30 | his feelings
Era el momento. Tras meses de espera era el momento en el que Hayley y Klaus se iban a reencontrar con Hope. Los dos híbridos junto a Megan se mantenían en silencio en el coche.
La menor se sentía fuera de lugar, era un momento muy especial e íntimo para los padres, y Megan a pesar de ser la tía, se sentía incómoda. Sin mencionar la reciente noticia que aun la castaña no había anunciado a la familia, y que la tenia mas pensativa e inquieta de lo normal.
Sabía con certeza que Klaus no lo tomaría bien, no sabía exactamente la razón, pero ella lo sabía. Respecto a Hayley, ella lo entendería, a pesar de que las mellizas estaban en una situación delicada sabía que la híbrida siempre la apoya y comprendería; al igual que Elijah.
Meg suspiro, echaba de menos cuando todo iba bien, eran felices, y ella y Hayley eran más unidas que Fred y George Weasley. Mentiría si dijera que no extrañaba a su hermana, porque lo hacía cada segundo del día y estaba harta de la situación actual entre ellas.
Realmente le dolía no hablarse con Hayley.
Horas en silencio más tarde Klaus estaciono el coche frente a una casa blanca y grande. Hayley se bajó del coche incluso antes de que este frenará, fue corriendo hacia Elijah, quien sostenía a Hope con Rebekah a su lado. Klaus por su lado bajo del coche con tranquilidad fingida y camino hacia sus hermanos.
Megan se bajó del coche manteniendo las distancias admirando a cada paso cada vez más a su sobrina. Meg sonrió viendo como Hayley abrazaba a Hope antes de pasársela a Klaus con cuidado.
Se veían como una familia. Eran una familia.
Rebekah estiró la mano hacia ella, la híbrida la tomó antes de que la rubia la envolviera en un cálido abrazo. La vampira se percató del anillo que adornaba el dedo anular de Meg pero no dijo nada.
Los padres sonrieron mirando a sus respectivos hermanos, felices de por fin estar con su amada niña.
. . .
La familia Mikaelson-Marshall se encontraba haciendo una hoguera, una tradición de los Mikaelson, bueno, realmente solo Rebekah la preparaba.
— ¿Qué es eso de la maldición de los primogénitos? —preguntó la vampira rubia.
— Según Finn, Freya no murió por la peste. —comenzó Klaus.— Se la llevó nuestra tía Dahlia como pago y luego maldijo a todos los primogénitos del linaje Mikaelson.
— ¿Hay algo de cierto en eso? —Hayley cuestionó.
— Finn lo sabe por ese bastión de la verdad que es nuestra madre.
— Deja las figuras geométricas para otra ocasión 'Lijah. —habló por primera vez Megan.
El castaño rodó los ojos.
— Entiendo que Finn nos odie. Perdió a la hermana que adoraba y sus otros hermanos lo consideran un muermo insoportable.
— Genial. ¿Hay alguna posibilidad de que aparezca de repente vuestra tía la pirada?
— Esta historia tiene más de mil años. Dahlia lleva tiempo muerta.
— ¿Cómo Esther? —ironizó Meg.
Se formó un silencio que Klaus rompió.
— Nadie le hará daño a Hope, porque nadie la va a encontrar. —juro.— Ya está bien de leña, Rebekah. Quemarás todo el estado de Arkansas.
— Aún falta el ingrediente clave.
— No falta nada. —negó el rubio.
— Si, Nik. Échame un cable, Elijah.
Los hermanos rieron.
— Supongo que preferiría ahogarse con las cenizas.
— ¿De qué estáis hablando? —preguntaron las mellizas a la vez.
— Escribimos deseos para los demás y los quemamos para que de suerte. —explicó.— A Kol le encantaba cuando éramos pequeños.
— Otro motivo más para no hacerlo. —dijo Klaus.
— Silencio, gruñón. —lo mandó a callar Meg.— Esta será la primera hoguera de Hope.
— Lo haremos. —sentenció Hayley.
. . .
Megan contemplaba sentada en el porche la hierba como si fuera lo más importante del planeta mientras comía bombones.
— Sola y comiendo chocolate. ¿Pensando en un chico? —adivino Rebekah.
— Algo así.
— ¿Tiene que ver con el hermoso anillo que adorna ese dedo tuyo?
Instantáneamente Megan se cubrió el dedo.
— Da gracias que he sido la única en notarlo.
— Lo hago, no lo dudes.
— ¿Vas a ponerme al día o tendré que hacerte un interrogatorio de los míos? —sonrió la rubia.
— Te he hablado de él un par de veces, antes de que naciera Hope, es el chico del baile.
— El misterioso lobo. —recordó Rebekah.
— Resulta que nuestros padres nos comprometieron al nacer, o antes, no lo se. —sacudió la cabeza intentando pensar con claridad.— Los lobos están en una situación crítica que requiere eso, que nos casemos. —suspiró.— Los lobos son mi familia, mi manada. Y él es un buen chico, Bekah, me atrae y me gusta pero hay alguien más que suele ocupar mi mente constantemente. Eso me hace querer gritar de la frustración. —Megan dejo la caja de bombones en el porche.— El otro chico es complicado. Nunca en la vida podría llegar a tener algo con él, tampoco se si quiero. Pero realmente no estoy segura de lo que él siente por mi. Lo único que sé es que parece que su aprecio por mi va a días, dado que solo cuando hay una situación de peligro o algo que pueda afectarme se acuerda de que existo.
Rebekah acaricio la mano de Meg.
— Estoy enfadada conmigo misma por no querer de la misma intensidad a Mattia que a. . . —Megan se detuvó.
— Klaus. —completo Rebekah por ella.
— ¿Tan evidente soy?
— No, solo me bastó el tiempo que estuve ahí para notarlo. —explico.— No se que decirte, realmente no es que puedas hacer mucho. Vas a casarte, o esa es la intención de ese anillo. Sobre mi hermano, me duele decir esto, pero Nik nunca ha sido de relaciones y por mucho que me gustaría veros juntos no creo que suceda por miedo por su parte. —opinó.—Lo que si se, es que ese chico te conviene mas que Nik.
Megan asintió, sabiendo que las palabras de Rebekah eran totalmente ciertas.
. . .
Megan sonrió con Hope en brazos, por fin había podido cogerla por primera vez y se sentía muy bien. Elijah la miraba mientras apilaba leña.
— Te ves bien con un bebe en brazos.
Meg sonrió.
— Yo me veo bien con todo. —bromeó antes de mirar a Hope.— Es tan bonita, tan pequeña. Me dan ganas de tener un bebe.
Elijah río.
— Díselo a. . . ¿Marcos?
Megan rodó los ojos, Elijah sabia como se llamaba Mattia a la perfeccion, después miró a su sobrina.
— El tío Elijah es un hombre malo que le gusta molestar a mujeres. —le dijo con voz infantil.— Y como el tío Elijah está molestando a la maravillosa tía Meg, ella se va a ir dentro de la casa.
La híbrida le sacó la lengua al vampiro antes de entrar en la casa y continuar hablándole a Hope.
— La tía Meg es la mejor, hace unas galletas super buenas que a tu mamá le encantan y que a ti cuando crezcas te encantarán también. —siguió hablando con voz infantil.
— Estoy segura de ello. —habló la voz de Hayley, haciendo que se paralizase.
Megan escuchó a Hayley suspirar antes de que apareciera en su campo de visión.
— Lo siento, lo siento muchísimo. Sé que mis actos no tienen justificación y no pretendo excusarme. Siempre has sido mi hermanita, a la que debía proteger a pesar de llevarnos solo 7 minutos. Me ha costado darme cuenta de que has crecido, que has madurado y que puedes resolver las cosas por ti sola. No sabes lo orgullosa que estoy de ti y lo mal que me siento por haberme portado horrible contigo. —acabó su discurso mirándola atentamente.
La reacción de Megan fue simple: envolvió a su melliza en un deseado abrazo, teniendo cuidado con Hope. Cuando se separaron la menor limpio un par de lágrimas de su hermana.
— ¿Estamos bien? —preguntó temerosa la madre.
— Estamos bien. —confirmó la hibrida.
. . .
Klaus entró en la sala con una sonrisita.
— La irritante de mi hermana me ha mandado ha entregarte un papel para que puedas hacer tu deseo de paz mundial. —le tendió un papel y un boli.
Megan rodó los ojos, se colocó una mano en la barbilla fingiendo pensar.
— Mhm . . . ya se que poner. —fingió escribir.— Deseo que el hibridito gruñón deje de ser tan terco. —acabo de recitar.— Lastima, ni con hechizos eso sería posible.
— Así que... ¿soy terco? —se acercó a ella.
— Tú sabes que lo eres.
— Lo sé. —admitió.— Pero siento que hay un trasfondo en eso, bonita.
Lo había, pero no se lo diría.
— Deja de ser tan paranoico, pulgoso.
El río.
— Ha vuelto el famoso apodo.
— ¿Lo echabas de menos? —se burló ella.
Si. Quiso decir el rubio, pero en su lugar se encogió de hombros.
— Ahora lárgate, ahuyentas mis buenos deseos.
Klaus salió de la sala sonriendo.
. . .
Klaus encendió el fuego de la hoguera, Hayley hizo una exclamación dramática que hizo reír a Hope y a Megan por el acto, mientras que Elijah las miraba. Rebekah salió de la casa con rapidez y algo en la mano.
— ¡Mirad lo que he encontrado! —exclamó con alegría enseñado una cámara instantánea.— A ver si funciona.
Klaus se dio la vuelta dramáticamente.
— Ay, maldita sea. —maldijo.
Megan río y caminó hasta estar a su lado para después pasarle un brazo por los hombros.
— ¿Ahora entiendes porque te llamo híbrido gruñón? —le sonrió con burla ella.
Klaus rodó los ojos quitando el brazo de Megan que lo envolvía.
— Vamos a probarla. —exigió la vampira rubia pasándole la cámara a Klaus. Megan se apartó completamente.— ¿Crees que podrás meternos en un selfie?
— Niklaus es un virtuoso en lo de meter a sus hermanos en espacios pequeños. —dijo Elijah.
Él y Megan chocaron los cinco. Todos se acercaron a Klaus colocándose para la foto.
— He recorrido cientos de kilómetros para visitar a mi hermano enfermo monumental y que me insulte a la cara. —murmuró Klaus.
— Hey. —los llamo Meg.— Menos charla y más fotos.
El rubio suspiro antes de levantar la cámara. Junto a Klaus estaba Rebekah, tras de ella estaba Hayley sosteniendo a Hope, y para finalizar estaba Elijah y después Megan.
Tras un flash la foto salió, poco a poco se fue revelando.
— Desearía que siempre fuera así. —deseo Rebekah.
— Si los olmos dieran peras... —comenzó Elijah.
— Todos las querían. —finalizó Klaus.
Tras mirar la foto un par de segundos Klaus habló.
— Sabes que tenemos que quemarla. —dijo con pesar.— ¿Quieres que desee algo para la familia, Rebekah? Desearía que no fuera así, pero lo es. —le tendió la foto a Hayley. — Imaginaos que cayera en malas manos.
Las hermanas se miraron, tras un asentimiento de la mayor, la pequeña agarró la foto y la tiró al fuego.
— No. No hay derecho. —negó la rubia.— Nos lo merecemos. Nos lo hemos ganado. No perderé la oportunidad. —todos miraron atentamente a Rebekah.— Yo sé cómo parar a Esther.
— Rebekah, no. —dijo Elijah.
— Voy a aceptar su trato. —dijo con decisión.— Y después de eso, haré que se hunda conmigo. —juro.
. . .
Era de madrugada Megan miraba los mensajes de Mattia sin responderlos. No podía decirle lo que estaba haciendo, dónde estaba o con quien.
Dubitativa se encaminó hacia la habitación de Klaus, pico a la puerta y tras una respuesta entró en la habitación.
— ¿Estás bien? ¿Ha pasado algo con Hope? —preguntó inmediatamente al verla.
— Oh, no, Hope está bien, está durmiendo con Hayley. —explico la castaña con rapidez.— Al final no hemos podido pedir los deseos. —Klaus frunció el ceño pero no la interrumpió.— ¿Te puedo contar el mío?
— Puedes contarme todo lo que desees, bonita. —la alentó el.
— Bueno, era más bien la esperanza de que entiendas lo que voy a decir.—Klaus la miraba atentamente. Megan se adentro un poco más en la habitación.
— ¿Qué es?
— Mis lobos. —respondió.— Creo que he encontrado una manera de liberarlos de las brujas. —Klaus se levantó de la cama desde donde la miraba y caminó hacia ella.— Podrían controlar cuando se convierten sin los anillos. Eso traería la paz a nuestro hogar y a Hope a nuestras vidas.
Se hizo un silencio en la habitación. Klaus esperaba pacientemente mientras Megan se cargaba de valor para decir lo siguiente.
— Pero la condición . . . es que me casé con Mattia. —la sorpresa adornó la cara de Klaus.— Es una ceremonia mística. Un ritual de unión de alfas.
El híbrido se alejó de ella y se pasó una mano por la cara mientras se alejaba aun más.
— Klaus. —lo llamo pero no se giro.— Tu y yo no hemos estado muy unidos últimamente. No se si me estoy volviendo loca, pero pensar en ti si que lo hace. No estoy segura de si soy la única que siente algo de los dos . . .
— ¿Es lo que quieres? —la interrumpió aun de espaldas.— ¿Quieres casarte?
De un momento a otro Megan tenía a Klaus a un par de milímetros.
— No lo sé.
— ¿Qué te hace dudar?
— Tu.
Eso fue lo único que necesito Klaus para unir sus labios en un necesitado y lujurioso beso. Las manos de Megan fueron a parar una a el pelo de el y otra a su cuello, mientras que las de Klaus estaban una en la cintura de Meg y otra en su nuca para atraerla más a él.
Ese beso no fue el primero, le siguieron muchos más mientras que sus ropas iban cayendo al suelo y sus cuerpos se unían.
Eirene's note:
Opiniones?
Que os ha parecido???
Me ha gustado muchisimo escribir este capppp
chaooo
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