CAPÍTULO 6
LOGAN
La mañana de la carrera amanece con una luz dorada que se filtra a través de las ventanas del motorhome del equipo. Desde temprano, me sumerjo en mi rutina de preparación física y mental, consciente de la importancia de estar en óptimas condiciones para enfrentar la exigente carrera que se avecina.
Comienzo con ejercicios de estiramiento, flexionando cada músculo con cuidado y precisión para evitar lesiones durante la competencia. Cada movimiento es deliberado, cada estiramiento calculado para garantizar la máxima flexibilidad y agilidad en la pista.
Luego, paso a la fase de calentamiento, donde realizo una serie de ejercicios cardiovasculares y de fuerza para activar mi cuerpo y aumentar mi ritmo cardíaco. El sudor comienza a perlarse en mi frente mientras me esfuerzo al máximo, preparándome para el esfuerzo físico que me espera en la carrera.
Mientras mi cuerpo se activa, mi mente también se enfoca en el desafío que tengo por delante. Cierro los ojos y visualizo cada curva del circuito, cada punto de frenado y cada oportunidad de adelantamiento. Me imagino trazando las líneas perfectas, manteniendo la concentración absoluta y aprovechando cada oportunidad para ganar posiciones en la pista.
La música suave suena a través de mis auriculares, creando una atmósfera de tranquilidad y concentración mientras me sumerjo en mi preparación mental. Me repito a mí mismo las estrategias y tácticas que hemos planeado con el equipo, visualizando cada escenario posible y preparándome para adaptarme rápidamente a cualquier eventualidad que pueda surgir durante la carrera.
Cuando finalmente termino mi preparación, me siento listo y determinado a enfrentar el desafío que me espera en la pista. Con el corazón lleno de determinación y los músculos tensos con anticipación, me dirijo hacia el paddock, listo para enfrentar la batalla que se avecina en la carrera.
Mientras recorro los pasillos rumbo a los boxes de nuestro equipo, un encuentro inesperado interrumpe mis pensamientos. Nicki sale apresuradamente de su oficina observando su tableta chocando conmigo, perdiendo momentáneamente el equilibrio. Actúo instintivamente, rodeando su cintura con mi brazo para evitar que caiga.
Su respiración se detiene por un instante, y puedo sentir la sorpresa en su cuerpo tenso contra el mío. Nuestros ojos se encuentran en un instante de sorpresa compartida antes de que ella recupere la compostura y aparte la mirada.
—Oh, Logan, eres tú... —dice con indiferencia.
—Sí, soy yo, ¿extrañabas verme? —respondo con una sonrisa traviesa, disfrutando de su desconcierto.
Ella frunce el ceño, como si no estuviera del todo impresionada por mi actitud.
—Bueno, ¿preparado para intentar no quedar en último lugar hoy, Logan? —pregunta con un tono sarcástico, desafiándome con la mirada.
—Más que listo, Nicki. ¿Me deseas suerte? —digo, elevando una ceja de manera sugerente, desafiándola a jugar.
Ella suspira con exasperación, pero no puedo evitar sonreír ligeramente ante su actitud.
—Por supuesto, no quiero ser testigo de tu fracaso en vivo y en directo —responde con sarcasmo, pero hay un brillo de diversión en sus ojos.
Mis labios se curvan en una sonrisa desafiante ante su respuesta.
—Entonces espero que tengas un asiento en primera fila para ver mi victoria —replico con picardía, disfrutando del juego de palabras.
Ella rueda los ojos, pero no puede evitar soltar una risita ante mi actitud desafiante.
—Buena suerte, Logan. La vas a necesitar —dice con una sonrisa burlona.
—Gracias, Nicki. No necesito suerte, solo habilidad —respondo con confianza, antes de darme la vuelta y dirigirme hacia los boxes con determinación.
La tensión en el aire es palpable mientras subo a mi monoplaza ocupando mi posición en la parrilla de salida, que es el lugar desde donde se inicia la carrera. Me encuentro en el tercer lugar, listo para enfrentar la batalla que se avecina. Mis manos sujetan firmemente el volante, mis músculos tensos y mi mente enfocada en el desafío que se presenta ante mí.
El equipo de mecánicos se apresura a mi alrededor, verificando los últimos detalles. Algunos ajustan el alerón trasero, buscando ese equilibrio perfecto entre velocidad y estabilidad. Otros revisan los neumáticos, asegurándose de que estén inflados con precisión para enfrentar las exigencias del circuito.
Mientras tanto, mi ingeniero de carrera se comunica conmigo a través del auricular, repasando estrategias y recordándome los puntos clave del circuito. Su voz es un murmullo reconfortante en medio del caos, una guía en la tormenta de emociones que precede a la carrera.
Cierro los ojos por un instante, centrando mi mente en el desafío que se presenta ante mí. Visualizo la primera curva, la sensación de velocidad al acelerar fuera de ella, la lucha por cada posición en la recta principal. Estoy listo. Estoy enfocado. Estoy preparado para esta batalla en la pista.
El rugido de los motores alcanza su punto máximo cuando los minutos finales antes de la carrera se agotan, y sé que es hora de centrarme por completo. Con un último vistazo a mi alrededor, ajusto mi casco con determinación y me preparo para la batalla que está por comenzar. Es hora de demostrar de qué estamos hechos en la pista, y estoy listo para enfrentar cualquier desafío que se presente.
—¿Control de radio? —Escucho a Christian hablar a través de mi auricular.
—Se escucha bien.
—Concentrémonos e intentemos sumar puntos.
Las luces rojas comienzan a encenderse una a una, marcando el momento en el que el corazón de la carrera palpita con fuerza. Cuando las luces finalmente se apagan, la emoción se desata y mi monoplaza sale disparado hacia la primera curva.
A lo largo de la carrera, me encuentro con varias complicaciones que ponen a prueba mi habilidad y resistencia. Un roce en la primera curva me obliga a realizar maniobras rápidas para evitar una colisión, y más adelante, una mala ejecución en la estrategia de pits me hace perder valiosos segundos en mi lucha por el liderazgo.
A pesar de estos desafíos, mantengo mi determinación y mi enfoque en alcanzar la victoria. Cada adelantamiento es una pequeña victoria, cada curva superada un paso más cerca de la meta final.
Sin embargo, al cruzar la línea de meta en segundo lugar, mi semblante refleja una mezcla de frustración y determinación. Aunque el podio es un logro, no es suficiente para mí. Mi objetivo era la victoria, y no puedo evitar sentir un ligero sabor agridulce al no haber alcanzado mi meta. Aun así, intento mantener una sonrisa para mis fanáticos, sabiendo que aunque no haya sido el resultado deseado, aún tengo muchas carreras por delante para demostrar mi valía.
Mientras me bajo del monoplaza, siento la adrenalina aun corriendo por mis venas, mezclada con una pizca de decepción por no haber alcanzado la victoria. Sin embargo, no puedo permitir que esa decepción se refleje en mi rostro mientras me dirijo hacia el podio. Los fanáticos merecen ver a un piloto que, a pesar de los contratiempos, sigue siendo un contendiente formidable.
La multitud estalla en vítores y aplausos mientras camino por el paddock hacia el área del podio, y aunque mi corazón pesa con el deseo incumplido de la victoria, mantengo una sonrisa firme en mi rostro, saludando a los fanáticos que me vitorean desde las gradas.
Al subir al podio, mi mente vuelve a repasar la carrera, cada curva, cada adelantamiento, cada decisión que tomé para mantenerme en la contienda. Aunque no logré el primer lugar, estar en el podio sigue siendo un logro importante, y eso es algo que debo recordar mientras recibo mi trofeo y saludo a mis compañeros de podio.
Una vez que las cámaras han capturado el momento, me alejo del lugar con la cabeza en alto, consciente de que esta carrera es solo una más en mi camino hacia el éxito. A pesar de los desafíos y los contratiempos, sigo siendo un contendiente formidable, y esta carrera solo ha demostrado que aún tengo mucho por delante.
Después de descender del podio, me dirijo hacia el área designada para las entrevistas post carrera, sintiendo la mirada expectante de los aficionados que me siguen con la mirada. Entre la multitud, diviso a Nicki cerca del box, esperando pacientemente para acompañarme en las entrevistas.
Caminamos juntos hacia el área de entrevistas, envueltos en un silencio incómodo que solo se ve interrumpido por el ruido ensordecedor de los aficionados. A pesar de nuestros esfuerzos por mantener una actitud profesional, la tensión entre nosotros es palpable, como una corriente eléctrica que zumba en el aire.
Al detenerme frente a uno de los puestos de prensa, Nicki se posiciona discretamente a un lado, observando y escuchando con atención cada pregunta y cada respuesta. Aunque nuestras interacciones suelen estar marcadas por el sarcasmo y las discusiones, en momentos como este, somos capaces de dejar de lado nuestras diferencias y trabajar juntos como un equipo.
Las preguntas del periodista vienen de forma rápida y furiosa, abordando cada aspecto de la carrera y mi desempeño en la pista. Trato de responder con calma y claridad, destacando los puntos positivos y reconociendo las áreas en las que debo mejorar. Aunque mi corazón sigue anhelando la victoria, sé que cada carrera es una oportunidad para aprender y crecer como piloto.
—¿Cómo te sientes respecto a tu desempeño en esta carrera, Logan? ¿Crees que podrías haber hecho algo diferente para alcanzar la victoria? —el periodista indaga, con la mirada fija en mí mientras sujeta el micrófono con firmeza.
—Creo que tuvimos una carrera sólida —respondo, manteniendo una postura erguida y segura, mis manos entrelazadas detrás de mi espalda. Mi rostro, aunque serio, muestra un destello de determinación. A medida que hablo, gesticulo con las manos para enfatizar mis puntos, transmitiendo confianza en cada palabra—. El equipo hizo un trabajo excepcional y el coche se comportó muy bien en general. Por supuesto, siempre hay aspectos en los que podemos mejorar, pero en general estoy satisfecho con nuestro desempeño —añado, inclinando ligeramente la cabeza para mostrar mi consideración por la pregunta.
—¿Cómo manejas la presión de competir en una escudería con un legado tan importante como Aether, especialmente con la sombra de tu padre, que fue un campeón legendario? —continúa el periodista, su tono denota interés genuino mientras su mirada escruta mi rostro en busca de pistas sobre mi respuesta.
—Es cierto que llevar el nombre de Aether es un honor y una responsabilidad al mismo tiempo —comienzo, manteniendo contacto visual con el periodista para transmitir sinceridad en mis palabras. Mi tono es tranquilo pero firme, sin titubeos—. Pero he aprendido a separar las expectativas externas de mi propio desempeño. Mi objetivo es ser el mejor piloto que puedo ser, independientemente de quién sea mi padre o el legado que pueda tener —explico, moviendo ligeramente los hombros en un gesto de determinación—. Siempre he sido consciente de la historia de Aether y de la reputación que tiene en el mundo de las carreras, pero eso solo me motiva a esforzarme más y a buscar constantemente la excelencia en todo lo que hago.
Termino mi respuesta con una inclinación de cabeza hacia el periodista, indicando que he concluido mi intervención. Mi expresión facial permanece seria pero serena, transmitiendo confianza y compromiso con mis palabras.
Después de las entrevistas, Nicki se acerca a mí con una mirada inquisitiva pero cautelosa. Sus ojos escudriñan mi rostro en busca de cualquier indicio de mi estado de ánimo, pero mantengo mi expresión bajo control, ocultando la frustración que siento por no haber alcanzado la victoria.
—¿Estás bien? —me pregunta, su voz suave pero llena de preocupación.
Asiento con un movimiento de cabeza, intentando transmitir tranquilidad a pesar del disgusto que siento por no haber logrado mi objetivo. Mi mandíbula se tensa ligeramente, pero me obligo a relajarla antes de responder.
—Sí, estoy bien. Podría haber sido mejor, pero eso es parte de las carreras —respondo con un tono neutral, tratando de restar importancia a mi decepción.
Nicki asiente con comprensión, aunque puedo ver la preocupación reflejada en sus ojos. Ella sabe lo mucho que anhelaba esta victoria y cómo cada resultado influye en mi estado de ánimo y mi enfoque para las próximas carreras.
Me alejo de ella con paso firme, sintiendo el peso de nuestra tensa relación en cada paso. Mientras camino hacia mi suite para cambiarme de ropa, por el camino, me encuentro con aficionados que me reconocen y me piden fotos y autógrafos. A pesar de mi decepción por el resultado de la carrera, me siento reconfortado por el apoyo de mis seguidores. Sonrío amablemente y accedo a sus peticiones, posando para las cámaras y firmando autógrafos con gusto.
Algunas mujeres me entregan sus números con una sonrisa coqueta, y yo simplemente les devuelvo la sonrisa, consciente de que estas pequeñas interacciones son parte del mundo en el que vivo. Agradezco a cada fan por su apoyo, sabiendo que son ellos quienes hacen que todo este esfuerzo valga la pena.
La última en la fila para una foto es una joven de lindos ojos café oscuro.
—Gracias por la foto —dice con una sonrisa tímida.
En respuesta, le guiño el ojo con picardía antes de comenzar a caminar hacia mi suite. Es hora de cambiar rápidamente de ropa y prepararme para lo que viene a continuación. Aunque la frustración por no haber ganado aún me pesa en el fondo de mi mente, me obligo a dejarla de lado por un momento y concentrarme en el próximo paso: la siguiente carrera.
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Nos vemos en el próximo capitulo 🫶🏻
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