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•13•

Jungkook.

La oscuridad en mi pecho gruñe como si tuviera vida propia.
Mis manos están manchadas de sangre, cuando cambio mi camisa por una limpia, me doy cuenta que la otra quedó hecha un asco. Me la coloco y no me preocupo en cerrar los botones. Tiro la sucia al piso junto con las sábanas empapadas de sangre y algunas toallas.

Todos clavaron su mirada en mí cuando llegué, no dije una sola palabra, solo busqué los ojos felinos de quién hoy traicioné, pero no estaban.

Subí las escaleras encontrándome con Valerie con el vestido de Maggi ensangrentado.
No dijo nada pero en su mirada me advertía que no fastidie a la chica. Me siento en el pasillo apoyando mi espalda en la puerta y enciendo un cigarrillo.

Taehyung tuvo la brillante idea de traerla a la Casa Watch,no comprendo por qué no la llevó a la mansión.
Pero una parte de mí, el demonio de la mafia, no quiere involucrarse demasiado, la otra parte —el hombre— me grita porque haga todo lo posible para no dejarla escapar, no sé
cuál parte está liderando esta batalla.

Nunca me he sentido de esta manera.

Nunca estuve confuso con mis movimientos, nunca caminé sin un plan.

Maggi me lleva por un camino a ciegas, sin planes u organización. Todo con ella es espontáneo, impredecible.

Eso está matándome.

Escucho que comienza a toser, me levanto y abro la puerta con prisa. Un suspiro ahogado sale de sus labios cuando me ve entrar así. 

Está envuelta en una de las toallas blancas y su pelo cae en su hombro derecho desnudo. Soy un desgraciado, eso lo sé.

No puedo evitar que mis ojos se deleiten con su casi desnudez.

Aunque sus ojos azules están muy irritados por el llanto, es, sin temor a equivocarme, la mujer más hermosa de toda la tierra, incluso aunque se sienta como lo más normal del universo. 

Imágenes de ese hijo de puta tomándola de los pelos vienen a mi mente, cómo se restregaba la polla frente a mí, deseando lo que es mío, no dejaré que nadie más la toque.

Se gira bruscamente,su espalda maltratada, creo que al deslizarse por la vieja pared del privado su frágil y
cremosa piel ha quedado malherida. Tiene rasguños como de puntas de clavos y su cabeza tiene un corte leve. Demasiado frágil, rota, inconclusa por mi culpa. ¿Cómo he sido tan idiota? ¿Cómo pude hacerle esto? ¿Cómo he podido hacerle esto a Yoongi?

¡Maldita culpa! ¡Mierda!

La culpa me está matando por dentro,quizás por todo eso es que estoy aquí queriendo ayudarla.

—Voltéate—digo en un susurro.

—No.

No confía en mí, eso es obvio cómo hacerlo después de lo que hice. 

—Tu espalda está maltratada, necesitas que se desinfecte.

—¿Ahora quieres ayudarme, Jungkook?

Tengo que cerrar los ojos fuertemente cuando vuelvo a escuchar que dice mi nombre. Quiero preguntar cómo mierda lo sabe,pero eso no importa ahora. Solo estoy tratando de reparar el daño  que le causé.

No debí llevarla. 

No respondo nada, abro el compartimiento del espejo tomando el botiquín de primeros auxilios.
Miro por el rabillo de mis ojos como se voltea apenas observando con el ceño fruncido.  No se ni yo mismo que estoy haciendo, solo hoy quiero cuidarla cada puto segundo que este ella cerca mio. 

Preparo paños, alcohol y una crema cicatrizante.

Sus ojos me siguen cada movimiento.

Saco dos grandes toallas y una más pequeña para poner a sus pies y dejo las dos más grandes cerca de ella en la estantería. 

— Dejaré esto aquí—señalo—Pero no podrás hacerlo sola. 

No soy dulce o gentil, no conozco de súplicas o caricias suaves. Soy sangre y destrucción, soy caos y tormenta excepto con ella.

Maggi hace emerger las partes ocultas de mi oscuridad.

Espero con mis manos en los bolsillos cuando pasan unos cuantos minutos, sigue  sin hablarme.

—Bien, llamaré a Valerie.

—¡NO!—se apresura a decir.

Me sorprende cuando lentamente desliza la toalla hasta la cintura dejándome ver sus heridas en su totalidad. Trago duro de solo imaginar que sus pechos están libres y no puedo verlos. 

Me pongo sobre mis pies obligándome a interponer distancia entre su cuerpo y las ganas inmensas que tengo de besar su hombro y el hueco de su cuello.

Tomo el paño, apoyándolo suavemente sobre los pequeños rasguños,escucho el pequeño suspiro que sale de sus labios, mi polla se endurece con ese sonido y tengo que recordarme el motivo por el cual suspiró de esa manera. 

Maldito enfermo, ayudarla a curarse no debería tener nada sexual de por medio.

Coloco la crema en mis manos y éstas tiemblan al sentir su piel tersa y delicada en las yemas de mis dedos, no puedo evitar oler su cabello por detrás, sentir su aroma suave y dulce en mi nariz.

Maggi despierta emociones dormidas en mí, yo lo sé. Y he estado luchando contra esas emociones confusas. 

—No soy una puta— masculla cubriéndose nuevamente. 

—Lo sé. 

Se voltea enfrentándome.

—Si lo sabes ¿Por qué querías  entregarme?

— No puedo decírtelo.

—Hablaste de que era la carnada.

« Intercambiarte por la italiana»

Quiero decirle, pero entonces debería explicarle el por qué no lo hice y eso solo delataría lo que ella me importa.

Eso no sucederá.

Los azules más bellos están mirando mis grises con un reto, creo que espera que como si nada le explique todo, quizás en otra ocasión lo haría, pero ahora solo tengo esta extraña necesidad de cuidarla. Puedo ver la confusión pasar tras ellos cuando me limito a responder.

La tela cubre sus pechos benditos y mis dedos traicioneros aprovechan a
tocar sus caderas sobre la tela gruesa solo una milésima. La energía sube y me paraliza un poco.
Maggi es más pequeña que mi metro ochenta, así que cuando me inclino peligrosamente cerca de sus labios veo cómo ella se alza.

Estamos muy cerca uno del otro.

Mi mano viaja a su cicatriz y el roce desciende a su labio inferior. Inclina su cabeza sintiendo mis caricias. Su ceño se frunce al notar el corte que tengo en mis labios, levanta su mano intentando tocarme y me aparto por inercia.

Ella baja la mirada, se que no comprende nada. Pero nunca soporté que me tocaran.

Es tan fuerte, sé que sí, pero ahora mismo solo es un cachorro herido y no
sé por qué quiero ser yo quien cure cualquier dolor que padezca.

Mis manos con sangre seca, van directo a su rostro, luego despacio levanto su mentón, sus mejillas húmedas por las lágrimas, veo en sus  ojos la herida interna. 

Nuestras miradas se encuentran.

—Repítelo.

—¿Que?.

—Lo que me dijiste anoche. Repítelo.

Me mira pensativa unos segundos recordando sus palabras unas horas atrás. 

—Hijo de puta.

Parpadea y yo lucho contra una pequeña sonrisa.

—Y luego... 

Se toma unos segundos más para luego contestar.

—No me dejes aquí.–añade en apenas un susurro.

No respondí nada, en cambio toque con una suave caricia su cuello, ella se acomodo dejando más espacio a mí tacto, cerrando sus ojos.

—Me gusta esto — rozo mis dedos en su cuello,haciendo una leve presión.

—¿Qué...?— pregunta en un jadeo.

—Tu pulso, palpita y me recuerda a gritos cuánto adoro que estés viva.

La tomo de las caderas, luego despacio la hago retroceder un par de pasos hasta la fría pared del baño.
Muerde sus labios de cereza y veo la súplica en sus luceros.

Quiere ser besada.

¡Maldición! Quiero hacerlo, no solo eso, quiero empotrarla en esta misma pared hasta que se corra gimiendo mi nombre. 

—Jungkook…— dice sin aliento,mientras nuestros labios se rozan. 

Mi nombre sonaba tan bien, tan real saliendo de su boca. Imagino todo
tipo de cosas, haciéndole de todo mientras ella pronuncia mi nombre con deseo y hambre.

Me acerco aún más pasando mi lengua por su labio inferior.

—Hazlo—me ruega.

Debo hacer algo al respecto, no puedo dejar en ninguna circunstancia que esta mujer avance,ella podría destruir mi esfuerzo en un parpadeo.

Trago el nudo en mi garganta y con todas las fuerzas doy un paso atrás retrocediendo, mientras trato que mis instintos me griten lo que debo hacer.

Tenerla acorralada y aprovecharme de su debilidad no es la mejor decisión.

Ella no comprende el peligro al que
estuvo expuesta, solo terminará contaminada como todos lo que me rodean.

Maggi ya no es mi problema, tiene a sus tíos para que la protejan. 

Y yo debo empezar a hacer mi trabajo el cual consiste retomar lo que por ella arruine. Y no en curarla, ni tener
pensamientos de cuál y cómo sería la mejor forma para deleitarme con su
boca o qué sentiría al escuchar sus gemidos mientras me la follo hasta la
empuñadura. 

Me dirijo a la habitación,tomo un pantalón de chándal negro, otro bóxer del paquete que encontré cerrado sin usar y una sudadera roja de la cómoda. Es pequeña, parece de mujer y me pregunto quién pudo haberla dejado aquí.

— Come algo y luego te llevaré a la mansión.

La dejo atrás sin que pueda replicar nada, salgo huyendo de la confusión que trae el momento previo a todo esto y mientras bajo las escaleras busco el número de Nina para recordarme follarla y sacar cualquier pensamiento de la mujer que está arriba. Sé la clase de mierdas que una mujer como ella puede darte, y no es lo que quiero. No estoy intentando atrapar sentimientos por nadie.

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