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🌼Capítulo 9🌼


Jimin siempre había sido un niño valiente, su mami constantemente se lo había dicho a lo largo de los años mientras acariciaba sus orejitas y plantaba un dulce beso en su frente.

Y siendo tan valiente como era, Minnie podía soportar los bonitos colores que su tío provocaba en su cuerpo en castigo por ser un mal niño.

También escuchaba silenciosamente las palabras feas que su primo le decía cada vez que le veía, siendo algunas más dolorosas que otras, soportando sus golpes y empujes por estorbar en su camino.

Y cuando quedó solito con su tío y su primo, Minnie había estado triste, pero fue valiente y no lloró como se lo prometió a su mami antes de que esta cerrara sus ojitos y no los volviera a abrir hasta que ambos alfas en la casa la sacaron de la habitación y nunca más la volvió a ver.

Por lo que, siendo tan valiente, Jimin se preguntó una y otra vez, por qué no lo había sido cuando Yoongi desapareció de su vista.

Había estado tan feliz jugando con los animales, se había acostumbrado tanto que al girar vería al señor oso ahí para él que cuando no lo estuvo...

El pánico y miedo habían invadido todo su pequeño cuerpo mientras lo buscaba desesperado por todos lados, encontrándose solo con personas que no conocía y que lo miraban fijamente de forma extraña al tener sus orejitas y colita expuestas a pesar de lo que siempre le decía su primo.

Pero el señor chocolate le había dicho que era hermoso y que podía tenerlas afuera si quería y Minnie quería, deseaba tener esa libertad que siempre le fue negada.

Pero al no encontrar a Yoongi, comenzó a asustarse de haber sido abandonado otra vez, porque al parecer todos le estaban dejando cada vez que se distraía un momento, como su mami, como su tío y como el señor oso.

Él no había sido valiente en ese momento, encerrándose en la habitación del alfa para llorar hasta que lo encontraron los amigos de Yoongi.

Y no estaba siendo valiente en ese momento tampoco, aferrándose a su almohada mientras contenía sus sollozos para no molestar a nadie en medio de la oscuridad.

Había tenido una horrible pesadilla, una donde Yoongi volvía a desaparecer, pero esta vez como su mami, no volviendo nunca más con él.

Su tío y primo habían aparecido entonces, llevándoselo de aquella gran casa bonita para volver a encerrarlo en su pequeño cuarto, y Minnie...

No había querido eso.

Él no había querido volver con ellos ni a su casa, Minnie deseaba quedarse donde estaba con el gran hombre chocolate que le decía cosas bonitas, que lo abrazaba, acariciaba y regalaba muchas cosas, provocando cositas raras en su pancita que eran bastantes divertidas por dentro.

Y del miedo a su fea pesadilla, el pequeño shifter ardilla había despertado para encontrarse en aquella gran habitación completamente, solo.

Comprendió que todo había sido una pesadilla entonces, pero eso no lo hacía sentir mejor, él seguía teniendo miedo, porque si cerraba sus ojitos, su tío y su primo volvían a sus sueños deseando llevárselo lejos otra vez.

Y él no quería eso, él deseaba...

—Oso... —sollozó y mordió su tembloroso labio inferior antes de enterrar su rostro en la almohada entre sus brazos.

Él quería ver a Yoongi, deseaba comprobar que realmente estaba ahí y no le había dejado como su mami.

Sí, sabía que el señor chocolate le había hecho una promesa, una que no rompería porque lo juro con su dedo meñique, pero aun así necesitaba comprobar que estaba ahí.

Deseaba sentir sus brazos grandes rodeándole, quería su agradable calor y escuchar sus dulces palabras.

Sorbiendo por su pequeña nariz, Minnie movió su cuerpo hasta que logró sacar las mantas que lo cubrían.

Limpiándose el rastro de lágrimas de su rostro con una mano, se sentó en el borde de la cama y luego se levantó de esta torciendo ligeramente sus labios cuando el piso bajo él crujió suavemente.

Respirando profundamente, cruzó su habitación completamente a oscuras con sus pies descalzos y la almohada entre sus brazos, aferrándose a ella.

Con pasos suaves y silenciosos como había aprendido, Minnie salió de su habitación y cruzó el oscuro pasillo hasta llegar a la puerta cercana a la suya donde dormía el gran oso.

Abriendo la puerta solo un poquito, el dulce chico asomó su cabeza entre la abertura y la pequeña luz en el interior le sorprendió un poco, no había esperado entrarle despierto, solo había querido mirarle un poquito mientras dormía.

—¿Qué sucede, bebé? —preguntó la dulce voz del gran hombre.

Observándolo, Minnie lo encontró semi acostado en la gran cama con un libro entre sus manos, mirándole directamente.

—Minnie pesadilla fea, no valiente —explicó bajando la mirada, observando sus pies inquietos sobre el frío piso.

—Ya veo... —murmuró Yoongi apenas conteniéndose de no levantarse y tomarlo entre sus brazos.

De hecho, se había estado conteniendo desde que percibió el primer sollozo contenido de su pequeña cosita en la otra habitación.

—Yo sé que te puede ayudar a dormir otra vez —exclamó olvidándose de su libro y tirando las mantas hacia atrás.

—¿Ayudar a Minnie? —le preguntó observándole con curiosidad.

—Nada que un buen vaso de leche tibia y unas pocas galletas no ayuden —anunció levantándose, acercándose a la pequeña ardillita a la cual sus orejitas se alzaron con interés.

—Pero Minnie no comer tan noche —pronunció—. Tío no dejar, ser mal niño por robar de la cocina, pero Minnie mucha hambre —explicó con un puchero.

—Tu tío es un imbécil —anunció Yoongi sin poder contenerse, deteniéndose frente a su pareja—. Él y tu primo fueron malas personas contigo, Jimin, ellos nunca debieron de golpearte, molestarte, encerrarte en aquella casa y privarte de comida —expresó alzando su mano para limpiar con su pulgar las lágrimas que aún estaban en el pequeño rostro.

—Pero ellos son familia de Minnie, tío decir que sabe lo que es bueno para Minnie y por eso siempre escucharlo —explicó confundido.

Yoongi solo le observó con tristeza.

—Vamos por tu vaso de leche y galletas —anunció dejando su rostro para tomar una de sus manos mientras la otra se seguía aferrando a su almohada.

—¿Yoongi enojado? —no pudo evitar preguntar Jimin mientras caminaban por el pasillo.

—No estoy enojado, bebé —prometió bajando las escaleras—. Solo... —negó.

—Decir a Minnie —pidió apretando su mano—. Minnie no tonto, solo lento, pero entender —prometió dejando de caminar, quedando unos escalones más arriba del alfa.

—¿Eras feliz estando ahí, Minnie? —preguntó Yoongi, observándolo de frente gracias a la diferencia que hicieron los peldaños.

El pequeño hombrecito se quedó en silencio y le observó fijamente unos largos segundos antes de negar suavemente con su cabeza. Si comparaba ambos lugares, era bastante obvio hasta para él.

—Exacto, no eras feliz porque ellos eran malos contigo aun cuando eran tu familia. Ellos no son buenas personas, cariño, y lo que te hicieron estuvo muy mal —explicó.

—Minnie entiende —pronunció suavemente, sorprendiendo al alfa—. Ellos son malos con Minnie, pero... No otro lugar donde ir, primo decir que nadie querer a un... F-fenómeno como Minnie —expresó con tristeza—. Por eso volver, no querer, pero miedo a perder habitación —explicó.

—No eres un fenómeno, bebé —aseguró Yoongi tomándolo entre sus brazos, alzándolo fácilmente del suelo—. Eres hermoso y yo te quiero —anunció volviendo a bajar las escaleras—. Y te puedes quedar aquí todo el tiempo que desees, para siempre incluso —prometió feliz de que finalmente Jimin parecía comprender lo que sucedía.

—¿Aquí con Yoongi? ¿De verdad? —exclamó con sorpresa, abriendo bien grande sus ojitos.

—Sí —asintió el gran oso deteniéndose en la cocina.

Dejando a Minnie sobre el mesón de la isla, se alejó para prepararle algo de leche caliente y galletas. Por dentro, su oso estaba completamente feliz de que Jimin ya no estuviera pensando en irse como los primeros días.

—¿Qué sucede pequeño? —preguntó al volver a su lado, encontrando un dulce ceño fruncido en su rostro—. ¿No te quieres quedar aquí?

—Minnie quiere —aseguró asintiendo frenéticamente—. Pero... ¿Qué hacer? —preguntó inclinando ligeramente su cabeza, confundido.

—¿Qué hacer? —preguntó dejando el plato con galletas a su lado.

La pequeña ardilla asintió.

—Minnie ayudar en casa por comida —explicó—. ¿Qué hacer por vivir aquí? —preguntó tomando una galleta.

Y Yoongi se quedó sorprendido, realmente le estaba quitando muchos méritos a su chico quien entendía perfectamente todo lo que estaba ocurriendo a su alrededor.

Jimin no era un chico tonto, era alguien muy inteligente en realidad, solo un poco lento, tal cual como este había expresado.

Volviendo por la leche tibia, el alfa le quitó la almohada y le entregó en cambio el vaso.

Deseaba decirle al chico que no había necesidad de trabajar si no quería, que ambos eran pareja destinada, pero en primer lugar no creía que fuera momento de anunciarle ese tema en particular a Minnie y tampoco creía que este se sintiera bien no haciendo nada cuando había vivido toda su vida con el pensamiento de ayudar para ganarse la escasa comida que esos malditos le daban.

Mientras observaba a su dulce chico beber leche y comer felizmente sus galletas, se encontraba aliviado de que Jimin parecía entender la diferencia entre vivir con su familia a estar ahí con ellos, sabía que lo que su tío y primo hacían con él estaba mal y no podía estar más orgulloso de su pareja.

Jimin parecía haber tenido una dura vida donde esos idiotas que decían ser sus familiares le habían inculcado el miedo quizás desde cuánto tiempo debido a su particular estado como híbrido para que no les dejará, prácticamente le habían lavado el cerebro desde pequeño para que Minnie pensará que no podía dejarles.

Pero su chico no era tonto, solo lento para comprender como él decía, por lo que solo debía de tener paciencia con él para que pudiera entender todo.

Y si trabajar era lo que deseaba hacer para sentirse bien consigo mismo, quién era él para negárselo.

—Bueno... —anunció finalmente, logrando que Minnie dejara de comer su última galleta para observarle con atención—. Podrías ayudar en la granja como los demás si gustas —expresó.

—¿Ayudar a granja? —repitió volviendo a comer su galleta, llenando adorablemente sus mofletes.

—Te dije antes que había omegas, personas lastimadas que se quedaban aquí hasta que sanaban, ¿cierto? —Minnie asintió—. Bueno, ellos ayudan en la granja como una forma de distraerse y agradecer por permitirles quedarse aquí —explicó.

—¿Cómo Minnie? —interrumpió.

—Algo así —asintió—. Puedes trabajar como ellos si lo deseas, también puedes quedarte simplemente aquí y hacer lo que deseas.

Jimin arrugó su pequeña naricita tras terminar su galleta.

—No justo —negó suavemente, tomando su vaso de leche para tomar lo último—. A Minnie gustar animales —anunció.

—Entonces buscaremos un trabajo que puedas hacer relacionados con ellos —prometió limpiando con su pulgar el bigote de leche que había quedado en los labios de su pareja.

—¿¡En serio!? —exclamó alegremente.

—Así es —asintió con una sonrisa, recibiendo más que encantado el abrazo de su pequeño.

—Minnie no miedo, ser valiente otra vez —prometió enterrando su carita en el cuello del alfa—. Yoongi con Minnie, no dejar como mami.

—Nunca te dejaré solo —juró el alfa, estrechándolo entre sus brazos mientras besaba su cabello.

Y Jimin suspiró felizmente mientras cerraba sus ojitos.

—Pero Minnie extrañar su gorro y cuento favorito —murmuró con tono somnoliento.

—¿Echas de menos algo más, cariño? —preguntó Yoongi.

—No... Minnie dormir en cuarto pequeño... No muchos regalos... Nada de mami —balbuceo con su tono apagándose cada vez más—. Minnie siempre... Encerrado en... Habitación... Nunca salir —murmuró hasta que solo suaves murmullos inentendibles quedaron.

El odio y desprecio de Yoongi crecieron un poco más hacia el tío y primo de Minnie con aquella nueva revelación.

Comprobando que Minnie se había quedado dormido, el alfa movió los brazos de su pequeño para que lo abrazara bien y luego lo alzó fácilmente con una mano afirmándolo de su dulce trasero y el otro en su espalda.

Agarrando la almohada y colocándola bajo su brazo, salió de la cocina y subió nuevamente las escaleras. Aunque estuvo tentado a llevarlo a su habitación, volvió a la que le había cedido a Minnie y lo recostó en la cama.

Arropándolo, acarició su rostro mientras su mente comenzaba a trabajar en los lugares que Minnie podía estar sin sufrir daño alguno, porque, aunque su pareja fuera capaz de realizar trabajos perfectamente, eso no significaba que no tomaría ciertas precauciones para que nada le sucediera.

Saliendo de la habitación, el oso entrecerró ambas puertas para ser capaz de escuchar por si Jimin despertaba otra vez por una pesadilla.

Al menos esa noche había logrado conocer y acercarse un poco más a Minnie, descubriendo felizmente que este ya no quería irse de su granja, de su lado.

Eso ya era un gran paso al menos.

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