37 | Eva
Aiden había sugerido que la manada se fuera al pantano a entrenar, y por eso se encontraban allí. Megan miraba pelear a Aiden y Mattia, sentía que últimamente algo no iba bien con Aiden, y dada la situación y la gente que los envolvió podía apostar un riñón a que Klaus tenía algo que ver, y solo sería cuestión de tiempo que se descubriese.
Porque Meg sabía que Klaus siempre estaba metido en todo. Siempre era así, esta vez no sería diferente.
Tras unas palabras los golpes se volvieron más violentos, Aiden acabo en el suelo.
— ¡Mantén la cabeza alta! No bajes la guardia. Protégete.
Aiden se levantó con rabia intentando darle en la cara a Mattia pero no pudo, el pelinegro era más fuerte y ágil que él. De un momento a otro Aiden mordió a Mattia, Megan se acercó a ellos pero mantuvo distancia de precaución.
— ¿Qué demonios? —preguntó el James.
— Te has dejado al descubierto
— Fue idea tuya venir aquí y entrenar. Lo hago por ti.
— ¿Es por mi? Eres el líder de una manada de superlobos. ¿Cuánto tardarán en negarse a seguir tus órdenes, eh? Porque para seguir siendo el alfa tienes que ser el más fuerte.
— ¿Habéis acabado? Todos esos rollos de macho alfa están muy bien pero no hagáis que vaya y os dé una paliza. —intervino Megan a su manera.
— ¿La princesa sabe pelear? —la provocó Aiden.
El autocontrol de Megan luchaba por que se quedara quieta, pero por otra parte Aiden necesitaba una lección, y ella era la persona indicada para dársela. La alfa se acercó a Aiden con determinación pero Mattia se interpuso entre ambos.
— Megan, no.
— Parece que tu maridito no te deja salir a jugar, princesita.
— No se si no he dejado lo suficientemente claro que no sigo órdenes de nadie. —acotó antes de soltar el primer golpe.
Estaba claro desde el primer momento que Aiden no acabaría bien. Puede que Megan no fuera tan alta o grande como él pero era más fuerte, ágil y astuta. La híbrida tenía más experiencia, Aiden apenas era un novato, por eso necesitaba práctica.
Aiden acabó boca abajo, con la cara saboreando el barro y con Megan sobre su espalda ejerciendo fuerza en su cabeza para que comiera barro. La híbrida se inclinó sobre el oído de Aiden.
— Soy más fuerte que tú. Soy tu alfa. —Aiden se removió bajo ella.— Ser alfa es un honor. Algo que tienes que ganarte cada día, y de lo cual tu no estas capacitado, sino no harías este tipo de cosas. —lo agarró más fuerte.— Somos una manada, somos familia. No intentes derrumbar todo lo que hemos conseguido, Aiden. —lo soltó.— Y como vuelvas a cuestionar las capacidades de mi marido acabarás muy mal. Ah, y no soy una princesita, soy la reina, tu alfa, y obedeces ante mi.
Megan camino hacia dentro de la casa de madera, Mattia la siguió. Se sentó en la cama, su marido la observo.
— Aún tenemos un problema.
— El pulgoso. —recordó.
— Klaus nos considera su ejército privado. No me fío de él.
— Puedo controlar a Klaus. —confirmó, Mattia se movió incómodo.— Somos un equipo, ¿no? Tu y yo juntos unimos a la manada. Las cosas están cambiando, si. Pero uno de los cambios es que ya no tenemos que pasar esto solos. —unió sus manos.
. . .
Klaus sonrió al ver a Megan sentada sobre su cama con una copa en la mano.
— ¿Vienes a hacerme alguna propuesta indecente, bonita?
— Tenemos que hablar. —soltó con brusquedad.
— ¿Puedo evitarlo? —bufo.— ¿Has venido a expresarme tu gratitud por la cortesía que le he mostrado a tu marido? ¿O querías darme las gracias por protegerte a ti y a tu manada?
— Tenemos que hablar sobre la tensión que estás generando entre los lobos.
— ¿Entre los lobos o entre tu y tu marido? —se burló.
Megan se levantó de la cama con poca delicadeza.
— Deja de meterte en mi matrimonio, Niklaus. —lo señaló.— Dale a Mattia el espacio que necesita para dirigir a la manada como crea conveniente. Ni más órdenes, ni más favores. Él es el alfa. Punto.
Klaus río.
— Lo siento. —se sirvió una copa.— ¿De verdad crees que voy a aceptar que Mattia tome el control de los lobos?
— ¡Le mostrarás respeto, Klaus! —dijo la híbrida hastiada.— Está de nuestro lado y lucha por Hope.
— Veras, llevo todo el día con gente que dice luchar por nuestra hija. En algunos confío, en otros no. Pero una cosa está clara. Solo hay una persona en la que confío en lo que respecta a la seguridad de mi hija. ¡Y ese soy yo! —confesó.— Parece que todos pensáis que esto es una democracia.
— ¡Dios, eres tan paranoico! —chillo frustrada.— ¡Todos queremos proteger a Hope pero acabara herido por tu culpa! ¡Estamos de tu lado, ¿cómo es que no lo ves?!
— ¡Si Dahlia viene será una amenaza para mi hija! ¡Lo que significa que yo decidiré cómo protegerla, nadie más! —grito de vuelta.— Y si Mattia, o quien sea, no cumple mis normas tendrá que responder ante mí. Tu marido haría bien recordándolo. De hecho, creo que dejaré que se lo recuerdes tu. De ese modo, si vuelve a sufrir mi inevitable ira será únicamente por tu culpa.
— Se te olvida que Hope tiene una madre. —le recordó.— Yo no soy nadie para decidir sobre mi sobrina pero Hayley si. Y los dos sabemos que no se doblegara ante ti y tu absurda manera de hacer las cosas. Hayley murió por Hope y lo volvería a hacer si eso la mantuviera a salvo. Y yo también lo haría. Así que te recomiendo que dejes de vernos como tus enemigas. —le sonrío cínicamente.— Ah, y como vuelvas a amenazarme a mi o a mi marido te juro por lo que más quiero que te quedaras sin la protección de mi manada hacia ti. —pasó por su lado.
. . .
Llamada tras llamada, mensaje tras mensaje Megan se preocupada cada vez más por Davina. La híbrida se encontraba junto a Gia y Elijah en casa de una bruja anciana. Por la noche Rebekah había enloquecido, bueno, Eva Sinclair había tomado control de su cuerpo, había intentado secuestrar a Hope y ahora la bruja estaba desaparecida.
Meg frunció el ceño observando el aura de lujuria que desprendía Gia al mirar a Elijah, puso una mueca de asco. La vampira se excuso con la excusa de ir a buscar a Josephine, la bruja anciana.
— Por favor, que disimule un poco más las ganas que tiene de desvestirte. —se quejó la híbrida.— Me declaro como una cuñada celosa.
Elijah río.
— No te rías, no es gracioso.
— Mi querida cuñada celosa, creo que tú más que nadie sabes que solo tengo ojos para tu hermana.—la híbrida sonrió.
— Así me gusta, dominado. —se burlo.— Oye, ¿y porque tenía que venir con nosotros?
— Josephine LaRue puede ser un poco reacia, pero está enamorada de la destreza musical de Gia, un espíritu arrogante. —se sentó en un sillón, Meg copió su acción.
— Así que la primeriza es encantadora de brujas. —analizo.
Elijah fue a responder pero Gia entró junto a Josephine, interrumpiendo la conversación de los cuñados. La Marshall y el Mikaelson se levantaron.
— Madame LaRue. —saludo el vampiro de traje.
— Señor Mikaelson. —se dieron dos besos.— ¿Ha venido a impresionarme otra vez con el excepcional talento de la joven Gia? —pregunto mientras se sentaba en su sillón.— Y dígame, ¿cuál es la habilidad de su otra amiga? —cuestionó mirando a Meg.
— Ella es de la familia, madame. —explicó Elijah.
Megan sonrió por educación.
— Venimos a pedirle un favor. —la anciana lo observó atentamente.
. . .
La anciana explicaba en qué consiste lo que intentaba Eva/Rebekah, se llamaba "el ritual de los nueve", era básicamente sacrificar a un niño de cada aquelarre, la bruja creía que así crearía una nueva orden de aquelarres.
Megan se mordía las uñas pensando en su solecito. Davina no vivía con nadie, por lo que no tenía a nadie para preguntarle por ella. Y la presión que sentía en el pecho la hacia saber que le había pasado algo malo.
Iba a por niños porque no habían explotado aún su poder y eran más vulnerables.
— Por eso fue a por Hope. —cuadro Meg.
— Habría matado y canalizado a tu sobrina. —dijo Josephine.— Al igual que con los otros pobres niños.
La bruja suspiro.
— Estamos de acuerdo. Alguien tiene que pararla. No morirán más jóvenes de los nuestros. Y por eso, señor Mikaelson, no prolongare las 24 horas. —se levantó del sillón.— Ahora la cabeza de Eva Sinclair tiene un precio.
Meg se levantó, Elijah también lo hizo.
— Entonces, condena a mi hermana a morir.
— No me gusta el término "daño colateral", pero es así. Si uno o dos deben dejarnos para acabar con Eva para siempre. . . que así sea.
Daba igual lo que dijera Elijah, la bruja seguía con su misma decisión. Palabra tras palabra la paciencia de Megan se agotaba cada vez más.
— ¿Está hablando en serio? —señaló a Gia.— ¿Ella le regala una actuación, todos los vampiros del barrio le besan el culo, y su respuesta final es "que os den"?
— Megan. —advirtió Gia.
— No te metas.
— Hemos venido a honrar nuestra alianza. Pero si desea rescindir el trato, que así sea. —Elijah se dio la vuelta y ando a la salida.
— No se atreva a entrar a mi casa a amenazarme. No soy la que le necesita, Elijah Mikaelson. Es usted quien me necesita. O lo hará en su debido momento.
Tomo a Megan de los brazos y la observó como si viera algo más allá de ella.
— Se avecina una tormenta y sus demonios más oscuros vienen con ella. Desconozco su nombre. Pero cuando me asomo a su futuro hay una oscuridad que debería aterrarla.
. . .
Mattia acariciaba la espalda de Meg, quien tenía sus codos sobre sus rodillas y sus manos sobre su cara. En la misma habitación Hayley, Elijah y Marcel hablaban.
— Genial. Así que Eva sigue libre, y ahora tiene un aliado. —dijo Hayley.
— El encantador Vincent Griffith.
— Tiene a mi solecito. —murmuró Megan levantando la cabeza.— Tiene ocho brujos que necesita para el ritual. Solo necesita uno más.
Hayley se acercó.
— Si viene a por Hope sea Rebekah o no, acabaré con ella para siempre.
— Fortificaremos la casa. —propuso Mattia.
— Cuando lleguen, matadlo a él, y a ella capturadla. —ordenó Elijah.
— ¿Capturarla? —cuestiono Hayley.
— No voy a abandonar a mi hermana. —se rehusó Elijah, después miró al matrimonio.— Reunid a todos vuestros lobos. Con Vincent de su lado atacara con una fuerza considerable.
. . .
Vincent, Eva y Marcel se encontraban en un círculo, Freya, a quien Megan acababa de conocer, canalizaba a Elijah, y Meg, bueno, solo vigilaba por si algo salía mal.
De un momento a otro Freya paró, Marcel fue el primero en despertar, tras de él fue Vincent.
— ¿Ha funcionado? —preguntó el híbrido.
— ¿Dónde estoy? —dijo una voz que Megan conocía muy bien no muy lejos
Megan no se lo pensó dos veces, corrió hacia donde procedía la voz con Marcel siguiéndola. Ni siquiera se fijó en los niños que comenzaban a despertar en esa sala, simplemente se arrodilló y envolvió en sus brazos a Davina.
— Mi hija. —Davina la abrazó con más fuerza.— Ya estás a salvo, solecito. —se separó para mirarla.— Nadie volverá a tocarte un pelo. Te lo juro.
Eirene's note:
Opiniones?
Echo de menos escribir a Meg y a Davina :(
Esto son literalmente 2 capítulos de the originals, dado que el cap 16 solo me había dado para 3 paginas decidí incluir en el mismo el cap 17.
Así que siguiendo la lógica, quedan aprox 4 caps para acabar el acto.
Votad y comentad vuestra parte favvv
Besos en los piiieeessss
EIRENEEVANSS - 05/02/2023
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