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80 | the death of a Labonair


Hernik Marshall, Mikaelson, o Labonair, como fuese que se hiciese llamar, se había visto envuelto en muchas cosas desagradables. Desde crecer sin padre, hasta ayudar a un lobo a suicidarse.

Pero nunca le habían secuestrado.

Hasta ahora.

El menor dedujo que estaba en un coche, debido a que escuchaba el exterior y de vez en cuando, el coche botaba.

El castaño bufó, estaba teniendo un buen sueño y ahora tenía que preocuparse por salir de aquella situación. Daba las gracias a sus padres por haberlo engendrado siendo una criatura superior a cualquiera, por lo que. realmente, no estaba preocupado por con quien tendría que lidiar.

Había convivido toda su vida con sus hermanas, su tía y su madre. Nada daba más miedo que ellas enfadadas.

Así que, librarse de su secuestrador sería pan comido.

Al mover las manos en busca de una posición mejor para hacer magia, se dio cuenta de que unas cadenas rodeaban sus muñecas y las unían. Soltó una maldición por lo bajo, odiando su decisión de rechazar la oferta de su madre de enseñarle defensa personal hacía unos años.

Fue tan inteligente que respondió; "No hace falta, tengo mi magia.

Si, tenía magia, pero no podía usarla. Definitivamente el Hernik del pasado no estaba ayudando nada en absoluto al Hernik actualmente secuestrado.

El castaño sintió el coche estacionarse y luego como las personas se alejaban.

¿Lo iban a abandonar en medio de la nada? ¿Qué había hecho para merecer eso?

Si, se negó a leer Harry Potter, sabiendo lo mucho que su madre adoraba la saga. Si, también se revolcó sobre un charco de barro y luego se metió en la cama de Dina. También leyó, sin consentimiento, evidentemente, el diario de Hope.

Eran pequeños errores. Una bruja, amiga suya, le había limpiado las vibras hacía poco. Seguro que había algo peor por lo que estuviera pagando.

Ah sí. Ser hijo de Klaus Mikaelson.

Henrik no supo cuanto tiempo paso entre desvaríos y paranoia, pero en cuanto se quiso dar cuenta, unos pasos cada vez sonaban más cerca de él. Y sinceramente no se lo pensó, cuando nada más abrir el maletero, atizo una patada a la cara de su secuestrador.

El castaño salió corriendo, pero, a velocidad vampírica el secuestrador se puso frente a él.

Henrik lo miró sorprendido.

— ¿Novio de Hope? ¿Tu eres mi secuestrador? —rio.— Me esperaba algo mej...

Roman le clavó una jeringa con tranquilizante. Henrik cayó al suelo en un golpe en seco.

— Mi padre va a matarte. —balbuceo.— Por tocar a su niñita, y por drogar a su hijo...—finalmente se cayó rendido.

. . .

No era la primera vez que secuestraban a Megan, era, probablemente, la tercera, y la que estaba durando más. Le hubiera gustado ver positivo la compañía de Hayley durante su secuestro, pero llevaban días viéndose sufrir mutuamente bajo las manos de unos vampiros radicales.

Te quiero, Haly. — había repetido Megan centenares de veces esos días.

Estaremos bien, Meg. Lo prometo. —respondía Hayley siempre, otorgándole seguridad.— Yo también te quiero.

Meg miró a su melliza, a pesar de ya tener 35 años la seguía queriendo como cuando eran pequeñas y peleaban por las golosinas.

Hayley estaba sedienta y sudorosa, pero sobre todo cansada, y Meg lo entendía, ella estaba igual. Los golpes eran continuos y las bebidas eran escasas, haciendo que apenas tuvieran energía cuando les inyectaban una mezcla de acónito y verbena.

Hayley era su otra mitad, y se alegraba de que ambas, teniendo en cuenta la situación, estuvieran bien.

La puerta chirrió, causando que las hermanas abrieran los ojos.

— ¡Mamá! ¡Tia Meg! —la voz de Hope inundó el espacio.

— ¿Hope? —preguntaron confusas las Marshall.

— ¿Qué es esto? —Hope miró las cuerdas que las sujetaban.

El chico que acompañaba a Hope, volvió a entrar en la casa con Henrik en brazos.

Meg, como primer instinto, intentó acercarse a él, pero las cuerdas que la retenían se lo impidieron.

— Tu. —murmuró Hayley con un tono amenazador a Roman.

— Hope, por favor, ve con Henrik, dime qué le pasa. —rogó la castaña con desesperación.

— Solo está sedado. —se apresuró a explicar Roman.

Hope fue a enfrentarlo, pero en cuanto estuvieron cara a cara, el vampiro le colocó las mismas cadenas que a Henrik.

— Lo siento mucho. —lamento Roman.

. . .

Henrik seguía inconsciente, pero Megan esperaba que no tardase mucho en despertar, porque deseaba poder hablar con él y tenerlo cerca.

Cuando era joven, nunca se imaginó con hijos. Quizás por cómo se crió, o porque no había hombre que le gustase del todo como para imaginarse una familia con él.

Sin embargo, luego llegó Mattia, pero antes de él estuvo Klaus, a quien no sabía que deseaba tanto hasta que la loca de Esther la drogó.

Por mucho que quisiera a Klaus, nunca se arrepintió de casarse con Mattia, porque su corazón había amado a dos hombres, y de fruto de ese amor, ahora tenía dos maravillosos hijos que le recordaban lo feliz que un día había sido con sus padres.

— ¿Qué está pasando? —Hope exigió respuestas.

Meg miró a Hayley y se dio cuenta que no quería ser ella quien explotara la burbuja de felicidad que Hope había construido con Roman.

— Él los llevó a la iglesia en la que estaba. —anunció Megan.

Cuando despertó, en ningún momento se enfadó con Hope, porque entendía porque lo había hecho, a pesar de no estar nada de acuerdo en cómo había llevado la situación a cabo.

Pero no podía enfadarse, porque al final del día, Hope fue el primer bebe que tuvo en sus brazos y que adoro y cuido como si fuera suya. Murió por ella, y volvería hacerlo.

— Pero, ¿cómo sabías dónde estaba? —Roman no lo miro, y Hope encontró la respuesta ella sola.— Te metiste en mi cabeza. El primer día que me tocaste. Cuando me pusiste el pelo tras la oreja. Solo querías saber donde estaban ellas.

— Hope, se que esto no está bien, pero si os sometéis al hechizo de inhabilitación...

— ¿Hechizo de inhabilitación? —repitió Megan.

— ¿De qué está hablando?

— Greta dijo que, si Henrik y yo nos sometíamos a él, os dejarían vivir.

— ¿Greta dijo eso? —interrogó Hayley.

— Es para que Hope y Henrik no puedan hacer más híbridos. —mencionó Roman.— Nuestro movimiento intenta recuperar el orden natural. Es todo lo que mi madre quiere.

— ¿Qué? ¿Greta es tu madre? —soltó Meg.

A su lado, Hayley comenzó a retorcerse en la silla intentando desatarse.

— ¡Desátame! ¡Ahora! —ordeno.

— No puedo, ¿vale? Si se somete al hechizo no os pasará nada.

— A ti si que no te pasara nada malo si no me sueltas.

— ¿No te das cuenta que tu madre está loca? —preguntó Megan.

— Defenderse no es ninguna locura, ¿vale? Los hombres lobo matan para activar su maldición. Ninguno es inocente. Pero al menos son una especie natural.

— Puede que los hombres lobo no sean inocentes, pero los humanos tampoco lo son. ¿O te olvidas de la gente que hay en la cárcel? ¿O peor, de la que sigue libre aun? Sin añadir que los vampiros también matáis. Ninguno sale impune de eso.

— Los híbridos son una perversión. Mirad a Klaus.

— Si no te callas, cuando me levante de esta silla te arrancaré la lengua y se la enviaré a tu madre de regalo junto a tu cabeza.

— Lo que digo es la verdad. Henry no tardó ni un día en asesinar a alguien al convertirse en híbrido. Son antinaturales.

Meg suspiro recordando que, al poco de convertirse, mató a unos siete hombres.

— Los vampiros también son antinaturales, genio. Por eso la Bruja Original trató de exterminarlos hace casi dos décadas

— Los híbridos también tienen elección, Roman. Todos tenemos voluntad propia. —dijo Hayley.

— Klaus hizo lo que hizo no por ser un híbrido, sino porque es Klaus. —argumentó la hermana menor.— Henry es solo un crío. Con el tiempo aprenderá a controlarse.

Hayley asintió dándole la razón.

— Mamá. Tía Meg. — las llamo Hope. Las mellizas la miraron esperando a que hablara.— Henry está muerto.

Habían matado a un niño. Lo habían matado por convertirse.

— ¿Qué ha pasado?

— Le arrancaron el corazón y lo colgaron fuera del Rousseau 's.

— ¿Quién fue? —Megan miró a su sobrina con seriedad.

— No lo sabe nadie.

Megan bufo, incrédula.

— Seguro que la madre de Roman sí. —el chico negó con la cabeza.— Piénsalo. Si le han hecho eso a un niño del pantano que ni conocían, imagina lo que harán con nosotros.

— No. No, mi madre solo quiere la paz. —reinó el silencio un par de segundos.— Inhabilitaros y seréis libres. Ya veréis.

— Si de verdad crees eso, es que eres un ingenuo. —murmuró Hayley.

— Tu madre no quiere inhabilitarse, Roman. —Hope le dirigió una mirada confusa a su tía.— Quiere matarnos.

. . .

Roman llamaba a su madre, pero Greta no se lo cogía, dejándolo escuchando el buzón de voz.

— No habrá reconocido el número de tu teléfono desechable. —Hope se cruzó de brazos.

Henrik, quien ya había despertado, por fin, se arrimó más a la silla de Megan.

— Piénsalo, Roman. —pidió nuevamente Meg.— ¿Por qué si no te enviará al medio de la nada. Si solo quería que Hope y Henrik se sometieran al hechizo de inhabilitación, os habría dejado en Mystic Falls o enviado a Nueva Orleans.

— Confío en ella.

— Y ella cuenta con ello.

— ¡No es como creéis! —replicó el vampiro.— Cuando era pequeño, los hombres lobo asesinaron a toda mi familia y me dieron por muerto. Greta me salvó. Me trato como un hijo. Me dio una nueva familia. —señaló a Hope.— Hasta que tu padre apareció y mató al mío. Por su culpa me pase 50 años desecado en una cueva. Pero en todo ese tiempo, Greta no dejo de buscarme. Nunca se rindió. Es una buena madre.

— No, Roman. No es una buena madre. —negó Hayley.— Espera cosas de ti que ninguna madre debería. Una madre que de verdad quiere a sus hijos nunca lo usaría como soldado. ¿No te das cuenta? Te ha entrenado para ser un terrorista.

— ¡Cállate de una vez! Solo quiere que vivamos por separado. En paz.

— Hasta que haga una masacre con todos lo que considera impuros. Nos quiere muertos a los cuatro. Sabes que tengo razón. —intentó Meg hacerlo cambiar de opinión.

— Ella nunca haría eso.

— ¿Estás seguro? ¿Estás tan seguro que estás dispuesto a arriesgar nuestras vidas? ¿La de Hope?

El vampiro miró a la Mikaelson, demostrando que por muy pequeña que fuera, tenía una debilidad por ella.

— Tienes que soltarnos. —razono la castaña rojiza.

El rubio lo sopesó durante medio minuto, pero finalmente se excusó y salió del lugar con el pretexto de que tenía que hacer una llamada.

. . .

— Tienes el gusto por los hombres de las Marshall. Los chicos malos nos encantaban. —Meg río junto a Hayley.

— Que asco, mamá. —se quejó Henrik mientras trataba de desatar las cuerdas que sujetaban a su madre.

— No hablo por mi, yo me casé con un maravilloso hombre.

— Y luego te metiste con Klaus. —le recordó Hayley.

— Tú lo hiciste primero. Y luego te metiste con su hermano.

— ¿Acaso es una guerra de trapos sucios? —cuestionó Hope haciendo lo mismo que Henrik.

— Sigue intentándolo. Eres capaz de hacerlo. —ánimo Meg a Henrik, quien comenzaba a desistir.

— ¡No hay manera! —bramo frustrado.

— Lo siento mucho. Siento que haya pasado esto. —gimoteo Hope cabizbaja.

— No es culpa tuya. —dijo Hayley inmediatamente.

Hopy, esto es cosa de Greta. —murmuró su tía.

— No. Creíamos que os salvaríamos si nos sometíamos al hechizo de inhabilitación.

Meg dejó de escuchar la conversación y se giró hacia su pequeño.

— ¿De verdad pensabas hacerlo?

— Si. —respondió con inmediatez.— Me da igual perder una parte de mi que no conozco, porque si no lo hiciera perdería otra parte de mi. A ti. Y se que te echaría más de menos. Te quiero, mama.

— Al final lloraré hoy. —murmuró Meg con lágrimas en los ojos.— Yo también te quiero, mi niño.

— Estuvimos a punto de hacerlo. Pero Klaus...

— Tu padre. —lo corrigió Megan.

— Klaus nos detuvo en el último momento.

Megan sonrió.

— A tu padre no se le escapa una. —la híbrida se quedó en silencio.— Henrik, prométeme que no volverás a intentarlo, que nunca renunciarás a ninguna parte de ti. Prométemelo.

Henrik la miró con el ceño fruncido.

— La tía Freya dijo que no querías que activara mi lado licántropo.

Meg suspiro.

— Es...complicado, cielo. Y que los 206 huesos de tu cuerpo se rompan es una putada, créeme. —Henrik bajo la mirada.— Pero...cuando corres por el bosque, bajo la luna llena, sin pensar en el dolor ni en los problemas, eres libre. No existe mejor sensación en el mundo.

— Suena fantástico.

— Lo es, cielo.

Henrik puso su mano sobre la de su madre.

— Odio no poder hacer nada.

— Te entiendo. Pero seguro que la tía Freya nos está buscando a los cuatro.

— Hice un hechizo de encubrimiento. No puede encontrarnos. —tartamudeo Hope.— Y aquí no puedo hacer magia con estas malditas cadenas.

— Espera...—dijo Henrik.

— ¿Qué?

— Tengo una muy mala idea, pero...tal vez haya un modo de pedir ayuda.

. . .

Roman volvió a entrar en la casa con la mirada de los cuatro secuestrados sobre él.

— ¿A quién has llamado? —le preguntó Hope levantándose del suelo.

— A mi hermana.

— ¿Hay mas de vosotros? Genial. —dijo el menor con sarcasmo.

— Oye, no sé qué está pasando.

— Pues deja que nos vayamos. —argumentó la Mikaelson.

— No puedo.

Megan y Hayley compartieron una mirada, sabiendo lo que debían hacer.

— Entonces le daremos a Greta lo que quiere.

Roman las miro muy seriamente.

— Llama a tu bruja. —dijo esta vez Megan.— Haremos el hechizo.

. . .

La bruja hablaba con Roman a unos metros de ellos.

— Yo voy primero. —anunció Megan.

— ¿Qué? ¡No! —negó Hayley.— Soy la mayor, yo voy primero.

— Siempre quisiste mis cosas, ¿ahora también quieres quitarme el primer puesto? —bromeó haciendo que Hayley riera levemente.— Haly, morí por ti. Me debes una. Y me la voy a cobrar ahora. Yo voy primero.

La bruja se acercó, realizando los preparativos previos al hechizo.

— Hopy. —la castaña rojiza miró su tía.— No miréis, ¿de acuerdo? No dejes que Henrik mire.

La Mikaelson asintió, aceptando la tarea. Y minutos más tarde, mientras los gritos de Megan llenaban la casa, Hope apretaba a su hermano menor contra su pecho, mientras lo sentía temblar del llanto.

Las mellizas conectaron miradas, y Megan hizo todo el esfuerzo para no emitir ningún sonido.

— Es pan comido. —jadeo cuando la piedra dejó de tocar su mano.

Su hermana negó con lágrimas en los ojos. La bruja se acercó a Meg nuevamente, colocándose para posicionar la piedra en su frente.

— No mires. —Hayley no apartó la mirada.— Hayley, no mires.

Finalmente, Hayley apartó la mirada, y Megan sintió como su piel se derretía.

. . .

— ¿Cómo sabes que ha hecho efecto? —preguntó Roman a la bruja tras acabar con Hayley.

La bruja desató el brazo de Megan y tiró de él hasta el sol que entraba, demostrando cómo su piel se quemaba, sin embargo, la Marshall apenas reaccionó al dolor.

— ¿Ves? Ahora solo son vampiros.

En cuanto la brujas acero a desatar del todo a Megan, está la agarró y le mordió el cuello. Hope por su parte, dejó inconsciente a Roman.

Megan se desató a sí misma mientras su hijo desataba a Hayley, y en cuanto estuvieron libres, corrieron los cuatro hacia la puerta. Pero en cuanto Hope abrió la puerta, se dio cuenta de algo.

— No podéis salir. —murmuró a pesar de saber que su tía y su madre ya lo sabían.

— Pero vosotros sí. —alegó Hayley.

— No me voy a ir sin ti. —negó Henrik hacia su madre.— Hope os ocultó cuando erais híbridas. Al hacerlo, Freya habrá recuperado la señal. Ahora sabe dónde estamos, mamá.

El niño se aferró a su madre, quien hizo lo mismo.

— Estaremos bien, Henrik. —dijo Hayley revolviéndole el pelo a su sobrino.— Protegeré a tu madre, lo juro.

— Podrían habernos matado en cualquier momento y no lo han hecho. Es a vosotros a quien quieres. —miro a Hope y Henrik.

— Puedo cuidar de mi misma, y puedo cuidar de Henrik aunque no lo necesite.

— No es vuestra fuerza lo que temen, Hope. Sois brujos Mikaelson, con una madre hombre lobo y un padre original. Vosotros sois los únicos que podéis unir todas las facciones. Y eso va en contra de lo que creen.

— Ellos crecen con odio, y vosotros, mis chicos, sois su mayor temor. —Hayley habló.— Por eso tenéis que iros.

— Tenéis que iros. Tenéis que iros ya. —Megan alejó a Henrik de ella.— Te quiero.

Hope tiro de Henrik hacia la salida. Greta apareció, bufando un polvo sobre sus caras, haciéndolos sumir en un sueño y caer al suelo. Megan la atacó, pero la vampira era más fuerte, por la que la tiró en una esquina y quito a velocidad vampírica arrancó la cortina, encerrando a las mellizas al no poder enfrentarse al sol.

— Como le pongas un dedo encima a mis niños, te matare. —la amenazó Megan desde la esquina.

— Creo que no estás en posición para andarte con amenazas. —respondió Greta.

Roma se despertó y Greta se arrodilló junto a él.

— Hayley y Megan se han sometido al hechizo. Hope y Henrik van a hacerlo también. —informo con rapidez.— Luego podrán irse, ¿verdad?

— Cariño, ojalá pudieran.

Roman la miró, y Megan pudo ver la desesperación y estupefacción que irradiaban sus ojos después de que su madre destrozara su fantasía en la que había creído desde que lo involucró en el plan.

Puede que fuera un gran factor para el plan, pero seguía siendo un niño que se había dejado llevar por las palabras de su madre, y era entendible. Porque si Megan le dijera algo a sus hijos, ellos la creerían antes que al resto, porque era su madre.

Roman se levantó con rapidez del suelo mirando a su madre.

— Pero dijiste que si inhabilitaban su lado licántropo... —argumento Roman.

— Klaus Mikaelson lo hizo y encontró un modo de recuperarlo. Siempre hay lagunas. —destacó Greta.— No podemos arriesgarnos a que haya más híbridos.

El vampiro apartó la mirada, enfocándola en el suelo, donde encontró a Hope y Henrik en el suelo.

— ¿Qué demonios les has hecho? —dijo mientras se arrodillaba.— Eh, Hope.

Megan llevó su mano al sol, dejándola quemarse, ignorando el dolor, hasta que Hayley la apartó abruptamente, mirándola con el ceño fruncido.

— Así no sufrirán. —alegó Greta como excusa.

— No entiendo qué está pasando. —expresó Roman.

Greta lo tomó de los hombros, suspirando.

— Si queremos paz, no podemos permitir que exista un depredador alfa.

La vampira se alejó de su hijo mientras Megan y Hayley se ayudaban mutuamente a ponerse en pie.

Roman tenía la mirada clavada en ellas cuando su madre le paso una estaca.

— En el fondo sabes que esto es lo correcto. — murmuró su madre. Roman tomó la estaca, indeciso.— Demuéstrame que lo crees.

Megan giró la cabeza al escuchar golpes provenientes de fuera, sintiendo en su pecho un peso menos. Tenía que ser Klaus.

— Roman, no tienes que hacer esto. —habló Hayley antes de señalar a los niños.— Ellos no son hombres lobo ni híbridos. Henrik es un niño y Hope es tu amiga. Y te preocupas por ella. Se que te importa.

Roman pasó la mirada de Hayley a Megan, luego a Hope y finalmente a Greta.

— Por favor, mamá, no me obligues a hacerlo. —pidió.— Por favor, no me...

— ¡Dame eso! —Greta le arrebató la estaca alzándola para herir a Hope.

Megan no se lo pensó antes de arremeter contra Greta, acorralándola contra una pared. Sin embargo, estaba claro quién tenía más fuerza de las dos, porque en cuanto se soltó del agarre, comenzó a propinarle golpes a Megan.

Hayley corrió en su ayuda, recibiendo lo mismo que Megan, al fin y al cabo, eran vampiras que no habían consumido sangre en una semana. Roman, por su parte, intentaba despertar a Hope y Henrik desesperadamente.

Megan gritó cuando Greta la empotró contra una pared, ejerciendo fuerza en su cuello, dejándola sin aire mientras la alzaba. Hayley no se movía, estaba en el suelo.

Apenas podía respirar. Sentía hormigueo en los dedos de las manos y una presión indestructible en el pecho. Y entonces entró.

— Klaus. —balbuceo Megan a duras penas.

Klaus fue a por ella, pero Elijah entró enseguida y le clavó una estaca en el pecho a Klaus por la espalda.

— Elijah. —Hayley jadeo desde el suelo, intentando levantarse.

Elijah la miró mientras movía la estaca dentro de Klaus, haciendo que gritara y que Hayley se estremeciese.

Mientras Elijah comprobaba a Roman, Hayley se levantó tambaleándose, con una mirada que desprende determinación y tristeza a la vez, pero Megan no la veía. Greta ejercio más fuerza, haciéndola gritar, pero eso no fue nada comparado a como grito cuando la vampira insertó una mano en su pecho.

Ignoro el dolor y miró a su alrededor. Hayley la observaba atónita incapaz de moverse, Elijah ni siquiera la miraba, pero Klaus sí.

El siempre la había mirado.

Pero no quería que la viese morir.

Megan sabía lo que debía hacer. Cerró los ojos, dispuesta a apagar su humanidad, pero en cuanto menos se lo esperó, su cuerpo cayó al suelo en un golpe seco.

Y arrodillada en el suelo, jadeante, lo vio. Vio como Hayley tomaba su lugar, como cerro sus ojos mientras lagrimas caían de ellos, y apagó su humanidad. Cogio toda la fuerza que pudo reunir, le arrancó el dedo a Greta y salieron disparadas hacia el exterior.

Hacia el sol.

Megan se levantó rápidamente yendo hacia allí, pero unos brazos la rodearon, impidiéndole hacerlo, dejándola ver como su hermana moría quemada.

La castaña no supo cuando empezó a llorar y a gimotear, pero esos brazos no la soltaron. Klaus no la soltó.

Había pedido una parte de ella ese día.

Había perdido a su lado hombre lobo, pero eso no le importaba. No le importaba en absoluto.

Había perdido a su melliza.

Había perdido a su otra mitad.

Hayley murió, llevándose con ella una parte de Megan que nunca podría recuperar.















Eirene's note:

Hoy no hay memes, estamos de luto.

Es el capitulo mas largo que he escrito hasta la fecha, dios mio, mas de 3600 palabras.

En un principio iba a morir Megan, pero despues de un año escrribiendola decidi que no.

Es mi primera bebe con existo, me daba penita matarla, prefiero hacerla sufrir. Se le murió la hija (davina), el marido y ahora la hermana. ¿Quién es el próximo? ¿Klaus? ¿Elijah? Quien sabe.

henrik "narrando" al principio>>>> Me recuerda a meg en el primer acto *llora*

En fin, hasta la proxima!!!

Recordar votar y comentar!!!




EIRENEEVANSS - 21/08/2024

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