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CAPÍTULO 42

NICKI

El sol de la tarde se filtra a través de las cortinas de mi departamento, bañando la sala con una luz dorada que apenas logra iluminar el vacío que siento dentro. Mi madre se fue a Hamburgo hace dos días, y desde entonces el espacio se siente aún más grande, más solitario. Me siento en el sofá, sosteniendo una taza de té caliente que apenas toco mientras mi mente sigue atrapada en un torbellino de pensamientos.

Los síntomas que he estado experimentando en los últimos días, el cansancio extremo, las náuseas matutinas y una aversión inexplicable a ciertos olores, se han convertido en un peso constante que llevo conmigo. Intento convencerme de que todo es producto del estrés causado por mi relación con Logan y la confusión que siento respecto a él. Pero una parte de mí sabe que hay algo más.

La sala está impregnada de un aroma a canela y manzana de la vela encendida en la mesa de café. El vapor de la taza se eleva en espirales danzantes, pero ni el calor reconfortante de la bebida ni la suavidad de la luz parecen ser suficientes para calmar mi inquietud. Mi mirada se pierde en la pantalla del televisor, sin realmente ver lo que está en ella, mientras la ansiedad crece en mi pecho.

Alana, que está sentada a mi lado, observa en silencio. Su presencia es un ancla en medio de mi tormenta emocional. Su mirada es una mezcla de preocupación y curiosidad, y no puedo evitar sentirme expuesta bajo su escrutinio.

—Nicki, ¿le agradeciste a Logan por los bombones? —pregunta, su tono casual pero cargado de una seriedad subyacente.

—No lo hice —respondo, la tristeza en mi voz es palpable mientras miro el vapor que se eleva de mi taza—. No sabía qué decirle. Todo es tan complicado entre nosotros.

Alana asiente lentamente, su expresión refleja una comprensión que va más allá de las palabras. —Entiendo. Pero a veces, un simple "gracias" puede abrir una puerta a una conversación más profunda. ¿No crees?

Sus palabras resuenan en mi mente, pero antes de que pueda responder, un mareo repentino me hace cerrar los ojos. Me apoyo en el respaldo del sofá, tratando de recuperar el equilibrio mientras mi visión se vuelve borrosa. El calor del té parece intensificar mi malestar. Alana se inclina hacia adelante, su rostro se transforma en una mueca de preocupación.

—Nicki, ¿estás bien? —pregunta, su voz es un murmullo cargado de inquietud mientras coloca una mano cálida y reconfortante en mi brazo.

Intento sonreír, pero el esfuerzo solo acentúa el malestar. —Sí, solo un poco mareada. Debe ser por el cansancio.

Alana me observa con detenimiento, su mirada se torna más intensa, casi examinadora. —Nicki, últimamente te he visto más pálida y te falta el aliento con frecuencia. ¿Estás segura de que no es algo más?

Antes de que pueda responder, una ola de náuseas abrumadoras me invade. Me cubro la boca con una mano y me levanto rápidamente, apenas logrando llegar al baño a tiempo. Alana sigue de cerca, su expresión llena de preocupación.

Una ola de náuseas abrumadoras me invade de repente, y me cubro la boca con una mano mientras me levanto rápidamente. La sensación es tan intensa que apenas logro llegar al baño a tiempo. Los sonidos del apartamento se vuelven lejanos mientras me apresuro a la habitación blanca y fría, el aroma a limpiador y desinfectante que suele ser reconfortante ahora se vuelve opresivo. Los azulejos fríos contra mis pies descalzos parecen intensificar el mareo. Después de unos minutos que se sienten interminables, salgo del baño, aún con un regusto amargo en la boca y el sudor frío perlado en mi frente. Alana se acerca con un vaso de agua, su mirada es un refugio en medio de mi tormenta.

—Nicki, esto no parece solo estrés —dice con suavidad, su tono es firme pero reconfortante—. ¿Has considerado la posibilidad de que podrías estar embarazada?

La pregunta me golpea como un balde de agua fría. Mis ojos se abren de par en par, y siento que mi corazón se acelera de golpe. —¿Embarazada? No, no he pensado en eso. No puede ser... ¿o sí?

Las náuseas, el cansancio, la aversión a ciertos olores... todo empieza a encajar en mi mente de una manera que no había considerado. Recuerdo ese 20 de julio, día en que estuvimos juntos. La mezcla de miedo y asombro se apodera de mí, y una sensación de desesperanza me envuelve.

Alana inclina la cabeza, su expresión se suaviza en una mezcla de preocupación y ternura. —Bueno, los síntomas que describes podrían ser indicios de embarazo. ¿Cuándo fue tu última menstruación?

Mi mente comienza a repasar fechas, el ciclo retrasado se hace evidente. La posibilidad se asienta en mi mente, mezclando miedo e incredulidad en una tormenta de emociones.

—Hace más de un mes... —mi voz tiembla, y Alana me da una mirada de comprensión profunda.

—Nicki, deberías hacerte una prueba para estar segura. —Su tono es firme pero comprensivo, y siento un nudo en la garganta mientras asimilo sus palabras.

Miro hacia la habitación donde la pequeña de Alana duerme y me doy cuenta de la magnitud de lo que podría estar enfrentando. El sonido suave de la respiración tranquila de la pequeña me recuerda la posibilidad de un futuro incierto.

—Voy a la farmacia —digo, agarrando mi abrigo y mi bolso con una mano temblorosa. Alana asiente, su mirada de aliento es un bálsamo para mi inquietud.

Salgo del departamento, y el aire fresco de la tarde me envuelve mientras mis pensamientos se arremolinan con temor y esperanza. Cada paso hacia la farmacia parece un avance hacia un futuro incierto.

Cuando llego a la farmacia, las luces fluorescentes y el murmullo de otros clientes me envuelven en una atmósfera de frialdad. Camino hacia la sección de pruebas de embarazo, el corazón latiendo con fuerza en mi pecho. Tomo una caja con manos temblorosas, sintiendo el peso simbólico de lo que podría significar.

Pago en silencio, afortunadamente el farmacéutico no entabla mucha conversación. De regreso al departamento, mis pensamientos siguen siendo un caos. Alana me espera en el sofá, su expresión una mezcla de preocupación y aliento.

—Lo tienes —dice suavemente, señalando la caja en mis manos.

Asiento, incapaz de articular una respuesta adecuada. Me dirijo al baño, sintiendo el corazón palpitar con fuerza mientras cierro la puerta detrás de mí. La prueba en mi mano es un objeto pequeño pero cargado de significado, un símbolo de la incertidumbre que siento. Cierro los ojos por un momento, respirando profundamente antes de comenzar el proceso. Cada segundo parece una eternidad mientras espero los resultados.

Finalmente, miro la prueba y mis ojos se llenan de lágrimas al ver el resultado. Salgo del baño, mis piernas temblando y el corazón en un torbellino de emociones. Alana se acerca al verme, su expresión cambia al ver mis ojos llenos de lágrimas.

—Nicki... —susurra, acercándose para abrazarme.

—Positivo —digo, mi voz apenas un susurro mientras las lágrimas caen libremente. Alana me envuelve en sus brazos, su calidez y apoyo son un bálsamo para mi alma atormentada.

El abrazo de Alana es un refugio cálido y sólido en medio de mi tormenta interna. Mi mente gira a toda velocidad, tratando de asimilar la magnitud de lo que acabo de descubrir. Un torbellino de emociones me envuelve: miedo, incertidumbre y una profunda tristeza por lo que esto podría significar para mi vida.

De repente, un pensamiento perturbador cruza mi mente: ¿cómo le diré a Logan que estoy embarazada? Hace un par de semanas que terminamos nuestra relación. La idea de enfrentar a Logan con esta noticia me llena de ansiedad y angustia. No sé cómo reaccionará, ni cómo esto afectará su vida.

Logan ha dedicado su vida a convertirse en el campeón mundial de Fórmula 1. Desde que lo conocí, su pasión y determinación por alcanzar ese sueño han sido evidentes. Ha luchado y sacrificado tanto por ello. El sólo pensar en interrumpir su carrera, que es el sueño con el que ha soñado desde que era niño, me hace sentir un peso abrumador en el pecho. ¿Cómo le diré que un bebé está en camino cuando su mundo está centrado en la pista de carreras? ¿Cómo se tomará esta noticia? ¿Lo arruinaré todo para él?

—No sé cómo decirle... —mi voz quebrada mientras un temblor se apodera de mis manos. Mis dedos se enroscan nerviosamente en el borde del abrigo que tengo sobre las piernas, como si esperaran encontrar algo en qué sostenerse.

Alana se me acerca, su expresión es un delicado equilibrio entre tristeza y comprensión. Su mirada es suave, pero firme, reflejando una empatía que me llega profundamente. —No estás siendo un obstáculo, Nicki. Esta es una realidad que ambos deben enfrentar. Logan también necesita saber lo que está en juego y ser parte de esta decisión. Puede que al principio no reaccione como esperas, pero también podría sorprenderte.

Me doy cuenta de que Alana tiene razón, y sus palabras me ofrecen un poco de consuelo, pero el nudo en mi estómago persiste. Me siento en el borde del sofá, mis piernas aún temblorosas, mientras mi mente busca las palabras adecuadas. No puedo evitar imaginar cómo reaccionará Logan, y el miedo a la confrontación se manifiesta en cada respiración que tomo.

—¿Cómo se lo digo? —pregunto, la duda aún clara en mi voz. Siento que las palabras se atascan en mi garganta, como si estuvieran atrapadas en un laberinto de inseguridades y temores.

Alana se sienta a mi lado, su proximidad es reconfortante. Sus dedos tocan suavemente mi brazo, un gesto sutil pero poderoso que me recuerda que no estoy sola. —Podrías empezar siendo honesta y directa. Dile lo que has descubierto y cómo te sientes. A veces, la verdad desnuda puede abrir puertas que ni siquiera sabías que estaban cerradas.

Asiento lentamente, el peso de sus palabras comienza a calar en mí. La visión de Logan, concentrado en su entrenamiento, en sus carreras y en su sueño de ser el campeón mundial, me llena de nostalgia y tristeza. Lo imagino en la pista, con su casco brillante bajo el sol, persiguiendo la velocidad y la gloria. Esas imágenes contrastan fuertemente con mi realidad actual.

—Es difícil —murmuro, mi voz apenas audible mientras cierro los ojos un momento, tratando de visualizar cómo será el encuentro. —Él ha dedicado su vida a esto. No quiero que mi noticia le impida alcanzar sus metas.

Alana respira hondo, su mirada se llena de determinación. —Lo que estás pasando es importante, y tu vida también importa. No se trata solo de Logan y sus sueños; también se trata de ti y del futuro que puedes construir. Puede que al principio se sienta abrumado, pero eso no significa que no pueda manejarlo. La vida está llena de sorpresas, y a veces, las más inesperadas pueden ser las más hermosas.

Me tomo un momento para procesar sus palabras, sintiendo cómo su apoyo empieza a desatar un pequeño hilo de esperanza en medio de mi incertidumbre. Su convicción y empatía son un bálsamo para mi ansiedad.

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