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O2O.

Rosé tomaba la mano de Lisa mientras salían de la feria.

La alfa se sentía feliz -a pesar de su rostro serio-, caminando con la linda omega sonriente a su lado.

—¿Por qué no lo dijiste cuando te lo dije?

—Porque yo pensaba que yo lo iba a decir primero, me robaste la oportunidad, alfa. —Lisa besó su mano entrelazada con la suya.

Rosé veía a Lisa.

Aun seguía usando ese absurdo sombrero de vaquero, y sentía que su corazón explotaría por tantas emociones que esta teniendo justo ahora.

—¿Tú creías que lo dirías primero?

La omega se sonrojó y asintió.

—Rosé —la omega se detuvo frente a ella y tomó sus mejillas—, te amo, demasiado, te amo desde la primera vez que te vi... Sé que tú no crees en esas cosas —la omega acarició el cabello que se escapaba del adorable sombrero—, pero yo si... Y yo te amo.

Rosé sonrió y se acercó para acariciar la cintura de la Tailandesa.

Besó suave sus labios.

Todo estaba en silencio, y solo se podía escuchar el suave chasquido de sus labios.

—Lisa... —la alfa susurró.

—¿Si, amor? —la omega la abrazó, acomodando su cabeza en el cuello de la mas alta.

—Te amo. —susurró Rosé.

—Yo también, alfa. —susurró Lisa.

Llegaron al apartamento de Rosé.

La alfa sonrió débil por la broma que hizo Lisa.

—Esa tipa regresó tres veces al puesto, sólo se quedaba viendo, negaba y se iba —Lisa rió—, le pregunte que quería y ¡Ella solo quería besar a Jennie!

—Es inevitable —Rosé sonrió—, debió haber quedado hechizada por esos hermosos foxyeyes.

La omega refunfuño y se acercó a Rosé, que se estaba sirviendo un vaso de agua.

Mordió un poquito su espalda.

—¿No te pusiste celosa con eso de los besos?

La alfa negó.

—Como te dije cuando te pusieron en ese puesto y tú aceptaste —la alfa vio a la omega y acarició sus caderas—, eres mía, mi omega, yo soy a la que amas, por lo cual no me importa.

Lisa sonrió enternecida.

—Tu eres a quien amo. —Lisa se acercó y besó sus labios.

—Además —la alfa dejó besitos hasta llegar a su cuello—, yo soy quien te puede comer y follar todas las noches.

Lisa se sonrojó y rió.

—¡Rosé! —la omega chillo cuando Rosé se acercó a ella y la cargó, poniéndola arriba de la isla de mármol de la cocina.

—Hace mucho no acaricias a mi serpiente. —la alfa besó sus labios y dijo burlona.

—¡Deja de llamarla serpiente! —Lisa chillo y le pegó en su brazo.

—Oblígame. —la Australiana besó sus labios.

—¡Créeme que esa serpiente no será tocada si la sigues llamando así!

Rosé rió y se acercó poniéndose entre las piernas de la omega.

—Mi bonita, bonita, bonita omega —la alfa besó sus labios—. ¿Qué quieres hacer ahora?

Lisa sonrió y besó sus labios.

—Podemos... Ya sabes...

Rosé sonrió y besó sus labios.

—¿Acariciarás a mi serpiente? —la alfa se burló y Lisa abrió la boca sorprendida.

—¡Iba a chupártela, pero ahora veremos My Best Friend's Wedding! —Lisa chillo y se bajo de la isla de la cocina con una Rosé haciendo un puchero.

—Perdón. —la alfa se sentó en el sillón junto a Lisa y besó su cuello.

La omega la vio sonriendo.

—¿Dejarás de llamarlo así?

—Lo que mi omega ordene. —la alfa sonrió y Lisa rió.

La omega sonrió y besó sus labios.

Se subió arriba de su regazo y repartió besos por su cuello hasta desabrochar la camisa de franela que la alfa estaba usando.

La omega se acercó a la hebilla dorada del cinturón de la alfa y lo desabrocho rápido.

La alfa sonrió y quitó su cinturón mientras que la omega se arrodillaba frente a ella, y después bajaba sus pantalones sacando su gran erección.

Rosé sintió el paraíso cuando la omega metió la punta en su boca, y después empezó a meter el resto de su miembro en su boca.

La alfa gimió cuando la omega ahuecó sus mejillas, haciendo presión en su polla.

Rosé acarició el cabello rubio de la omega, ondulado y muy suave, le encantaba tocarlo.

—Lo haces tan bien, amor. —la alfa gimió cuando la omega sacó su pene de su boca y dio lamidas suaves que la hicieron suspirar.

La omega tenía sus ojitos húmedos y sus mejillas sonrojadas.

La mas baja se alejó, dejando un beso en sus labios.

Empezó a quitar su ropa, dejándola por el departamento hasta llegar a la habitación de Rosé.

La omega se acercó al sofá, viendo a la alfa acariciar débilmente su erección.

La omega había regresado con unos condones.

Rosé sonrió y se levantó, haciendo a Lisa inclinarse en la mesita de centro que tenía en la sala.

—Mi omega hermosa... —la alfa suspiró al verla abierta—. ¿Ya te habías preparado para esta noche?

—Si, alfa... —Lisa suspiró.

Rosé sonrió y se puso el condón.

No podía esperar a poder llenar a la omega con sus cachorros.

Lisa con un hermoso anillo en su dedo, una mordida en su cuello y una pancita de embarazo...

La mas alta se acercó a la omega, y amaso su trasero, disfrutando de la suave piel.

Acercó su miembro a la entrada de la omega, y la penetro despacio y profundo, haciendo a la Tailandesa gemir.

—Dios... —Lisa suspiro—. Vamos, alfa. —la omega gimió.

La alfa sonrió y empezó a embestir despacio, mientras veía su miembro perderse en la entrada de la omega, que gemía desesperada por llegar a su liberación.

La omega gimió más fuerte cuando sintió a la alfa embestir más duro y rápido, llegaba profundo y cuando la omega jadeó más fuerte, la alfa supo que había encontrado el ángulo en que el punto g de la omega tocaba en su mejor extensión.

—Amor... —la alfa tomó la mano de Lisa y la entrelazó con la suya, pegándola a la mesa.

Lisa gemía y sentía su orgasmo llegar pronto.

Rosé sintió su nudo hincharse en cuanto la omega se corrió, y apretó su entrada haciéndola gemir fuerte.

—¡Alfa! —la omega gritó al venirse.

Rosé acomodó a Lisa de una manera que sería más cómodo para ambas mientras el nudo se deshacía.

Rosé se acomodó en el sofá con la omega en su regazo.

Sus manos entrelazadas y la cabecita de la omega reposando en la unión entre su cuello y su hombro, la fuente de olor de la alfa hacía a Lisa relajarse.

—¿Cómo estás, amor? —la alfa besó su frente y acarició su vientre.

—B.Bien, alfa... —la omega tartamudeó.

La Australiana besó su mejilla y siguió acariciando su vientre hasta que el nudo bajo y su omega estaba preparada para dejarla salir.

La rubia mayor sonrió cuando regresó de su ducha, y Lisa ya estaba en el sofá terminando de secar su cabello.

—¿Quieres ver My Best Friend's Wedding? —preguntó mientras veía el catálogo de películas.

—Traeré snacks, bonita.

¡Gracias por leer!

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