Parte 1.1: Examen_de_ingreso.txt
"La tecnología dejó de ser una herramienta más del hombre para transformarse en un terreno habitable"
Año 2080
TODO EMPEZÓ hace algún tiempo atrás.
Era mi primer día en la universidad de ingenieros y ya tenía mi primera dificultad: llegar.
Me había despertado muy tarde (por una fiesta clandestina que había tenido la noche anterior. Aunque, debo admitirlo... valió la pena. Por suerte mis padres no estaban en casa o hubiera estado en graves problemas)
Debía estar presente a las 8:00 am, y ya era casi ese horario y yo aun estaba a ocho cuadras. Corría como un demente; cargando un cuadernillo y una birome.
Debía estar presente a las 8:00 am, y ya era casi ese horario y yo aun estaba a ocho cuadras. Corría como un demente; cargando un cuadernillo y una birome.
Llevaba esos artículos porque los necesitaba para rendir el examen que decidiría mi vida. Y no era una exageración, realmente lo haría.
La universidad de informática (a la que yo deseaba asistir, más que nada en el mundo) obligatoriamente tomaba estos exámenes a cualquier postulante a carreras en informática. Puesto que estas eran las carreras mas importantes en la actualidad, ya que aquellos que se recibieran de ésta, tendrían la oportunidad de trabajar en la manipulación del "Cyber-world".
El Cyber-world era la red virtual con la cual nos conectábamos en la actualidad. Para la gente común, nuestro internet moderno. Este cyber-mundo tenía el aspecto de una ciudad común de principios de siglo; como edificios, negocios, etc.
Accesabamos allí con unas gafas llamadas "Glasses_VR"; se veían como lentes de descanso visual comunes, todos eran así excepto por los colores; había de todo tipo en ese sentido. Al ponérnoslos ya estábamos en el interior del Cyber-world, en realidad versiones digitales de nosotros, algo así como avatares que controlábamos con muestra mente; y teníamos al alcance de nuestras digitales manos todo lo que quisiéramos. Por ejemplo: si necesitabas un libro (de cualquier clase) sólo debías ingresar las coordenadas en el aparatito y de inmediato aparecías en una gigantesca biblioteca con la más grande variedad de libros que existen. Cuando obtenías el que buscabas se lo entregabas a la bibliotecaria (la versión digital de una mujer real, para ser exacto) y te lo entregaba, para luego imprimirlo con una impresora 3D o sólo obtener una descarga digital a un smartphone.
Y así se tenía disponible miles de funciones, desde búsqueda de información, ventas, hasta juegos para matar el tiempo. Tal y como era el internet en décadas pasadas, pero mejorados. Era la maravilla de la ingeniería informática.
Claro, pero podías trabajar en la programación de esta ciber-ciudad sólo si eras ingeniero, y eso sólo sucedía si en el examen obtenías una calificación de ochenta o más; y era bastante complicado.
El examen consistía en resolver 10 ejercicios de álgebra y diez de programación básica y la nota se promediaba.
En cuanto programación, me destacaba en ello, de hecho me sentía como pez en el agua al programar, mis padres me decían que tenía talento natural para ello; y algunos no tan buenos amigo me decían que yo podría ser un gran hacker, pero no ese no era mi terreno. Los hackers eran simples delincuentes y yo no quería ser eso.
Como decía programar era mi talento, pero álgebra... esa era otra historia. Desde niño siempre fui malo en matemáticas y a los dieciocho años, aun lo seguía siendo. En la secundaria, siempre hallaba a alguna chica intelectual que me ayudara; no me era difícil convencerlas, mi rostro y mi carismática personalidad bastaba para que me pasaran las respuestas, ya sea en un examen o para un trabajo práctico.
Sabía que en lugar de haber salido ese día debía de haber estudiado, pero bueno, era bastante vago.
Lo peor era que se tenía prohibido tener acceso a internet común o al cyber-world, durante los exámenes, ya que según los ingenieros, debíamos demostrar nuestros conocimientos sin necesidad de los aparatos electrónicos. Por eso llevaba birome y cuadernillo.
En lo personal, eso me era bastante molesto, teníamos avanzada tecnología a nuestro alcance y debíamos seguir usando los obsoletos lápiz y papel, como si viviéramos en el año 2000. Rayos, era el 2080, ¡por favor!
En fin, de igual manera, si quería ser parte de aquella universidad, debía adaptarme a ello.
Pegué una carrera, al ver que el edificio de la universidad ya se podía ver.
Este edificio no era nada fuera de lo común, recordaba un poco al antiguo estilo arquitectónico de décadas anteriores; era grande sí, un enorme edificio que ocupaba dos o tres cuadras, pero era bastante común de forma rectangular. Algo que no contrastaba para nada con el resto de edificios de la ciudad en la que da hallaba; pues Virtuix city -asi era el nombre- tenía edificios con raras y curiosas formas ovaladas, triangulares, entre otras; al mejor estilo abstracto.
Todo por obra y gracia de las impresoras 3D; sólo debías dibujar en ella el diseño de casa que querías e imprimirlo, el costo no era muy grande. Cualquier familia clase media podía costearse una sin problemas. Gracias a ellas, Virtuix City era muy próspera.
Un paso más y había llegado a la cuadra correspondiente a mi futura facultad. Una sonrisa se había dibujado en mi rostro, pero se borró al instante, al ver que, para mi mala suerte, había una fila kilométrica. Aunque, no debía sorprenderme puesto que las carreras en informática eran las más codiciadas. Pues con la creación del Cyber-world y, con el uso de las impresoras 3D, varios trabajos se habían vuelto obsoletos hasta desaparecer.
Resignado, ocupé mi lugar, tras un chico, en la larga fila.
Al poco rato, dos chicos llegaron. Una chica y un chico, para ser exacto.
Sin embargo, la chica fue la que se llevó toda mi atención; una rubia despampanante de ojos azules, rostro angelical, mini cintura y piernas perfectas, que aparecían de debajo de su falda larga. Incluso el sol parecía cooperar con ella pegando en su cabeza y haciendo iluminar su rubio cabello.
No había chica más guapa y no podía dejar de mirarla.
Tan distraído estaba, que no había notado que ella me hablaba.
-... Disculpa, ¿esta es la fila para rendir el examen? -había preguntado con voz dulce y melodiosa.
No sé como, pero al menos había logrado oír esa parte.
-¿Eh...? Sí, es acá -contesté torpemente.
La chica sonrió, creó que se había dado cuenta de mi distracción. Aunque no me lo mencionó
-Gracias -la rubia se dirigió al chico que la acompañaba y le murmuró algo que no escuché muy bien. Luego se volvió hacia mí y continuó-. Por cierto, mi nombre es Moon.
-Vaya, lindo nombre -dije con tono seductor, pues esa chica no me la perdería. También me presenté-: Yo soy Elliot.
-Gracias -contestó ocultando un leve rubor. Luego se acercó al chico a su lado; por primera vez, lo mire con atención; lentes gruesos, camisa a cuadros, pantalla de vestir, y espalda encorvada. Sólo había una palabra que lo definía: nerd-. Él es Judd, es mi hermano.
¿Hermano? ¿Era en serio? ¿El nerd? Vaya sorpresa que había sido esa, aunque no sería la única que tendría.
Decidí dejar de sorprenderme y saludarlo, así que extendí mi mano. Sin embargo el muchacho no me respondió, sólo se quedó allí detrás de Moon.
Ella, al notarlo, le dio un disimulado codazo al chico y le murmuró un "saluda".
Fue entonces cuando el chico se me acercó y apretó mi mano.
-M-mucho gusto -musitó.
-Igualmente -le sonreí, en gesto de amabilidad.
De nuevo se comprobaba mi teoría de que uno de los dos debía ser adoptado.
-Lo siento -se disculpó ella-, mi hermano es algo tímido
«Antisocial, diría yo», dije para mis adentros
La fila empezó a moverse en ese momento. Así que tuve que darme media vuelta y avanzar con ellos.
-¿Para que ingeniería estas?
La pregunta llegó de detrás de mí, se trataba de Moon, otra vez.
Me giré y respondí con orgullo:-Informática
Ella volvió sonreír, eso me encantó. Moon realmente se veía bellísima sonriendo.
-Vaya, yo también -exclamó.
Una nueva sorpresa; por su vestimenta y su belleza en general dudaba un poco de su intelecto. Preferí no decírselo, o se ofendería. Soló le dije un " que bien".
Sin embargo, el tal Judd, si parecía de los "geniecillos". Tenía toda la pinta de serlo.
-Tú estas para lo mismo... supongo -dije al tímido chico.
Judd se acomodó las gafas y respondió:
-A-así es.
En la secundaria no habría dudado ni un minuto en burlarme de un chico así, pero, en este caso, hice una excepción.
No sabía si lo hacia porque estaba madurando o porque no quería causarle una mala impresión a Moon. Aunque aún me inclino a que era más por la segunda.
Miré por sobre el hombro de Judd; detrás la fila era gigante, pensé que íbamos a ser los últimos, pero no fue así. La concurrencia ese año había crecido bastante a comparación de la anterior.
-¿Mucha gente, no? -comentó Moon, al notar mi gesto de asombro.
-Sí, bastante -respondí, volviendo la vista a ella.
-Es por la baja en carreras. La informática sigue evolucionando día a día, y cada vez más empleos desaparecen. No me sorprendería que dentro de poco todo sea hecho sólo por máquinas.
Sólo con la cabeza asentí en respuesta.
Tenía toda la razón. Con el pasó de los años incluso la medicina había dejado de ser una carrera importante.
Las dudas con respecto a su nivel de intelecto comenzaron a alejarse. Ella no era solamente un rostro bonito.
La fila volvió a avanzar. Ya estábamos en el interior de la universidad.
El interior del edificio no era nada especial, tampoco. De hecho, era igual a la fachada. Recto, sin nada peculiar que destacar. Tal y cual sería el interior de una caja de fósforos. Un cubículo de tamaño grande. Sólo con uno o dos cuadros colgando del rector.
Continuamos avanzando; esta vez, comencé a sentir nervios.
Jamás en los dieciocho años de vida que llevaba había sido un tipo lo nervioso pero en ese momento...
-Siguiente grupo, ingrese por favor -habló una mujer de rostro avinagrado, cuerpo excesivamente delgado y voz chillona. Se trataba de una vieja ingeniera que llevaba allí casi desde que la universidad se había fundado.
La mujer se perdió al interior del aula.
Para mi desgracia, el grupo que mencionaba resultaba ser el mío.
Entraban en total treinta alumnos a rendir y justamente se cortaba el número hasta mí.
-Suerte -me deseó Moon, con voz dulce.
Yo sólo le sonreí levemente, necesitaria mas que suerte. Ingresé con la cabeza gacha y pasos lentos, como si fuera un condenado a muerte en camino a la horca.
No estaba siendo dramático, pero mi vida se definía allí, si aprobaba vería mis sueños hechos realidad, pero si reprobaba. Adiós a todo.
La puerta se cerró tras de mí y tomé asiento frente en uno de los pupitres. El examen ya estaba allí.
-Tienen una hora exacta para resolver el parcial ¡Comiencen! -exclamó la ingeniera de rostro avinagrado.
Todo dependía de mí y mi cerebro.
Miré la hoja del parcial. ¡Dios! ¡Sólo esperaba que mi cerebro cooperara!
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Hola este es el primer capítulo de esta historia, tarde porque simplemente no tenía inspiración para escribirlo. Esto aun es un borrador así que puede contener algunos errores de tipeo.
Si les ha gustado voten y comenten , gracias.
PD: La frase de arriba no me pertenece, la obtuve de una nota periodística
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