Año 4019

Sebastián es un inventor que con tan solo diez años ha logrado crear a los Element Bert una clase de robots muy particular que poseen la habilidad de controlar elementos naturales que posee el planeta tierra, ahora cumple diecinueve años y después de presentar a su nuevo prototipo será reconocido como una de las mentes más brillantes de su generación.

Los Element Bert pertenecen a cuatro grupos que trabajan de forma separada, en el año 3000 la sociedad y estado de la tierra cambio por completo, los humanos pasaron de ser una raza básica a una mucho más avanzada capaz de usar todos los recursos de su estrella de origen para así explorara la galaxia. Actualmente los proyectos de la humanidad se central en encontrar más elementos como los de la tierra en otras estrellas para poder aprovecharlos a su beneficio y pasar al siguiente nivel en evolución.

—¿No está prohibido? —preguntaba Joseph, mejor amigo de Sebastián.

—Es por el bien de todos —alegó el muchacho tomando uno que otro instrumento plateado de la repisa que había en aquella habitación.

El nuevo Element Bert 2.0 había sido bautizada con el nombre de Elena, tenía forma humanoide casi indistinguible a un humano real y había sido creada por Sebastián usando un elemento prohibido para su construcción.

El Metalcontrol es una memoria base que le es insertada a los humanos comunes al nacer, en ella se almacenan pensamientos, sentimientos y emociones cuyos datos son grabados en una especie de tarjeta insertable que puede ser retirada de la persona cuando esta deja de existir, si bien los humanos todavía no habían encontrado la forma de ser inmortales estaban muy cerca de hacerlo almacenando prácticamente todo su cerebro y parte de su alma en aquella tarjeta, la misma que había usado Sebastián para transferir los datos de una persona muy importante para él que necesitaba volver a ver.

Elena representaba para Sebastián no solo el hecho de haber recuperado a una persona importante de su vida, sino también la reencarnación creada artificialmente por la mano de un humano; lo último era razón suficiente como para alejarla por su seguridad.

En una sociedad tan desarrollada como la actual un descubrimiento de esa magnitud no solo traería problemas sino también una gran conspiración por obtener el poder de quien sería prácticamente un dios.

—¿Estás seguro de esto? —seguía cuestionando Joseph.

—Muy seguro, seremos perseguidos, pero dará igual, no quiero seguir siendo un títere de su sociedad.

—Pero ella es un robot jamás será igual a Elena.

—Lo sé, pero yo tampoco soy igual que antes. —Hizo una pausa—. Hazlo Elena—ordenó a su invento.

Una luz color violeta salió de su mano y rompió en forma simétrica la pared, se conocían cuatro elementos naturales; pero había más de uno que los humanos aún ni imaginaban y por alguna razón se encontraba dormido en sí mismos, Elena posee una conciencia y emociones por lo que desarrollo nuevas habilidades que solo despertarían la ambición humana.