CAPÍTULO 28
NICKI
La bandera a cuadros desciende, marcando el final del Gran Premio de España. Logan vuelve a ocupar el primer puesto en el podio por cuarta ocasión consecutiva. Los mecánicos y el equipo en el box saltan de alegría, y todos corren hacia él en cuanto baja del monoplaza para felicitarlo.
Me acerco a Carla, quien observa la ceremonia de premiación con una sonrisa contagiosa. La multitud enloquece cuando llaman a Logan al podio. Su sonrisa radiante ilumina el escenario mientras los vítores del público llenan el aire. Esta victoria lo coloca en el segundo lugar de la clasificación general del campeonato, a solo 30 puntos del primero. El himno de España resuena a través de los altavoces, y mi mirada se mantiene fija en él. Logan cierra los ojos, inclinando la cabeza hacia el cielo. Cuando el himno llega a su fin, baja la vista y nuestros ojos se encuentran. La conexión es instantánea, y permanecemos mirándonos intensamente hasta que la música cesa. Los pilotos en el podio agitan botellas de champán, y el líquido dorado llueve sobre ellos como un confeti líquido. Es imposible desviar la vista de Logan, empapado en champán, sosteniendo el trofeo con una mezcla de orgullo y triunfo. Se aleja del podio, rodeado por los miembros de su equipo, quienes lo abrazan y aplauden. Yo me quedo al margen, con el corazón acelerado, observando cada detalle de la celebración.
Finalmente, Logan se abre paso entre la multitud y se dirige hacia mí. Su cabello está empapado y su rostro brilla con gotas de champán. Sin mediar palabra, se detiene frente a mí, sus ojos reflejando una mezcla de triunfo y algo más profundo que me hace contener el aliento.
—¡Felicitaciones! ¡Lo hiciste otra vez! —exclamo, tratando de ocultar el nerviosismo en mi voz. Logan ríe, su risa baja y contagiosa.
—Gracias —responde, sus ojos brillando con una mezcla de satisfacción—. ¿Disfrutaste el espectáculo? —me pregunta con una sonrisa.
Asiento. —Aunque el piloto se repite cada fin de semana —añado con diversión.
Logan da un paso más cerca, el olor del champán mezclado con su colonia envolviéndonos.
—No me ofende, porque sé que te gusta verme en lo más alto del podio... aunque no lo admitas, guapa.
—Tienes 10 minutos por si quieres cambiarte antes de que tengas que ir a las entrevistas —murmuro, cambiando de tema, dándole un vistazo a mi tableta para distraerme un poco.
—¿Y si quisiera hacer otra cosa? —dice coqueto mientras se inclina levemente hacia mí.
Sonrío mientras niego con la cabeza. Logan me observa por un momento más, luego se inclina y me da un rápido beso en la mejilla, dejando una sensación cálida y efervescente en mi piel. Logan se dirige hacia su suite para cambiarse de ropa, y después de unos minutos aparece por mi oficina para irnos hacia el bullicioso pasillo de prensa, donde una horda de periodistas espera ansiosamente para entrevistar al campeón del día. Logan mantiene su paso seguro, pero puedo percibir la emoción latente en su expresión. Yo, por mi parte, trato de mantener la compostura mientras seguimos su estela.
Los flashes de las cámaras estallan en una sinfonía de destellos mientras nos detenemos frente a un periodista. Logan se enfrenta a un reportero que lo saluda con una sonrisa profesional.
—¡Logan, felicidades por tu cuarta victoria consecutiva en el Gran Premio de España! ¿Cómo te sientes al ganar por primera vez en tu país? —pregunta el periodista, sus ojos brillando con entusiasmo.
Logan asiente con una sonrisa modesta antes de responder con confianza: —Estoy sin palabras. Ganar en casa es un honor increíble, y sentir el apoyo de la gente es maravilloso.
—¿Qué hizo que esta carrera fuera diferente de los años anteriores?
—La madurez. Este año me siento mucho más maduro que en los anteriores. Desde el final de la temporada pasada, he replanteado muchas cosas en mi vida. Además, cuento con un equipo excepcional que ha trabajado incansablemente, y estoy muy agradecido por su esfuerzo. Pero aún queda mucho trabajo por hacer en las próximas carreras.
El periodista sigue con su interrogatorio: —¿Qué esperas de las próximas carreras? ¿Crees que podrás mantener este nivel de rendimiento?
Logan reflexiona un momento antes de responder: —Cada carrera es un nuevo desafío, pero estoy seguro de que podemos mantener el impulso. Vamos a seguir trabajando duro y dando lo mejor de nosotros en cada circuito.
Una mirada curiosa brilla en los ojos del periodista mientras pregunta: —¿Qué te dijo Lorenzo cuando cruzaste la línea de meta hoy?
Logan sonríe: —Me recordó lo que siempre me dice: que no hay límites para lo que puedo lograr. Hoy lo he demostrado una vez más.
Después de la euforia de la conferencia de prensa, nos adentramos en el bullicioso paddock, dirigiéndonos hacia su suite en el corazón del circuito. A pesar del júbilo que nos rodea, el mundo parece desvanecerse mientras avanzamos. La adrenalina sigue bombeando por mis venas, y cada paso junto a Logan intensifica esa sensación. Sus dedos rozan los míos de vez en cuando, y la corriente eléctrica que surge entre nosotros me estremece. Intento mantenerme concentrada en el camino, esquivando a las personas que se cruzan en nuestro camino, pero mi atención se desvía hacia él constantemente. Logan, con su expresión serena y satisfecha, parece haber dejado atrás el peso del mundo.
—Después de ti —dice con una sonrisa juguetona al llegar a su suite.
La puerta se cierra detrás de nosotros con un suave chirrido, sumiéndonos en un espacio íntimo y acogedor. La tenue luz de las lámparas envuelve el ambiente con una calidez reconfortante. Los muebles elegantes y las fotografías enmarcadas atestiguan los momentos más destacados de la carrera de Logan.
Logan se detiene a pocos pasos de distancia, su mirada fija en la mía. El brillo travieso en sus ojos despierta una chispa de emoción en mi pecho.
—¿Me merezco algún premio por la victoria? —pregunta, con un tono juguetón que hace que mi corazón lata más rápido.
Siento cómo mi pulso se acelera ante su cercanía. —¿No es suficiente el enorme trofeo y la medalla que te entregaron en el podio? —replico con una sonrisa burlona, desafiándolo ligeramente.
Logan se acerca un poco más, la distancia entre nosotros se reduce. Sus ojos brillan con complicidad, provocando una sensación cálida en mi interior. Una leve caricia de su mano sobre la mía envía una descarga de electricidad a través de mi cuerpo, haciéndome estremecer.
—El trofeo y la medalla son solo símbolos —responde Logan con voz suave, su aliento cálido rozando mi rostro. Me estudia con intensidad, como si quisiera leer mis pensamientos más profundos.
Una sonrisa juguetona se dibuja en mis labios mientras me sumerjo en su mirada penetrante. —¿Entonces qué premio estás buscando? —pregunto con curiosidad, disfrutando del juego de seducción que se desarrolla entre nosotros.
Logan avanza otro paso, sus labios casi rozando los míos, creando una tensión palpable en el aire. Un destello travieso brilla en sus ojos mientras su mano se desliza suavemente por mi mejilla, acariciándola con delicadeza.
—El premio que busco está justo aquí —susurra, su voz ronca y llena de deseo. Sus labios se acercan más, tentadores y provocativos.
Mi respiración se entrecorta, sintiendo el calor de su aliento sobre mi piel. Mi mente se nubla con el deseo mientras me dejo llevar por la atracción magnética que hay entre nosotros. Mis manos se deslizan tímidamente por su pecho, sintiendo el latido fuerte y constante de su corazón bajo la tela de su camisa.
—¿Y qué planeas hacer con tu premio? —pregunto con voz suave, mis labios rozando los suyos en una invitación silenciosa.
Logan sonríe, una sonrisa llena de promesas y complicidad. Sus manos se deslizan por mi cintura, atrayéndome hacia él con firmeza pero con ternura. La tensión entre nosotros es palpable, una mezcla embriagadora de pasión contenida y anticipación.
—Tengo muchas ideas, pero creo que comenzaré por aquí —murmura, sus labios finalmente capturando los míos en un beso ardiente y profundo.
El mundo desaparece a nuestro alrededor, dejándonos atrapados en un torbellino de sensaciones y emociones. Mis manos se enredan en su cabello, mientras sus brazos me rodean, pegándome más a su cuerpo. Cada roce de sus labios contra los míos envía corrientes eléctricas a través de todo mi ser, haciéndome temblar. Con un movimiento fluido, Logan me recuesta en el sofá, el suave crujido del cojín bajo nuestro peso es el único sonido que contrasta con el ritmo acelerado de nuestros corazones. Su cuerpo se coloca encima del mío, envolviéndome con la intensidad de su presencia. La tela de su camisa acaricia mi piel, y cada roce me provoca una oleada de calor que se extiende desde el centro de mi cuerpo hacia cada rincón.
Nuestros besos se vuelven más apasionados, con una intensidad que nos consume. Los labios de Logan se mueven contra los míos con una hambre desesperada, como si estuviera intentando devorar cada rincón de mi boca. Mi respiración se vuelve entrecortada, atrapada entre sus labios, mientras sus manos exploran mi cuerpo con una mezcla de ternura y deseo ardiente.
Un suave gemido escapa de mi garganta cuando Logan desliza una mano por mi muslo, acariciando la piel desnuda que queda expuesta por la falda que llevo puesta. Su tacto es ardiente, provocando una corriente eléctrica que me recorre el cuerpo. Los dedos de Logan se detienen momentáneamente a centímetros de rozar mi ropa interior, la proximidad de su contacto me deja en un estado de anticipación casi dolorosa. El calor de su mano es inconfundible, su piel y la mía apenas separadas por un hilo de aire cargado de deseo.
Su mirada se clava en la mía, un destello travieso en sus ojos mientras sus dedos juegan con la línea de mi muslo, arrastrando mi falda ligeramente hacia arriba. Cada movimiento es deliberado, cada toque una promesa de lo que podría venir. Sus labios se curvan en una sonrisa que es a la vez inocente y profundamente seductora, la tensión en el aire se vuelve casi palpable.
Me muerdo el labio inferior para contener un gemido cuando Logan acaricia la parte interna de mi muslo con un movimiento lento y tentador. Su mano se desplaza con una precisión que me hace sentir cada caricia como un estallido de sensaciones. La textura de sus dedos sobre mi piel es una mezcla embriagadora de calidez y suavidad que me hace arquear la espalda ligeramente en respuesta.
Logan inclina la cabeza, sus labios rozando mi oído mientras su aliento cálido me envuelve. Susurrando con una voz rasposa y cargada de deseo, dice: —Eres increíblemente sexy, ¿sabes eso? Cada centímetro de tu piel me está volviendo loco.
Su mano se mueve lentamente hacia arriba, explorando cada rincón de mi muslo con una meticulosidad que me hace temblar. Cada toque, cada caricia es una mezcla de ternura y ardor, y la tensión entre nosotros se vuelve casi palpable. Mi respiración se vuelve errática, con el pecho subiendo y bajando al ritmo de sus caricias. Con un movimiento decidido, Logan finalmente deja que sus dedos rocen la tela de mi ropa interior, el contacto es tan ligero que me hace estremecer. Sus movimientos son cuidadosos pero llenos de una anticipación palpable, y la presión suave de su mano contra la tela de mi ropa interior me hace suspirar. Sus manos finalmente ceden y se deslizan bajo la tela, el contacto directo con mi piel me hace gemir en su boca. Cada toque es una chispa que enciende un fuego en mi interior, y el deseo entre nosotros se vuelve casi insoportable. Los dedos de Logan exploran con una destreza experta, su toque es una mezcla de caricias suaves y movimientos intensos que me hacen estremecer con cada contacto. Mis manos buscan aferrarse a él, deslizándose por su espalda y sintiendo la firmeza de sus músculos mientras lo atraigo hacia mí. La urgencia en mi tacto contrasta con la lentitud deliberada de sus caricias, creando una danza sensual que me hace perder el aliento. Sus labios encuentran los míos nuevamente, y el beso se vuelve más profundo, más exigente. La lengua de Logan se encuentra con la mía, moviéndose en una coreografía apasionada que hace que mis sentidos se saturen de placer.
Logan se detiene de repente, su respiración entrecortada y sus ojos llenos de una intensidad que me hace parar en seco. La energía en la habitación cambia, y la atmósfera se llena de una tensión palpable. Su cuerpo aún está pegado al mío, pero una sombra de duda cruza su rostro.
—Creo que deberíamos detenernos —dice con voz ronca, pero cargada de sinceridad. Sus palabras llegan como una fría ráfaga en medio de la tormenta de deseo que nos envuelve.
Se aleja un poco, manteniéndose en pie cerca de mí, su mirada fija en la mía con una intensidad que parece buscar una respuesta en mis ojos. La distancia entre nosotros se siente casi irreal después del calor abrasador de su cuerpo contra el mío. Mis manos, que estaban deshaciendo el nudo de su cinturón, ahora se quedan suspendidas en el aire, atrapadas en una mezcla de ansiedad y desesperación. Mi corazón late acelerado, el calor de su cuerpo aún palpable en mi piel. Sus manos se desprenden de mi cintura, y la ausencia de su contacto es un contraste brusco contra la intensidad que acabamos de compartir. La mirada que me ofrece es como una promesa incumplida, y la tensión en el aire es casi tangible.
—No es que no muera por hacerte mía —continúa, su mirada penetrante nunca abandonando la mía—. Lo hago... quiero hacerte gritar mi nombre mientras te hago mía, pero no aquí.
Se mueve un paso atrás, dejando que el espacio entre nosotros se expanda, como si necesitara distancia para mantener el control. La resolución en sus ojos es clara, y aunque el deseo sigue ardiendo entre nosotros, hay una firmeza en su postura que lo dice todo. Mi respiración se calma lentamente, aunque el anhelo sigue ardiendo en mi pecho.
—No quiero que nuestra primera vez sea aquí, en el circuito, entre el bullicio y las luces —explica, su voz llena de un tono grave y sincero. —Quiero que sea especial, algo que recuerde de una manera que vaya más allá del calor del momento.
Mis labios se separan en una pequeña mueca de sorpresa y deseo reprimido. Puedo sentir la frustración y la comprensión luchando dentro de mí, y el calor de su cuerpo aún se siente en mi piel. Cada caricia suya es un recordatorio de la conexión profunda que compartimos, pero también de la realidad que estamos enfrentando. Logan se inclina y besa mi frente con una suavidad que me hace cerrar los ojos, dejándome llevar por el momento. Su toque es un contraste perfecto con la intensidad de lo que acabamos de compartir, y me deja en un estado de calma y anhelo. Su mirada es una mezcla de devoción y deseo, y cada expresión en su rostro me dice cuánto le importa.
—Vamos a esperar —dice finalmente, sus ojos encontrándose con los míos en una promesa silenciosa. —Quiero que este momento sea nuestro, y solo nuestro, sin ninguna distracción.
—Tienes razón, sería un poco incómodo —respondo con un tono juguetón, acariciando su mejilla con suavidad, sintiendo la textura de su piel bajo mis dedos.
Logan suspira con alivio, su mano encontrando la mía y entrelazando nuestros dedos con ternura. La conexión entre nosotros se siente aún más fuerte, un lazo de entendimiento y deseo compartido. La calidez de su mano en la mía es un recordatorio de lo que estamos construyendo juntos.
—Quiero que nuestro primer momento juntos sea especial, donde podamos estar completamente enfocados el uno en el otro, sin distracciones —explica con sinceridad, su mirada buscándome con un anhelo que hace que mi corazón se acelere.
Asiento con suavidad, comprendiendo sus palabras. La complicidad entre nosotros se fortalece, sabiendo que estamos en sintonía con nuestros deseos más profundos. Estamos en un espacio íntimo y privado, pero Logan quiere asegurarse de que el momento sea perfecto para ambos.
—Te entiendo perfectamente. Yo también quiero lo mismo —digo con voz suave, acercándome para rozar sus labios con los míos en un beso tierno pero cargado de promesas.
Logan se recuesta contra mí, apoyando su cabeza en mi pecho. Comienzo a acariciar su cabello con ternura, disfrutando del silencio cómodo y del vínculo creciente entre nosotros. Su cuerpo se siente cálido y seguro, y me sumerjo en la tranquilidad de su cercanía.
—¿Te unirás a la celebración? —pregunta, levantando levemente su cabeza para mirarme, su mirada llena de curiosidad.
—¡Por supuesto! Ian ya me pasó el nombre del lugar. ¿Y tú? —pregunto, enrollando un mechón de su cabello entre mis dedos con un gesto cariñoso.
—Sí, claro. ¿Nos vamos juntos?
Asiento con una sonrisa, mi corazón palpitando con emoción. —Me parece bien.
—Paso por ti a las 10pm.
—Vale... —respondo, y Logan vuelve a recostarse sobre mí. Yo sigo jugando con su cabello, disfrutando del momento.
—Debo cortarlo, este muy largo.
—Me gusta así, te da una apariencia ruda, sexy.
—¿Admites que soy sexy? —Pregunta con una sonrisa coqueta y su voz un poco más ronca de lo normal. —Vuelve a levantar levemente su rostro para mirarme.
—Dije que te da una apariencia sexy. No que eres sexy —respondo riendo, mientras él entrecierra los ojos con una expresión juguetona.
—Sé que algún día lo vas a admitir. Esperaré a que ese momento llegue.
—Bueno, sigue esperando —Intento moverlo de encima mío. —Debo volver al trabajo.
Logan pasa sus brazos por debajo de mi cintura, impidiendo que intente levantarme. Su abrazo es firme pero suave, y la sensación de su cuerpo contra el mío es un contraste entre deseo y la realidad de lo que necesitamos hacer.
—No estoy cómodo aquí.
—Logan...
—Nicolette, eres tan organizada que ya tienes todos tus pendientes listos, si no, no estarías aquí conmigo.
—Tienes razón hasta cierto punto. Debo hacer el informe de la conferencia de prensa.
Logan bufa, resignado pero con una sonrisa en los labios. —Vale, tú ganas —dice poniéndose de pie a regañadientes.
Tomo su rostro entre mis manos, la suavidad de su piel bajo mis dedos es reconfortante. —Nos vemos a las 10 —digo, dándole un beso corto en sus labios. La promesa de la noche aún está en el aire mientras me dirijo hacia la puerta.
—Nicki...
Doy media vuelta y miro a Logan con la mano en la puerta.
—¿Irías a cenar conmigo?
—Por supuesto —respondo con una sonrisa, mi corazón se llena de una calidez que contrasta con la intensidad del momento previo.
Él sonríe ampliamente, satisfecho con mi respuesta. —Perfecto. Entonces paso por ti a las ocho.
—Genial —digo, y con una última mirada compartida, me alejo hacia la puerta, dejando que la anticipación de la noche nos envuelva en una nueva capa de emoción y promesas.
El restaurante es pequeño y acogedor, envuelto en una luz tenue que proyecta sombras suaves y una música de fondo que contribuye a la atmósfera íntima y relajada. El aroma a especias y vino llena el aire, envolviéndonos en una cálida bienvenida. Logan me abre la puerta con un gesto caballeroso, y su mano en la pequeña de mi espalda me guía hacia una mesa en una esquina tranquila. Las paredes, decoradas con fotografías en blanco y negro de la ciudad, añaden un toque de elegancia nostálgica. Las mesas, adornadas con velas, proyectan un suave resplandor que ilumina nuestros rostros con una luz cálida y dorada.
Nos sentamos en una mesa en la esquina del restaurante, mientras observamos las opciones, siento su mirada sobre mí, cargada de una mezcla de curiosidad y un deseo que no puedo ignorar. Sus ojos, iluminados por la luz de las velas, revelan un brillo suave pero intenso que me hace sentir especial.
—¿Qué te parece? —pregunta, con una sonrisa que muestra su entusiasmo por esta pequeña escapada de nuestra rutina habitual.
—Es perfecto —respondo, devolviéndole la sonrisa, mi mirada capturada por el calor y la cercanía que compartimos. La atmósfera del restaurante nos envuelve, creando una burbuja de intimidad que contrasta con la energía de la carrera y la prensa.
Ordenamos nuestros platos y comenzamos a conversar sobre trivialidades. La charla fluye con facilidad, como un río sereno que avanza suavemente. Logan se inclina hacia mí mientras habla, sus gestos son relajados pero su presencia es dominante y seductora.
—¿De verdad en la escuela le diste un derechazo a Philip Parker por llamarme Nicolette? —pregunto, recordando un episodio de nuestra preadolescencia. Mi tono es juguetón, pero la curiosidad en mis ojos es genuina.
Logan asiente, llevando la copa de vino a sus labios con una expresión de satisfacción. Su mirada se encuentra con la mía, y hay un destello de orgullo en sus ojos. —Sí.
—¿De verdad? ¿Por qué? —pregunto, mi voz teñida de sorpresa y diversión.
—Porque solo yo puedo llamarte Nicolette —responde con un tono de desdén que solo aumenta mi sonrojo. La forma en que dice mi nombre, el toque de posesividad en sus palabras hace que mi corazón se acelere. Siento mis mejillas enrojecer ligeramente, un rubor que se mezcla con la calidez del ambiente.
Mi respiración se detiene un momento, impactada por la intensidad de su confesión. La cercanía de Logan, el suave roce de su mano en la mesa, todo contribuye a una sensación de intimidad profunda. Mis dedos rozan los suyos en un gesto sutil, un contacto que transmite un mundo de emociones no expresadas.
—Eres tan terco —le digo con una sonrisa, tratando de ocultar el temblor en mi voz. Mi mano descansa sobre la suya, y la conexión entre nosotros es tangible, casi eléctrica.
Logan entrelaza sus dedos con los míos, su toque firme y reconfortante. Su mirada fija en mí es un reflejo de la pasión y el deseo que ambos compartimos, una promesa de lo que está por venir.
—Lo sé —dice con una sonrisa, su voz cargada de complicidad. —Pero a veces, ser terco tiene sus recompensas.
Mientras nuestros platos llegan, la conversación continúa, pero el toque de nuestras manos y las miradas furtivas se convierten en un juego de seducción sutil. Cada gesto, cada sonrisa, es un preludio de lo que podría suceder después de la cena. La intimidad entre nosotros es palpable, y el restaurante, con su luz suave y el aroma envolvente, se convierte en el escenario perfecto para esta conexión creciente.
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