• 23 •
—Mírame. Y pregúntame que quiero.
—¿Qué quieres? —le obedecí escuetamente, haciendo la pregunta no porque tuviera que hacerla, sino porque quería saber la cosa vil que diría a continuación.
Era malo.
Era destructivo.
Colocó dos dedos sobre mis labios.
—Abre esa jodida boca para mí.
—¿Qué?
Estoy a punto de negarme, decirle que jamás haría tal cosa. Pero sus ojos estaban sobre mí, y tenía esa expresión,la mirada de " Te acabo de provocar y sé que te echarás atrás. Cobarde."
Obedecí ante aquel acto,tanto que cuando me di cuenta mi lengua daba remolinos alrededor de sus dedos tatuados.
Lo hice de forma muy seductora, mirándolo a los ojos,chupando lentamente como si estuviera disfrutando de mi paleta favorita, simulando una felación aunque jamás lo había hecho.
Los sacó lentamente, su nuez subía y bajaba, su mirada fija en mi boca cuando al fin liberé sus dedos. Los observó, separándolos, viendo el hilo de saliva entre ellos , abrió su boca y pasó su lengua.
Provandome.
Era un movimiento muy sencillo,pero sin duda lo que acababa de hacer era la cosa más sexy que nunca viví. La manera que tenía de provocar , era sucio , bruto , lascivo y eso me hacía excitar en un nivel que jamás pensé que tenía , sentía los bordes de mis bragas empapados.
¿Por qué tenía esa manera de encenderme tan fácil? Se sentía como si él conociera la reacción de mi cuerpo sin siquiera tocarme. Malditamente sabe lo que causaba en mi. Y jugaba con eso.
—¿Es muy difícil descifrar lo que quiero Maggi, tan lenta eres?
Alzó la vista y sonrió, se acercó aún más, su aliento se mezclaba con el mío sin dejar de ver mis labios.
Jadeé cuando un millar de mariposas dormidas extendieron sus alas
de papel y volaron.
— Tú me odias.—Dije, mirándolo fijamente, sabiendo que debería poner cierta distancia entre ambos antes de que esto se convirtiera en algo que no debería pasar.
—¿Lo hago?
Estaba tan cerca que podía ver la pequeña cicatriz en su mejilla izquierda. La miré por un momento.
— Vete, Jungkook. — Moví mi cabeza a un costado, apartando su rostro del mio. Era mi turno de ordenarle.
— ¿Realmente quieres eso?— Preguntó y lo próximo que sentí fue su mano apretando mi mandíbula con fuerza, haciendo que lo mirara nuevamente, sus dedos húmedos por mi saliva.
Mi corazón estaba latiendo tan fuerte y rápido que era un milagro que no explotara.
—Sí.— Respondí casi sin aliento.
Cerró la distancia entre nosotros como siempre lo hacía, sus labios rozaron los míos cuando dijo : — ¿No eres lo suficientemente fuerte para resistir la tormenta?
Podía evadir sus provocaciones, de hecho siempre lo hacía, era su forma de apartarme, pero algo dentro de mi explotó. Y sin que pudiera analizarlo las palabras brotaron de mi.
— Yo soy la tormenta.
Su mirada brilló con dos fuerzas opuestas incluso mientras su
garganta se movía como si tragase de pura rabia.
Pero bajo la rabia ardía la lujuria.
Una lujuria que solo había crecido en lugar de desvanecerse.
Una lujuria que era un mal infeccioso e insidioso.
Me paralicé.
La respiración desapareció.
El tiempo se congeló.
—Lo eres, maldita seas. —Deslizó los dedos en mi cuello, sosteniéndome cautiva mientras presionaba su cuerpo contra el mío y aplastaba sus labios dolorosamente contra los míos.
En el momento que su boca capturó la mía, toda mi fuerza de voluntad
y razón desaparecieron.
El comportamiento normal huyó como un ratoncito asustado mientras las garras de la violencia y el deseo nos atraparon. No había nada más en el mundo entero, excepto la calidez, la presión y el roce de su lengua y el sabor de él, la necesidad surgiendo a través de mi sangre como un tren de carga fuera de control.
Tomé las solapas de su saco y me aferré mientras él profundizaba el beso, inclinando su cabeza.
Sus manos se deslizáron por mi espalda atrapando mi culo, tirándo con más fuerza contra él.
Sin romper el beso, se deshizo de su saco con premura, mis dedos torpemente desabrochando los botones de su camisa.
Rápidamente me detuvo sujetando mis muñecas y sin dejar de besarme, las colocó al costado de mi cuerpo.
Deslizó sus manos por mi espalda, desprendiendo mi sostén hábilmente con sus dedos.
Por un segundo, estuve a su merced. Totalmente maleable y sorprendida.
Me aparté bruscamente, habíamos llegado muy lejos, no era muy difícil descifrar lo que estaba por suceder.
Miré su hermoso rostro, esperando ver el disgusto, condena o ira. O, en el mejor de los casos, alivio de que estuviera apartándome.
Lo que no me esperaba era ver el hambre, calor y la necesidad.
Su mirada tormentosa perforó en mi, ardiendo con intención sexual, carnívora.
Innegable.
Emocionante.
Oh, mierda.
Me arrojé a su boca nuevamente, besándolo con avidez, avariciosamente ya no podría detenerme. Mis dedos se hundiéron en su sedoso cabello, alborotandolo con deseo.
Su gemido fue la cosa más embriagadora y sexy que había escuchado jamás. Rico con anhelo y mortal confuria.
Abrí los labios, invitándolo a hundirse y ahogarme. Respondí a su gruñido con un gemido que estranguló mi estómago.
Estaba haciendo todo lo que juré que no haría.
Él sabía muy bien. Como el pecado. Como cada sucio pensamiento que alguna vez había tenido.
Estaba por todas partes. A mi alrededor. En mí.
Le devolví el beso, rápido y húmedo, sin preocuparme los sonidos
hambrientos que hice.
Sin avergonzarme por dejarme ir.
Su respuesta mascullada envió queroseno a través de mi piel mientras me alzaba del suelo y me aplastaba fuertemente contra la pared.
El instinto me hizo rodearle la cintura con las piernas, atrapándole con tanta fuerza como él me atrapó a mí.
Me estremecí cuando echó las caderas hacia delante, empujándose contra mí, revelándo una abrasadora dureza colándose bajo su pantalón.
Estábamos completamente igualados en velocidad y falta de finura,
mordisqueando y lamiendo, chupando y empujando. Me retorcí contra su
cuerpo para acercarme, exigiendo, invitando.
Dejé de pensar.
No me pregunté qué provocó esta explosión.
— Jungkook,por favor— Jadeé.
— ¿Por favor, que?
No lo digas, no lo digas.
Tomando un puñado de su cabello, permití que la otra se deslizase por
su cuerpo, trazando su rígida fuerza, el inflexible poder hasta que encontré la única zona caliente de él.
Se tensó mientras lo agarraba, diciéndole explícitamente qué quería y estaba preparada a hacer.
No estaba avergonzada.
No iba a pensarlo dos veces.
Lo aceptaría y sufriría las consecuencias después.
Besándolo con la lengua buscando la suya con determinación, apreté
su erección.
Su tensa rigidez se volvió inmediatamente en lujuria líquida.
Pero no lo aplacó.
Solo encendió una cerilla, y el calor entre nosotros no era nada
comparado con el fuego que estalló el momento que tiré de su cinturón y le
desabroché los pantalones de vestir. Su carne me abrasó a través del calzoncillo.
Mis pies tocaron el suelo y me giró con brusquedad, mis manos apoyadas en la pared, se colocó detrás de mi espalda, torturandome con su lengua, recorriendo mi columna, lamiendo,chupando y mordiendo.
—Dilo.
Estaba empezando a sentir una presión exquisita. Mi cuerpo pareció reaccionar automáticamente a sus estímulos, creando sentimientos, sensaciones y pensamientos que era incapaz de controlar.
—Fóllame.
Él hizo un ruido de animal desesperado y la siguiente cosa que supe es que estaba de espaldas en la cama, mis bragas empujadas junto con mis pantalones cortos a un lado mientras Jungkook deslizaba sus dedos en mi calor húmedo.
— Estás tan caliente. Tan malditamente caliente —murmuró mientras besaba el camino por mi cuello a mis pechos.
Puso mi pezón en su boca y casi me vengo en el acto.
Él se movió por un segundo y oí el crujido de un paquete de aluminio y entonces él estaba dentro de mí,grueso y duro. Tiró de mis rodillas elevadas, enganchando una encima de su hombro, la otra sobre su cadera, me arqueé hacia él mientras empujaba más profundo en mi interior.
Mi respiración salía en una ráfaga enorme mientras el demonio me llenaba,completándome. Mis manos encontraron su culo desnudo y le clavé mis uñas, negándole el movimiento mientras saboreaba la satisfactoria plenitud.
— Tengo que hacerlo. Estás tan malditamente apretada. Tan buena—gruñó, su cara distorsionada con necesidad.
Comenzó a impulsarse dentro de mí, largos, poderosos empujes, el golpe de la carne en la carne y la ráfaga húmeda de nuestros cuerpos moviéndose juntos, mezclados con nuestras respiraciones entrecortadas. Por todas partes que lo tocaba, él estaba duro como el granito, como si cada músculo en su cuerpo estaba
esforzándose hacia su finalización. Nunca me había sentido más deseada, más lujuriosa o sexy en mi vida y sentí mi propio deseo elevándose cada vez más con cada golpe.
Inclinó la cabeza y mordió mi pezón, lo suficientemente fuerte como para herir, su cuerpo apretando alrededor del mío. Siento una urgente necesidad conforme la presión se acumula más y más con cada maravilloso golpe de sus caderas.
Se aparta de mi boca, comienza a bombearme firmemente, dejándome sin una boca que devorar.
— ¿Te gusta? Dímelo. —Su mandíbula se tensa, y su mirada se torna más seria.
—Si.— susurré.
—¿Por qué demonios tienes que sentirte tan bien? —Se condujo tan profundo como pudo.
La ansiosa dureza que entraba y salía de entre mis piernas me tenía demasiado distraída. Nunca me he corrido follando.No entendía qué placer le encontraba, jamás imaginé que podría ser de esta manera.
Mi pulso se disparó hacia el cielo mientras arqueaba mi espalda,
dándole acceso sin restricciones.
—Joder, no lo hagas. —Se inclinó sobre mí, mordiéndome el cuello mientras conducía cada centímetro dentro de mí. La desesperación rota en su voz anudada con asombro sin aliento.
Como si hubiese tratado de entender la conexión compulsiva entre nosotros.
Mi lengua estaba demasiado enredada e inútil para las palabras. No era más que pecado y sensación, tentándolo, animándolo a ignorar los límites y destrozarme.
—Santa madre de... —gemí cuando sus embestidas se volvieron duras enviando más presión en mi interior, sofocándome.
No me reconocía a mí misma. Estaba fuera de control, casi fuera de mí.
Aceleró aún más el ritmo, aumentando con él la presión en mi sexo. Me aferro a sus antebrazos y empujo para elevarme un poco más en la cama.
Sentí un calor estallar entre mis muslos y Jungkook cubrió mi boca con su mano, atascando mis gemidos mientras me corría sin control.
Ninguna palabra podría describir este extraño vínculo. Ningún sentido común podía entender por qué sentía lo que sentía, pero quería que me usara tan completamente.
JungKook me agarró las caderas y me arrastró más alto para poder empujar en un ángulo diferente. En cada viaje, me pegaba de la manera más perfecta y penetrante.
Profundo.
Duro.
Con bestialidad.
Me sacudí, incapaz de soportarlo de nuevo.
El mundo giró sobre su eje, mezclando colores, sangrando futuros,
lanzándonos juntos.
Entonces se enterró profundamente dentro de mí, sus caderas oprimiendo mientras se estremecía con su liberación. Encontré mi propio pico de nuevo, echando la cabeza atrás, apenas capaz de respirar mientras palpitaba alrededor de él.
Me quemé de placer.
Me desplomé en pulsos.
Todo mi cuerpo se contrajo y se derritió.
El final de lo que hicimos llegó con un insoportable ruido de angustia y sufrimiento, haciendo que las lágrimas pincharan mis ojos.
Su liberación duró un tiempo,
empapándome de calor.
Lentamente, la neblina retrocedió, depositándome de nuevo en el presente.
Salió de mí con su pecho agitado, sus ojos fuertemente cerrados. Se puso de pie nuevamente, su mirada vacilante.
Cerré mis ojos sabiendo que a medida que su cuerpo se enfriara y su respiración disminuyera, no pasaría mucho para que sus pensamientos volverían en una única línea.
Y lo único que yo podía pensar era: ¿Qué he hecho?
Cerré mis ojos y sacudí mi cabeza. Había terminado de jugar su retorcido juego. Sabía que estaba disfrutando el hecho de haber caído en sus garras.
No esperaba recostarme en su pecho envuelta en su calor,mucho menos oír palabras de amor y no dejé que mi mente jugara con imaginar que se sentiría dormir a su lado.
Dilo. Termina con esto.
Pero las palabras no vinieron.
Mis ojos aún estaban cerrados cuando oí mi puerta abrirse y en segundos cerrarse. No fue una enorme sorpresa,de eso se trataba todo.
Esperé otros diez minutos, sólo para estar segura de que se había ido, sintiéndome como una puta.
Finalmente deslicé mis brazos en mi albornoz y abrí la puerta, caminando por el pasillo hasta la habitación de mis tíos. Estaban dormidos.
Sentí un alivio que me inundó seguido por una culpa ante lo sucedido.
Volví a mi habitación, donde su perfume todavía podía sentirse. Me encontraba sonriendo cada vez que me movía en mi cama,los dolores secretos dentro de mí declarando el toque de Jungkook.
Obligando a mi mente a que dejara de pensar en mi cuerpo bajo sus manos. La sensación de tenerlo dentro de mi.
Cruel como el diablo y hermoso como un ángel.
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Gracias por los votos y comentarios.
He recibido mensajes de que les gusta esta historia y eso me alienta a seguir.
Aprovecho a comentar que he subido el primer capítulo de una nueva historia, esta vez de Kim Taehyung.
No olvides dejar tu voto.
Ciao.
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