Capítulo 2
Varias semanas después.
—No me preguntes—le dije secamente a Josh, mientras intentaba disfrutar "en silencio" de mi almuerzo.
Obviamente, mi advertencia no sirvió de nada.
Él se sentó, sin invitación previa, en torno a la pequeña mesa de la cafetería ubicada frente a la sede el periódico, donde solíamos ir a almorzar casi todos los empleados, por cuestiones de cercanía y economía. La verdad es que los precios eran módicos y la comida era bastante digerible.
Elevé los ojos de mi sándwich de atún a su rostro. ¡Hasta se había traído su propia vianda a mi mesa! ¡Demonios! Planeaba echarse un discurso.
—Deduzco, por tu actitud, que te fue mal en tu experiencia—Lo miré ceñuda—. Bueno, bastante mal.
Aquello era obvio, pero odiaba que lo echara en cara.
La cuestión era que me había ido mal tanto en mis citas con tipos cliché, como con sujetos anti cliché.
Respecto a los primeros, los encuentros me sirvieron para desacreditar las teorías de romance que aseguran el éxito amoroso con hombres de supuestos "atributos perfectos", pero realmente había sido tortuoso tener que pasar el tiempo con ellos.
En primer lugar, había salido con un aspirante a poeta que, en uno de nuestros encuentros, me había llevado en plena noche invernal a la costa del Río Este a "admirar las estrellas" (como si el puto cielo no se viera igual desde cualquier punto del globo) pero, en su concepción romántica de la realidad, "las vistas del éter" desde allí eran más plenas e intensas, ya que el manto estelar se reflejaba en las vastas aguas...y más bla bla cursi que ignoré.
La cosa fue que, con temperaturas bajo cero, en ese punto exacto donde hay más viento, casi me pesco una neumonía que me muero. Por tanto, el tipo era insalubre y yo estaba próxima a una relación tóxica, así que lo terminé.
El segundo sujeto era guapo y rico, o bueno, era el dueño de un restó ubicado en una zona residencial y eso le confería sus "aires principescos". Lo cierto es que se trataba de un snob neoyorquino (los multimillonarios reales no andan buscando mujeres salidas de páginas de citas. Si buscan una aventura romántica las sacan de finos catálogos, y si lo que quieren es una relación seria, van a aburridas reuniones sociales) En síntesis, él se apareció, como todo un caballero, montado en su Audi negro, con un ramo de tulipanes como agasajo; me llevó a cenar, a su propio restaurant, el platillo más caro a la luz de las velas, y cuando terminó la velada e intentó tener sexo conmigo, lo mandé al mismo infierno y con su ego de macho herido, exigió que al menos le pagara la cena. De más está decir, que fue nuestra única cita.
Del último sujeto de la lista no diré nada, porque murió antes de concretar el encuentro (como nota mental agendé que la próxima vez procuraría hallar enfermos que no fueran tan terminales)
Y respecto a mis citas con tipos anticliché...bueno, solo diré que mejor vayan tachando de sus listas a desempleados, dueños de tiendas de videos juegos y Potterhead (resistan el impulso aunque amen a Rowling. Los perderían en un día lluvioso cuando vean a un transeúnte con piloto negro y capucha, griten "Dementor" y salgan corriendo)
—Creo que tus citas salieron mal porque no has sabido dar con el tipo correcto—siguió Josh. Yo seguí masticando mi sándwich—. Deberías salir conmigo—En ese punto, casi me atraganto.
Necesité unas palmadas de su parte y un poco de soda para recuperarme.
—Oficialmente te has vuelto loco—señalé.
—¿Por qué? Acaso no encajo en tu lista de tres...
Lo hacía plenamente.
Josh no era rico, obvio, trabajaba en el periódico y comía en la misma cafetería que todos, el menú económico. Aunque tenía cierto atractivo, tampoco era un adonis: estatura promedio, tez aceitunada, ojos café, pelo castaño, algo desaliñado como si recién cayera de la cama. Tenía un buen físico sí, pero no era de gimnasio. Y hasta donde sabía, no se estaba muriendo. Sin embargo...
—Vives con tu madre.
—Hablando de estereotipos—indicó él—. Sabes que vivo con ella porque estoy esperando a que se desocupe el departamento del que te hablé...Ese que tiene vista al pulmón de la city.
Si él me había hablado sobre ello, no lo recordaba. La verdad es que solía ponerme en modo piloto automático la mayoría de las veces que me hablaba. Como en ese momento, que movía los labios y yo estaba vagando por la nebulosa de mis pensamientos.
—Entonces, ¿qué dices?—Escuché que preguntaba al final.
—No sé, podría considerarlo.
—Harías bien. Ambos somos solteros y no tenemos nada que perder. Soy la opción más fiable y además, tú también encajas con mi prototipo de mujer anti cliché.
En esta ocasión abrí mis ojos como platos, focalizando toda mi atención en él.
—¿Cómo?
—¿Pensaste que eras la única con lista, linda Rossie? Lamento decepcionarte, pero este tema de las "relaciones románticas cliché" no va en una sola dirección. Digo, no solo se trata de mantener una relación con un sujeto que posea las cualidades mencionadas, sino también debe haber una mujer que tenga ciertos atributos que garantizan que "esa perfecta relación" funcione.
Era cierto.
—Bien, ¿cuál es tu lista entonces?
—NO debe ser sosa. Y tú definitivamente tienes personalidad, al menos para llevar eso puesto— señaló mis botas de lluvia anaranjadas brillantes.
—¿¡Qué!? Está lloviendo, y además estaban de oferta.
—Okey. En segundo lugar, NO debe ser estúpida.
—Pues gracias—solté sardónica.
—No hay de qué—Sonrió con picardía—. Y en tercer lugar, NO debe considerarse un adefesio, ni tener la autoestima por el suelo.
—Estamos bien entonces. No me considero fea y no me siento una perdedora.
—Definitivamente. Eres una mujer realizada y tienes lindos rasgos. Ojos verdes llamativos, labios gruesos, cabello rubio—señaló él, provocando cierto cosquilleo en mi ego—. Aunque no tienes cuerpo de modelo, ni eres demasiado alta—Y con eso acababa de cagarla.
—Un metro sesenta y cinco es estatura promedio. ¡Y claro que no tengo cuerpo de modelo! No soy anoréxica. Llevo una dieta balanceada y hago ejercicio. Diría que mi cuerpo es atlético.
—No sabía que te ejercitabas—señaló el moreno.
Yo me encogí de hombros.
—Sí, bueno... ¿Correr desde mi departamento al trabajo porque llego tarde, cuenta?
—Depende, ¿con qué frecuencia?
—Tres veces a la semana—Definitivamente, tenía que ponerle dos alarmas más al móvil.
—Pues sí, sí cuenta—musitó—. Entonces, ¿lo haremos? ¿Tendremos esa cita? Con fines investigativos claro.
Tomé el resto de la soda, meditando.
—Mañana viernes, a las ocho. Pasa a buscarme por mi departamento— anoté la dirección en una servilleta de papel y se la entregué, levantándome de mi asiento.
—Te sorprenderé—dijo él, guardando la servilleta en el bolsillo de su chaqueta.
—Si quieres sorprenderme no lleves flores. Soy alérgica al polen—señalé. Era cierto, a los tulipanes los había tirado ni bien había regresado de la cita—.Y si buscas sorprenderme aún más, también podrías resolver mi dilema existencial, y decirme por qué autoras con talento como Tifa Steph, pasan desapercibidas en el medio.
—Lo haré—sonrió asintiendo.
Demasiado confiado.
—Ah y Josh—añadí, antes de salir de la Cafetería—si logramos una buena historia al final...tal vez considere mencionarte en los créditos.
Dedicada a Escriboymegusta
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