Capítulo VI
Oborozukiyo
{Una noche con luna brumosa}
Tsunade había movido cielo y tierra para intentar encontrar alguien que la acompañara, que no fuera Kakashi.
"¿Se imaginan una misión de dos días con Kakashi?" Se preguntaba a si misma la Himara cada vez que chequeaba que Yamato siguiera a su lado.
El ex Raíz había acomodado sus responsabilidades para coordinar la misión junto a Hoshi al país de las Aguas Termales. Este país se encontraba cerca de Konoha, por lo que el viaje no duraría mucho.
Lo que debían investigar estaba más que claro. Dentro de este país, se encontraba la aldea oculta de las Aguas Termales, Yugakure, pero decidieron desmilitarizarse para evitar quedar en medio de conflictos bélicos innecesarios y brindarle a sus aldeanos una vida pacífica. A pesar de ser así, Yugakure estaba en el foco de Konoha debido a que había salido a la luz un antiguo tratado entre ambos países muy similar al de Konoha con Suna.
Yugakure, o la antigua aldea de las aguas termales le cedía importante arsenal de armas a Konoha, a cambio, en este caso, de cederles una parte de sus aguas costeras para aumentar el rango portuario de la primera.
Todo parecía ser un tratado justo y correcto. Pero, el qui de la cuestión estaba en que esas armas jamás habían llegado a los ninjas de Konoha, y el acuerdo había sido realizado en su momento por el mismo consejo de los Kages.
El despertador de Hoshi sonó alrededor de las 4:30 de la mañana. Tenía tiempo suficiente como para bañarse, desayunar y encontrarse con Tenzo en las puertas de Konoha. A veces era cansador que la única forma de ingreso o salida de Konoha fuera por ahí, había situaciones como aquellas en las que el lugar de la misión quedaba al sur del país del Fuego, y debía rodear la aldea perdiendo horas y energías de viaje.
La castaña tomo una ducha larga. Ella sabía que debía cuidar el agua potable, pero le costaba mucho demorarse menos en el baño. Disfrutaba mucho de una ducha relajante y mucho más de una que la despertara. Aprovecho y rasuró sus piernas, mientras pensaba en lo patética que era esa costumbre.
Su madre le había enseñado que las piernas de las chicas siempre debían ser impolutas, lampiñas, suaves. El vello era sinónimo de virilidad y por lo tanto solo quedaba bien portarlo en los hombres. Por eso Hoshi jamás lo había dejado crecer en sus piernas y durante años había sido víctima en más de una ocasión de quemaduras por cera depilatoria, cortes por rasurado y una insoportable picazón después de esto.
Con el tiempo, cuando su mente se abrió y comenzó a tener en cuenta otras realidades, comprendió que lo que decía su madre no era otra cosa que el producto inexacto de una cultura falocentrica en donde la idea de una mujer natural era avasalladoramente desagradable. Hoshi prefería seguir depilándose, pero defendía con razón a toda aquella mujer que decidiera no hacerlo.
Salió de su casa diez minutos antes de la hora pactada, y sabía que no llegaría a tiempo pero se había demorado en asegurarse de desayunar calmadamente y en dejarle preparado el desayuno a su amiga quien entraba al hospital a las ocho.
Era la primera vez que tenía una misión a solas con un hombre después de tanto, tanto tiempo. ¿Estaba nerviosa? Si. No porque la presencia de Yamato le generara este nerviosismo, o que estuviera enamorada de él, sino porque era la primera vez que compartiría tanto tiempo con el sexo opuesto después de aquella última y terrorífica misión.
—¡Buenos días!—la saludó animadamente su compañero, antes de que siquiera Hoshi se acercara a él.
La castaña sonrió, extrañada. Estaba llegando tarde y aún así Yamato la saludaba con amabilidad.
—Buen día Yamato, perdón por la demora.—se excusó, y el Shinobi se acercó a ella encogiendo sus hombros despreocupados y ofreciéndole el puño para chocar.
—Descuida, yo también llegué tarde, apenas dos minutos antes que tú—Hoshi se rio ante aquella confesión, y los dos se pusieron en marcha hacia la salida de la aldea.
Yamato era de buen hablar, no tan al extremo como Maito, ya que esté dejaba platicar a Hoshi, por lo que había encontrado el balance entre la charla y la escucha.
Hoshi lo oía, si, pero estaba muy concentrada mirándole sus ojos, que le resultaban perturbadores e ilógicamente grandes. ¿Daba miedo? Podía decirse, su rostro le resultaba inquietante, pero al hablar se notaba que era un buen tipo. Al menos Tsunade le había prometido que no intentaría matarla en el camino a la Aldea de las Aguas Termales.
El ex Raíz se mostró muy interesado por escuchar lo que Hoshi tenía para contarle sobre aquella misión. Había investigado lo suyo, ciertamente, pero había datos que la Himara conocía mejor que nadie y que lo ideal sería oírlo de su boca. Y por supuesto, la kunoichi estaba en su salsa al contarle todo lo que sabía.
Hablaron sobre su aventura a la aldea de la lluvia, sobre los pergaminos que robó, y también intercambiaron las historias de Yamato que ¡Vaya que tenía muchas!, tantas que el viaje resultó ser más corto de lo que se esperaba.
Ingresar a la aldea de las aguas termales era la tarea más sencilla que podía existir en el mundo ninja. Poca seguridad, poco control debido a que era una zona por la que no era necesario cruzar a menos que se tuvieran asuntos directos con el puerto. Era un lugar tranquilo, sus habitantes vivían bajo buenas condiciones reflejadas en los frentes de las casas los cuáles eran elegantes y bien cuidados.
No había rastros de guerras ni dificultades geopolíticas. Yamato incluso observó que de las veinte cuadras que habían hecho, no había visto ningún indigente. Cualquiera querría mudarse a aquél lugar si se lo veía por primera vez, pero una vez conocida su historia muchos se echarían hacia atrás con la decisión
Aquél lugar era la cuna de uno de los Akatsukis más peligrosos. El tal Hidan, que Hoshi conocía por tener acceso al libro Bingo, había nacido allí para luego revelarse contra los principios de prosperidad y unión de la aldea. Había asesinado a una enorme cantidad de personas del pueblo central de Yugakure, para luego abandonar la zona y renegar de su labor de ninja.
La tierra estaba regada de la sangre de miles de inocentes que habían muerto por creer en la paz y en el progreso.
—Eso es fanatismo—dijo Hoshi, mirando atenta un enorme mural en donde se había detenido junto a Yamato para observarlo y rendirle honor a los cientos de nombres de víctimas que allí rezaban.
El ex anbu asintió con pesar.
—Es el rasgo principal de los Akatsuki, el fanatismo—acotó, leyendo por arriba los nombres tallados a mano—. Esa organización se alimenta de mentes enfermas, capaces de matar por un ideal.
—Fuiste Raíz —Hoshi era áspera como la arena—. ¿No matarías por un ideal, acaso?
Yamato lanzó una risita corta, mientras continuaban con su caminar.
—Maté por una idea—confesó, sin arrepentimientos—...pero hasta el más enfermo puede rehabilitarse, ¿No piensas igual, ANBU?
—Ex ANBU—lo corrigió con elegancia, mientras alzaba su dedo índice—. No sé si es verdad, pero espero de corazón que te hayas rehabilitado porque no quiero tener que pasar los próximos dos días conviviendo con mí potencial asesino.
El ninja sonrió mientras le abría la puerta del centro municipal y le cedía el paso. En aquel edificio se hallaban las oficinas del consejo, y el líder del pueblo. Casualmente las personas que ocupaban cargos de alta jerarquía en todo el mundo ninja eran hombres, y hombres de muy avanzada edad, que solo cedían obligadamente su puesto cuando se enfrentaban al irremediable destino de la muerte. Encontrar una persona joven, sea hombre o mujer, en un cargo así era como hallar una aguja en un pajar. Hasta el momento, era Gaara el kage mas joven, y sus decisiones, lamentablemente, estaban supeditadas al consejo de ancianos de Suna.
Yamato y Hoshi se hallaban en el edificio para poder hablar con el actual líder, con quien habían pactado un encuentro días atrás, cuando apareció la necesidad de viajar hasta allí. El hombre de unos cincuenta años, era un tipo refinado y culto. Amable, de carácter dócil y que los recibió cálidamente cuando ambos se sentaron frente a su oficina, expresándoles sus inquietudes.
Los dos ninjas leyeron los pergaminos firmados, chequearon que los papeles estuvieran en orden, y leyeron la letra chica del acuerdo. Todo había sido correctamente firmado, o mejor dicho, aparentaba ser así. El líder del pueblo les había preparado una copia para que ambos ninjas se llevaran al terminar la reunión, y cualquiera habría caído en su labia de no ser porque tanto Yamato como Hoshi tenían la habilidad de saber que algo no olía para nada bien.
Almorzaron con calma en un bar ubicado frente al edificio. El tiempo no los apremiaba en absoluto, y eso les daba la libertad de poder investigar a fondo, sin dejar ningún cabo suelto. Disfrutaron incluso del postre, lujo que rara vez se podían dar. Los viáticos estaban cubiertos por la aldea, por lo que aprovecharon y comieron como si no hubiera habido un mañana.
─Odio hacer estas cosas─dijo Hoshi, nerviosa, mientras miraba a ambos lados. Yamato, contrariamente, estaba calmo.
─Deberías estar acostumbrada, es parte de nuestro trabajo.
─ ¿Invadir propiedad privada? ─preguntó irónica, mientras miraba como el hombre abría fácilmente la ventana de aquella oficina en donde habían estado con anterioridad.
─Yo lo llamaría, buscar evidencias─Hoshi hizo una mueca mientras blanqueaba los ojos, y tomaba la mano de Yamato, quien se la ofrecía ya desde adentro.
Aquella escena le recordaba a su aventura en Amegakure, cuando casi repetidamente, se inmiscuía en la oficina del líder de la aldea a robar aquellos benditos pergaminos que la habían llevado hasta allí. ¿La ventaja ahora? Que no estaba sola, y que cuatro manos buscaban mas que dos.
El usuario del elemento Mokuton examinaba los cajones del escritorio del hombre con quien habían hablado anteriormente. Todos estaban sin llave, por lo que era fácil deducir que no había nada importante en ellos. Hoshi por su parte revisaba las carpetas de un armario metálico.
Nada. No encontraban nada, y eso comenzaba a frustrarlos. No había cajas fuertes ni escondites secretos en las paredes. No había entrepisos ocultos, ni archivos bajo llave. Todo estaba vacío de ilegalidades, todo era transparente.
─Si encontrábamos algo allí, este tipo sería un idiota─confesó Yamato, mientras caminaba por aquellas pintorescas calles. Hoshi lo miró, atenta─. Si el acuerdo habla sobre la navegación libre de los ríos, entonces todo debe estar ahí.
─La navegación es libre para Konoha, si hay algo ahí significa que Konoha esta metida en esto.
─Konoha no es, ni nunca ha sido la santa en esta historia─acotó, arqueando sus cejas─. NO me extrañaría que el país del fuego este hasta la nuca en esto, y si esta el país del fuego, están el resto de los países también.
Yamato tenía los pies sobre la tierra, tal vez era por eso que no se oía mucho de él en las oficinas de los Jonnin, o en los grandes eventos de la aldea. Quien fue Sensei del equipo Kakashi parecía entender que el arcaico concepto de 'Dar todo por la patria' era absurdo, ya que nadie estaba libre de pecado como para morir por él.
El puerto de la Aldea era modesto, una serie de bolardos que sujetaban a las balsas, botes y barcos que llegaban al lugar se acompañaban con defensas y pasarelas. Varias personas caminaban por estas de aquí para allá, amarrando, descargando, partiendo.
Era un lugar que parecía haber sido refaccionado recientemente. Se notaba porque hasta las dos grúas de descarga que habían allí brillaban por su novedad.
Hoshi nunca había viajado en barco, y Yamato tampoco. Observaron alejados durante un buen tiempo como se llevaban a cabo las actividades portuarias y cuales eran estas.
EN las horas que estuvieron sentados sobre la hierba, pudieron ser testigos de mas de veinte descargas de grandes contenedores de desconocido contenido. Sólo un barco llegó con personas, y todas estas parecían ser trabajadores de la pesca.
El líder del pueblo apareció por allí alrededor de las siete de la tarde, cuando el sol se acercaba a su despedida, y los faroles del puerto comenzaban a encenderse a causa de la escasa luz. El hombre iba de un lado al otro, con un maletín en su mano dando ordenes y firmando papeles. Era un puerto común y corriente, o eso parecía.
A eso de las once Hoshi estaba sentada sola, ya que Yamato había vuelto al centro del lugar a comprar algo para cenar, la ultima vez que habían comido algo o bebido había sido poco después del mediodía. Los ojos de la castaña se cerraban del sueño, pero cada vez que estaba a punto de dormir, los mosquitos que habían llegado a causa de la humedad nocturna de la hierba la despertaban a picotazos.
Justo en medio de un reniegue con uno de ellos, el claxon lejano de un barco la hizo voltear a ver. Era una embarcación de mediana envergadura, y no se llegaba a ver mucho pero parecía tener varios años encima. No fue sino hasta que el barco se alejó (en lugar de acercarse a puerto) que Hoshi le prestó atención a lo que estaba sucediendo.
Aquella embarcación no siguió la misma rutina de las demás, y tomó un recorrido distinto, perdiéndose detrás del frondoso bosque sobre las colinas.
─Me demoré porque había mucha gente─habló Yamato, que llegaba con dos hamburguesas en sus manos. Era mentira, se había demorado porque una hamburguesa no le bastaba y no quería comer dos delante de Hoshi
─Mira mira mira─le dijo la kunoichi, restándole importancia a la cena. Yamato miró al horizonte, pero no logró ver nada, en cambio le dio un mordisco a su hamburguesa─. ¡Ahí! ¿Lo ves?─el ninja negó─. Ese grupo de hombres, se está yendo hacia allí.
─Estarán terminando su jornada laboral─Yamato se sentó en canasta, dispuesto a disfrutar de su segunda ración de comida, Hoshi en cambio, se incorporó entusiasmada.
─¡No! Acaba de llegar un barco, y en lugar de..de...estacionar o como se diga, aquí, se ha ido hacia otro lado.
─¿Será una embarcación muy grande como para estará aquí? ─dijo, mientras Hoshi no le quitaba los ojos de encima al grupo de gente que se alejaba.
─Iré a ver─declaró, bajando la meseta en donde estaban sentados. Yamato suspiró, no quería dejar su cena allí abandonada, pero tampoco podía dejar sola a su compañera, por lo que se levantó también y le siguió el paso.
Se metieron entre los árboles para no ser vistos. Un pinchazo atacó el pecho de la muchacha al encontrarse en tal oscuridad, trayéndole a su mente vagos pero horribles recuerdos. Respiró profundamente y continuó su camino. Detrás venía Yamato, atento a cualquier movimiento ajeno que pudiera sorprenderlos.
Resulta que el barco, tal y como había dicho Hoshi, había arribado en otro sector que no estaba visible para ellos. Era un puerto también, pero mucho mas viejo que el que habían podido observar. Habían atracado el barco de costado, y había varias personas intentando hacer llegar una pasarela para poder bajar de allí lo que la embarcación traía dentro.
─¿Traerán armas?─preguntó Hoshi. Yamato estaba a su lado observando.
─Puede ser. Si es así no creo que a las demás naciones les guste esto─Yamato se refería a que hacia pocos años, las grandes naciones habían firmado un tratado de desarme.
Los hombres que Hoshi había visto alejarse, llegaban para trabajar en esa zona. Hábilmente subieron al barco por la improvisada rampa de madera, y se perdían dentro del barco. Minutos después aparecieron nuevamente, pero en lugar de bajar con cajas de madera, bajaban con niños y mujeres siguiéndolos en una fila india.
─¿Q-qué demo─maldijo asombrado Yamato, ya que de todos los escenarios posibles, aquél era el ultimo que se había imaginado.
─¿Son polizones?─sugirió Hoshi, aun manteniéndose optimista.
─No, esas personas no son gente que venia oculta en el barco. Ellos sabían que venían ahí, tienen en claro todos los movimientos que deben hacer.
Una vez que bajaron todos, una docena de personas, las agruparon frente a ellos y fueron dividiéndolos en tres grupos, de mujeres, niñas, y niños. Cada grupo siguió a una persona, y desaparecieron de allí. Los dos Jōnin de Konoha creyeron que allí se terminaría todo, pero acto seguido, aparecían mas trabajadores portuarios, con grandes cajas de madera que subían al bote gracias a una rampa hidráulica. Quién parecía ser el capitán del barco, abría las cajas y las controlaba una por una. Una vez que pareció dar el okey, estrechó las manos con los presentes, y subió al barco que se demoró mas de dos horas en volver a ponerse en marcha.
Hoshi bajaba de regreso por el bosque, aturdida por lo que acababa de presenciar. Yamato no paraba de voltearse a ver si alguien los seguía.
─No quiero creer que han traído a esas personas en contra de su voluntad. No quiero realmente, si es así es peor de lo que pensaba.
─No saquemos conclusiones antes de tiempo, todavía no sabemos que hay en esas cajas─la atajó su compañero, que aunque no quería reconocerlo, era la primera vez que veía algo como eso.
─SI Konoha tiene un tratado con Yugakure, eso significa que esas personas las manda Konoha.
─O el país del fuego...Recuerda que Tsunade no estaba al tanto de esto.
─¿Y que recibe el país del fuego a cambio? ─se preguntaba, intentando ordenar los pensamientos de una cabeza que estaba yendo a mil por hora─. Debimos haber subido a ese barco Yamato, a averiguar que había en esas cajas.
─Esa no es nuestra tarea Hoshi, nosotros vinimos a aquí a hacer una misión de reconocimiento─intentó calmarla, pero el Jōnin ignoraba que calmar a Hoshi era una tarea casi imposible.
─¿Y si esas personas estaban en peligro? ¿Esas niñas? ─se detuvo en seco, volteando a verlo con miedo en sus ojos─...¡Que hay si terminan en las manos de un degenerado! Debimos haber intervenido, podíamos luchar contra todos esos hombres, estoy mas que convencida que no había ninjas ahí─decía mientras agarraba su cabeza con sus manos, y volvía sobre sus pasos una y otra vez─. No podemos esperar a que Tsunade envíe a un equipo a desmantelar esa trata, no podemos. Puede ser muy tarde, debemos actuar.
─Hoshi, espera. No sabemos que ocurre, no tenemos idea cual es el negocio. Si queremos ayudarlas porque realmente están en peligro, lo mejor es que actuemos con precaución. Tenemos ordenes claras, ahora mismo regresamos a Konoha y antes de que amanezca estaremos hablando con Tsunade sobre el asunto.
Yamato estaba poniendo todo su esfuerzo en hacerla entrar en razón o que calme su nerviosismo, pero no parecía estar funcionando. Ella no lo escuchaba, o si lo hacía no le interesaba ni una mínima parte de lo que le estaba diciendo.
─Esas mujeres y niños están en peligro, lo sé, lo veía en sus caras ─carraspeó, aclarando su garganta─. No puedo quedarme aquí esperando a tener una reunión con mi líder, solo para que esta se demore quince días en enviar a un equipo a intervenir, y con suerte, que resulte en algo bueno. ¿Y si prostituyen a esas niñas, o mujeres? ¿Y si esclavizan a los niños o los venden por ahí? ¡Es inhumano!
—Estas cosas pasan todo el tiempo—sentenció Yamato. Hoshi lo miró extrañada, no podía creer que no se hallara sorpresa en su voz.
—¿Y?—pregunto, al borde de la histeria—. ¿Solo por eso debo permitir que se sigan haciendo cosas como estas?
—Calmate—Yamato fue tajante. No la conocía muy bien, pero sabía de su carácter. La castaña le lanzó una mirada fulminante—... No creas que estoy diciendo que se debe permitir esto—el ex Raíz bajó la guardia, suavizó su tono—. Estoy diciendo que no puedes ponerte así cada vez que veas una injusticia. Entiendo tu necesidad de hacer justicia Hoshi, pero no puedes estar volviéndote loca cada vez que pasa algo que no puedes controlar.
—Volviéndome loca—lo cito, indignada. La brisa nocturna agitaba su corto cabello—. Ustedes siempre nos tratan de locas cuando nos quejamos de algo que está mal. ¿Será que los locos son ustedes?
Yamato blanqueó los ojos.
—Es una expresión Himara—estaba exhausto de andar discutiendo por aquello—. Me refiero a que si vives haciéndote mala sangre por cosas que no están en tus manos, morirás más joven que cualquier otro ninja.
Hoshi se rascó su nariz, y aprovechó a tomar aire.
—¡Pues eso hubiera sido lo mejor! —escupió, dolida por las palabras del Jōnin. No quiso seguir hablando, y se volteó para regresar a su camino de salida de aquel bosque oscuro.
Yamato la siguió, apresurando el paso para alcanzarla.
—Hoshi—la llamó firme. Pero su compañera continuó—. Hoshi, debes dejar de victimizarte—aquello le cayó como un balde de agua fría, pero se detuvo—. Lo que te sucedió fue horrible, pero no puedes estar constantemente utilizándolo como un arma de justificación cada vez que alguien te dice que estás equivocada. Tienes que elegir qué papel tomarás, el momento es ahora. Puedes optar por seguir en plan de víctima cada vez que las cosas no salgan como quieres, o puedes aprender de la situación, y recurrir a uno de los mandamientos ninjas.
—¿Que mandamiento?—preguntó secamente.
—"Un ninja debe ver a través de la decepción y el dolor"—citó, dejando unos segundos de silencio entre esto y su siguiente frase. Con soltura colocó una mano en el hombro de la joven, y una sonrisa se dibujo en su rostro—... Se pasional con tu lucha Hoshi, no te digo que dejes de sentir. Pero no la vuelvas egoístamente tuya. No mientras hayan más personas a las que defender, y por las que pelear. ¿Estás haciendo esto para derrotar toda esta corrupción y evitar que otras personas sufran .. o estás aquí solo para vengarte?
El extraño Jōnin volvió a sonreírle, y le dio una palmadita en su hombro. Después se adelantó y se dirigió a la salida que se asomaba entre los árboles. La castaña se quedó parada allí, pensando en cada cosa que Yamato le había dicho esa noche.
Estaba triste, se sentía mal. Y lo peor de todo era que quizás Yamato, en alguna parte, solo en alguna parte... tenía razón.
Hoshi era terca, obstinada y muchas veces no quería escuchar a aquellas personas que iban en dirección distinta a como ella pensaba. Yamato tenía la frialdad que se requería para no ser manipulado por los sentimientos o las emociones, y Hoshi, en cambio, era ferozmente pasional y sensible con todo, sobre todo con aquello que inmiscuía un sufrimiento en los más débiles. Le había dolido que le dijera que dejara de victimizarse cuando ella misma había optado por no hablar nunca mas del asunto, justamente para evitar quedar como victima una y otra vez. En eso se equivocaba, el jamás pasaría por una situación por la que ella o cualquier otra mujer había pasado.
Pero en lo que sí tenía razón, es que quizás toda aquella investigación, mucha veces se mezclaba con la necesidad inconclusa que tenía ella de vengarse de Danzo. Ella sabía que estaba haciendo todo eso para evitar que otras mujeres pasaran por lo mismo, pero también entendía que indirectamente, buscaba destruir al hombre que había acabado con su vida como la conocía.
Yamato y Hoshi regresaron al día siguiente, empapados porque los había encontrado una torrencial lluvia. Ese día el Sensei provisorio del equipo de Kakashi pescó un resfriado, pero Hoshi tuvo mas suerte y su sistema respiratorio no sufrió las consecuencias del sorpresivo temporal y el brusco cambio de clima.
Se reunieron con Tsunade y le explicaron todo lo que habían visto. Era todo sumamente extraño, y la Quinta dedujo que aquello seguramente era obra del consejo de Konoha, en el que casualmente había estado involucrado Danzô. Hoshi preguntó cuando regresarían a la aldea, pero la Quinta les explicó que su tarea era de reconocimiento, ahora el equipo ANBU de Ibiki sería quien se encargaría de realizar las próximas acciones correspondientes, y posteriormente la Junta de las Naciones decidiría que sanción se le aplicaría al líder del lugar.
Obviamente, Hoshi no se quedó conforme. Conocía de primera fuente como ANBU se manejaba en sus misiones, y sabía que no investigarían en profundidad si no era Konoha quien estaba directamente involucrada o en riesgo de sufrir algún perjuicio. Pero también sabia que insistir en ese momento era en vano, por lo que acató el comentario de su líder.
─No no, quédate un minuto Hoshi, necesito hablar contigo─le dijo Tsunade cuando ambos ninjas se disponían a retirarse del lugar. Yamato se despidió de ambas mujeres, y la castaña se quedo quita en su lugar, aguardando lo que la Senju tendría para decirle─. Agradezco tu esfuerzo, entiendo que es una situación terrible. Si las cosas suceden como sospechas, será un lio internacional.
─Sería bueno, digo, que todas las naciones finalmente se involucren en algo.
─Sí, lo sería─Tsunade suspiró, y Hoshi supo que algo malo venía después de aquel gesto─...Y hablando de algo internacional, hay algo que quiero comentarte─Hoshi solo se quedo en silencio, aguardando a que continuara─...Recuerdas que tu juicio estaba planificado para este Julio, ¿Cierto?─la Himara asintió─. Lamentablemente fue aplazado...
─¿Para que fecha?─preguntó de cuajo, sin rodeos. Tsunade se demoró en responder, mientras le entregaba una notificación legal con el sello de Otogakure. Hoshi abrió el sobre y leyó lo que las letras recitaban. Negó con la cabeza, no estaba sorprendida por aquello─. ¿Por qué esta notificación no llega a mi casa?─preguntó, alzando la nota con su mano izquierda.
─Tu dirección no esta actualizada, recuerda que no vives mas en casa de tus padres desde que te fuiste.
─En fin─masculló, arrojando la nota sobre el escritorio─. Era obvio, su gobierno intentará atrasarlo una y otra vez, no les conviene, no si reciben el apoyo de Danzo─ restregó sus ojos, y se incorporó─...Iré a descansar, tengo frío y me duele la cabeza.
La joven salió de la oficina sin decir mucho mas ni permitirle a Tsunade que la detuviera. Enterarse que el juicio de sus agresores sería recién dentro de dos años y que en este tiempo ellos tenían la posibilidad de solicitar esperar en sus casas no la había tomado de sorpresa en absoluto. Eso era lo bueno de haber vivido una tragedia como tal, ya nada te afectaba demasiado.
Lo único que deseaba en ese momento era llegar a su casa, bañarse, vestirse con ropa limpia y dormir hasta el día siguiente. Tenía hambre pero carecía de ganas de intentar prepararse la cena, y eso la hacia extrañar a su madre y a su rica comida. Asami podía cocinar, si, pero posiblemente estaría en el Hospital con sus clases, y no llegaría hasta cercana la noche.
Llevaban ya un par de semanas conviviendo con la muchacha de cabello azul y hasta ahora no habían tenido ningún tipo de conflicto. Las dos sabían organizar sus horarios y respetaban sus espacios. Asami no hablaba mucho de su vida, Hoshi solo sabia que sus padres habían muertos en la rebelión contra el Clan Yuki; y Asami, por su parte, de Hoshi solo sabía su historia en el mundo ninja pero desconocía por completo aquello que tanto la había marcado. Y eso estaba bien para ambas, ese acuerdo tácito de no preguntarse mas de lo que se necesitaba decir o hablar.
La primavera llegó como una fuerte bofetada; atacó con alergias, humedad, y un clima cambiante, anunciando que las gloriosas épocas de frio comenzaban a terminarse. Hoshi había retomado con sus sesiones de terapia y era recurrente su comentario 'Odio la primavera'; comentario que se volvió aun mas fuerte cuando las calles de Konoha comenzaron a llenarse de los famosos festivales previos al verano.
Hoshi había pasado de aprobar visados, o gestionar salidas a organizar las fechas para todos los eventos que se llevarían a cabo en Konoha, ya que el Consejo feudal había decidido que la ciudad de la Aldea oculta entre las Hojas sería la capital de las fiestas masivas en honor a la primavera. Y no había peor cosa para Hoshi que verse involucrada en un festival tan concurrido por adolescentes y personas del resto del país.
Aun así, esta tenía la obligación de cumplir con las tareas de Tsunade y después de todo, le venían bien para olvidarse un poco de lo sucedido en Amegakure, despejar su mente y organizarla para sus próximos movimientos y decisiones.
─No entiendo porque no puedo quedarme en casa, estudiando─dijo Asami, arreglando el moño con el que había recogido su corto cabello. Hoshi la miró por el reflejo del espejo, con sus cejas arqueadas.
─¿Estudiando?─preguntó, irónica─. Jamás te he visto agarrar un libro.
─Ja, eso, mi querida Hoshi, es porque tengo toda la información en mi cerebrito─replicó, dándose golpecitos en las sienes. La castaña lazó una risa, y se acercó a ella para que acomodara el lazo de su kimono─. Estás muy arreglada, ¿A quién quieres ver, eh, putita?.
─¡Asami!─le gritó ante aquel insulto, pero no pudo evitar reírse─. A nadie, sólo que Tsunade me ha exigido que me comporte como corresponde, si quiero causar una buena impresión a los asesores legales del País. Ellos estarán en el desfile esta noche.
─¿Iremos al desfile?─preguntó, examinando que el nudo le hubiera quedado perfecto─. Tu ni siquiera crees en Buda, ¿Para que quieres ir al desfile?
─NO te lo estoy diciendo ¿Acaso?─explicó, mirando como su amiga se encargaba con éxito de la vestimenta─. Es todo por exigencia de Tsunade. Además, ¿Por qué me pides explicaciones? ¿Tu porque vas tan arreglada? Es por mi primo, ¿Cierto? ¿Por Shikamaru?
La peliazul abrió sus enormes ojos de par en par, y sus mejillas se llenaron del crúor de la vergüenza. Rápidamente le propinó un golpe en el brazo a su amiga, y se volteó para buscar sus sandalias.
─Que mierda dices, se te dañó el cerebro.
Hoshi sonrió pícaramente, mientras acariciaba la zona en la que su amiga había depositado su puño.
─He visto que te ha acompañado a casa varias veces.
─Por casualidad, solo eso─Asami se sentía incómoda, no quería hablar sobre eso. Se incorporó del borde de la cama a donde se había sentado para ajustar sus sandalias, y miró mal a su amiga.
─¿Me quieres ver la cara de estúpida?─le preguntó Hoshi en tono burlesco, después de salir de la habitación y apagar la luz─. El vive en el otro extremo, no hay manera de que pase por acá. Nadie pasa por esta zona, solo los delincuentes o ex convictos que vienen a ocultarse de la ley─exageró. El barrio en el que vivían no era tan peligroso, pero tampoco era una maravilla.
─Para que querría eso si veo esa cara todos los días─contraatacó la joven de Kirigakure iniciando una discusión tonta y bromista entre las dos, mientras salían de aquella casa rumbo al festival.
Tal y como lo había dicho Asami, Hoshi no creía en el budismo, por lo que la participación en la primera parte del festival que consistía en una peregrinación al templo no era mas que una presencia para quedar bien delante de los grandes representantes legales. Ella necesitaba hacerse presente en ese mundo, y por consejo de Tsunade, mejorar sus relaciones era parte de esta estrategia.
La mayoría de las personas participantes y que desfilaban en primera fila, eran miembros de la nobleza, o del feudalismo, que seguían a una serie de animales sagrados como vacas, bueyes, y caballos. A lo ultimo, iban los aldeanos y en el medio, toda la formación ninja de Konoha. Todos vestidos con sus mejores Yukatas, o Kimonos. Era una exacerbada manifestación de riqueza y que por lo tanto, contrastaba con la casta mas pobre. Ni a Hoshi ni a Asami le gustaba aquello, pero pertenecer a los ninjas las obligaba automáticamente a participar de todo aquello.
Lo único bueno del evento, era la fiesta que habían organizado un grupo de Chunin en un bar recientemente abierto cerca del bosque de la Muerte. Todos los ninjas habían sido invitados a participar, y por lo que se había estado hablando, la mayoría estaban muy contentos por ir. Siempre que se hablaba de alcohol, los ninjas de Konoha eran especialistas en concurrir.
Y así fue, ya que después de los rituales del templo, gran parte del plantel de shinobis y Kunoichis comenzaba a llenar el lugar que no esperaba recibir tantas visitas, hasta Tsunade se había dado el lujo de pasar a beber una copa.
Tanto Hoshi como Asami habían preferido ir a su casa a cambiarse y estar mas cómodas. Hoshi no podía usar ningún zapato o sandalia que tuviera algún mínimo tacón o altura, si los usaba, parecía estar caminando sobre huevos. En cambio Asami era una maestra con este calzado sin embargo decía que no podría aguantar mucho mas tiempo sobre ellos.
Era el primer evento de este estilo al que la joven de Kirigakure acudía. En el hospital, se había acercado mucho a Ino, con quien compartía la mayor parte del tiempo mientras estudia por lo que a partir de allí, conocer al resto de los once de Konoha no le resultó ninguna complicación.
Esa noche por ejemplo, Asami hablaba animosamente con Kiba, Shino e Ino, quien se les acercó apenas las vieron entrar. Hoshi prefirió seguir a la barra a encontrarse con otros Jōnin, pero su amiga decidió quedarse en una mesa junto a los otros tres, que aguardaban la llegada del resto de los otros Chunnin conocidos. Asami caía bien por sus chistes y sus constantes humoradas, por lo que había sido fácilmente bien recibida por aquellos jóvenes, sobre todo por Shikamaru, quien Hoshi seguía sosteniendo que algo sucedía entre los dos.
Shikamaru por su parte, platicaba con Asuma y Kurenai, y cada tanto se volteaba a ver durante largos segundos a la extraña amiga de su prima, como queriendo sumarse a aquella divertida conversación que parecían estar teniendo.
La castaña por su lado, con una limonada en su mano ya llevaba un buen rato hablando con Maito y Jiraiya, quien se había acercado luego de ver qué el primero la estaba agotando con sus anécdotas ninjas y no le permitía meter ningún bocado.
El sabio esa noche se veía más sensual de lo habitual. A diferencia de su uniforme de trabajo, tenía puesto una remera negra de mangas largas, y un pantalón azul Francia. Esa noche estaba exquisitamente atractivo, y la Himara no podía evitar percatarse de su gran y tonificada espalda.
El viejo tenía algo que involuntariamente obligaba a Hoshi a verlo, a deleitarse con sus ojos. A su mente llegaron los recuerdos de aquella noche en el departamento de él, e intentaron derribar el eje de Hoshi golpeándola como caballo salvaje escapando de la doma. Su cerebro emitió las imágenes de un Jiraiya semi desnudo, con su torso descubierto, cargado de pasado y cicatrices, los fuertes brazos tomándola a su antojo, y el beso furioso que nunca volvieron a darse.
Hoshi llevaba años sin intimar con nadie, no desde aquella vez. Entregarse a alguien le parecía aterrador, y su inseguridad era tan grande que hacerse la idea de encontrarse desnuda frente a otra persona le generaba un terrible pavor.
Pero esa noche, al ver al sabio comportándose de manera tan coqueta y masculina, su bajo vientre se llenó de unas peligrosas cosquillas, y por momentos se olvidó de aquella charla en la que estaba metida.
—¡Hosho!—le dijo Jiraiya por tercera vez, y fue recién en esta que la Himara lo escuchó—¿Estás bien?
—Oh, si si, estoy perfecta—dijo rápidamente, sonriendo. Si prestaban atención, podrían notar sus enrojecidas mejillas.
—¿Has tomado demasiado alcohol?—preguntó Maito, preocupado. Jiraiya sonreía.
—No estoy bebiendo alcohol, es una limonada—dijo mostrándole su vaso—. Creo que de repente me invadió una ola de calor.
—¡Salgamos afuera entonces!—sugirió Maito, preocupado innecesariamente por lo que le estaba pasando a la muchacha.
—Mejor salgamos adentro—bromeó Jiraiya, causando la risita de su amiga y el mal mirar del Jōnin.
—No es para tanto—minimizó la situación, mientras hacía un gesto con su mano—...volviendo a lo que estábamos—intentó recuperar el hilo de la conversación, pero no pudo hacerlo—. ¿En que estábamos?
Jiraiya lanzó una risotada, y Maito la miró ofendido. Había estado hablando sobre su última peligrosa misión, y Hoshi parecía no haberle prestado atención.
—¡Ay no!—exclamó la castaña al percatarse de lo mal que había quedado frente a su amigo—. No quise quedar como si no te hubiera estado escuchando, es que últimamente tengo la cabeza en otro lado y me olvido muy rápido de las cosas.
—Meh, está bien Hoshi—Maito se encogió de hombros, lo ofendido se le pasó volando. El tipo tenía eso, un corazón tan noble que no conocía de maldad—. Estoy acostumbrado a que me lo hagan, Kakashi lo hace todo el tiempo. ¡Me ignora completamente!
—¡Hablando de Kakashi!—gritó emocionado Jiraiya, señalando hacia la puerta del lugar repleto de gente—¡Eh Hatake! ¡Te estamos esperando!.
El corazón de Hoshi se detuvo. Si no sufría un infarto en ese momento, estaba muy cerca. Se volteó a ver sobre su hombro derecho, y si, efectivamente...Kakashi acababa de ingresar al bar donde todas esas personas celebraban el Aoi Matsuri.
Kakashi no escuchó a Jiraiya, había demasiado barullo como para hacerlo. Pero vio sus exagerados movimientos y la altura destacable del sabio que se acercó a ellos esquivando delicadamente a la multitud.
Hoshi miro sobre su hombro para ver dónde estaba Asami, y no la encontró. Ni siquiera a Naruto, Sakura o Tenten. Tampoco estaba Iruka, o quizás estaba tan enceguecida por los nervios que no se pudo dar cuenta de la presencia de alguien que respondiera su silencioso pedido de auxilio y la sacara de allí.
—¡Bienvenido amigo mío!—gritó Maito, al verlo llegar con una yukata azul oscuro. Hoshi solo permaneció inmóvil. Quería marcharse de allí, desaparecer, pero sus piernas no le respondían—. Que bueno verte por aquí, pensamos que no vendrías.
—Hola Maito—lo saludo sin tantas vueltas, y sonrió—. Necesitaba despejarme, dicen que a veces vienen bien las reuniones sociales.
Jiraiya no dijo anda, solo miraba de reojo a Hoshi. Se había dado cuenta que la castaña estaba incómoda.
La muchacha le dio el último sorbo a su limonada, y suspiró. Se preparó para irse. Junto todo el coraje del mundo para voltearse y alejarse de allí, pero temía que las piernas le temblaran tanto como sus manos.
—Hablamos luego—dijo sólo con la mímica a Jiraiya y este asintió, apenado, por haber sido él el que llamó a Kakashi.
—¿Cómo estás Hoshi?.
La aludida se quedó petrificada antes de poder retirarse de allí. Él le había hablado.
Pestañeó, y una mueca que parecía ser una especie de sonrisa burlona cruzó su rostro. De su boca salió un jadeo sarcástico, que no llegó a convertirse en risa. Lo miró a los ojos por primera vez en tantos años, y se reencontró con aquella tristeza infinita con la que siempre cargaba. Así se quedaron dos segundos, la castaña blanqueó sus orbes y negó exhausta, volteándose y alejándose de allí indignada.
—¿Que suc...—intento decir Maito pero Kakashi lo interrumpió.
—Hoshi, espera—la llamó, siguiéndola. Un dejo de valentía había arrebatado su mente en ese momento. Era ahora o nunca.
La castaña hizo caso omiso al llamado, e intentó seguir con su camino, pero accidentalmente chocó contra alguien que venía en dirección contraria.
—Ash, disculpa—se excusó, molesta por aquella interrupción a su escape, sin siquiera notar que aquél sujeto contra él que había chocado era Asuma.
—¿Te vas, Hoshi?—le preguntó, pero esta lo ignoró por completo. EL Sarutobi miro extrañado a la chica que lo había ignorado, y luego buscó con sus ojos a su amigo Kakashi, quien se había detenido al darse cuenta que intentar hablar con ella era en vano.
El copia ninja miró a Asuma resignado, y este se acercó a el, abrazándolo amistosamente y llevándolo de nuevo a Maito y Jiraiya quienes se habían quedado observando aquella situación.
Hoshi logró pasar entre la multitud y salir del bar para tomar una enorme bocanada de aire fresco que le reseteó el cerebro y aclaró sus ideas. Estaba tan nerviosa que sus manos no dejaban de temblar, cerró sus ojos y encerró su cuello con ambas manos, necesitaba de manera urgente calmarse.
Años, años sin ningún tipo de acercamiento a Kakashi. Años sin saber como estaba, años sin hablar con él. Y ahora, después de llevar meses de regreso en Konoha y sin que este ninja hubiera tenido la intención siquiera de acercarse a pedirle disculpas y que de repente quisiera intentar entablar una conversación como si nada hubiera ocurrido, la sacaba de sus cabales.
Miró hacia atrás, observando a las personas como entraban y salían de allí, y en el fondo de su corazón esperaba con todas sus fuerzas que el peliplata se asomara por esa puerta buscándola, insistiendo.
Pero no fue así.
Kakashi no salió, y ella tampoco volvió a entrar. Simplemente se fue de allí, rápidamente, sin avisarle siquiera a Asami que regresaría a su hogar. No quería que ella se sintiera en la obligación de acompañarla.
El hijo de puta de Kakashi había arruinado otra de sus noches. O era por culpa de ella, tal vez, que no había tenido la capacidad de soportar su presencia sin siquiera sentirse movilizada.
Pero había algo que tenia que reconocer y felicitarse por ello...no había derramado ni una sola lágrima, y esto significaba que el dolor había sido reemplazado por la rabia, por que eso era lo que sentía cada vez que veía o pensaba en Kakashi...sólo rabia.
O al menos así lo quería creer.
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AAAAAAAAAAAAAYAYAYAYAYAYAYAYAYA CANTA Y NO LLOREEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEES....Bueno, primeramente disculpen la demora. Mucho trabajo, mucho estudio, me quedan muy poquitas materias pare recibirmeeeee asi que le estoy metiendo pata a la facu T_T NO ME MATEEEEEEEEEEEEEEEEEEN
Este capitulo es laaaaaaaaaaargo,lo sé. E iba a ser mas largo todavia, pero decidi dividirlo!!! Me iban a matar todavia mas si se daban cuenta que tenian que leer 23 hojas jajajajajajajaj Una cosa es leerlo en papel, pero leer 23 hojasdesde la pc o el celu....Pffff, como platos nos quedan los ojos jajajajajja
EN fin, espero que les haya gustado esta cosaaaaa. Que no les haya decepcionado sobretodo, y que ese sneakpeak de una casi charla de kakashi y hoshi les haya gustado y dejado sabor a poco en la boca como me lo esta dejando a mi jajajajajjaja
¿Ustedes como estan? LES EXTRAÑE MUCHOOOO
Gracias a les nuevxs lectorxs que se estan sumando a esta histria.AMO SUS COMENTARIOOOOOS, ya mismo estoy respondiendo todo lo que me escriben.
Espero tengan un hermoso finde, les quiero mucho.
Estrellita.
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