(Henry)

— Conocí a Hanna, mi ex prometida en un viaje de negocios con mi socio Seamus, es una mujer muy bella y con clase. Me impresionó desde el primer momento en que la conocí, porque además de su belleza era sumamente inteligente y se desenvolvía de una manera natural, además de que tenía un gusto exquisito para vestir. Había estudiado la universidad con mi socio y al parecer eran buenos amigos, eso no me interesó pues yo cada día de ese viaje quería conocer más y más de ella, Seamus parecía gustoso de que nosotros congeniaramos tan bien. Así que después del viaje le pedí a ella seguirnos viendo. Claro que me dijo que si y al cabo de unos meses estaba convencido de que ella era la indicada, aunque no había tenido la oportunidad de conocer a sus padres, pues ellos viajaban mucho, ni a su familia yo estaba más que feliz con ella y le pedí casarnos. Mi familia, bueno en realidad mi abuela que es la única familia que me queda después de las muertes de mís padres, no estaba convencida de ella. Pero no me importó, no me importaba nada, más que unir mi vida a la de esa mujer. Le entregué el anillo más costoso que pude comprar, pues sentía que todo era poco para ella. Le compré un departamento, pues decía que se sentía sola en casa de sus padres y necesitaba un lugar acogedor, también un coche a su gusto, quería que estuviera lo más cómoda posible y probablemente le hubiera dado todo lo que poseo, si la suerte o la desgracia no hubiera estado de mi lado aquella noche en la ceremonia de compromiso. La busqué en varios lugares de la casa donde fue la recepción pero no la encontraba, de pronto escuché gemidos ahogados en el estudio, estaba por abrir la puerta cuando oí la voz de Seamus que le decía a alguien que estaba loco por ella y que si todo salía bien pronto podrían irse del país. Imaginé que era alguna de sus amantes hasta que la risa de Hanna derrumbó mi mundo. Entre abrí la puerta y los vi revolcándose como anímales, la mujer con la que pensaba casarme, estaba acostándose con otro en mi casa, el día que anunciaríamos nuestro compromiso. Abrí la puerta y los dos voltearon al mismo tiempo, ella acomodándose la ropa y él diciendo que no era lo que yo pensaba. Me dirigí hacia ellos y le di un puñetazo en la cara a mi socio y salí de ahí para anunciar que no habría boda. Después de eso vagué por las calles y encontré ese lugar donde te conocí.

Comprendí que Neville tenía el corazón roto, no era para menos después de una traición así, pero buscándome a mi no encontraría consuelo, yo estaba roto desde hace mucho y aunque no me consideraba una mala persona, no tenía ganas de complicarme con esos problemas y menos en horas que no eran de trabajo, aunque me pagara.
Tampoco podía opinar sobre el amor, yo nunca lo había sentido.

Entonces le dije que realmente yo no podía ayudarlo, que atravesaba una mala etapa y prefería guardar mi distancia.

— Tú también sufres por tu pasado Henry, aunque aún no sepa cuál es y estoy seguro de que tú verdadero nombre no es ese. Quizá ayudándote a ti, podría ayudarme yo también. ¿Crees que no te he observado? — me dijo Neville enigmáticamente —. La primera vez que entré aquí me di cuenta de la pequeña biblioteca que tienes en tu sala, tu cocina está bien equipada y surtida y aunque es pequeño este lugar está decorado con buen gusto. Yo también tengo curiosidad por saber que fue lo grave que ocurrió en tu vida, para que hayas decidido trabajar en esto, no te juzgo, jamás lo haría — añadió rápidamente —. Es solo que eres un contraste demasiado hermoso al que quiero entender, ya sabes un poco de mi historia. Es poco común encontrar un stripper así. Pero bueno, te daré tu espacio si lo necesitas, solo que ahora te tienes que dar un baño.

Me preparó la tina y me llevó en brazos hasta el cuarto de baño, me quitó la ropa con delicadeza, me talló la espalda y recorría con la esponja mis hombros y brazos.
Sentí una sensación que nunca había experimentado antes con un hombre, una especie de bienestar y paz, que después se fue convirtiendo en un calor que me alborotaba el vientre y otras partes, entonces lo besé y lo metí conmigo a la tina...