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•28•

Valerie

En su mayor parte mi día había comenzado tranquilo,una ocasión rara pero bienvenida. Pero hoy parecía tan bueno que me dejó esperanzada.

Me desperté sin resaca, incluso después de la fiesta salvaje de anoche mientras me las arreglaba para evitar a Taehyung y Jimin, odiaba que se pusieran en modo guardaespaldas. Últimamente las cosas se estaban poniendo jodidas y Jungkook estaba perdiendo la paciencia conmigo. Adam fue de mucha ayuda en estos tiempos,lo que me hizo pensar en que Maggi quizás se equivocó respecto a él.Sin embargo, tenía una necesidad desesperada de un tiempo a solas para aclarar mi cabeza.

Me dirigí al cementerio para poner flores en la tumba de mamá y tener una larga y agradable conversación unilateral con la piedra grabada. 

Tuve la intención de hacerlo durante un par de semanas, desde que encontré la carta.

Esa maldita carta que revolucionó mi vida ya caótica, aún más de lo que ya estaba. La encontré escondida en el bolsillo de una de las chaquetas de mi madre mientras limpiaba su armario, algo que debí haber hecho hace mucho tiempo, pero me aferré a las cosas que le pertenecían.

Mi mamá la escribió para un hombre 
divulgándole que pensaba que yo podría ser su hija, y no del hombre que creí que era mi padre y que me crió durante los últimos veintiún años. La carta nunca fue enviada, probablemente porque mi mamá falleció antes de que tuviera la oportunidad. 

Extrañamente, tenía la fecha de la noche antes de su muerte; la noche antes de que yo encontrara a mi padre sosteniendo su cuerpo sin vida en el camino de entrada, por lo que los paramédicos declararon fue ataque cardíaco.

La carta cambió todo en un instante —a mí, mi vida, mi padre, mi madre—, y exactamente por eso decidí decírselo a la lápida.

—Simplemente no lo entiendo —digo a la vez que me arrodillo en el suelo, sujetando un ramo de girasoles en mi mano, la flor favorita de mi madre—. Por qué nunca me lo dijiste… pensé que me contabas todo. —Lo que siempre parecía cierto cuando era más joven. Para mí, siempre tuvimos una relación de hermanas más que de madre e hija.

Era tan abierta, sin secretos, o al menos, eso es lo que pensé. Pero ahora, bueno, desafortunadamente la carta era sólo un número más en una lista cada vez mayor de secretos que fui descubriendo desde que mi madre dejó este mundo, y su muerte es algo que aún me persigue hasta el día de hoy.

—Empiezo a preguntarme qué más no me dijiste. Qué otras mentiras voy a averiguar. Ha habido tantas… y por la forma en que moriste… es tan difícil aceptar que fue de un ataque al corazón. Sólo quiero algunas  respuestas de lo que pasó ese día.—Sacudo la cabeza cuando las lágrimas empiezan a picar en mis ojos.

Echo un vistazo al cementerio vacío; el césped cubierto de lápidas, los árboles floreciendo con hojas. Es un hermoso día, pero aún así me siento tan fría por dentro… tan hueca. Suspirando, pongo las flores frente a su lápida y beso la punta de mis dedos antes de presionarlos en la piedra, diciéndole en silencio lo que creo que puede ser mi último adiós. 

Entonces me pongo de pie y salgo del 
cementerio; no hacia mi auto, sino al parque calle abajo. Necesito más 
tiempo para pensar, para procesar, para reunir el valor y hacer finalmente lo que he querido hacer desde que encontré la carta, tal vez incluso antes de eso. 

Después de pasear aproximadamente una hora, reúno suficiente fuerza para volver a mi auto e ir a la casa vigilancia, empacar mis cosas e irme a la mierda. Cruzo el césped hacia el área de salida del parque. Aunque, justo cuando salgo de la seguridad de la zona cerrada y me dirijo hacia la acera al lado de la calle, una lujosa camioneta negra con vidrios polarizados se detiene en la acera.

Conozco esta vida lo bastante bien como para saber lo que hay detrás de esas puertas, he sido advertida por mi padre desde que tenía cinco años y estoy rodeada de asesinos,que me han hecho ver de primera mano qué tipo de personas conducen esos autos. El tipo de hombres que son la razón por la que, por lo general, no salgo sola a ningún lado.

Me giro para correr, pero apenas tengo tiempo para reaccionar cuando dos hombres muy grandes y voluminosos, vestidos con trajes y gafas de sol negras, al estilo Hombres de Negro, saltan del auto y se acercan rápidamente hacia mí. 

Abro la boca para gritar, pero me agarran por los brazos y uno de ellos coloca violentamente una mano sobre mi boca, allí mismo, en plena luz del día, lo que significa que no le temen a nada. Y eso significa que tienen conexiones, probablemente uno de los muchos enemigos de Jungkook. La pregunta es, ¿cuál? Podría no parecerlo, pero en este momento, es más importante que respirar.

Quienquiera que sea, podría ser la diferencia de si saldré de esto con vida.
Aunque apenas tengo tiempo para conseguir una respuesta, ya que soy forzada a entrar bruscamente en el asiento trasero del auto. Mientras 
aterrizo de cara, golpeando mi cabeza contra el techo, trato de lanzar algunas patadas, pero mi lucha es inútil. Antes de darme cuenta, tengo una bolsa en la cabeza, mis manos están atadas en mi espalda, y el auto está acelerando.

—¿Quién mierda eres? —gruño a través de la tela oscura, esperando a que alguien responda, para tal vez averiguar su identidad. Sin embargo, lo único que consigo en respuesta es una risa baja y el roce de un dedo en mi muslo desnudo al borde de mis pantalones cortos.

Cuando sus manos se deslizan al frente de mí y acunan mis senos, se me pone la piel de gallina en la nuca y me revuelve el estómago. 

Me comprometo a que, si salgo de esto, voy a hacer pagar al hijo de puta.

En vez de causar más drama, me muerdo el labio y me obligo a permanecer en silencio y quedarme quieta. Esto me han enseñado a hacer como mecanismo de defensa. Lo último que necesito es enojar a la persona equivocada o alterarme tanto que no pueda pensar con claridad. Está en el “Manual de preparación para cuando eres secuestrado”, y no hablo de forma metafórica. Había un manual real, que me dieron los chicos cuando pisé su casa por primera vez.

—Nada te vencerá si no demuestras ningún temor —me dijo Tae cuando rompí el papel de regalo el primer año con ellos y fruncí el ceño hacia el delgado libro forrado en cuero—. En nuestro mundo, nunca muestres temor. Nunca dejes que te posean. Siempre sé fuerte o de lo contrario, no sobrevivirás.

Sinceramente, pensé que estaba loco, pero lo leí.Después de eso, nuestra relación se volvió complicada.

Sin embargo, ahora, no puedo evitar pensar en cuánta razón tenía. 

El miedo es el enemigo, y hace que mi cabeza se confunda, que piense en  ideas irracionales como lanzarme hacia adelante y tratar de escapar a ciegas. 

Llora. 

Grita. 

Necesito la cabeza fría si voy a lograr algo.

Respiraciones profundas.

Mantén la calma.

Respira.

Veinte minutos más tarde, sigo sentada en el asiento trasero del auto, aplastada entre dos hombres sudorosos y malolientes. Mi corazón se acelera en mi pecho, a pesar de lo mucho que me digo que debo calmarme de una puta vez. Trato de calmar mi respiración y estabilizar mi ritmo cardíaco, por lo que inhalo por la nariz y exhalo por la boca, dejando que mis músculos se relajen. Debo pensar en algo relajante.  Beber… chupitos… darle una paliza al tipo a mi lado… sexo… sexo ardiente y sudoroso. Puede ser bastante jodido, pero me hace sentir un poquito más satisfecha.

Después de calmarme tanto como es posible —aunque sigo un poco 
nerviosa y demasiada adrenalina fluye por mi torrente sanguíneo—, me hundo en el asiento y evalúo lo que puedo con respecto a mi entorno.

El motor está zumbando y puedo escuchar el sonido del viento, lo que significa que el auto se está moviendo y las ventanillas están bajas. 

Pienso en las armas que poseo. Nudillos de bronce y un gas pimienta en mi bolso, pero se me cayó cuando los tipos me agarraron en el parque. 

Tengo un cuchillo pequeño en una funda escondida dentro de mi bota, sugerencia de Jimin que es muy buena,¿pero cómo carajos se supone que voy a sacarlo cuando mis manos están atadas y no puedo ver ni una maldita cosa?

Girando la cabeza hacia un lado, me esfuerzo por ver a través de la bolsa. La luz del sol se desliza débilmente a través de la tela, y puedo distinguir la cima de la cabeza de uno de los tipos a mi lado. Me pregunto si me está mirando; si piensa en tocarme de nuevo. Quiero arrancarle la mano por haberme tocado.

Evalúo mis opciones —seguir sentada, tratar de luchar a ciegas, hacer una escena—, cuando el auto se detiene. Escucho que el conductor murmura algo, entonces se abre una puerta y se baja el tipo a mi lado. 

Empiezo a dejar escapar un suspiro de alivio, pero luego, o bien se vuelve a subir o alguien más toma su lugar.

Siento que la persona se mueve en el asiento y me estremezco cuando su aliento cálido me acaricia la mejilla. —Cálmate, preciosa —susurra en voz baja mientras empuño mis manos. Entonces, sus dedos acarician la parte interior de mi muñeca, un gesto reconfortante que sólo una persona  ha utilizado conmigo y de repente, sé quién es—. Todo estará bien.

Oh, Dios, conozco esa voz. 

¿Como pude ser tan estúpida?

Quiero llorar y matarlo con mis manos al mismo tiempo. Me engaño, es más, ahora sé que estoy en muchos problemas, no se por que está detrás del secuestro. Pero estoy empezando a creer lo bajas que son las probabilidades de que vuelva a ver la luz del día. Muerta, estoy bastante 
segura de que ese es mi destino.

—¡Maldito hijo de p…

Antes de que pueda terminar la frase, una aguja pincha mi cuello y luego entra en mi vena. Mierda, esto no es… bueno…

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