Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

•30•

Jungkook



Me senté impaciente en los sillones de piel negros en el buffet de abogados dónde Namjoon sostenía una llamada.

Di una última calada a mi cigarrillo al escuchar que se abría la puerta del despacho con su habitual crujido cuando lo hacía.Lo que todavía no entendía era cómo uno de los mejores abogados que había en todo Soley tenía una puerta que chirriaba.

Al entrar, cerró la puerta tras de mí, terminó de apuntar lo que fuera que
estuviera escribiendo en su agenda enorme de color marrón, y dejó el teléfono encima de su escritorio de roble.

-El cartel de "prohibido fumar" no es una decoración, Daimon.

-¿Has pensado en lijar esa puta puerta?

Señalé la entrada y este sonrió.

-Como siempre cambiando de tema.

Se sentó en su lugar y me instó con la mirada para que hiciera lo mismo en el lujoso sofá frente a él.

-Y bien...

-Ya tengo la invitación de Frédéric dentro de dos horas.

-Muy bien, dámela.

-¿Estás seguro de esto?

-No me lo puedo creer...¿Me has hecho venir hasta aquí para esto?

-Déjame ir contigo -demanda.

Niego riendo de lado. -Me quitarías la diversión.

- ¿Y si es una trampa? ¿Y si te mata?

-Vaya, qué poca fe me tienes -ironizo arqueando una de mis cejas.

-Lleva a Hoseok.

-No puedo.-respondí con desdén.

-Explicame por qué uno de tus mejores hombres es la puta niñera de la chica.

-Es por su propia seguridad.

-Ella te importa -sentencia mi hermano-. Si no lo hiciera, estaría muerta.

-Dijiste que debo ser cauteloso, ¿no? -cuestiono de forma irónica desviando la verdad.

-Tu cautela es exterminar la amenaza, por ello debiste estar fuera del negocio un tiempo, ¿no recuerdas?

«Maldito hijo de puta».

-Me gusta follarla -digo encogiendo mis hombros.

-Que sientas algo por la chica no te hace menos poderoso, Jungkook. Sigues siendo tú, solo que con sentimientos diferentes.

-Mierda, creí que eras abogado,no un maldito casamentero.

-Te estoy hablando enserio, no puedes negarte a tus sentimientos...

-¿Y a dónde me llevaron mis sentimientos en el pasado?-escupo en su dirección empezando a entrar en ira-. Por mis sentimientos traicioné a Yoongi poniéndote en riesgo a ti también. ¿Qué pasaría si Taehyung se entera de que fui el
responsable de la muerte directa de su padre porque se folló a mi madre, al igual que los otros cinco?

-Mataste por mi sin que te diera explicaciones cuando te lo pedí, Daimon. Salvaste a Jimin de las mierdas que se metía tantas veces que me es difícil contarlas, y Valerie... la sigues protegiendo porque es importante para Taehyung a pesar de que su madre nos traicionó, ¿por qué no ser así con Maggi?

-La deseo y la odio... Ese es el porqué, odio desearla de la manera en la cual lo hago. Me estoy volviendo un coño
sentimental.

-Aunque ella te destruya de mil maneras,volverás a buscarla. No sé si es obsesión o amor, pero capto en tu mirada el anhelo cuando la ves, observo cómo eres cerca de ella. Como si fueras dos hombres diferentes.

-Pásame un pañuelo, estoy apunto de llorar.

-¿Señor Kim? -La secretaria entró en la oficina y el rostro de Nam se desfiguró.

-Maldita sea Cata, hemos hablado de esto.

-Lo... siento,señor.

Su eficaz secretaria se disculpó y dando pequeños pasos con prisa salió de la oficina. Al instante oímos unos leves golpecitos en la puerta.

-Me va a dar algo... -Nam apoyó los brazos en su frente y miró al techo suspirando. Contuve la risa.

Cata estaba recién graduada de la universidad, era demasiado joven, por lo que sabía trabajaba aquí porque su abuelo comenzó esta firma. La escuché hablar varias veces, cuando venía aquí, de cómo quería casarse antes de tener veinticinco. Aparentemente también quería ser una mamá que se quedara en casa con seis niños, y vivir en una casa de los suburbios.

En otras palabras, estaba malditamente loca.

-Adelante.

Cata volvió a entrar, con una anotador en las manos, acomodándose los lentes en el puente de su nariz. Vestía un feo suéter gris y una falda roja a cuadros, su cabello parecía como si hubiera sido teñido con una caja de crayones.

-Al señor Greenwood y al señor Bach les gustaría saber si quiere participar en la siguiente ronda de entrevista a internos hoy.

-No.

-De acuerdo... -Bajó la mirada y escribió algo en su bloc de notas-. ¿Entonces, al menos revisó los resúmenes? Tienen que reducirlo a menos de quince hoy.

-Bien, lo revisaré.¿Esta es toda la selección?-Deslizó unos papeles por su escritorio.

-Si señor. Esta es la selección entera. ¿Necesita algo más de mí esta mañana?

-¿Además de mi café? -Nam señaló la taza vacía al final de su escritorio.

-Lo siento. Ya lo traigo.

Cata salió disparando, como siempre, y cerró la puerta. Nam se acomodó en su lugar y fijó su mirada en mí nuevamente.

-¿Has pensado bien lo que vas a hacer?

-Nam, déjalo ya.

-Las cosas son mucho más fáciles del modo en que las hago yo -dice con una sonrisa en su voz. -Ponte en contacto conmigo tan pronto como termines la misión.

-¿Tienes prisa?

Pone un archivo de mi siguiente trabajo boca abajo sobre la mesa.

-Podrías querer echarle un vistazo a eso.

-No. Lo haré cuando vuelva.







_______________________________________


Cinco hombres, dos a cada lado mío y otro sentado en la cabecera de la mesa, frente a mí, me miran con ojos vigilantes.

Mi arma fue tomada en la puerta.

-Es una cena pacífica, señor -dijo el hombre de la puerta-. No se permiten armas.

-Muy bien -había dicho y removí mi arma de la parte de atrás de mis
pantalones, poniéndola sobre la mesa.

Sabía que no debería usar otra ya que seguramente sería revisado antes de que me permitieran entrar.

Y estaba en lo correcto. Pero necesito un arma.

Desarmado, caminé pasando una docena de guardias llevando una botella de vino y entré al vientre de la bestia rodeado por cuatro de los hombres más experimentados de Frédéric Bernard.

También sabía de antemano que el vino que traje fue llevado por uno de los meseros y colocado en el centro de la mesa.Frédéric me agradeció por el regalo.

Después de todo, era un vino Francés costoso, y hubiera sido bastante grosero de su parte no agradecerme, incluso sabiendo que vine aquí para matarlo.

-¿Es cierto? -pregunta Frédéric casualmente, mirando sobre la longitud de la mesa, hacia mí, sentado en la otra punta-. ¿Existe una recompensa sobre tres de tus hombres? ¿Incluído tú?

Asiento-. Asumo que, por una vez, los rumores son ciertos.

Una delgada y confiada sonrisa jala los bordes de la desgastada y dura boca de Frédéric. Tiene el cabello corto y canoso, cortado suavemente en la parte de atrás de su cuello y peinado hacia un lado en el frente, pegado a su cabeza por gruesas cantidades de gel.

-Y supongo que es bueno que no tenga interés en llenar las recompensas. -Su sonrisa se hace más arrogante, como si tuviera que agradecerle por estar vivo en este momento.

Asiento de nuevo y llevo mis labios a la copa de vino, que no es el vino de la
botella que traje.

El hombre con el cabello oscuro sentado a mi izquierda con una cicatriz encima de su ceja, remueve su servilleta blanca de tela de la mesa frente a él. La desenrolla de su pequeño y ordenado arreglo y la coloca sobre su regazo. Los otros tres hombre sentados en la parte exterior de la mesa hacen lo mismo cuando notan a los meseros entrando de una puerta lateral balanceando platos llenos sobre sus manos. Frédéric permanece en la misma posición, sin alejar la mirada de mis ojos incluso cuando el mesero pone su plato frente a él.

Frédéric junta sus manos, sus codos colocados sobre la mesa.

-Entonces,-comienza-, tengo entendido que fue enviado aquí para conseguir un acuerdo con mi pueblo.

-Sí -respondo, pero sin ofrecerle nada más. Prefiero hacerlo trabajar por los detalles que sé que quiere antes de que tenga que matarme.

-¿Y qué te hace pensar que estoy en la libertad de aceptar? -Parece entretenido por la pura perspectiva de ello.

Mi expresión permanece normal. Tranquila. Calmada. Imperturbable. Y él se pone más nervioso con cada segundo por mi ausencia de tensión. Soy solo un hombre.

Sin armas. Sentado en una mesa entre cinco hombre que, con toda seguridad, tienen armas a pesar de las afirmaciones del portero. No solo más que un hombre en una mansión donde al menos otros nueve hombres armados patrullan los alrededores.

Él debe saber que no soy solo un hombre, después de todo.Junto mis manos de la misma manera que él.

-Antes de que esta -ondeo mi muñeca brevemente- encantadora cena termine, puedo asegurarle que tendré la documentación. -Señalo mi dedo índice hacía delante suavemente-. Pero no solo eso, usted aceptara libremente.

Frédéric sacude su cabeza y lleva su copa de vino a sus labios, para después ponerla de regreso en la mesa. Se toma su tiempo, igual que yo, al hacerme esperar por una respuesta. El hombre rubio sentado a mi derecha me mira por encima de su copa de vino. Los cuatro hombres están vestidos como Frédéric y yo. Trajes a la medida y corbatas. Sin embargo, definitivamente luzco mejor en el mío. Y como si fueran un grupo colectivo, levantan sus tenedores y comienzan a comer al mismo tiempo.

Frédéric finalmente se les une, a pesar de que estoy seguro que no tiene nada que ver con estar hambriento. Simplemente quiere alargar su momento de pausa más lo que necesita.

Mastica y luego traga.

-¿En serio? -dice finalmente con un aire de autoridad y una sonrisa.

Sus brillantes cubiertos plateados golpean contra el plato de vidrio mientras los baja.

-De hecho, si, es en serio -digo con confianza, como si simplemente estuviera diciendo que, sí, está lloviendo, e invitándolo a ir a la ventana para que lo vea por él mismo.Frédéric limpia su boca con su servilleta de tela, inclina su cabeza canosa a un lado, pensativo.

Llevando mis labios de nuevo a mi copa de vino, encuentro los ojos de Frédéric desde el otro lado de la mesa,desafiándolo a probarme más, sin tener que mover un musculo en mi rostro.

Sonríe débilmente y tomo otro trago.

Pongo mi copa sobre la mesa.

-Bueno, debo preguntar -Frédéric se interrumpe, mirando su comida- ¿Qué más podría posiblemente necesitar de mí?

-Quiero que firme un acuerdo entre nuestros pueblos -digo.

Las líneas alrededor de la boca de Frédéric se profundizan con su sonrisa. Mira hacía el mesero parado a su izquierda y el mesero va hacía él.

-Por favor, háganos a todos un favor y abra la botellas de vino que el joven fue tan generoso de traer esta noche.-Señala hacía la botella con dos dedos.

El mesero obedece y coloca la botella abierta en el centro de la mesa. Los otros cuatro hombres en la mesa colocan sus cubiertos de nuevo, sabiendo que algo más que cenar está sucediendo ahora y que necesitan permanecer alerta. Todos se limpian las bocas con sus servilletas de tela después de tomar un sorbo de sus copas de vino.

Frédéric chasquea sus dedos y una mujer pequeña con el cabello color miel peinado hacia atrás, camina a través de la entrada lateral y se escabulle hacia él. Usa una falda negra corta que se aferra firmemente a su forma de reloj de arena. Estudio el suave pendiente de su cuello desnudo y la plenitud de sus grandes pechos debajo de la delgada tela de su blusa. Me encantaría destrozarla debajo de mí.

-Copas nuevas, por favor, señorita -ordena él y ella se escabulle fuera para hacer su voluntad-. ¿Le gusta lo que ve? -pregunta Frédéric, notando mi atención en ella mientras sale de la habitación-. ¿Tal vez podría ofrecerle sus servicios antes de que nuestra reunión termine? Después de todo, soy un hombre generoso. Solo porque no planeo dejar que salga de aquí con vida, no significa que no pueda darle los lujos de la vida antes de que muera. Piense en ello como un regalo de partida.

-Eso no será necesario -digo-. Pero aprecio el ofrecimiento.

-Bueno, al menos deberías comer algo -dice, señalando la comida frente a mí, la cual ni siquiera he tocado.

Sacudo mi cabeza y suspiro-. No vine aquí a cenar, como ya sabe. Vine aquí por el acuerdo. Eso es todo.

-Bueno, no lo obtendrá-dice y ofrece otra sonrisa.Luego saca una pequeña llave de la parte interna de su chaqueta,señala al hombre rubio a mi lado y dice-: Tráeme los papeles de la caja.

El hombre me mira con frialdad, deja caer su servilleta sobre la mesa, toma la llave y se pone de pie. Mientras está dejando la habitación, la mujer con el cabello color miel entra de nuevo a la habitación con seis copas de vino metidas estratégicamente entre sus dedos.

Coloca una frente a nosotros, caminando hacia mí a lo último. Se toma su tiempo para retirar su mano del cristal.

Frédéric le hace señas-. Ven aquí -dice y ella camina hacia él.

Él me mira a través de la mesa de reojo con una mirada inteligente en sus ojos.

Señala la botella abierta de vino que traje.

-Él beberá primero -dice señalándome.

-La mujer toma la botella y se aproxima a mí.-¿Crees que no anticipé sus intenciones? -dice Frédéric, ondeando su muñeca de una manera dramática-. Sé más sobre usted además de lo que le pasó a su madre...en Garden Baron. La mataron sin piedad. Esa puta, inocente.

Estoy en plena ebullición bajo mi piel, pero puedo quedarme calmado. No me gusta que hablen de mí madre de esta manera y solo muestra el verdadero nivel de mierda de Frédéric-. Sé todo sobre ti, jovencito. -Sonríe maliciosamente e instantáneamente tengo la sensación que todavía no ha sacado la artillería pesada, que sabe algo más sobre mí que no espero que él sepa.
Por primera vez desde que caminé a través de las puertas de la mansión, estoy inseguro de mi próximo movimiento. Pero puedo mantener mi calma. Se necesita mucho más que palabras provocadoras.

La mujer sirve el vino en mi copa y se hace a un lado. Viendo que no voy a
preguntarle a Frédéric exactamente que más sabe, procede a decirme de todas maneras.

-He escuchado de su pasado. -Toma otro sorbo del vino que ha estado
bebiendo desde antes que la cena comenzara-. Sobre ese apodo de usted. -Frota las puntas de los dedos de una mano y me mira, pensativo-. ¿Cuál era? Ah, sí, ahora lo recuerdo. Lo llaman el pequeño chacal. Un chico huérfano. Rabioso y sin valor.Voy a disfrutar verte morir.

Pretendo estar afectado y simplemente elevo mis cejas inquisitivamente.-Me parece que está tratando de ganar tiempo. -Miro brevemente mi Rolex-. Me temo que no le queda mucho.

Frédéric ríe y me sonríe con todos los dientes. Se inclina contra la mesa y relaja ambos brazos a través de ella. El hombre rubio regresa al comedor con una carpeta marrón. La coloca en la mesa frente a Frédéric.

Sin quitar sus ojos de los míos, deja la llave en su lugar y abre la carpeta, removiendo la documentación sobre la mesa.

-No le tengo miedo.Quería darle una
oportunidad de, quizá, negociar sus términos. Pero en verdad posee más confianza de la que cualquier hombre debería. -Sus profundos ojos claros dejan los míos y caen sobre la nueva copa de vino frente a mí-. Por qué no hace los honores y bebe del vino que trajo. -Sonríe vengativamente y mueve su mano en el aire hacía mí, urgiéndome a tomar-. ¿Eso es lo que esperaba, ¿no?.

El hombre con cabello oscuro a mi izquierda, de repente parece incómodo, moviéndose en su silla con una mirada de agitación. Alza su brazo y desliza su dedo índice detrás del cuello de su camisa de vestir y lo mueve de atrás hacia adelante, tratando de empujar la tela de su sudorosa piel. Su rostro se está poniendo pálido y nauseabundo.

Frédéric lo mira con un poco de preocupación-. ¿Pasa algo?

El hombre de cabello oscuro se levanta de la mesa.

-Perdóneme, señor, pero no me estoy sintiendo bien. Tal vez debería
retirarme por el resto de la noche.

Frédéric asiente y ondea su mano para que se vaya.

El hombre empuja su silla y se aleja de la mesa, agarrando la servilleta en su
mano. Limpia el sudor de su frente con ella mientras se va,tambaleándose antes de que doble la esquina y desaparezca de vista.

-Estoy bastante contento de no haber comido la comida -digo con una ceja
levantada. Tocando el borde de mi plato con mi dedo, lo alejo de mí.

Los otros hombres, incluyendo Frédéric, miran su plato simultáneamente y luego avientan sus servilletas encima de las sobras. Dos meseros actúan inmediatamente para remover la comida de la mesa.

Frédéric luce irritado, como si ya estuviera abordando el tema de despedir a su chef cuando esto termine.

-¿Por qué no bebe? -sugiere, volviendo a la cuestión que nos ocupa-. ¿O lo olvidó? -Señala mi copa.

-¿Qué? ¿Cree que lo envenené? -pregunto.

Frédéric sonríe y junta sus manos de nuevo. Me mira con complicidad.

-Me gustaría que bebiera el vino -repite, listo para acabar con esto.

Todos los ojos están sobre mí. Los tres hombres que quedan en la mesa.
Frédéric.

Un mesero de pie contra la pared detrás de él.

La mujer con el cabello color miel de pie a la derecha de Frédéric.

Finalmente, asiento y enredo mis dedos alrededor del tallo de la copa. Vacilante, llevo la copa a mis labios y lentamente tomo un trago. Mientras estoy haciendo esto, noto a otro hombre comenzar a mostrar signos de angustia.

Frédéric solo me nota a mí.

-Bébalo todo -instruye.

-Como desee. -Una sonrisa jala las esquinas de mis labios justo antes de
tocarlos con la copa.

Un duro thump suena desde el área sobre el otro lado de la pared donde el hombre con el cabello oscuro fue solo hace unos minutos. El grito de una mujer perfora el aire, seguido por gritos en francés.

-¡Llamen a una ambulancia!

-¡Monsieur François ha colapsado!

Claramente repensando toda esta situación, los ojos de Frédéric van de ida y vuelta entre los otros hombres y yo. Pero luego solo los mira a ellos cuando ve que también están enfermos. Uno colapsa desde la mesa, la silla que había estado aguantando su peso, golpea a su lado.

Frédéric me mira directamente, sus ojos profundamente alineados grandes con preocupación e ira.

-¿Qué has... -Se levanta de su silla y me señala con un dedo huesudo-. ¡Tú hiciste esto! ¿Cómo lo hiciste? ¡Me dirás!

Se agarra el pecho y cae de regreso en la silla.

Otro hombre se tambalea lejos de la silla y colapsa en el piso, vomitando y
convulsionando.

Disparos suenan fuera de la mansión.El mesero parado contra la pared, sale corriendo. El sonido de vidrio destrozándose y bandejas de metal cayendo contra los pisos de mármol hace eco a través de los pasillos.

-¡Bastardo! -grita Frédéric, todavía señalándome con un dedo mientras trata desesperadamente de aferrarse a la orilla de la mesa con la otra mano. Su rostro está cambiando de color, una muy agradable sombra de colores burdeos y ceniza.

Tendré que recordar eso cuando compre mi próxima corbata.

Me levanto de mi silla y casualmente enderezo mi traje negro Armani, tirando de ambos lados de la solapa.

Luego tomo la copa de vino que traje como regalo y bebo el resto frente a él, colocando la copa vacía en la mesa. Frédéric me observa con horror, apenas aferrándose a la vida. Luego tomo la otra copa de vino en mi mano, la que nunca bebí en realidad, sino solo pretendí hacerlo, y me aproximo a él. Sus ojos van de un lado a otro. Trata de alcanzar su chaqueta para agarrar su arma, pero comienza a vomitar. Me detengo y espero, no queriendo que el vómito llegue a mis zapatos.

Frédéric se ahoga y echa su cabeza hacia atrás, presionando su espalda contra la silla.

Jadea por aire para llenar sus pulmones, pero no llega y cae sobre la mesa, su mejilla presionada contra la costosa madera.

Está muerto antes de que pueda decirle como lo hice, como me las arreglé para envenenar una botella de vino que nunca toqué.

Más disparos suenan afuera. Y se están acercando.

Pongo la copa abajo, a lado de la parte calva en la parte de arriba de su cabeza y luego lo agarro por los hombros, alejando su peso muerto de la mesa. Sus ojos están muy abiertos. Sin vida. Su boca contaminada de vomito permanece parcialmente abierta en una espantosa exhibición. Su lengua está hinchada.

Llego dentro del bolsillo secreto de su pecho y saco la llave de la caja de
seguridad, deslizándola luego dentro de mi propio bolsillo. En cierto modo, Frédéric pensó que quería un acuerdo con su maldito pueblo pero yo buscaba otra cosa. Y me dio la llave libremente. Simplemente necesitaba saber dónde estaba y él la puso justo en mi mano con su arrogancia revelándomelo.

-Lo hiciste bien -le digo a la mujer del cabello color miel todavía de pie en el mismo lugar cerca de la silla de Frédéric.

Sonríe... no, se sonroja, y mira brevemente al piso. Tan recatada. Tan frágil. Tan falsa. Tan dispuesta a hacer cualquier cosa que un hombre le pida hacer cuando le promete suficiente cocaína y sexo para mandarla al olvido por la semana completa.

De repente, ya no luce tan tímida, sino necesitada y bastante repulsiva. Una
lástima, en serio, estaba esperando follarla más tarde.

Cruza sus brazos sobre sus grandes pechos y traga nerviosamente. Sus pequeños ojos verdes se mueven de ida y vuelta en cada entrada del comedor. Los empleados siguen corriendo frenéticamente a través de la mansión.

-¿Dónde está? -pregunta ella ansiosamente sobre la cocaína. Frota sus manos de arriba abajo sobre sus brazos.

Justo entonces, con el último de los disparos, Taehyung entra en la habitación con su 9MM pegada a su lado.

La mujer salta cuando lo ve y se mueve a mi lado.

-¿La conseguiste? -pregunta Tae.

Asiento sutilmente.

Me doy cuenta que el cabello corto y en puntas de Taehyung tiene sangre. Inclino mi cabeza a un lado inquisitivamente.

-¿Puedes pasar por una misión sin hacer tanto desastre alguna vez?

-Maldición, no -dice-. Me gusta el puto desastre. -Luego sonríe y añade
agitadamente-. ¿Puedes pasar por una misión sin quedarte tanto tiempo? Me gustaría irme, tengo que ir a ver a Valerie.

-¡Oigan, esperen! -dice la mujer, saliendo de mi lado-. ¿Qué hay sobre mí? -Cruza sus brazos y mira afiladamente a Taehyung, pero luego me mira a mí por una respuesta.

No digo nada.

-No te vas hasta que me des lo que me prometiste.

Poniéndose más ansiosa con cada segundo que pasa, decido tomar el asunto por mi cuenta.

-Voy a dártelo, pequeña.

Taehyung levanta su arma y la golpea enérgicamente en la nuca. La mujer cae contra el piso de mármol.

-Vámonos. -Limpio el polvo de mi traje y camino sobre el cuerpo de Frédéric.

_______________________________________

Después de una comida tardía, estoy sentado en la oficina del buffet con mi laptop abierta sobre el escritorio cuando Nam llega. Llegando al bolsillo de mi camisa blanca de vestir, saco la llave que adquirí y la pongo en la mesa frente a nosotros.

Nam la deja ahí por un momento, sus ojos rodeándola.

-Supongo que no fue muy cooperativo -dice.

Se sienta con sus brazos descansando a través de la longitud del reposabrazos, la manga de su traje negro apenas cubriendo el grueso reloj de plata que usa en su muñeca derecha.

Sonrío y sacudo la cabeza.

-Fue exactamente como sabía que sería. Un bastardo terco y muy confiado.

Finalmente, Nam toma la llave de la caja fuerte de la mesa entre nosotros. La examina de cerca, la cadena de oro envuelta a través de la parte posterior de sus dedos. Saca de un cajón el archivo junto a una carpeta negra y la desliza sobre el escritorio en mi dirección.

-Después de que leas lo que dice aquí,será tu decisión como seguir.

Eché mi cuerpo hacia atrás en el sofá y pasé una de mis manos por mi cabello a la vez que con la otra estiraba para sujetar la carpeta. Tragué saliva, mientras mi cabeza comenzaba a maquinar mil cosas que me podría encontrar una vez que la abriera.

Sentí el corazón galopar con fuerza en mi pecho, queriendo escaparse en
cualquier momento. Giré la primera página de cartulina, y allí me encontré con un rostro que me era terriblemente familiar.

Me quedé mirando la fotografía principal como si el mundo hubiese dejado de existir,como si no hubiese nadie más, excepto yo.

Allí estaba.

Mis sospechas.

Mi incertidumbre.

Y ahora...

Mi objetivo.




_______________________________________

N/A agregada junio 2022

⛔ Lectores que se encuentran releyendo esta obra. Pido con todo respeto y amabilidad que no dejen comentarios revelando información  de la segunda y/o tercera temporada.  En otras palabras (spolier)

Muchas gracias.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro