CAPÍTULO 3
NICKI
¿Este es Logan?
No puedo evitar sentir una oleada de incredulidad al darme cuenta de quién es. ¿Cómo es posible que no lo reconociera antes? Logan, el mismo que fue el peor vecino del universo. Recuerdo claramente sus travesuras, sus bromas pesadas que me sacaban de quicio y su amor por la velocidad que parecía no tener límites.
Durante años, nuestras diferencias se convirtieron en un espectáculo diario para todo el vecindario. Él encontraba diversión en molestarme sin cesar, y yo, a su vez, luchaba por mantener mi paciencia ante sus constantes provocaciones.
Cada día era una nueva batalla, cada interacción una oportunidad para demostrar quién tenía el control. Y aunque a veces deseaba poder ignorarlo por completo, su presencia siempre estaba ahí, como una constante en mi vida diaria.
Como su oficial de prensa y creadora de contenido, estaré constantemente en contacto con Logan, coordinando cada aspecto de su presencia pública. Desde los viajes frenéticos de un circuito a otro, hasta las interminables reuniones de estrategia y las agitadas conferencias de prensa, cada detalle pasa por mis manos y tengo que hablarlo con él. El único momento en que estaré alejada de él... será mientras duermo.
Durante la presentación en la sala, apenas lo reconocí. Se ha transformado en todo un bombón, aunque sigue siendo igual de insoportable.
—Espero que las diferencias entre ustedes hayan sido superadas por la madurez —dice mi padre, su tono indicando que espera una respuesta afirmativa.
Asiento una vez más, comprometiéndome a dejar atrás cualquier conflicto del pasado. Cuando mi padre se retira, me encuentro a solas con Logan, y no puedo evitar dejar escapar un suspiro de frustración.
—Así que no eras mecánico... —murmuro, mi voz ligeramente ronca por la emoción contenida, mis brazos cruzados sobre mi pecho en un gesto defensivo, mis cejas fruncidas en un claro indicio de incredulidad.
Logan se encoge de hombros con una sonrisa burlona, sus ojos brillando con diversión mientras da un paso más hacia mí. Sus manos se abren en un gesto de inocencia fingida, pero su expresión desafiante no pasa desapercibida.
—Te dije que era piloto, Nicolette. —su sonrisa se amplía, mostrando sus dientes en un gesto desafiante, sus hombros se mueven con despreocupación mientras se acerca.
Suelto el aire en un bufido y doy media vuelta para alejarme de él, mis pasos cortos y rápidos en un intento de poner distancia entre nosotros. Mi mandíbula está tensa, mis manos se aferran con fuerza a los brazos de mi chaqueta en un gesto de frustración contenida. Mi cuerpo se tensa con cada paso, una barrera invisible entre él y yo.
—¿Tan fácil soy de olvidar? —Su voz suena detrás de mí, desafiante, y puedo sentir su presencia imponente a mi espalda.
Me detengo en seco, mis músculos tensos bajo la tela de mi chaqueta, pero me obligo a no girarme. Mantengo mi mirada fija en el horizonte, mis labios apretados en una línea firme que refleja mi determinación. La tensión entre nosotros es palpable, como una corriente eléctrica que zumba en el aire.
—Créeme, lo eres. Ni siquiera sabía que eras piloto. En realidad, apenas recordaba tu existencia. Lo que sí recuerdo es que siempre fuiste un dolor de cabeza. Y por lo que veo, eso no ha cambiado —respondo con sarcasmo, mi tono de voz ligeramente elevado pero controlado, mientras me mantengo firme ante su presencia intimidante.
Logan se acerca un paso más, su figura imponente eclipsando, pero yo no retrocedo. Mi espalda se endereza con orgullo, mis hombros tensos pero firmes en un gesto desafiante. La distancia entre nosotros se reduce, pero mi determinación no flaquea.
—Hija de un ex campeón mundial y ni siquiera mira sus carreras como director principal —susurra en mi oído, su aliento cálido enviando escalofríos por mi espina dorsal.
Mi cuerpo se tensa ante su proximidad, y un escalofrío recorre mi columna vertebral, pero me obligo a mantener la compostura. Sus palabras resuenan en mi mente, una mezcla de provocación y desafío que alimenta el fuego de mi determinación. Mis dedos se aferran ligeramente al borde de mi chaqueta, buscando un ancla en la realidad ante la avalancha de emociones que amenaza con abrumarme.
—Hijo de un campeón mundial y aún no tiene ningún título —respondo con sarcasmo, girando sobre mis talones, mis labios curvados en una sonrisa mientras me enfrento a su mirada intensa, quedando lo suficientemente cerca.
Mis palabras son un recordatorio de que, a pesar de su apellido ilustre, aún no ha logrado alcanzar el éxito por sí mismo.
Mis cejas arqueadas con incredulidad mientras sostengo su mirada desafiante. Mi postura se mantiene firme, mis hombros cuadrados en un gesto de orgullo y determinación que rivaliza con el suyo.
El brillo en sus ojos no pasó desapercibido para mí, una chispa de diversión y desafío que refleja su actitud intrépida. Puedo ver la sonrisa juguetona curvándose en sus labios, el brillo de su confianza en su capacidad para provocarme.
Mi pulso se acelera ligeramente, una mezcla de irritación y excitación burbujeando bajo la superficie de mi piel. Pero me obligo a mantener la compostura, a no ceder ante su juego de palabras afiladas.
—Tal vez deberías empezar a mirar mis carreras, Nicolette. Podrías aprender una o dos cosas sobre cómo ganar —susurró con tono juguetón, su aliento cálido rozando mi piel de nuevo, su presencia imponente envolviéndome como una manta invisible pero tangible.
Un escalofrío recorre mi columna vertebral ante su proximidad, pero me obligo a mantener la calma. Mi mente corre a mil por hora, buscando una respuesta adecuada, una manera de contrarrestar su desafío sin perder la compostura.
Respiro profundamente, tratando de encontrar la calma en medio de la tormenta de emociones que se agitan dentro de mí. Mi mirada se encuentra con la suya, desafiante y sin miedo, mis ojos ardiendo con una determinación que no está dispuesta a ceder.
—Tal vez prefiera no aprender de alguien que aún no ha ganado nada —respondo con una sonrisa burlona, mis palabras cargadas de desdén y desafío.
Un silencio tenso se cierne entre nosotros, como una pausa en una partitura antes de que estallara en un crescendo de emoción. Puedo sentir la energía eléctrica zumbando en el aire, el pulso acelerado de nuestra confrontación verbal que amenaza con estallar en cualquier momento.
Y entonces, como si estuviera disfrutando del desafío tanto como yo, Logan sonríe con suficiencia, sus ojos brillando con un fuego interior que iguala el mío. Una sensación de anticipación se apodera de mí, una mezcla de emoción y determinación mientras espero su respuesta.
—Touche, Nicolette. Pero ya verás, algún día estarás animándome desde el garaje mientras yo cruzo la meta en primer lugar convirtiéndome en el campeón mundial —dijo con confianza, su voz resonando con un tono desafiante que envía un escalofrío por mi espalda.
Una sonrisa burlona se curva en mis labios ante su respuesta tan segura de sí misma. Mis manos se apretaron con más fuerza al borde de mi chaqueta, una sensación de excitación corriendo por mis venas mientras me preparo para el siguiente round en nuestro eterno juego de rivalidad y competencia.
—No te hagas ilusiones, Bauer. No me verás con tu número en una camiseta —replico, mis palabras cargadas de desdén y desafío, pero mi tono de voz firme y controlado, sin revelar la tormenta de emociones que se agitaban dentro de mí.
Con un último vistazo cargado de ironía, me doy media vuelta y me alejo, dejando atrás a Logan con su seguridad y sus provocaciones. Mi paso es firme, tratando de mantener mi dignidad intacta ante su desafío.
Subo las escaleras con determinación, mis tacones resonando en el pasillo vacío. Al llegar a la imponente puerta de la oficina de mi padre, golpeo dos veces y aguardo, anticipando su voz que me dará paso.
Por fin, la voz de mi padre resuena desde el otro lado de la puerta. —Adelante.
Empujo la puerta con cuidado y entro en la oficina. El espacio está impregnado con el aroma familiar de su perfume y el sutil aroma a madera pulida. Mi padre está sentado detrás de su imponente escritorio de caoba, con la mirada fija en un montón de papeles. Al levantar la vista y encontrarse con la mía, su rostro se ilumina con una sonrisa cálida y acogedora.
—Hola, papá.
—¿Ya diste un recorrido por las instalaciones? —me pregunta con su voz cálida.
—Algo. —murmuro.
Él asiente, señalando el asiento frente a su escritorio. —Aquí tienes el contrato para que lo revises y firmes. Puedes repasarlo con alguno de los abogados si lo deseas.
Acepto el documento con gratitud, agradecida por su confianza en mí. Me siento frente a él y comienzo a hojear el contrato, mientras mi padre observa con atención cada gesto.
—Está demás decir que no puedes involucrarte con nadie del equipo, ¿verdad? ni mucho menos con alguno de mis pilotos no quiero tener que despedir a nadie. —Frunzo el ceño, y mi padre continúa. —Es una regla como padre, no como Director.
Ruedo los ojos con una mezcla de exasperación y diversión. —No te preocupes, dudo que vaya a terminar en la cama con alguno de tus pilotos, mucho menos si el que sobre es Logan.
—Por favor, cállate. —Se estremece. —No quiero escucharte hablar ni de cama ni de hombres en una misma oración. No hagas que me arrepienta de haberte contratado.
—Relájate, Lorenzo. —Le digo a mi padre, provocando su ceño fruncido. Detesta que lo llame por su nombre.
—Te crié apartada de todo este mundo por una razón, y por ende no entiendes la complejidad de la Fórmula 1.
—No te preocupes, conozco mis límites y los pilotos están fuera de mis límites. —Mi tono es sereno.
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LOGAN
Observo a Nicki alejarse y debo admitir que luce increíblemente hermosa, incluso más que en mis recuerdos. Mi mirada recorre su figura con detenimiento, como si cada centímetro de su cuerpo fuera una obra de arte digna de contemplar. Es imposible no notar lo espectacular que es, cada curva parece haber sido moldeada por los mismos dioses. ¿Cómo no me había dado cuenta antes de lo impresionante que es su cuerpo?
No se trata solo de su rostro, que es hermoso por donde se le mire, sino de cada detalle que lo acompaña. Sus curvas perfectas son como un tentador circuito que invita a recorrerlas con los ojos una y otra vez, y ese trasero... es simplemente magnífico, como si hubiera sido esculpido con la intención de provocarme. Cada curva de su cuerpo grita peligro, y no puedo evitar sentirme atrapado por su peligrosidad.
Pero no puedo seguir admirando esas curvas tan atractivas pero peligrosas a la vez porque ella se aleja de mi campo de visión, dejándome con la sensación de haber perdido el objetivo.
Siempre ha sido atractiva, lo recuerdo. En la secundaria, todos los chicos hablaban de ella. No solo por ser hija de quién es, sino por lo increíblemente guapa que decían que era. Sin embargo, para mí, pasaba desapercibida. No era mi tipo. Más bien, era un dolor de cabeza. Y parece que las cosas no han cambiado mucho.
Decido hacer una parada rápida en el gimnasio de la sede antes de irme a casa. Necesito hablar con Gasper, mi entrenador, sobre algunos ajustes en mi rutina de entrenamiento.
Me dirijo hacia su oficina donde sé que encontraré a Gasper.
―Hola, Gasper ―lo saludo con un asentimiento de cabeza al entrar a su oficina, mostrando una sonrisa decidida.
Gasper levanta la mirada de su Ipad, sus ojos centelleando con curiosidad y anticipación. Su postura erguida y su expresión seria indican que está listo para escuchar y analizar cada palabra que pronuncie.
―Hola, Logan ―responde con una inclinación de cabeza, sus manos reposando sobre sus caderas mientras se acerca con pasos firmes.
Me coloco frente a él, adoptando una postura firme y segura, mis hombros cuadrados y mi mirada directa, mostrando mi determinación.
―Necesito hablar contigo sobre algunos ajustes en mi entrenamiento. Creo que puedo mejorar mi resistencia y fuerza ―comienzo, mis manos gestualizando cada punto que menciono.
Gasper asiente con seriedad, sus cejas fruncidas ligeramente en concentración mientras me escucha atentamente. Toma notas en su libreta, demostrando su compromiso con mi desarrollo como atleta.
―Estoy de acuerdo. Cuéntame más sobre tus ideas ―me anima, su tono tranquilo pero alentador.
A partir de ahí, la conversación fluye con facilidad, cada palabra cargada de términos técnicos y referencias específicas al mundo del atletismo. Discutimos estrategias de entrenamiento, ejercicios específicos y áreas de mejora potencial, mientras nuestros gestos y expresiones reflejan nuestra intensa dedicación al deporte. Entre palabras como "intervalos de alta intensidad", "umbrales anaeróbicos" y "técnica de carrera", cada propuesta y sugerencia es meticulosamente considerada y debatida, con un trasfondo de mutuo respeto y confianza.
Al final de nuestra conversación, ambos estamos energizados y motivados, listos para implementar los cambios y desafíos que hemos discutido. Con un apretón de manos firme y una sonrisa compartida, nos despedimos, sabiendo que juntos hemos trazado un camino hacia el éxito en la pista.
Una vez listo, salgo del edificio principal y me dirijo al estacionamiento, donde mi auto me espera pacientemente. El sol se está poniendo en el horizonte, pintando el cielo con tonos cálidos mientras me encamino hacia mi departamento. La quietud del momento contrasta con la frenética actividad del día en la pista.
No he vuelto a ver a Nicki desde que nos separamos en el box. Incluso durante el almuerzo en la cafetería, nuestros caminos no se cruzaron. Es extraño, considerando que ahora estamos destinados a trabajar juntos. Sin embargo, la ausencia de encuentros me permite reflexionar sobre la complejidad de nuestra situación.
Desde el momento en que cruzo la puerta de mi departamento, mi celular vibra, anunciando la llegada de un mensaje. Deposito mis llaves y mi chaqueta sobre la mesa del recibidor y, con la curiosidad picando en mi mente, busco mi teléfono en el bolsillo delantero. Al desbloquearlo, una notificación de Blake, mi mejor amigo, ilumina la pantalla.
Blake:
En cuanto llegues a tu departamento, ve a tu habitación.
Logan:
¿Por qué? ¿Qué has hecho ahora?
Blake:
Si te lo digo, perderá la gracia. Me lo agradecerás después.
Blake es como mi hermano, y a pesar de que no vive conmigo, pareciera que si. Su presencia en mi departamento supera con creces la de cualquier visitante ocasional. De hecho, tiene su propia llave, al igual que yo tengo acceso libre a su espacio. Aunque rara vez me encuentro en Alemania lo suficiente como para necesitarla.
Como piloto de Fórmula 1 reconocido, disfruto de los beneficios y sufro las desventajas. Fui el protagonista de más de un escándalo que ha llenado las páginas de chismes de Instagram y los titulares de la prensa. Eso fue en mis comienzos y con el tiempo fui madurando optado por dejar atrás las fiestas descontroladas, enfocándome en lo que realmente me importa. Ser un piloto exitoso.
Mientras camino hacia mi habitación, siento una mezcla de curiosidad y anticipación por lo que Blake haya podido hacer esta vez. Seguro que ha organizado alguna sorpresa extravagante, como es típico de él. Mi mente divaga en las posibilidades mientras subo las escaleras, imaginando escenarios extravagantes que solo él sería capaz de orquestar.
Al llegar a mi habitación, encuentro la puerta entreabierta. Le doy un pequeño empujón y se abre en todo su esplendor. Sonrío ante la vista que se presenta ante mí, porque, Dios mío, la chica en mi cama parece haber salido directamente de Victoria's Secret. Hay encaje y mucha piel desnuda, y me siento en el paraíso.
—Por fin llegas, guapo. —su voz es como un susurro seductor que envuelve la habitación, mientras se acomoda entre las sábanas con una gracia innata. —Tuve unos días libres y decidí darte una pequeña sorpresa, antes que empiece la temporada. —Una sonrisa pícara adorna sus labios, invitándome a acercarme.
Mi cuerpo reacciona de inmediato a su presencia, sintiendo la tensión crecer en cada músculo. Sin apartar la mirada de Mélanie, avanzo hacia la cama con pasos seguros, dejando que mi expresión refleje el deseo que arde dentro de mí. Un destello travieso cruza por sus ojos al notar mi reacción, y sé que está disfrutando cada segundo de este juego de seducción.
Mélanie y yo nos enredamos por primera vez el año pasado después de haber terminado un Gran Prix en Mónaco. La energía de la victoria aún vibraba en el aire mientras celebrábamos mi impresionante racha de cinco victorias consecutivas en el primer lugar del podio. Entre el bullicio de la fiesta y la emoción del momento, nuestros caminos se cruzaron de una manera que terminamos en la habitación de mi hotel. En los meses siguientes, siempre y cuando nuestras agendas lo permiten nuestros encuentros continúan al igual que el intercambio de algunos mensajes guarros.
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Holaaa!!! ✨
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Nos vemos en el próximo capitulo 🫶🏻
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