Capítulo X
{Forelsket}
Es la euforia sentida en el primer enamoramiento
El progreso de la Justicia en todo el mundo ninja era inversamente proporcional al crecimiento tecnológico que estaba surcando aquella época. Y lamentablemente, lo arcaico de este sistema judicial no hacía otra cosa que perjudicar a la víctima y banalizar y minimizar la responsabilidad del victimario.
Hoshi lo sabía de primera mano, y el día de su juicio terminó de confirmarlo.
La metodología procesal era casi un chiste. El juicio no era más que una audiencia en la que el acusado bastaba con mostrar arrepentimiento y pedir perdón como para esquivar años en la cárcel y recibir como castigo, sólo tareas de resarcimiento social. Mientras que aquel que decidía no solicitar el perdón,ni mostrarse perturbado por sus actos criminales, se enfrentaba a pocos años de encierro para después alcanzar fácilmente la libertad con apenas una precaria apelación.
De los atacantes de Hoshi, cuatro reconocieron plena responsabilidad de los hechos y se atrevieron a mirarla a los ojos para pedirle perdón. El juez consideró que esto era suficiente, así que los dejó con libertad condicional hasta haber cumplido con la pena de 1200 horas de servicio a la comunidad más un resarcimiento económico de unos pocos yenes que irían directo a colaborar con el fondo gubernamental. El resto de los acusados optó por enfrentarse a la cárcel, y se dictaminaron tres años de prisión.
Los padres de la Himara estaban indignados y tristes,hasta Tsunade quien había presenciado la audiencia estaba furiosa con el abogado que había contratado para la muchacha, en cambio Hoshi había aprendido a sentirse decepcionada del estado que supuestamente debía velar por su bienestar y haber casi que "perdido" en aquel juicio no la tomó por sorpresa en absoluto.
—Podemos apelar y reforzar la pena—murmuró el abogado, sentado en uno de los asientos de aquella camioneta cedida por el gobierno. En Konoha no se veían los automóviles, el método de transporte era a pie o en carreta—. Tenemos tres posibilidades de apelaciones, y si el juez se jubila el próximo año podemos correr con la suerte de quién tome el caso posea una visión más moderna sobre la aplicación de las leyes.
—¿Es eso posible? Digo, la jubilación —preguntó el señor Himara preocupado.
—Si, pero solo si tenemos mucha suerte.
—Ya dejen el caso así—lanzo la castaña, mientras miraba por la ventana aquel paisaje. La ruta era nueva, y apenas gastada. Al no haber tanta locomoción cómo aquel tipo las calles no se desgastan tanto como en otros países más urbanizados.
—Pero hija, tenemos la chance de que los delincuentes tengan el castigo que merecen—explicó su madre, mirándola.
—¿Y qué lograré con eso? ¿Me devolverán mi yo anterior?—suspiro, ironizando. Se volvió a ver a sus padres—. Estoy cansada de todo eso, cada cosa que hacemos es revivenciar lo sucedido como si apenas hubiera sido ayer. Necesito salir adelante, seguir, moverme. Recordar cada tanto el ataque solo me echa hacia atrás.
Tsunade la miro compasiva.
—Pero piensa en el precedente que puedes marcar, sobre todo para otras mujeres que han sufrido lo mismo que tú.
Hoshi se mordió el labio, y volvió a mirar por la ventana.
—Estoy cansada, y solo quiero vivir, simplemente eso.
Aquellas palabras fueron las últimas que pronunció en aquel viaje. Ni sus padres, ni el abogado, ni Tsunade siguieron hablando sobre el tema. Era en vano presionar a Hoshi a hacer algo que no sentía necesario y sobre todo presionarla para volver a recordar cada parte de ese triste episodio de su vida.
Ella sabía que debía ayudar a otras víctimas del abuso como ella, pero entendía que seguir buscando justicia era en vano, al menos de la manera en la que la estaban buscando. Por lo tanto, si quería lograr un cambio debía hacerlo desde adentro del sistema judicial, eliminando toda forma antigua y corrupción que pudiera existir por lo que volverse una experta en la materia la ayudaba a lograr su objetivo. Pero también entendía, que ahora eliminar el obstáculo principal era clave, y ese obstáculo era Danzō.
La noticia del juicio corrió como agua de deshielo por las calles de Konoha. Todos los que estaban al tanto del caso de Himara Hoshi supieron de las penas de los criminales, y otra vez sus ojos se llenaron de esa compasión que Hoshi odiaba ver cuándo la miraban. Pero está vez Hoshi era lo suficientemente fuerte como para afrontar cualquier cosa, y su espíritu era ahora inquebrantable, por lo que al volver se metió aún más de lleno en su trabajo y comenzó a liderar la investigación de la Aldea de las Aguas termales ya que desde aquella reunión en la sala de Tsunade, casi nada había avanzado.
Su escritorio poco a poco se fue llenando de papeles y pilas de estos. Sus cajones estaban repletos de libros y anotadores usados. Y ya no había silla o repisa que tuviera lugar para guardar una caja más. Tal fue así, que Tsunade le cedió una oficina propia, en el penúltimo piso de aquel edificio, justo al lado del monitoreo de estudiantes.
Era pequeña, vieja y descuidada, pero era su espacio de trabajo y ver lo que había logrado con tanto esfuerzo la llenaba de orgullo. Comenzó a pasar más horas allí, y menos horas en su casa. Después del trabajo se dedicaba a entrenar en el dojo más cercano, para recuperar la resistencia fisica que tenía en sus épocas de ANBU y cada vez que podía visitaba a sus padres que se habían mudado a un modesto departamento luego de alquilar su casa de tantos años.
Despegarse de su hogar para darle paso a unos inquilinos fue sumamente difícil para el matrimonio Himara. Hoshi había pasado por aquel duelo de separación el día que abandonó Konoha, pero aún así ver cómo otra familia habitaba el hogar que la vio crecer, la llenó ciertamente de tristeza y nostalgia.
Se aseguró de sacar cada uno de los archivos que había guardado en aquella bodega en el piso del comedor, y la guardó bajo llave en un baúl dentro de su Placard, que cubrió cuidadosamente con material de la academia y su trabajo. Esa información todavía era delicada y sumamente valiosa como para entregársela a alguien más por lo que la escondió de todos como si fuera el valor más preciado.
Fue un día de Agosto en el que todo empezó a caer por su propio peso.
En una de las visitas al Orfanato del país del Fuego, cuando se dedicaba a realizar un relevamiento de posibles niños que podían ser becados en la academia ninja para ayudarlos a salir de aquella situación, se encontraba revisando meticulosamente la totalidad del enorme archivero que tenía aquella institución. Tenía más de cincuenta años de carpetas y perfiles de todos los niños y niñas que habían pasado por allí, los datos de las familias adoptivas de quienes habían tenido aquella suerte y el historial de enfermedades de cada uno.
Todo estaba ordenado por fecha y alfabéticamente, foliado cómo correspondía y cosido manualmente a tapas duras forradas de cuero rojo.
Era muy difícil notar que entre esas costuras de hilo blanco, quedaban entre medio de ciertas hojas los restos de hojas que habían sido arrancadas muy cuidadosamente.
Hoshi se percató de esto, y comenzó a notar que casualmente, el número de hoja que le seguía no coincidía con la anterior, indicando con certeza que claramente faltaba un registro.
Reviso los libros más recientes, y encontró más de veinte faltantes. Un número alarmante ya que eso suponía una cosa, que el niño al que le pertenecía aquel registro arrancado y eliminado, estaba desaparecido o en el peor de los casos muerto. Con urgencia solicitó una autorización de Tsunade para poder llevarse uno de los cuadernos, y regresó a Konoha con ese libro bajo el brazo dispuesta a comenzar con aquella exhaustiva investigación.
El proceso de adopción en el mundo ninja no era complicado, pero lo que no tenía de difícil lo tenía incontrolado. Cualquier persona podía ir y hacerse cargo de un niño, llenando apenas unos papeles. Lamentablemente, el tema de los huérfanos no era un tópico importante en la agenda política ya que controlarlo sería dejar al descubierto un sistema corrupto que cobijaba prácticas ilegales como la experimentación con niños que jamás nadie reclamaría como el caso de Orochimaru y sus experimentos.
Pero a Hoshi le valía una mierda la protección estatal de aquellos seres inhumanos cómo Danzō, u Orochimaru. Ella estaba allí, sentada frente a aquella enorme prueba lista para desencadenar una serie de eventos que pondrían en jaque el orden político, económico y social de los gobiernos de todos los países.
—Tengo la certeza absoluta que parte de estos niños desaparecidos, han ido a parar ya sea a las Aguas termales, o a los laboratorios de Orochimaru—aseguraba, golpeando con su dedo las hojas sobre el escritorio una y otra vez, bajo la atenta mirada de Tsunade y Shizune—Lo que más me horroriza es que esta situación lleva años, desde la creación de las naciones.
—¿Por qué nadie notó que faltaban fichas?—cuestiono Shizune, refiriéndose a las hojas arrancadas de aquellos cuadernos rojos.
—Porque nunca nadie investigó antes. Konoha jamás había tenido una oficina dedicada a estos asuntos—acotó Tsunade, preocupada. Suspiro y de tomó unos segundos para continuar—. Si destapamos esto, tendremos a los consejos sobre nuestras cabezas—advirtió, mirando a las dos mujeres que la acompañaban.
—Lo sé —dijo Hoshi—Pero podemos conseguir el apoyo de los otros kages.
—Si, de Mei seguramente—dijo Shizune.
—Y de Gaara también —agregó la Himara. Tsunade asintió.
—Shizune, convoca una reunión de urgencia con los kages. Plantearse la necesidad de intervenir todos los orfanatos, los puertos y la Aldea de las Aguas termales de manera urgente. No podemos seguir retrasando esta situación con simples investigaciones—su secretaria asintió, y rápidamente salió de allí. Hoshi se incorporó de su asiento, entendiendo la salida de Shizune como una invitación también a retirarse.
—No quiero que entres en este conflicto—sentenció Tsunade. Era de esperar, Hoshi sabía que diría algo como aquello.
—¿Por qué? ¿No cree que estoy muy metida ya, cómo para fingir que no se nada?
—Ese es el tema. Ya te has expuesto mucho. Es cuestión de tiempo que Danzō te enfrente nuevamente. Si todo esto sale a la luz, si comprobamos que todos los consejos están de acuerdo con este acto criminal, Danzō vendrá a buscarte. A ti, y a tu familia.
Hoshi se quedó en silencio, mirando por la ventana a la que Tsunade le daba la espalda.
—Lo sé —dijo finalmente—. Pero no puedo esconderme por siempre.
—Solo cuídate —expresó su líder, preocupada. Hoshi le sonrió. En el fondo quería mucho a aquella mujer de carácter indomable, en parte tenían algo en común.
Las cosas fueron dándose en su debido momento y según lo planeado. La urgente reunión de Kages sucedió en Sunagakure, y allí todos se mostraron dispuestos a colaborar con la problemática causa que traía Tsunade en sus manos.
Se estableció un plan de refuerzo de seguridad portuaria en cada uno de los puertos de las grandes naciones, que consistía en endurecer los trámites de entrada y salida, y los controles migratorios. Además, se intervino el puerto de Aguas Termales y después de una larga y profunda investigación se dió con que la evidencia presentada por Konoha era cierta, y que por allí se traficaban armas y peor aún, personas.
Pero las naciones habían llegado muy tarde, y en en el transcurso de esos años desde que aquel trato sucio se había decretado entre el consejo del país del Fuego y Aguas termales, habían desaparecido más de cien niños, y unas doscientas mujeres.
El Consejo del País del Fuego negó cualquier conocimiento respecto a esto, y al ser la autoridad máxima no se los podía culpar, ni siquiera por un acuerdo entre las más grandes naciones. Por lo que la única solución viable consistió en colocar puestos de seguridad portuaria a cargo de las naciones que colaboraron en aquella investigación.
No sé estaba terminando con la corrupción, pero sí se estaban salvando personas de las garras de aquellas corrompidas por el poder y la ambición.
—Así que estás saliendo con mi prima. ¿Eh?—pregunto Shikamaru fingiendo desgano, aunque en el fondo estaba sumamente interesado por el chisme.
Kankuro se ruborizó, y casi se atraganta con el sake que estaba bebiendo en aquél bar junto a otros ninjas de la generación del Nara.
El marionetista acababa de llegar de visita a la aldea, e intentaba que nadie lo viera, sin embargo Naruto lo descubrió saliendo de la posada en dónde se hospedaría y se abalanzó hacía él con gritos eufóricos obligándolo a qué fuera a comer ramen con él y sus amigos.
—¿Con Hoshi Sama?—preguntó interesada Sakura,abriendo grande sus ojos.
—Ajá—respondió Shikamaru rápidamente.
—¡No puedo creerlo!—dijo Naruto, gritando emocionado. Kankuro deseaba ser tragado por la tierra.
—¿No puedes creer que? ¿Eh Naruto?—dijo una voz aburrida a sus espaldas. El rubio volvió a ver quién era el metido, y sonrió al notar que se trataba de su sensei.
—¡Bah! ¡Es usted Kakashi sensei! ¡Sabía que era más chismoso que el mismo Shikamaru!
El Nara lo miró mal, y no tuvo oportunidad de defenderse ya que Kakashi lo interrumpió.
—No soy un chismoso Naruto, pero estás gritando. Es imposible que alguien no se interese en lo que estás diciendo—se excusó, rascándose la nuca. Asuma, quien estaba a su lado intervino riéndose
—No le hagas caso a tu sensei, él sabe bien que es un chismoso—bromeó, y se sentó al lado de Sakura, sin preguntar siquiera si podía ocupar aquel lugar—. ¿Qué están bebiendo?—preguntó, oliendo el vaso de Naruto—. ¡Deben beber algo más fuerte! ¡Yo los invito! —exclamó, sonriendo mientras llamaba a la mesera que pasaba por allí.
—Asuma, son niños aun—lo sermoneo Kakashi, mientras tomaba asiento al lado de Naruto.
—¡ja! ¡Nosotros podemos con todo! ¡Yo beberé lo que sea!—exclamó el rubio, y bajó la voz para dirigirse a su sensei—.¿Qué le ocurre a Asuma Sensei? Hoy parece más animado de lo normal.
Kakashi suspiro, con una sonrisa, mientras miraba a su amigo a quien le brillaban los ojos.
—Tiene un buen motivo para celebrar—explicó, en susurros.
—¿Qué hace aquí el consejero de la Arena?—preguntó Asuma, antes de que Naruto pudiera indagar más sobre la razón de la felicidad del sensei de Shikamaru. Kankuro abrió la boca para responder, pero Shikamaru se adelantó.
—Viene a visitar a mi prima—Kankuro lo fulminó con la mirada.
—¡está saliendo con Hoshi Sama!—exclamó Sakura, emocionada como si se tratara de una novela.
—¿¡Con Hoshi!?—preguntó el Sarutobi, gratamente sorprendido—¡Pues con más razón! ¡Más motivos para celebrar!
Kakashi paró la oreja. No podía dar crédito a lo que estaba oyendo.
—Claro que no, no estoy con...
—Llevan meses viéndose —dijo Naruto.
—¡Yo nunca dije eso!—se defendió rápidamente.
—Y hoy vino de sorpresa—explicó Sakura.
—¡Eso es mentira! —replicó, aunque en realidad Sakura tenía razón. Suspiró, agotado, y golpeó su frente con la palma de su mano—Ash, no deberían andar diciendo esas cosas—se quejó, avergonzado.
—¿Pero es cierto?—preguntó Kakashi, que hasta entonces había estado muy interesado en aquella charla de jóvenes.
—¿Qué cosa?—le preguntó el hermano de la Arena.
—Lo de Hoshi, Kankuro kun—aclaró Sakura, apoyando su mentón entre sus manos entrelazadas—. Cuéntalo todo ¡Queremos saber!
—Ash, por favor, no digan nada. Hoshi no quiere que nadie se entere—explicó, resignado bajo la atenta mirada de sus amigos de Konoha—. Si, estamos saliendo—comentó, quiso sonar tímido pero la realidad era que parecía querer gritarlo a los cuatro vientos—. Hace un par de meses.
—¿Y cómo hacen para verse? ¿O solo han estado escribiéndose cartas y esas cosas?—preguntó Naruto.
—Debe ser muy difícil mantener una relación a distancia, sobre todo si se ven tan poco por la lejanía—acotó Sakura, mostrando compasión por aquello. Kankuro negó rápidamente.
—Nos vemos todos los viernes.
—¿Todos los viernes?—preguntó sorprendido Asuma, quién como un niño curioso prestaba atención a cada detalle—...¿Y dónde se encuentran? ¿Hoshi viaja a algún punto medio? ¿Lo haces tu?
Kankuro asintió.
—Nos vemos en la frontera de Konoha, todos los viernes. A las cinco de la tarde. Y cuando tengo días libres, vengo a visitarla.
Kakashi abrió sus ojos sorprendido, no creía que la cosa fuera tan seria. Entrelazó sus manos sobre la mesa, prestando atención a todo el detalle de esa charla.
—¡Con razón te hemos visto más seguido que antes!—exclamó Naruto, señalando lo divertido—¡Es porque estás enamorado!—se burló. Kankuro se sonrojo, y diez mil colores se le subieron a la frente.
—Claro que no, no estoy enamorado. No puede nadie enamorarse en pocos meses ¿O si?—preguntó ingenuo, mirando a quienes le rodeaban. Asuma se encogió de hombros, y sonrió.
—Yo me enamoré de Kurenai la primera vez que la vi—declaró, y un brillo recorrió sus ojos. Kakashi sonrió, sintiéndose feliz por su amigo.
Sakura se mordió los labios, y apretó sus mejillas, mostrándose endulzada por aquel repentino ambiente romántico. Naruto se rasco su cabeza y Shikamaru blanqueo los ojos, asqueado por aquella cuestión.
Kankuro se quedó en silencio unos segundos, pensando en aquella declaración de Asuma. Y pestañeo, saliendo después de su ensimismo.
—Bueno, en fin. Me iré, debo ir a casa de Hoshi. Le he traído un regalo—explicó, orgulloso, mientras se incorporaba—. Espero que le guste—expresó, tomando entre sus manos una delicada plantita que había dejado previamente en el suelo.
—¡Le encantará! —dijo Sakura, asintiendo—. ¿Qué planta es?
—Es una conífera enana—acotó, mirando esa pequeña maceta. Sonrió, y alzó la mano despidiéndose.
—A ella no le gustan las plantas—dijo Kakashi, en un susurro. Nadie lo escuchó. Kankuro ya se había alejado lo suficiente y el resto seguía hablando animadamente sobre el encuentro con el enamorado ninja de la arena.
Pero lo que decía era cierto. Kakashi sabía qué Hoshi no le gustaban las plantas porque no sabía cuidarlas. Tampoco le gustaban los cactus o las suculentas porque le parecían estéticamente horribles y aburridos. También sabía que si el día de mañana elegía tener una planta en su jardín,optaría por algún árbol de frutos, y seguramente sería un manzano pero solo si tuviera o hubiera adquirido la capacidad para saber cómo cuidarlo y que sobreviviera a sus inexpertas y poco habilidosas manos de jardinera. Y también, sobre todo, sabía que probablemente Hoshi le diría que estaba encantada con aquel regalo, sonreiria dulcemente y abriría sutilmente las aletas de su nariz como cada vez que decía alguna mentira. Kakashi conocía muy bien ese gesto, y sobre todo la conocía muy bien a ella.
Pero bueno, él no era quien para meterse en aquella relación o para aconsejar al príncipe de la Arena. En momentos así tenía que reconocer que le hubiera encantado ser aún amigo de Hoshi, para poder optar por ese papel de consejero para con su nuevo novio y decirle lo mucho que sabía sobre ella y sus gustos.
Pero no, ahora solo debía ser un espectador más, y observar desde lejos la dicha que Kankuro le estaba trayendo a su antigua buena amiga.
—¡Me encanta!—exclamó Hoshi, mirando la maceta que tenía entre sus manos. Sonrió, y abrió las aletas de su nariz. Pero Kankuro ni se percató de aquello—. Luego deberás enseñarme cómo cuidarla—le dijo mientras dejaba la planta sobre el desayunador que separaba la cocina del comedor.
Kankuro comenzó a hablar de los cuidados de la planta mientras por cuenta propia se servía jugo de manzana que sacaba de la heladera. Una sonrisa se dibujó en el rostro de Hoshi, quien lo miraba extrañada y divertida por el hecho de que el joven de la Arena se manejaba por su hogar como si fuera su propia casa mostrándole así que allí se sentía cómodo y bienvenido.
—¿Cómo has estado? —le preguntó, acercándose a ella después de dejar el vaso sobre el desayunador.
Hoshi se acercó y con ternura le acomodo el cuello de la polera negra.
—Bien, respondí tu última carta—dijo.
—Si, lo sé. Recibí la respuesta, pero creí que sería mejor venir a contestarte personalmente—acotó, mirándola con profundidad directamente a los ojos. Hoshi se mordió el labio inferior, mientras bajaba su mirada a la boca del marionetista. En un segundo, los dos se devoraban en un acalorado beso de reencuentro.
Las manos de Kankuro la tomaron por la cintura acercándola a él, mientras la besaba casi con desesperación. Hoshi lo rodeó con sus brazos a la altura de la nuca, eliminando cualquier espacio que hubiera entre ambos, y creyeron que podrían estar así durante varias horas de no ser porque el ambiente fue interrumpido por el ruido de un vidrio haciéndose añicos.
—¿Que demo...—masculló Hoshi, separándose repentinamente de Kankuro para ver a qué se debía tanto ruido. Algo parecía haberse roto.
Ambos se acercaron a la ventana que daba hacia la calle, para averiguar de qué se trataba y pudieron ver a un par de niños preocupados, sosteniéndose la cabeza mientras miraban la ventana del vecino, que acababan de atravesar con la pelota con la que jugaban fútbol.
—Parece que están en problemas—comentó Kankuro, como una señora chusma mirando por la ventana después de correr la cortina. Hoshi se rió, y volvió hacía la cocina para preparar en una bandeja unas galletas dulces.
—¿A qué has venido realmente, cuervo?
Kankuro se acercó a la mesa del comedor, corriendo la silla con brusquedad para después sentarse en ella. Sonrió mientras veía a Hoshi acercarse con esa bandeja rosa, y apenas dejó las cosas en la mesa se apresuró a comer lo que su amigovia le había traído.
—Ya te he dicho, he venido a responderte.
Hoshi resopló sonriendo, y volvió hacía la cocina. Hacía calor, pero una taza de té era sumamente tolerable en una tarde como aquella. Sobre todo si bebían una taza de té de Hibiscus, que no requería que el agua rompiera en hervor y si dejo de mango y flor de hibisco era refrescante para la garganta.
La castaña sabía que aquello tenía solo una parte de verdad. Podía creer que Kankuro hubiera hecho una visita sorpresa, pero a juzgar por los tiempos que se estaban viviendo entendía que su visita podría estar más ligada a su papel de Consejero que al de un hombre encaprichado.
— Te creería si me dijeras eso en tiempos de paz. Pero estamos viviendo épocas de conflictos, sé que has venido por algo más diplomático—observó con naturalidad, al tiempo en que encendía la hornalla de la cocina. Se acercó al desayunador para poder ver desde allí a Kankuro, quien en pocos minutos se había devorado las galletas que había puesto frente a él.
—Tenia muchas ganas de verte—confesó, mirándola—. Pero la realidad es que después de la reunión con Tsunade sobre tu investigación en Aguas Termales recibimos el informe de uno de nuestros ninjas, que decía justamente haber visto a Danzō en una situación sospechosa con un ninja de la lluvia.
La piel de Hoshi se erizo al oír el nombre de Danzō.
—Y he venido directamente a advertirle a Tsunade de aquello.
—Ya no sé qué pensar de ese ser humano—volteandose para buscar unas tazas en la alacena—. Pero lo que si se es que si Danzō tiene el poder que tiene es gracias a este gobierno y los anteriores, que permiten que gente como el llegué a tener tal impunidad. ¿Qué hacía con un ninja de la lluvia? —pregunto por si misma, acomodando casi por inercia la tetera y las tazas en la misma bandeja que anteriormente había llevado las galletas—. Estoy segura que también tiene algo que ver con la muerte de Hanzo. ¿Te das cuenta? No importa cuántas veces se junten los Kages, las personas como Danzō siempre llevarán la delantera porque al fin y al cabo en ellos está concentrado el poder, y todo gracias a esta arcaica forma de gobierno que tenemos.
—¿A qué te refieres?—le pregunto interesado, siguiéndola con la mirada.
Hoshi se tomó unos segundos para responder. Los suficientes como para dejarla servir las tazas con esa infusión, y sentarse frente al marionetista.
—La aristocracia, claro. ¿Cómo es que llegan los Kages a ser Kages?
—¿Los señores feudales?
—Ellos postulan, pero ¿Quienes deben estar de acuerdo con su elección?
Kankuro se quedó en silencio unos segundos, tomando entre sus manos su taza negra.
—Los jōnin.
—Así es—sonrió—. Y eso significa que la decisión está en la élite, en unos pocos. Eso es la aristocracia.
—¿Y qué hay de malo en la aristocracia?
—Nada, no hay nada de malo en la Aristocracia ─dijo─. Lo malo es cuando esta se convierte en una oligarquía, en el gobierno que piensa solamente en los intereses de la clase alta. Piénsalo de esta forma, son los Jounin luego los que deciden aceptar o no a este nuevo líder propuesto. ¿No? Gaara es el Kage más joven en la historia, y realmente me sorprende que esto haya sucedido ya que, por costumbre, los señores feudales suelen organizarse para postular a un líder de mayor edad ─Hoshi le dio otro sorbo a su té para aclarar la garganta. Kankuro estaba muy interesado en aquella conversación, que solo se dedicaba a oírla, beber y comer las galletas con dulce de frutos rojos arriba─. Ahora bien, el Kage es el líder militar de la aldea. Es quien se encarga de administrar este pequeño pueblo ─Las pantomimas que usaba parecía hacer más clara su teoría─. ¿Pero a los señores feudales, quien los elige?
Kankuro se quedó en silencio.
─Nadie, simplemente llegan al poder por ser miembros del mismo linaje. ¿Recuerdas el problema que tuvo Konoha con Suna cuando sus señores feudales contrataban nuestros equipos? ─Kankuro asintió con seriedad─, bien, ahí los feudales tenían intereses propios, y solo gobernaban por estos. Luego de aquello, hubo varios actos de sedición y si mal no recuerdo el país del viento pasó por un importante problema macroeconómico.
Kankuro la miraba con atención, y Hoshi estaba tan compenetrada con su discurso que no se había dado cuenta del brillo en los ojos de su visita. Hoshi se expresaba con vehemencia, con pasión en cada palabra que decía y Kankuro se veía maravillado ante aquel escenario completamente nuevo para él.
─Hoy por hoy, el gobierno feudal es una oligarquía corrupta. ¿Cuántas veces los hemos visto apostando en los exámenes Chunnin? Eso un gobernante no lo puede hacer. Y de una oligarquía sólo puede nacer otro tipo de gobierno viciado, que es el que hoy por hoy tenemos en todas nuestras aldeas.
─ ¿Estas diciendo que el gobierno de Tsunade sama no es bueno? ─pregunto. Hoshi sabía que el ninja de la aldea estaba haciendo un enorme esfuerzo para romper sus duros esquemas e intentar pensar fuera de la caja.
Hoshi negó, pero no tan efusivamente.
─No, no digo que no sea bueno. Pero tampoco digo que lo sea. Tsunade tiene sus cosas—explicó, pensativa—. Debo Reconocer que me ha ayudado mucho, y ha estado siempre que la necesite. Aún así, ella ya ha venido con esta mentalidad con la que nos han criado, dónde nos enseñan que las cosas son como son y no se deben cambiar porque así deben seguir siendo. Entonces la entiendo, entiendo que tanto para ella como para ti, o cualquier ninja que recibió la educación que nosotros recibimos debe ser completamente difícil cuestionar estos modelos impuestos—se detuvo para aclarar su garganta—. Pero también creo que parte del poder de Danzō deviene de esta crianza, este modelo de enseñanza, y por supuesto de la Aristocracia. Pienso que si esto fuera una democracia donde cada uno de los aldeanos elige a su líder, probablemente tendríamos menos actos de violencia y vínculos más fuertes con gobiernos externos.
─ ¿Para ti el mejor modelo es la democracia?
─No ─Se apuró a decir Hoshi─. No es el mejor modelo, porque si fuera el mejor estaría exento a deformarse, y sin embargo no lo esta. Una democracia viciada se convierte en demagogia, y tampoco queremos eso. Solo digo que un modelo democrático puede plantear nuevos y buenos cambios en un futuro. Así como tú hermano trajo un aire fresco a Suna, allí afuera hay un montón de gente joven con ideas más revolucionarias y efectivas que los viejos que tenemos allí arriba.
Kankuro se rió ante está última frase, y se rasco uno de sus ojos. Después, suspiro, y apoyo sus manos en la mesa, mirando a Hoshi fijamente. La castaña arqueo sus cejas, a juzgar por su actitud sabía que estaba buscando las palabras justas para responder a todo lo que acababa de decir.
—¿Que piensas? ¿Crees que estoy a punto de volverme una renegada?—bromeó, tomando la taza con sus manos, y mirando el contenido que hacia dentro.
Kankuro frunció sus labios, en una cómica mueca.
—Eres muy inteligente—expresó—. No entiendo de dónde has salido, y como es que no te había visto antes. ¿Dónde estuviste todo este tiempo?
Hoshi lanzo una risa, avergonzada por aquel comentario.
—¡No digas eso! No soy tan inteligente como crees. Para sumar tengo que usar los dedos—dijo, y Kankuro sonrió—. Lo que sucede conmigo es que me duele tanto la corrupción, la diferencia social y la falta de justicia que no puedo enajenarme y hacer la vista gorda a la sociedad. Entonces debo saber de lo que estoy hablando, sobre todo si quiero hacer un cambio.
—Gaara estará feliz de conocerte—acotó el marionetista—. Si hay alguien que ha sufrido de cerca la injusticia es él. Y su discurso político está muy cercano al tuyo. Estoy seguro que le fascinará escucharte.
—Ya he conocido a tu hermano ¿Recuerdas cuervito?—dijo incorporándose de su silla, mientras tomaba la bandeja de las galletas ya vacía con la intención de reponerlas.
—Si, pero no como su cuñada—le lanzo sin miramientos, mientras la Himara caminaba hacia la cocina.
Hoshi se rió con nervios al escuchar aquella palabra peculiar que había salido de la boca del joven Kankuro. Tomó el tarro de galletas, y dejó caer unas cuantas sobre la bandeja.
—¿Estás seguro que a tu hermano le gustaría tener una cuñada como yo?—pregunto desde la cocina. Y Kankuro aprovecho para acercarse al umbral del arco que dividía los dos ambientes, y apoyarse sobre la pared.
—Estaria más que encantado—le sonrió, con dulzura—. Además, nadie podría creer el partido que les estoy presentando—explicó, moviendo sus manos hacia el techo—. ¿Quién creería que yo, Kankuro de la Arena podría llegar a tener una novia como tú? ¿Eh? ¡Ja! ¡Ya quisiera verle la cara a todos cuando se enteren! —dijo sonriendo con orgullo, mientras miraba un punto fijo en la nada.
Hoshi en cambio no sonreía. Estaba sería. Dejo la bandeja de galletas en la mesada, y se acercó a el.
—¿Por qué dices eso?
Kankuro la miró extrañado. No entendía a qué se refería con aquella pregunta.
—¿Que cosa?—replicó.
—Eso, justamente. Lo de que nadie creería que tuvieras una novia como yo—Sonaba molesta.
—Hoshi, no. No quise ofenderte, era un halago...
La castaña negó rápidamente.
—Kankuro, yo no soy la gran cosa. Soy una muchacha común y corriente. Aquí el que se lleva todos los títulos eres tú, y no voy a permitir que vuelvas a echarte abajo de aquella forma. Eres fuerte, inteligente, buena gente, todo un consejero y sobre todo, estás buenísimo—agrego generando la risita del aludido—. No vuelvas a denigrarte. Porque si lo haces, entonces le estás dando el permiso a otros a qué también lo hagan.
El muchacho se quedó en silencio unos segundos, mientras miraba el piso. Hoshi solo lo observaba con dulzura. Finalmente, el marionetista levanto la vista, cruzándose con los ojos de su pareja.
—¿En serio estoy buenísimo?—bromeo, inflando su pecho y alzando sus brazos como si estuviera exhibiendo su musculatura y Hoshi se hecho a reír mientras asentía muy segura de lo que acababa de decir.
El joven de la arena la tomo de la cintura y la acercó a el para poder interrumpir aquella risa con un tierno beso. Hoshi apoyo sus manos en sus hombros, aún con una sonrisa que no podía abandonar su boca cada vez que Kankuro estaba cerca.
El marionetista había llegado a su vida como ese pequeño rayo de luz entre las nubes, justo después de la terrible tormenta y había sabido alivianar la carga en la espalda de la joven. Hoshi sabía que Kankuro posiblemente ignoraba el papel importante que había ganado en su vida en tal poco tiempo, pero ansiaba que se diera cuenta aunque sea de solo una parte de esto, porque en tan pocos meses, había sabido teñir de luminosidad la vida de la ninja de la Hoja.
El beso tierno se volvió poco a poco más acalorado. Las manos de Hoshi le quitaron aquel gorro con orejas de gato, y lo dejaron sobre el desayunador. Tenía el pelo castaño más encantador que hubiera visto jamás. Se separaron un momento para observarse, pero la Himara se dió cuenta que fueron demasiados segundos porque Kankuro estaba ansioso por continuar con aquél beso. Las torpes manos del marionetista bajaron hasta las caderas de la muchacha, pero no se animaban a ir más allá de estas. Hoshi lo notó, y tomándola entre las suyas lo guío dulcemente hasta sus glúteos.
Podría haber sido el calor del ambiente, la temperatura alta de aquél verano, o quizás las alteradas jóvenes hormonas de Kankuro (Y también las de Hoshi) y su enorme necesidad recíproca de verse que la tarde los terminó encontrando enredados por primera vez entre las sábanas de la cama de la kunoichi.
Kankuro se durmió abrazándola tan fuerte que parecía no querer separarse de ella nunca más. Hoshi, por su parte, aún despierta y con su rostro hundido en su pecho pensaba en lo segura que la hacía sentir. Tan segura que ese día jamás había dudado en entregarse a él después de tanto tiempo desconfiando de los hombres.
La Himara estaba llena de heridas. Pero por primera vez en todo ese tiempo que llevaba sanando, se sentía optimista. Quizás las marcas nunca desaparecerían, pero al menos allí estaría Kankuro para alivianar el remanente del dolor que quedaba en el fondo de su pecho.
Cerró los ojos, y finalmente se durmió.
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BUENAS BUENAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS
Ayyyyyy tanto tiempo paso por DIOOOOOS. Parece que fue ayer que publique por ultima vez, perdonen chiques la facu me tiene tan ocupada que jutno al trabajo me consumen literal las 24hs del DIAAAAAA T_T
En fin, pregunté en mi tablero si querian seguir esperando y leer el capitulo con un dibujo o si querian que lo publicara asi nomas, pero nadie contesto JAJAJAJJAJA solo Evanna, asi que Evanna este capitulo esta dedicado a tiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii (No te puedo etiquetar porque me larga error jajajajaj)
BUENOOO, como veran las cosas en cuanto a la justicia siguen siendo una mierda, pero Hoshi se dio cuenta que no puede seguir dependiendo de un sistema, sino que debe empezar a actuar por su cuenta. Veremos que le depara a nuestra Hoshita los proximos capitulos.
EL AMOORRRRRR ES UNA MAGIAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA, perdon pero amo la pareja entre Kankuro y Hoshi, Kankuro es tan ingenuo que ME LO COMOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO. ¿Ustedes que opinan? Será que Hoshi se enamorará también de él????
¿Ustedes como han estado?? Mucho tiempo sin saber de ustedes!!! Tengo muchas historias de su parte agregadas a mi lista de lectura, pero no he tenido tiempo de leerlas aun T_T Apenas me libere voy a pasar a leer todas sus obras y adejarles sus merecidisisimos comentarios.
Les quiero y abrazo fuerte.
Estrellita.
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