1📿
A medida que recorrió los atestados pasillos de la enorme estación de policía, los cuchicheos y susurros a sus espaldas fueron cada vez más constantes. Fácilmente pudo imaginar a esas personas como una horda de mosquitos que zumban en el oído a mitad de las calurosas noches de verano.
Puso sus ojos en blanco con actitud cansina "Si con estas mismas ganas de curiosear hicieran su trabajo, el mundo sufriría un desequilibro a niveles apocalípticos que afectarían el balance del universo." Pensó irritado, no era ni su primer día y ya quería tomar el vuelo más próximo a la soledad de los Alpes Suizos, quizá para criar ovejas y vender leche de cabra.
Un suspiro de resignación brotó desde lo más profundo de su ser, ese día se estaba presentando formalmente a su nueva ubicación, la estación policial central de Seúl. Un sueño para muchos y recientemente un dolor de cabeza para él.
Mes y medio atrás, su ahora ex jefe, el capitán de la estación policial de Daegu, Kwon Woong Yung, le había dado la repentina noticia de que sería trasladado a la capital. La noticia, como fue de esperar, lo había tomado con la guardia baja, imposibilitándole a negarse. Aunque, pensándolo mejor, dudaba seriamente haber podido decir que no a las decisiones que aparentemente, ya habían sido tomadas por él.
Además de eso, y si lo tomaba como la persona madura que debía ser, un cambio de ambiente no le vendría nada mal, Seúl parecía ser el lugar idóneo para los criminales, desde los más estúpidos hasta los más inteligentes, y eso, supondría un gran reto para su carrera y su mente inquieta.
—Sin embargo, no puedo descartar la idea de vender leche de cabra en los Alpes tan pronto. —murmuró para sí mismo.
—¡Detective Min! ¡Detective Min! —De pronto alguien lo llamó de manera escandalosa obligándolo a detener sus pasos.
Por el rabillo del ojo, fue capaz de observar cómo un hombre uniformado se acercaba a él a trompicones, y una vez que quedaron a escasos metros del otro este extraño sujeto con un peculiar corte de cabello se inclinó sobre sus rodillas para recuperar el aliento perdido.
Sin poder evitarlo, sus ojos se dispararon hacia aquella llamativa y rizada cabellera dorada, teniendo la capacidad de imaginar que lucía como los fideos de un enorme tazón de ramen.
Sí...era exactamente eso, un gran tazón de ramen sobre un largo y delgado cuerpo.
—Soy el sargento Choi Minki. —Se presentó con una inclinación formal una vez que recuperó el aliento—. He oído que vino desde Daegu para trabajar con nosotros detective Min, así que vine tan rápido como pude para verlo con mis propios ojos ¿Puedo ayudarlo en algo?
Fue inevitable para Yoongi comparar el tono empalagoso de su voz a los gorjeos alegres de un perro tras ver a su dueño luego de un largo día de trabajo fuera de casa. Incluso, y con poco esfuerzo, consiguió visualizar una cola agitándose frenéticamente de un lado a otro.
—Busco la oficina del capitán. Se supone que tengo que informar mi llegada. —respondió guardando sus manos en los bolsillos de su pantalón de manera despreocupada.
Algo dentro del detective Min, una pequeña vocecita proveniente de su subconsciente, le susurraba al oído que ese hombre, sin lugar a dudas, estaría detrás de sus pasos sin descanso y por un buen tiempo, y por lo regular, sus instintos trágicamente nunca le fallaban, por esa razón, por su salud mental, necesitaba trazar una línea que los separase desde ese preciso instante. No necesitaba ni deseaba a ningún lamebotas besando y adulando el camino por donde pisaba.
—¡Oh! Puedo llevarlo hasta ahí. Vamos, sígame por favor —dijo con la voz unos tonos más aguda de lo que podría ser su voz normal.
Demasiado entusiasta para el gusto del detective.
Choi encabezó la marcha con buen ánimo, y quizá, con un evidente aire de coqueteo. Llámenle loco, pero, Yoongi juraba que ningún ser humano común y corriente se movería como lo hacía Minki. Con el balanceo de sus caderas pronunciándose a cada paso que daba, como si el pasillo fuese la pasarela y él el modelo principal.
—¿Sabe detective Min? he seguido su trabajo desde los inicios de su carrera. Déjeme decirle que estoy fascinado ¡soy un gran fan! —exclamó con una sonrisa tan brillante que podría iluminar hasta la cueva más profunda y oscura.
—Gracias, supongo... —contestó algo incómodo.
Desde joven nunca le había gustado ser el foco de atención de los demás, sólo estaba haciendo su trabajo, no es que fuera la gran cosa. Y así, entre charla y charla (únicamente por el lado de Minki y uno que otro aporte de su parte), es que llegaron a la oficina del capitán.
Ellos tuvieron que esperar unos segundos para ingresar luego de haber llamado a la puerta.
Un espacio amplio y bien amueblado se abrió paso a la vista del detective Min. Las paredes eran de color hueso y el suelo bajo sus pies estaba recubierto por una fina alfombra color vino. También había un pequeño juego de living de cuero del mismo color que la pared en medio de la oficina que era complementado por una mesa ratona de color caoba oscura.
Contra la pared, detrás del escritorio donde el capitán se encontraba firmando unos papeles, se extendía de esquina a esquina un librero negro. El hombre levantó su vista hacia ellos al terminar.
—Señor, le traigo al detective Min —informó el sargento Choi en un tono que nada se parecía al que había implementado Min minutos atrás.
—Gracias sargento, puede retirarse —respondió amable el capitán.
Minki apretó sus labios. Reacio a creer que eso era todo, se negó a dejar su puesto hasta que el silencio causado por su presencia se hizo lo suficientemente incómodo como para obligarlo a abandonar la oficina.
—Min Yoongi, es un placer conocerte al fin muchacho. Soy Ha Myung Seok. —Se presentó el hombre estirando su mano en su dirección—. Toma asiento por favor ¿Café, té? ¿Una deliciosa dona cubierta de chocolate? —Ofreció poniéndose de pie para encaminarse hasta la mesa que estaba cerca suyo, en dónde todo había sido preparado con antelación.
—Café, gracias —respondió Yoongi tomando asiento.
De acuerdo, su primera impresión sobre su nuevo jefe estaba siendo muy positiva hasta el momento, las donas con chocolate fueron un gran punto extra.
—Déjame decirte que has causado un gran revuelo aquí Min —rió afable el capitán—, nunca vi a mis empleados trabajar tan activamente como el día de hoy —comentó con simpatía en las expresiones de su rostro, regresando a su escritorio con las dos tazas de café y las donas.
Yoongi se encogió en su lugar sintiéndose algo apenado, es decir, él sabía que era bueno en su trabajo, para qué mentir, pero era porque en cada caso ponía todo de sí para resolverlo y hacer justicia, no para que la gente lo viera como un superhéroe o algo por el estilo.
—Has encandilado a todos. Supongo que el que quieran impresionarte será una ventaja para mí y para este lugar después de todo —bromeó intentando quitarle el hierro a la cosa—. Ahora dime ¿cómo vas con eso del trabajo en equipo? ¿en Daegu trabajabas con un compañero?
—No exactamente, cada detective se encarga de su propio trabajo —explicó bajando su tasa hasta el plato—. ¿Aquí si lo hacen?
—Por cuestiones de seguridad, sí. Hay veces en las que los criminales trabajan en grupo y es difícil para un solo hombre ponerse a atraparlos a todos. Además, cuando los enviamos fuera de casa, es más fácil ponernos en contacto por si algo sucede.
Yoongi asintió, eso tenía mucho sentido.
—Eso significa que se me asignará uno ¿cierto? —Entendiendo de forma instantánea por dónde iba la mano.
—Exactamente eso, y debería estar llegando justo ahora —respondió con semblante relajado mirando hacia la puerta.
Esta se abrió milésima de segundos después, golpeando escandalosa contra la pared. Por ella cruzó un ¿niño? ¿cuántos años tenía esa persona que aparentaba ser demasiado joven?
—¡Capitán! —exclamó el recién llegado con pasos rápidos y agigantados hasta el escritorio, pasando de largo la existencia de la otra persona que lo observaba un tanto consternada y curiosa—. Por favor, dígame que no es cierto, creí que ya habíamos hablado sobre esto. No necesito más compañeros. Estoy bien trabajando solo —dijo con atropello.
Yoongi aprovechó el momento, en donde ignoraban su presencia para mirarlo a detalle. El hombre no era exactamente delgado, era más bien de complexión esbelta y atlética, podía saberlo por sus piernas, las cuales estaban enfundadas en un pantalón al cuerpo color negro. Sus hombros, iban acorde con el porte estilizado de su figura que se aprovechaba a la perfección con la camisa leñadora a cuadros negra y amarilla que llevaba puesta sobre una camiseta lisa y negra.
Su cabello azul cobalto estaba resguardado por una gorrita de lana ligera color negro, pintas muy casuales para alguien que trabaja en un lugar como ese. Bueno, no es que pudiera juzgarlo, él también tenía esos días en donde prefería vestir con comodidad.
Para cuando terminó su detallada inspección, notó casi con vergüenza que dos pares de ojos estaban puestos en él.
—¿Y bien? —preguntó el capitán con un ligero toque de diversión.
—Lo siento, creo que me fui un momento —confesó entre incómodo y avergonzado por haberse perdido en su mundo.
—Park y yo estábamos discutiendo sobre su trabajo aquí señor Min ¿Tiene algún problema en ser su nuevo compañero? —repitió la pregunta.
Yoongi volvió a mirar al joven vendaval de cabello azul, topándose con unos brillantes orbes grisáceos que eran parte de un rostro en donde una mezcla de rasgos delicados y maduros a partes iguales tomaban forma. El tipo era jodidamente apuesto con su mandíbula bien definida, mejillas rosáceas y un poco rellenas salpicadas de pecas color café. Una nariz recta y pequeña terminada en un botón, y unos pequeños, rellenos y rosados labios de pollito.
—Por mí no hay problema. —respondió finalmente encogiéndose de hombros con simpleza, logrando que el otro dejara caer su cabeza en clara derrota.
—Entonces, no hay nada más que decir —dijo con alegría el capitán Myung—. Pueden retirarse. Jimin te mostrará dónde queda su sección, aprovechen este tiempo para conocerse.
Yoongi se puso de pie y caminó detrás de su nuevo compañero fuera de la oficina. Y antes de que pudiera presentarse o algo, este se adelantó extendiendo su mano con falta de ánimo.
—Bueno... —suspiró—. Supongo que, es un gusto trabajar contigo. Soy Jimin, Park Jimin. La persona a la que permanecerás atado hasta el día de tu jubilación. —La voz de Jimin fue tenue, apenas como una suave caricia.
—Soy Yoongi, Min Yoongi. —Correspondió al saludo.
La sombra de una sonrisa quiso asomarse en las comisuras de los labios de Jimin. Yoongi supuso que sus intentos por esconderla eran porque todavía no estaba muy de acuerdo de tenerlo allí con él.
—Entonces Min Yoongi ¿hace poco estás aquí? Particularmente no recuerdo haberte visto antes. —Curioseó Jimin colocando sus brazos por detrás de su cabeza en una postura relajada, intentando poner de su parte en la convivencia.
—Aquí en la capital un mes y medio, ya sabes "periodo de adaptación"—dijo haciendo comillas con sus dedos—. Aburrido, pero no me quejo. Me dio tiempo de odiar en paz el proceso de la mudanza.
—Te entiendo, son lo peor —espetó poniendo sus ojos en blanco—. En lo personal también las odio. Es el momento exacto en que te das cuenta de la basura que estuviste acumulando durante toda una vida sin darte cuenta.
Cuando llegaron a su sección, luego de cruzar otra vez el "pasillo de los chismes" como Yoongi decidió llamarlo, él quedó un poco aturdido. El espacio no era nada sobrio ni aburrido, tampoco olía a café, papeles y donas. Estaba hecho especialmente para dos personas, acogedoramente espacioso y desordenado a la vez, recordándole vagamente a su habitación en épocas universitarias.
Los ventanales que daban a la calle eran de pared a piso, cubiertos por unas ligeras cortinas traslúcidas que dejaban que el cálido sol entrara sin ser tan invasivo. El juego de living de tres piezas era de cuero negro, estaba perfectamente acomodado junto a la entrada junto con su mesa ratona de caoba oscura. Para ellos también estaban dispuestos una máquina expendedora con comida chatarra y junto a él un mini refrigerador y una alacena.
Las paredes de un gris "polar", estaban atiborradas de posters y postales, y en medio de todo eso, se hallaba un escritorio doble.
—Bienvenido a mi humilde morada —dijo Jimin estirando sus brazos señalando el lugar con completo orgullo.
—Siento que he vuelto a mis años de universidad —murmuró Yoongi.
—¿Tengo que sentirme ofendido? ¿Esta va a ser nuestra primera pelea?
—Me encanta. —Admitió Yoongi sonriendo por primera vez desde que había pisado el edificio.
Por lo visto, Park Jimin, su actual compañero de trabajo, no sería un lamebotas más, su actitud desenfadada y su nulo interés en adularlo como si fuese un rey, le dijeron que, aunque extravagante, era un tipo agradable.
—Más te vale. Todavía puedo decirle al capitán que prefieres el cuarto de limpieza para acomodarte —advirtió apuntándole con su índice.
—¿Problemas con la universidad?
—Que decirte, la única vez que pisé una fue para un caso. El ambiente académico no es lo mío. —explicó rascándose la mejilla y esquivando su mirada.
—Puedo notarlo —mencionó levantando sus cejas, para luego darse cuenta de que su comentario podría malinterpretarse—. Sin ofender.
De estar con una expresión totalmente neutra, Jimin pasó a soltar una carcajada divertida, lo que sea que pudo haber pensado sobre la idea de tener un compañero nuevo, había quedado muy atrás en su memoria.
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Nota131023: Hola estrellitas ¿Cómo están? Espero que estén muy bien, aquí les traigo el primer capítulo corregido de Darkness.
Espero que lo disfruten como si fuera la primera vez.
Los TKM!!!
E.P👑
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