"Eras rojo
y te gustaba
porque era azul.

Me tocaste
y de repente
era un cielo color lila.

Y después,
decidiste que
el morado 
no era para ti."

—Colors, Halsey

    No me gusta la soledad, decido muy pronto, y jalo más almohadas hacia mí.

  Aviento sin cuidado el espejo, intentando convencerme a mí mismo de que esas ojeras y el cabello rubio largo y suelto, que cae despreocupadamente por mis hombros no tiene nada que ver con que te extraño.

  Suelto una risa amarga ante esto, no soy bueno ni mintiéndome a mí mismo. Vuelvo a tomar el fino objeto y me analizo más de cerca, aunque me es imposible ver algo más allá de hermosos ojos color avellana, cabellera negra azabache y una piel olivácea, resultado de una ascendencia Italiana.

  No sé en qué momento dejé de verme a mí en el espejo y comencé a verte a ti.

  Las gotas de lluvia crean charcos en el suelo y es en noches oscuras como esta, cuando dejo que el frío entre por las ventanas abiertas y me hago un ovillo entre las mantas mientras veo viejas películas malas en la sala en las que me pregunto por qué.

  El por qué de tu sonrisa, de tus caricias, de tus preciosas manos sobre las mías.

  El por qué te fuiste.

  ¿Acaso no fui lo suficientemente bueno para ti?