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siete


Jungkook sonrió de oreja a oreja mientras Taehyung volvía a la cocina, dejándolo en el vestíbulo con una bolsa de regalo atrás de su espalda. El mayor ni siquiera había reparado en ese detalle y el menor negó con la cabeza.

—Hyung, te compré algo —anunció con la voz retenida de emoción—. Bueno, son dos cosas, excepto que la segunda debo devolverla.

—No comprendo —replicó Taehyung, girándose y recostándose contra la encimera—. ¿Cómo puedes comprarme algo para luego devolverlo? ¿Lo compraste o lo alquilaste? Son dos cosas distintas.

—Compré una y alquilé la otra —simplificó, extendiendo su mano con una bolsa mediana—. Tómalo, este es tuyo.

—¿Este es el que no vas a devolver?

Jungkook asintió y observó a Taehyung tomando la bolsa, pletórico de alegría. Sacó un delantal azul vaquero, con bolsillos amplios y profundos. Olía a nuevo y de tela antifluido, por lo que sabía, no se haría manchas.

—¿Por qué un delantal?

—Bueno... —Se rascó el cuello, mirando el delantal azul de encajes que hacía lucir a Taehyung pequeño y tierno—. Tu delantal está un poco... estropeado.

Los ojos de Taehyung se abrieron en demasía y se miró a sí mismo.

—¿De verdad?

—Parece que lo usas mucho.

—Sabrás que soy muy torpe en la cocina —comentó y se calló un segundo, mirando su propio delantal puesto y el que tenía en las manos—. Gracias por tu regalo, pero creo que seguiré usando este.

—¿Qué?

—Este delantal era de mamá. No sé por qué, pero es reconfortante saber que llevo un pedazo de ella en mí. Es decir, ella no es un delantal, pero en algún momento estuvo metida aquí, ¿comprendes? —aclaró torpemente.

—Hyung, si es tan importante podrías guardarlo y reservarlo para ocasiones especiales, así estará siempre contigo. La tela también se desgasta y no es justo que, lo que te hace sentir reconfortado, tenga un pronto final. ¿Qué te parece si intentas usar el que te di?

Taehyung sabia que el menor tenía razón, más no quería admitirlo. Tampoco estaba seguro de si podría llevar a cabo ese gigantesco cambio, porque llevaba años usándolo, desde que era un adolescente.

—Supongo que podría intentarlo, pero no hoy.

—Está bien.

El mayor volvió a guardar el delantal en la bolsa y lo dejó a un lado.

—¿Y qué es lo que alquilaste? O, ya sé. Una película. ¿Aún siguen alquilando eso?

Jungkook sonrió y negó con la cabeza.

—Eso creo. Pero no alquilé una película... —Tomó aire, sintiéndose nervioso—. Fueron dos disfraces.

—¿Disfraces? Mh. No celebro Halloween.

—Eso imaginé, pero creí que podrías hacer una excepción.

Taehyung lo miró fijamente, sintiéndose decepcionado y molesto por una razón: Jungkook parecía olvidar lo difícil que se le daba romper una rutina, o peor aún, hacer algo nuevo, algo que nunca había hecho en su vida. Además, habría multitudes. Y si, él podría estar acostumbrado a bares y restaurantes, a estar rodeado de un limitado número de personas, más no de centenares, tantos que no podría contarlos con las manos. A donde sea que fuera, habría tumultos y más tumultos. La idea lo hizo encogerse como si de repente una ráfaga de viento le hubiera golpeado el cuerpo.

—No soy bueno haciendo excepciones —dijo con la voz ronca.

—Lo sé, a lo que me refiero... Pensé que podrías... Hyung, me gustaría que saliéramos disfrazados, hacer algo diferente.

—Pero no me gusta lo diferente.

—¿No te gusta o simplemente te asusta?

Taehyung frunció el ceño, de repente una oleada de calor azotándole su interior.

—Jungkook, no me disfrazaré ni saldré mañana —dictaminó, girándose en punto para continuar cocinando.

Jungkook abrió la boca para exclamar, preguntarle si eso sería todo, si no lo intentaría, pero se lo tragó todo. Se dijo a sí mismo que debía de ser paciente. Había sido su culpa intentar arrancarlo de una rutina de la noche a la mañana.

—¿Quieres costillas?

—Solo si no tienen miel.

El menor quiso reír, gritar y mostrar su cólera. Sin embargo, volvió a su apartamento para terminar de preparar unas ricas costillas, sin miel.

Taehyung se sintió ansioso, y hacía mucho tiempo que no se sentía así de inquieto. Cuando se acercó para ver a través de la cámara, se quedó debatiéndose mentalmente sobre si ir o no ir, más cuando vio a Jungkook colgando la bolsa con comida en la perrilla de su puerta. No pudo evitar arrugar el entrecejo cuando vio su disfrazas. Era un sándwich de mermelada. Jungkook odiaba la mermelada en el pan, mientras que a él le fascinaba.

—¿Por qué te disfrazaste de algo que odias? —se preguntó confundido. Soltó un bufido y esperó el menor se fuera antes de abrir la puerta y tomar la comida.

Estaba tibio, en su punto. Sin embargo, no quería comerlo, su mente seguía allí afuera, tras el menor.

Fue a la cocina, dejó la bolsa sobre la encimera y se golpeó con sus puños en la cabeza. Sabía que, lo único que le haría sentir mejor y peor al mismo tiempo, sería ir tras él. Soltó un gruñido, se calzó los pies, verificó que en su bolsa llevara todo lo necesario, como las llaves de su auto y el celular. Entonces, salió muy rápido de apartamento y tomó el ascensor.

Cuando entró al parqueadero se dio cuenta de que la motocicleta de Jungkook seguía allí.

¿Cómo iba a montarse ahí con semejante disfrazas?

Regresó a trompicones al vestíbulo del edificio, encontrándolo sentado en un sillón. Parecía triste y distraído. Y odio verlo así, porque se sintió como si otra persona ocupara su lugar. Tal vez se había acostumbrado demasiado a la enérgica personalidad del menor.

—¿Por qué un pan con mermelada? —preguntó al acercarse, deteniéndose frente al menor. Jungkook anchó los ojos y enderezó su espalda—. ¿No dijiste que odiabas la mermelada en el pan?

—Hyung... ¿Por qué...?

—Te acompañaré, pero no voy a disfrazarme.

Jungkook se levantó de un salto, costándole un poco por la rigidez y forma del disfraz. Abrió sus brazos, aunque los volvió a bajar.

—¿Estás seguro?

No, no estaba seguro. Pero sabía que estaba más que seguro de ir cuando seguía en su apartamento.

—Eso creo.

—Ah...

—Puedes abrazarme, si quieres —dijo dubitativo.

El menor arrugó la nariz y ocultó una sonrisa cuando abrió sus brazos, intentando que Taehyung encajara en ellos, porque no pasó, el disfraz era un estorbo y Taehyung se había tensionado hasta los huesos.

—¿Puedo besarte, en cambio?

—¿Qué?

—Será breve.

Taehyung miró a su alrededor, agachó la cabeza, inspiró hondo y asintió lentamente con la cabeza. Jungkook le dejó un beso rápido y suave sobre sus labios, tan corto que Taehyung ni siquiera pudo sentir nada.

—Dijiste breve, pero no sabía que breve significaba nada —replicó.

Jungkook sonrió, se humedeció los labios por mero impulso y dejó el mismo beso simple, pero más aletargado sobre sus labios.

—¿Está mejor?

—Mh.

—Debemos esperar el taxi.

—Ok.

—¿Sabes por qué estoy usando un pan con mermelada?

—¿No te lo pregunté hace un momento?

—No lo uso porque lo odie —soltó con una risa gentil—, lo uso porque a ti te fascina.

—¿Entonces...? —se rascó cogote, como si eso le ayudara a aclarar sus ideas—. ¿Compraste el pan de crema de maní para mí? A ti te fascina, aunque no entiendo cómo puede gustarte el maní. 

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