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10 ៹ ،، WAYLON FORGE

━━━LA PUERTA DE SU habitación se cerró de un golpe, y el eco resonó en el silencio opresivo del pasillo. El corazón le latía con fuerza, una percusión frenética que casi podía oírse en el aire pesado. La visita de Carlisle había sido un rayo de cordura en medio de su tormenta interna, pero ahora, sola, la ansiedad la envolvía como una humo muy denso que se extendía en cada una de sus venas.

Se dejó caer en la cama, sintiendo cómo el colchón absorbía su peso, pero su mente estaba lejos de encontrar descanso. La conversación con el doctor aún reverberaba en sus pensamientos: palabras de advertencia, consejos sobre el autocontrol. Pero el peligro que la acechaba era real, palpable, y la sombra de Regina se cernía sobre ella como un oscuro presagio.

Las imágenes de su cuñada, sonriendo con una dulzura que todos esos días había parecido genuina, se mezclaban con la inquietante posibilidad de que pudiera ser una espía de los Volturi. La traición era un veneno que se filtraba lentamente, llenando cada rincón de su mente con sospechas. Cada pequeño gesto, cada risa, ahora podía ser parte de un elaborado juego. La sensación de traición se instalaba como un nudo en su estómago. Todo tenía sentido, del porque las cartas de Marcus a los clanes habían cesado, del porque todo estaba en una calma tan misteriosamente sospechosa.

Se levantó, comenzando a caminar de un lado a otro en la habitación, la tensión aumentando con cada paso. Su mente giraba, incapaz de encontrar una salida. "¿Cómo voy a desenmascararla sin que se entere?" La idea la aterraba, pero sabía que tenía que actuar con cautela. Cada vez que pensaba en Regina, un escalofrío recorría su espalda; las dudas eran como garras afiladas, dispuestas a acabar con su tranquilidad. Tampoco podía parar de pensar en su hermano, si su amor era sincero o si hasta eso tenía algo detrás, Ash reconocía a los vampiros, estaba enterado de todo entonces ¿Cómo es que se le había logrado meter en la mente y la piel sin que se opusiera?

Deteniéndose frente al espejo, su reflejo la miraba con ojos asustados. Se tocó el cabello, sintiendo la suavidad de los mechones entre sus dedos, y respiró hondo, intentando calmarse. Pero el miedo seguía ahí, burbujeando bajo la superficie, mientras su mente maquinaba. Tenía que pensar en un plan, una forma de recopilar que todos sus pensamientos eran cuerdos, pero más importantes, intentar no ponerse en peligro. Cada vez que se imaginaba enfrentándola, una ola de pánico la abrumaba. La posibilidad de que Regina pudiera estar un paso adelante, anticipando sus movimientos, la paralizaba.

De repente, una decisión firme comenzó a tomar forma en su interior. No podía permitir que el miedo la dominara. Debía ser astuta, más que su supuesta cuñada. Con la determinación renovada, se sentó en el escritorio, sacó un cuaderno y comenzó a anotar sus pensamientos, organizando sus ideas. Tal vez podía buscar alguna información sobre los Volturi, descubrir si había alguna conexión entre ellos y Regina. Y solo lo podía descubrir con ayuda de los Cullen.

—Es hora de cobrar favores. — Se respondió a sí misma por lo bajo, anotando cualquier cosa, el ejercicio que hacía cada vez que estaba con su mente desencajada y distante y tenía que ponerse en línea a sí misma.

Las horas pasaron lentamente mientras sus dedos danzaban sobre el papel. La ansiedad seguía en su pecho, pero ahora, en lugar de paralizarla, la alimentaba. Cada palabra escrita se convertía talvez en un paso más hacia la verdad, hacia la justicia. Regina había subestimado su fuerza, y ella no se detendría hasta encontrar las respuestas que necesitaba. Sin darse cuenta, una chispa de determinación brillaba en sus ojos; en ese momento, el miedo se transformó en su motor, impulsándola a descubrir la traición que acechaba en su propia casa.

🌒

El sol había salido para Forks, cuando Albane abrió su ventana disfrutó cada rayo empezando a quemar su blanca piel, sin embargo no la abrió, su puerta estaba con cuatro diferentes llavines los cuales iba a cerrar así estuviera recogiendo simples cosas dentro de su habitación, sabía que debido a su terquedad y actitud impulsiva iba a tener que esperar para volver a tratar de averiguar sobre Regina y sus intenciones, ni siquiera sabía si esa era su verdadero nombre.

— ¿Avy? ¿Estás ahí?

— ¿Qué quieres Ash?

—Regina se llevó mi auto para el centro comercial, ¿Me prestas el tuyo por hoy?

—No.

—Está bien, tenía que intentarlo.

Cuando estuvo lista, decidió tomar precauciones y llevar consigo el arma que había estado cargando y escondiendo debajo de su almohada desde la noche anterior.

Avy salió de su casa con el sol brillando intensamente en el cielo. Normalmente, ese resplandor significaba un día de escuela, pero hoy, la idea de enfrentar las aulas le resultaba insoportable, no cuando había cosas más importantes sucediendo, además, sus notas nunca eran malas. En su mente, una sola decisión comenzó a tomar forma: ir a la casa de los Cullen.

Sabía que con el sol radiante, el clan vampírico se mantendría en su hogar, encerrado en la sombra. Era el momento perfecto para acercarse a ellos y exponer su situación, especialmente a Edward y Carlisle, y desahogar las inquietudes que la atormentaban.

Mientras caminaba, el sonido de sus pasos resonaba en las piedras sueltas del camino. El aire estaba fresco, y a cada inhalación, se sentía un poco más libre de las tensiones que la acosaban. Al llegar a la imponente casa de los Cullen, sintió una mezcla de nervios y emoción. La casa, elegante y moderna, se erguía entre los árboles, como un refugio de calma en medio de su confusión.

Avy subió los escalones y tocó el timbre, como si no supiera que la oyeron incluso metros antes de llegar, su corazón latiendo con fuerza. No pasaron muchos segundos antes de que Alice apareciera, su sonrisa radiante iluminando el umbral.

— ¡Avy! Que sopresa— , exclamó Alice, abriendo la puerta con entusiasmo.

—Hola, Alice. En realidad no vengo por una buena razón—, respondió Avy, intentando esconder su nerviosismo. Alice trató de sonreír un poco menos cuando escuchó la respuesta de la chica.

—Bien, entra ven—, dijo Alice, guiándola hacia el interior.

El aire en la casa era fresco y acogedor, un contraste con el calor medio del exterior. A medida que se adentraban, Avy sintió cómo la tensión empezaba a disiparse. Cuando llegaron al salón, Edward estaba sentado en un sillón, concentrado en un libro, Rosalie y Emmett jugaban algún juego de mesa y Carlisle había aparecido de la nada con su rostro preocupado también, al ver a Avy, su mirada se iluminó.

Albane no dijo nada, solo miró los ojos de Edward y dejó que su mente fuera revelada a él, de inmediato, Edward cerró el libro fuertemente y se levantó de su sillón para caminar a ella. Edward cerró los ojos por un momento para ubicarse y Avy sintió cómo su presencia se adentraba en sus pensamientos otra vez. La conexión era intensa, casi eléctrica. Se vio envuelta en un torbellino de recuerdos y emociones, cada uno de ellos afilados y crudos. La tensión en su hogar, la creciente inquietud respecto a su cuñada Regina, y el sentimiento de traición que la consumía, todo comenzó a fluir hacia Edward.

A medida que las imágenes y sensaciones se proyectaban en la mente de Edward, la vibración oscura se expandió por la casa Cullen. Una sombra parecía deslizarse entre las paredes, una advertencia silenciosa que activó los instintos de cada miembro del clan. Alice dejó de sonreír, su rostro cambiando a una expresión grave. Jasper se tensó, percibiendo la súbita oleada de emociones negativas.

Edward abrió los ojos, su mirada seria.

—Avy, esto es grave—, murmuró, su voz baja pero llena de urgencia. —Los Volturi siempre han estado más cerca de lo que pensábamos.

La atmósfera en la casa se volvía cada vez más pesada, un silencio palpable envolviendo a la familia. Cada Cullen, desde Carlisle hasta Rosalie, sintió la carga del momento, sus instintos alerta. La noción de que podían estar bajo vigilancia o que la traición se gestaba entre ellos era aterradora.

Alice frunció el ceño, su mente llena de visiones turbias.

—No es solo Regina... Hay algo más grande en juego—, dijo, su voz casi un susurro.

Jasper, siempre sensible a la marea emocional, se acercó a Avy. Rosalie solo preguntaba una y otra vez, el estrés del no entender que le pasaba a su familia, pero todas sus dudas fueron resueltas pronto.

—Debemos actuar con cautela. Si los Volturi están al acecho, cualquier movimiento en falso podría tener consecuencias graves—, advirtió Jasper, su tono grave pero reconfortante.

—No hay una respuesta clara, si acabamos con Regina, vendrán a nosotros. — Dijo Avy tomándose de un mueble para estabilizarse —Y si ella sigue acechándonos también, no hay una balanza.

Con la tensión palpable en el aire, Avy supo que la calma había terminado. La sombra de los Volturi se cernía sobre ellos, y la batalla por descubrir cómo salir de todo eso ilesos. La familia Cullen se preparó para enfrentar lo que se avecinaba, cada uno consciente de que el tiempo era esencial y que la oscuridad siempre estaba más cerca de lo que les gustaba creer.

—Hay que buscar la manera de engañar a Aro. — Habla Edward —No hay otra salida.

—No suena tan fácil, tampoco lo es.

—No tenemos opción.

🌒

Avy respiró hondo mientras se dirigía a la escuela, decidida a enfrentar a su hermano y explicarle por qué había faltado y que era lo que estaba pasando. Aunque la presión de la situación con los Cullen seguía latente en su mente, sabía que era importante mantener las apariencias. Mientras caminaba, sus pensamientos se enredaban en sus dudas y en la creciente amenaza de los Volturi. Cuando terminaba de pasar por el parqueo, observó a Bella y sus amigas, y como dos de estas le seguían los pasos hasta que Avy entró a las instalaciones para su última clase, pero en ningún momento había visto a Liam, ni siquiera cuando el timbre avisaba la salida y final de las clases. Llamaba a su celular pero no había nada, la pantalla se iluminaba sin respuesta. Cada segundo que pasaba incrementaba su inquietud.

Las imágenes de Regina y sus oscuros secretos se agolpaban en su mente. ¿Y si había algo más siniestro en juego? La sensación de peligro, que antes había sido un susurro, ahora se transformaba en un grito. Sabía que había sospechado de ella por el día anterior y hoy como si nada había desaparecido de su casa con el auto de Ash. La culpa le empezaba a punzar el pecho y los ojos se le nublaban.

Decidida a encontrarlo, se dirigió a su auto, el motor rugiendo al encenderse. Mientras conducía por las calles, la desesperación se apoderaba de ella, la noche había caído hace horas. Los faros de otros vehículos se deslizaban por su visión periférica, pero su mente estaba en otra parte, calculando posibles lugares donde podría estar su hermano.

De repente, un auto apareció frente a ella, y por un instante, el pánico la paralizó. Frenó bruscamente, evitando el choque por milésimas de segundo. El vehículo que casi impacta era un familiar, y al instante, su corazón se calmó al reconocerlo: era Edward.

Con un suspiro de alivio mezclado con frustración, se detuvo y salió del auto, el nerviosismo aún palpitante en su interior. Edward se acercó, su expresión preocupada.

—Avy, ¿qué está pasando? —, dijo Edward, sus ojos atentos a cada detalle de su comportamiento.

—No he podido encontrar a mi hermano Edward—. Su voz empezaba a quebrarse hasta terminar en un sollozo de desesperación. —No contesta el celular, y estoy empezando a asustarme—, confesó, sintiendo que la angustia comenzaba a desbordarse.

Edward frunció el ceño y hablaba mientras ella estaba viendo a su alrededor sin ponerse atenta a lo que le estaba diciendo, solo pudo escuchar como Edward iba de camino a dejar a Bella y pasaban por la comisaría.

La mención de la comisaría hizo que un escalofrío recorriera la espalda de Avy. Sin dudarlo, condujo en dirección a la comisaría con ellos adelante, la adrenalina bombardeando su sistema. Al llegar, el ambiente era tenso. Policías se movían rápidamente, las patrullas estaban con sus luces encendidas y el auto del sheriff y Carlisle Cullen estaban afuera.

Avy sintió que la angustia se intensificaba.

—¿Qué está pasando?—, preguntó a Carlisle mientras este bajaba las escaleras y Bella y Edward se acercaban, Avy estaba con sus manos frías y su voz temblando levemente.

—Hubo un asesinato esta tarde—, respondió el doctor con seriedad. Las palabras cayeron sobre ella como un balde de agua fría.

El pánico se apoderó de Avy. — ¿Es... es alguien que conozco?—, preguntó, sintiendo que su corazón se detenía.

¿Y si su hermano estaba involucrado? La idea la aterrorizaba. Las imágenes de su hogar y de Regina volvieron a su mente, cada vez más amenazantes. Pero algo se tranquilizó en ella cuando el pálido hombre negó tocando su hombro, y viendo a su hijo al mismo tiempo respondió: —Waylon Forge fue encontrado en su bote. Acabo de examinar su cadaver.

— ¿Qué le pasó?

—Un animal lo atacó. — Al decir esa frase, los Cullen y Agu intercambiaron miradas entre ellos, sabían lo que significaba, y así siguieron todo el rato mientras Avy rezaba que Bella no notara ese intercambio tan raro.

— ¿Pudo haber sido el mismo que atacó al guardia de seguridad en Mason?

—Posiblemente.

—Quiere decir que se está acercando...

—Bella, ¿Por qué no entras? Tu padre está muy conmocionado, era amigo cercano de Waylon. — Bella asintió sin rechistar y los dejó abriéndose paso a la comisaría. —Avy, ¿Qué pasa?

—Liam no ha aparecido, Carlisle, yo temo que..., ahora esté homicidio, no son malditos animales por dios.

—No creo que la autora de esto haya sido Regina, hay una nueva amenaza.

Avy siente un nudo en el estómago, el miedo creciendo como una montaña encima de su cabeza y dentro de todo su cuerpo, era una situación en la cual sentía que en cualquier momento explotaría.

Carlisle se acerca más a ella, su presencia es tranquilizadora. Sus ojos dorados la miran con una calma que contrasta con su tormento interno. Pero Avy no puede evitarlo; el miedo la consume, y las imágenes de su hermano en peligro se mezclan con la incertidumbre sobre quién puede confiar.

— ¿Qué pasará si con esto Regina toma fuerza? ¿Y si hay más como ella que los volturis han enviado?—, se pregunta, la ansiedad apretando su pecho. Las amenazas parecen más reales que nunca, como si un ejército de cazadores vampiros estuviera al acecho, esperando el momento adecuado para atacar.

Carlisle se para, tomando su mano con suavidad. Su toque es cálido para ella, humano, aunque sea un témpano de hielo, y por un momento, Avy siente que la tormenta dentro de ella se calma un poco. Pero solo un poco. La fragilidad de su situación la hace sentir vulnerable, como si cada respiración pudiera atraer más peligro.

Carlisle le habla, su voz suave como una brisa fresca en un día sofocante. Ella escucha, aferrándose a sus palabras como un salvavidas en un mar de incertidumbres. Sabe que no está sola, que hay un plan, pero el miedo siempre está al acecho, esperando para asustarla de nuevo.

Ella solo era una simple mortal.

En un momento de lucidez, Avy abre los ojos y mira a Carlisle. Su mirada le transmite una chispa de esperanza, una promesa. A pesar del miedo que la abruma, se da cuenta de que tiene aliados. Y con ellos, tal vez, pueda enfrentar cualquier amenaza.

Mientras el doctor Cullen sigue sosteniendo su mano y habla con Edward, el celular de Avy suena indicando la entrada de una llamada, el nombre de Liam se ilumina en la pantalla y ella puede soltar todo ese aire retenido, sujetando más fuerte el agarre al cuerpo de Carlisle.

—Liam, por el amor de Dios, ¿Dónde estás?

—Avy, tienes que perdonarme, por sacarte de todo esto, o al menos intentarlo, solo quería protegerte hermana. — Empieza su voz temblorosa al otro lado de la línea —Tienes que escucharme ahora, tenemos otro problema.

Albane volteó a ver a los Cullen, quienes estaban igual de rígidos que ella, sabiendo todo lo que se avecinaba.

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