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65 | fights and kisses




Megan se encontraba en el porche de su casa, con ella estaban todos los Mikaelson.

— Pensé que éramos amigos. —se quejó Kol a su lado.— Pero hasta Elijah se ha enterado antes que yo.

La castaña frunció el ceño mientras Elijah reía ligeramente.

— ¿De qué demonios me estas hablando?

— De que me he tenido que enterar por el bastardo de mi hermano que tenéis un hijo en común. —dramatizo.

— ¿Y eso te molesta porque...?

— Porque somos un dúo dinámico. —bufó.— Yo nunca te haría algo así. —lloriqueo falsamente.

— Tú no puedes tener hijos. —acotó ella.

— Es un caso hipotético, cuñada. —rodó los ojos.— El caso es que yo te lo contaría la primera.

Meg rio al ver a Kol cruzarse de brazos.

— Dios, si tu eres así con mas de mil años no se que me espera con el niño de 4 años que está dentro de esa casa. —suspiró Megan.

— Te esperan horas de risa, si es que sale a mi. —sonrió Kol.

— Horas de lamentos, querrás decir. —contradijo Rebekah.

— ¡Bekah! —se quejó el menor de su hermana.

Justo como su sobrino, pensó Megan.

El silencio los envolvió durante un rato. Los Mikaelson se miraban entre ellos, pero sobre todo a la puerta, esperando ver a alguno de sus tres sobrinos. Las voces de sus hijos llamándola hizo que Meg entrara de nuevo en la casa.

Saludo con un beso a Hope, quien hablaba en el comedor con Hayley. La niña parecía levemente nerviosa e inquieta.

— Están en la habitación de Dina. —le informo la hibrida.

La castaña caminó con el ceño fruncido hacia aquella habitación, que de pronto se había quedado en silencio. Meg sonrió al ver a su hijo en la alfombra de la habitación, junto a él, de pie, estaba Hayden, quien lo miraba con la cabeza ladeada.

Megan realmente no sabía de dónde había venido la obsesión de su hijo de dormir en alfombras, incluso le gustaban más que las camas. Pero no lo pensó durante mucho tiempo, era solo un niño.

— ¡Mami! —exclamó Hayden al verla.

Henrik levantó la cabeza al tiempo que esbozaba una sonrisa.

La castaña no supo si reír o llorar. ¿Era normal que su hijo tuviera la cara pintada con pintura mientras que su hija tenía las manos llenas de ella? Megan esperaba que si.

— ¿Dina, que...? —preguntó a medias Megan, pero su hija no la miraba, Hayden observaba la mariposa que había en su ventana, fascinada.

La madre suspiró, a velocidad vampírica fue a por toallitas al baño y volvió a la habitación. Meg se acercó a su hijo tratando de no pisar los dibujos de Hayden, que eran un símbolo raro que Meg ya había visto anteriormente en otros dibujos. Podría decirse que Hayden solo dibujaba eso actualmente.

Megan se agacho frente a su hijo cuando este ya estaba de pie, y con suavidad limpio su cara.

— ¿Os ha vestido y peinado la tía Haly? —preguntó Meg dado que ambos de sus hijos estaban ya listos para salir a conocer a su familia.

— Si, pero mi ropa la he elegido yo. —se enorgullece la niña.

Eso explicaba por qué la ropa de vestir de Hayden se basaba en un vestido de princesa junto a su corona, mientras que la de Hernik era relativamente normal.

Tras limpiarle las manos también a Hayden, Meg se posicionó delante de sus hijos, aun agachada.

— ¿Estáis listos para conocer a la familia?

Realmente a Henrik le importaba muy poco, no lo acaba de entender, mientras que Hayden era otro tema. La pelinegra no era tonta, sabía que Klaus Mikaelson no era su padre como era el de Hope y Henrik.

Megan le había contado cientos de veces cómo conoció a Mattia, con quien tenía fotos en la casa. Al igual que Meg había plantado tulipanes cerca de la casa, ahí es donde iba para hablar con su el.

Lo que descubrió tiempo después era que Hayden también iba, pero al contrario que ella, no hablaba, simplemente se sentaba frente a los tulipanes y los miraba. Solía hacer eso cuando estaba triste.

— Hope está nerviosa. —comentó la mayor de los hermanos.

— ¿Y tú? —Hayden se encogió de hombros.

Lo que a Megan le preocupaba era que Hayden se sintiera fuera de lugar, a pesar de que también fuese su familia, y que ellos la quisieran como a una Mikaelson.

Meg tomó las manos de sus hijos y caminaron hablando suavemente hasta llegar a la puerta, la cual estaba abierta y hacía que los tres pudieran ver que Hope ya estaba fuera junto a Hayley.

— Mirad quienes se han despertado. —anunció Hayley.

Al estar bajo el foco de todas esa miradas tanto Hope como Hayden se sintieron intimidadas, mientras que Henrik les sonrío y saludo con la mano antes de girarse hacia Meg.

— ¿Mami, puedo ir a jugar ya? —la castaña asintió ante la pregunta de su hijo.

Los Mikaelson siguieron con la mirada al menor, quien corrió hacia el jardín con su peluche de lobo en la mano. ¿Qué se podía decir?, Henrik era bastante independiente algunas veces.

Los Originales volvieron a mirar a la niñas, Hayden se soltó del agarre de su madre y le dio la mano a Hope.

Klaus dio un par de pasos hacia ellas.

— Hola. —lo saludaron a la vez.

— Hola. —murmuró Klaus.

Hayden se giró hacia su madre.

— Driki nos necesita. —informó mirando de reojo a su prima, quien asintió mirando donde se suponía que debía estar Henrik.

Megan giró la cabeza para mirar a su hijo. La castaña cerró los ojos pasándose la mano por la cara, y volvió a abrirlos. Sin embargo, su hijo seguía ahí, girando sobre sí mismo sobre el césped, llenándose de tierra.

— Voy a dimitir como madre. —murmuró por lo bajo.

Junto a una risita las niñas bajaron por las escaleras del porche y caminaron a paso rápido hacia su hermano.

Por otro lado, Klaus se giró hacia las mellizas, expectante.

. . .

Los habían dejado solos, a Meg y Klaus. Hayley sabía que Klaus sería más delicado con Megan, por razones que todos sabían, por lo que, con la excusa de enseñarles, por fin, la casa al resto de los Mikaelson, los habían dejado solos.

— ¿Qué barbaridades le habéis contado?

— Saben que eres un híbrido, como yo y Hayley. Oh, y también que eres muy mayor. —Meg sonrió acercándose a el.— Tienen siete, cinco y cuatro años, Klaus, los detalles morbosos pueden esperar.

— Alguien les habrá hablado mal de mí. —volvió con la paranoia.— Puede que el fastidio de Jackson...

— Para. —ordenó.— Hayley y yo nos hemos pasado cinco años protegiéndolos de todo, incluso de las historias de terror que se rumorean de ti. No conocen tu historia. Pero si saben qué proteges a tu familia, pase lo que pase.

— Aun así me tienen miedo.

— ¿Miedo? Creo que deberías tener tu miedo de ellos. —la castaña rió.— Henrik, como ya has visto, pasa de todo. Es un niño feliz. Hope es una niña sensible. Y tú no estás precisamente calmado y receptivo ahora mismo.

— ¿Y Dinita?

La castaña frunció el ceño sin entender la pregunta.

— ¿Qué?

— No me has dicho como es.

Meg sonrió mirándola de lejos pintar junto a Hope y Henrik.

— Hayden es tímida con gente que no conoce. Ella y Hope son como dos mocos inseparables. —musitó.— Eres el príncipe de las historias de Hope, Klaus. Y ahora eres real. Tienes mucho qué hacer.

Klaus no pasó por alto que solo hablaba de uno de sus tres hijos, pero decidió quedarse callado.

— Te quieren, aunque no te conozcan lo hacen. —confesó bajando la voz.— Nunca seríamos capaces de decir algo que los ponga en tu contra, Klaus.

La pareja se quedó en silencio, mirando desde el porche a los tres niños a lo lejos. Tanto Hope como Hayden pintaban mientras hablaban de las estrellas, mientras Henrik también pintaba, pero él lo hacía con las manos, ensuciándose en el proceso.

— Acércate. —le recomendó Meg.— No van a rechazarte, ¿sabes? —hizo que la mirara.— El truco es que si le agradas a uno, le agradas a los tres. Son como una piña, la decisión es conjunta. Aunque Henrik, ahí donde lo ves, es bastante juzgón. —la miró en silencio.— Vamos, ve.

— ¿No vienes conmigo?

Megan le sonrió, tranquilizándolo.

— Han sido 5 largos años, Klaus. Tienes que recuperar el tiempo perdido con ellos. Yo puedo esperar.

Klaus se mostró levemente inseguro durante unos instantes, pero finalmente se decidió y dejó un rápido beso en la mejilla de Megan antes de encaminarse hacia donde se encontraba su descendencia.

Megan reprimió un suspiro mientras sonreía entrando en la casa.

. . .

Megan volvía a estar en el porche, aunque se había pasado por el granero para ver a Keelin, siendo interceptada por Freya.

Meg esta vez estaba en el porche trasero, caminó hasta ponerse junto a Elijah. Estaban en silencio, cada uno en sus propios pensamientos.

— Déjame adivinar. Quieres que todo el mundo desaparezca.

— Desde que soy madre de dos niños quiero que todo el mundo desaparezca. —bromeó.— Pero no todos. Tú puedes quedarte. Junto a Hayley. Klaus y yo podemos venir los fines de semana.

Megan finalmente se puso seria.

— Estos 5 años no han pasado en vano. —suspiró.— Hayley y yo hemos traicionado y matado a gente para cubrir nuestro rastro y mantener a los niños a salvo. —lo miro.— He sido cruel con muchas personas, Elijah.

— Eres una Mikaelson. —apartó la mirada.— Has hecho lo que debías.

— Lo sé, y no me arrepiento. —confesó sin vergüenza.— Pero hay una de los míos en el granero, triste y asustada... y no se merece estar ahí. Hemos sufrido, y estamos haciendo sufrir a otros para no volver a sufrir nosotros. Lo odio, y odio estar en esta situación.

— Libérala. —opinó Elijah.

Meg lo miró negando.

— Si Marcel te encuentra, o a Kol...

— No puedes seguir así, Meg. —tomó su mano.— Tu vida es más que ser la salvación de los Mikaelson. Hazme caso. O te perderás a ti misma.

Meg acarició con su pulgar la mano de Elijah.

— No se lo digas a nadie, pero eres mi Mikaelson favorito.

. . .

Meg entró en el granero y caminó con rapidez hacia Keelin. le quitó la mascara que succionaba su veneno y rompió las cuerdas que la sujetaban.

— Puedes irte.

Keelin se levantó del suelo y pasó por su lado yendo hacia la puerta. Meg la sujetó del brazo, impidiendo que siguiera caminando.

— Unas palabritas de despedida. Te perseguirán mientras vivas. No puedes volver a tu antigua vida. Debes desaparecer... a no ser que quieras morir. —la híbrida escuchó ruidos fuera del granero.— Viene alguien. Vete.

Segundos después de que Keelin se fuera por una ventana trasera, Freya entró a paso decidido.

— ¿Dónde está?

La castaña suspiro mientras Freya registraba el lugar.

— Tenía que hacerlo, Freya.

— ¿Hacer el que? ¿Condenar a muerte a mi familia? —paso por su lado.— Voy a por ella.

Megan la detuvo acorralándola contra una pared.

— No. —negó.

— Apártate.

Freya apartó a Megan con magia, mandándola al otro lado del granero. La castaña se levantó jadeando.

— Apártate de mi camino. —le ordenó cuando se interpuso.

— Freya, espera. —pidió.— Nos sobra veneno para hacer la cura. No necesitamos más. —le recordó.— Vámonos, evitemos a Marcel...

— Marcel podría estar repartiendo su veneno a cualquiera. Es imposible evitar una amenaza así.

— Keelin no debería sufrir por eso.

Freya rio irónicamente.

— ¿Ahora eres el juez del bien y el mal?

— He cometido muchos errores, Freya. Pero las cosas han cambiado. Tenemos a tres niños ahí fuera a los que tenemos que cuidar y proteger. Si tenemos a alguien preso en el granero, harán preguntas.

— Pues diles que el mundo es un sitio malo y que a veces debemos hacer cosas malas para sobrevivir. Cuanto antes lo aprendan más seguros están.

— Mantenerse a salvo no es responsabilidad de ellos, es cosa mía. Nuestra. —corrigió hastiada.— E incluye proteger su inocencia.

— Son Mikaelson. Pueden vivir sin su inocencia. Pero no pueden vivir sin su familia. Ellos son Mikaelson y tú eres...

— Basta. —ordenó Elijah haciendo acto de presencia.— No digas nada de lo que puedas arrepentirte.

— Gracias, hermano. —murmuró irónicamente la bruja caminando.— Ahora, si me disculpais, tengo que cazar una loba.

Elijah le interrumpió el paso.

— Vas a dejar que se vaya.

Freya sintió a regañadientes.

— Está bien.

. . .

Megan observaba desde el marco de la puerta de la habitación de Hayden como Klaus estaba sentado a los pies de esta mientras que los tres niños estaban embutidos bajo las sábanas.

Klaus relataba, a petición de los niños, una historia protagonizada por una loba muy bonita y tozuda y un rey bastante cabezota, pero que incluso siendo tercos, acababan enamorándose el uno del otro y tenían su final feliz.

La híbrida se quedó parada en la puerta durante todo el cuento, con una estúpida sonrisa boba plantada en su cara, y que sabía que pronto no se iría.

Para cuando Klaus acabó de hablar, los tres dormían profundamente, aplastados unos contra otros. Meg sabiendo como era su hijo, se acercó a la cama y lo sacó de ella, caminando rumbo a la habitación de su hijo, porque sino amanecería en el suelo.

En cuanto lo arropo y le dio un beso de buenas noches, Megan se encaminó hacia el comedor, donde suponía que estaría Klaus. La castaña admiro a su alrededor. El comedor estaba decorado con un par de velas, y en la mesa residía un vino junto a dos copas.

— ¿Esperas a alguien, Niklaus? —cuestiono la hibrida.

El nombrado rio levemente acercándose.

— ¿Te gusta?

— Es precioso. —aseguró.— Pero se que le has robado la idea a Elijah porque le he ayudado a preparar lo mismo para Hayley en el jardín.

Klaus alzó las manos inocentemente.

— Pero igualmente, gracias por esto. —señaló a su alrededor.— Así que, loba terca y rey cabezota, ¿no? —camino hacia el y se detuvo a centímetros.

Klaus pasó un mechón de pelo de Megan tras su oreja.

— No puedes negar que no es acertado.

— No lo he negado, pero ¿rey?, no, yo lo cambiaría por algo mejor.

— Sorpréndeme.

— Queda mejor perro cabezota.

Klaus río apartando la mirada, pero Megan puso sus manos en el cuello de él. Inconscientemente él las piso en la cintura de ella.

— ¿Tras cinco años en serio vas a esperar más para besarme? ¿Así de cabezota eres? —se burló Meg.

Klaus se inclinó hacia ella hasta que sus labios rozaron, fundiéndose en un deseado pero tierno beso.

. . .

Klaus y Megan se encontraban acurrucados en el sofá mirando álbumes de fotos. Con cada foto que veían, Megan se tomaba el tiempo de explicarle a Klaus la situación, o simplemente le contaba cosas de sus hijos.

Habían dejado de ver los dibujos porque se resumía en un símbolo extraño, el cual Meg le dijo a Klaus que era lo que últimamente Hayden dibujaba, y que Hope la copiaba, porque eran niñas y se copiaban mutuamente.

Klaus alzó las cejas al ver una foto donde Meg estaba en el hospital con un bebe muy pequeño y bastante rubio en brazos.

— 7 de mayo del 2015. Evidentemente fue cuando nació el parásito. —murmuró sonriendo nostálgicamente. Paso la pagina, mostrando una foto similar, pero en ella también salía una Hope de 3 años, una Hayden de 1 y Hayley.— Nos costó muchísimo hacer esa foto. Hayden pensaba que el bebe era uno de sus muñecos y lo quería coger todo el rato, no paraba quieta.

Klaus quiso hablar pero una voz se lo impidió.

— ¿Mami? —Hayden entró al comedor frotando los ojos.

Megan se levantó con rapidez y fue hasta ella antes de agacharse para estar a su altura. Klaus imitó su acción.

— Creo que algo no va bien. —susurró.— He soñado con un hombre malo. Estaba haciendo daño a unos niños, y creo que nos ha hecho daño.

— ¿A quién? —preguntó Klaus.

La respuesta llegó inmediatamente. Hope llegó a la sala como antes Hayden lo había hecho, pero lo que los alertó fue el llanto desconsolado de Henrik.

Megan corrió hacia la habitación de su hijo, y en cuanto lo vio lo inspeccionó, aterrada de que tuviera algún daño físico. Cuando se cercioro que estuviera bien lo cogió en sus brazos y volvió al comedor.

Henrik seguía sollozando, aferrado al cuello de Megan.

— Estoy mareada. —dijo Hope.

— Me duele la cabeza. —hablo Hayden.

El menor de los Mikaelson lloro con más fuerza mientras sus padres entraban en pánico.

— ¡Hayley!

La nombrada salió de la habitación con una camisa blanca puesta.

— Mami, tengo mucho frio. —murmuró Hayden.

— Yo también.

— Henrik está tiritando. —avisó Megan a los adultos.

Megan le pasó a Henrik a Klaus y ella se arrodilló frente a su hija, Hayley estaba en su misma posición.

La nariz de las niñas comenzó a sangrar levemente.

La menor de las Marshall atrajo a su hija a sus brazos, rogando en silencio que solo fuera un mero susto, que no fuera un problema encaminándose hacia ellos.

. . .

Los tres adultos se habían sentado en el sofá, mientras que en cada regazo residía uno de los niños. Hope estaba acurrucada junto a Hayley, el pelo de Hayden era acariciado por Megan, y Klaus le sobaba la espalda a su hijo, quien ya había dejado de llorar y se estaba quedando dormido escuchando los latidos de su corazón.

— Nunca han estado enfermos. —informó Hayley a Freya, quien había examinado a los pequeños.

— Es una dolencia mágica. Parece estar... No lo sé, es difícil de explicar. —murmuro.— Casi... frío.

Los adultos se miraron entre ellos. Antes de que Megan frunciera el ceño, notando algo extraño en su pantalón. La castaña miro a Klaus tras sacar un papel de su bolsillo.

— Es de Vincent Griffith. Sabe lo que le pasa a los niños. Puede curarlos. —anuncio.— Pero debemos volver a Nueva Orleans.

. . .

— No hace falta que vengas. —le dijo Klaus a Elijah.

— Has pasado media década como prisionero de Marcel. Déjame llevar a los niños. —pidió Elijah.

— Hayley y Megan están mal. Quédate con ellas.

— Si es una trampa, si Marcel pretende matarnos, los niños necesitan un padre.

— Iremos todos. —anunció Hayley entrando junto a Megan.— Ellos nos necesitan a nosotras, y nosotras os necesitamos a vosotros.

— Somos una familia, nos mantendremos unidos. —hablo Megan.























Eirene's note:

Tras dos semanas puedo actualizarrr!!

Opiniones? Parte fav?

Los problemas vuelven a aparecer en la familia Mikaelson

En fin, amo a Henrik, es mi animal espiritual

Aun que amo a Dinita sobre todo y todos, es mi personaje favorito y espero poder darle protagonismo en el próximo acto, ya que va a ser tremenda

Bueno, adioooooo hasta el priximo caaaapppp

Besos en los pieeessss

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