•25•
Capítulo narrado en omnisciente
Jadeaba.
Dentro del deportivo negro solo se escuchaba su respiración descompasada y profunda. Fuera, el incesante ruido de las gotas que comenzaban a golpear el cristal, cada vez de manera más continua.
Arrancó, activó el limpiaparabrisas y se quedó bloqueado divisando su hipnótico vaivén.
Intentó concentrarse solo en eso.
Apretó la mandíbula.
Encendió las luces del coche, pisó el
embrague, introdujo la primera marcha y mantuvo el pie en tensión.
El coche, furioso, rugía pidiendo que lo dejara libre. Lo hizo.
Salió del lugar derrapando y sin parar de acelerar.
Jadeaba.
El aire entraba en sus pulmones cada vez con menos intensidad,provocando que tomara grandes bocanadas. Sujetó el volante con fuerza y agachó la cabeza. Los mechones de su pelo, cayeron hacia delante, recordandole por qué estaba a punto de conducir hacia ese club.
Habían discutido la estrategia con Jungkook después de la fiesta en la mansión.
Alzó la vista y apreció cómo los nudillos de sus manos, esas endurecidas y furiosas, se emblanquecían.
No supo cómo había llegado, su cabeza no paraba de pasar las imágenes de aquella morena en brazos de otro hombre. La furia contenida incrustada en su estómago.
No obstante, después de unas horas, estaba allí, en el aparcamiento. Sin haber visto la carretera, sin haber pensado en nada que no fuera en lo que acababa de ver.
Se mantuvo en el interior durante unos minutos, a la espera de que el compás llegara a su respiración. Como no lo consiguió, se bajó del coche y caminó con paso firme sin importarle su estado.
Entró sin saludar a la chica de la recepción, la que no hizo amago
alguno de cobrarle la entrada. Lo conocía, en aquellos tiempos fue uno de sus mejores clientes que, por situación económica, podría acceder a otros tipos de clubes más glamurosos, caros y con caché. Pero frecuentaba aquel lugar,donde había de todo, era un ex agente, nadie diría nada de lo que aquel francotirador hiciera en aquel lugar. Los trabajadores estaban bien pagados para ver, oír y callar.
El "Hefesto" abrió sus puertas automáticas y él, entró.
Se dirigió a la barra sin mirar a su alrededor. La noche había empezado hacía mucho, por lo que el ambiente estaba en todo su auge. Eran pocos
los que seguían apoyados en la barra tomándose una copa.
Podía vislumbrar las sombras moviéndose con sensualidad, el brillo de la ropa resaltando en la oscuridad y los gemidos descompasados por
encima de la música. Pero estaba tan cegado que no prestó atención.
Sin tomar asiento se pidió un whiskey doble y se lo bebió de un estacazo. Disfrutó y sufrió a la vez del líquido ocre que correteó por su garganta y casi lo deja sin respiración.
-Otro. -Soltó el vaso de cristal con fuerza sobre la barra-. Cuenta hasta cinco cuando lo estés sirviendo.
La camarera se abstuvo de hablarle y obedeció, colmándolo con dos dedos más de lo que pertenecía. Observó cómo aquel hombre,quien le pareció muy atractivo, se iba a un lugar lejano. Tenía la mirada perdida y bebía sin control.
-Otro -pidió, golpeando el vidrio de nuevo.
Cumpliendo con su trabajo, la chica le sirvió una tercera copa. Hacía poco más de cuatro meses que había empezado a trabajar en el club.
Había notado cómo Shirley, la recepcionista, lo conocía y no iba a poner objeción a lo que ese hombre apuesto exigiera.
Él siguió bebiendo. A la cuarta ya se había sentado.
Sus músculos comenzaban a destensarse y él a dejar de pensar, al menos con aquella intensidad que lo estaba martirizando. Concentrarse en el plan, ese era su objetivo.
Se dio la vuelta en el taburete giratorio y observó la gran sala. La visión ya se había adaptado al lugar penumbroso, dejándolo apreciar las figuras de quienes disfrutaban del sexo.
Sexo, sexo y más sexo.
No solo físico, aquello iba mucho más allá.
Sexo en las sonrisas, en el filtreo y en los ojos. Sexo en las miradas calientes y lobunas de aquellos que veían cómo su pareja se tocaba el pelo mientras hablaba con otro hombre, sabiendo que sería quien la devoraría después. Sexo entre mujeres y hombres; hombres y hombres; mujeres y
mujeres, o, sencillamente, todos juntos.
Visualmente, paseó un poco más por el lugar hasta reparar en dos mujeres que se daban placer en un sillón cualquiera. Una, tumbada con las piernas abiertas, se dejaba comer con intensidad, sujetando con brío la cabeza de su compañera, que lamía desquiciada el mejor de los manjares y se perdía entre los pliegues de su sexo.
Pensó en aquel sabor fuerte que tanto le gustaba y la boca se le hizo agua. Alrededor de ellas había parejas, hombres y mujeres mirando. Algunos se masturbaban, otros observaban en silencio mientras bebían de su copa con tranquilidad, deleitándose de verdad con el momento para poder guardarlo a fuego en sus cabezas sin que nada irrumpiera el recuerdo de aquella imagen. Solo una escena erótica y unos ojos que la miran, que la graban.
Habría caminado hasta allí para probar la posibilidad de follarse a aquellas dos chicas, pero no estaba allí para esa idea. En algún punto, tampoco era lo que necesitaba. Era cierto que solo debía parecer un cliente más. Pero muy dentro de él, quería más.
Necesitaba más. Más salvaje, más morboso, más duro.
Supo que aquel pensamiento era una recaída en toda regla y no le importó en absoluto. Recaería.
Se había prometido no regresar, se había prometido dejar de lado ese deseo absurdo pero necesitaba desfogar, necesitaba follar y correrse hasta perder el sentido.
-Ponme otro. -Sin mirar atrás, golpeó de nuevo la barra con el cristal vacío.
-No debería meterme donde no me llaman...
Aquel comentario hizo que se girara y observara con fijeza a la camarera, a la que había reconocido al instante de pedir su primer vaso.
Natasha.
La novia de Viggo Tarasov.
Hoseok le había otorgado una buena cantidad de fotos de la rubia para que Taehyung no pudiera omitir el rostro de Natasha de su retina. Sabía que Viggo los estaría observando, en algún rincón del club.
-No, no deberías.
-... pero creo que tú rostro ya se ve diferente de cuando entraste aquí.-continuó ella, atrevida, apreciándolo
despeinado, sin chaqueta y con el rostro desencajado. Por fuera aparentaba aquella calma de la que hacía gala, pero era visible el agobio que lo consumía por dentro.
-Pues para ser tan observadora mi copa sigue vacía.
La chica de pelo rubio y corto elevó los ojos al techo y se dio la vuelta para coger la botella y llenar el vaso.
Persistente, continuó:-Muchas mujeres te observan pero es increíble como lo hacen más los hombres.
Tenía razón,las miradas masculinas caían sobre aquel hombre jóven. Él sabía que no pasaría mucho tiempo en el que se acercarán ofreciendo una copa para beberla en algunas de aquellas habitaciones privadas. Había pasado por eso muchas veces. Parejas le habían pedido irse con ellos solo para verlo masturbarse, otras para tríos y jamás se privó de orgías.
De todas maneras no estaba en aquel lugar para congeniar ni hacer amigos, su manera de proceder bastaba con unas miradas, una confirmación por parte de la otra persona y a una habitación, al cuarto oscuro, el jacuzzi o allí mismo.
La observó con detenimiento. Era muy guapa e iba enfundada en un vestido negro de cuero que le gustó. Su mirada recorrió nuevamente el lugar, observando lentamente, cuando finalmente dió con un punto fijo. Saboreó sus labios triunfal.
-Si , cierto. Pero hoy te quiero a ti -le dijo sin más.
La chica se mantuvo en silencio unos segundos. No se esperaba aquel comentario y, si le había gustado saberse deseada por ese monumento, no lo demostró, pues no cambió el gesto.
-No puedo, lo tenemos prohibido.
-Sí, lo sé. Por eso te quiero a ti. -Bebió-. Y, mientras te follo duro,muy duro -recalcó-, en algún rincón de este lugar desde el que tu jefe no pueda verte, quiero que él esté mirando cómo lo hago -con la cabeza señaló a una figura sentada a lo lejos cerca de la barra.
Ella tragó saliva al descubrir a quién se refería. Lo miró de reojo. Pocas
personas sabían que eran pareja y liberales. No solían demostrar su
vínculo emocional y no acostumbraban a participar con otras personas en horas de trabajo, ella lo tenía totalmente prohibido. No obstante, al peliazul pocos detalles se le pasaban por alto.
-Eres realmente guapo-susurró echándose hacia delante, cruzando los brazos sobre la barra y mostrando su exuberante escote-. Pero lamento ser yo quien te diga que no por primera vez. Porque apuesto que es la primera vez. No me jugaré el trabajo por un antojo.
Le guiñó un ojo, provocativa, y él sonrió de lado.
-Una lástima, lo habríamos pasado muy bien. Especialmente hoy.
Sujetó su copa, se levantó y se dirigió con paso firme hasta la zona de
fumadores, donde se encendió un cigarrillo mientras observaba caras
totalmente desconocidas y otras menos.
Transcurrirían unos cinco minutos hasta que vio aparecer a aquella
camarera de pelo corto y rubio, enfundada en un vestido negro de cuero.
Dándole una calada a su cigarrillo, no cambió el rostro cuando ella se
contoneó mientras lo miraba, con la bandeja alzada en la mano para
recoger copas. Se acercó a la mesa circular en la que él estaba apoyado y,
mientras recogía un par de vasos vacíos, habló muy bajito y casi sin
mirarlo
-Habitación diecisiete.
Posó los vasos sobre la bandeja y desapareció.
Le dio una última calada al cigarro, lo aplastó en el cenicero y se bebió su copa de un trago. Tras ello, buscó la habitación citada, pensando que la rubia había tardado en buscarlo un par de minutos menos de lo que él había calculado.
El pub constaba de veinte habitaciones. Cada una representaba una manera diferente de clamar.
Él se internó en la diecisiete, como había indicado la chica, y comprobó que el ruso ya estaba allí,sentado en una silla oscura y en completo silencio.
La camarera entraba en ese momento.
Antes de cerrar y dar paso a una completa intimidad, Taehyung miró la puerta negra. En ella se dibujaba una silueta de color dorada. Dos cuerpos se unían mientras un tercero permanecía en una silla acomodada en un rincón. Sí, describía a la perfección lo que ocurriría dentro y en pocos minutos. Aquella era la habitación que lo haría gemir. Gemirían tres personas, aunque solo dos participarán de manera directa.
No hubo palabras, no eran necesarias. Era la magia de la compenetración y el entendimiento entre las parejas. La rubia miró a su chico y este le dio su aceptación con los ojos brillantes. A Tae le encantaba ese momento en el que las pupilas se dilataban mientras decían que sí, expectantes a lo que vendría después.
No hubo preliminares, no creía en ellos; desde la primera mirada, todo
para Taehyung era sexo.
La insinuación en la barra, el buscarse, el caminar por el pasillo hasta la habitación, el morbo que se instalaba en la mente... Todo era parte del sexo. Pero sí iría directo al grano. No estaba allí para disfrutar y hacerlo con calma, como otras tantas veces, ni la pareja tenía todo el tiempo del mundo. Estaba allí para recordarse quién era. Estaba allí por una orden. Pero también preguntarse una y otra vez por qué el foco de su dolor siempre tenía un coño entre las piernas o si era él quien permitía que ese detalle lo nublara.
Conocía los gustos del ruso, sabía lo ansiaba esa pareja. Y él estaba allí, gustoso pero decidido.
Se sentó en el colchón oscuro, sujetó a la chica del brazo con firmeza y tiró de ella hasta tumbarla bocabajo sobre sus piernas; mitad del cuerpo a un lado y mitad al otro, como una niña pequeña que va a ser castigada.
Natasha estaba segura de lo que iba a recibir, pero no fue un azote, como habia esperado.
Taehyung levantó su vestido y se deleitó con aquel trasero ancho y apretado al que le abrió las cachas para vislumbrar un fino hilo de color rojo que se perdía entre ellas.
Desde su altura,mientras elevaba los ojos y se encontraba con los del ruso desde el rincón,escupió hacia abajo con lentitud, aterrizando justo donde quería que lo hiciera. Con una mano apartó el apetitoso trozo de tela y con la otra tocó el pequeño agujerito que, cerrado hasta ese momento, palpitó bajo la yema de su dedo. Gruñó al comprobar cómo se dilataba un poco solo con su roce.
-Me encanta el culo de tu novia.
A Viggo le brillaban mucho los ojos y, aunque quería aparentar calma, los hombros indicaban todo lo que estaba experimentando por dentro.
-Y su coñito chorreante también me encanta. Está muy mojada. Es posible que lleve estándolo desde que le he hablado en la barra,así que me toca a mí aliviarla.
Ahora sí, le dio un azote bien fuerte y la tumbó bocabajo sobre la cama.
La levantó de la cintura, poniéndola a cuatro patas y situándose detrás de
manera que la pareja pudiese contemplarse mientras él lo observaba todo.
Su voluptuoso culo era más impresionante en aquella postura, también los estrechos y chorreantes labios vaginales. No pudo, ni quiso, resistirse a agacharse y perder su cara entre las nalgas, disfrutando del olor y del sabor. Apartó el tanga a un lado, lamió y se restregó, poseído, de un lado a otro, de arriba abajo, de abajo arriba, empapándose la cara de aquella esencia femenina que lo volvía loco.
-Te gusta, ¿verdad? -escuchó que le preguntaba, Viggo a su novia,abriendo la boca por primera vez. Su voz sonó ronca y excitada.
-Me encanta -respondió ella entre gemidos, moviendo el culo sobre la cara de Tae, buscando su propio placer, el cual apareció con facilidad.
Uno sabía dónde tocar para buscarlo y la otra cómo moverse para encontrarlo.
Con rapidez, se incorporó, se enfundó en un preservativo y la penetró sin contemplaciones.
Y sin contemplaciones ni descanso, también, la embistió con rudeza una vez, y otra, y otra... La tenía sujeta
por las caderas, perdiéndose en su interior y saliendo para disfrutar visualmente de la escena. Entretanto, se agachaba sobre el cuerpo femenino cubierto de sudor y mordía con fuerza sus hombros y espalda,consiguiendo que ella se arqueara hacia atrás y gimiera. Buscaba profundidad, toda su profundidad, y se la dio con gusto, con fuertes empalmadas con ardor.
Gozaban.
Gemían.
Gritaban.
Fue la forma de moverse la rubia, de mirar hacia atrás, de entornar sus ojos lascivos, aparte de la experiencia con muchas y diferentes mujeres,las que le indicaron a Taehyung hasta dónde podían llegar juntos. Lejos, podían llegar lejos.
Así que colocó su gran mano derecha en la cara de ella,tapándole la nariz y la boca de una, y presionó para que le faltara el aire.
Le faltó a ella, a él y al ruso en discordia, que se removió en su silla mientras se sacaba su cresta dura y grande para comenzar a masturbarse.
Bajo su mano y su cuerpo, una salvaje mujer se movía debido a las sacudidas mientras se corría sobre su polla, empapándosela, creando el sonido melódico de los dos sexos chocando enfurecidos. Quitó la mano y dejó que el aire entrara en los pulmones de la chica de una gran bocanada.
El coño de Natasha, ya rojo e irritado, palpitaba pidiendo más cuando él bajaba el ritmo. Se deleitaba con los gemidos de placer y los gruñidos de Viggo, que no podía apartar la mirada de lo que allí sucedía.
-Tengo entendido que hace tiempo no han involucrado a un tercero. ¿Estás dispuesto a que vuelva para ver cómo me follo a tu chica? -le preguntó Taehyung con intención.
El ruso, con los ojos muy brillantes, lo miró un momento y asintió.
Tae embistió con rudeza.
La rubia chilló más.
-Entonces también voy a pedirte algo a cambio.
-Lo que sea.- Respondió Viggo observando las embestidas, su mano moviéndose con frenesí frotando su sexo.
No era únicamente morbo, saber que aquella no era una debilidad exclusiva suya, que otros arriesgaban como lo hacía él. Que el sexo los nublaba a todos por igual.
Natasha se incorporó sin que Taehyung parara de penetrarla y pegó su espalda al pecho de él para poder tocar su cuerpo. Notó la camisa de Taehyung sudada por el esfuerzo. Supo que aquel acto de poder ejercido excitaba con fuerza al peliazul, que se había puesto mucho más duro dentro de ella, regalándole estocadas más
precisas.
No era su placer del que disfrutaba aquella noche, era del sufrimiento gustoso y elegido del otro. El poder que le otorgaba ser él quien la llevara hasta el límite y decidiera ahí si continuar o no.
-¿Volverías a hacerlo? -quiso saber Taehyung, todavía hablando con Viggo. Este asintió, convencido. Él, eufórico por la respuesta, sujetó a la camarera del pelo e hizo que sus rostros se pegasen más, rozándole la oreja mientras susurraba-: Dile que se acerque para que presencie de cerca cómo me corro sobre ti.
Ella jadeó e hizo la petición. El ruso se puso de pie, se acercó con pasos lentos y se sentó en el colchón de cuero negro. A continuación, Tae dio unas rudas y certeras estocadas en el punto exacto que conseguiría el orgasmo de ambos.
-Lo que voy a proponerte será mucho mejor que esto -Dijo con sequedad.
Viggo lo miró confundido, se acercó un poco y le mostró los ojos brillantes, expectantes-. ¡Ya estás dentro, ruso!
Tae salió de ella y, esta, a punto de correrse, se puso de rodillas frente
a él y se masajeó el clítoris, llegando al máximo nivel de placer. Su novio
pegó el rostro al suyo. Kim tiró del preservativo con rapidez y culminó
sobre ella. Y sobre él, al que ya no lo separaba de la escena ningún centímetro.
Había entrado con la ilusión de ver a su novia bañada por otro y había
terminado siendo partícipe directo.
Cuando ambos rostros estuvieron cubiertos y el jadeo de los tres se
percibió, Taehyung bajó del colchón y, sin limpiarse siquiera, se abrochó el
pantalón dejo caer un papel sobre la silla y salió de allí. De la habitación, del club y del lugar oscuro en el que había estado sumido mientras tanto.
Suspiró, aliviado.
Todo el mal que sentía dentro había desaparecido, incluso los efectos
del alcohol. Sabía que era momentáneo, que volvería, pero ahora no estaba, no lo sentía. Ni el dolor, ni la ausencia ni el remordimiento.
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