CAPÍTULO 51
NICKI
El sol de noviembre brilla con intensidad en el cielo despejado de São Paulo, y una ligera brisa acaricia mi piel, trayendo consigo el calor sofocante de Brasil. Las nubes se dispersan como pinceladas de un artista sobre el azul profundo, creando un contraste vibrante con la ciudad que se alza a lo lejos. El circuito se encuentra rodeado por colinas y una laguna que reflejan el paisaje urbano y la naturaleza en un equilibrio casi perfecto. El bullicio de la multitud es un murmullo constante, como una marea que se mueve al ritmo de la emoción colectiva.
La carrera ha llegado a su fin, y el rugido ensordecedor de los motores ha dado paso a una euforia palpable en el aire. Logan cruzó la línea de meta en segundo lugar, pero en su rostro no hay rastro de decepción. Al contrario, su sonrisa ilumina su semblante, una expresión de pura felicidad que me hace sonreír también. A medida que se acerca, siento cómo mi corazón se acelera, sincronizándose con cada paso que lo trae más cerca de mí. La distancia entre nosotros se desvanece hasta que estamos tan cerca que apenas unos centímetros nos separan.
El calor de su cuerpo se mezcla con el mío, y en ese instante, parece que todo a nuestro alrededor se desvanece, dejando solo el espacio que compartimos. Logan inclina la cabeza hacia la mía, sus labios se acercan a mi oído, y su voz baja y grave resuena con una intimidad que me hace estremecer.
—¿Recuerdas cuando te dije que te tendría en mi garaje, alentándome mientras cruzaba la línea de meta en primer lugar, con mi camiseta, siendo campeón mundial?
La memoria de sus palabras me hace sonreír, una mezcla de ternura y diversión cruza mi mente.
—Sí, pero aún no eres el campeón mundial —le respondo, intentando mantener un tono de reproche suave.
Logan me ignora deliberadamente, sus ojos grises, llenos de una determinación que siempre me ha fascinado, se clavan en los míos.
—Qué curiosa es la vida —continúa, con una sonrisa de confianza que ilumina su rostro—. Aún no soy el campeón mundial, pero te tengo aquí, alentándome.
—Tampoco llevo tu camiseta —le replico, levantando una ceja con un toque de desafío juguetón—. Llevo la misma que todos los que trabajamos aquí.
Sus ojos no dejan los míos, y en su mirada hay una mezcla de deseo y ternura que me hace temblar. Su expresión se vuelve más intensa, como si quisiera decirme algo más que palabras.
—No importa —dice, con una suavidad que hace que mi corazón se detenga por un segundo—. Llevas a mi hijo creciendo en tu vientre. Creo que gané algo mucho mejor que un simple campeonato mundial.
Mis pulmones se niegan a funcionar correctamente y el mundo parece detenerse en ese instante. Sus palabras se hunden en mi conciencia, y la realidad de lo que ha dicho me envuelve como una ola de calidez. No puedo responder; estoy abrumada por la emoción, por el amor que siento en cada fibra de mi ser.
Logan se aparta antes de que pueda reaccionar, dirigiéndose al "cooldown room", el área destinada a los tres primeros pilotos mientras espera la ceremonia del podio. Lo sigo con la mirada, su figura destacándose contra el vibrante paisaje de São Paulo. Mi corazón late con fuerza, el eco de sus palabras resonando en cada latido.
—¿Escuché bien? —pregunta una voz familiar detrás de mí, sacándome de mi ensueño.
Me giro para ver a Blake, el mejor amigo de Logan, acercándose con una sonrisa divertida. Es la primera vez que hablamos más allá de los saludos cortos en el paddock. Su actitud despreocupada y su sonrisa traviesa añaden un toque de ligereza al momento.
—No te tenía por chismoso, Blake —le digo, soltando una risa suave mientras intento recuperar la compostura.
—Me considero más un observador profesional —responde, con una risa que se contagia. Cruza los brazos con aire de suficiencia, como si hubiera descubierto un secreto que no estaba destinado a compartir.
Blake se ríe, sus ojos brillando con una mezcla de travesura y calidez. Su presencia es un recordatorio de que, a pesar de la tensión que a veces envuelve este mundo de competición y velocidad, aún hay momentos para la camaradería y el humor.
—¿Y qué observaste entonces, oh sabio observador? —le pregunto, alzando una ceja en un gesto de broma.
Blake se inclina ligeramente hacia mí, como si fuera a compartir un secreto que nadie más debe escuchar.
—Que tienes a Logan completamente embobado —dice, su sonrisa ensanchándose—. Y con razón, ahora que sé lo del bebé. Eso sí, me autoproclamo oficialmente como el padrino de ese pequeñín en camino. Espero que no te importe.
Su declaración me toma por sorpresa, y no puedo evitar reír. Es una risa libre, sin reservas, algo que no había experimentado en un tiempo. Blake me mira con una expresión que mezcla humor y seriedad, como si realmente estuviera dispuesto a asumir ese papel.
—¿En serio? —le digo, todavía riendo—. ¿Ya te estás apuntando para ser el padrino?
—Claro, alguien tiene que asegurarse de que ese niño crezca con buen gusto en música y un sentido del humor impecable. Además de malcriarlo un montón —responde, guiñándome un ojo.
No puedo evitar soltar una carcajada. La sinceridad y el buen humor de Blake son refrescantes, y su declaración me hace sentir una conexión inesperada con él.
—Creo que el bebé estaría encantado de tenerte como padrino —respondo, todavía riendo—. Pero tendrás que ganar el título, ya sabes.
Blake hace una mueca exagerada de derrota, llevándose una mano al corazón.
—Vaya, ya imponiendo condiciones, ¿eh? Bueno, no te preocupes, me aseguraré de estar a la altura. —dice, mientras comenzamos a caminar juntos hacia el área donde el equipo está reunido.
Caminamos juntos hacia donde el equipo se ha reunido para ver la ceremonia de premiación. La atmósfera es vibrante, llena de emoción y celebración. El sol comienza a descender, tiñendo el cielo de tonos dorados y naranjas, mientras las banderas ondean con orgullo y la multitud sigue animada, conversando y riendo.
Logan se encuentra en el podio, recibiendo su trofeo de segundo lugar. Sus ojos se encuentran con los míos y, aunque estamos rodeados de gente, siento como si solo estuviéramos nosotros dos. Me lanza una sonrisa que hace que mi corazón se derrita, y en ese momento, todo parece encajar a la perfección.
Blake se acerca más y me susurra al oído, sin apartar la mirada de Logan.
—Ahí va el enamorado —susurra Blake a mi lado, inclinándose lo suficiente para que solo yo pueda oírlo—. Te tiene completamente en la mira.
Intento no sonrojarme, pero la forma en que lo dice, con ese tono de broma que esconde un fondo de verdad, me hace sentir un cosquilleo en el estómago.
—Deberías ver cómo lo miras tú —continúa Blake, sin dejarme escapar tan fácilmente—. Si alguien lo merece, es él.
Mis ojos se mantienen en Logan mientras levanta su trofeo, su rostro una mezcla de orgullo y determinación. El ruido de los vítores y los aplausos me rodea, pero todo lo que puedo ver es a Logan, ese hombre que ha transformado mi vida de formas que nunca imaginé.
Cuando la ceremonia termina, la gente comienza a dispersarse, pero yo me quedo inmóvil, observando cómo Logan desciende del podio. Sé que en cuanto tenga la oportunidad, vendrá hacia mí. Es algo que siempre hace, como si necesitara mi presencia para completar el momento.
Mientras la multitud comienza a dispersarse, el eco de los vítores y el bullicio de las conversaciones se desvanecen lentamente, dando paso a un murmullo más tenue y relajado. Me quedo en mi lugar, observando a Logan mientras desciende del podio con su trofeo de segundo lugar en la mano. Cada paso que da parece resonar con una mezcla de orgullo y satisfacción.
Blake se mantiene a mi lado, su presencia es una constante fuente de alivio y distracción. Su postura relajada contrasta con la intensidad del momento; está inclinado ligeramente hacia adelante, su expresión curiosa y entretenida mientras observa a Logan. A veces, lo veo echarme una mirada rápida, como si quisiera asegurar que estoy bien, antes de volver a enfocar su atención en el podio.
Mis ojos no se apartan de Logan mientras se abre camino a través de la multitud. Su porte erguido y la sonrisa que no abandona su rostro sugieren una satisfacción que trasciende la simple victoria en la pista. Cada paso que da está lleno de propósito, como si estuviera atravesando un camino que solo él puede ver, un camino que nos lleva a nuestro próximo encuentro.
—Parece que tu chico viene directo hacia ti —comenta, su tono mezcla de broma y observación.
Cuando finalmente se aproxima, su sonrisa se amplía, y puedo ver una chispa de alivio y felicidad en sus ojos. La tensión de la carrera y el esfuerzo parecen desvanecerse en su rostro, reemplazados por una expresión de ternura y admiración. Se acerca con una cadencia relajada pero segura, sus movimientos suaves y controlados, como si cada paso estuviera calculado para acercarse más a mí.
—Hola —dice Logan, su voz llena de una calidez que me envuelve. Su mano se desliza en mi cintura con una familiaridad que es reconfortante. El contacto de su piel sobre la mía me hace sentir una conexión tan intensa que casi me quema.
—Hola —respondo, mi voz casi un susurro. Mi mano se posa en su pecho, sintiendo el latido de su corazón bajo la tela de su ropa. El contacto es como un ancla en medio del bullicio que nos rodea. —Te ves increíble allá arriba —le digo, acariciando su brazo con ternura—. Estoy tan orgullosa de ti.
Blake, que está a nuestro lado, se aclara la garganta de manera teatral para llamar nuestra atención. Su sonrisa no ha desaparecido, y su actitud relajada y juguetona añade un toque ligero al ambiente.
—¿Puedo interrumpir este momento de dulzura? —pregunta Blake, su tono es una mezcla de broma y camaradería. Se cruza de brazos, mirándonos con una expresión de falsa seriedad.
Logan se ríe, su mirada se aleja brevemente de mí para enfocarse en Blake. La risa de Logan es una melodía cálida que contrasta con el bullicio que nos rodea. Luego, se dirige a Blake con una sonrisa que sugiere complicidad.
—Claro, ¿qué pasa, Blake?
Blake da un paso adelante, su mirada traviesa y su actitud relajada revelan que está disfrutando del juego. Con un gesto dramático, coloca una mano en su pecho y se inclina hacia adelante, como si fuera a contar un secreto.
—Solo quería felicitarte por el trofeo y, por supuesto, por el hecho de que ahora soy el padrino oficial del bebé —dice, su tono es juguetón pero su mirada revela un toque de sinceridad. Se ríe suavemente, su risa se mezcla con el murmullo de la multitud.
Logan se ríe a carcajadas, el sonido es contagioso y hace que la tensión del momento se disipe. Su mirada se encuentra con la mía, y en ese instante, parece que solo existimos nosotros tres. La risa de Logan es una liberación de la presión acumulada, y su alegría es palpable.
—Parece que no tengo mucho que decir al respecto —responde Logan, dirigiéndose a Blake con una sonrisa que revela su aprecio por el buen humor de su amigo—. Te cedo el título de padrino, siempre y cuando prometas mantener a mi hijo o hija lejos de problemas.
Blake hace una mueca exagerada, colocándose una mano en el pecho con una expresión de falsa ofensa.
—¿Problemas? ¿Yo? —pregunta, guiñándome un ojo. —Prometo hacer mi mejor esfuerzo para malcriarlo y asegurarme de que tenga un sentido del humor increíble.
Me río ante la imagen mental de Blake asumiendo el papel de padrino con su característico humor. Su presencia y actitud ligera ayudan a que el momento sea más memorable, y el vínculo entre los tres se siente genuinamente cálido.
—En ese caso, parece que estamos todos de acuerdo —digo, mirando a Logan y luego a Blake. El sol se está poniendo en el horizonte, bañando el paisaje con una luz dorada que añade un toque mágico al momento.
—Bueno, yo me retiro, ustedes tienen que ir a la rueda de prensa —dice Blake, su tono amigable y relajado—. ¿Nos vemos está noche para cenar?
—Claro amigo, nos vemos más tarde para cenar.
Logan, con su trofeo en una mano y la otra libre, me toma de la mano suavemente. La sensación de su piel contra la mía es un recordatorio tangible de nuestra conexión. Nos movemos juntos hacia el área donde el equipo está reunido, y el ambiente vibrante y lleno de celebración nos rodea.
Han pasado unas horas desde la ceremonia de premiación, y la noche ha caído sobre São Paulo, envolviendo la ciudad en una tranquilidad que contrasta con la adrenalina del día. La luz cálida de las lámparas en la habitación del hotel proyecta sombras suaves en las paredes, creando una atmósfera íntima y acogedora. Estoy en el baño, terminando de arreglarme para la cena, mientras la suave brisa que entra por la ventana entreabierta me acaricia la piel.
El reflejo en el espejo muestra mi rostro, concentrado en cada detalle. Logan está recostado en la cama, observándome en silencio, sus ojos siguiéndome con una intensidad que puedo sentir incluso sin mirarlo directamente. Siento su presencia, su calidez, incluso a distancia.
De repente, escucho sus pasos acercarse. Levanto la mirada justo cuando aparece detrás de mí, sus ojos grises atrapando los míos a través del espejo. Logan rodea mi cuerpo con sus brazos, y siento el peso de sus manos sobre mi pequeño vientre. El contacto es reconfortante, casi como si sus manos me anclaran a él, a este momento. Apoya su cabeza en mi hombro, su aliento cálido roza mi cuello, enviando un escalofrío por mi columna.
—Amor... —susurra, su voz apenas un murmullo que resuena en mi oído y vibra en mi pecho.
El tono en su voz me hace fruncir ligeramente el ceño. Es suave, pero cargado de algo más, algo que no logro descifrar de inmediato. Giro un poco la cabeza para mirarlo a través del espejo, buscando respuestas en su expresión.
—¿Qué pasa? —pregunto, intentando mantener mi voz calmada, pero mi corazón comienza a latir un poco más rápido, anticipando lo que está por decir.
Logan no responde de inmediato. En su lugar, cierra los ojos un momento, como si estuviera reuniendo fuerzas para hablar. Luego los abre y su mirada se clava en la mía, con una mezcla de determinación y vulnerabilidad que rara vez deja ver.
—Hace unas semanas he estado pensando en algo... —comienza, su voz ahora un poco más firme—. Y lo he conversado con Lorenzo, quien fue el que me ayudo a hacer los tramites... me cambié el apellido. No voy correr más con el apellido Bauer. Voy a correr con el apellido de mi madre. Ya no soy Bauer.
Mis ojos se encuentran con los suyos en el espejo, y veo la determinación en su mirada, una firmeza que solo he visto cuando toma decisiones que realmente importan. Mi corazón se aprieta un poco, recordando todo lo que ha pasado, todo lo que hemos pasado. La sombra de su padre siempre ha estado allí, una presencia oscura que ha intentado arrastrarlo hacia un lugar donde él no quiere estar.
—Esta mañana la FIA me dio la autorización —continúa, su voz baja pero segura—. A partir de la próxima fecha, seré Zárate, y no solo en la Fórmula 1. Ya no correré más como Bauer. Desde ahora soy Logan Zárate.
Hay un peso en sus palabras, una liberación que solo él podría entender completamente. La decisión de dejar atrás el apellido de su padre, de cortarlo como un lazo que lo ha atado durante tanto tiempo, es un paso enorme, un acto de rebelión y al mismo tiempo, de afirmación. Está eligiendo quién quiere ser, y está eligiendo ser él mismo, sin las cadenas del pasado.
Me quedo en silencio por un momento, procesando lo que acaba de decirme. La fuerza de su decisión me deja sin palabras, y me doy cuenta de cuán profundo es este cambio para él. Logan me aprieta un poco más fuerte, como si necesitara asegurarse de que sigo allí, que sigue conectado conmigo.
Me giro en sus brazos, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello, atrayéndolo hacia mí.
—Estoy tan orgullosa de ti, cariño... —susurro, sintiendo una mezcla de emociones que me sobrepasan—. Y no solo por esta decisión, sino por la persona que eres. Te amo, Logan Zárate.
Logan sonríe, una sonrisa pequeña pero sincera, y siento que algo dentro de él se afloja, como si finalmente pudiera respirar libremente. Sus manos ahora descansan en mi espalda baja, y de pronto, su expresión cambia de nuevo, volviéndose más suave.
—También... quiero abrir una fundación —continúa, sus ojos aún fijos en los míos—. Una fundación que apoye a los niños que sueñan con ser parte de este mundo, pero que no tienen los recursos para hacerlo. Quiero que mi nombre, el nombre de mi madre, esté asociado con algo más que las carreras. Quiero que signifique algo.
Me invade una oleada de emociones. Estoy tan orgullosa de él, tan conmovida por la fuerza que ha mostrado, por la decisión que ha tomado. Logan ha pasado por tanto, y ahora, finalmente, está reclamando su identidad, está creando algo nuevo, algo propio.
—Eres increíble. Y estoy contigo en todo esto. Vamos a construir algo hermoso juntos, para nuestro hijo y para todos esos niños.
Él me devuelve la sonrisa, pero hay una emoción más profunda en sus ojos, algo que va más allá de las palabras. Nuestros labios se encuentran en un beso suave, un pacto silencioso entre nosotros. Mientras estamos allí, abrazados en la tranquilidad de la noche, sé que no importa qué desafíos se presenten en nuestro camino. Juntos, somos invencibles. Y con el apellido Zárate, Logan finalmente está listo para escribir su propia historia, libre de las sombras del pasado.
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Holaaa!!! ✨
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Gracias por leer, ¡un abrazo! 🧡
¡Nos vemos en el próximo capítulo! 🫶🏻
PD: Quedan poquitos capítulos, para terminar esta pequeña aventura llamada "Curvas Peligrosas" 🥺
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