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•8•

La puerta entornada no reflejaba nada solo oscuridad.

—¿Hola?—Chillé en la oscuridad, intentando fuertemente hacer mi voz lo más decidida posible, pero fallando miserablemente.

—Cierra la maldita puerta.

Corazón acelerado.

Pulso corriendo.

Alerta roja.

Miedo.

El impulso de darme la vuelta y correr lo más rápido que mis tambaleantes piernas pudiesen era abrumador, pero cualquier pensamiento de huir fue interrumpido.

—Largo— exigió con desprecio.

No me moví una pulgada. Por mucho que quisiera huir, la desesperación me impulsó hacia adelante.

Cerré la puerta tras de mí.

—Le traje el desayuno.

No hay respuesta.

—Es el expreso,no el capuchino.

Ignorando mi lamentable intento de conversación, se arrastró hasta el borde de la cama.

Encendió su televisor dando apenas una cortesía de luz. Aunque no podía distinguir sus rasgos, su sombra era masiva.

Se levantó caminando hacia mi dirección, esperé su toque para recibir la bandeja pero no hubo contacto.

En su lugar, tomó una botella que se encontraba en la mesita de noche detrás de mí. La inclinó hacia su boca, tomando un lento y largo sorbo.

Sus tragos fueron ruidosos en la silenciosa habitación. El olor a whisky me envolvía.

Estaba segura que recién llegaba,tenía el traje puesto y la cama estaba echa.

Dejé la bandeja sobre la misma mesita.

Sequé las manos con mi falda esperando que la oscuridad cubriera mejor mis nervios que el sudor en mis manos.

—Parece que te pongo algo nerviosa.- preguntó como si no lo supiera ,había hecho lo mismo las veces que estuvimos tan cerca.

No pude mirarlo bien pero me imagino esa tenebrosa sonrisa formándose en esos labios carmín.

—No —contesté sin aliento, la mentira atrapada en mi garganta.

—Me asquean las mentiras, Maggi — su característico tono burlón se escuchó pero aún así sonaba algo un poco apagado.

Mi sangre se congeló.

Mi corazón se aceleró. Mi nombre saliendo de su boca era tan embriagador.

Tomó otro trago de la botella, colocándola tras de mí, de nuevo. Esta vez cuando se recostó, lo hizo despacio, frotando su mejilla contra la mía, repitiendo su método y el lado donde está mi cicatriz.

Hormigueos inesperados bailaron en mi espina, y luché contra la sensación de tocar su rostro.

Sí, sí me ponía nerviosa. Me hacía sentir tan jodidamente nerviosa que no podía encontrar mi lengua. No esperaba esto. Vine aquí para decirle que ...

—Voy a aceptar ser su puta—Hice una mueca ante mi elección de palabras.

Mierda y mil veces mierda.

¿De todas las malditas cosas que podría haber dicho, eso fue lo que me vino a la mente?

Estúpida puta boca.

Se rió entre dientes. Apretó sus expresiones para no soltar una carcajada .

—No podrías ser mi puta ni aunque volvieras a nacer. No sé si te haz visto a un jodido espejo.

¿Quien mierda se cree?

Me está probando, puedo predecir sus intenciones.

No debía sentirme así tenía que estar bien con su rechazo ya lo había hecho. Sin embargo me molestaba que me rozara cada que me tenía cerca pero sus palabras herían dentro de mi.

¿Cree que soy una niña que va a llorar por sus palabras?

Bueno iba a hacerlo antes de que me diera cuenta de lo que pretende hacer.

—Puedo hacerlo —dije tratando de mantener el tono ligero a pesar de que mi mente y corazón estaba corriendo.

Cómo si de una película se tratara el tráiler de la mía anticipa una muerte por fastidiarle jodidamente su día.

Pero si antes no lo había hecho,no lo haría ahora que acepté su jodida invitación de acompañante.

—¿Crees que sabes lo que un hombre como yo quiere? No soy tan simple como imaginas. ¿Me ves como a un tipejo que le gusta meter la polla en cualquier coño y con eso está satisfecho?—peinó con una mano su pelo hacia atrás—Me gusta arrebatarlo todo,no entenderías una mierda.

Pasó el dedo índice por un lado de mi mejilla, y traté de ignorar la estela de calor que dejaba su toque.

No dije nada.

Me tomó de los hombros y me empujó fuerte hacia abajo, mis manos cayeron sobre unos muslos duros como rocas cuando mis piernas golpearon el suelo.

—Por lo visto hablas demasiado pero veamos que sabes hacer con la boca. Quiero probar si tienes lo que hace falta para ser mi " puta" como dices— hizo comillas con los dedos y sonrió.

Puedes hacerlo.

Puedes hacerlo.

Puedes hacerlo.

—Chúpamela—ordenó, recostandose en la cama, apoyándose sobre sus codos.

Deslicé mis temblorosas manos sobre sus muslos hasta que encontré su cinturón. Lentamente lo desabroché, mis dedos rozaron la piel caliente de su estómago. Su abdomen se tensó ante mi toque y él aspiró el aliento entre sus dientes. Sacudí mis manos temblorosas, tratando de ganar algo de control. Cuando llegué a su cremallera, dudé.

Personas desesperadas.

Cosas desesperadas.

Tranquilicé mis manos lo mejor que pude y lentamente deslicé la cremallera. Cerré los ojos en un intento por tranquilizar mi errática respiración, temerosa de desmayarme y caer sobre su regazo.

Esperaba que cerrar los ojos me trajera algún consuelo, saber que podía alejarme de lo que estaba a punto de hacer. Acababa de bajar el cierre y llegar a sus vaqueros cuando su voz resonó en mí como un disparo a quemarropa.

—Mierda, levántate.

¡¡¿Que?!!

Empujó mis manos lejos de su bragueta y me tomó de las muñecas.

Se levantó y me puso de pie, su duro pecho presionando contra el mío.

Sus fosas nasales se dilataron mientras me miraba. No sé qué fue lo que hice para que se molestara tanto.

—Obviamente no sabes una mierda,
porque si realmente supieras te habrías dado cuenta de que solo te necesito como acompañante—. Rodó los ojos con notable molestia.

Sacudí mi cabeza,un alivio mezclado con conflicto.Quería llorar con mucha fuerza.

Agaché mi cabeza mirando mis pies, acostumbrada a la humillación me vi como antes obligada por miedo a hacer cosas que no quería.

Estoy dañada en verdad

—Pensé que ... pensé que tenía-las palabras no me salían.

—Te habría dejado solo para saciar el deseo que me tienes,lo noto cada vez que me miras. Tal vez esa fue la razón por la que te deje que llegaras hasta verte entre mis piernas. Me diviertes, eres tan predecible.

—Te equivocas. No es así como te miro.

—¿No? Entonces dime qué es lo que en realidad piensas cuando me miras. Justo ahora. ¿Qué está pasando por esa cabecita tuya?

—No te deseo, solo veo un demonio disfrazado de hombre que puede matar a quien se le cruce en su camino.

Una esquina de su boca se levantó aplaudiendo con sus manos estruendosamente en mi cara.

—Mierda, pero es que solo has dicho la sinopsis de mi corta vida.

Movió sus manos hacia mi garganta y apretó fuerte, dejándome sólo con el aire necesario para seguir respirando pegando su mejilla en la mía para que así pudiera sentir sus palabras vibrar sobre mi piel.

—Podría estrangularte ahora mismo con mis manos. Es tan sencillo Maggi—apretó el agarre de mi garganta.

Tengo que volver a mi estrategia

—He visto toda la mierda pasando ahí afuera—. Dije, inclinando la cabeza hacia la puerta—Puedo salir corriendo de este pueblo pero no quiero hacerlo con la cabeza baja—mi respiración era superficial y rápida—.  Asique solo dime qué tengo que hacer.

—¿Crees que puedas con esto,muñeca?—. Mordió su labio inferior con diversión, mirándome a los ojos mientras yo trataba de mandar lejos las alarmas de terror.

Se estaba alimentando de mi miedo.

-—Pruébame—. Escupí, reuniendo todo el coraje que pude.

Mis ojos se humedecieron un poco, una mezcla de emociones fuertes traspasaron mi cuerpo. Soltó mi garganta y se echó hacia atrás recorriendo con su mirada mi cuerpo lentamente.

Tomó la botella de la mesita de noche y avanzó hacia la puerta.Abrió y se detuvo con la mano en la manija. Los destellos de luz filtrándose a través del espacio abierto, penetrando en el silencio.

—Ha sido una jodida y larga noche de mierda y me tomaste en un extraño
momento. Aunque toda tu inocencia me la ponga dura, no lo hago suave, así que deberías alegrarte que solo serás mi acompañante.

Dio un trago a la botella y lanzó otra mirada confundida hacia mí, mi cuerpo seguía en el medio de la habitación de pie.

—En una semana, a las nueve, lleva tu dignidad si puedes—sonrió—Infórmate antes no me gustan las desprolijidades—inclinó nuevamente la botella dando tragos más largos.

Me miró de arriba hacia abajo e hice lo mismo ,alisando mi falda escocesa con mis medias panty blancas.

—Leslie te vestirá, no quiero pasar vergüenza contigo luciendo así. Aprenderás muchas cosas y una de esas es que dejes de vestirte como si fueras una anciana.

—Creí que solo era esta vez ¿Cómo aprenderé muchas cosas?

—Largo.

Asentí, debía saber más, pero por ahora lo dejaría así. No quería seguir insistiendo, al fin y al cabo si él me estaba usando después de esto lo haría yo también.

Moví mis pies para salir cuando su brazo se extendió horizontalmente impidiendo mi huida.Su expresión severa, sus ojos oscuros y peligrosos, un destello de diversión en ellos.

—Lo que vas a aprender es hacer cualquier cosa que quiera contigo, cuando yo quiera. Porque justo ahora, soy tu maldito dueño. Nunca lo olvides.

Estaba paralizada en intentar que me viera decidida que apenas pude percibir lo que haría. Se acerco a mi rostro,el sonido de mi corazón retumbaba en mi oído cuando pensé que iba a besarme,pero un camino húmedo y tibio sobre mi cicatriz me desconcertó.

¿Acaba de lamer mi cara?

Jesucristo.

—Ahora lárgate de una maldita vez — soltó su agarre y no termine de procesar todo que ya me encontraba fuera de su habitación.


¿En qué jodido juego me metí?

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