
08 | loyalty
Klaus bebía sangre mientras interrogaba a Rebekah sobre Marcel, quien según Klaus, lo evitaba.
— Deja que ponga voz a esa mirada tuya. —dijo Klaus hacia Rebekah mientras se acomodaba más en la silla.— "Mi santo y nombre hermano yace agonizante en el pantano víctima del mordisco de mi hermano bastardo cuando una o dos gotas de su sangre bastaría para aliviar su dolor".
— ¿Has pensado en estudiar psicología? Se te da de maravilla. —ironizó.— Aun que pensándolo mejor tienes más potencial como paciente. —se burlo Megan antes de morder su croissant.
Klaus le arrebató el croissant de golpe, a Megan no le importó, cogió otro de la bandeja y sin dejar de mirar a Klaus le pegó un bocado.
— Te equivocas, Nik. —dijo la vampira haciendo que el híbrido y la castaña rompieran el contacto visual.— Estoy disfrutando de mi desayuno con Megan, mientras espero a que Elijah llegue sano y salvo.
— Venga ya, Rebekah. Llevas toda la mañana matándome con la mirada.
— Ojalá eso sirviera. —murmuró la loba.
— Quizá temo que si doy mi opinión sobre lo que le hiciste a Elijah, acabaré probando el veneno de tus colmillos de híbrido.
Klaus dio un golpe con la mano en la mesa, Megan dio un saltito en su lugar, estaba absorta en su mente que no se dio cuenta de la disputa que tenían los hermanos. Rebekah y Klaus siguieron con su conversación hasta que la vampira se levantó y se fue.
— Hay algo en tu interior que no está bien. —dijo la loba levantándose de la mesa.— Háztelo mirar, Klaus.
Megan se fue, dejando solo a Klaus y sus pensamientos.
. . .
Megan escuchaba como una chica rubia, que solía venir bastantes veces a ver a Klaus, le daba una charla al antes mencionado. La loba estaba a muy poco de aplaudirle a la rubia sin nombre.
— ...la verdad es que me estás obligando a venir aquí porque no tienes a nadie más con quien hablar y necesitas que te comprendan. Y en cuanto me voy me obligas a olvidar porque te da miedo confiar en alguien.
— Amo a esta tía. —dijo la castaña desde el marco de la puerta.
Klaus se giró hacia ella, furioso.
— Tu debes de ser Megan Marshall, la hermana bocazas, sarcástica e insoportable.
La sonrisa de Megan flaqueo, pero mantuvo la compostura para que Klaus no viera que la definición que le había dado a la rubia le había tomado totalmente desprevenida, haciendo que un rastro de incomodad se instalará en su pecho.
— Si esa soy yo, la inigualable. ¿Y tu eres?
— Camille O'Connell.
— Camille O'Connell te acabas de convertir en una de mis personas favoritas.
. . .
Megan tenía un mal presentimiento. Klaus le había dicho que se iba al complejo a hacer no-se-que con Marcel y que no saliera por nada del mundo. Sin embargo desde que el híbrido se fue la chica había tenido un sentimiento de opresión en el pecho.
Y eso no era bueno.
La loba se vistió y salió a la calle. Realmente, Megan, no sabía porque iba a ayudar a Klaus sin saber con certeza que este estaba en peligro, pero igualmente lo hizo.
Megan llegó al complejo diez minutos después, asomó la cabeza por la puerta de hierro para ver el panorama, ya que desde hacía metros escuchaba como se estaba librando una batalla dentro de la casa.
Lo que no se esperó ver fue a Klaus atado con cadenas en el suelo mientras otros vampiros le pegaban, y más aún para su sorpresa, Rebekah estaba allí, mirando desde lejos como le daban de golpes a su hermano.
Megan entró en el complejo sin que nadie se diera cuenta, todos estaban demasiado ocupados pegando a Klaus o viendo como lo hacían. La castaña conectó miradas con Rebekah y pensó que esta la delataría, pero no lo hizo.
Rebekah apartó la mirada, y Megan supo que en lo más profundo de su ser deseaba que alguien ayudara a su hermano.
Y ella iba a ser esa persona.
Sin tardar más Megan entró en acción, no es que le gustara matar pero en ese momento no pensó en lo que iba a hacer, solo en que tenía que ayudar a Klaus. Descargo toda esa rabia que mantenía a raya desde hacía meses con cada vampiro que se acercaba a él.
Honestamente la chica Marshall deseo poder verle la cara a Klaus cuando ella llegó y comenzó a matar gente, pero por desgracia no pudo.
O ella mataba, o la mataban a ella.
La castaña se puso delante de Klaus para crear una especie de pared entre ella y los vampiros para que el híbrido pudiera coger un poco de fuerzas y deshacerse de las cadenas.
La loba soltó un suspiro de alivio cuando escuchó las cadenas romperse detrás de ella. Megan era escurridiza, aprovechaba el ser más bajita que la mayoría de vampiros a su favor, pero eso no iba a ayudarla mucho tiempo.
Como si hubieran peleado más de una vez juntos Klaus y Megan se pusieron espalda con espalda, cubriéndose entre ellos. Klaus mataba y mordía, mientras que Megan simplemente los mataba.
— ¡Marcel! ¡Ven y acaba con esto! —grito Klaus.
Marcel fue a avanzar pero Rebekah se lo impidió. Cada vez quedaban menos vampiros, pero a estas alturas Megan ya estaba bastante cansada, luchar contra cientos de vampiros no era nada fácil siendo solo una loba, que encima no estaba transformada.
Klaus por el otro lado se lo estaba pasando pipa matando a los vampiros. La castaña se preguntó si el híbrido estaba bien psicológicamente, y luego se acordó de que era Klaus Mikaelson.
Justo cuando Megan iba arrancarle el corazón a un vampiro Marcel se hizo escuchar.
— ¡Ya basta! —grito el moreno.
Mirándole a los ojos, Megan sacó la mano del pecho del vampiro, llevándose su corazón con ella, después se lo lanzó a Marcel a los pies. Klaus a su lado sonrió orgulloso.
Después de todo, la chica tampoco era tan mala.
Marcel se agacho y cogió lentamente la moneda. Klaus se acercó a Marcel, Megan por su parte también lo hizo, pero se quedó unos pasos más atrás. Para su sorpresa Klaus le agarró de la mano y tiró de ella para que ambos quedaran en la misma posición.
— Vaya, vaya, vaya. El autoproclamado rey de Nueva Orleans arrodillándose ante mí.
— Toma. — Marcel le tiró la moneda en los pies a Megan.— De esta manera te juro...os juro lealtad.
La castaña no supo porque se refería a ambos si al que debía de tener miedo y respeto era a Klaus, pero tampoco le desagradó la idea de tener poder.
— Tenéis las llaves de mi reino. Es tuyo.—añadió mirando al híbrido.
. . .
Klaus y Megan seguían en el complejo. La loba no sabía donde se había metido el híbrido pero poco le importó al ver a Marcel solo.
— Hola.
— Hola, Megan.
— Pensé que no te acordarías de mi nombre. —la castaña río nerviosamente.
— Tengo buena memoria. —Marcel la miro.— ¿Qué necesitas?
— Podría hacerte una pregunta? Estoy un tanto confusa respecto a algo. —Marcel asintió.— ¿Por qué has hablado en plural antes? Nos has jurado lealtad a ambos cuando solo deberías jurarle lealtad a Klaus.
— Una persona que pelea así por alguien que quiere es digna de mi respeto. —susurró el moreno limpiándole con el pulgar la sangre de alguno de sus vampiros que tenía la mejilla.
— No quiero a K...—alguien interrumpió su charla agarrando a Megan por el brazo y tirando de ella.
— ¡Nos vamos! —dictaminó furioso el híbrido.
— ¡Puedo caminar sola! —le dijo la castaña intentando zafarse sin éxito alguno de su agarre.
. . .
— ¡...y para colmo te pones a hablar con el enemigo! ¡Bueno, si a eso se le puede describir como hablar! ¡Marcel estaba muy cerca! —le gritaba Klaus a Megan.
— ¡Ya te he dicho cincuenta veces que Marcel no es el enemigo! ¡Le has vencido, idiota! ¡Tienes su lealtad! ¡Y si solo estábamos hablando! ¡La cercanía era porque me estaba limpiando la sangre que tenía en la mejilla de uno de los vampiros que he matado para ayudarte! ¡¿Y sabes que?! ¡Ni las gracias me has dado para ayudarte! —le gritó de vuelta Megan.
— ¡¿Tengo que agradecerte por desobedecer mis normas?!
— ¡Si! ¡Sin mi ayuda la situación hubiera acabado peor! ¡Ser Klaus Mikaelson, el gran híbrido inmortal no te ha ayudado cuando te han encadenado y te estaban dando una paliza! ¡Yo sí!
— ¡Oh, si! ¡Gracias, Megan! ¡Te debo toda mi vida entera! —ironizó Klaus.
Megan salió por la puerta dando un portazo, Klaus la siguió.
— ¡Ni se te ocurra irte!
La loba se giró lentamente para mirarle.
— Por esto la gente te abandona. Te intentan ayudar y te niegas, no confías en la gente y cuando ellos no confían en ti...simplemente te vengas de ellos por hacer literalmente lo mismo que tú haces. —la castaña río sin gracia.— He tratado de entenderte, de tener una mínima razón para sentir empatía, o algo que me diga que no eres tan malo como parece, pero no la he encontrado y aun así te he ayudado.
«¿Quieres que vuelva a casa? Estupendo. ¿Quieres creer que planeo algo? Maravilloso. Pero recuerda que yo he sido la única que no ha creído que ibas a utilizar a tu hija para crear más híbridos y que ha ido en tu maldito rescate a pesar de todo lo que has hecho y dicho.
Megan camino hacia la casa y chocó con el hombro de Klaus a propósito al entrar.
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Besos en los pies
EIRENEEVANSS - 06/07/2022
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