20📿
—¡Lo encontré! —exclamó Jungkook azotando el libro que tenía entre sus manos contra la mesa, sobresaltando a los otros tres que estaban demasiado concentrados en su propia lectura—. Es un i dëmshëm.
Tres pares de ojos confundidos se posaron sobre él logrando que rodara los suyos. Por otra parte, no los culpaba. Él mismo estuvo un buen rato aprendiendo su pronunciación y buscando más información. Lo que nadie te decía sobre aprender de lo oculto, era que había raíces muy antiguas, variadas en lengua y cultura.
—En albanés es maleficio. Un sello de maldición. —Señaló con su dedo índice la página que quería que vieran.
Efectivamente, la marca que Jimin encontró en el hotel era la misma que estaba en el libro. El I dëmshëm era una maldición en donde la víctima de la marca, era propensa a tener alucinaciones audiovisuales relacionadas con las culpas y pecados que albergaban su corazón.
Luego, la entidad drejtësi, traducida al coreano del albanés como la "justicia", se haría cargo de la víctima como presunto culpable de sus actos del pasado en la ejecución final. Una vez realizado el encargo, la entidad desaparecía hasta que alguien más volviera a invocarla. Yoongi bajó el libro y miró a Jimin.
—¡Perfecto! el trabajo está hecho —dijo con notorio sarcasmo—. No fue suicidio, fue asesinato, y nuestra única culpable es una entidad justiciera que se invoca con un sello que, a su vez, se desintegra luego de terminar el trabajo ¿Qué se supone que vamos a hacer ahora?
—Para que el sello funcione tiene que haber un gemelo. —Alertó Taehyung que seguía leyendo el libro—. Ambos no pueden estar separados, hay un radio límite de distancia para que la parte final de la ejecución funcione.
—Eso significa que, quien haya poseído la marca gemela, estuvo en el hotel —dijo Jimin asertivamente.
—Si, pero hay otro problema. —A Yoongi no le gustaba ser pájaro de mal agüero ni ser el portador del pesimismo, pero alguno de los cuatro debía ser el objetivo que reventara la burbuja—. Había más de doscientas personas hospedadas el día de hoy ¿cómo vamos a interrogar a todas ellas antes de que esté celebrando mi jubilación?
—Ser positivo no es tu fuerte ¿cierto? —alegó Taehyung levantando una de sus cejas—. Tenemos el arma homicida, y lo hemos encontrado en menos tiempo de lo que los polis tardan en encontrar su ombligo entre tanta panza llena de donas y café.
—Oh claro, porque los polis tienen un manual sobre lo sobrenatural para asumir que su sospechoso es una entidad albana. —alegó Yoongi poniendo sus ojos en blanco.
—¡Exacto! Si fuesen más inteligentes, sabrían que todo es posible en este mundo. Pero como las personas creen saberlo todo de todo prácticamente olvidaron ver de verdad y dime ¿cómo les funciona eso ahora? —Taehyung podía ser un ser de luz, ser encantador y amable, pero algo que lo superaba era la ignorancia de la gente.
No esperaba que todos fuesen fieles creyentes de lo paranormal o lo espiritual, pero no costaba nada tener la cabeza abierta a todas esas miles de posibilidades y variantes que hacían un mundo de diferencia.
—El hotel tiene la obligación de entregarnos la lista de las personas que estaban registradas desde ayer para colaborar con el departamento policial. —dijo Jimin interrumpiendo la intensa batalla de miradas de esos dos, hombres daegunenses tenían que ser—. Si el portador de la marca gemela necesita un radio de distancia específicamente cercano, podemos reducir la búsqueda a las personas que se hospedan en el mismo piso y si el rango se amplía más, podemos tomar como opciones los pisos superior e inferior. —sugirió.
Su memoria era infalible en esos casos, quizá había parecido que estuvo distraído jugando con Yoongi y obviando sus responsabilidades, pero en realidad, siempre estuvo atento a todo y a todos. La habitación de la víctima era la 113 y cada piso contaba con un número par de dormitorios, lo que significaba que entre la planta superior e inferior había doce dormitorios en total y más los del piso intermedio eran 18. En un rango de 18 habitaciones habría un máximo de 34 personas a quienes interrogar.
Yoongi asintió estando completamente de acuerdo con el plan, sería un trabajo largo, pero era lo único que tenían por el momento. Una vez más, se encontraban trabajando con algo que estaba más allá de la simple compresión humana, y debía darle créditos a Jimin por no haber perdido la cabeza en el camino, no debía ser una tarea para nada fácil cuando sus dos mundos se entrelazaban de aquella forma, y comenzaba a darse cuenta de eso.
Con el plan en marcha los detectives regresaron al hotel para pedirle a la recepcionista la lista de los huéspedes que estaban instalados ese día en los pisos cuatro, cinco y seis. No sin antes dejar en claro que, de no hacerlo, estaría interviniendo en la investigación, algo que posiblemente podría manchar su historial. En menos de cinco minutos la pobre mujer tuvo todos los papeles listos.
—Tenemos un largo camino por recorrer. —Suspiró Min tras ver los cinco papeles abrochados llenos de nombres junto con el número de habitación correspondiente.
—Eso veo. Oye, estuve pensando —informó Jimin entrando al auto junto a él—, creo que deberíamos interrogar a SoRa-ssi otra vez. Taehyung dijo que debían estar a distancia ¿cierto? pero nunca dijo cuánta exactamente, sólo la suficiente para que todo se lleve a cabo correctamente, y eso podría ser cualquier número dentro del rango del hotel. —Yoongi apretó sus labios e hizo una mueca—. ¿Qué? —preguntó sin entender porqué lo estaba mirando de esa forma, de esa que significaba que lo que estaba a punto de decirle, podría tirar su conjetura a la basura.
—Eso ampliaría nuestro propio rango de búsqueda a prácticamente todo el hotel ¿sabes lo que será regresar y pedir los datos de todas esas personas? Jimin, hablamos de más de cien, no terminaríamos hasta la próxima navidad.
—Tienes razón, no he descartado esa parte, pero ella era su pareja, alguien que tenía un vínculo con él. Solo intentemos, y si resulta ser inocente, volvemos al plan original.
El semáforo dio rojo, y Yoongi ocupó el tiempo de espera en mirar a su compañero. Jimin tenía sus cejas fuertemente fruncidas, algo que les daba intensidad a sus ojos grises. Testarudo, eso es lo que Jimin era, por otra parte, y en su defensa, esa testarudez a veces era necesaria. Pasando su lengua por sus labios, Yoongi suspiró.
—Está bien, tu ganas. —Aceptó Min poniendo el auto en marcha.
La residencia de la señorita Lee estaba ubicada cerca de un barrio residencial tradicional, y curiosamente, no estaba muy lejos del hogar de Jimin.
—¿En serio vives por aquí? ¿No es eso muy cliché? —preguntó Yoongi un tanto curioso echándole un vistazo a las casas que nada tenían de común con las grandes y lujosas edificaciones del centro.
—Mi familia es de tradiciones, que puedo decir. —Fue la simple respuesta que Jimin le dio.
La casa actual de Jimin había sido de su madre cuando estuvo soltera y vivía con su tía. Y fue donde residieron él y su primo hasta año pasado que él tuvo que volver con su tía por asuntos personales.
Cuando la puerta de la casa de SoRa se abrió, los detectives pudieron notar los rastros de un llanto resiente en su afligido rostro. No obstante, ella los recibió con frágil amabilidad, causando que ellos no supieran como proceder. En una situación "normal", ellos habrían hecho tripa corazón y actuar como lo harían siempre, con la cabeza fría y el corazón duro, pero ¿cómo se debía actuar teniendo en cuenta las particularidades del caso? ¿Cómo se le preguntaba a una persona relativamente común si conocía un símbolo de maldición? Jimin era un experto en eso, pero eso no quitaba lo difícil que era llegar al punto con una persona que posiblemente, podría no tener idea de nada.
So Ra los invitó a sentarse en la cocina, ofreciéndoles una taza de té que ellos no pudieron negarle.
—¿En qué puedo ayudarlos? —preguntó ella tomando asiento frente suyo.
Los detectives compartieron una mirada discreta antes de formular alguna respuesta. Fue el detective Min, quien al final tomó las riendas de la conversación.
—Lo cierto es que, tenemos razones para creer que lo que le sucedió al señor Go, no fue suicidio. Se comprobó que los vidrios de la ventana eran reforzados, no podría haberlo atravesado por sí solo, aunque lo intentara. Alguien más tuvo que hacerlo —dijo Yoongi sin tapujos.
—¿Qué? —jadeó ella con sorpresa—. Eso es imposible, sí esas ventanas son gruesas, sí alguien lo hizo, eso significaría que debió tener muchísima fuerza ¿Quién en este mundo podría tenerla?
Bueno, ya que preguntaba...
—¿Usted conoce este símbolo? —preguntó Jimin tendiéndole un pedazo de papel con el símbolo del i dëmshëm en él.
SoRa lo tomó entre sus manos y lo observó detenidamente por unos segundos, y luego negó con la cabeza.
—No, no sé qué es. —respondió devolviéndosela.
—¿La víctima tenía enemigos o se había comportado extraño antes de hoy?
—Pues...ahora que lo mencionan, él había teniendo problemas para dormir y decía que alguien lo seguía. También creo recordar que recibía llamadas a horas extrañas, pero nunca nadie contestaba, era escalofriante ¿Creen que le haya dado un brote psicótico o algo así? Él no consumía ningún tipo de droga, no que yo supiera al menos.
Jimin la observó con detenimiento, odiaba tener que recurrir a sus habilidades para leer a las personas de manera emocional, pero el caso lo ameritaba. Para su buena fortuna, ella no expedía ningún tipo de aura que le asegurara que estaba mintiendo. Blanco, puro blanco rodea a Lee So Ra.
<<Una sospechosa menos>>, pensó Jimin.
—Las pruebas de toxicología dieron negativo a cualquier sustancia psicotrópica.
—¿Psico...qué? Perdón, no estoy familiarizada con términos médicos —sonrió un poco apenada.
—Significa que no había nada ilegal en su sistema. Tampoco rastros de algún medicamento. También se nos informó que el señor Go falleció en plena caída causada por un ataque cardiaco.
—¿Entonces? No lo entiendo...—Expresó confundida.
—Es complicado de explicar, pero le prometemos que haremos todo lo posible para que se resuelva —aseguró Yoongi.
Minutos después, los detectives dejaron la casa para dirigirse a la estación, y así, hacer algo con la larga lista de posibles sospechosos. Fastidiados, así se sentían, como si fuesen jóvenes otra vez, y estuvieran en medio de molestos proyectos de fin de año.
—¿Es así como se siente? Tener las respuestas a la mayoría de interrogantes y no poder decirlas —preguntó Yoongi dejando a un lado una de las listas.
Con el señor Im había sido más sencillo no pretender que algo malo no estaba sucediendo, ya que él mismo había solicitado los servicios de Jimin, pero ahora, las cosas eran distintas y él podía entender un poco más por lo que atravesaba.
Jimin recargó su barbilla entre sus brazos en el escritorio, su expresión era de absoluta tranquilidad, una tranquilidad que le decía sin realmente expresarlo en palabras, que su compañero estaba más que acostumbrado a esa vida.
—¿Podemos ir por algo para comer? Muero de hambre. —dijo en cambio frotando su estómago. Y aunque sonara a escusa, la verdad era que sí se estaba muriendo de hambre.
—Si, yo también. Muero por unas brochetas de cordero. Los espíritus malignos pueden esperar un poco ¿no es así?
Jimin sonrió y asintió con efusividad. Si So Ra no era la responsable, el verdadero culpable no se atrevería de mover las siguientes piezas todavía. Al menos eso era lo que él esperaba y deseaba creer.
—¿Esto es enserio? ¿No tendrían que estar interrogando a unas 20 a 30 personas en lugar de estar atragantándose? —inquirió el sargento Choi entrando a la oficina de los detectives que alzaron sus cabezas de las bandejas que tenían entre manos para mirarlo.
Sus mejillas estaban redondas, rellenas de comida como lo harían las ardillas, habían sido atrapados infraganti.
—No podemos hacer nuestro trabajo con el estómago vacío —Alegó Yoongi en defensa suya y de su compañero.
Minki rodó sus ojos. El flechazo que había sentido desde siempre hacia el detective Min parecía estar desvaneciéndose poco a poco, permitiéndole ver que detrás del ingenioso, misterioso y apuesto hombre había...sólo un Min Yoongi con mejillas rellenas de carne de cordero, junto a su protegido, el infame Park Jimin. Y no había nada más insulso que eso. Con una mueca de desagrado el sargento dejó el permiso para ocupar la sala de interrogatorio que se había solicitado y luego se marchó.
—¿Qué? ¿Que hice? —preguntó Yoongi cuando Jimin comenzó a reír.
—Compañero, has bajado el lívido de Minki de mil a cero de un escopetazo.
—Espero que haya sido un golpe sin posibilidad de recuperación —murmuró viendo hacia la puerta ya cerrada.
—¿Has pensado en rehacer tu vida después de lo que ocurrió? —Jimin preguntó sin tapujo—. Perdón, no pude evitar pensar en eso justo ahora. Minki me da ideas algo extrañas. —Se disculpó al momento que entendió que su curiosidad podía estar bastante fuera de lugar.
Yoongi le dio un trago a su refresco antes de responder.
—Sí, lo he pensado, pero más bien es como una interrogante que tengo a veces ¿sabes? Como un ¿podría hacerlo? ¿Sería capaz de encontrar a alguien por quien pueda querer rehacer mi vida? El golpe fue duro, fue mi relación más larga y acabó de la manera más cruda y dolorosa que alguien pueda imaginar. Hay días en los que me digo que Jeong jamás me perdonaría si avanzo, pero sólo soy yo siendo negativo y trágico al respecto. El idiota que lo usa como escusa porque no puede admitir que no se siente capaz de intentarlo. Jeong no era para nada así, alguien egoísta quiero decir, él era el tipo de persona a quien le hubiese gustado que fuera feliz con o sin él. Suelo tener la manía de convencerme a mí mismo de que por respeto a esa idea no soy capaz de relajarme y pensar que puedo conocer a alguien más. Es...complicado.
—Entiendo. El amor apesta —respondió Jimin arrugando su nariz.
—Oh, quiero saber la historia detrás de esa afirmación. —Yoongi se acomodó mejor en su asiento para dedicar toda su atención a Jimin.
—Luego de que mamá muriera, las cosas fueron en picada para mí. No estoy orgulloso de nada de lo que hice en el pasado. Fue en esos tiempos que conocí al capitán. Era joven, estúpido, estaba perdido y él fue el único además de mi familia que me había tendido una mano, así que...
—No...—Yoongi jadeó sorprendido ante la revelación que le estaba haciendo su compañero.
—Sí, pero te juro que sólo fue una especie de crush pasajero unilateral. No tenía intenciones de liarme con alguien con ¿cuántos? ¿20 años más? supongo que había mezclado todos los sentimientos desastrosos y confusos que guardaba en esos tiempos. Honestamente, nunca entendí que pasó conmigo en ese lapso.
—Te gustan mayores, de esos que llaman señores, de los que te abren la puerta y te mandan flores — canturreó Yoongi con burla—. Miren no más, a nuestro Jiminnie, le gusta asaltar tumbas.
—Oh cierra la boca. —Una bola de papel servilleta fue a parar a la cara de Yoongi, a quien le dio exactamente igual, un simple precio a pagar.
Él estaba en su mundo, muerto de risa, y aunque Jimin parecía querer matarlo en realidad solo estaba haciendo el esfuerzo de esconder la sonrisa que se le había contagiado.
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