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18📿

El abrazo terminó y tras confesarle lo muy preocupado que estuvo, Yoongi comenzó a regañarlo por lo tonto e imprudente y suicida que era, y mientras su nívea piel adquiría tonos rojizos a causa del calor del enojo frente a sus ojos, Jimin pensaba con gracia que su compañero se había vuelto muy bueno en eso.

"En lugar de ser el policía bueno y el policía malo, somos el policía imprudente y el que parece estar al borde de un colapso nervioso", pensó Jimin con gracia. Sabía que estaba mal bromear con la preocupación de su compañero, de hecho, admitía que estaría igual que Yoongi si la cosa hubiese sido a la inversa ya que era bastante consciente de que a veces podía ser un poco irritante y exasperante su falta de auto preservación, pero, incluso sabiendo eso, su mente no podía evitar tomar caminos sinuosos. Frente a él de pie y con sus brazos en jarra estaba Yoongi, su cara expresaba cuan enfadado puro, algo que había que tomar muy en serio, sin embargo, su cabeza pronto lo llevó a viejos recuerdos.

Jimin había visto expresiones y expresiones durante toda su vida, y por esa razón, podía decir con total seguridad que ninguna de ellas se parecía a otra hasta ese momento, entonces ¿por qué demonios Yoongi le recordaba a esa mujer?

No es que le estuviera comparando con una mujer, ni mucho menos con ella, simplemente era la expresión lo que le perturbaba, y eso era porque ninguna, ni siquiera la de su capitán cuándo volvía de trabajos pesados era así de aterradora. Una mirada así, era de esas que expresaban que su dueño se alegraba de verlo con vida, pero también significaban que, aun así, lo mataría una y otra vez por ser un inconsciente e imprudente.

Un sudor frío recorrió por el cuerpo de Jimin ante la comparativa, agradeciendo con toda la sinceridad de su corazón de que la mujer todavía no era capaz de transformarse en otro ser humano.

Y "todavía" era la palabra clave.

—¿Tienes algo que decir en tu defensa? —cuestionó Yoongi cruzando sus brazos con autoridad.

Jimin estuvo a punto de responder, pero la puerta de la habitación se abrió justo en esos momentos dejando ver al señor Im, quien se mostraba gratamente sorprendido por su despertar, anunciando que el desayuno ya estaba listo.

—¿Cuánto tiempo dormí? —preguntó Jimin confundido.

—Una semana —respondió Yoongi ayudándole a ponerse de pie.

—¡¿Qué?! ¡¿Una semana?! —exclamó Jimin con fuerza— Pe...pero el trabajo...y...y...nosotros...

—Shhh, cálmate Jimin. Ya lo tengo todo solucionado, el capitán me llamó y le dije que necesitaba de tu ayuda para algo personal. No se negó, y hará que otros tomen nuestro lugar hasta que regresamos.

—Estoy tan despedido. —Se lamentó el detective Park con sufrimiento.

—Vamos, no seas exagerado y si nos despiden veremos qué hacer. Por ahora el que estés vivo es más que suficiente —alegó Yoongi con positividad.

—Estamos tan despedidos —rectificó, pero esta vez con una sonrisa divertida.

Ambos se dirigieron a paso lento hasta la cocina donde el señor Im los recibió con una sonrisa. Al final, el hombre fue quien lo puso al corriente de lo acontecido la noche que los espíritus atacaron.

—Ella...ella también me dijo que su madre le manda saludos y que...que lo ha estado haciendo bien —dijo viendo en dirección al detective Park.

Jimin detuvo su siguiente bocado a medio camino. Su madre, hacía tiempo no oía hablar de ella, siempre había sabido que ella estaba en un lugar bueno cuidando de él, pero nunca había tenido la oportunidad de tener un contacto directo con ella después de su muerte. Yoongi recargó su mano en su muslo, haciéndole saber que todo estaba bien y que él estaba allí.

—Yo lo siento. No sabía que su madre...

—Está bien. —Lo cortó Jimin con una sonrisa—. Gracias por el mensaje señor Im.

El desayuno continuó sin más percances hasta que llegó la hora de despedirse.
Yoongi no dejó que Jimin hiciera fuerza alguna, mandándole a sentarse mientras él terminaba de empacar sus cosas.

—Oye compañero, no estoy inválido ¿sabes? —Jimin estaba aburrido, viendo a Yoongi ir y venir como el botón de un hotel.

—Mejor prevenir que lamentar, además, tenemos largas horas de viaje por delante y quiero que en lo posible no te duela nada.

Jimin rodó sus ojos, su compañero era un poquito bastante exagerado, pero bueno, si hacer todo el trabajo le hacía feliz ¿quién era él para negarse? Exacto, nadie.

Una vez que Yoongi acabó de guardar sus cosas, el señor Im a modo de agradecimiento y después de haber pagado por el trabajo (por insistencia suya debido a las molestias que según él había causado), decidió llevarlos hasta donde el Bee de Yoongi descansaba.

—Una vez más le agradezco todo lo que ha hecho señor Park y a usted también detective Min, espero que todo haya terminado al fin y que todos podamos volver a trabajar —dijo el señor Im haciendo una reverencia profunda a los detectives.
Los tres ya se hallaban en la ruta donde Bee se encontraba solitario y olvidado.

—Esa cosa debió darles un susto de muerte, con suerte será suficiente para que dejen de hacer sus cosas —respondió Jimin—. Le deseo que el cultivo prospere rápidamente señor Im, y no dude en contactarme si necesita algo ¿de acuerdo?

—Sí señor, lo tendré presente.

Una última reverencia y los detectives subieron al auto, que, para milagro, estaba totalmente intacto a pesar del abandono de su dueño.

—Bueno, oficialmente este caso se resolvió. —Yoongi se recostó contra su asiento con un suspiro profundo.

—No. Esto no es más que el comienzo. —Le respondió Jimin viendo hacia la ventana. Hacía un bonito día y eso lo ponía de buen humor.

—Supongo que tienes razón.

Yoongi decidió poner en marcha el auto y marcharse.
Esta vez, el camino de regreso fue mucho más ligero y ameno, ambos charlaban fluidamente sobre cualquier cosa que se les cruzara por la cabeza sin parar, no pueden culparlos, ambos eran vecinos chismosos de barrio, no podían evitarlo.

—Tus tatuajes han desaparecido —dijo de pronto Yoongi notando la ausencia de las marcas en el cuerpo de su compañero. Jimin frunció su nariz recordando ese pequeñito, pero a la vez importante detalle. Estaba en serios problemas.

—Sí, pero no es algo de lo que me tenga que preocupar por el momento —explicó encogiéndose en su lugar evitando a toda costa hablar de ello.
Tan sólo con imaginarlo, era física y mentalmente agotador.

—¿Por qué no? Dijiste que esas marcas te protegen de todo. —Yoongi frunció su entrecejo esperando que Jimin no estuviese siendo imprudente, otra vez.

—Porque en esta vida hay algo peor que los espíritus compañeros, y prefiero no hablar de eso mientras no sea necesario.

—¿Y eso es? —preguntó Min ya intrigado ¿Y cómo no estarlo? Jimin estaba totalmente reacio a hablar del asunto, encogido en su asiento como una bolita que expresaba su profundo malestar.

—Mi abuela —confesó al fin—, o sea, no es una mala persona ni nada, solo que...si se entera que utilicé los sellos sin ayuda de nadie es probable que ella misma se encargue de llevarme al otro mundo. De verdad, tú no quieres verla enojada.

—¿Tan mala es cuando se enoja?

—Pongámoslo de este modo, si ella arrojara su furia contra ti, suplicarías por piedad con los pantalones mojados. No son sus palabras lo que es aterrador, es esa expresión que usa la que es aterradora. De verdad, créeme cuando te digo que NO quieres hacerla enojar.


Yoongi ríe ante el sufrimiento de su compañero. Jimin era un poco dramático al respecto, pero debía darle el beneficio de la duda al conocer más a su abuela que él, así que, no podía emitir un juicio justo hasta verlo por sí mismo.

—También perdí mi gorra, que desastre.

—Me gusta tu cabello. Ahora puedo apreciarlo mejor.

—¿Sólo mi cabello? —preguntó batiendo sus pestañas con falsa coquetería haciendo que una risa explotara en Yoongi.

—Confórmate con lo que hay compañero.

Yasí con Bee a toda marcha y las cosas arregladas entre ellos, era probable quesus aventuras juntos, efectivamente no hacían más que empezar

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