63 | reunions
Megan admiraba a Hope apoyada en el marco de la puerta de la habitación de la pelirroja. Como normalmente, a su lado Hayden dibujaba, o intentaba dibujar, lo que su prima pintaba.
Aunque ese día parecía ser diferente, Hope imitaba a Hayden, quien dibujaba una especie de círculo extraño. Megan no iba a opinar, y si lo hacía, prefería pensar que era arte abstracto.
— ¿Dónde está el parásito? —la híbrida frunció el ceño.
La última vez que Meg había visto a su hijo este se encontraba durmiendo a gusto en la alfombra de la habitación de Hope.
— La tía Haly lo llevó a su habitación. —respondió Hayden sin mucho interés.
El ruido de las llantas de un coche cerca de la casa llamó la atención de las tres chicas. Las niñas levantaron la cabeza a la par.
— ¿Son ellos? —preguntó Hope.
— Voy a comprobarlo. —sonrió Megan.— Quedaos aquí.
La castaña se encaminó a paso rápido fuera de la casa. Desde el porche observó una camioneta gris estacionarse frente a su casa.
Megan camino hacia la anciana, quien bajaba del coche junto a Jackson. Ambos le sonrieron con cariño al verla.
— Vaya. ¡Qué guapa estás! —dijo Jackson al tenerla lo suficientemente cerca.
Meg río sonriendo. La castaña se abalanzó a abrazarlo.
— ¿Estás segura de que no os han seguido? —cuestionó al separarse.
— Llevo evitando líos desde antes de que nacieras. —Mary rodó los ojos.— ¿Dónde están los niños?
La castaña suspiro.
— ¿Lo habéis encontrado? —la anciana dejó de sonreír.— Mary, por favor. Después de tanto tiempo Hayley y yo estamos apunto de recuperarles. Tenemos la cura para el veneno de Freya, una bruja para extraer el hechizo de Rebekah...
— ¿De verdad lo vas a hacer? ¿Los vas a despertar? —pregunto incrédula.— ¿Te has planteado que quizá los niños estén mejor sin ellos?
— Hicimos una promesa.
— ¿A quién? ¿A Elijah? ¿A Klaus?
Megan observó a Jackson, quien se mantenía al margen de la conversación.
— A Hope, Hayden y Henrik. —respondió cortante.— Les prometimos un hogar donde estarían seguros y protegidos por la gente que los quiere. —suspiro.— Mary, Hope y Henrik son Mikaelson. Han heredado todos sus enemigos y un poder que ni yo ni Hayley entendemos. —confesó.— Necesitan a alguien que los ayude a controlarlo. No podemos hacerlo solas.
— Me dijiste que para despertar a los Mikaelson necesitabas encontrar las siete manadas de lobos. Habéis encontrado seis. La última, los Malraux, creía que habían sido asesinados. —Jack sacó un papel de su bolsillo.— Según esto, puede que quede uno. —fue a tomar el papel pero Mary la detuvo.
— Megan, has buscado durante cinco años y no has encontrado nada. Y de repente, nos enteramos de una pista. ¿Y si alguien más la ha encontrado también?¿Y si es una trampa?
Megan tomó el papel y le hizo una seña a Mary y Jackson para que la siguieran.
. . .
Hayley cerró la parte trasera del camión de mudanzas y se posicionó junto a Megan, quien era abrazada por las piernas por sus hijos.
— ¿En serio tienes que irte? ¿No puede ir solo la tía Haly? —preguntó la niña pelinegra.
— ¿Tú dejarías a Hope y Henrik solos en una aventura? —Hayden negó.— Pues yo tampoco a la tía Haly. —se arrodilló para estar a la altura de sus hijos.— Pero no os preocupéis, volveré muy pronto. Estoy segura que ni lo notareis. —le pellizcó la mejilla a cada uno. Hayden se apartó mientras que Henrik estalló en carcajadas.
— Mami, no te vayas. —murmuró Henrik aferrado a ella.
Hayden lo miro de reojo con el ceño fruncido ante abrazar a Meg justo como su hermano menor hacia.
— Te prometo que será rápido. Además, no volveré sola. —acarició la espalda de ambos.— Os llamaré todas las noches antes de dormir. —se separaron.— Mientras no esté, hacedle caso a la abuela Mary y al tío Jack. Y por favor, Dinita, no tires del pelo a tu hermano. —la pelinegra sonrió inocentemente.
— Lo intentaré. —suspiro resignada.
— Y tu, mi parásito favorito, no le robes comida del plato a tu hermana. —Henrik miró falsamente interesado a su alrededor, lo que hizo sonreír a Meg.
A pesar de su sonrisa, Meg no estaba feliz. No se había separado más que un par de horas de ellos, por lo que dejarlos días era duro. Sin embargo, la reconfortaba saber que iba a volver con gente que los quería.
Tras abrazarlos una vez más caminó hacia su sobrina y la abrazó con fuerza, al igual que hacía Hayley con los suyos. Las castañas se alejaron con Jack siguiéndolas.
— No bajéis la guardia, y no os detengáis. —hablo el híbrido.— Si intuís problemas, huid. Los Mikaeson ya han vivido de sobra. Vosotras tenéis que seguir viviendo, los niños...
— Todo lo que hacemos es por ellos. —hablo Hayley.
— No te preocupes, Jack. No nos pasará nada. —sentenció la menor antes de subirse al camión.
. . .
— Deja de mirar, pareces una acosadora. —murmuró Megan a su hermana.
Estaban en un bar de Austin, Texas, y Hayley tenía su mirada fija en la última descendiente de la manada Malraux.
La realidad era que ambas estaban desquiciadas y cansadas. Habían sido 5 años de exhaustiva búsqueda de cientos de cosas para curar a los Mikaelson, sin hablar de tener que criar a tres personitas solo con el apoyo de la otra.
— Voy a por otra ronda. —dijo la loba de la manada que buscaban.— Ahora vengo, comportaos. —bromeó con sus amigas.
Esa era la oportunidad que necesitaban las mellizas para intervenir con ella. Sin emitir palabra las híbridas caminaron hacia la barra y cada una se posicionó a un lado de la morena, desinteresadamente.
— Parece que os estáis divirtiendo. ¿Qué celebráis? —le preguntó casualmente Hayley.
La morena la miró de arriba a abajo.
— Acabo de terminar mi residencia, lo que me convierte en doctora de urgencias. —respondió.
Meg le pidió una cerveza al camarero, quien se la trajo enseguida.
— Felicidades.
— Gracias.
— ¿Te ayuda a sobrellevar la culpa de ser lo que eres? —habló Megan llamando la atención de Keelin, quien ya no sonreía.
— ¿Qué has dicho?
— Me has escuchado perfectamente. —dijo en tono bajo.
— Keelin tienes que escucharnos. —secundo Hayley.
— ¿Cómo sabéis mi nombre?
— Nos lo dijo un amigo. —Meg bebió.— Dijo que el apellido de tu abuela era Malraux.
La loba pasó por el lado de la menor, quien la cogió del antebrazo y volvió a llevarla donde antes estaba.
— Será mejor que me sueltes. —murmuro entre dientes con los ojos amarillos.
— Ojalá pudiera. —susurro de vuelta Meg poniendo sus ojos amarillos.
La morena soltó un jadeo al darse cuenta que tanto ella como Hayley eran lobas.
— Necesitamos un favor. Cinco minutos, fuera. Te lo explicaremos. —intervino Hayley.
. . .
Las tres mujeres salieron por la muestra trasera del bar, la cual daba a un callejón lleno de aparatos y basura. De pronto, un codo se incrustó en la cara de las mellizas, Keelin las había atacado y estaba escapando.
Se levantaron del suelo con tranquilidad, sabían que Keelin no llegaría muy lejos, y si fuera así, ellas llegarían antes. Las castañas salieron del callejón a velocidad vampírica, incluso les dio tiempo para ver a Keelin saltar del muro, quien abrió los ojos al verlas.
— No lo vuelvas a hacer. —rodó los ojos Hayley.
— No me rendiré sin pelear.
— No hemos venido a matarte. —habló Meg.— Cálmate, ¿de acuerdo? —bufo.— Eres la última de tu manada, lo que te hace especial por razones difíciles de explicar.
— Me dan igual vuestros problemas. —acoto.
— Pues no debería. —Hayley se cruzó de brazos.— Porque hay otros que saben lo importante que eres.
— Y vendrán a por ti. —añadió la menor.
— Tengo una vida, una carrera, amistades. Si intentan arrebatármelo, tendrán que matarme.
Meg ladeo la cabeza escuchando una conversación no muy lejos de ellas. Buscaban a Keelin. Las mellizas compartieron una mirada.
— Lo siento. No tenemos tiempo para esto. —suspiro la mayor antes de estampar la cabeza de la morena contra el muro, dejándola inconsciente.
. . .
Un bonito y oscuro almacén es donde las mellizas se encontraban en compañía de 4 ataúdes y Keelin, quien estaba atada en una silla y no paraba de moverse.
— Relájate. No somos tus enemigas. —habló Meg de espaldas a ella.— Si te hubiéramos dejado ahí ya estarías muerta. Un gracias no estaría mal, sabes.
— Me dejaste inconsciente.
Megan se giró hacia ella, ofendida.
— ¡Yo no fui! —se cruzó de brazos.— De todas maneras, quisimos contártelo sin recurrir a la violencia, tú fuiste la primera en atacar. Nosotras te hemos puesto a salvo. —le dio la espalda volviendo a su acción anterior, mirar los ingredientes que tenían para despertar a la familia.
— A ver si lo adivino. ¿Huimos de vampiros? —hablo con rapidez.— Tu y la otra apestáis como ellos.
— Somos especiales. Somos híbridas, mitad vampiro, mitad hombre lobo.
— ¿Cómo sé que no trajisteis a esos hombres hacia mi? —cuestiono con desconfianza.
— ¿Eso es lo que te importa? Saben quien eres, y te quieren muerta. La única forma de sobrevivir es hacer exactamente lo que te digamos. —respondió Meg viendo entrar a Hayley, quien se mantuvo a lo lejos junto al ataúd de Elijah.
— Parece que no tengo opción.
Megan cogió la máscara que utilizaban para extraer el veneno de los hombres lobo.
— Oye. No se que perversiones te gustan, pero conmigo no cuentes.
Meg río.
— Esta máscara es un aparato para extraer tu veneno. Y antes de que preguntes, si, te va a doler.
— ¿Por qué hacéis esto?
Meg camino hacia el ataúd de Freya y lo abrió.
— Intentamos salvar a nuestra familia. —suspiró.— Keelin, esa gente está muriendo. Solo se mantienen con vida con un hechizo de sueño. Y la única que puede curarlos es ella. —señaló a Freya.— Es bruja, y nos dejó instrucciones para despertarla antes. Lo único que nos falta, es tu veneno. —confeso.— Cuando esté recuperada, puedo darle los ingredientes que tenemos y, con suerte que normalmente no tenemos, nadie tendrá que morir.
La morena no habló en segundos.
— O sea. Si te doy lo que quieres, ¿me soltaras?
La castaña asintió.
— Te lo prometo.
. . .
Megan observó en silencio el vial de veneno de Keelin.
— Ya tienes mi veneno. ¿Cuándo podré irme?
— En cuanto sepamos que funciona. —respondió Hayley.
— ¿Y cuándo será eso?
— Dios, eres más preguntona que mi hijo de 4 años. —soplo Meg.— Lo sabrás cuando lo veas.
— ¿Hay que despertar a la bella durmiente? ¿Cómo lo vas a hacer?
— Mi hermana tenía razón, haces muchas preguntas. —Hayley le dio la razón.
Megan, con una jeringuilla, absorbió los siete venenos y caminó hacia el ataúd de Freya. Tras mirar de reojo a su hermana, clavó la jeringa justo en el corazón de Freya y vertió los venenos en él.
Instantáneamente la rubia abrió los ojos, y cuando Meg sacó la jeringa, se incorporó, jadeando. Megan sonrió a lo grande, abalanzándose hacia la bruja para abrazarla. En cuanto se separaron Hayley la abrazó también.
— ¿Estás bien? —le pregunto la menor.
— ¿Tenéis los ingredientes? —pregunto ignorando la pregunta anterior.
Las mellizas asintieron a la vez, y señalaron con la cabeza la mesa a unos metros de ellas, donde yacía todo lo necesario.
— Bien. Tengo que empezar. —hablo con rapidez bajando del ataúd.— Si no puedo convertirlo en una cura, Elijah y Kol morirán.
. . .
— ¿Cuánto tiempo nos queda? —cuestiono Megan viendo a Freya en el centro de un círculo de velas dibujando unas líneas.
— Una hora quizá. Si es que viven tanto.
Meg le pasó los ingredientes a la rubia.
— ¿Tienes todo lo que hace falta?
Freya comenzó a colocar los objetos frente a las velas.
— Veneno de las siete manadas junto a la sangre de Klaus. Alimentado por mi magia y magnificado con los Objetos Oscuros. Va a requerir toda mi fuerza y más que un poco de suerte, pero debería bastar para una cura para mis hermanos.
— ¿Debería? ¿Cómo que "debería"? —cuestionó la melliza mayor.
Las dos híbridas giraron la cabeza al unísono. Tres camionetas acababan de entrar al almacén.
— Tenemos compañía. —murmuró Meg.
— Megan, deja que me vaya. Si son vampiros, me mataran. —suplico Keelin.
— Deben de haberla seguido a ella. —dijo Freya.— Necesito más tiempo.
Las híbridas se miraron antes de irse a velocidad vampírica donde se encontraban los coches. Megan miró a su alrededor, parecía no haber nadie, pero los coches indicaban todo lo contrario.
El olor a personas hizo que las chicas se giraran, se encontraron con bastantes personas, las cuales llevaban bates o otras cosas.
— Nos ha llevado mucho tiempo, pero finalmente os hemos atrapado. —anunció el que parecía ser el líder.
— O quizá nosotras hemos dejado de huir. —respondió Hayley.
La menor sonrió.
— Esto va a ser divertido.
. . .
Megan mordía y destrozaba personas en su forma de loba. La verdad era que le gustaba el poder cambiar a su voluntad, lo había estado haciendo frecuentemente durante los últimos 5 años, le daba paz y libertad.
La castaña se transformó al pensar que no había más gente viva a su alrededor, sin embargo, se equivocó. Un par de hombres la tenían rodeada.
— ¿Queréis más? ¡Vamos, acercaos! —les gritó.
La castaña se giró cuando uno de los hombres se estrelló contra uno de los coches. Se volvió a girar cuando otro desapareció. La castaña miró a su alrededor, todos yacían muertos a sus pies.
— No creo que a Nik le haga mucha gracia que te este viendo desnuda. —dijo una voz a sus espaldas poniendo una chaqueta en sus hombros.
La híbrida se dio la vuelta, quedando cara a cara con Kol, quien le sonreía. Megan lo abrazó sin importarle estar desnuda y llena de sangre. Le dio igual todo, porque estaba bien. Ambos estaban bien.
— Por el amor de dios, Kol, quítale las manos de encima. —habló una voz femenina cerca.— Nik te cortara las manos cuando se entere.
De un empujón Rebekah hizo que los castaños se separasen para que ella pudiera abrazar a Megan después de que Kol le ofreciera su chaqueta.
— ¿Dónde está Elijah? —preguntó la hibrida.
— ¿Tan rápido te quieres deshacer de nosotros? —Kol hizo un puchero.
— Fuera. —le respondió la vampira rubia.
Tras darles una sonrisa Megan camino a paso rápido fuera del almacén, donde pudo ver a Elijah frente a una fogata de cuerpos ardiendo. La castaña relajó su paso al estar más cerca de él.
— Me sorprende que no estés con tu amada.
Elijah se dio la vuelta, sonriendo.
— Cinco segundos.
— ¿Qué?
— Eso has tardado en burlarte de mí. Sin embargo, me ofende más que Kol y Rebekah hayan obtenido un abrazo tuyo y yo no.
Megan rió casi corriendo en su encuentro. El abrazo de Elijah la reconfortó mucho más de lo que le gustaría admitir, al igual que el hecho de haberlo echado de menos.
— Ya estamos casi toda la familia. —murmuró ella.— Solo falta uno.
— Vamos a por él. —decidió el de traje.
Eirene's note:
Opiniones?
Yo ya amo al escuadrón triple H (Hope, Henrik y Hayden)
Que bonito reencuentrooooooooo, aun que aun no hemos visto el mas esperado, es decir, Klegannnnnnnnnn
Teorias, cosas que querais ver?
En fin, no tengo nada mas que decir.
Adiossss
EIRENEEVANSS - 11/07/2023
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