CAPÍTULO 12
LOGAN
Han pasado unos días desde que besé a Nicki, y aún siento la calidez de sus labios sobre los míos como una marca imborrable en mi mente. Me replanteo una y otra vez la razón detrás de ese impulso repentino, pero no puedo evitar recordar cada detalle de ese momento: el suave roce de sus labios, el ligero sabor a menta en su boca, y la electricidad que se desató entre nosotros.
Hemos estado trabajando juntos durante unos meses, compartiendo el mismo espacio, pero ahora cada interacción está cargada de una electricidad palpable. Desde que la vi en traje de baño, mi atención hacia ella se ha vuelto casi obsesiva, mi mente divagando en fantasías que sé que no debería permitirme. Pero es difícil resistirse a la tentación cuando está tan cerca, cuando puedo sentir su presencia cada vez que entra en una habitación.
Mi desempeño en la pista tampoco ha sido el mejor últimamente. Los constantes choques y las carreras frustrantes no solo han generado tensiones con Lorenzo, sino que también me aleja cada vez más por la lucha del campeonato de pilotos. Sé que se preocupa por mi seguridad, al igual como lo hace con Rémi, pero cada vez que bajo del monoplaza después de una carrera decepcionante, puedo sentir su desaprobación pesando sobre mí. Y luego está Nicki. Hermosa, talentosa y, a veces, completamente desafiante. Cada vez que la veo, una mezcla de emociones lucha por salir a la superficie: deseo, ira, frustración, pero sobre todo... deseo. Me encuentro imaginando diferentes escenarios, deseando poder tocarla, saborearla, perderme en sus curvas peligrosas. Pero sé que es un territorio prohibido, podría perder más de lo que estoy dispuesto a arriesgar.
Sacudo la cabeza, tratando de despejar mi mente de esos pensamientos tentadores. No se come dónde se caga. Es un mantra que me repito una y otra vez, una advertencia constante contra dejar que mis deseos se salgan de control. Punto final.
—¿Cómo te sientes con los últimos resultados? —Blake interrumpe mis pensamientos con su pregunta.
Me encojo de hombros, resignado. —Es frustrante. Todos creen tener la autoridad para opinar sobre mis resultados, cuando ni siquiera están en mi piel.
Blake asiente comprensivo. —Lo sé, hermano. Pero sabes que en este deporte, la presión siempre está presente. Lo importante es cómo la manejas.
Sus palabras tienen cierta verdad, pero a veces es difícil recordarlo cuando sientes que el mundo entero está observando cada uno de tus movimientos en la pista.
—Lo sé, pero a veces parece que no importa cuánto me esfuerce, los resultados simplemente no llegan —comento con un deje de frustración en mi voz. —Todo es una mierda.
Blake me da una palmada en el hombro, brindándome un gesto de apoyo silencioso. Saber que él está a mi lado, incluso en los momentos más difíciles, me reconforta de alguna manera.
—Solo mantén la cabeza en alto y sigue adelante. Tienes el talento y la determinación para superar cualquier obstáculo que se te presente —me asegura con una sonrisa alentadora.
Estamos en semana de receso, lo que significa que me encuentro en Hockenheim, lejos de las tensiones de la pista pero aún rodeado de la atmósfera del deporte que amo. Blake, a pesar de no ser piloto, pero entiende la presión, siempre ha estado ahí para levantarme el ánimo.
—¿Qué te parece si esta noche nos escapamos a un bar y nos divertimos un poco? Quién sabe, podrías llevarte a alguna chica a casa —propone Blake con una sonrisa pícara, tratando de sacarme un poco de mi rutina de preocupaciones.
Sonrío ante su sugerencia. Aunque no suelo ser el alma de la fiesta, la idea de desconectar por unas horas suena tentadora. Tal vez sea justo lo que necesito para recargar energías para la carrera en dos semanas más, con renovado ímpetu.
Cuando Blake y yo nos juntamos, es como si nos olvidáramos de todo. El alcohol fluye fácilmente y las risas son contagiosas. No podemos evitarlo, somos dos fuerzas de la naturaleza cuando estamos juntos, y las mujeres a nuestro alrededor siempre terminan cayendo rendidas ante nuestros encantos.
Blake asiente, complacido por mi respuesta. —Perfecto. Nos aseguraremos de que sea una noche inolvidable. Ya verás, Logan, necesitas un poco de diversión en tu vida —dice, con una mirada desafiante que parece retarme a disfrutar un poco más de la vida fuera del circuito.
Y quién sabe, quizás entre risas, música y unas cuantas copas, encuentre la distracción que tanto anhelo, o incluso algo más.
≪•◦ ❈ ◦•≫
La noche cae sobre Hockenheim cuando Blake y yo llegamos a un bar exclusiva que ha sido nuestro refugio en más de una ocasión. El lugar está envuelto en una atmósfera vibrante, con luces de neón parpadeando y música pulsante que hace temblar los cimientos del edificio.
Blake se desliza por la entrada con la seguridad de un hombre que conoce este territorio como la palma de su mano. Yo lo sigo de cerca, mi mirada escaneando el local en busca de cualquier señal de diversión que nos espere esta noche.
El aroma a perfume y alcohol flota en el aire, mezclándose con el murmullo de conversaciones animadas y risas contagiosas. Nos abrimos paso entre la multitud, recibiendo miradas de aprobación de algunas mujeres que nos reconocen, mientras que otras disimulan su interés detrás de una máscara de indiferencia.
Nos dirigimos hacia la barra, donde un barman hábilmente mezcla cócteles con movimientos expertos. Blake ordena dos tragos fuertes y levanta su vaso en un gesto de celebración.
—¡Por una noche inolvidable! —exclama con entusiasmo, su voz apenas audible sobre el estruendo de la música.
Levanto mi copa en respuesta, dejando que el líquido ámbar queme mi garganta con un delicioso ardor. El alcohol corre por mis venas, desatando una sensación de euforia que me hace olvidar temporalmente mis preocupaciones.
Nos dejamos llevar por la corriente de la noche, moviéndonos al ritmo frenético de la música y dejando que la energía del lugar nos envuelva por completo. Las mujeres se acercan, atraídas por el magnetismo que Blake y yo irradiamos juntos. Sus miradas son sugerentes, sus sonrisas coquetas, y sé que esta noche promete ser una de esas que recordaremos durante mucho tiempo.
Con cada trago, mis inhibiciones se desvanecen un poco más, y pronto una mujer se posiciona a mi lado en la barra con una sonrisa coqueta. Deslizo mi mirada por su cuerpo, que tiene unas curvas que no pasan desapercibidas, y al volver a su rostro, mis ojos se abren con sorpresa. Mélanie sonríe de forma seductora.
—Soy Mélanie. —murmura, mirándome con una sonrisa que promete travesuras.
—Yo soy Logan. —Le sigo el juego.
—Lo sé, eres con quien terminaré en mi cama esta noche... —La comisura de sus labios se ensancha con coquetería, su tono cargado de insinuación.
Una sonrisa pícara se forma en mis labios mientras la miro con descaro.
—¿Oh, de verdad? —respondo con una ceja alzada, desafiante. Mi voz suena juguetona, como si estuviera entrando en su juego.
Mélanie se acerca un poco más, sus labios rozando ligeramente mi oído mientras susurra con una voz seductora:
—No lo dudes, cariño. —El calor de su aliento acaricia mi piel.
Mélanie juega con un mechón de su cabello, deslizando sus dedos con una lentitud deliberada, mientras sus labios se curvan una sonrisa traviesa que me invita a acercarme más. Notando su gesto provocativo, me inclino hacia adelante, dejando que la proximidad entre nosotros disminuya.
Sus labios esbozan una sonrisa juguetona mientras sus ojos brillan con una chispa de anticipación. No puedo resistir la tentación de acercarme aún más, sintiendo el calor de su cuerpo rozando el mío. En un instante de audacia, decido susurrarle algo sexy y candente, dejando que mis palabras se deslicen por su oído con una promesa velada de placer.
Mélanie responde con un ligero mordisco en su labio inferior, su gesto provocativo encendiendo una llama ardiente de deseo en mi interior. Sin poder contenerme más, me dejo llevar por la tentación que crece entre nosotros, me inclino hacia ella, capturando sus labios en un beso ardiente.
Y así, en medio de la oscuridad y el caos del lugar, por un instante, todos mis problemas y preocupaciones se desvanecen. No hay Fórmula 1, no hay monoplazas, no hay estrategias ni mecánicos; y, sobre todo, no está Nicki. El sabor a alcohol se mezcla con el dulzor de los labios de Mélanie, creando una experiencia embriagadora que me sumerge en un éxtasis momentáneo. Pero incluso en este instante de deleite, mi mente no puede evitar recordar el beso que compartí con Nicki hace solo unos días. Su suave tacto, su aroma embriagador, aún resuena en mis pensamientos, recordándome el vínculo complicado que compartimos.
Mélanie se aleja, sus ojos escudriñando los míos en busca de alguna explicación.
—¿Qué pasó? —pregunto confundido.
—Me llamaste Nicki...—frunce el ceño —¿Quién es Nicki?
Mi mente todavía aturdida por la intensidad del momento apenas logra procesar su pregunta de quién es Nicki.
—¿Nicki? —repito el nombre, tratando de recuperar la conexión entre mi mente y mis labios.
La expresión de confusión en su rostro me sacude. Intento reunir mis pensamientos dispersos, pero las imágenes de Nicki, su sonrisa encantadora y su mirada profunda, se entremezclan con la realidad de Mélanie frente a mí.
—Nicki es... —mi voz se quiebra por un momento mientras intento encontrar las palabras adecuadas.
Mélanie frunce el ceño, esperando una respuesta. Me muerdo el labio inferior, luchando con la confusión y la sorpresa de haber nombrado a Nicki.
—Lo siento, Mélanie. Mi mente está en otro lugar, mi desempeño en la pista no ha sido el mejor últimamente. Los constantes malos desempeños en la pista me tienen pensando constantemente en cómo puedo mejorar —comento, pasando mis manos por mi cabello, sintiendo el nudo de preocupación que se ha instalado en mi pecho. Las noches se vuelven interminables cuando el eco de los choques y los errores en la pista resuena en mi mente, recordándome que cada error cuenta.
Mélanie intenta ser empática, pero su deseo de pasar una buena noche comienza a tomar el control de la conversación y la situación, desviándola hacia algo más íntimo, quizás como una forma de ayudarme a olvidar, aunque sea momentáneamente, mis preocupaciones y especialmente olvidarme de Nicki.
—Entiendo, Logan. Tu mundo puede ser exigentes —responde Mélanie, acercándose un poco más a mí.
—Sí, lo es. Y últimamente siento que estoy luchando más de lo que debería —confieso, sintiendo un peso en mis hombros mientras recuerdo las últimas carreras llenas de contratiempos y frustraciones. Cada error parece magnificarse en mi mente, convirtiéndose en un obstáculo insuperable en mi búsqueda por alcanzar la cima.
Mélanie asiente, sus dedos trazando suavemente círculos en mi pecho.
—Bueno, creo que deberíamos enfocarnos en el presente, ¿no crees? —sus palabras están cargadas de insinuación, y su mano se desliza con delicadeza por mi pecho, despertando una oleada de sensaciones.
Asiento con una sonrisa forzada, tratando de despejar mi mente de los pensamientos intrusivos sobre Nicki. Pero justo cuando Mélanie se inclina para besarme de nuevo, una figura al otro lado del lugar captura mi atención. Por un instante, veo a alguien que se parece sorprendentemente a Nicki, lo que hace que mi corazón se acelere y mi mente se vuelva un torbellino de emociones contradictorias. Pero antes de que pueda reaccionar, el roce de los labios de Mélanie contra los míos me devuelve al presente, obligándome a apartar la vista y centrarme en ella y su beso.
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