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᠂★「Capitulo 2」★‧

La madrugada rompía lentamente sobre el horizonte, tiñendo el cielo de tonos rosados y dorados. En la seguridad de una cabaña oculta en el bosque, Jeon Jungkook descansaba sobre una cama improvisada, su cuerpo aún tenso pero relajado. Jimin, con su cabello pelinegro en desorden y una expresión de preocupación en su rostro, se sentó en una silla junto a él, vigilando mientras el omega dormía.

El aroma del bosque penetraba por las rendijas de las ventanas, mezclado con el tenue olor a hierbas medicinales que Jimin había utilizado para tratar las heridas de Jungkook. Cada rasguño, cada marca en el cuerpo del omega, le recordaba a Jimin la crueldad de la que había sido víctima. Aunque el joven ahora estaba a salvo, la preocupación no abandonaba el rostro de Jimin. El alivio de haber salvado a Jungkook se había mezclado con una creciente desesperación: sabía que los hombres que lo habían capturado no se quedarían de brazos cruzados.

Mientras Jungkook se movía inquieto en su sueño, Jimin se levantó con decisión, su mente ya en marcha. Había que encontrar a los responsables, asegurarse de que no hubiera más amenazas. Se acercó a la ventana y miró hacia el bosque, el lugar que había sido testigo del encuentro sangriento. La promesa de proteger a Jungkook lo mantenía alerta y decidido.

Después de una larga noche de vigilancia y preparación, Jimin se preparó para salir. Se armó con sus mejores armas, asegurándose de que cada detalle estuviera en su lugar. Sabía que no podía enfrentar solo a un grupo tan peligroso, pero estaba decidido a encontrar y derrotar a quienes habían osado tocar a su luna.

Jungkook se despertó al escuchar el suave crujido de la puerta al abrirse. Sus ojos avellana se encontraron con la figura de Jimin, que se acercaba con una expresión de determinación. A pesar de sus heridas, Jungkook sintió una oleada de alivio al ver al alfa, el único que había mostrado compasión en medio de su sufrimiento.

—¿Vas a irte? —preguntó Jungkook, su voz temblorosa pero llena de preocupación.

Jimin se agachó junto a la cama, tomando la mano de Jungkook con suavidad. La cercanía del alfa era reconfortante, una sensación que Jungkook había echado mucho de menos.

—Sí —respondió Jimin con firmeza—. Tengo que asegurarme de que no vuelvan a hacerte daño. Pero no te preocupes, voy a volver. No puedo dejarte aquí solo.

El omega intentó sentarse, pero una oleada de dolor lo hizo volver a recostarse. Jimin lo miró con una mezcla de ternura y preocupación, y le dio una sonrisa tranquilizadora.

—Descansa —dijo Jimin—. Yo me encargaré de todo. Quiero que te concentres en recuperarte.

Jungkook asintió, aunque sus ojos reflejaban una mezcla de miedo y agradecimiento. La idea de que Jimin saliera solo a enfrentarse a los alfas que lo habían capturado lo inquietaba, pero entendía la necesidad de actuar. Sabía que no podía hacer mucho en su estado actual.

Jimin salió de la cabaña con paso decidido, el bosque parecía observarlo con una silenciosa expectación. Su instinto lo guiaba mientras avanzaba, rastreando los rastros de los hombres que habían cometido la atrocidad. La luz del amanecer le daba una ventaja, permitiéndole ver con más claridad los signos de su pasado ataque.

A medida que Jimin se adentraba en el bosque, se topó con las huellas de los hombres, evidencias de su paso reciente. Era evidente que estaban en busca de algo o alguien, y la furia en el corazón de Jimin se intensificaba con cada pista que encontraba. Sabía que no solo buscaban a Jungkook por la recompensa, sino por algo más oscuro y siniestro.

El alfa no tardó en llegar a un claro, donde el olor a miedo y desesperación era más fuerte. La escena que encontró era perturbadora: los hombres que habían capturado a Jungkook estaban reunidos en un grupo, discutiendo en voz baja. Sus rostros estaban marcados por la preocupación y la frustración. Jimin se ocultó tras un arbusto, escuchando fragmentos de la conversación.

—¡Ese alfa no puede estar muy lejos! —gruñó uno de los hombres—. Debemos encontrarlo antes de que nos arruine los planes.

—¡No puede haberse ido muy lejos! —añadió otro—. Si lo encontramos antes de que vuelva a su omega, podemos recuperar lo que nos pertenece.

Jimin frunció el ceño, comprendiendo que la situación era más grave de lo que había imaginado. Estos hombres no solo buscaban a Jungkook para obtener una recompensa, sino que parecían tener un interés más siniestro en él. La idea de que Jungkook pudiera estar en peligro aún más allá de su captura hizo que la furia de Jimin creciera.

Se preparó para intervenir, su cuerpo tenso y sus sentidos agudizados. Sabía que enfrentarse a estos hombres requeriría no solo fuerza, sino también estrategia. Debía ser cuidadoso para no poner en peligro su propia vida ni la de Jungkook. Con un movimiento rápido y silencioso, Jimin se acercó a la reunión de los hombres, preparado para lo que fuera necesario.

En un momento oportuno, cuando los hombres estaban distraídos, Jimin se lanzó hacia ellos. Su ataque fue rápido y preciso, cada movimiento ejecutado con una eficacia letal. Los gritos de sorpresa y dolor llenaron el aire mientras Jimin derribaba a los hombres uno a uno. Cada golpe que daba, cada movimiento que hacía, estaba impulsado por la desesperación y el deseo de proteger a Jungkook.

La batalla fue feroz, pero Jimin luchaba con una determinación implacable. Su fuerza y habilidades eran impresionantes, y los hombres que habían capturado a Jungkook pronto se dieron cuenta de que estaban enfrentando a un adversario formidable. A medida que la lucha se desarrollaba, Jimin se mantenía enfocado en su objetivo: asegurarse de que estos hombres no pudieran causar más daño.

Cuando el último de los hombres yacía en el suelo, derrotado y herido, Jimin se detuvo, respirando con dificultad. Su cuerpo estaba cubierto de sudor y tierra, pero la satisfacción de haber cumplido su misión le daba fuerzas. Miró a su alrededor, asegurándose de que no hubiera más amenazas inminentes.

Con el peligro eliminado, Jimin se dirigió de nuevo hacia la cabaña, su mente centrada en el bienestar de Jungkook. El camino de regreso fue más tranquilo, pero la preocupación por el omega nunca lo abandonó. Al llegar a la cabaña, entró con un suspiro de alivio, encontrando a Jungkook aún en la cama, su expresión ansiosa al ver a Jimin.

—¿Estás bien? —preguntó Jungkook, su voz llena de preocupación.

Jimin asintió, sonriendo con cansancio.

—Todo está en orden. No hay más peligro. Ahora podemos centrarnos en tu recuperación.

Jungkook asintió lentamente, su expresión relajándose al ver la determinación y la preocupación en los ojos de Jimin. La presencia del alfa, su dedicación y valentía, ofrecían un respiro en medio de la adversidad.

—Gracias, Jimin —murmuró Jungkook—. No sé qué habría hecho sin ti.

Jimin se inclinó y tomó la mano de Jungkook con ternura.

—No tienes que agradecerme. Protegerte es lo que haría cualquier alfa que valore a su luna. Ahora descansa, te lo mereces.

Mientras Jungkook se acomodaba en la cama, Jimin se sentó a su lado, dispuesto a velar por él. La luna seguía brillando en el cielo, su luz atravesando las ventanas y llenando la habitación con un resplandor sereno. Aunque la noche había traído consigo la amenaza, también había traído consigo la promesa de protección y esperanza.

Jungkook cerró los ojos, su mente en paz por primera vez desde su captura. Con Jimin a su lado y el peligro aparentemente neutralizado, pudo finalmente permitir que el sueño lo envolviera. La seguridad que sentía en la presencia de Jimin era un consuelo en medio de la tormenta, y aunque el futuro seguía siendo incierto, había una chispa de esperanza en su corazón, alimentada por la valentía de su protector.

En la penumbra de la cabaña, Jimin permaneció en silencio, observando al omega que había jurado proteger. Sabía que el camino hacia la seguridad total aún estaba lleno de desafíos, pero estaba decidido a enfrentarlos todos. Por Jungkook, por el futuro que aún les esperaba, Jimin estaba dispuesto a hacer todo lo necesario para asegurar que el destino de su luna no fuera más cruel del que ya había enfrentado.

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