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21-Los elegidos de Seráfica: El ángel y el demonio

—¡Milena! —Joel le llamó la atención en la exclamación de su vocativo.

—No, está bien, una vez más, ella tiene razón, y mi intención es aclarar todas sus dudas, de paso aquí viene un punto clave al que intento llegar. Verán, les decía que los humanos habían logrado adaptarse y respetar lo acordado, tenían su vivienda, necesidades cubiertas, su servicio en la fábrica, incluso educación, pero sucedió que el evento que unió a mi seráfica hija con el fatídico Abel, provocó lo que me temía, desató por primera vez el nacimiento de la rebeldía de muchos humanos, pues nació una ideología de convicción acerca de que no se estaba cumpliendo con el cuidado que este mundo merecía. ¿Cómo podíamos aceptar a seres del otro lado? Eso no era digno. Todo es totalmente lógico, yo en su lugar, lo entiendo... pero tengo mis convicciones para aprobarlo.

—O sea que, ¿el dilema empezó por la unión de un ángel con un demonio? —renombró Milena.

—El asunto tiene, en mi modo de verlo, su razón: seguían siendo de la misma especie cylarina, un desequilibrio sería inevitable, pero, ¿en qué medida? Nada tan caótico como lo que significa una relación significativa entre especies distintas, de dimensiones distintas...

—Ah, relación significativa... por lo que entiendo, sentimientos de por medio. O sea que si... digo, por ejemplo... si hubiese unas cosillas superficiales, con los cuidados necesarios... no pasaría la gran cosa... después de todo, sólo se trataría de deseo, un sentimiento muy efímero... —conjeturó Milena con una tontería juvenil.

—¡Por favor, joven! ¡No repitas ideas semejantes en público, estas son nuestras reglas! ¡Me ofendes! —Joe elevó su tono al tiempo que su cuerpo y sus facciones, abandonando por primera vez su temperamento clemente.

—Ay, disculpe. No quise ofenderlo. —A Milena se le borró la risa irónica—. Entiéndame, soy impulsiva, de sangre caliente y del siglo veintiuno. —Se encogió de hombros.

—Entiendo, y lamento haberme exaltado, sólo pido que no vuelvas a decirlo en voz alta, muchacha... —Volvió a sentarse—. Después de todo, acepto que es algo que no puede evitarse al cien por ciento...

—Pero, usted dijo que... —Milena intentó construir una frase que le diera coherencia a su comprensión...

—Lo sé... lo sé, no puedo afirmar que no haya pasado nunca. Tengo mis poderes pero no soy omnipresente para estar en cada rincón de mi reino... Lo que deben entender es que, por naturaleza, los humanos necesitan emparejarse con humanos, y los ángeles con ángeles, esa es una regla y concientización para que si, en un desliz sucede, en clandestinidad, sea escaso, no en forma relevante, significativa, desmedida, es algo que no puedo autorizar, ni aunque fuera solicitado, y nunca lo haré...

—Joe, no se exalte, ¿pero qué nos dice de Luna? Usted la mandó a un mundo humano, ¿no pensó que podría querer emparejarse física y sentimentalmente con un humano...? Nada se lo prohibía... —Investigó Dylan encubriendo su relación con ella a la vez que, de manera inconsciente, daba por hecho que aquella niña ángel de las visiones se trataba de su amigovia.

—Lo mismo Génesis, emparentada directamente con un esposo humano —agregó Joel.

La prioridad era salvar su vida, la suya y la de su madre. Los guardianes padre e hijo que las acompañarían eran originalmente ángeles, pero al momento de cambiarlos por humanos, asumí que no habría nada entre mi hija y el tal Eleazar, incluso pensé en que se separarían pronto, entonces decidí que Ethan Kemblast, el protector de mi nieta, las vigilara allá sin dejarse ver, pero ese muchacho descubrió que Luna tenía pesadillas con el pasado, entonces decidió intervenir.

—Ahora que lo dice... Recuerdo a Luna despertarse con pesadillas, éramos muy chicas —contó Ámbar, pero los demás no parecieron escucharla.

—¿O sea que usted asumió que ellas nunca se fijarían en humanos? —reafirmó Joel.

—Al momento no lo consideré un riesgo, chicos —la idea lo estaba cansando—. En Luna, siendo que sólo sería una niña, apenas una adolescente, probablemente sus sentimientos estarían confusos, porque es sabido que un ser cylarino, por naturaleza, no debería sentir esos deslices por un humano... y repito, digo que lo esperable es que no lo sintiera, pero tampoco afirmo que sea imposible... Si le hubiese pasado, no sería nada relevante, sólo una entre unos pocos...

—¿Y cómo puede asegurar que no sintió nada por nadie? —insistió Dylan buscando mayor resolución.

—Miren, Luna es diferente, ella es mestiza, tiene genes seráficos y fatídicos. Probablemente si sintió algo fuerte más allá de una amistad por algún humano, fue debido a ello. Pero no puedo aún clasificarlo de natural o no, es un caso para analizar... Yo no me preocuparía tanto por eso ahora... como les digo, aquí es una prohibición, y está concientizado en nuestra forma de convivencia, en nuestra cosmovisión... Si es que esas cosas pasan, porque como digo, pueden llegar a pasar, no son a gran escala, y dudo fehacientemente de que pueda haber alguna vez un sentimiento tan fuerte y significativo como para revelar algo de índole natural, tampoco pretendemos que lo sea... Los miembros del reino jamás daremos ese ejemplo. ¿Comprenden? —se lo oyó hastiado.

—Qué desperdicio... —murmuró Milena para sí.

—Escuchen, entiendo que todo esto es demasiado, pero ustedes parecen ser jóvenes inteligentes, duchos, completamente capaces de aceptar las reglas de este lado de la existencia. Incluso los ángeles aceptan mis decisiones, mis reglas, confían en mí... Su mayor demostración fue aceptar ocultar sus alas... —el rey quería aportarles toda información posible.

—¿Cómo dice? ¿Aceptaron ocultarlas así nomás? ¿Por qué lo harían? —escudriñó Joel.

—Mi especie acepta todas las disposiciones de quién reine, porque ser rey de Seráfica es una responsabilidad indiscutible de mantener el equilibrio, y esa era una forma de hacerlo. Somos un mundo que nos guiamos por las decisiones que toma la propia naturaleza para nosotros.

—¿Algo así como el destino?

—Bueno... algo parecido, sí. Verán, yo tengo un don pitonizo, tengo visiones vagas que se fortalecen con presentimientos, se me presentan en sueños, y eso es de apreciar. La sabiduría de este mundo me dio este don para poder saber lo que es bueno y lo que no, en nuestras decisiones. Algunos creen que cuando llegas a ser rey por más de una década, la energía de nuestro mundo puede otorgar dicho don, otros creen que ya se nace con ello, lo cierto es que a mí me han sucedido ambas, la poseo desde que tengo memoria y se me desarrolló al ser rey. La razón entonces, no la puedo explicar. El caso es que, la propia energía de este mundo te elige, si te toca nacer como miembro del reino, es porque tu deber es la responsabilidad de proteger el equilibrio; no se le puede fallar.

—¿Pero y su hijo...? ¿Caifás era? A él no parecía importarle desproteger ese equilibrio. ¿La energía del mundo se equivocó al elegirlo como parte del reino? —Expeditivo, analizó Dylan.

—No, la energía no puede predecir nuestras decisiones, cuando digo que te elige es porque el hecho de nacer dentro de la familia real, ya te coloca en un compromiso que debes asumir, proteger el equilibrio, porque somos la máxima representación del bien. Confío en nuestra energía, y por alguna razón, Géntila tuvo hijas a tiempo, de manera que el reinado de Caifás se vio imposibilitado por reglas legendarias que así lo dictan —apretó los labios recuperando saliva—. Son diez años de reinado para cada hermano, pero aquel que tenga hijos primero, a ellos les corresponderá el trono. Llámenlo señal o como quieran, pero él nunca fue digno, y los hechos inevitables, al seguir su curso, lo demostraron por completo, porque nació en él un rencor y venganza que no pudimos evitar cuando unimos a Géntila con Abel. Él desequilibró todo otra vez. Si hubiera sido digno, hubiera entendido las razones, hubiera comprendido que esa excepción era necesaria, mis visiones lo decían, pero el mal le ganó, surgió en él de forma desmedida.

—Claro, pero usted dejó que un, no, perdón, tres demonios pasaran a este lado, que formaran familia con su hija. ¿Por qué? ¿Eso no es desproteger el equilibrio, aunque sean de la misma especie cylarina? —preguntó provocadora Milena.

—Es cierto, ¿y si su hijo en realidad se volvió malo por esa desprotección o desproporción del equilibrio, o sea, como poseído por una fuerza externa? —sumó Joel.

—Esa fue una excepción que me di el lujo de permitirle a mi hija. Les explicaré los motivos.

—Allá vamos... —murmuró Dylan para sí, desfibrilando la densidad que no acababa.

—Como les decía, cada vez que hay un cambio de rey, el equilibrio debe ser renovado, al menos en Seráfica funcionamos así. La labor de Ridan fue de tal magnitud que sus descendientes no tuvimos tanta necesidad de equilibrar a gran escala, bastó con alguna decisión firme, por ejemplo, mi abuelo y mi padre, lo hicieron permitiendo que los humanos, los que quisieran, se convirtieran en servidores de los ángeles del reino, los hijos de aquella primera camada que, quizás no eran tan buenos para la ciencia, pero sí para trabajar la tierra, para cuidar de las casas e infinidades de otros trabajos útiles. Con ello, algo se logró, un sistema de sociedad en el cual convivieran ángeles y humanos —y mirando a Milena agregó— manteniendo vigentes las prohibiciones Ridan, sobre la diferencia de las especies, como algo incuestionable e inamovible...

—Ah, ¿y después le tocó a usted ser rey? —se apresuró Ámbar a permitirse una intervención.

—Exacto, durante mi primer reinado, mi labor fue permitir que los humanos formasen parte de nuestros guerreros y guardianes, eso mantuvo las cosas en orden, porque no deja de ser contradictorio que un humano se encargue de tareas que corresponden a un seráfico, y con estas excepciones fuimos manteniendo un equilibrio bastante bueno...

—Ok, sí que le sacaron provecho a los humanos, ¿así que de esa manera, nacieron sentimientos malos, digamos, en su medida justa? —conjeturó Joel con una leve sonrisa que expresaba un contento por estar comprendiendo.

—Es aliviador que al fin lo deduzcan. Así es, pero entonces, llegó el turno de mi hija de asumir el reinado... Y sucedió que toda la armonía del equilibrio, estaría justo a punto de desmoronarse...

—¿Por lo que ya sabemos de Caifás? —intervino Dylan.

—No sólo por él... —Respiró abruptamente—. Verán, como les he intentado decir, los humanos, una porción de ellos, se han convertido en los llamados "rebeldes"... No pudieron aceptar ni comprender lo que hizo Géntila con Abel. Que tuvieran hijas, mucho menos, y desde entonces, comenzaron a surgir agrupaciones con ideales contrarios, como por ejemplo, que no se estaba cumpliendo con la vida prometida, porque su esfuerzo puesto sobre este reino por generaciones estaba siendo ignorado al aceptar a seres del otro lado, y peor aún, aceptarlos como líderes, e incluso algunos llegaron al extremo de asumir que los humanos no eran al fin y al cabo invitados a esta dimensión simultánea, sino en realidad prisioneros de este mundo a quienes no se les es permitido volver al suyo.

—¿Rebeldes? ¿O sea que rompieron una de las reglas, la de aceptar las decisiones del rey? —especuló Milena.

—Sí, mayormente serviles, de todo tipo, y en menor medida fabricantes científicos... Una gran pérdida.

—¿Cómo, de la Corporación esa?

—Humanoide, sí. Por suerte hoy en día conservamos un grupo de científicos muy fiel que permanece de nuestro lado y trabaja muy fehacientemente para las peticiones del castillo. Pero entendimos que es naturaleza humana rebelarse y... bueno, al final hemos tenido que proceder a perseguirlos. —Puso cara de dolor, como si aquello no lo enorgulleciera—. La policía local de las parcelas con su agente, los guerreros del ejército con su jefe, los guardias del castillo, los protectores y también los humanos que aún nos respetan, han estado trabajando en conjunto para frenarlos, pero las parcelas humanas, en consecuencia, debo decir con mucha pena, que no son lo que solían ser, se han vuelto un sitio peligroso, hostil, en el cual hay que ir con mucha cautela, sobre todo en un lugar llamado "el Centro", una enorme porción de tierra donde hoy en día se puede encontrar de todo, hasta tecnología mundana prohibida, un ecosistema hecho de residuos y cosas robadas; ello es debido a los humanos rebeldes que profesan un accionar y política en mi contra y en contra de mi familia. Desde entonces hay cierto peligro y temor propagado en el reino, es decir, nació la delincuencia, la piratería... una supervivencia miserable... —Joe narró todo aquello secándose el sudor de su frente.

—Eso es terrible... ¿Pero y la justicia? ¿No dijo que los llevarían ante ella? —puntualizó Joel.

—Claro, nuestra Justicia es una deidad, virtud o sentimiento poderoso que de manera esencial hay que guiar hacia aquí, ella se encarga de muchos asuntos, siempre decidiendo las sentencias de quienes deban rendirles cuentas por cometer actos ilícitos; la encontrarán en nuestro Templo Divino, una edificación hecha a su medida. Pero si bien hemos podido reducir a muchos rebeldes y encarcelarlos, no sabemos dónde ni cuándo puedan surgir otros que causen disturbios... ¿Se dan cuenta? La rebeldía en los humanos es como el mal entre los ángeles seráficos, puede surgir en cualquiera...

—Cualquier coincidencia con el mundo es pura semejanza... —dijo Ámbar para sí.

—Todo eso significa que ya no confía en los humanos... —asumió Milena sin preguntar.

—Sí confío, aún quedan muchos que nos sirven dignamente, que creen en la vida austera que se les brindó, que trabajan en la fábrica y trabajan en nuestras casas y nuestro ejército, el problema son los ángeles, mi sociedad fue perdiendo poco a poco la buena imagen de los humanos que alguna vez representaron aquí, pues como les decía, sentimientos de discriminación generalizado debido a la mala conducta de algunos, han surgido entre los ángeles, sobre todo porque muchos humanos no sólo están en mi contra sino a favor de... Lot —le vibraron los labios al decir aquel nombre.

—¿Cómo puede ser que estén con él? Es un asesino —se escandalizó Dylan.

—Lo sé, pero sí, creen que sus ideas son las correctas, que mi excepción desató todo este mal, que los malos actos de Caifás establecerán el orden, que su asunción al reinado limpiará todo este desastre. Claramente se equivocan...

—Yo que usted, desterraría a esos humanos a Fatídica... —opinó Joel pareciendo creer en todo.

—Muchos lo han hecho por su propia voluntad, cosa que también ha contribuido a un mayor desequilibrio, ya es algo antinatural que los humanos habiten Seráfica, imagínense entonces traspasando aquella línea poderosa hacia un lado maléfico... su destino sólo podría ser la desgracia viviente... Pero en definitiva, el mundo seráfico está dividido por "políticas" para que me entiendan: los fieles, ángeles y también humanos que aún respetan y creen en mis decisiones, y los rebeldes, humanos y también ángeles que no confían en mis decisiones, y de ahí surgen las dos ramas subsiguientes sobre quién debería estar al mando de este reino, los humanos al poder o Lot al poder.

—Pero, a ver, señor Joe, todo este embrollo se desató por el casorio de su hija... su pueblo debería entender que los humanos tienen cierta razón al rebelarse, yo no estaría a favor de Lot, ni pensar en irme al otro lado, pero no sé si no me rebelaría contra esa unión... —dió su postura Milena.

—¡Está bien, hija, pero otra vez, por favor no repitas esas ideas en voz alta, no sería algo bueno para este reino! ¿Entiendes la gravedad del asunto? —Joe comenzaba a considerarla una chic problemática.

—Entonces explíquenos por qué permitió que su hija se casara con un demonio... porque si los humanos y los ángeles no pueden... ya sabe... debe haber una razón mayor y aún no la capto —hostigó Milena.

—Bien... Les contaré el por qué... Sucede que como poseo el don pitoniso, Géntila, siendo reina, no fue capaz de tomar decisiones sin mi consentimiento, y cuando el equilibrio una vez más necesitaba controlarse, y se me presentó lo suyo con un fatídico, fue una ventana hacia la labor de la que todo rey debe ocuparse, así que lo permití para ella por varios motivos —exhaló profundo anunciando su complejidad—. Primero, tuve presentimientos de cosas terribles que se avecinarían, como les mencioné, asumí el caos que significaría aquella unión, pero al final, en mis visiones había una luz tan brillante que casi no podía mirar, lo que me dejó decidirme de inmediato. Segundo, mi hija sufría por un sentimiento que es uno de los más fuertes, amor, y sólo analicé, si hay una luz al final, ¿qué mal puede traer esta unión que no podamos superar? Tercero, pensé que a ella, amándolo, le llevaría tiempo unirse a alguien más, y este reino necesitaba a sus descendientes antes que le tocara reinar a Caifás, cosa que no quería, pues él nunca había mostrado estar a la altura.

—Son buenas razones, Joe, siguió las leyes y sus presentimientos —opinó Joel.

—Sí, su caso era un sentimiento fuerte y significativo, recíproco y, después de todo, ambos eran cylarinos, nada fue forzado, se amaron naturalmente. Por último, el hecho de que no uno, sino tres seres de Fatídica tuvieran la impronta de traspasar la línea hacia el lado del bien, era algo valioso, también desde nuestra parte por la confianza que les otorgamos al creer en sus buenas intenciones. Tal vez con aquella decisión extremamos y... ya saben, al final el equilibrio se desestabilizó haciendo surgir el mal en nuestros humanos y principalmente en uno de nuestra sangre, sin embargo, dudo que lo de Caifás fuera sólo por ello, creo que si hubiera sido un digno seráfico, el mal no le hubiese ganado, pero en fin, aún confío en la luz que vi al final de mis predicciones, y estoy en proceso de alcanzarla para recuperar la estabilidad profanada, porque después de aquellos fatídicos sucesos que han podido conocer esta noche, en ausencia de mi hija, me vi obligado a volver a ser rey por segunda vez, y tengo una nueva labor, recobrar el curso del equilibrio. Quiero alcanzar la luz que vi al final...

—Ok... supongo que es entendible... Así que si su hijo no fue un seráfico digno, tampoco los tres demonios fueron del todo fatídicos dignos... —analizó Milena apoyando su índice en su mentón.

—Bien pensado. Ninguno de ellos fue digno de su lado. Así como aquí puede surgir el mal en cualquiera, allí el bien puede surgir en cualquiera. En cierto punto es algo natural y necesario, pero repito, cuando ocurre de forma desmedida, desequilibrada, se trata de una tragedia, de un mal uso de la energía, como ocurrió con Caifás cuando la unión de mi hija y Abel se concretó, porque el mal surgido en él se desbordó... ¿Van comprendiendo?

—Sí, sí... Pero espere, tengo una duda. ¿Cómo es que se relacionaron ellos? ¿No nos hablaba de una línea que los divide? —pensó Dylan.

—Les contaré la historia —Joe entendió que los jóvenes se verían particularmente interesados por el romanticismo—. Hace dieciséis años, durante el reinado de mi hija, uno de los sirvientes encargados de las embarcaciones que buscan las deidades, llegó una mañana preocupado porque un ser fatídico había traspasado su brazo por la línea hacia nuestro lado, brazo que sacrificó, claro está, y de un sopetón, secuestró a una de nuestras deidades, dicen que justo fue la del amor, andaba cerca de la línea y pudo alcanzarla. Lamentablemente, las deidades son algo inquietas en esas islas, están perdidas, por ello las rescatamos para mostrarles el camino, es algo mutuo. En ese momento, mi hija decidió ir personalmente a calmar el disturbio que se estaba generando por esta falta de conciencia. Para su mala suerte, cuando llegó, no imaginaba que las cosas estuviesen tan atroces, toda una fila de demonios estaba justo del otro lado de la línea, posicionada con intención de atacar. Mi hija también había sido acompañada por sus guardias, y por supuesto Águeda, su protectora personal. Gen intentó calmar las cosas con un discurso, les prometió que les perdonaría lo sucedido con aquella deidad si no volvían a hacerlo. Sé que esa intención parece irrelevante, pero al menos fue seráfica.

—¿Y qué pasó? ¿Aceptaron? —preguntaron al unísono.

—Parecieron aceptar, sin embargo, cuando estaban calmando las aguas, un demonio indiscreto, rebelde, que no supo respetar su propia responsabilidad como ser del mal, lanzó un hacha hacia la línea, directo a mi hija. Tuvo suerte de que Águeda se interpusiera y diera la vida por ella. Algo innecesario, pero así tuvo que ser. Al momento de morir, Géntila gritó muy fuerte de dolor, tanto que pudo escucharse en todas las islas. En seguida, algo determinante ocurrió, el rey de Fatídica en persona apareció en escena y entendió lo que pasaba. Como rey responsable, apresó al maleante y comenzó a conversar con mi hija.

—¿Era Abel? —se interesó Milena por la trama.

—El mismo. El mal puede que tenga los peores seres, pero también es astuto, no haría algo que lo destruyera a sí mismo, si lo que más pretende es perdurar, aunque su egoísmo y ambición en forma desmedida, puede llevarlo a consecuencias inconscientes, irreversibles, como todo en extremo, y claro está el ejemplo de Caifás al convertirse en Lot. Los fatídicos también conocen las reglas inquebrantables, entonces, Abel, le propuso remediar aquello prometiéndole, a partir de ese momento, supervisar en persona cada búsqueda de deidades, garantizando la seguridad de que nadie volvería a provocar un altercado como ese. Ella sintió que eso era un gesto muy respetable para provenir de un fatídico y no dudó de su veracidad, así que decidió estar también presente en cada oportunidad para observar de cerca el desarrollo de esos buenos sentimientos en un demonio, creyendo que por ese lado podría aportar a su labor como reina. Entonces, simplemente sucedió, por fuerzas extrañas, Abel y mi hija, al verse seguido y relacionarse... se enamoraron... Abel era lo que ustedes conocen como viudo, y tenía dos hijos, no dudó en tomar la decisión de abandonar todo por mi Géntila y pasar a Seráfica con ellos, convertirse y convertir a sus hijos en ángeles, y así fueron purificados al instante de atravesar la línea, un precio muy duro que pagar por amor.

—Es una linda historia, si no empezara a creer que es cierta, diría que tiene una gran imaginación —opinó Milena—. ¿Así que los tres aceptaron?

—Sí, la madre había muerto al dar a luz a sus pequeños, pero los tres fueron capaces de renunciar a sus raíces y traspasar la línea del bien. Aquello debió ser algo desmedido para el lado del mal, pero debía encontrar su equilibrio con la aceptación que también aportaba mi hija. Aunque el hermano de Abel no quedaría nada conforme con ello.

—Al igual que Caifás —dijeron.

—Exacto, Caifás no podría haber logrado sus planes sin su apoyo, el hermano de Abel, Pérfido Fatídica, asumió el reinado, y una sed de venganza. Digamos que si Ciafás demostró no ser digno, tampoco Pérfido, en ambos surgió lo desmedido, y aún necesitamos algo que lo equilibre.

—Se va entendiendo mucho más ahora todo, supongo —comentó Milena—. Entonces, esa figura oscura que vimos en, ¿recuerdos?, es Caifás, quién los traicionó...

—No exactamente, esa sombra que nos invadió aquella terrible noche, era un aliado que hablaba y actuaba por él.

—¿Un demonio fa... tídico...? —se atrevió a expresar Ámbar.

—No precisamente, si fuera un demonio no habría podido pisar nuestro lado sin ser purificado, es por eso que aquella sombra, me temo afirmar, que debió ser un seráfico que cambió de lado, se convirtió en un fatídico para luego volver y dañarnos. Porque no importa las veces que traspases la línea, será la primera vez la que te convierta para siempre...

—Oh... qué maldito ingenioso. Perdón... ¿Llegaron a atrapar a ese asesino? —preguntó Joel.

—Me temo que no... El hecho es que no sabemos dónde se esconden ni él, ni quien solía ser mi hijo, suponemos que siguen dentro de Seráfica, en algún recóndito lugar, entre lo profundo de los bosques, oculto entre los seres, resguardado por rebeldes, o quizás entre los polos congelados...

—¿Polos... congelados? —repitió Dylan, interrogando con sus ojos de lemur desorbitados.

—Verán... —dijo el anciano y volvió a tomar su dibujo—... Cylareos ocupa la misma dimensión que su mundo, el de los humanos, como les dije, ocurren en distintos espacios pero en simultáneo, son dos dimensiones del planeta. Nuestro reino Seráfica, se compone de las tierras del castillo junto al bosque, del lago y muchos kilómetros de acantilado y vegetación que lo rodea, también, de un desierto que lleva a la zona de las parcelas humanas, y de la ciudad de los ángeles. Básicamente, nuestras labores seráficas, ayudan a expandir el reino, es decir, cuanto mayor procuremos el bien y su equilibrio, más tierra y vida ganamos, pero el resto del espacio, que como les dije, es el mismo que ocupa su mundo, pensando en términos de planeta, está ocupado por kilómetros y kilómetros de... hielo...

—Ah la pucha... —desenvolvió una impresión Dylan.

—Algo así como... fantasía y la nada... —dijo Ámbar casi para sí.

—Exacto, inmensos espacios en blanco por llenar de todo el bien posible, conservando lo que ya se ha ganado. Que eso no los asuste, sé que la idea es abismal, pero así funciona nuestro mundo y espacio. Nuestro reino es tan grandioso como nuestra labor por él... Y es muy grande, muy grande, pero, no tanto como debería serlo, se está debilitando, el equilibrio está pasando por el trance de mi reinado y si no logro recuperarlo, no sé a qué nos puede llevar. Las consecuencias no sólo se verán en este mundo, sino directamente en el suyo —rompió su voz el rey.

—¿Quiere decir que cada reinado...? —dedujo Joel.

—Cada reinado es el encargado de procurar el equilibrio con la labor que les comentaba... —Joe terminó la idea con aplomo—. Escuchen jóvenes, la problemática con los rebeldes es una cosa, y tengo todo un equipo formado para frenarlos, a veces no es tan fácil, han creado clanes con cabecillas, han renunciado a la vida austera para crear un capitalismo mundano en las profundidades de estas tierras, y han traído con ello las miserias. Pero trabajo en la forma de que los humanos tengan una opción pacífica de irse... El destierro...

—¿Cómo? ¿No dijo que nunca podrían volver, que era un viaje de ida?

—Pero como les dije, hay quienes se autoperciben prisioneros... así que soy el primero en querer darles una solución, antes de que se destierren hacia Fatídica, prefiero el destierro de regreso hacia su mundo, bien saben que no podemos dejarlos ir sin riesgo de que se propague lo vivido aquí, así que patrocino un sistema de investigación y avance científico con el cristal encargado en el desarrollo de la poción borra-memoria para lograr que sea definitiva, porque hasta ahora sólo hemos logrado que sea parcial, y tomarlo como opción de salida a los humanos que lo deseen, después de todo éste no es su mundo, y aunque deshaga la labor de mi tatarabuela, es una buena solución ante su irreverencia que no aporta al equilibrio, es mejor que algunas cosas recuperen su curso natural, darle un poco de alivio a Seráfica.

—¿Cree que estarán de acuerdo?

—Mitad y mitad, como en todo. Pero al menos es algo. Trabajo en ello. Sé que implicaría olvidar por completo, empezar de cero, crearles vidas a cada uno, así como lo hice con mi hija y mi nieta. Lo llamé Tabula rasa.

—Debería hacerlo obligatorio, borrarles la memoria y chau, desterrar a cada rebelde... —dijo Joel.

—Eso ya lo veremos... No soy un tirano y el cristal es propenso a crear vida más que a eliminarla, por eso no es tan sencillo... Como les decía, los rebeldes son una cosa que requiere su atención, un mal interno que necesita ser limpiado, y trabajo en ello junto a todo mi equipo, pero la principal preocupación que nos acarrea es el mal que viene directamente de afuera, de Fatídica. La desestabilización se está dando gracias a esa promesa de maldad que como profecía fatídica pone en vulnerabilidad al próximo reinado. Sé que Lot tiene ese plan, poseer el reinado de Seráfica, y él y sus aliados están esperando el momento justo.

—¿Entonces usted dice que van a volver? —indagó Dylan.

—Me temo que sí. Luego de haberles contado los detalles que más he podido, ahora voy a lo más importante. —Exhaló reprimiendo lo que parecía llanto—. Nuestra próxima autoridad, nuestra siguiente representación máxima, nuestra princesa futura reina de Seráfica, Luna, Lurian para nosotros, es la pieza importante en todo esto. Si yo muero, no pasaría nada, si su madre muere, tampoco, pero si desaparecen a Lurian que es la última y única descendiente, entonces por ley legendaria, Caifás, Lot, tendrá el reinado, y fue por eso que llegó con deseos de asesinatos aquella fatídica noche. Por mucho tiempo Abel y yo temíamos por la seguridad de las niñas, por ello ideamos un plan, y cuando Lot intentó arrasar con todo, sólo pudo con Abel y Bella. Con Lurian y Géntila, conseguí llevar a cabo ese plan, la decisión de esconderlas, de ocultarlas en el mundo mundano, entre humanos, en un país que pasara desapercibido como Argentina; la ciencia humana de nuestra corporación trabajó arduamente con las propiedades del lago para conseguirlo...

—Sí, eso lo vimos... y cuando se fueron, ¿qué pasó con la sombra? —preguntó Dylan.

—En ese mismo momento, sabiendo que no pudo alcanzar a Lurian, apareció ante mí, advirtiéndome, como portavoz de Lot, que la princesa al cumplir dieciocho años tendría que tomar el reinado, y para eso tendría que estar aquí, tendría que regresar, y para cuando lo hiciera, ellos vendrían a terminar con esto. De todas formas yo ya lo sabía, ella es la última descendiente, está obligada energéticamente a asumir el reinado a su mayoría de edad.

—Espere, Joe, en lo que vimos, en esas visiones, el tal Lot, Caifás, hablaba sobre cambiar las leyes legendarias. ¿Y si las cambia usted para que él no tenga manera de asumir? Podría ser que el menor de los hermanos no tenga derecho de asumir... —Conjeturó Joel.

—Lo he pensado, pero en primer lugar, eso haría que Lot, en vez de a Lurian, quisiera liquidar a su hermana, Géntila, el problema seguiría siendo el mismo; segundo, suponiendo que pudiera pensar en una ley sin trabas, Lot está en un gravísimo error al creer que es tan fácil cambiar las disposiciones legendarias, ellas existen desde nuestra propia existencia, las establecieron los primeros habitantes a partir de lo que la energía de esta tierra les decodificó, y cambiarlas sería un gran riesgo para nuestra estabilidad, otro equilibrio que controlar que desconozco hacia dónde se dispararía... Si Lot piensa hacer eso, aniquilar a Lurian y asumir el reinado para cambiar las leyes, provocará un caos desmedido.

—¿Entonces qué alternativa tiene? —preguntó Dylan.

—En su lugar, he pensado en una idea mejor para que el problema se elimine de raíz... Como les dije, siendo nuevamente rey, estoy trabajando en un plan tan ambicioso como el de Ridan, pero que si funciona, les aseguro que restablecerá el equilibrio de una forma duradera para al menos diez generaciones de reyes —sonó convencido.

—¿Qué puede ser? ¿Que Géntila tenga más hijos? —preguntó Joel.

—¿O Luna? —asomó pausadamente Milena apropiándose de las miradas incómodas de los demás.

—No. Tendría que sentarme a mirar como Lot elimina a uno por uno, no... ya es mucho sufrimiento para mi familia...

—Entonces... ¿Encontrar a Lot y encerrarlo? —Dylan lanzó una idea.

—Sí, eso sería bueno, pero seguiría teniendo aliados que destruirían cualquier muro con tal de liberarlo... El problema no terminaría.

—¿Entonces? —preguntaron intrigados.

—Lo que he pensado es en algo que los involucra directamente a ustedes cuatro...

—¿Cómo dice? ¿A nosotros? —De repente tomaron conciencia de que estaban allí por algún motivo desconocido.

—Espere, ¿no querrá que nos hagamos pasar por hijos de Géntila...? —preguntó Joel.

—No, claro que no.

—¿No estará pensando en que tengamos hijos con sus nietos verdad?, porque... bueno, la idea no estaría mal, pero, aún no estoy preparada para eso... —Tiró una absurda idea Milena.

—¡No! Es un tanto más complicado... Verán... Si Lot hace un acuerdo con Fatídica, nuestro mundo quedaría bajo su dominio, y se haría pequeño, insignificante, sin sentido, el blanco hielo abismal nos ganaría espacio, ¿entienden? Si el mal logra controlar al bien, les aseguro que ambos mundos quedarán prevalecidos por la malevolencia, no habrá armonía, equilibrio, y si hay más mal que bien, podría haber un desequilibrio a nivel universal, y quién sabe qué pasaría, podría llevarnos hacia un agujero negro, o algo más desconocido. De cualquier manera es terrible, sería el fin de la existencia misma, la destrucción... —La idea era aterradora dicha en el tono utilizado.

—¿Pero no dijo que el mal no haría algo que lo destruyera a sí mismo? ¿Son inconscientes? —conjeturó Dylan.

—Sucede que mi ex hijo, Lot, tiene un concepto distinto sobre cómo restablecer el equilibrio, cegado por el poder y la ambición, no es consciente de las consecuencias, asume que mi mala decisión que involucró al mal, sólo puede arreglarse con el mal en extremo como salida. Por eso necesitamos su ayuda, pues sucede que ustedes cuatro son... especiales...

—¿Especiales? Claro que no, somos simples humanos, no podremos ayudarlos mucho —le dijo preocupado Joel.

—¿Por qué dice que somos especiales? —Milena se interesó.

—Por el simple hecho de que Luna en su vida entre humanos, los haya seleccionado entre todos los demás, que los haya elegido como parte de sí... —lo dijo sin más vueltas.

—Muy bien, ahora sí que me mareé... —dijo Dylan.

—Cada uno de ustedes tendrá algo que a ella la hizo apreciarlos, diferenciarlos y elegirlos.

—¿Elegirnos para qué? —preguntaron los cuatro a la vez.

—Elegirlos para compartir el sentimiento de amistad, otro de los más fuertes, y con ello, sin saberlo, les entregó parte de su energía seráfica, la que estaba inhibida a la hora de convertirse en humana mundana, es difícil decirlo, pero la proyectó en ustedes, y fueron su contención.

—No, no, espere ¿Entonces Génesis también? ¿Dónde están sus elegidos?

—No, a Gen la posición de borrado le hizo efecto completo; al pasar el tiempo cumplido, recuperó todo lo que era y su memoria, pero no fue lo mismo con Lurian, ella, no debió beber todo, por eso sus pesadillas, una parte de su condición seráfica estaba latente en ella, así que un día, cuando su naturaleza necesitaba salir a flote, les dio un objeto, una reliquia que posee los poderes de nuestro lago creadas desde su propia energía contenida, y con ello, les entregó parte de su alma seráfica, eso quiere decir que los cuatro están unidos a Lurian, están conectados espiritualmente... los cinco son como uno...

—Ahh, no lo puedo creer... ¿Pero no dijo que los ángeles por naturaleza no deberían sentir nada por los humanos? —insistió Milena en la misma idea.

—¿Será que ese sentimiento tan fuerte de amistad lo habrá sentido por ser mestiza? —dedujo Dylan.

—No, muchachos, ya les dije, el origen de sus sentires por los humanos no es algo que se pueda entender ni asumir con facilidad, pero lo que importa es que sucedió con la amistad. A partir de la amistad humana, que naturalmente los cuatro le dieron sin pedir nada a cambio, ella depositó en ustedes su fuerza natural, fue algo recíproco, y se podría decir que tiene su alma fragmentada en ustedes.

—¡Oh...! ¡Eso me pone la piel de gallina...! —Expresó Joel frotándose los antebrazos.

Una sensación oxímora proveniente de lo frágil y lo fuerte los invadió a los cuatro por dentro.

—Como las pociones no durarían más de nueve años, a Lurian la hemos regresado antes de los dieciocho. En un principio no tenía en claro qué haría durante esos tres años hasta su mayoría de edad para su coronación, ¿esconderla nuevamente? No, al final lo supe. Ella es mestiza, así que con su reliquia podrá desarrollar poderes tanto desde lo seráfico como desde lo fatídico. En conclusión, voy a hacer que entrene para que se convierta en una guerrera, la mejor, y ustedes...

—¡¿Nosotros?! —Nuevamente, los cuatro a la vez.

—Ustedes también lo harán, entrenarán, se prepararán para luchar, porque al estar conectados con ella, harán que sea más fuerte, serán un sólo ser defendiendo este reino. Chicos, humanos del mundo mundano, se avecina un caos inevitable, ustedes son los elegidos por la princesa del bien, son los elegidos de Seráfica.

—Woow... eso sonó tan de saga cinematográfica... —volvió a desahogarse Joel.

—¿Lo entienden? Ustedes harán que Lurian sea más poderosa de lo esperado, confío en ello, en este caso no se trata de energía cylarina con ciencia humana, se trata de sentimiento seráfico y humano unidos; su amistad lo permitirá, son mi plan, mi arma, quiero crear con ustedes un ejército poderoso. Lucharán cuerpo a cuerpo con este mal que pretende invadirnos, un enfrentamiento directo, revolucionará el equilibrio, pondrá las cosas en su lugar... les haremos frente, y si ganamos, restableceremos el orden.

—Espere, después de tanta cosa metafórica, ¿al final todo se reduce a una guerra? —preguntó Milena.

—Ya estamos en guerra, aunque todo sigue siendo una gran metáfora materializada, su mente humana podrá comprenderlo de esa manera, pero debemos enfrentar la violencia que ellos han desatado para que al final haya paz.

—¿Luchar contra el mal cuerpo a cuerpo? ¿Dígame qué tiene de bueno ese plan? Sólo soy un simple chico, no voy a poder, no estoy preparado para eso... —Joel parecía asustado.

—Ni yo... apenas en los videojuegos —agregó Dylan.

—Yo puedo ser mala si quiero, incluso, habilidosa con mi cuerpo, pero no, esto ni pensarlo... —Milena se unió.

—Imposible... —susurró misteriosa Ámbar.

—Por supuesto, pero les repito, los prepararemos para que dominen fuerza y poderes. Esas reliquias que llevan puestas no son simples adornos que portan los miembros de la realeza, representan el poder cristalino de nuestra tierra; así como se les otorga a quienes componen la defensa del reino, con el entrenamiento necesario, cada uno de ustedes podrá desarrollar y dominar un elemento de la naturaleza.

—¿Quéee? —se quedaron pasmados de la impresión, recordando lo visto con el lobo, la serpiente y el león, así como el oso y el águila.

—Sabemos que esta es una decisión crucial, la más importante que tendrán en sus vidas, pero sepan que todo lo que conocemos, todo lo que le da sentido a la vida, todo lo bello y bueno, depende de esta decisión. No los obligaremos a decir que sí, pero la realidad es que sin ustedes, Lurian no será lo suficientemente fuerte, los necesita, puedo sentir su alma en sus presencias, y si ella desaparece, desapareceremos todos nosotros, y el bien se desvanecerá para siempre... y desvanecerá en consecuencia al mal.

—Joe, ¿no le parece que está exagerando? Si Luna no puede ser reina, seguramente puede serlo otro... Debe haber otra forma de que Lot no tenga derecho de asumir... —especuló Dylan.

—¡No! —gritó y sus ojos parpadearon notablemente como si encubrieran algo—. ¡Ella es la única! ¿No comprenden? ¡Luna es el arma! —comunicó con un gesto perturbado y un subibaja en su pecho. Ante el suspenso de los jóvenes, se sosegó para continuar—: Es decir, por ley legendaria es la única que puede ser la próxima reina, y confío en que será invencible con su ayuda. ¿Qué dicen? ¿Aceptarán?

La última sílaba se amalgamó con el sonido natural proveniente de los alrededores; había algo desdoblado en el sentir, tensión y calma.

—Ok, ¿saben qué pienso? Usted no puede sentarnos así lo más tranqui para contarnos todo esto y esperar a que le creamos así porque sí... ¿En qué cabeza cabe que vamos a luchar contra seres del mal? ¿No tengo razón, Ámbar? —expuso su disconformidad Dylan.

Ella desarmó de pronto la tirantez de sus músculos y sólo le salió una expresión airosa sin letras.

—¿Sentiste lo mismo que los demás cuando vimos esas visiones? —Joel ocupó la interlocución con una pregunta.

—No sé lo que vi... ¡Esto es una locura! —contestó Dylan revoloteando sus ojos.

—Sí, pero lo sentiste, todo esto parece ser verdad... —insistió Joel en su criterio.

—Ah "parece"... O sea que vos tampoco estás del todo seguro...

—Ay, chicos... qué confuso... —se metió Milena con hastío en su dicción.

—¿A vos te parece razonable todo esto? —Le preguntó Dylan con una mirada desquiciada.

—¿Cuántas cosas no entendemos pero creemos en ellas? —Esta vez a Ámbar le salieron las ideas, generando una pausa por la profundidad.

—Estoy con vos, nena... —opinó Joel.

—¿Enserio, hermana, vos te vas a animar a esto? No te veo.

—Este señor podría ser un loco de remate, sin ofenderlo, rey, y si sólo me lo hubiera contado, no le creía ni de acá a la China, pero al final... hay algo de cierto, chicos... Las visiones que tuvimos... estaban dentro de nosotros... —analizó Milena. El rey observó neutro su pequeño debate.

—Sí, incluso le hablaste al tal Pockly y te respondió... —acotó Joel.

—¿Ah, sí? Pues yo digo que es brujería... —Dylan, después de todo, era el más escéptico. Los demás pensaron que tal vez no estaba dispuesto a aceptar que Luna no le perteneciera.

Se levantó de su peculiar silla flotante y dando unos pasos cerca de la puerta, dió la espalda.

—¿Te parece que es una simple brujería? —Se puso de pie Ámbar, sin desplazarse—. Esto es algo que está más allá de lo que podemos comprender... no sé por qué, pero lo siento dentro de mí...

—Eso es cierto, bombón... que lo hicieran uno o dos puede ser, pero todo un pueblo, una familia, el castillo, los bosques... todo esto no puede ser un truco montado, ¿con qué fin? —dijo Joel también erguido.

—Parece que los pequeños tienen razón —agregó Milena, parándose para direccionarse a Dylan.

Entonces adoptaron la ubicación justa para ver la luz que entraba por el gran ventanal y enjoyaba delicadamente tibia al amaderado suelo; aquello no era más que la esencia ígnea de otro mundo.

—Mira, muchacho, te comprendo más que nadie... —comenzó a hablar Joe mientras rodeó su gran escritorio para acercarse. Los otros tres lo siguieron con los ojos. Dylan volteó lentamente—. No estás obligado a quedarte contra tu voluntad, ninguno de ustedes... pero lo diré de esta forma... sin tanto rebusque... —Apoyó una mano sobre su hombro, él no se asustó, estaba más bien con una actitud inconforme—. Somos sólo un mundo que necesita ayuda, una que ayudará también a su mundo... Sé lo que sientes... Es difícil aceptar que su amiga Luna sea de otra dimensión, es difícil creer que exista un lugar así... pero piénsenlo... miren a su alrededor... están aquí... sus sentidos lo perciben... si hay una explicación para determinar qué tan real sea este mundo o no... no soy quién para dárselas... tendrán que buscarla en su intuición, pero eso no significa que no estén aquí respirando el mismo aire que yo, que soy un ángel seráfico...

Dylan no pudo verlo directo, mientras lo escuchaba, bajó sus grandes ojos y contempló su propia sombra sobre la suave luz exterior, al mismo tiempo que a la sombra del rey no pudo encontrarla reflejada por ningún sitio, sacó un pequeño hálito de impresión por este breve simbolismo de su negación frente a algo benévolo, pero el rey continuó:

—De todas formas, si todo lo que les he contado y si estas palabras aún no los convencieran, entonces les pido que me regalen unos minutos más y les enseñaré mis alas... aunque eso, como les comenté, vaya en contra de las reglas y hasta sea vergonzoso para mí...

El rey soltó el hombro de Dylan. Estaba a punto de entregar la dignidad de su propio estigma, desvalido, desnudo, rendido, estaba a punto de hacer un movimiento magnífico con sus manos, o eso les pareció a los cuatro, cuando de pronto...

—¡Espere! —interrumpió Dylan—. No, no hace falta...

—¡¿Qué?! —dijeron los otros tres como efecto de sorpresa.

—Voy a intentar creerle, no tiene que romper sus reglas... Solamente necesito digerir todo esto...

—Es increíble...

—¿Qué cosa, señor?

—Que en realidad, humanos y todo, sean unos verdaderos seráficos...

Alcanzaron a experimentar el insondable desasosiego del precipicio que acababan de aceptar; traspasaba la vastedad de todos los esquemas del mundo.

—¡Ethan, muchacho, ven aquí pronto! —lo llamó Joe asomándose por la puerta.

—Señor, ¿todo bien? —llegó de inmediato.

—Sí, sí, encárgate del regreso, me he quedado sin energía por el momento.

—Claro, ¿los llevo al bosque, Joe? —Decidían por ellos como si no estuvieran presentes.

—No, no tenemos mucho tiempo, utiliza mi pasaje personalizado. No olvides la altitud y longitud de la ubicación de su país y su barrio —señaló al gran árbol ramificado delante del llamativo hogar de leños—. Chicos, llegó la hora...

—¿La hora de qué? —Una vez más preguntaron los cuatro juntos poniéndose de pie.

—De tomar la decisión, regresarán a su mundo, irán ahora con sus familias, ellos están siendo informados de igual manera, deben pensarlo bien, todos juntos... Espero volver a verlos pronto... vamos, los acompañaré.

Sus pómulos arrebolados se visualizaron con el brillo de aquellas doradas hojas cuando fueron conducidos frente a él. Ethan entonces también se paró delante del árbol, y bastaron unos segundos para que algunas de las ramas más bajas se movieran como brazos, tocaran el centro del tronco, y abrieran un pedazo de su madera como si fuera una puerta.

—¿Está vivo? —le dijo impresionada Milena a Ámbar por lo bajo.

—No... creo que es Ethan quién lo está moviendo —le respondió de igual manera.

En el interior del árbol, había una circunferencia que dejaba percibir una especie de abismo con la mezcla de electricidad y materia oscura. A Ethan se le iluminó la reliquia brújula entre sus dedos con una concentración intergaláctica adoptada en su rostro, que descifraba algún código metafísico y hacía remolinar la visión. Los cuatro lo presintieron, Ethan era digno de conocer lo que conjuraba aquel pasaje, y lo asumieron, era otra vez la escalofriante espiral por la que no querían viajar, aunque, tratándose de volver a casa, estaban algo dispuestos.

Ethan respiró profundo y les dijo:

—Procuren no moverse, dejen que el impulso los lleve, y así no caerán al llegar.

—¿De qué está hablando? —No comprendían.

Y de repente, llegó detrás de ellos para, sin previo aviso, empujarlos hacia la puerta de aquel abismo, pero no fue un empujón común, sino que lo hizo sin tocarlos, sólo con un movimiento cortante de sus manos. A continuación, el anciano y el muchacho sólo pudieron perderlos de vista mientras se quedaban con sus gritos reverberando en la oficina.

—¿Qué sigue ahora, señor?

—Sólo esperar buenas noticias. Regresemos adentro, reúnete con mi nieta, aún está afligida por el plan que le conté esta madrugada.

—Es lógico, Joe, se preocupa por el destino de sus amigos —la defendió Ethan.

—Si aceptan no habrá vuelta atrás, ella también tendrá que aceptarlo.

—¿Necesita algo más, Joe? —prefirió no contradecirlo.

—No, él se encargará de todo ahora, el agente... —cortó la dicción provocando en Ethan una tirada de mechón hacia atrás.

—Entiendo, señor. Regresemos entonces.

—Gracias por todo, muchacho, eres un gran protector.

Y sin nada más que decir, ambos avanzaron hasta llegar a la gran escalera, luego salir por el interior del espejo de las buenas intenciones, y llegar a los pasillos del gran castillo seráfico. Los cuatro chicos, cargando con toda la información, viajaban por una espiral de regreso. 

ESPERO QUE HAYAS PODIDO LEER ESTA CONVERSACIÓN ENTRE EL REY Y LOS CHICOS COMO SI VOS MISMO/A ESTUVIESES AHÍ Y TUVIESES LAS MISMAS PREGUNTAS.

¿QUÉ PASARÁ DEL OTRO LADO? ¿SUS FAMILIAS? ¿ESE AGENTE?

¿VAMOS A DESCUBRIR QUÉ DECISIÓN TOMAN?---->

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