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CAPÍTULO 10

LOGAN

Estar cerca de Nicki durante tanto tiempo me resulta incómodo. Su transformación física es sorprendente. ¿Será que todo esto tiene que ver con el hecho de que la vi en traje de baño el martes después de llegar a Miami? Recuerdo claramente cómo la luz del sol acariciaba su piel, resaltando cada curva de su figura. Su cuerpo es impresionante, con líneas definidas y una gracia natural que parece cautivar a todos a su alrededor. Cada vez que mis ojos se desvían hacia ella, no puedo evitar notar la elegancia en su postura y la confianza en sus movimientos. Es como si la belleza emana de ella de manera innata, haciendo que sea imposible ignorar su presencia en la habitación.

La mejor forma que encuentro para evitar quedarme mirándola es simplemente ignorarla a toda costa. Cuando estoy cerca de ella, me concentro en cualquier otra cosa: el paisaje que pasa rápidamente por la ventana, los mensajes en mi teléfono, cualquier cosa que me mantenga alejado de su presencia.

—No puedo, re-agéndala —le hablo, sin levantar la vista de mi celular.

Tengo claro que debo ir a grabar ese comercial, pero admito que sacarla de quicio siempre ha sido la parte favorita de nuestras discusiones. Y últimamente, más que nunca, disfruto provocarla, ver cómo su rostro se torna rojo de ira y cómo sus ojos lanzan chispas de frustración. Es como un juego para mí, una forma de mantenerme entretenido en medio de toda esta tensión.

—No es una opción. Hay un contrato de por medio... —dejo de prestar atención a sus palabras, sé perfectamente lo que está diciendo, que tengo que cumplir mis obligaciones como piloto.

Me levanto del sofá sin apartar mi mirada de la de ella, sus ojos están fijos en los míos, desde pequeña me desafía con la mirada y hoy no es la excepción. Observo a Nicki y su rostro pasa por todos los estados, desde la sorpresa hasta la furia, al continuar negándome a asistir a ese comercial. Sé que explotará pronto, cuando estamos rodeados de nuestro equipo siempre tratamos de no subir la intensidad de nuestras diferencias de opinión, pero cuando estamos solos es diferente.

—Está bien, hagamos el estúpido comercial —le digo con un tono áspero.

Me pongo la chaqueta deportiva y me dirijo hacia la puerta, pasando por su lado.

—¿Acaso no estabas apurada por ir a grabar ese comercial? ¡Muévete! —exclamo sin girarme para observar, sé que está analizando lo que acaba de pasar.

Mientras me preparo para grabar, me concentro en seguir las indicaciones de la directora y en hacer mi trabajo de la mejor manera posible. Aunque la tensión entre Nicki y yo sigue latente en el fondo de mi mente, sé que debo dejarla de lado y enfocarme en lo que realmente importa en este momento: cumplir con mis compromisos profesionales y dar lo mejor de mí en cada tarea que se me encomiende.

Con cada toma, me sumerjo más en mi papel y me esfuerzo por transmitir la energía y la emoción necesarias para que el comercial sea un éxito. A medida que avanzan las grabaciones, siento cómo la tensión en mis hombros comienza a disminuir y una sensación de satisfacción se apodera de mí.

Todo marcha bien en el set, las grabaciones avanzan sin contratiempos y parece que finalmente estamos llegando al final de la grabación. 

—¡Corten! —grita la directora, deteniendo la grabación abruptamente. Todos nos quedamos mirándola, expectantes de lo que dirá a continuación.

—Tenemos que hacer un pequeño ajuste en la escena. Creo que agregar un elemento sorpresa le dará más impacto al comercial.

Mi respiración se acelera y siento un nudo en la garganta mientras observo con horror al reptil que está cada vez más cerca de mí.

Observo a Nicki y la veo sonriendo con malicia, frunzo el ceño.

—Nicki, ¿Qué mierda?

La ira y la frustración comienzan a burbujear dentro de mí, cuando me pide que me disculpe con ella por ser una persona tan desagradable en el trabajo, me imagino que para ella no debe de ser fácil tratarme, tampoco soy una persona tan fácil de llevar.

—¡Nicolette... haz que esto termine ya! —exijo.

La tensión en la habitación es palpable mientras la serpiente sigue siendo el centro de atención. Cierro los puños, tratando de contener la ira que bulle dentro de mí como un volcán a punto de estallar. Nicki me observa con una expresión que no logro descifrar del todo, como si estuviera disfrutando del espectáculo. Su sonrisa apenas perceptible añade combustible al fuego de mi enfado.

—¿Crees que esto es divertido? —mi voz suena ronca, luchando por mantener la calma mientras la serpiente se mueve inquieta en manos del adiestrador.

Nicki me mira con una mezcla de desafío y serenidad, como si estuviera jugando con fuego y disfrutara cada chispa que provoca.

Ella ojea el libreto con diversión y tranquilidad. Mis músculos están tensos, listos para saltar en cualquier momento. Pero antes de que pueda desatar mi furia, la directora interviene para explicar el propósito detrás del cambio en la escena. Me obligo a respirar profundamente, tratando de despejar mi mente de la nube de ira que la envuelve. No puedo permitir que esta situación me supere. Aunque cada fibra de mi ser esté clamando por una salida, me obligo a calmarme antes de regresar a mi lugar en el set. Me giro y al set están entrando más señores con serpiente.

¿Qué clase de comercial es este? pienso.

—Entonces, ¿así es como va a ser entre nosotros?— ella ni siquiera me mira— Vale, tú ganas... —respondo entre dientes, tratando de ocultar la molestia que siento. —S-soy un estúpido y.... me disculpo por hacer tu trabajo más difícil de lo necesario.

—Eso es todo. Quedó fantástico. —escucho que habla, mientras se pone de pie y yo suspiro aliviado.

Conduzco por las calles de Miami con Nicki a mi lado, sintiendo aún la rabia bullir en mi interior por su travesura «Creo que me merecía un poco su venganza». El silencio entre nosotros es incómodo, lleno de tensiones no resueltas que flotan en el aire como nubes oscuras en el horizonte. Intento concentrarme en el camino, miro de reojo a Nicki, tratando de leer sus pensamientos a través de su expresión, pero su rostro revela poco y nada. Sé que esta situación solo alimenta nuestra animosidad mutua, como si estuviéramos atrapados en un ciclo interminable de provocaciones y respuestas bordes.

El celular de Nicki comienza a sonar y ella contesta con una sonrisa que me hace fruncir el ceño. Su conversación con la persona al otro lado de la línea suena amigable, pero no puedo evitar escuchar cada palabra mientras conducimos por las concurridas calles de Miami. No es que tenga interés en lo que habla, pero cuando estás encerrado en un auto con alguien, es difícil ignorar lo que sucede a tu alrededor.

—Sí, el miércoles me parece perfecto —dice con entusiasmo, y frunzo el ceño preguntándome quién será la persona del otro lado de la línea que logra arrancarle una sonrisa.

—También yo... —dice antes de cortar la llamada.

Las palabras de Nicki resuenan en mi cabeza mientras sigo concentrado en la carretera, tratando de descifrar su significado. También yo... ¿Qué quería decir con eso? No puedo evitar sentir curiosidad sobre con quién estaba hablando y cuál era el motivo de su alegría. Por un momento, mi mente se desvía de la conducción y se sumerge en una serie de pensamientos confusos.

≪•◦ ❈ ◦•≫

Me enfoco en las luces rojas que titilan sobre mí, una señal de que el Gran Prix de Miami está a punto de comenzar. Las gradas repletas de aficionados ansían el rugido de los motores y la emoción de la competición. Cuando las luces se apagan, mi corazón late con fuerza mientras piso el acelerador, dejando atrás las líneas de partida.

Las primeras vueltas transcurren sin incidentes, pero siento la presión constante de Axel detrás de mí, acechando cada movimiento que hago. En una curva, tomo una decisión arriesgada, pisando el freno más tarde de lo normal para mantener mi posición en la delantera.

Conduzco a la ofensiva defendiendo a como dé lugar mi posición.

—Esa fue una curva peligrosa. Relájate vamos primero. —murmura Christian. —Alex está a cero punto cuatro segundos.

Alex acelera hasta quedar paralelamente a mi lado, aprieto el volante con las manos y presionó a fondo el acelerador.

—Si quiero volver a la lucha para ser campeón mundial, el segundo lugar no es una opción. —murmuro para mí mismo, con determinación presionando con fuerza el acelerador.

El auto de Alex avanza detrás de mí. En este deporte todo se reduce a una milésima de segundo, lo que significa que cada giro, cada maldita rotación de neumáticos es importante. En la recta larga, siento el motor rugir de Alex justo a mi lado. Ambos estamos al límite, empujando nuestros autos al máximo. Veo la curva acercarse, estrecha y desafiante. En lugar de frenar, Axel retrasa su movimiento, su auto rozando el mío a una velocidad vertiginosa.

El choque es brutal. Siento cómo el monoplaza de Alex golpea el mío con una fuerza descomunal, desviándome de la pista y enviándome fuera de control. Mi corazón se detiene por un instante mientras mi auto se levanta en tres ruedas en el aire, desafiando la gravedad por unos segundos. El rugido del motor se desvanece ante el estruendo del metal retorciéndose y el chirrido de las ruedas contra el asfalto. El impacto es como un latigazo, sacudiendo mi cuerpo de lado a lado mientras luchó por mantener el control. Los pontones se desprenden, la suspensión cruje y se retuerce bajo la fuerza del choque. El suelo de mi monoplaza queda destrozado. Intento frenar, intento girar el volante, pero es inútil. El impulso me lleva directo hacia las barreras, el sonido del metal retumbando en mis oídos mientras el impacto se hace inevitable. Siento el golpe como un puñetazo en las costillas cuando mi auto choca contra las barreras, sacudiendo todo mi cuerpo con la fuerza del impacto.

—Logan, ¿estás bien? ¡Respóndeme! —La voz de Christian irrumpe en mi auricular con urgencia, su tono está lleno de preocupación y tensión.

Intento reunir mis pensamientos mientras el zumbido de la adrenalina retumba en mis oídos, mi corazón golpea contra mi pecho con fuerza. Mi cuerpo está tenso, mis manos aferradas al volante con un agarre firme pero tembloroso, trato de enfocarme en su voz, luchando contra el mareo y la confusión que amenazan con abrumarme. Mi cuerpo tiembla con la adrenalina que aún corre por mis venas.

—Estoy... bien, Chris —respondo finalmente, mi voz ronca y tensa, luchando por mantener la calma en medio del caos.

El equipo de seguridad me ayuda a salir del monoplaza, sus manos me guían con cuidado, como si temieran empeorar las heridas que ya me aquejan. Me acomodo en el automóvil que me llevará a un lugar seguro. Cuando llegamos a los boxes de Aether, mis piernas flaquean al bajarme, y avanzo hacia el interior del box con paso vacilante. Paso junto al equipo de mecánicos, manteniendo mi mirada fija en el suelo y sin retirarme el casco, ignorando las palabras de aliento y las palmadas reconfortantes en la espalda que intentan levantar mi ánimo.

Nicki está allí, su rostro reflejando preocupación mientras se acerca a mí, pero niego con la cabeza antes de que pueda decir una palabra. No quiero hablar con nadie en este momento, solo quiero estar solo con mis pensamientos y la sensación abrumadora de fracaso que me consume por dentro.

—Vamos, necesitas que te revisen en el centro médico —dice Christian, su tono suave pero firme mientras me toma del brazo para acompañarme.

Asiento débilmente, demasiado abrumado por la experiencia para decir algo más. Permito que Christian me guíe, sintiendo el peso del mundo sobre mis hombros mientras nos alejamos del circuito en el que apenas unos momentos antes estaba luchando por la victoria. Cada paso es un esfuerzo, cada respiración un recordatorio constante del dolor que me consume por dentro. Pero mientras avanzamos hacia el centro médico.

Al llegar al centro médico, los médicos me examinan rápidamente, preocupados por mi estado. Me hacen una serie de preguntas mientras revisan mi historial médico y evalúan las posibles lesiones. Afortunadamente, el diagnóstico es menos grave de lo que temía: solo tengo un hematoma en el costado, resultado del impacto del accidente.

—No parece haber lesiones graves, pero necesitas descansar y permitir que tu cuerpo se recupere —explica el médico, su voz tranquila y reconfortante.

Asiento, sintiendo un ligero alivio ante la noticia. Solo un hematoma. Podría haber sido mucho peor.

—Te recetaré algunos medicamentos para el dolor y te recomendaré guardar reposo durante las próximas 24 horas, y aplica compresas frías en la zona afectada. El medicamento y la compresa fría debería ayudar a aliviar y disminuir el dolor. —añade el médico mientras escribe la receta y me entrega un frasco de pastillas.

Agradezco a los médicos por su atención y me levanto de la camilla con precaución. Christian está esperando afuera, su expresión preocupada pero aliviada al verme en pie. Me apoyo en él mientras salimos del centro médico, sintiendo el cansancio y el dolor pesar sobre mí con cada paso.

—¿Estás bien? —pregunta Christian, su tono lleno de preocupación mientras me ayuda a caminar hacia el motorhome.

—Sí, solo un hematoma. Podría haber sido peor —respondo, tratando de sonar más tranquilo de lo que me siento en realidad.

—Descansa en tu suite, Nicki te buscará cuando tengas que ir a la rueda de prensa post carrera. —mira su reloj. —En una hora diez, aproximadamente la carrera terminará. —Hago una mueca. —Aún tienes posibilidades de luchar, no todo está perdido. —Dice guiñando mi ojo y se dirige hasta el box.

Asiento agradecido ante las palabras de Christian y me encamino hacia mi suite en el motorhome, sintiendo el peso del cansancio y la frustración en cada paso. El dolor en mi costado me recuerda constantemente el incidente en la pista, pero trato de no dejar que afecte mi determinación. Todavía hay una oportunidad, y no pienso rendirme fácilmente.

Entro en mi suite, tiró el casco a algún lado de la suite y me dejo caer en el sofá, dejando escapar un suspiro de cansancio y dolor cerrando los ojos. El silencio del lugar no dura lo suficiente, la puerta se abre abruptamente, me incorporo como puedo abriendo los ojos.

—¿Qué mierda fue eso de allá?

La voz de mi padre me atraviesa como un cuchillo. Su mirada es un torbellino de furia contenida, sus ojos oscuros centelleando con una intensidad que me hace retroceder instintivamente.

—¿Qué mierda fue eso de allá? —repite, su tono cortante y lleno de autoridad, como si estuviera acostumbrado a que se obedezca sin cuestionamientos.

—Eso, padre, fue un accidente —respondo, mi tono firme y sin titubeos, desafiante. Levanto la barbilla en un gesto desafiante, dejando en claro que no me dejaré intimidar tan fácilmente.

Mi padre me fulmina con la mirada, su expresión una mezcla de incredulidad y frustración. Sé que está tratando de encontrar una forma de culparme, de descargarme su ira como siempre lo hace.

—No me importan tus excusas, Logan. Lo único que importa es el resultado, y tú has fallado una vez más, ¿Quieres volver a ser subcampeón? —Su voz es un torrente de desprecio, pero yo no me inmuto. —Aunque con tus terribles resultados, ni para subcampeón te da.

Respiro hondo, manteniendo mi mirada fija en la suya, sin darle el gusto de verme rendir.

—Tal vez deberías irte, dicen que el ser un perdedor es contagioso, y no creo que quieras contagiarte —susurro con calma, desafiante, sin apartar mi mirada desafiante de sus ojos ardientes de furia.

—Eres un desgraciado, Logan. No mereces llevar el apellido de Bauer —sus palabras son afiladas como cuchillas, pero mi determinación no flaquea.

—Si, sabes que tienes razón. No debería llevar el apellido Bauer, debería llevar el apellido de mi madre que la volviste tan loca que se enfermó dejándome en tus manos —mi respuesta es un desafío directo, mis palabras cortantes como dagas dirigidas a su orgullo.

Puedo ver el tormento en sus ojos, la lucha interna entre la furia y el deseo de mantener su control sobre mí. Se debate entre golpearme o seguir lanzándome insultos, pero no me inmuto. Cuando siento sus manos en mis solapas del traje, empujándome hacia la pared mi cuerpo entero se tensa, contengo el dolor que provoca el choque de mi espalda con la pared, mantengo mi postura desafiante sin demostrar algún signo de debilidad o dolor, aunque por dentro estoy sintiendo mucho dolor.

—¿Qué vas a hacer? ¿Abofetearme para darme la razón? —Mi voz es firme, mi expresión desafiante a pesar del dolor que me recorre por dentro—. Eres tan predecible que aburres.

Es irónico cómo los años que se supone deberían ser los mejores de mi vida se convirtieron en los peores. Nunca tuve al padre que me llevara al parque o me enseñara a montar en bicicleta. Todo eso lo hacía mi mamá hasta que ella... enfermara, y desde ese día todo cambió para mí; y solo tenía 10 años. Ella era quien lograba contener al monstruo que se hace llamar padre cuando comenzó a ver que tenía talento en los karts. A los meses ella falleció, y desde ahí cada año empeoró. Todo lo que deseaba era complacerlo, esforzándome por convertirme en uno de los mejores pilotos de karts. Luego vino la fase de la Fórmula, siempre buscando su aprobación a costa de mi propia infancia. Las bofetadas y golpes se convirtieron en puñetazos que luego se transformaron en latigazos verbales cuando crecí lo suficiente para alcanzar su estatura y más. Si sigo cuerdo es porque en la pista puedo desahogarme y botar toda la mierda que guardo dentro.

Cuando firmé mi primer contrato con Nexus Sport, a mis 19 años busqué un departamento y me mude, mi padre se enfureció porque mudarme significó perder un poco el control que tiene sobre mí y mi carrera, pero siempre estuvo en cada una de ellas diciéndome que podría haberlo hecho mejor, llegará en el puesto que llegara, siempre podía hacerlo mejor.

Mi padre me mira con furia contenida soltándome lentamente y retrocede unos pasos, sus ojos brillan con una intensidad que me hace retroceder un paso, pero no me intimida. Estoy harto de sus juegos de poder, de sus intentos de controlar cada aspecto de mi vida.

—No tienes idea de lo que dices, Logan. Si supieras lo que es realmente el fracaso, no hablarías así —su voz es un rugido, pero yo me mantengo firme.

—¿Fracaso? —echo a reír con amargura—. ¿Crees que no sé lo que es fracasar? He vivido bajo tu sombra durante años, intentando cumplir con tus expectativas imposibles. Pero nunca es suficiente para ti, ¿verdad? Siempre quieres más, siempre me exiges más.

La ira palpita entre nosotros, cargando el aire con una tensión eléctrica. Puedo ver el pulso latiendo en su sien, la tensión en sus puños apretados a los costados de su cuerpo.

—Tú eres el fracasado aquí, Logan. Si tan solo pudieras verlo —su voz es un gruñido bajo, lleno de resentimiento y desdén.

Observo a mi padre alejarse con una mezcla de desprecio. Sus palabras me hieren, pero ya estoy acostumbrado a sus ataques. Respirando profundamente, intento despejar mi mente de la tormenta emocional que su presencia siempre desencadena.

Me recuesto nuevamente en el sofá, siento cómo el dolor en mi costado se intensifica. Un gemido escapa de mis labios mientras mis manos se aferran a la herida, tratando de aliviar la molestia que se extiende por mi cuerpo. Cierro los ojos con fuerza, tratando de encontrar un respiro en medio de la tormenta emocional que ha desencadenado la discusión con mi padre. La tensión en el ambiente sigue siendo palpable, como si las palabras hirientes aún flotaran en el aire a mi alrededor. Sus insultos siempre encuentran la manera de penetrar mi armadura, dejándome expuesto y vulnerable ante su desdén. Pero no puedo permitir que me derrote. Con cada respiración, trato de encontrar la fuerza para seguir adelante, para superar esta prueba más y levantarme una vez más.

Escucho un golpeteo en la puerta, lo que me saca de mis pensamientos dolorosos. Con un gruñido de molestia, me levanto del sofá y me dirijo hacia la puerta.


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Nos vemos en el próximo capitulo 🫶🏻

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