenemos cierta tranquilidad de saber que alguien protegerá a nuestra familia, o los ayudará en caso de que ya no estemos—exclamó, palmeando amistosamente la espalda de la joven. Hoshi lo miro y chasqueó la lengua.
—Si, eso es verdad. Pero también me gustaría que los ninjas no tengamos que arriesgarnos de esa forma.
—Bueno Querida, pero de eso se trata nuestro trabajo. ¿No crees? Todos sabíamos del riesgo que conllevaba ser ninja, desde el momento en que nos recibimos de Gennin—Hoshi asintió, tenía razón—. Y no nos importó nunca perder nuestra vida por este empleo. Ahora lo que tú estás logrando, es que nuestro trabajo tenga un valor más allá de lo monetario. Y que la palabra ninja comience a volverse más humana, y no la simple y perturbadora definición de una "máquina de matar".
La castaña suspiro.
—Yo solo quiero que se deje de enseñarnos que hemos venido a este mundo a sobrevivir.
—No importa si nos dejan o no de enseñarnos aquello, lo que importa es lo que hacemos nosotros con esas creencias. ¿No crees?
La castaña lo miro, con sus cejas casi arqueadas. Aquella frase le había llegado a lo más profundo de su mente. A veces Gai podía decir cosas realmente acertadas.
—¡Holaaa! —los saludo Kakashi, llegando con su paso cansino, hasta quedar frente a ellos dos. Llevaba una de sus manos en los bolsillos, y con la otra los saludaba amigablemente. Maito miro a su amiga se forma veloz, y luego volvió su vista a Kakashi. Hoshi, por su parte, no sabía dónde meterse.
—¡Mi querido rival! —exclamo Gai, acercándose a saludarlo. De paso, aprovechaba para hacerse el estúpido y no tener que pagar la orden que la muchacha que los había atendido anteriormente le traía y dejaba en l mesada, teniendo que hacerse cargo Hoshi de aquello, quien ahora abonaba la compra blanqueando sus ojos resignada—. ¿Qué te trae por aquí, Kakashi?
—Mph, no mucho. Iba de camino a mi casa, y al verlos decidí acercarme a saludar. Hola Hoshi—le dijo a la Himara, y está después de darle un sorbo a su jugo se limitó a saludarlo con un gesto de cabeza.
Kakashi están amucho más simpático que años atrás, y esto se debía en gran parte al trabajo con sus alumnos. Ahora hablaba animadamente, se reía, y de vez en cuando se sumaba a las estupideces de su amigo Maito. Hoshi no lo recordaba de aquella forma, por eso era una sorpresa para ella verlo comportarse así.
—Nosotros estuvimos entrenando hasta hace unos momentos. ¿Ya firmaste los papeles? —le pregunto animado, y Kakashi sonrió.
—Así es, lo hice en la mañana de ayer—sus ojos se desviaron a Hoshi—. Es un buen logro, me han contado que te esforzaste mucho.
—Cualquier persona hubiese hecho lo mismo—respondió Hoshi, modesta y escueta. No quería darle mucha confianza. Todavía no se había olvidado de todo y del todo.
Maito tomó su bebida de la mesada, y la abrió dejando oír aquel sonido a gas que salía de las bebidas gasificadas. Le dio un largo sorbo, y dejo salir un suspiro de satisfacción.
—Mango, mi favorita—comentó—. ¿Quieres una? —le pregunto a su amigo, y Hoshi lo miró mal, ya que esperaba que, si Kakashi aceptaba, sea Maito quien la pagaste y no ella.
Afortunadamente para ambos, Kakashi se negó.
—He estado bebiendo café todo el día, si tomo algo así probablemente muera de un ataque cardíaco―suspiró, y esbozó una sonrisa mientras rascaba su nuca―. Aunque he sido tu amigo tanto tiempo que, si no morí de un infarto hasta ahora, dudo que lo haga.
Hoshi sonrió de manera casi imperceptible ante aquel chiste que molestó a Gai. Negó con la cabeza y le dio un sorbo más a su jugo de horrendo color verde. Maito comenzó a bromear con Kakashi, pero los ignoró, simplemente se quedó observando el piso, pensando en lo que acababan de hablar con su amigo, respecto a la vida de los ninjas.
― ¿Hoshi chan? ―dijo Maito, y la castaña volvió en sí.
― ¿Mm?
― ¿No oíste ni una palabra de lo que dije, cierto? ―le pregunto, y Hoshi arqueó los hombros avergonzada. Maito negó―. Me voy querida amiga, este cuerpo debe reponer sus energías para la misión de mañana―explicó, ya con más seriedad. Hoshi sintió como el pánico invadía sus venas, no quería quedarse sola con Kakashi. Gai se despidió sin más, ignorando la súplica que emitían los ojos de la joven, y se fue de allí realizando un gracioso bailecito que Kakashi siguió con la mirada hasta que estuvo lo suficientemente lejos.
―Bueno, yo también me voy―dijo haciendo que voltee a verla. Hoshi no tenía siquiera la intención de despedirse, pero por cortesía aviso que se marcharía de allí al igual que Gai.
―Oh, si, está bien―Kakashi se mostró algo confundido. La castaña solo asintió, y empezó a caminar, pero el peli plata la detuvo―. Espera, ¿Me dejas acompañarte? Supongo que vas a tu casa.
Hoshi se demoró unos segundos en responder, pero luego negó con lentitud.
―Estoy bien, puedo caminar sola.
―Ya sé que estarás bien. Quería acompañarte para que hablemos.
― ¿Sobre qué? ―le respondió. Estaba comenzando a molestarse.
―Sobre tus cosas, lo que has hecho, sobre cómo te sientes. No he hablado contigo desde agosto―La última vez que cruzaron palabras, fue en el lago―. Estoy empezando a creer que eres algún tipo de ilusión y nunca exististe―bromeó, intentando alivianar el asunto.
—Sigues igual de idiota que siempre—le dijo, con una sonrisa resignada en su rostro. Kakashi también sonrió, y se la quedó mirando por un largo rato.
Hoshi comenzó a ponerse nerviosa.
—No me mires así, sabes que lo detesto.
Kakashi pestañeó divertido, mientras rascaba justo por la línea debajo de su bandana ninja.
—Te he extrañado—confesó, volviendo a mirarla.
Hoshi frunció el ceño mientras sentía como su estómago se anudaba. Kakashi era un ser frío y sin sentimientos. O justo así lo recordaba. Por lo que escuchar aquella frase salir de su boca la dejaba desconcertada y sin saber muy bien que decir. Ella también lo había extrañado, ¡A raudales! Pero decirlo era asumir quizás que se había olvidado de su actitud de mierda, y eso no era cierto.
Dejó salir un suspiro molesto, y blanqueó sus ojos cruzándose de brazos.
—Ya tenías que arruinarlo todo—dijo, mientras se daba vuelta y comenzaba marcharse de allí. Kakashi la siguió, consternado por su actitud.
—Hoshi espera—le dijo siguiendo sus pasos, La castaña apresuró su marcha, con el ceño fruncido y su mano libre en puño—. No te ofendas—agregó, con suavidad.
—No me ofendo—le respondí, sin detener la marcha—. ¿Pero cómo quieres que me tome esto que me dices? Estoy intentando entablar una conversación decente contigo, y sales con eso Kakashi.
—Disculpa, no creí que llegara a molestarte tanto. Pero solo estoy diciendo la verdad. Llevamos años sin vernos, no he hablado contigo y realmente extraño los martes en los que almorzábamos, o nuestros encuentros después de entrenar, tal como lo hiciste hoy con Maito.
Kakashi se estaba sincerando sin ningún tipo de filtro, y Hoshi estaba comenzando a sentirse muy incómoda. No quería escuchar aquello ni tener que lidiar nuevamente con el dolor que le había causado su pelea con él.
―A ver―dijo finalmente, deteniéndose en seco y mirándolo con la fiereza que la caracterizaba―. Ya me has dicho lo que tenías para decirme, y te he escuchado. Listo, punto final. Eso no significa que las cosas vuelvan a ser como antes. ¡No puedes pretender que me olvide de todo y seamos los buenos amigos que fuimos! Ya sé que hiciste lo que hiciste para protegerme, entiendo que todo esto viene de un repudiable sentimiento de auto rechazo que se sembró a partir de todas tus pérdidas. Pero ese auto rechazo, me causó mucho dolor a mí, y yo no puedo simplemente pretender que no me dijiste lo que me dijiste. Porque preferiste protegerte a ti mismo, en lugar de superar ese dolor que cargas―Hoshi no lloraba, ni estaba conmovida. Por primera vez hablaba sin que le temblara la lengua―. Kakashi ya está, ya superemos esto y sigamos adelante. Haremos nuevos amigos y encontraremos nuevas personas. Solo por favor, no intentes forzarme a hablar, ni me persigas, dame tiempo. Quizás en un futuro podamos cruzarnos y saludarnos como dos colegas, respetuosamente, ahora no. No puedo hacerlo, dame tiempo―le repitió y Kakashi no dijo nada, solo respetó aquello y se quedó en silencio.
Hoshi, al ver que el ninja no replicaría sus palabras suspiró y le dio la espalda continuando con su viaje de regreso.
Le dolía tener que decirle eso porque ella no era una mala persona que le decía todo aquello solo para lastimarlo o vengarse de la pasada situación. Pero era hora de validar sus emociones y sentimientos, y exigir el respeto del espacio propio que tanto tiempo le había llevado reconstruir aquella comodidad y seguridad que le daba su refugio interior.
Volver a hablar con Kakashi pretendiendo que nada había sucedido era solo un acto hipócrita de su parte, que no coincidía con sus principios. Hoshi sabía perdonar, sí, pero cada herida permanecía en su mente y corazón y si bien con el tiempo todo dolía y molestaba menos, a veces las cosas no podían desaparecer de una sola vez. Ella debía darse ese tiempo para sanar su relación con su antiguo amigo y ahí recién podría ver para que lado irían encaminadas las cosas.
Por suerte para la muchacha, Kakashi era comprensivo y respetuoso, por lo que los días y semanas venideros no insistió en acercarse a ella o comenzar una plática que no se daría, y Hoshi agradeció mucho eso.
Simplemente si se veían, se saludaban simpáticamente como cualquier ninja con otro allí, y cada quien seguía con su camino.
El diez de octubre todavía todo estaba en calma. Y todos podrían haber jurado que ninguno se imaginaba lo que ocurriría después.
Los equipos de la generación de Naruto se habían reunido en un bar relativamente nuevo, con un patio de grandes metros cuadrados. Sakura había pedido si por favor podían celebrar el cumpleaños del Uzumaki en ese lugar, y los dueños se ofrecieron amablemente a organizar el área. La noche estaba tan llena de estrellas que cualquiera envidiaría tener ese cielo para su cumpleaños, y casi que parecía un regalo enviado por los padres del rubio.
Nadie había faltado al evento. Estaban todas las personas más cercanas a la joven promesa. También había concurrido Asami, junto a Shikamaru quienes misteriosamente se los veía más cercanos que nunca, y Kankuro había tenido la idea de viajar de sorpresa, siendo la compañía de Hoshi aquella noche.
―Espero que le guste el regalo―dijo Hoshi, mirando la mesa en donde habían puesto las demás cosas. Kankuro la observó, y con la mano que tenía libre ya que en la otra tenía un vaso de cerveza acomodó el flequillo sobre el rostro de la muchacha.
―A mí me gustas tú― le respondió con ternura, y Hoshi no pudo evitar ruborizarse.
―Menos mal―bromeó, y Kankuro se rio tomándola de la cintura y acercándola a él.
Si bien había mesas en el jardín, estas estaban mayormente ocupadas por comensales ajenos al cumpleaños del rubio. Sus invitados, estaban agrupados en un sector, con mesas dedicadas a ellos, y una mesa más larga donde dejaban los regalos para Naruto.
Si querían comer algo, debían pedir como cualquier cliente normal, pero hasta ese entonces todos estaban disfrutando de la noche con algunas bebidas que pedían la barra de tragos.
― ¡Qué lindo que hayas venido, Hoshi chan! ―exclamó emocionada Sakura, quien se había acercado a la pareja junto a Ino y Tenten―. Lo mismo digo de ti, Kankuro san.
― ¡Se ven tan lindos juntos! ―acotó la amiga de Hoshi, que por primera vez llevaba su cabello castaño suelto―. Es la primera vez que los veo juntos y en público.
―Gracias Tenten―acotó la Himara, quien se sentía un poco incomoda ante aquella atención repentina por parte de las jóvenes―. No solíamos Salir muy seguido, estábamos intentando mantenerlo en secreto, pero Kankuro estuvo de acuerdo en acompañarme aquí, así que dijimos ¿Por qué no? ―bebió un sorbo de su trago con alcohol, y sonrió pícaramente mirando a su acompañante.
―Me parece bien―agregó Ino, asintiendo―. Además, ¿Por qué habrían de ocultarlo? Todos sabemos que tú eres el consejero de Suna y eso te vuelve alguien importante, pero acaso ¿Eso es una prohibición para que sean felices?
Kankuro todavía no decía nada, estaba sonrojado pro aquella situación y solo tenía en su rostro una sincera sonrisa.
―Espero que me inviten a su boda―bromeó la pelirrosa, y Hoshi casi se atraganta con un pedazo de limón que se coló a su boca al no prestar atención después de ese inoportuno chiste.
―Oh bueno, creo que es muy pronto para hablar de boda―dijo Kankuro quien noto la incomodidad de su novia, y quiso poner paños fríos en el asunto ―. Primero nos enfocamos en disfrutar de nuestro noviazgo y luego ya veremos.
― ¿Y qué tal tu relación con Sai, ¿eh? ―le pregunto Hoshi a Ino, haciendo que las mejillas de la rubia se llenaran de sangre. Kankuro lanzo una risita muy por debajo, y miró hacia otro lado. Amaba ese lado malicioso de Hoshi.
― ¿Con Sai? ¿Qué ocurre con él? ―respondió nerviosa, mientras reía involuntariamente. Sakura la miró con picardía.
―Están coqueteando, pero ninguno se anima a dar al primer paso―dijo su amiga pelirrosa, enviándola al frente. Tenten miraba divertida aquella situación.
Ino maldijo a Sakura molesta por aquel dicho, y todos comenzaron a reír ante esa situación que fue opacada por la llegada de Jiraiya al grupo, quien con galantería saludó a todos los presentes. Hoshi lo miró sonriendo, y se acercó a él para abrazarlo con ternura.
―Oh vaya, no esperaba este gesto―dijo el sabio, respondiendo aquel abrazo.
―Te lo mereces, hace mucho que no te veo―respondió su amiga, separándose para poder mirarlo―. Últimamente pasas mucho tiempo fuera de la aldea.
― ¿Y gracias a quién? ― bromeó, haciendo referencia a que gracias al descubrimiento de la Himara Tsunade había ordenado la investigación en Amegakure―. ¡Kankuro san! ―exclamó mirándolo, y le extendió la mano esperando a que este la sostuviera y así poder saludarse. Kankuro lo hizo sonriente, lejos de sentirse celoso por la cercanía de su novia para con el sabio―. Así que los rumores son ciertos, ¿Eh?
Hoshi blanqueó los ojos. ¿Todo el mundo haría un comentario sobre la relación?
―Parece que solo se hablará sobre esto hoy, ¿No? ― dijo mirando a Ino, Sakura y Tenten que todavía seguían hablando sobre la relación de la rubia y Sai―. Porque no hablamos sobre ellas. Ellas están muy enamoradas.
Jiraiya se rio, y le dio unas palmaditas en el hombro descubierto.
―Tranquila, no los molestaré con eso. No quiero meterme con el Príncipe de Suna y la abogada de Konoha―se mofó, y Hoshi le hizo burla.
Lejos de las bromas y los chistes sobre la relación de ambos, todos estaban pasando un grato momento juntos. Era una de esas oportunidades que no se daban frecuentemente y era por eso también que la Himara había aceptado ir.
A unos metros más allá Asuma bromeaba con Kurenai, ambos se miraban con dulzura y ella sonreía ante los malos chistes del moreno. Estaban tomados de la mano, él con un vaso de sake, ella con uno de agua. Parecía que la luna solo los iluminaba a ellos.
Hoshi suspiró, mirando aquella escena y recordando lo enamorada que había estado de ese hombre, a pesar de no ser correspondida. Miró la panza de Kurenai, gigante. Ambos estaban formando una hermosa familia y cualquiera que los conociese diría que se lo merecían por ser tan buena gente.
La castaña sonrió, enajenada de la conversación que los otros ninjas mantenían aún con su novio y sus ojos miraron hacia otro lado, encontrándose con una profunda mirada negruzca. Kakashi llevaba viéndola un buen rato, pero Hoshi no lo había notado hasta ese entonces que por casualidad miró en su dirección.
Acomodó su cabello, nerviosa y quiso mirar para otro lado, peor el Hatake levantó su mano para saludarla y ella le respondió rápidamente con un gesto de su cabeza. Hoshi le pidió a Dios que por favor no se acercara, y la escuchó ya que el Hatake se mantuvo alejado de ella toda la noche.
Después de un tiempo la castaña se olvidó de su existencia, y disfrutó del cumpleaños del rubio de tal manera que al regresar a su hogar junto a Asami y Kankuro, los tres coincidieron en que necesitaban una salida de esas para desconectarse un poco de todas sus responsabilidades y recordar de vez en cuando que en el fondo eran seres humanos que tenían necesidades sociales que satisfacer, y se merecían un descanso de todo.
Pero las cosas dieron un vuelco el 18 de octubre.
Kakashi se levantó de su cama para beber el vaso de agua que bebía a diario apenas despertaba, y mientras lo hacía miró el reflejo que le devolvía el espejo de cuerpo completo que tenía en el medio de aquella modesta cocina.
En su torso tenía las marcas de viejas batallas, y se criticó su peso. Quizás debía reforzar el consumo de proteínas ya que para su mente se veía más flaco de lo que le gustaba, pero a lo mejor era solo eso, una percepción de su mente.
Tomo una ducha rápida y fría, se preparó su desayuno y después de vestirse se fue al encuentro de Naruto, con quién practicarían la evolución del Rasengan.
Llegó tarde, como de costumbre y de encontró nuevamente con las caras resignadas del Uzumaki y Yamato. El día estaba gris, tan hermoso como para quedarse en la cama, pero los tres sabían que eran ninjas y que no podían darse el lujo de tomarse un día libre por más que lo necesitasen.
Naruto utilizaba toda su energía para crear clones que le permitieran controlar los elementos necesarios para lograr aquella hazaña. Tenía la enorme ventaja de contar con el apoyo de Kakashi y Yamato, quienes confiaban ciegamente en que lo lograría, incluso al verlo entrenar Kakashi reconocía que Naruto lo superaba en talento.
Todavía le faltaba ser más metódico, estratégico. Pero al fin y al cabo lo lograría, él era un ninja estrella después de todo.
En un momento de descanso, o reflexión las gotas empezaron a caer sobre ellos. Kakashi miró al cielo y notó que aquellas nubes que los habían acompañado durante esas horas ahora estaban comenzando a descargarse.
― ¿Tomamos un descanso? ―le preguntó Yamato a su amigo. Kakashi miró a Naruto quien estaba tirado en el piso, y negó.
―Dudo que quiera descansar.
―No se detendrá ¿Eh?
Kakashi negó, sonriendo.
―Lo conoces, sabes que no parará hasta lograrlo.
―Si, pero estará exhausto.
―Naruto sabe que su responsabilidad como ninja es proteger la aldea, si siente que está en riesgo no importa cuánto insistamos en que descanse, no lo hará.
― ¡Yamato Sensei! ¡Ayuda! ―gritó el rubio, y los dos sensores lo miraron dándose cuenta que Naruto había perdido el control sobre el Kyuubi.
― ¡Tenzo! ―gritó Kakashi animando a su amigo a que utilizara su Mokuton para evitar que las cosas escalasen a mayores.
Por suerte para los tres y para Konoha, todo fue puesto bajo control y Naruto continuaba con su entrenamiento ahora teniendo otros conceptos con mayor claridad que antes.
Pero tal y como había dicho Kakashi, no se detenía un segundo, sin darle respiro a su chakra ni a sus senséis que lo ayudaban.
La tormenta extrañamente se había disipado, y el sol ahora secaba los restos de una extraña y breve lluvia que los había encontrado horas atrás. Tenían hambre, aunque no quisieran admitirlo, y apenas pararon un segundo para bromear sobre alguna frase graciosa que el peli plata había dicho.
Ese momento de descanso pareció anunciar la tragedia, y en medio de aquel sol radiante apareció Izumo, trayendo con él una de las más tristes noticias.
Asuma Sarutobi había muerto.
Había muerto en las manos de los Akatsuki, defendiendo su honor y, sobre todo, la vida de sus estudiantes.
Kakashi estaba consternado, y Naruto aun no podía creer lo que estaba oyendo. El entrenamiento se detuvo de cuajo, y los tres volvieron al centro a terminar de cerciorarse de aquella noticia.
Tsunade estaba encerrada en su oficina cuándo los tres fueron a preguntarle si aquello ya era seguro. Ella asintió, con seriedad, les pidió que colaboraran con lo necesario para el funeral y posteriormente les pidió que se retiraran porque tenían que seguir trabajando.
Se separaron en la puerta de la oficina, Naruto y Yamato siguieron con sus caminos, y Kakashi se quedó allí, pensando y repensando sobre el asunto. Si Asuma Sarutobi quien era uno de los ninjas que le había hecho frente a innumerables y poderosas amenazas había fallecido en una misión, las cosas eran más graves de lo que se pensaba.
Kakashi se imaginó la forma en la que podía haber muerto y sintió como alguien metía violentamente una mano en su interior y le arrancaba cruelmente su estómago, después de apretarlo hasta casi hacerlo añicos. No podía creer que uno de sus amigos hubiera muerto así, en esas condiciones tan trágicas. No podía creer que Asuma hubiera partido.
Caminó a paso lento, con su ceño fruncido. Pensó en la tristeza que debería estar sintiendo Shikamaru, en la desolación de Ino y Choji. Pensó en Kurenai, a quien había dejado sola y embarazada, y se preguntó si la viuda ya se habría enterado de la triste noticia.
Se encaminó hacia la oficina de los Jonin. Había un aura triste, un sentimiento desolador. No importa si no conocían a Asuma, cualquiera se sentía preocupado ante un evento como ese.
―Me entristece mucho por Kurenai―dijo una muchacha, hablando con otro ninja justo detrás de Kakashi.
―Si, es una lástima. Pero al menos recibirá el seguro de vida, no tendrá que enfrentar los gastos del cuidado del bebé sola cuando este nazca.
El peli plata abrió sus ojos y se volteó a verlos. Ahí cayó en la cuenta de Hoshi y sus sentimientos para con el moreno. ¿Se habría enterado? ¿Cómo lo estaría tomando? Apresuró su paso y subió las escaleras del edifico yendo directamente a su oficina.
En el camino se encontró con Iruka, cuya cara tenía el mismo dejo de tristeza que la de la mayoría d elos ninjas que habían compartido toda una vida con el Sarutobi. Cruzaron un par de palabras, y Kakashi siguió con su viaje.
Se detuvo frente a la puerta de la oficina de la Himara, la cual estaba cerrada. Se tomó varios segundos para golpear, ya que no estaba muy seguro de lo que le diría en el caso de que no supiera. Y tampoco sabía si no se había enterado ya de aquello, pero de no haberlo hecho, Kakashi sentía en el fondo de su corazón que era el quien debía anunciarle aquello, por respeto a tantos años de amistad que habían tenido.
―Si, pase―dijo su voz tras la puerta.
Kakashi abrió con lentitud e ingresó al pequeño y desordenado cubículo. La Himara seguía escribiendo con rapidez sobre unos cuadernos, y de tanto en tanto corría la vista para revisar otros desde los que copiaba cierta información que parecía ser bastante importante. A su derecha, un sinfín de carpetas desordenadas, y a su izquierda, una máquina de escribir con una hoja ya usada hasta la mitad.
―Ah―comentó al ver a Kakashi allí, lo miró por unos segundos y después volvió a bajar su mirada. No esperaba ver al Hatake en su oficina―. Si viene s por tu liquidación no la tengo yo, la he llevado al departamento de Contabilidad para que las firmen. Y no sé por qué se han demorado, no tengo idea, yo las he entregado a tiempo.
Kakashi sonrió ante aquel comentario. Hoshi tenía la costumbre de excusarse mucho tiempo antes de saber siquiera que tendría la gente para decir o pedirle.
―No, no he venido por eso―dijo, volviendo a tener su semblante serio―. Parece que no te has enterado.
Hoshi levantó su mirada, y frunció el ceño.
― ¿De qué?
Kakashi suspiró, y miró al techo. Le costaba hallar las palabras exactas para darle esa noticia.
―Kakashi, estoy trabajando, te he dicho que
―Asuma murió―la interrumpió, y la expresión de la Himara cambió rotundamente―...esta mañana.
―No puede ser, seguro estas equivocado―le discutió, con una vaga esperanza de que aquello fuera mentira. Kakashi negó, y Hoshi se llevó las manos a su boca, dando una bocanada de aire que esperaba pudiera ayudarle a procesar aquella información.
―No, Hoshi. Izumo nos avisó de aquello, y Tsunade lo confirmó, murió en manos de Akatsuki. Están preparando el funeral. Sentí que debía ser yo quien te avisara, lo lamento mucho―Kakashi se acercó lentamente hasta el escritorio de la castaña, como si intentara consolarla.
Hoshi estiró su mano para alcanzar el vaso que tenía con agua sobre su escritorio. Le dio un largo sobro, hasta terminarlo. Luego negó, y tomó la lapicera que había dejado al enterarse de aquello.
―No, no es conmigo con quien debes lamentarte―habló con suavidad. No estaba peleando―. Es con Kurenai el asunto―Kakashi la miró, en el fondo sorprendido por su entereza. A pesar de estar visiblemente triste, sus ojos no se habían llenado de lágrimas y no había señales de que sucumbiera sobre el escritorio―. Gracias por avisarme Kakashi―dijo finalmente, mirándolo con amabilidad, y luego volvió a sus quehaceres haciéndole entender que podía retirarse.
Kakashi salió de allí, y Hoshi se quedó mirando unos segundos la puerta ya cerrada. Respiró profundamente una o dos veces más.
― ¡Maldita sea! ―exclamó con bronca, mientras tiraba de su escritorio todo lo que había sobre él. Se tapó su rostro con ambas manos, restregando sus ojos. Estaba furiosa, triste, llena de ira. Un sinfín de emociones invadía su espíritu. No podía creer que la villanía de una organización anarquista, corrupta y egoísta acabara con la vida de un queridísimo ninja, y sobre todo futuro y joven padre.
Se incorporó de su asiento, rascándose la cabeza, y caminó hasta la única ventana que tenía allí, abriéndola para que se renovara el denso aire de ese pequeño lugar.
Pensó en Kurenai, en el dolor que sentiría y su corazón se apretujó de tristeza. Luego se le vino a la mente su querido primo, pensando en una primera instancia en lo deprimido que estaría por aquello, y en segundo lugar que tranquilamente podría haber sido su muerte por la que estarían llorando.
Se tomó unos segundos para calmarse, y después cerró la ventana, tomó sus cosas y se marchó de allí.
El velatorio se realizó esa misma noche. El sacerdote encargado de liderar ese momento cantó una sección del Sutra, mientras Kurenai ofrecía el incienso en la urna. La mayoría de los habitantes de Konoha habían ido, no solo por conocer a Asuma sino para colaborar con la viuda y, además, por respeto al ya fallecido tercer Hokage.
Sin duda alguna el momento más triste del mes sería el funeral, al día siguiente. Shikamaru había sido el gran ausente del evento, y Hoshi tampoco había asistido debido a que desde pequeña había odiado los funerales, Simplemente no podía soportar el dolor de ver a las los seres queridos llorando. Luego se enteraría por boca de Asami que todos los ninjas se habían acercado a despedir a Asuma, y que era evidente lo querido que era ya que la mayoría se había mostrado llorando por su partida. Sumado a este escenario lamentable, el cielo también parecía llorar la muerte del Sarutobi ya que había desplegado sobre Konoha una lluvia torrencial.
"El cielo siempre llora cuando las buenas personas fallecen" le dijo una vez su mamá a Hoshi.
― ¿Tu cómo te sientes? ―le preguntó la peli azul, ya bañada después de regresar del cementerio. Hoshi le había preparado un té al verla empapada.
―Estoy bien, triste, como todos. Pero bien―dijo mientras se sentaba frente a ella, acompañándola también con una taza de té caliente―. Pienso en Kurenai, en su bebé por nacer, en mi primo que debe estar sufriendo en silencio y creo que no tengo el lujo de llorar la muerte de Asuma.
―Pero estuviste enamorada de él durante años―replicó su amiga. Hoshi asintió.
―Si, pero no creo que ese sea motivo suficiente para apropiarme de un duelo, ¿No te parece? ―explicó, mientras miraba su infusión―. Asami, te juro que estuve tan enamorada de Asuma que en algún momento pensé que el corazón jamás dejaría de dolerme. Era verlo y ¡Que me temblaran las manos! ―recordó, sonriendo con tristeza―. Me encantaba encontrarme con él en el bar, o verlo regresar de alguna misión con Shikamaru y el resto del equipo. Estoy triste por su muerte, muchísimo. Pero tengo bronca ¿Sabes? Estoy odiando toda esta mierda de los ninjas, de los demonios, de las guerras innecesarias. ¿Quién gana en todo esto? ¿Qué es esa niñería de conquistar el mundo?
― ¿Crees que el motivo de Akatsuki es dominar el mundo ninja?
―No lo creo, lo sé. Quieren implementar alguna política extraña, algo relacionado a la paz y no sé qué cosa. ¿Pero matando consigues eso?
―Creí que su objetivo era establecer cierto orden entre las naciones―replicó Asami, quien ahora se mostraba concentrada en un punto fijo del comedor. Hoshi la miró con las cejas arqueadas, y lanzó una carcajada de sorna.
―Si, un orden mundial dominado por ellos―le informó, molesta. Pero no con su amiga, sino con la organización―. Creo que vamos camino a una cuarta guerra ninja, y te juro que temo mucho por la vida de los equipos de Naruto, mi primo, Tenten, y todos los demás. Serán los más perjudicados en toda esta mierda. Ellos y sus familias―finalizó a la vez que ele daba su ultimo sorbo de té. Se incorporó rápidamente, tomando la taza y la cuchara que había dejado sobre la mesa para llevarla a la cocina―. Iré a la cama, estoy mentalmente agotada.
―De acuerdo, yo terminaré con esto y luego me iré a dormir también―respondió su amiga, que misteriosamente se había quedado muy callada.
―Que descanses Asami―le dijo Hoshi y antes de subir las escaleras la miró―. Realmente me alegra mucho tenerte aquí.
Asami solo sonrió, y al vio subir.
Esa noche ninguna de las dos pudo pegar un ojo. Hoshi oyó varias veces como Asami salía de su habitación y se iba a la cocina a beber agua o comer algo, incluso visito el baño varias veces. Hoshi por su parte se quedó en su cama, con los ojos como platos pensando en todo lo que había sucedido en menos de cuarenta y ocho horas.
Se rindió mucho antes de que amaneciera, y decidió que, si no podría dormir, mejor iría a su oficina a adelantar todo el trabajo que tenía. Se vistió, abrigándose porque comenzaba a hacer frio en la madrugada, y se preparó un café para llevar. El cielo todavía tenía ciertos dejos de potenciales nubes de lluvia, y el sol todavía se encontraba dormido. Las calles seguían oscuras y solitarias.
Hoshi caminó por los adoquines, respirando ese fresco otoñal, mientras bebía de su vaso térmico muy frecuentemente. Apenas algunos ancianos que solían despertar más temprano de lo común se encontraban aseando sus veredas, o regando sus plantas. El centro de Konoha todavía seguía dormido.
A unos metros de Hoshi, caminando en sentido contrario venía una figura alta y estilizada que Hoshi reconoció al momento. Era Kakashi, quien aparecía como nunca antes, haber madrugado.
Él también la reconoció, y fue aminorando la marcha hasta llegar a ella.
―Qué raro verte tan temprano―habló Hoshi, rompiendo el hielo. Kakashi se rio.
―Es toda una hazaña―se sumó al chiste.
― ¿Tienes una misión? ―la única razón por la que se le ocurriría a Hoshi ver a Kakashi tan temprano por allí, era que tendría que viajar con su equipo a algún lugar.
Kakashi negó.
―Iré a acompañar al equipo de Asuma, los tres irán a vengarlo, y se enfrentaran a Kakuzu y Hidan los tres solos―Hoshi abrió los ojos.
― ¡Pero eso es muy peligroso! ―comentó, asustada―. ¿Tsunade está de acuerdo?
―Aun no la he visto, supongo estará con ellos en la entrada de Konoha. Por eso iré a su encuentro, necesitan un refuerzo para enfrentarse a ellos.
Hoshi se quedó en silencio, y miró el brazo vendando que llevaba Kakashi.
― ¿Qué te ocurrió?
―Oh esto, gajes del oficio. El entrenamiento con Naruto fue más duro de lo que creía―explicó mientras miraba su vendaje. Hoshi negó molesta, Kakashi siempre se sobre exigía.
―Nunca pondrás tu salud en primer lugar, ¿Cierto?
―No mientras alguien me necesite―le respondió, sonriéndole.
―Ve, no llegues tarde. No sea cosa que Shikamaru y los demás se vayan antes que llegues―lo incitó Hoshi, y antes de retomar con su camino lo miró suplicante―. Cuida a mi primo, ¿Sí? Se que es inteligente, pero ante una situación así, puede volverse un idiota―finalizó, con una risa triste.
―No dejaré que les pasa nada―respondió, mirándola. Hoshi le sonrió muy escuetamente y comenzó a caminar, al igual que Kakashi.
Hoshi estaba preocupada por aquello, si Asuma había muerto siendo tan poderoso, Kakashi y el resto del equipo también podría correr con la misma suerte. Se mordió su labio, aguantándose las ganas de hacer lo que iba a hacer, pero sus emociones fueron tan fuertes que se detuvo, y girándose llamó al peli plata acercándose a él.
Kakashi, quien ya había hecho varios pasos se volteó al escuchar su nombre, deteniéndose para verla llegar hasta su persona.
―Kakashi―repitió su nombre nuevamente, y se detuvo frente al sujeto que esperaba escuchar aquello que tuviera para decir. Hoshi tomó una bocanada de aire, y sorpresivamente lo abrazó.
El peli plata abrió sus ojos ante aquella situación que definitivamente no esperaba y segundos después respondió aquel gesto rodeando a la Himara con la misma fuerza con la que ella lo abrazaba, que era tanta que Kakashi creyó que jamás se soltarían. Ambos cerraron los ojos por unos segundos, parecía que quisieran hacer de ese momento algo eterno, y se mantuvieron así un buen rato, hasta que Hoshi decidió separarse.
Elevó sus ojos hasta encontrarse con los de Kakashi, y apoyó sus manos en el pecho del peliplata, golpeándolo suavemente.
―Sólo, por favor...no mueras―le suplicó, y Kakashi sintió como todo su cuerpo se llenaba de una cantidad incontable de fuerzas para sobrellevar aquella misión y todas las que viniesen.
―Lo prometo―respondió, y después de que Hoshi le sonriera con tristeza, la vio alejarse de él rápidamente.
Aquél momento tan repentino e inesperado, generó una nube de confusión en la mente de Kakashi. Él no se esperaba aquello, al contrario, esperaba una completa frialdad de parte de la Himara, aun así, lo sorprendió y le regaló aquellos cálidos segundos en esa triste y fría mañana.
Mientras caminaba en dirección al punto de encuentro, pensaba y repensaba la frase de su antigua amiga que le pedía con desesperación que se mantuviera con vida. ¿Acaso Hoshi estaba preocupada con él? ¿Lo seguía queriendo en el fondo?
Una sonrisa cruzó el rostro de Kakashi, mientras se acomodaba en una de las columnas a esperar a que el equipo de Shikamaru s e hiciera presente. Creyó sentir como su chaleco táctico seguía tibio por el contacto de Hoshi, pero sabía que era toda una ilusión del momento, o el simple hecho de que aquellas palabras salidas de la boca de la Kunoichi en realidad si habían entibiado su interior.
Ahora tenía dos responsabilidades, no sólo cuidar del equipo de Asuma, sino también, mantenerse con vida y regresar. Pero a pesar de ser una gran tarea, no sentía en absoluto el peso de esta ya que las palabras de Hoshi habían actuado casi como un energizante.
Lo que no terminaba de dilucidar, era porque de repente se sentía de aquella forma. Kakashi sabía que había extrañado a su amiga durante todos esos años, pero nunca creyó que un abrazo como ese impactaría en él de esa forma. Aún seguía triste por el fallecimiento de su amigo, claro, pero ese acercamiento con Hoshi lo había hecho enfocarse en otra cosa, incluso en un sospechoso y desconocido sentimiento que comenzaba a despertar en su interior.
Unos tímidos rayos de sol se asomaron iluminando las cuatro figuras que discutían en la entrada de la aldea. Kakashi apareció en escena para ponerle paños fríos a la situación.
Finalmente, Kakashi se fue con ellos como su capitán, con las ansias de vengar la muerte de Asuma y con la certeza de que así sería.
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HOLII HOLI HOLIIIIIIIIIIIIII
AHHHHH no se esperaban un nuevo capitulo eeehhh??? Jajajajaja esta vez no me demore TAAAANto, un mes e smucho si, peeeero se me paso volando. Además les traje veinte paginas de puro drama. NO SE QUEJEN jajajajajajaa Y ENCIMA CON DIBUJO
Bueno, primero que nada gracias a todes les nuevxs lectores. La verdad me encanta recibir votos aqui y en lasviejas historias, asi que de corazon les agradezco por eso1!! Y segundo gracias a lxs que siempre me siguen y comentan, y votan, y me gustean y recomiendan. AHHHHH LES QUIERO MUCHO
EN fin, como veran con el titulo del cap la cosa se va poniendo interesante. Y TRISTE.
TRISTE PORQUE MURIO ASUMAAAA T_T
Interesante porque a Kakashi le empiezan a pasar cositas, recien ahora. LLEGASTE TARDE MI REYYYY
A ustedes que les parecio??? estoy ansiosa de leerlessss!!
Que tengan un hermoso fin de semana!!!
Les quiero y abrazo con fuerza.
Estrellita
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