Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

18-Lago espejo: Una nueva vida

No se perderían el gran final. De alguna manera lo intuían, los hechos no se veían prometedores. El remolino de agua cristalina se volvió más oscuro perturbando sus temples. Era como si supieran que alguien manifestaba toda la intención de revelarles estos acontecimientos pasados. De inmediato comenzó. Mucha luz anaranjada frente a sus ojos desvelados. 

El salón principal del castillo se veía en una noche reluciente, adornado con antorchas, telas, guirnaldas de flores, banquete y mucha audiencia ocupando el amplio espacio, que en parejas de trajes armoniosos llevando antifaces, danzaban con enlaces y giros al compás de una suave melodía de lo que parecían ser piano, arpa y violín. La visión hizo un repaso panorámico que mostraba la elegante fiesta de máscaras; entre aquellos seres se veían lejanas unas extrañas figuras de luces tan incandescentes que costaba descifrar con exactitud sus formas, pero se paseaban por espacios, rincones y techo, con mucha libertad. Los amigos se preguntaron si sería alguna especie de iluminación mágica.

Al llegar de costado, la visión mostró a Ethan, sentado a su lado, con traje de saco negro bordado y camisa blanca por debajo, alerta y entreteniendo sus dedos con un antifaz que no traía puesto. La visión bajó hacia unas manos de niña que también sostenían el suyo. Las sillas eran de respaldos altos y finos. Desde una perspectiva dorsal los cubrían completamente. Sobre la otra punta, se veía de igual forma a dos altos asientos donde dos antifaces no escatimaban las carcajadas de Bella y Unriam hablándose al oído. Luego, miró en diagonal atrás, asomándose de costado por el respaldo, al parecer estaban sentados unos escalones debajo de la tarima en cuyo trono en altura se hallaba el rey Joseph, el abuelo. Se lo vio reír jocosamente en una conversación compartida con Elisa y Jalil que estaban a su lado.

—Ethan, necesito comentarte algo, ¿puedes guardarme un secreto? —nuevamente era la voz y visión de Lurian que musitaba. Él acudió a su habla de inmediato, mirándola suspenso. Arrimó su cabeza y oreja disimulando que miraba hacia el frente.

—Sí, por supuesto. ¿Qué sucede? —le susurró.

—¿Cómo decirlo? Resulta que el ave que encontramos, logré que reviviera...

—¿Enserio? Olvidé preguntarte por ella, Me alegra. ¿Y cómo está?

—Él... —corrigió— supongo que es un "él", se llama Pockly...

—¿Pockly? —preguntó inconsciente de un volumen de voz subida que provocó que los empalagosos aledaños echaran una mirada, pero al instante volvieron a lo suyo.

—Shh, hablemos más bajo... —Ella miró también al frente y, mientras el gran baile se mostraba, los espectadores amigos pudieron escuchar la conversación secreta—. Verás, es un pájaro registrador, observa las amenazas y también guarda los recuerdos. No me preguntes el motivo, pero me vi obligada a pedirle que hiciera una copia de mi memoria, de mis recuerdos. Lo logró a medias, pero lo importante es que los conserva.

—Ah, creo que no estoy entendiendo —se escuchó decir a Ethan, pero ella lo miró de reojo.

—Oí a mi abuelo y a mi madre hablar el otro día, parece que hay un gran peligro rondando, y en caso de que así fuera, nos borrarán la memoria a mi hermana y a mí.

—¿Cómo dices? —otra vez alzó el volumen de su voz.

—Shh, escúchame —y ahora ella se acercó a su oreja— no estoy segura pero quiero pedirte que si eso llegara a pasar, y algo le pasara a mis padres y mi abuelo, por favor, cuando volvamos a vernos, recuerdame que Pockly tiene mis recuerdos, asegúrate de que el ave esté a salvo, pero si eso no fuese posible, prométeme que me ayudarás a recordar quién es mi familia, quien soy yo y de donde vengo. ¿Lo harías?

—Lurian... todo esto que dices... —La miró con una mezcla de gestos atentos y una sonrisa que expresaba absurdidad, pero ella estaba con una cara tan real y seria que él oprimió sus facciones—. ¿Estás segura? –—e dijo y se aproximó para apoyar su mano sobre la de ella, la visión fue directa allí.

—¡Por favor, promete que lo harás! —Ahora sí ella lo vio a los ojos, ambos se miraron de cerca.

—Por supuesto que lo haré, no permitiré que olvides quién eres... —El turquesa de sus trazados ojos infundía mucho más que fidelidad, y fue bastante estremecedor, así que ambos se soltaron—. No te asustes, tal vez todo sea una confusión...

—No lo es, mi abuelo nunca bromearía con algo así... —aludió tenaz en tono bajo.

—No entiendo mucho lo que dices, pero haré lo que me pidas... —sonó austero y responsable.

—Gracias, ahora me siento más tranquila... —exhaló acomodando su espalda en el asiento, pues la visión se fue hacia atrás y los amigos casi pudieron sentir esa calma.

—Sí, puedes estar tranquila. Aunque si perdieras la memoria, sería difícil hacerte creer que un humano es tu protector... —A pesar de su seriedad, Lurian notó por un segundo que, el hecho de hacer caber una broma, Ethan lo estaría considerando como una fantasía de una niña chiquita.

—Tonto, perderé la memoria, no la cordura. —Lurian volvió a enderezar el torso y él borró su sonrisa—. Debes creerme, no estoy jugando, ¿crees que porque tengo siete años no entiendo los riesgos del mundo adulto? Te equivocas. —Pareció enfadarse.

—No, Lurian, no te enojes —dijo divertido— admiro tu mentalidad, simplemente no quiero que estés preocupada, intentaba hacerte reír, pequeña. Si lo que dices pasara, sin duda me encargaría de que recordaras. —Estaba claro para ella, la veía exactamente como una hermanita menor, pero le agradó que, aunque probablemente para él fuera un juego, le siguiera la corriente aceptando su petición y que al menos no la contrariara opinando que todo aquello era una tontería.

Lurian miró hacia todos lados, no sabía qué sentir, y en cuanto quiso responderle amablemente, la música cesó, los bailarines se detuvieron y la voz del abuelo empezó a escucharse proveniente del trono.

—¡Queridos presentes, les agradecemos íntegramente por estar esta noche con nosotros festejando el cumpleaños de mis nietas. Ahora, por favor, recibamos con gratitud a nuestros reyes, Géntila y Abel Seráfica! —anunció potente y los aplausos comenzaron mientras se los vio llegar.

Los reyes entraron por la puerta principal y todo el mundo hacía camino colocándose al costado. Se veían sumamente elegantes, ella con un vestido largo y armado de terciopelo bordó; él con traje de hombreras en punta y extensa capa bordada en dorado y negro. Eran una pareja atípica pero solemne, bien recibidos por los presentes. Caminaron llevando en sus rostros unos finos antifaces con plumas hasta llegar al pie de la tarima, donde saludaron con emoción a sus hijas. La visión de Lurian mostró cómo Abel, su padre, la alzó en brazos, mientras Géntila abrazó a Bella.

—Feliz cumpleaños, hija mía. Espero que seas muy muy feliz —le dijo a Lurian.

—Gracias, papá, también deseo que seas muy muy feliz —contestó en el abrazo.

—Bueno, eso ya lo sé, pero hoy es su cumpleaños, así que todos los buenos deseos son para ti y para tu hermana —dijo con una entereza que extrajo su atención.

En ese momento, Géntila se acercó a saludar a Lurian, mientras Abel saludaba a Bella, de modo que, hermanas y padres quedaron abrazados en un círculo. El abuelo Joe, con gran sonrisa amistosa y de jerarca confiable, añadió en voz alta:

—¡Muy bien, ahora los invito a disfrutar de la velada, diviértanse! —y la música se retomó—. Jalil, ¿por qué no veo a Caifás por ningún lado? —La pregunta del rey llegó a la aguda audición de Lurian en medio del acurruco con su familia.

—Yo no lo he visto en todo el día, señor. 

—Bueno, supongo que otra vez no querrá participar de esta fiesta.

A continuación, pudo verse que Bella traía unos gestos animados tan notorios que podían apreciarse a través de su antifaz. Le tomó la mano a su madre y se la llevó a la pista como si quisiera bailar con ella para de paso contarle las novedades de sus sentires.

—¿Bailamos, señorita? —Le ofreció la mano su padre. Lurian sólo respondió aceptando, entonces la alzó y, sosteniéndola con un brazo, enlazaron el contrario como postura de baile.

Abel empezó a dar vueltas intentando entretener a su hija. En esa visión giratoria pudo verse a Ethan observar con hermandad desde su asiento, pero entonces, se lo pudo ver también a Unriam acercarse a decirle algo seguramente desafiante, a lo que Ethan no se echó atrás y se alzó para responderle. Eso la estaba preocupando y mareando, hasta que de repente, de uno de los senderos se los contempló llegar, eran sus altos y distinguidos medios hermanos, irradiando una especie de poder con cada paso que se enfatizaba con la singularidad de sus empilches. 

Ante su presencia, muchas de las jóvenes concurrentes se les allegaron entusiasmadas por llamar su atención como fan a sus ídolos. Sin duda eran apuestos, y envueltos en capas cian, pasaron cerca de los contrincantes para luego subir hasta colocarse junto a Joseph, pero fue suficiente para que Unriam cambiara su expresión corporal y le tendiera la mano a Ethan.

—¿Qué tanto vigilas a tu protector? —le preguntó su padre a Lurian, sugerente.

—¿Yo? No, no lo vigilo, estaba... —ella titubeó con sorpresa y él rió.

—Sólo bromeaba, hija, te noto algo preocupada... ¿Está todo bien?

—Todo bien, papá, sólo que... a veces me quedo pensando en el peligro que corremos.

Él detuvo los giros y la miró de frente. Se quitó el antifaz. Tenía unos ojos interesantes.

—No debes preocuparte, tenemos todo bajo control, mientras no salgan solas del castillo, todo irá bien. —Le sonrió infundiendo la mayor tranquilidad.

—Sí, ya lo sé, pero... —no pudo terminar la frase pues su padre la bajó, y acuchlillándose le dijo:

—A ver, hija, quiero verte sonreir hoy, olvídate de todo —le tocó la naríz y los dos se quedaron viendo, hasta que visualizaron a Bella llegar alegre a los asientos de la tarima—. Anda, ve a divertirte con tu hermana... y con tu protector —le guiñó el ojo y se alzó para marcharse.

—Pero, papá... —Intentó detenerlo.

—Sólo diviértete, te amo... —le dijo soltando su mano lentamente y perdiéndose entre la multitud.

—Yo también te amo... —expresó sin seguridad de que él la hubiese oído.

Allí parada entre los bailarines, a unos metros, lo vio encontrarse con su madre en un enlace muy romántico que perpetuaba el cariño que se tenían, y entonces, admiró esa imagen, deseó grabarla en su mente para que también se guardara en su memoria como una fotografía digna de recordar. Su padre era tan ducho, tan inteligente, alguien a quien admirar, que entendió la razón que tenía, no debía preocuparse, al menos no esa noche. De inmediato se dirigió a la tarima. Al parecer, Unriam bajó los sumos y estaban hablando sobre jugar a las escondidas. Ethan no estaba muy convencido, pero Lurian quiso hacer caso a la sugerencia que acababa de recibir de su padre.

—Sí, vamos a divertirnos, juguemos, Ethan, sólo esta noche —dijo entusiasta y, tras una pausa, él sólo pudo responder asintiendo con una batida de su flequillo.

—Bueno, parece que sólo ella puede convencerte —añadió rufián Unriam.

—Ahora que lo dices, es cierto —se quedó pensativa Bella. viéndolos a ambos con gesticulación de la sospecha típica que intentaba sacar de la exclusividad a sus propias vivencias —entonces vamos, pero esta vez Lurian cuenta.

—¿Yo, por qué?

—Así tu protector se relaja un poco y eres tú la que lo buscas, quiero decir, nos buscas... —dijo alocada y rió proyectando su risa sugestiva, mientras Ethan sólo pudo circunferir los ojos.

—Okey, pero no vale irse fuera del castillo —propuso Lurian.

—Prometido —contestó Bella, y ante las pautas de las hermanas, los dos protectores se miraron con reserva que encerraba enemistad.

Cada uno de los rostros, con máscaras y sin ellas, empezaron a deformarse en un sin fin de colores y retazos de sonidos agudos. Los espectadores amigos ansiaban ver lo que seguía. Dylan se quedó pensando en esa posible química de la niña Lurian y su protector que, al igual que Bella, había podido discernir, mientras Milena y Joel se quedaron pensando en Unriam, ella con ganas de ver más de sus escenas temerosas ante la presencia del Major, y él, sintiendo que era mejor comprenderlo, al mismo tiempo que Ámbar pensó en los padres de las gemelas, ¿qué tan bajo control tendrían todo?

Tras la oscuridad que ya se les estaba haciendo costumbre como un intervalo, apareció la imagen de la oficina de Joe con un rápido parpadeo que auspiciaba el artífice de un alma preocupada. El abuelo estaba sentado en su magno escritorio de espaldas al gran árbol posicionado como chimenea. Era de noche, estaba engalanado como en la fiesta. Debía ser la misma noche, un momento después.

—Muy bien, ya podemos hablar —dijo serio.

—He tenido una interferencia dentro de mí hoy, señor, necesito recuperar energía, algo no me permite proyectar. —La voz metálica del pájaro registrador salió de la visión.

—De modo que has venido hasta mí portando novedades, me sacas del cumpleaños de mis nietas, ¿y dices que no puedes mostrarme? ¡No puedo esperar, pájaro registrador, necesito saber ahora! —El rey estaba molesto, incluso golpeó sus manos contra el escritorio.

—Lo siento, Joe, no tengo fuerzas para mostrarle, pero puedo contarle. —La esperanza de saber pendía de un hilo que no podía desaprovecharse.

—De acuerdo, es cierto que también tienes esa función, entonces cuéntame ya. —Joe intentó sosegarse.

—He visto esta mañana a un miembro de la realeza en las afueras del reino... Mantenía una conversación con un acompañante, era científico, lo llamó "Tenerife".

—Espera, espera. ¿Un miembro de la realeza? ¿Y quién era? —se apresuró a preguntar con desasosiego ya que se suponía que había registrado peligro.

—El científico se dirigió a él como "Lot"...

—¿Lot? Jamás había escuchado ese nombre. —El abuelo se rascó la barba confundido.

—Tal vez sea un alias, señor, hablaban sobre un plan de asesinato.

—¡¿Asesinato dices?! —Rugió parándose de su asiento.

—No lo afirmo con seguridad, pero tengo un vago registro de que se hayan mencionado los nombres de las gemelas Lurian y Bella, algo sobre pasar al otro lado, algo sobre el reinado de Géntila y, asumir el reinado en alianza con el mal. —Al unísono que lo escuchaba describir su registro, se lo vio a Joe empalidecer y recuperar su apoyo sobre el asiento en cámara lenta.

—Pájaro, esa es una acusación muy seria, ¿estás seguro de lo que dices? —Esta vez lo preguntó sin exaltarse pero con los labios vibrantes de suspenso.

—Muy seguro de ese encuentro y plan de asesinato, Joe, pero luego me descubrieron y atacaron, por eso tengo dificultades, aunque no llegué a ver sus rostros.

—¿Dices que planeaban asesinar a mis nietas? —su tono de voz no manifestaba sorpresa como si fuera algo que ya venía prediciendo.

—¿A sus nietas?... Bueno, no estoy seguro, señor...

—¿No lo estás? Ay, pajarito, ¿y si tu energía se ha agotado? Tampoco es que ustedes hayan funcionado al cien por ciento —dijo severo y ronco—. Encontré los restos de ustedes destruidos.

—¿Arriesgará a su familia por la posibilidad de mi interferencia, Joe? —preguntó con una astucia que provocó una reacción determinante en el anciano.

—Tienes razón, pájaro, no puedo arriesgarme, gracias por tus servicios, iré ahora mismo a resolver esto —y atinó a dirigirse al mueble de la biblioteca que estaba sobre una pared.

—¿Qué hará, Joe?

—Redoblaré la seguridad, apresuraré mi plan de los recuerdos —comentó distraído hasta que se dio cuenta de que estaba hablando con una máquina—. Tú no te preocupes. "¿Por qué se preocupa un artefacto?", se preguntó con un pronunciado gesto de extrañeza—. Pero prepárate, pronto necesitaré ponerte a prueba como guardador de recuerdos.

—Lamento que eso no será posible, rey —dijo el ave, y Joe volteó.

—¿Qué dices, por qué no? ¿Se te ha dañado esa función?

—Ya me han utilizado para ese fin y guardo en este momento los recuerdos de alguien, o parte de ellos.

—¡¿Quién lo hizo?! —Joe se importunó.

—Su nieta, Lurian.

—¿Lurian? Pero... ¿Ella cómo sabía? ¿Por qué lo hizo? —preguntó, no se supo si al ave o a la nada.

—No lo sé, sólo lo pidió y yo se lo concedí a cambio de haberme rescatado.

—¿Ella te rescató? Ah, ¿te refieres a cuando fuiste atacado?

—Así es, y me curó también con caricias, además, fue amable conmigo, y me puso un nombre, me llamó Pockly, el sonido del viento sobre mi carcasa —comentó parpadeando varias veces como si su alma artificial sintiera de modo natural.

—Parece que eso sí lo recuerdas bien... ¿Pockly?... —murmuró burlón—. Bueno, desconozco el motivo de mi nieta para guardar sus recuerdos, a menos que ella supiera... De todas formas, deberé hacer cuanto antes lo mismo con Bella y Géntila.

—Eso mismo estaba a punto de sugerirle, señor. ¿Y cómo lo hará?

—Bueno, no sobrevivieron tus hermanos, pediré a mis científicos una opción B... —Joe volvió a colocarse frente a la biblioteca.

—¿Y cómo detendrá ese plan contra sus nietas, Lurian y Bella? —indagó y otra vez Joe volteó cavilando.

—Pockly, ahora que me dices que has conocido a Lurian, entiendo que te ha nombrado a su hermana Bella, y quizás cuando tuviste tu interferencia mezclaste las cosas, quizás esos dos no estaban hablando sobre mis nietas precisamente... incluso, cabe la posibilidad de que nisiquiera hablaran de asesinato... Uff, pensar en esa opción me aliviaría mucho —disertó sosteniéndose la frente.

—Se lo preguntaré una vez más, Joe, ¿va a arriesgarlas por mi posible falla? Además le repito, fui atacado por esos dos.

—Pedazo de hojalata, casi olvido que también eres analítico —refunfuñó y empezó a caminar de un lado al otro—. No, no lo haré, investigaré. Lo más urgente será lo de los recuerdos para ponerlas a salvo en caso de peligro. Lo haré ahora mismo.

—¿Ahora? Pero está en medio de una fiesta, Joe.

—No importa, lo primero es la seguridad. Pockly, si lo que dices haber visto es cierto, vaya fiestecita que tendremos —razonó irónico.

Una vez más Joe fue hasta el mueble, tocó uno de los libros acostándolo hacia adentro, y el empotrado se abrió de lado como un pasadizo secreto. Joe se perdió por allí y volvió al instante con un aparato triangular tecnológico futurista que cabía en su mano. Lo dejó colocado en el aire, era algo mágico ver cómo burlaba la gravedad, y después de tocar su centro con unos movimientos de dedos, el triángulo voló hasta la oreja de Joe y se añadió suavemente en ella.

—Sí, hola, soy yo, ¿cómo estás? —parecía una especie de comunicación telefónica pero dimensional—. Necesito que vengas al castillo, el pájaro registrador no funcionará... Así es, no funcionará. No, escucha, ¿recuerdas lo que lo tenías guardado como plan B, el mismo poder de borrado inmediato con recuperación de la memoria? —Quién estaba del otro lado le hizo dar irritabilidad a Joe—. Sí, me hablaste sobre los riesgos, pero no tengo... ¡No hay alternativa!... No, no me sirve mañana, necesito que sea ahora... Quiero tenerlo a mi alcance lo antes posible. Sí, esta noche. Es que tengo un mal presentimiento, necesito que sea esta noche. Bien, ¿podrás traer de paso las pócimas de vidas creadas? Ajá, tal cual te las he pedido. No, tal cual te las pedí... ¿Una hora? Está bien, pero no más, búscame sobre la tarima del salón. Mucha discreción con todo... Ah, y una cosa más, creo que es conveniente que vengas con el padre y el hijo, quiero hablar con ellos y darles de una vez estadía aquí. Así es, camuflados con otros guardias, ¿de acuerdo? No lo sé, tengo una mala sensación, eso es todo. Se me ocurre que puedo aprovechar la velada como distracción para que pasen desapercibidos. Te espero. Gracias, adiós. —Luego de la conversación, Joe volvió a guardar el artefacto detrás del mueble biblioteca.

—Parece que sí ha creído en mi palabra, señor —dijo el pájaro.

—Silencio, Pockly. Después de esto, intentaré tener tranquilidad y disfrutar de lo que resta de la fiesta. —Miró sorprendido del aparato que había sido capaz de inventar—. Buen trabajo. Descansa por hoy.

—Como ordene, Joe.

Qué manera más conveniente de presentar estos fragmentos escenificados como si algo o alguien, premeditadamente, hubiese elegido los eventos justos para darle un hilo conductor a la historia, sin embargo, los amigos se imaginaban que ante aquel cortocircuito que el ave había tenido al momento de copiar la memoria, la inteligencia robótica de su sistema habría sido capaz de seleccionar de manera prioritaria los momentos más significativos, aquellos de suma importancia dignos de no perderse. Estaban fabulados, y ya habían perdido la noción del tiempo dentro de aquel remolino de agua cristalina, pero no querían perderse nada, se hallaban atrapados en todo sentido por esta trama argumental que poco a poco se iba hilvanando. Entonces, comenzó a formularse el siguiente recuerdo.

—Siete... ocho... nueve... diez.... ¡Listos o no, allá voy! —Lurian estaba contando con los ojos cerrados, hasta que los abrió y se mostró un largo pasillo solitario y silencioso por el que comenzó a trotar.

Las paredes eran de piedra brillante y los pisos de un extraño mármol rosado. La visión mostró el movimiento de su andar acelerado, era evidente que aún estaba jugando a las escondidas y le tocaba otra vez encontrar a los demás. De aquel corredor, la imagen salió a una zona de muchos senderos, muy iguales a los que habían transitado los mismos amigos unas horas antes en el futuro. Mucho suelo terroso y vegetación verdosa abundaba por esos sitios. Buscaba a través de los árboles más grandes, exploraba por uno y otro sendero; uno corto le presentó otros dos caminos, al adentrarse por el más extenso del este cardinal, se le presentaron tres caminos más.

Así anduvo hasta que la visión se le convirtió en maraña confusa, y aunque probablemente ella conociera bien cada lugar, no pareció darse cuenta en qué momento llegó al final de un sendero, cuyo rincón tenía una especie de hueco mal disimulado por el que vio que podía pasar una niña de su tamaño. Quitó entonces el ramaje que lo cubría y gateó logrando atravesarlo con algo de esfuerzo que incluso le raspó y ensució un poco su vestido. 

Como había sido algo dificultoso, no creyó que alguno de los chicos lo hubiera intentado antes, pero cuando estaba por arrepentirse, al alzar la vista, ya del otro lado, se encontró afuera del castillo, al inicio del bosque, justo lo que había querido evitar. Terminó de salir para dar la vuelta y regresar, sin embargo, perpendicular se visualizó el puente de la entrada y muchos guardias custodiando. Los amigos, posicionados en esos ojos, casi pudieron sentir su pensamiento; si regresaba por los senderos, no sólo que se terminaría de arruinar la vestidura, tal vez se perdería y tardaría mucho más que si por el contrario, ingresaba desde la entrada.

Así fue que se apresuró por dirigirse a la alta puerta de la recepción y, un momento antes de llegar a ser vista, cinco figuras encapuchadas llegaron por el largo del puente avanzando hacia el castillo. Una iba por delante sosteniendo un cofre oscuro en sus manos, y detrás de ella, marchaban las otras cuatro como si la custodiaran. A Lurian le llamó la atención y se quedó espiando detrás de un árbol. De repente, volvió a mirar y no había cinco, sino seis figuras escoltas. 

Una más había llegado por detrás como escudera, sin embargo, tenía algo extraño a diferencia de las restantes; la terminación de su túnica no parecía la caída de una tela normal, estaba a penas humeante, lo cual no le dio una buena sensación y, al parecer, un desapercibimiento la caracterizó, ya que los demás no parecieron notarlo, tal vez por mantenerse serenos y no mostrarse perseguidos. Lurian se asomó un poco más y corrió hasta colocarse detrás de una columna.

—Soy Sarah Lux, científica personalizada de Joseph Seráfica. Vengo a traerle una encomienda, ellos son mis custodias —dijo la figura que traía el cofre.

Mostró una especie de identificación, pero al mismo tiempo se bajó la capucha y dejó ver a una mujer de unos treinta años, de rasgos asiáticos, con el cabello corto, rasurado por la nuca y un grueso mechón rosa que caía por lo alto de su cuero cabelludo. Traía sus achinados ojos negros delineados en forma de pétalos y una expresión responsable. Los dejaron pasar enseguida.

Lurian esperó unos segundos y luego fue hasta la entrada, le explicó al guardia que se había salido del castillo sin querer y le permitió la entrada sin titubeos. Al ingresar a la recepción de paredes flotantes, la visión mostró cómo los extraños visitantes ya habían alcanzado el interior del salón principal. Había silencio de este lado y la curiosidad la había invadido, así que decidió correr para ingresar a la fiesta. Abrió la puerta despacio y se metió rápidamente. En ese momento, el sonido y las luces la encontraron de forma abrumadora, pero vio a los visitantes caminar discretamente por un costado. Los presentes no parecían asombrarse, excepto la pequeña princesa que los seguía muy detenidamente.

Al final llegaron a la tarima donde se encontraban su abuelo y sus hermanos. Joe y la tal Sarah se dijeron algo en secreto, y de inmediato, los dos se apartaron detrás del alto respaldo del trono. Lurian se acercó un poco más atravesando a los bailarines, pero entonces, al focalizar la mirada, se dio cuenta de algo que le germinó una punzada oriunda tan onda que los cuatro amigos también lo sintieron en sus estómagos. Sucedía que sólo había cuatro escoltas, faltaba aquel extraño número seis de túnica humeante, no estaba por ningún sitio. No redujo su percepción a la creencia de haberse equivocado; real o no, aquella presencia era un mal augurio.

Desesperación que hizo olvidar su juego y no le permitió pensar en nada más que el peligro, entonces empezó a correr entre medio de la multitud, a empujar y hacer espacio para pasar, pero los adultos estaban tan plácidamente bailando y disfrutando de la velada que apenas la notaban. No sabía si era más conveniente ir con sus hermanos, o si primero buscar a su protector y a su hermana, o tal vez, encontrar a sus padres. Sí, allí los vio a lo lejos bailando. Debían ser ellos, debía avisarles lo que acababa de ver. Lurian intentó llegar pero había mucha audiencia y la luz anaranjada confundía los trajes mientras los antifaces volvían extraños los rostros. Entonces se llegó a ver a Géntila, tras un fuerte y sentido abrazo, desencontrarse de Abel y dirigirse a las mesas con banquetes.

Lurian gritaba imperativa, pero el sonido era alto, y ella muy baja entre los seres, de manera que pasaba bastante inadvertida. Se lo vio a Abel escabullirse en sentido contrario hacia los costados del salón donde comenzaba la floresta, y entonces, sin que nadie pudiese prevenirlo, sin que ninguno lo notara un segundo antes, y mientras su pequeña hija intentaba con todo su esmero advertirle, sucedió la peor tragedia que se quedaría grabada en su memoria para siempre, en la de todos en realidad.

Una silueta tenebrosa camuflada entre la vegetación, aquel ser encapuchado y humeante, avistado por la pequeña princesa, salió saltando de un árbol y, tomando a Abel por la espalda, le hizo un corte rápido pero efectivo en su yugular. En el momento en que caía al suelo desvaneciéndose, sus heterocromáticos ojos, por última vez abiertos, se cruzaron con los de su hija en una cámara lenta macabra y desoladora.

—¡¡Noooo!! ¡¡Papá!! —la niña gritó desaforada con un llanto desgarrador que pudo oírse a lo largo de todo el salón.

La música se frenó de inmediato y los presentes con sentidas quejas de horror, abrieron espacio para darse cuenta de la atrocidad acontecida. Géntila, al enterarse de la peor noticia, corrió hasta el inicio de aquel suelo terroso ensangrentado con otro llanto enclavado en su cara de dolor. Tras ella, llegaron los gemelos Major y Minor. Kemuel con ojos de venganza estaba a punto de atrapar al asesino, pero de repente, ante la vista de todos, el anónimo encapuchado, que con su cuchillo se había quedado en posición de ataque, comenzó a crecer de manera siniestra como una pesadilla, y su enorme túnica humeante se abrió con una onda expansiva que invadió la longitud del salón como una espeluznante sombra negra. Ante esta representación del mal inimaginable, todos los presentes empezaron a huir aterrados. Los amigos se cubrían los ojos sin poder soportar el malestar de aquellas imágenes.

—¡Rápido, deidades, refugiense ahora! —exclamó Joe uniendo sus manos como plegaria, y aquellas figuras luminosas que paseaban con armonía un momento antes, desaparecieron.

Muchos guardias acudieron de inmediato y se posicionaron con flechas en la mira, pero era difícil pensar en cómo embestir a semejante sombra. El Major alcanzó a Lurian y la alzó para llevársela, mientras el Minor intentó sacar a Géntila quien, abrazada a su esposo muerto, fue testigo de cómo su reliquia y ropaje se chamuscaron mientras que su materia se deshacía en polvo brillante y caía a la tierra formando flores blancas perladas alrededor. La muerte de un ser seráfico era una forma poética de despedida. La atmósfera adquirió un aroma espeso, asfixia prolongada en una tos severa de todos. El salón quedó invadido por la sombra mientras indivisos corrían despavoridos hacia afuera. Los gemelos temían por sus pequeñas hermanas.

—¿¡Dónde está Bella!? —le preguntó riguroso el Major a la pequeña Lurian.

—No lo sé, no lo sé... —repetía entre lágrimas—. ¡Encuéntrala, hermano, encuéntrala, por favor!

Mientras subían a la tarima para alejarse por el sendero detrás del trono, una voz fantasmal proveniente de la sombra, dio un anuncio sorpresivo:

—¡Su rey está muerto, esto es obra del señor Lot! ¡Ríndanse ante él y no sufrirán!

—¡¡Maldito!! ¿¡Cómo pudiste!? ¿¡Quién es ese Lot!? ¡Lo mataré! —rugía Géntila entre llanto mientras el Minor intentaba jalarla.

—¡Cuida tus palabras, reina, no querrás maldecir contra tu hermano! —aludió el espectro provocando un estupor irremediable.

—¡¡¿Qué?!!! ¿¡Mi hermano!? ¡¿Caifás!? —Géntila exclamó aborrecida.

—¡Oh, no es posible, mi hijo, su propio hermano, no es cierto! —gritó Joe desesperado.

—Ja, ja, ja. ¡Y ahora, se llevará a tus hijas también, entrégamelas de inmediato! —exigió la sombra.

—¡Jamás te entregaré a mis hijas, no te atrevas, maldito Caifás, ¿cómo pudiste hacerme esto?! ¡Monstruo! —No había consuelo para Géntila.

—¡Ha llegado la hora, rápido, baja al túnel y prepáralo, iremos tras de ti! —le dijo Joe desmoronado a Sarah Lux, y de inmediato levantó el asiento trono como la puerta que era, y la científica bajó, pero tras esa fuerza que utilizó para abrirla, cayó rendido y petrificado.

En ese momento, el Major estaba llegando junto a su abuelo con Lurian en brazos, cuando se escuchó a la sombra decir:

—¡Ya te tengo en la mira, no podrás escapar de mí, Lurian Seráfica! —anunció presagiando un nuevo altercado vil.

De su masa oscura salió una especie de nube negra en forma de brazo gigante; sus dedos eran largos y puntiagudos como garras tenebrosas con toda la intención de llegar a la princesa, pero entonces, justo en el momento en que el Major se antepuso, un gruesa soga de fuego envolvió aquel brazo y lo deshizo de inmediato, y a continuación, una manada de lobos compuestos de aire arremetiendo contra el cuerpo de la sombra. Era Ethan Kemblast que llegaba para detenerlo.

La tensión de sus dedos apuntando y su seria actitud leal con luminosidad en su reliquia destellada en sus ojos, expresaban esfuerzo. Lurian reconfortada vio cómo el Major sonrió aprobatorio y fue de inmediato a ayudarlo, al mismo tiempo que se les unía el Minor. Los tres comenzaron a atacar con los elementos. Ethan continuó con sus lobos, mientras Zadquiel hizo surgir un grande y salvaje oso de tierra reseca, y Kemuel, invocó a su magnánimo león alfa de grandes dientes, al simultáneo que los guardias lanzaban flechas envenenadas formando un círculo de espeso humo amarillo, sin embargo, la gran sombra no pudo ser derribada, y se comprimió escapando por uno de los senderos.

—¡No lo dejen escapar! —indicó el jóven Major—. ¡Abuelo, reacciona, encárgate de ellas! —le gritó soberano y el pobre anciano temblando se puso en pie.

—¡Vamos, hijas, bajemos por aquí! ¡Gen, hay que llevar a cabo el plan, lo haremos ahora mismo! —dijo, y en ese momento, Lurian observó pasar corriendo a dos asistentes humanos a los que Joe detuvo con su llamado—: ¡Ey, ustedes, serviles, vengan, por favor vigilen esta puerta, no dejen entrar a nadie! ¡¿Entendieron?! —Y los dos hombres asintieron entre su respiración apresurada.

—¡Pero falta Bella! ¿¡dónde está!? —preguntó preocupada Génilla.

—¡Empecemos con ustedes, luego iré a buscarla, rápido, bajemos ya!

Alejándose del panorama impío, Lurian junto a su madre y su abuelo, descendió por el túnel escondido que ocultaba el asiento trono, lo cual ya no era novedad para los amigos. Anduvieron por su largo camino hasta llegar al aposento rodeado de antorchas. Allí, sobre una mesa, pudo observarse a la científica Sarah organizando las cosas que acababa de sacar del cofre. Eran ocho finos contenedores con un líquido espeso, tres de ellos, al menos con la luz violácea del sitio, se percibían de colores boreales, mientras que los otros cinco tenían un contenido marmoleado en blanco y negro.

—Las pócimas están listas, Joe, las borradoras de plan B y las de vidas creadas —dijo Sarah.

—Bien, ¿han pasado por todas las pruebas, verdad? —Su dicción estaba temblorosa.

—Así es, Joe, pero...

—¿Y la señora Justicia ha dado su autorización, verdad? —continuó preguntando por medio del temblequeo.

—Sí, Joe, sí, pero debo decirle algo... Hay un inconveniente.

—Siempre lo hay. ¡Habla ya!

—Lamentablemente no logramos que las pociones borradoras fueran por once años.

—¿Cómo qué no? ¿Y entonces? —pudo verse su cara de desesperación a través de los lagrimosos ojos de Lurian.

—Mire, hemos extendido los átomos e iones del cristal de manera asimétrica en redes elementales, pero no hemos podido pasar la década como nos pidió —comentó Sarah—. Aún necesitábamos más tiempo para poder producirlo.

—¡Por favor, háblame claro! —rugió Joe.

—Sólo se borrará la memoria por nueve años, ¿entiende? Al finalizar ese período, la recuperarán... Lo mismo con su condición de ángel, inhibirán sus genes como sus alas para ser humanas sólo por este tiempo...

—¿Nueve años? Eso es antes de lo planeado, las niñas tendrán quince en el otro mundo, considerando que comenzarán sus vidas creadas desde los seis.

—Mire, si tuviéramos más pájaros registradores que pudieran guardar la memoria, tal vez podríamos haber usado la pócima borradora de once años, pero en una mezcla en proceso, que pueda hacer todo, borrar la memoria, inhibir su naturaleza de ángel y luego reactivar la memoria... Joe, me ha pedido demasiado —sonó obsesiva y cansada.

—Está bien, está bien, comprendo, ese tiempo que resta hasta su mayoría de edad, ya veremos cómo resolverlo, ahora debemos usar lo que tenemos, no hay tiempo que perder, empecemos con ellas, enseguida traeré a mi otra nieta... —habló Joe apresurado.

—Espere, señor, hay algo más que debe saber, las pócimas deben tomarse al mismo tiempo o no habrá efectividad en las relaciones y recuerdos familiares creados. Deben estar todos los involucrados o no habrá coherencia en la historia.

—¿Quieres decir que si mi nieta Bella lo bebe después, ellos no la reconocerán?

—Eso es lo que dije, señor, no habrá correlación argumental, serán desconocidos, mutuamente, y no le aseguro que todo pueda fallar.

—Oh, cristales, les he exigido tanto... —se lamentaba con un toque de agradecimiento—. Está bien, entonces iré a buscarla ahora —dijo y se dirigió a su hija y nieta tomándoles las manos y transmitiendo un temblor prominente—. Espérenme aquí, yo la traeré... —las mujeres no pudieron ni responder con palabras, la tristeza las invadía bruscamente—. Me apresuraré, las tres y los guardianes beberán esto en un momento... —y de repente notó esa ausencia—. Esperen, ¿y los guardianes? ¿Dónde están ese padre y hermano que te pedí, Sarah?

—¡No sé, Joe, cuando llegó esa sombra, desaparecieron, los perdí de vista, no bajaron aquí conmigo! —explicó Sarah.

—Oh, no, necesitamos que beban las vidas creadas del padre y el hermano. Iré a buscarlos también. Espérenme, no tardaré —dijo agotado y con mirada sudorosa.

Géntila hubiese querido desearle suerte y advertirle que tuviese cuidado, pero no le salían las palabras, sólo podía llorar sentada en un rincón abrazando a su hija. Una escena doliente, sin consuelo. En ese momento, antes de que pudiesen tener tiempo de preocuparse más, con la mente jugándoles en contra, se escucharon pasos rápidos y voces, la del abuelo que regresaba y otras que al parecer habían bajado también.

—Lo sentimos señor, no pudimos detenerlo —dijeron los asistentes que vigilaban la puerta.

—¡Joe, la sombra ha asesinado a más seres! ¡Es imparable! —Era Ethan, que llegaba con la voz llena de aire producto de haber corrido y gastado energía.

—Oh, eres tú, hijo, acércate, cuéntame más... ¡¿Has visto a mi nieta?! —preguntó Joe con gestos desorbitados.

—Major y Minor están con el ejército tratando de detener a la sombra asesina, y yo intenté buscar a Bella, pero no la he visto por ningún lado, ni a ella ni a Unriam. Si quiere puedo ir a buscarla nuevamente, sólo quiero pedirles que no salgan de aquí —dijo, y Lurian se limpió los ojos para mirarlo mejor.

—Comprendo, hijo, comprendo, pero esta situación es de vida o muerte, necesito encontrarla y encontrar a los guardianes seleccionados para... mi plan.

—¿Qué guardianes? ¿A qué plan se refiere, señor? —preguntó Ethan.

—Escúchame, muchacho —apoyó sus manos en sus hombros—. Mi hija y mis nietas corren un gran peligro, necesito esconderlas en el otro mundo, para ello, les borraré la memoria y les crearé una vida falsa entre mundanos, es por su seguridad —explicó, y Ethan miró a Lurian suspensivo y crédulo—. Se me ocurre que tú... —comentó entrecortado—. No, espera... Ya sé lo que haré —dijo expectante, elevando la mirada por encima de Ethan—. ¡Ustedes! —gritó, y los dos asistentes se miraron—. ¡Recuérdenme quiénes son y sus nombres, ya mismo!

—Yo soy Eleazar Caramés, y mi hijo es Alan, humanos, servimos en el castillo señor, somos jardineros —dijo el hombre treintañero de mediana estatura, tez cobriza y piel arrugada alrededor de sus ojos, a quien los chicos pudieron reconocer como el padre de Luna, y al joven como su hermano.

—¿Dónde está su esposa?

—La madre de Alan falleció hace años, señor —dijo, y el joven adolescente de unos catorce años bajó su mirada de ojos marrones claros.

—Conque humanos, eh... Muy bien, serán ustedes, ustedes harán esta misión, beberán la pócima y se convertirán en Cristian e Ignacio Devríes, padre y esposo, hijo y hermano.

—¡Esto es incongruente, Joe! ¡Ellos no están entrenados! ¡Además no son...! ¿Las involucrará con humanos? —gruñó la científica, mientras los asistentes se quedaron yertos.

—¡Sarah, no hay tiempo de ir a buscar a los guardianes entrenados, probablemente ya estén muertos! Necesito reemplazarlos, hay que completar el experimento, ¿acaso ves a alguien más aquí? —Lurian vio como su abuelo expresaba una cara de desesperanza que podría convencer a cualquiera.

—Haremos lo que usted diga, señor, pero no podré asegurar las consecuencias. Claro que al ser humanos no recibirán efecto de la inhibición de sus genes, pero ellos tendrán que tomar la responsabilidad que se ha firmado ante la Justicia con estas pociones.

—Si son parte de mis asistentes, confiaré en ellos —le dijo Joseph y se dirigió a los dos hombres—: Eleazar, Alan, prepárense... Están a punto de convertirse en una pieza de suma importancia para el reino.

—Pero, señor Joe, nosotros no sabemos qué tendremos que hacer —objetó Eleazar.

—No se preocupen, sólo beban una pócima que hemos preparado y el resto simplemente lo sabrán. —Padre e hijo se miraron entre sí inconclusos y asustados—. Vamos, Ethan, ayúdame con las chicas.

En ese momento, Géntila y Lurian se encontraban tristes y llorosas abrazadas en el suelo, al parecer no tenían fuerzas para ponerse en pie, y en ese estado de shock, sólo se dejaron alzar por el abuelo y el protector, respectivamente. Cuando Ethan ayudó a Lurian a ponerse de pie, le dijo:

—Tenías razón, pequeña, lamento haber dudado —Ella lo miró con ojos venosos.

—¡Vamos! Hay que hacerlo —dijo Joe determinante.

—¡Pero falta Bella! —Lurian insistió en el hecho.

—Armaré otro plan para ella, en cuanto pueda encontrarla, no te preocupes, volverán a reunirse —Joe intentó sosegarla con su idea—. ¡Sarah, procedamos!

—Bien, ellas deben tomar las pócimas borradoras primero —explicó la científica y les tendió a cada una un contenedor de color boreal—. Son dos sorbos, hasta la última gota. Sentirán un sabor salado pero refrescante. El efecto de borrado sucederá a lo largo de una hora para completarse, lo mismo ocurrirá dentro de nueve años, durante una hora recuperarán su memoria —dio indicaciones.

Madre e hija sostenían el contenedor con la mirada perdida y las manos tiritantes.

—Vamos, Gen, ¿lo harás? No olvides que es lo que hubiera querido Abel —se impacientó Joe.

—Lo haré, prefiero olvidarme de todo por nueve años, lo que siento ahora es insoportable, no sé cuánto podré resistir este dolor —dijo trágica e ida, entonces bebió hasta la última gota.

En ese momento, tras ver a su madre hacerlo, Lurian reunió valor y comenzó a beber de a sorbitos más chicos, y mientras lo hacía, no sacaba la mirada de Ethan quien también la estaba viendo suspenso.

—Señor, ¿Lurian se olvidará de mí, verdad? —se lo escuchó preguntar algo bajo, y Joe sólo le respondió con un apretón de pestañas que él no supo si recibir como lástima o rendición—. ¿Yo no debería ir con ella siendo su protector?

—Luego hablaremos sobre eso, por ahora estarán bien protegidas así, ocultas.

En cuanto volvieron a mirar a Lurian, ella con furia lanzó el contenedor contra una pared provocando su rotura en pedazos de vidrios. Nadie pudo decir nada ante la manifestación del trance de su dolor.

—Ya está hecho —dijo la niña limpiándose los labios con la manga de su vestido.

—Bueno... —exhaló Sarah—. Ahora los cuatro deben beber las pócimas de vidas creadas, esta será más dulce, pero algo seca —y les tendió el otro contenedor a ellas y a los asistentes.

Entonces, como inicio de una nueva etapa, el momento se selló con el líquido pasando por las gargantas de los cuatro. Aunque los dos suplentes no tenían idea de nada, no querían faltar a la desesperada petición del rey. Esta vez no hubo desquite de ningún tipo por parte de Lurian, sin embargo, los rostros estaban tristes y desolados al ver aquella mesa con otros tubos de las dos pócimas sin ser bebidos. Los cuatro amigos espectadores, pudieron sentir la misma amargura. De inmediato, Joe indicó que debían ir rápido al portal del bosque para pasar al otro mundo; tenían una hora.

—Sarah, ¿te encargaste de los arquitectos, del país, del barrio, del idioma, de la escuela y del trabajo, de los recuerdos falsos, te encargaste de cada detalle del decorado, verdad? —preguntó apresurado.

—Claro que sí señor, eso ya está listo desde hace meses. Usted mismo lo revisó con Abel.

—Sí, sí, buen trabajo, Sarah, eres mi mejor científica. Te recompensaré por todo esto. Quédate aquí con Ethan, yo los acompañaré al portal, el de mi oficina de Corte Real sería más apropiado, pero no puedo arriesgar a que nos vean y profanen mi lugar más sagrado, no les daré entrada, deberemos ir al pasaje del acantilado, tendremos ventaja si salimos por el atajo hacia el bosque.

—¡No, Joe, por favor, déjeme ir, sigo siendo su protector! —suplicó Ethan refiriéndose a Lurian.

El abuelo aceptó rápidamente, no podía pararse a pensar, entonces se marcharon. De la pared final del aposento, una puerta secreta se asomaba desde unas rocas sobresalidas, era un atajo que llevaba afuera del castillo, hacia la fronda sideral. Cuando salieron tras una rocosa escalera, se escuchaba la naturaleza latente y lejanos gritos desesperantes. Intentaron mirar hacia arriba avistando a la asesina sombra, pero en su lugar había un clima de desamparo extremo que podía sentirse por toda la espina dorsal. Caminaron rápidamente hacia la profundidad del bosque. De repente...

—¡Bella! —gritó Géntila—. ¡Era ella, la acabo de ver correr en esa dirección, lo juro, vamos a buscarla, por favor! —comenzó a gritar y a llorar desquiciada.

—¡Está bien, está bien! Vamos hacia ese lado, tranquila, guardemos silencio —consideró Joe.

Pero entonces, en el momento en que se dignaron a avanzar hacia ese lado, toda la luz que regalaba la noche se ensombreció con aquella espesura maléfica posicionándose sobre lo alto de los árboles. Ahí estaba otra vez, la sombra negra asesina tapando la tranquilidad de la naturaleza y sus susurros ancestrales. Los transeúntes se detuvieron agarrándose unos de otros, y la visión de Lurian presenció cómo detrás de ella surgían ataques con los elementos y armas de fuego. Eran sus hermanos y los soldados que luchaban contra esa fuerza oscura. De pronto, un grito de niña como un eco escalofriante que pronunciaba "mamá" se fundió con otro de niño que pedía "ayuda", y pasos acelerados provinieron de aquella dirección acentuando el llamado de socorro.

—¡Ahh, ayuda, por favor! —El grito era agudo y aterrador.

—¡¿Es, es Unriam?! —lo notó Lurian.

El protector de su hermana llegó corriendo y se sostuvo de Géntila lloriqueando escandaloso y disoluto.

—¡La atrapó, la tiene, la perdí de vista, lo siento, lo siento mucho! —estaba desmoronado y su reliquia en forma de nudillo no tenía nada de luminosidad.

—¡¿Qué dices?! ¡¿Quieres decir que atrapó a mi Bella?! ¡¿Qué clase de protector eres?! —Géntila se puso maniática sacudiendo a Unriam de los hombros. Ethan y Joe se abalanzaron a separarlos, pero Géntila se soltó y corrió hacia aquella dirección llamando a su hija.

—¡Gen, espera! —Joe amagó a detenerla con alguna forma hecha de elementos, pero probablemente también quisiera ir a ver qué pasaba con su nieta, de manera que todos la siguieron.

—¡Nooo! ¡Noooo! ¡Noooooo! —el desgarrador grito de la reina perpetuó un sonido aturdidor lastimero de los tímpanos, grabándose para siempre en la mente de quien lo hubiese escuchado.

Cuando llegaron detrás de ella, vieron la ironía de unas hermosas flores blancas perladas sobre la tierra, simbolizando lo más perturbador para cualquier madre. Debió ser el rastro de Bella. La había asesinado también, o al menos eso creyeron todos, por lógica no había dudas, era el sitio por el que su madre la había visto correr, pero lo que en verdad los convenció fue encontrar restos de su reliquia tiara chamuscada, sólo un borde con la última piedra preciosa en pie, hundida en la tierra. Lurian llegó a abrazar a su madre y acompañarla en el llanto. Unriam cayó de rodillas algo desmayado de la impresión, Ethan lo sostuvo.

—¡Ya has que me olvide, por favor, has efecto, quiero olvidarme de todo, no soporto este dolor! —refunfuñaba la reina metiendo sus dedos por lo alto de su cabeza.

Lágrimas mezcladas con el maquillaje caían negras por los pómulos de la infortunada Géntila. Su vestido de fiesta estaba embarrado y su peinado como un despeluche, aunque peor estaba el de Lurian, con su vincha a punto de caerse. Al darse cuenta, se la quitó, y mientras su madre lloraba, también le quitó su pulsera de anillos, la deslizó suavemente por sus dedos.

—Por favor, abuelo, guarda nuestras reliquias, no es digno usarlas si mi hermana ya no puede llevarla. —Fue más un acto de luto.

—Pero... hija... —esbozó entre lágrimas.

—Tampoco las necesitaremos en el nuevo mundo. ¡Por favor, guardarlas! —gritó intentando ser fuerte y le dio las tres reliquias en aceptación de su pronto destino—. ¡Ya llévanos al portal!

El anciano no pudo ni responder, sólo tragó saliva al ver la expresión de ella, que sería de una clemencia terrible. Escondió las reliquias en un bolsillo interno de su chaleco. De repente, explosión; rocas y neblina encontrándolos de frente. Lurian corrió nuevamente al lado de su madre. Rodando y recuperando la estabilidad, apareció el Major que acababa de recibir respuesta de la sombra tras atacarla de alguna forma increíble. Unriam recuperó su estabilidad y salió corriendo. El Major miró toda la escena elevando su mentón, como una llegada triunfante.

—¿Qué hacen aquí? Deben esconderse. —Miró principalmente a Ethan con ojos rabiosos.

—Hijo, ¡qué bueno verte! Haremos el plan que creó tu padre, ya bebieron las pócimas, los cuatro deben llegar al portal del acantilado —explicó Joe.

—¿Y Bella? —preguntó el hermano, pero nadie pudo decir palabra, sólo negar con la cabeza. Al Major se le volvieron negras las pupilas.

—Crearé un águila gigante de troncos macizos, para sobrevolar la sombra, por favor, tú danos envión, mi energía está desconcentrada y, considerando que soy un viejo, no sé cuándo pueda conseguir.

—¿Un águila? —sonó a poca cosa comparada con la ansiedad vengativa que traía encima, pero al contemplar su rostro afligido, no podía desmerecer al abuelo—. Está bien, hazlo ya —dijo bellamente grave y antipático.

El abuelo Joe se remangó y una arcaica reliquia en forma de reloj pulsera pudo verse desplegar brillo al mismo tiempo que extendía sus brazos hacia arriba. El animal comenzó a surgir. Era un enorme águila con alas anchas y rectangulares, y un regazo suficientemente grande como para montarlo. Mientras lo creaba, Ethan se mantuvo alerta de no ser vistos por la sombra, tenía preparada su espada brújula, y al mismo tiempo, el Major también extendió sus manos sacando alguna soga o fuerza de aire que las atrajo a su madre y hermana, alejándolas de las sepulcrales rosas perladas, y las subió al ave. Lurian quedó al frente y Géntila justo detrás.

—¡Ya viene otra vez! —Señaló Ethan.

Rápidamente, el Major hizo lo mismo con los dos asistentes, no esperó a que abandonaran su vacilación y corrieran por su propia voluntad, los empujó y subió con su fuerza de aire y un neutral entrecierre de ojos.

—Sube, abuelo, les daré envión —le dijo y también lo empujó hasta sentarlo último—. Tú sigues, Kemblast —lo arrastró para subirlo primero, delante de Lurian.

—¡Pero, Major, la sombra...! —se manifestó Ethan mientras no pudo evitar ser inducido por esa fuerza tan clara que salía del enérgico enigmático.

—¡Yo la detendré, tú asegúrate de que atraviesen ese portal sanas y salvas! —le indicó radicalmente iracundo, con una mirada heroica.

A continuación, el Major extendió más sus brazos y les dio todo el envión de aire que pudo hacia arriba y adelante, de manera que el águila comenzó a volar alejándose de la sombra que ya estaba casi sobre ellos. Amuchados unos a otros al gran animal confeccionado bajo el control de Joe, planearon remontando la altura. Desde allí arriba pudo verse la enormidad de la sombra, ocupaba un espacio considerable del herbaje, tenía muchos brazos gigantes de nubes negras atacando y evadiendo. Parecía no percibir la huída en marcha.

Traspasando las arboledas, llegando a la costa del imponente lago, rodéandolo un buen diámetro, una seguidilla de acantilados iban apareciendo en demasía formándose con la misma ribera que subía empinada como montañas. Estaban cerca de llegar a un peculiar árbol de tronco, ramaje y vegetación de colores nítidos entre el amarillo brillantino y el dorado, como una pintura fresca, sólo faltaba atravesar una parte de bosque más que se anticipaba a la abrupta vertical en pendiente. 

Aquel sitio, aunque a simple vista estaba a la deriva, no podía ser utilizado por cualquiera como portal de mundos, sino por aquellos miembros de la realeza que tuviesen el suficiente poder y aprobación con la Justicia para hacerlo, pues la Justicia del lugar estaba formada a semejanza de los valores practicados e infundidos siendo la deidad clave de aquel reino. Claro que los espectadores amigos aún desconocían todo asunto espiritual, pero ya podían ir haciéndose una idea.

Resultó que Lurian, agarrada de la espalda de su protector, volteó en el momento justo para ver y mostrar cómo su abuelo, apenas visualizó el árbol, extendió la mano que portaba su reloj y apoyó la otra por encima. Un poder invisible salió de allí, cuando hizo aparecer una indescriptible espiral áurea, giratoria y chispeante sobre el tronco, lista para ser atravesada. Los amigos espectadores la reconocieron, era igual a la que los había traído a este lugar. 

De repente, cuando la esperanza de un nuevo comienzo estaba a punto de ocurrir, una de las manos de la mortífera sombra, los alcanzó, y cacheteó al águila provocando que Joe, quien la creaba, se desestabilizara y comenzaran a caer todos, pero antes de que perdieran el vuelo completamente, deshizo al ave y utilizó su última energía para sostener a cada uno con cuencos de aire, de manera que la llegada al suelo fuera suave y nada dañina.

—¡Nos ha visto! ¡Rápido, corran hacia el portal! —gritó Joe tendido en el suelo, señalando el camino por el bosque que los encontraba nuevamente a pie.

—¡Adiós, abuelo! —expresó Lurian, viéndolo en el trote de su correr inducido por el impulso de Ethan, quien la tomó de la mano para llevársela.

—Adiós, hijas mías... —dijo Joe en un suspiro, viendo cómo su hija no decía palabra alguna de despedida, sino que se alejaba con ojos tristes y devastados—. ¡Que el bien vaya en su camino! —añadió para sí.

El gran espectro nubarrón comenzó a deslizarse hacia el lugar dónde acababan de caer. Era atacado, desde lo que sería su espalda, con formas o animales hechos de algún elemento y las balas o flechas del ejército y, si bien lo debilitaban, nada parecía ser suficiente para detenerlo. Persistente quería atrapar a Lurian, como ya lo había hecho con Bella. El correr extremadamente apresurado estaba haciendo sentir muy nerviosa a la pequeña princesa, pero no podía mirar atrás, debía seguir avanzando. El árbol estaba muy cerca, las siniestras extremidades de la sombra se estaban estirando lo más que podían para alcanzarla. Una punta rozó el vestido celeste de Lurian. Pegó un grito, Ethan detuvo el paso, con envión la colocó en el suelo y le tiró al monstruo una ventisca de fuego ardiente como barrera con fuerza sobrenatural.

—¡Corre, Lurian, corre!

Los corazones acelerados de los amigos dentro del remolino proyector no daban consuelo. Ella se alzó impulsada por la intensidad de su voz. Corrió lo más rápido que pudo. Volteó para descubrir que Ethan estuviese bien. Por suerte había creado una altísima llamarada que le dio tiempo de evadir a la sombra y salir disparado.

Géntila y los asistentes llegaron primero al árbol. La visión de Lurian mostró lo indecisos que estaban cuando se arrimaron a la espiral.

—Después de ustedes —les dijo la reina pero ellos se miraron poco convencidos—. ¡Háganlo ahora! —les gritó mientras su hija y protector ya casi llegaban.

Los dos asistentes obedecieron. Primero Eleazar, el padre, se introdujo sin soltar la mano de su hijo; la inducción del abismo giratorio los sorbió a ambos, pero en ese momento, Alan, sin querer, se agarró del brazo de Géntila, lo que provocó que rápidamente también fuera arrastrada.

—¡Mamá! —expresó Lurian asustada.

Su madre desapareció al otro lado del portal. La sombra era imparable. Ya había evadido aquel fuego de Ethan y estaba estirando nuevamente otra de sus extremidades. Estaba por atraparlos. Ella corría y giraba la cabeza para ver qué tan cerca les llegaba. Ethan corrió por delante de Lurian, para tirarla de sus manos unidas. Cuando por fin llegaron frente a la espiral, frenaron el trote. 

La sombra estaba justo detrás de ellos. Él la enfrentó cubriendo con su espalda a Lurian. Hizo surgir su típico lobo y lo controló para llevarlo a morder con tenacidad aquella mano, dándoles unos segundos de ventaja. Entonces él volteó, miró con sus grandes ojos a su pequeña protegida, con una expresión que intentaba decir mucho pero no llegó a pronunciar nada y, sin alternativa de algo más que poder hacer, la empujó hacia la abismal espiral chispeante.

—¡Ethan! —gritó— ¡¡Ethan!! —gritó más fuerte mientras se perdía por un túnel de mil colores y velocidad incontrolable.

Era un grito doliente que aprovechaba para sacar su dolor por sus inevitables pérdidas, y por no saber si al final él y los demás estarían bien bajo el acecho de aquel monstruo. Era un sufrimiento límpio y despiadado que los cuatro amigos pudieron experimentar en su sangre. El túnel se cerraba en aquella despedida y giraba perspicaz hacia la prometida y riesgosa nueva vida.

Ojalá pudiesen haber visto más, pero las volteretas de aquel abismo comenzaron a fusionarse con las del remolino de agua espejada, entonces, supieron que se había acabado, eso era todo, el torbellino traslúcido que los envolvía se sosegó lentamente, dejando a la costa y al lago con una calma insospechada del reciente revuelo proyectado, excepto por el artefacto en forma de pájaro que permaneció prendido como vivo frente a ellos, con las alas extendidas descansando en el aire y un leve flote.

Las pestañas de los cuatro estaban extendidas, sus respiraciones a punto de explotar de sus pechos, y sus gestos manifestando toda sensación de incertidumbre. Realmente había centellado en sus desprevenidos ojos la empírica cosmogonía. Sin saber qué decirse, sus mentes eran tan turbulentas que se inclinaban a creer que los engañaban con escenarios de maravilla y catástrofe. La mañana estaba saludándolos con el sol asomándose en el horizonte como un inmenso y hermoso, pero abrumador, paisaje reflejado. Al igual que la niña Lurian, los cuatro se preguntaban, "¿qué nueva vida les esperaba después de esto?"



¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!

CONTAME QUÉ PENSAS SOBRE ESTE PASADO 

ESTAMOS LLEGANDO A MOMENTOS CRUCIALES, TE INVITO A CONTINUAR.

NO TE PIERDAS LO QUE LES TOCA A LOS AMIGOS EN EL SIGUIENTE CAPÍTULO ---->



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro