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•31•

Maggi


El sonido del agua goteando me despierta. Mis ojos se abren, agitándose por la luz entrando a través de alguna ventana cercana.
Puedo decir que estoy en un cuarto en alguna parte. Mi visión es borrosa y mi cabeza se siente como si hubiese sido golpeada contra una pared de ladrillo la noche anterior. El lado izquierdo de mi rostro se siente hinchado.

Trato de levantarme pero mi cuerpo está adolorido.

Cuando mis ojos se enfocan, veo que estoy yaciendo sobre una gran cama en una clara habitación con el papel tapiz pintado de marrón claro. En mi línea de visión puedo ver una cantidad de ordenadores en fila india sobre un largo escritorio. Unas gruesas cortinas verdes sobre la ventana son empujadas contra ella por una pequeña mesa cuadrada con solo una silla de madera. Una chaqueta de cuero negro está sobre el respaldo de ella.

Dándome cuenta de lo que pasó y mis instintos finalmente poniéndose al día, fuerzo mi cuerpo sobre mi espalda para poder ver el resto del cuarto. Así puedo encontrar a Hoseok quien sé, me trajo aquí, donde sea que esté.

—¿Cómo te sientes?

Su voz me asusta y es cuando lo noto sentado en una silla en el otro lado de la cama.

—Bien... eso creo. ¿Tengo el ojo negro?

—Si.

Exprime el agua de un trapo y lo trae hacia mi rostro. Sé que no voy a ir a algún lado justo ahora, así que solo me quedo ahí muy quieta, mirando directamente sus ojos a pesar de que él no está mirando los míos.

—¿Cómo sabías dónde estaba?

—Fui yo quien te llevó hasta el hotel.¿Recuerdas?.

Estaba segura de que su mente funcionaba a mil, como la mía. Siempre había inventado excusas para todo, pero con él era distinto.

—Sabes que me refiero a...

—Mi trabajo es protegerte—me corta— y eso es lo que hice. El resto solo olvídalo.

No respondo a eso. Tiene un argumento notable, si puede ser llamado un argumento. Y en cierta forma agradecía que diera por cerrado el tema.

—¿Qué es lo que haces exactamente?—pregunté impresionada por todos los aparatos informáticos que había allí.—Además de vivir con asesinos.

Sus castaños ojos finalmente miran directamente los míos y su mano deja de moverse como si mi acusación lo golpease de la manera equivocada.

—Trabajo para la policía casi siempre. —Se encogió de hombros, yo arrugué
el entrecejo—. Soy hacker informático.

Lo miro como si estuviese loco—¿Trabajas para la policía?

Se levanta de la cama sin responder, su alta estatura cerniéndose sobre mí, y camina hacia el abrigo colgando sobre el respaldo de la silla. Alcanza dentro de un bolsillo y saca una
botella de píldoras.

—Jin dijo una cada ocho horas—dice mientras gira la tapa de la botella — .Fue quien te examinó cuando te traje.

Deja caer una pequeña píldora blanca en la palma de su mano y la sostiene para mí.

—Pero primero debes bajar a comer algo.

—No tengo hambre—admito.

—O comes ahora mismo, o voy a tener que obligarte.

De reojo ví su sonrisa. No dije nada más. Bajé con su ayuda y me senté a su lado a comer, intentando ingerir lo que podía bajo su atenta mirada ya que mi estómago se encontraba cerrado. Abrir mi boca era todo un suplicio puesto que tenía un corte en mi labio. Estoy protegida ahora pero no puedo quedarme aquí todo el tiempo.

Nunca debí venir aquí.

Parece que hay un montón de cosas que podría y debí haber hecho. Nunca imaginé que sería la tonta chica en la película de terror corriendo dentro de la casa o tropezar con mis propios pies mientras me tambaleo a través del oscuro bosque. Supongo que por defecto somos lo que sacudimos nuestra cabeza a la estupidez de otros hasta que somos forzados a vivir experiencias traumáticas.

En ese momento unas llaves abrieron la puerta principal y Taehyung entró exaltado,aparentaba un aspecto horrible.

Llevaba la camisa semiabierta y las mangas estaban remangadas hasta los codos de mala manera.
Tiró de uno de los taburetes y se sentó frente a mi,plantó las palmas de sus manos en la barra con fuerza y frené en seco el movimiento de mi tenedor.

—¿Te dijo Valerie a dónde iría?

La voz de Taehyung me hizo tensar el cuello,podía notar unas ojeras bajo sus ojos.

¿Val se fue de Soley?

Negué con la cabeza sin poder decir ni una sola palabra. No tenía ni idea.

—¿Y su teléfono?-pregunta Hoseok.

Torció su rostro, contemplándo a Hoseok con una expresión dura y seria que pocas veces había visto.

—No tiene cobertura. Forcé la puerta de su casa, todas sus malditas cosas están ahí,lo que me confirma que no se fue de Soley y es la razón por la cual estoy comenzando a preocuparme.

Pude ver en sus ojos un reflejo de angustia que rápidamente disimuló.

—¿A qué te refieres?—Hoseok aparenta estar aún más confundido.

—Lo más importante que tiene Val son las cosas de su madre. Esas cosas que tienen un gran valor sentimental. Puedes huir de las personas,puedes huir de los lugares...

—Pero no puedes escapar de tus recuerdos.—terminé la frase.

Un silencio cruzó nuestras miradas. Bajo mi cabeza centrándome en mi plato frío y con el apetito sin aparecer.

—Algo no va bien. No hay razón para que se vaya sin sus cosas-agrega Hoseok—. Llamaré a un par de contactos y en menos de una hora, encontraré lo necesario—me mira y señala mi plato—. Tú, come.

Asentí sin ser capaz despegar mis pensamientos de lo que estaba pasando. Me metí apenas bocado, viendo cómo Hoseok se alejaba unos pasos y comenzaba a teclear en su teléfono móvil.
Me detengo abruptamente y me pierdo en un recuerdo.

—Deberías tener cuidado. —Le advierto.

— Se manejarlo. —Responde mientras avanzaba en el tráfico lento. —¿Alguna experiencia para contar?.

Miré por la ventanilla el movimiento de los árboles, conteniendo una expresión de tristeza. Me volví y la observé por unos segundos.

— Tuve una relación ... difícil.— Comencé. Después de los primeros meses de idilio, los celos lo habían enloquecido. Me seguía a todas partes,me organizaba unas escenas escandalosas en las que no faltaban las bofetadas, patadas, además de otras muchas cosas.

Nos quedamos en silencio por otros segundos y luego continúe.

Puedo reconocer el mismo temperamento por lo que me has contado. Sin lugar a dudas, es mejor dejarlo así. A fin de cuentas, no eres suya.

—¡Adam!—Solté sin pensar.

Hoseok se volvió para mirarme.

—¡Adam! ... Ella me ha...hablo de... de su obsesión... de... que la perseguía.

Taehyung golpeó con furia la barra. Temblé al pensar que lo que estaba insinuando no fuese cierto, quizás ese hombre no tenía nada que ver con la desaparición de Val y, antes de que me diese tiempo a decirle, se levantó del taburete con gesto de enfado y preocupante.

—Voy a llamar a Jimin. ¡Hoseok!

—Si

—Habla tú con Yoongi, que les avise a los demás que los necesito aqui ahora mismo—sentenció.

Treinta minutos después todos estaban alrededor de la mesa circular con caras de pocas pulgas. Dos hombres muy parecidos entre ellos fueron los últimos en llegar, pude reconocer a uno de ellos pero me sorprendió no ver a Jungkook en la sala. Metí mi mano en mi bolsillo y saqué la pequeña píldora blanca,el dolor en mi mandíbula era incesante y los nervios de los últimos minutos no fueron de ayuda.

Hoseok rastreó el celular de Valerie y lo que obtuvo hizo que todos comenzaran a prepararse. Taehyung tocó una pared de la que salió un panel que nunca había visto. Lo pulsó y este se abrió de par en par. Lo que vi dentro me dejó sin respiración.

Una fila de armas se erguía presuntuosa ante mis ojos, tomó una gran funda, a la vez que comenzaba a meterlas dentro de una mochila negra. Echó las cosas de cualquier manera, cerró uno de los estantes y vació el contenido que había en el segundo cajón. Los demás lo siguieron y es cuando la puerta principal se abre y un Jungkook destartalado ingresa.

—Buen... buenas... tardes—No se le entendía una mierda.

Intentó cerrar la puerta, pero en vez de meter la llave en la cerradura, pasó su mano buscando algo por la madera.

—¡Genial! Mira quien ha aparecido, y encima vienes borracho —Jimin le
recriminó.

—¿Yo? —Arrastró la vocal, arrugando a la vez el entrecejo.

—Daimon...— Taehyung pronunció su apodo con tono de advertencia, a la misma vez que lo veo mirarme. Entonces soy testigo de algo más rápido sobre sus ojos, algo aterrador que nunca he visto antes en él y me pongo tensa a su alcance. Me estudia en silencio como si yo fuera algo para ser devastada y en última instancia... matada. A pesar de mi creciente temor, yo todavía me quedo en mi lugar mientras él avanza hacia mi.

Saca su arma de la parte trasera de su pantalón y sin vacilar me apunta con ella.

Mi latido del corazón se acelera y contengo la respiración.

—Sabes —arrugó el entrecejo, contemplándome—, ya no me puedo fiar de ti,así que...

—Jungkook, deja el arma.Secuestraron a Valerie,no sabemos quién pero estamos por averiguarlo— le informó Yoongi a lo lejos.

Seguía quieto, como si estuviese pensando qué hacer o qué decir, como si no supiese cuál era la mejor manera para afrontar lo que fuese que estaba pasando.

Y finalmente pregunta.

—¿Te llamas Jana Hyun?

Me quedo congelada.

Su voz fue firme, seria y distante.

Parecía mucho más temerario, más... asesino. Sostenía su arma sin titubear, apuntándome sin miramientos, sin un resquicio de duda.

Tragué saliva, pensando el motivo por
el cual le brotaba tanto odio, pero nada de lo que pensaba me convencía.

Si tan solo me dejase contarle las cosas a mi manera,explicarle mi pasado el porqué tenía a un verdugo y psicópata ex novio buscandome para matarme. Pero aquello me daba la sensación de que era distinto, de que él era distinto.

—¡¡Contéstame!! — Gritó.

Pegué un pequeño salto al escuchar su rugido. Pude ver sus ojos enrojecidos, lo que no sabía identificar era si por la rabia o por otra cosa que no quise ni pensar. No me atreví a preguntarle tampoco. Tenía la mandíbula visiblemente apretada, parecía que, de un momento a otro, todos sus dientes iban a saltar en medio de la sala. No me apartó la mirada al igual que su arma en ningún momento, era fiera e implacable.

—Sí — respondí con un hilo de voz tan bajo que apenas me escuché.

Comprobé cómo su pecho subía y bajaba a una velocidad de vértigo.Me rompí un poquito más. Tragué el nudo que tenía en la garganta,no quería llorar, pero poco aguante me quedaba ya. Una cosa estaba clara: algo había descubierto que yo no sabía.

Odio cuán frío se siente de nuevo, al igual que se sintió cuando lo conocí. Todos los rastros de la empatía y la apertura que sentía crecer dentro de Jungkook durante el tiempo que hemos estado juntos se han ido.

—¿Qué vas a hacer?

—Lo que tengo que hacer.—La firmeza de su voz me dió escalofríos.

Mis ojos se cierran por sí solos. Espero lo que va a suceder; la muerte es bienvenida. Mi cuerpo rígido cerca del suyo, mi corazón latía tan rápido que lo sentia en mi cabeza y en mis dedos. Los segundos pasan,cuando abro mis ojos nuevamente veo descender su brazo y me relajo. Acto seguido me tomó con fuerza de mi codo jalandome hacia la puerta con premura.

—Jungkook...— escuché decir a Hoseok pero él lo ignoró, abrió la puerta llevándome a rastras hasta su auto.

—Sube —ordenó.

Me senté sin mirarlo, y él, de su propia cuenta, me ató el cinturón de seguridad y cerró el pestillo para que no pudiera escapar.

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Durante todo el trayecto donde no tenía idea donde me estaba llevando, no dijimos nada, a decir verdad, ni lo miré. Él de vez en cuando me observaba de reojo, y eso me dolía más. Seguimos en silencio y me sorprendí cuando llegamos a un motel bastante alejado de la zona céntrica.

—No te muevas.

Esperé, observando de nuevo el exterior, el lugar carecía de reformas. Las paredes con garabatos sin sentido y poca gente circulando. La puerta de mi lado se abrió en el momento en el que Jungkook me sujetaba del brazo de mala forma.

—Dame tu mano.

—¡No!— me solté con fuerza—. Sabes...no me inspiras ningún tipo de confianza.

Use el mismo tono de voz y sus mismas  palabras.

—Cuando te follaba sí que te la inspiraba.

Ese comentario me dolió,la rabia de como me estaba tratando nubló mis pensamientos, todavía tenía la imagen de él apuntando en mi cabeza y fue en ese momento cuando mi mano se ciñó sobre su mejilla,haciendo que un sonoro golpe resonara.

Fui a levantar mi otra mano cuando dio un paso de manera intimidante, a la vez que yo retrocedía y tropezaba con la puerta del coche. Sujetó con una fuerza desmedida mi mano y acercando su rostro al mío, me empujó hasta quedar entre la puerta y su cuerpo, de cara a él.

—Me estás haciendo daño —no mentía, me dolía de verdad.

Su aliento rozó mi rostro, haciendo que mis labios se entreabrieran.

—Las mentiras también dañan.

Esa frase tuvo sentido, sobre todo, cuando vi que sus ojos me
traspasaban el alma, intentando fundirse conmigo. Se pegó lo suficiente, mi pecho subía y bajaba a una velocidad vertiginosa sin que nuestros ojos perdieran la conexión. Sentí un leve mareo, mientras que su dureza rozaba mi vientre haciéndose evidente. No supe por qué motivo pensé que me besaría en el momento en el que se acercó más a mí. Mi respiración se cortó y la decepción
llegó cuando sentí una especie de pulsera presionar mi muñeca en la mano que aún me sostenía.

La colocó en un abrir y cerrar de ojos, a la vez que, con otro aparato que tenía en la otra, pulsó algo que empezó a parpadear. Noté mi pulso acelerado cuando sus dedos tocaron mi piel, y me resistí a quitar su agarre por el simple hecho de sentir su tacto.

«Imbécil» Murmuró mi conciencia.

—¿Qué es?

—Un localizador-siseó cerca de mi rostro.

Salí a trompicones del aparcamiento, arrugando el entrecejo a cada tirón que daba de mí cuando caminábamos, ¡era imposible llevar su ritmo!

Espere a su lado tensa en la recepción,si se le podía llamar así, mientras él recibía las llaves de una habitación. Un hombre se colocó a mi lado e inspeccionó, sin llamar demasiado la atención, el gran cardenal que está en mi ojo izquierdo. JungKook se dio cuenta y lo aniquiló con la mirada.

Subimos unas escaleras de hierro en forma de L. Lo miré con temor en mis ojos y no pude evitarlo. Metió la llave en la cerradura y giró el pomo de la puerta.

—Entra.

En el interior pude contemplar las paredes con humedad, un televisor viejo junto con una pequeña cocina, una cama de una plaza,y una puerta más que suponía sería la del baño. Me quedé clavada en el suelo de la entrada, viendo de reojo cómo Jungkook dejaba su pistola junto con las llaves y demás encima de una mesita de madera. Al ver mi mirada curiosa, prefirió tomar el arma de nuevo y colocárselo en esa «V» perfecta que se creaba al final de sus abdominales.

¿Él realmente piensa que podría tomar su arma y matarlo?

Se paró junto a la ventana y tomó su teléfono.

—En media hora.

Al parecer no espero una respuesta del otro lado por qué rápidamente colgó y metió su teléfono en el bolsillo de su pantalón. Me senté en la esquina de la cama lleve mis piernas a mi pecho y las envolví con mis brazos.

Por largo tiempo nos quedamos en silencio. Cuanto tiempo puede mantener esto es incierto. Y él lo sabe.

—Bien... ¿Entonces qué estamos haciendo aquí?

Me mira directamente.

—Esperando a los hombres que tu ex novio envió aquí para llevarte.

Trago.

Di un brinco de la cama. Las lágrimas brotan al instante de las esquinas de mis ojos.

—¡Por favor! No puedes dejar que me lleven. Te lo ruego...

Apreté mis dientes a la misma vez que tragaba saliva.

—Está fuera de mis manos —dice mirando por la ventana.

Siento mi corazón latir tan fuerte que llevo una mano a mi pecho.

—Siéntate —dijo, volteandose para mirarme.

Lágrimas corren de mis ojos y levanto mis manos unidas hacia él.

—Por favor... —Me ahogo con mis lágrimas, mi pecho temblando y sacudiéndose con respiraciones irregulares—. ¡No dejes que me lleven con él!

Sus ojos vidriosos fijos en mí en una mezcla de sentimientos que no pude develar, hizo que mi alma se cayera al suelo.

—Duerme un poco... Jana.

Abrió la puerta, deteniéndose de espaldas hacia mí, esperé que se diera la vuelta, que me dijera que no lo haría que me llevaría con él. Entonces la puerta se cerró, no aguante el peso de mi cuerpo, mis rodillas golpearon el duro cimiento de esa oscura habitación y lloré.

Porque más que saber que la muerte me esperaba a la vuelta de la esquina, lo que más dolía era que fuese Jungkook quién lo desencadenara.

Estaba enamorada de él, ese era mi puto problema, y me di cuenta en el mismo instante en el que supe que era un asesino a sueldo, cuando no quise ver la verdad, cuando temí de manera considerable que estaba desarrollando sentimientos por alguien que no siente. Temí por esa razón,porque estaba jodidamente enamorada de aquel demonio.

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Cómo siempre agradezco a los que se toman el tiempo en leer, votar y comentar.

Esta historia está llegando a su final y los siguientes capítulos son los de más salseo -como decimos con mis amigas- y debo confesar también que son los que más disfruto hacer.

¡Recuerden dejar su voto si les gusto el capítulo!

Ciao~

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