Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

51 | good bye, love



Megan frunció el ceño al despertarse en mitad de la noche por unos fuertes ruidos. La híbrida se levantó de la cama y se asomó al balcón, de donde provenía el escándalo.

— Por dios, son las cinco de la mañana, deja de hacer ruido, pulgoso. —le dijo al rubio quien se mantenía de espaldas.— ¿Klaus?

El híbrido se dio la vuelta lentamente, el corazón de Megan dio un vuelco tortuosamente doloroso. Las lágrimas se acumulaban en sus bonitos ojos azules mientras que su camiseta yacía una gran mancha roja. 

Sangre.

Klaus trató de hablar, pero nada salió de su boca, simplemente pequeños sollozos. Solo bastó esto para que Megan saltara de balcón en balcón y se acercara preocupada a el.

— ¿Qué ha pasado? —le pregunto suavemente acogiendo sus manos entre las suyas.— ¿Klaus?

— Anoche nos quedamos hablando, me he despertado esta mañana y estaba lleno de sangre. —relató.

— ¿De quién es la sangre?

Klaus miró la cama como respuesta. Megan ahogó un jadeo al ver a Camille bañada en sangre. En su sangre.

— Todo va a estar bien, Klaus. —le aseguro abrazándolo.— Yo me encargo de ella.

Klaus se posicionó en una esquina de la habitación, observando como Megan se subía a la cama y ponía en su regazo el cuerpo de Cami. La castaña acarició la mejilla de la psicóloga mordiéndose el labio tratando de no llorar.

No había compartido mucho tiempo con Camille, pero la rubia tenía todo su respeto y cariño.

Los ojos de Camille se abrieron de golpe, y se incorporó mirando a Megan, confundida.

. . .

Megan envolvió a Camille en una manta, tratando de reconfortarla le apretó la mano. La castaña se agacho frente a ella.

— ¿Qué ha pasado?

— Aurora. —confesó bajito.— Me obligo antes de que tú llegaras. —sollozó.— He muerto. Estoy muerta.

— Todo va a mejorar, Cami. —aseguro.— Aurora va a pagar por sus actos. Yo misma la haré sufrir por lo que te acaba de hacer. Te lo juro. —prometió mirándola a los ojos.

La rubia se encogió de dolor.

— ¿Qué me está pasando?

— Estás en transición. Necesitas alimentarte de sangre pronto, o volverás a morir. Pero esta vez para siempre. —le explicó.

La puerta de la habitación fue cerrada con fuerza. Megan suspiró.

— Si te sientes con fuerzas ve a darte una ducha, ahora te traigo ropa.

La castaña salió de la habitación con rapidez tratando de igualar su paso al de Klaus. Pero en cuanto más se acercaba más rápido iba el.

Megan sabía que una parte de él quería estar con ella, dejar que lo consolara, por eso no se había ido a velocidad vampírica. Pero la otra parte de Klaus creía que si le dejaba ver a Meg su faceta débil ella haría algo contra el.

— No huyas de mí. —pidió. Klaus se detuvo.— Entiendo si no quieres hablar pero quiero que sepas que estoy aquí para ti. —cogió aire para seguir.— Te quiero, Klaus. Te importas, por eso me preocupo por ti. No quiero que afrontes las cosas solo porque creas que hablar de tus sentimientos te hace débil. Pero no es así. —posó una mano sobre su hombro y lo giró lentamente.

— Aurora le hizo es solo por ser mi amiga. La ha matado por mi culpa.—murmuró.— Imagina... imagina lo que te llegaría a hacer a ti. Si te pasara algo...

— No va a pasarme nada. —lo interrumpió.

— Ya te secuestro una vez. ¡Te hirió! —le recordó.— Si algo te pasara por mi culpa no me lo perdonaría jamás. No voy a arriesgarme a ello. —tomó aire.— Lárgate, Megan. Y no se te ocurra volver, porque si lo haces...

— No voy a ir a ningún lado, Klaus. —se mantuvo firme.— No puedes alejarme solo por miedo a que me pase algo, porque, ¡sorpresa!, ya estoy en el ojo de la tormenta.

— Por una vez en tu vida hazme caso y vete. —pidió.

— Hemos pasado por esto tantas veces que ya conozco todo tu sermón. —cometo.— No voy a dejarte, nunca lo haré. Y por si no te ha quedado claro, yo siempre vuelvo. Da igual lo que haya pasado, las circunstancias o el peligro. Siempre vuelvo aquí. Siempre vuelvo a ti. —declaro.— No soy una muñeca de cristal, Klaus.

— No hagas esto más difícil de lo que ya es, bonita... —rogó.

Megan cerró los ojos ante aquel ruego, su corazón se apretujo en su pecho. Klaus pocas veces rogaba, pero estaba mirándolo a los ojos cuando hablo, vio su dolor, su desesperación y su preocupación por su seguridad. Y solo por eso decidió hacerle caso.

Solo por él.

— Adiós, Klaus. —se despidió.

Y con el corazón en la garganta se dio la vuelta.

. . .

Megan salió de la cabaña del pantano con una caja que contenía las cosas de Mattia en brazos.

— Sigo creyendo que deberíamos coger mi diana. —rechisto Mattia.

— ¿Y el calendario de las chicas enfermeras también? —cuestiono Meg.— Algunas cosas es mejor dejarlas atrás, Matt.

— Si yo dijera eso de tu cámara me ganaría un puñetazo de tu parte.

— Más que eso, una muerte larga y dolorosa. —corrigió ella.— Además, solo es la diana, te he dejado que te lleves el arco y las flechas. —dejó la caja en el coche.— Aunque no tengo muy claro que vas a cazar en el barrio francés.

— Hipsters.

Mattia cayó al suelo repentinamente.

— ¡Mattia! —Megan corrió hacia él.

La castaña se agacho frente a él y observó lo que tenía su marido en el cuello. Otro dardo fue disparado en su dirección, pero Meg lo detuvo a centímetros de su cara.

La híbrida miró en la dirección de la que había venido el dardo, encontrándose con un chico moreno entre los árboles.

— ¡¿Te vas a esconder en el bosque o vas a salir a luchar?! —le gritó acercándose.

Megan gritó cuando alguien le clavó un dardo por detrás.

— Será un placer. —Meg reconoció esa voz. Aya.

Canalizando su propia ira la castaña puso sus ojos de hibrida y se giró de golpe para proporcionarle un golpe a Aya, y después otro. Mattia por su parte se levantó del suelo y se puso a pelear contra un par de vampiros, mientras que Megan solo peleaba con Aya.

— ¡Megan!

La castaña miró a su marido.

— ¡Mattia! —chillo cuando tres hombres más fueron a por el.

Megan se abalanzó hacia Aya, pero esta fue más astuta, la cogió del cuello y la levantó por aquel agarre. Mientras que Aya la mantenía en el aire robándole el oxígeno dos dados más fueron disparados hacia su pierna.

Segundos más tarde Aya la tiró al suelo. Eso fue lo último que sintió Megan antes de caer inconsciente.

. . .

Megan se removió en la silla recuperando la conciencia. Tiro de las cadenas que le suministraban acónito con fuerza, poniendo todo su empeño en eso.

— Ya lo he intentado. —dijo Mattia, pero Megan no se detuvo.— Ya lo he intentado. —repitió.— Cuanto más luchas, más acónito bombea en tus venas.

Cuando Megan se giró a mirarlo su corazón se detuvo. Tenía sangre en la cara y en el pecho, y heridas que no se habían curado por culpa del acónito. Pero ella también sabía que estaba mal, podía oler su propia sangre.

Sentía abundante dolor en el lado derecho de su boca y en el lado izquierdo de su frente y tenía un corte en el pómulo. Sin hablar de que estaba sudorosa y sucia de las veces que la habían tirado al suelo cuando estaba peleando.

Megan recorrió a su marido con la mirada, deteniendo su vista en su pierna, donde en el suelo había un gran charco de sangre.

— Mattia, tu pierna. —hablo Meg entrecortadamente.— ¿Estás bien?

— Me han dado una buena paliza. Y con tanto acónito en el cuerpo, no me curo bien.

— Mantente tranquilo, si mas rápido va tu corazón mas te desangraras. —suspiro.— Cuando tengamos la oportunidad de luchar, estate preparado. —Megan miró su alrededor, estaban en una clase de almacén.

— Megan, escucha. —la llamo.— No se si voy a tener esa oportunidad...

— No. Para. No digas eso. Vamos a salir de aquí y a volver a casa con nuestra hija.

— Te quiero. —ignoro lo que había dicho ella.— Siempre te he querido.

— No sigas. —Megan cerró los ojos, no era el momento para llorar.— Vamos a salir de aquí.

— La primera vez que te vi, me volví loco. Me volviste loco, y nada ha sido igual desde entonces. Te amo, amo a nuestra hija, amo que seas su madre, y amo que seas la mujer de mi vida. —sus ojos se llenaron de lágrimas.— Sólo quiero que sepas que todo ha sido real y sincero. Cada momento, cada caricia, cada cita, cada palabra. Cuida de Hayden por mí, por favor. Te amo, Megan Marshall. Te amo, Lea Labonair.

— Es tremendamente encantador. —la voz de Tristan anunció su llegada.— O patético. Supongo que todo es relativo.

— Te matare tan lenta y dolorosamente que desearas poder suicidarte en el mismo instante en el que te ponga la mano encima. —lo amenazó Meg.

Tristan se posicionó delante del matrimonio.

— La verdad es que lo dudo. —la castaña trato de liberarse de las cadenas.— He estado pensando en este momento desde que me torturaste.

— Solo fue un mordisquito, supéralo. —dijo ella entre dientes.

— ¿Cuál es la mejor manera de hacer daño a un híbrido? —se preguntó a su mismo ignorándola a ella.— Entonces lo vi claro...

Trsitan se acercó a Mattia y tiró de su pelo para que su cabeza estuviera posicionada hacia atrás.

— ¡No! ¡No! —gritó una y otra vez Megan.

Tristan metió su mano en el pecho de Mattia.

Megan observó a cámara lenta como Mattia la miraba regalándole su última sonrisa. Megan también observó como Tristan arrancaba el corazón del amor de su vida de su cuerpo. Megan vio como la vida dejaba el cuerpo de su marido.

Los gritos de Megan no cesaron, sus lagrimas solo hacían más que aumentar y sus heridas ya no dolían pero su pecho ardía. Sollozo tras sollozo, lamento tras lamento, su dolor solo crecía mas.

. . .

Podía ver de reojo el cuerpo inerte de su marido. Lleno de sangre, carente de vida. El cuerpo que la había protegido millones de veces ya no funcionaba. La persona que la había amado sin importarle el que, ya no estaba.

El chico que le había pedido bailar una noche de septiembre había fallecido. Ya no habría más peleas, más risas, más caricias, más palabras... Ya no habría nada. No quedaba nada.

— Lo siento. Lo siento mucho. —sollozó con fuerza.

Megan giró la cabeza lentamente. Su piel estaba pálida, sangre adornaba su cara, los ojos grisáceos que tanto amaba ella carecían de brillo, no había nada en ellos. Su pecho no subía y bajaba, no se movía, estaba rígido.

Estaba muerto.

— Nunca debería haber traído nada de esto a tu vida. Lo siento por haber sido tan egoísta. —se lamentó.— Gracias por haberme hecho sentir amada, Mattia James. —lloro con fuerza.— Juro por ti y por nuestra hija que les haré sufrir por esto. Les haré sufrir a todos.

. . .

Dos hombres sostenían a Megan, la cual estaba muy débil a causa de que Tristan había ordenado anteriormente que le subieran la dosis de acónito. La razón por la que Meg había pagado por el enfado de Tristan era que Elijah y Klaus habían capturado a Aurora, y habían pedido un intercambio. Megan por Aurora.

Los dos hombres que la sostenían caminaron arrastrándola y la soltaron frente a Elijah, Klaus y Hayley, pero los hombres no se alejaron. La castaña cayó de rodillas sin poder mantenerse en pie.

— Megan Marshall James solo que ligeramente desgastada. —se mofó Tristan.— Tendréis que perdonarle que esté un poco apagada. Tiene suficiente acónito en el cuerpo como para matar a una manada entera. Sin embargo, aquí está, como pedisteis. —la señalo.— ¿Dónde está mi hermana?

— Sigue viva. Puedes agradecer a Elijah. —dijo Klaus.— Yo quería degollarla y colgar su piel como una bandera. En fin, basta de cháchara. Acabemos con este tedioso asunto, ¿de acuerdo?

Tristan encaró a Klaus.

— Mi hermana primero. —ordenó.— Y si te ves tentado a discutir, ten en cuenta que somos mayor en número.

Se hizo un silencio tenso, pero segundos después Klaus abrió la puerta de un tanque de transporte, donde dejó ver a Aurora con la cabeza tapada.

— Si intentan algo, atacad. —puntualizó Tristan.

El vampiro entró a velocidad vampírica al tanque y le quitó la bolsa de tela de la cara a Aurora, quien estaba inconsciente. Tristan asintió mirando a Aya, quien luego asintió mirando a los dos hombres que retenían a Megan.

Como si de un muñeco se tratase los dos hombres levantaron a Megan del suelo y la lanzaron a brazos de Elijah, donde se dejó sin ningún problema.

— Te tengo, estás a salvo. —le susurro Elijah.

Mientras Tristan abrazaba a Aurora esta le quitó la serratura, y lentamente se alejó de él.

— ¿Qué estás haciendo? —preguntó su hermano.

Aurora estampo la serratura contra la pared del tanque, haciendo que actuase. Tristan intentó salir del tanque, pero fue en vano, porque la serratura se lo impedía.

— No. Aurora, ¿que nos has hecho?

— A nosotros no. —negó ella.

— Aurora...

— A ti.

Aurora salió del tanque, y en cuanto lo hizo se transformó en Camille.

— ¿Qué es esto? —preguntó Tristan.

— Ya sabes lo que dicen. —hablo Cami.— La venganza se sirve fría.

— ¿Cómo es posible?

— La serratura crea un límite impenetrable. Nada vivo o muerto puede atravesarlo. —dijo Klaus acercándose a el tanque.

— Y gracias a Aurora, no soy ni una cosa ni otra. —añadió la rubia.

Tras que Tristan ordenara que atacaran, Elijah soltó lentamente a Megan, quien ya se podía mantener en pie pero se tambaleaba.

— Antes de que os precipitemos a una muerte casi segura, como vuestro señor me gustaría apelar a vuestro sentido común. —dijo Elijah

— Somos vampiros antiguos, Elijah. —Aya hablo.— Somos casi tan fuertes como tú.

— Puede que consigáis someternos, pero, ¿a qué precio?. La mayoría moriréis en el proceso, ¿y para que? ¿Para vengar a un tonto, yendo de cabeza hacia vuestra propia extinción por la profecía de una bruja? ¿Os dais cuenta de que ha diseñado todo esto solo para satisfacer a una insignificante injusticia cometida por mi familia?

Elijah se posicionó junto a Tristan.

— A Tristan no le importáis ninguno. —Tristan negó.— El único peligro aquí es la decisión que debéis tomar. Veréis, no soy vuestro enemigo. Es cierto. Os entregué a esta existencia con la misma facilidad que os puedo arrancar de ella. —finalizo.— La elección es vuestra.

Aya se dio la vuelta.

— ¡Retiraos! —exclamó.

. . .

— Así que este será mi final. —murmuró Tristan.

Lágrimas silenciosas caían por las mejillas de Megan. Ninguno de los presentes se atrevió a consolarla. Lucia...muerta en vida. Estaba pálida, sudorosa y en su cara no había ningún rastro de alguna pequeña emoción. Permanencia impasible.

— No. —negó Elijah acercándose al tanque.— Esto es solo el comienzo. Irás directo al fondo del océano, donde te ahogarás en la oscuridad una y otra y otra vez. Y así a lo largo de los siglos. Esto será tu enormemente horrible y perpetuo final.

— ¿Qué habéis hecho con mi hermana?

— Nada. Aun. —contestó Klaus.— Pero te aseguro que su muerte será espectacular.

Klaus agarro el portón del tanque y comenzó a cerrarlo con lentitud.

— Esperad. —habló por primera vez Megan.

La híbrida se acercó al tanque.

— Me has arrebatado a una de las personas que más quería. Sé que él siempre estará conmigo, pero, ¿tu? Tú serás olvidado, porque eres tan insignificante que solo te han estado utilizando durante siglos y ni siquiera te has dado cuenta. —cogió el portón— Ah, y mientras te pudres en el océano, quiero que recuerdes mi cara, porque será la última que veas. —Megan cerro el portón.

. . .

Megan miró a su hija una vez más antes de escribir el nombre de Mattia James y la fecha actual en la biblia de los lobos.

— Es la hora. —aviso la voz de Elijah.

Meg cerró los ojos soltando un suspiro tembloroso mientras dejaba la biblia en la mesa. Cogió las flechas de Mattia y empujó con cuidado el carrito de Hayden hacia el borde del lago.

Tras ponerle seguro al carro Megan camino hacia el bote que ya estaba en el agua y que contenía el cuerpo de Mattia bajo una sábana blanca. La híbrida dejó las flechas encima del cuerpo de su marido mientras grandes lágrimas corrían libres por sus mejillas.

Megan se quedó arrodillada aun mirando su cuerpo. Tenía la cara destapada, limpia, eso había sido cosa de Hayley. Con las manos temblorosas cogió la manta que lo cubría y le cubrió la cara.

Agarró la botella de Whiskey que tenía al lado y le pegó un sorbo, después la levantó y roció el líquido sobre el cuerpo de Mattia. Megan se levantó y tomó la antorcha que Hayley le tendía.

A paso lento y sollozando en silencio volvió a caminar hacia el bote, con sumo cuidado se volvió a agachar y con delicadeza puso la antorcha sobre el bote, viendo como instantáneamente este se incendiaba.

Con una rama Megan empujó el bote para que comenzara a navegar por el pantano. La castaña se quedó ahí, inmobil.

— Hasta que la muerte nos separe. —susurró al fuego.






Eirene's note:

No voy a mentir, he estado al borde del llanto varias veces viendo el capitulo de The Originals

Mattia ha muerto dejando a Dinita y Meg solitas.

¿Opiniones?

Meg esta en su black widow era, and nobody can change my mind.

Ahora Meg esta solteraaaaaaaaa, viuda, pero solteraaaaaaaa

Sera este el momento en el que empieza Klegan? 

Quiza si, quiza no.

Pd:

Porfavor comentar y votar, últimamente no tengo nada de apoyo en el fic y no me dan ganas de escribir, honestamente.

Adiooossss

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro