11 ៹ ،، BASEBALL AND CRAZY AUNTS
━━━LIAM HABÍA DESAPARECIDO por una razón bastante justificable, Billy Black le había contado al fin cuán era la verdad sobre la persona que había escapado del hospital psiquiátrico. Liam siente el peso de la preocupación en su pecho mientras se sienta en el sillón de los Cullen al frente de su hermana, donde los habían dejado para asegurarse de que Regina no los escuchara. El nombre de la persona fugada era Marissa Presscot, su tía segunda, había escapado del hospital psiquiátrico con solo un fin, acabar con su esposo, al parecer, era una mujer que había escondido por sus delirantes cuentos de vampiros.
Había regresado transformada, convertida en algo más que humana, un vampiro. Un escalofrío recorre su espalda al imaginarla con su nueva fuerza, acompañada de figuras ominosas que amenazan la paz de Forks. Era una neófita con el deseo de venganza, el final no iba a ser bueno. La existencia de Marissa como vampiro podría significar el principio de un caos mayor, un nuevo problema para la lista de cosas que tenían por hacer o enfrentar.
—No puedo creer que esto esté sucediendo —dice Avy, sus ojos llenos de incredulidad y un todo casi burlesco, no creía que podría soportar más —Primero los vulturis buscando nuestras cabezas, Regina la de nuestro hermano, y no voy a especificar cual cabeza, luego tenemos una tía loca que, por cierto, está cazando con quien sabe cuantos vampiros más ¿Alguien en este maldito pueblo me puede dar buenas noticias?
—Pues mañana jugaremos béisbol. — Habla interrumpiendo un fortachón Emmett entrando a la sala donde los hermanos estaban.
—Debemos advertir a Sophie y el abuelo —responde Liam, el sentido de urgencia brotando en sus palabras—. Necesitamos reunirnos y planear cómo manejar esto antes de que sea demasiado tarde.
Avy se levanta, su determinación brotando a pesar del miedo. Ella sabe que la situación no es fácil, pero el bienestar de su pueblo y su familia está en juego. Cada instante cuenta.
Pero antes.
—Sí, hay que hacerlo ya, porque yo sí iré a ese maldito partido de béisbol.
Mientras caminan, las sombras parecen alargarse a su alrededor, y cada ruido del bosque les recuerda que el peligro está más cerca de lo que piensan, o tal vez solo estaban demasiado paranoicos para ese punto, Avy había empezado a empapar su miedo de un humor que solo ella se tomaba en serio y Liam se sostenía de los chistes de Avy para no caer en la pura mera locura causada por el estrés.
En la mente de Avy palabras que Liam le dijo antes de irse para casa de su abuelo resuenan en su mente: "No podemos permitir que Marissa y su grupo causen estragos. Los Cullen son nuestra única esperanza."
Al llegar a la casa, el frío se siente más agudo, pero Avy respira hondo. Tocan la puerta y la chica que hace tanto no ven, les da una sonrisa algo sorprendida.
—Hola Sophie, creo que van a querer saber esto.
En la cálida casi oscuridad de la acogedora sala de estar, el abuelo Caudillo, se encontraba sentado en su sillón favorito, con la mirada perdida en el fuego crepitante de la chimenea. A su alrededor, Avy y Liam, sus nietos mayores, permanecían de pie, con gestos sombríos y miradas llenas de preocupación. Darnerus Caufield notaba cómo Avy se retorcía ligeramente las manos, incapaz de sostener la mirada de su abuelo por mucho tiempo. Liam, con su ceño fruncido, intentaba encontrar las palabras adecuadas para romper el pesado silencio que se había apoderado del lugar.
Los tres habían compartido tantas historias familiares, risas y momentos de complicidad a lo largo de los años, pero ahora, con la explicación de Liam y Avy por su hija lo habían sumido en una confusión y dolor profundos. Sus ojos, normalmente cálidos y llenos de vida, reflejaban una mezcla de decepción y miedo que no podía ocultar.
Avy y Liam al descubrir la verdad perturbadora sobre su tía, la hija perdida de Darnerus, hija que creía en algún lugar de Portugal con su familia. Una vez escapada de un centro psiquiátrico, ahora convertida en neófita vampiro y cazadora de personas en Forks, había sido una revelación algo inesperada, pero devastadora para el abuelo Caufield, era mucha información para pasar en una noche, Darnerus no solo sentía un fuego dentro de que su hija fuera una criatura de esas, sino también porque su hija había sido recluida injustamente por un marido abusivo, quien sabe cuántos años, pasó él en la ignorancia del paradero de su hija y ahora, representaba una amenaza, una criatura de la noche que solo traía terror y muerte a su paso.
Avy, sensible como siempre a las emociones de su abuelo, sentía un nudo en la garganta al ver cómo la expresión de Darnerus cambiaba de incredulidad a un temor palpable. Cada línea de preocupación en su rostro parecía contar una historia de dolor y arrepentimiento, de preguntas sin respuestas y decisiones difíciles que habían marcado el destino de su familia.
En la quietud tensa de la habitación, el crujido ocasional de la leña en la chimenea era lo único que rompía el silencio. El abuelo finalmente levantó la mirada, encontrando los ojos de Avy, que ahora brillaban con lágrimas apenas contenidas. En ese momento, Darnerus supo que, más allá de la decepción y el miedo, había algo más profundo y poderoso que los unía: el amor inquebrantable de un abuelo por sus nietos, dispuesto a protegerlos a cualquier costo, incluso si eso significaba enfrentar a su propia hija. Ellos eran su legado, los que habían arriesgado sus vidas y la estaban arriesgando ahora por mantener lo que él protegió durante todos sus años de vida.
—Úsenme.
— ¿Qué? No— Avy se levantó de golpe del sofá en el que estaba y miró a su abuelo más preocupada todavía.
Ella no conocía a su tía como su abuelo, pero sí conocía a su querido abuelo, y lo amaba con cada fibra de su cuerpo, en ese momento nunca creyó que llorara, ya que en ese momento se sostenía del humor y el sarcasmo para afrontar un poco las cosas, pero el ver a uno de sus pilares sufriendo de esa manera, fue lo que verdaderamente la quebró para que al fin llorara, después de tantas semanas. Ni siquiera el arriesgarse ella misma le provocaba tal miedo como el poner a su abuelo en riesgo.
—Buscaremos la forma de encontrarla abuelo, te lo prometo, pero..., no te vamos a exponer.— Su tono firme, en los adentros de Darnerus, había causado chispas de orgullo entre todo ese dolor que se expandía.
—Ella me buscará Albane, tarde o temprano. Tarde o temprano, todos necesitamos sentirnos en casa.
—No dejaré que te hagan daño, ¿Si?
🌖
— ¿Qué vamos a hacer? — Dice Liam entrando a su habitación ya vestido para la ocasión de esa tarde, deteniéndose en medio del cuarto cruzado de brazos, viendo como su hermana iba de un lado a otro amarrándose el cabello.
—Dile a Sophie que no se le ocurra salir de esa casa por ninguna circunstancia, y que saque cualquier arma que tenga el abuelo.
— ¿No estás siendo muy paranoica? — Avy, bajando las manos al haber terminado su cola, mira a Liam con los ojos bien abiertos y con los labios rectos, acercándose.
— ¿Paranoica? ¡Pues claro que sí imbécil! Asegúrate de hoy con los Cullen negociar alguna clase de protección al abuelo, haremos lo que sea, traer cien hermanas de Jasper si quieren.
—No van a negar proteger a nuestra familia.
—Espérame abajo. — Dice leyendo la pantalla de su celular con el nombre de Jacob grabado en una llamada perdida y un texto, había olvidado la situación de Jacob.
Estaba herida, se sentía desamada y reemplazada, pero esos sentimientos no eran tan fuertes como para desvivirla y distraerla, él había aceptado el hecho de que no podían estar juntos, pero porque tenía a la vista algo que llamaba más fuertemente su atención, en cambio Avy, estaba sola, aunque no le gustara pensar en ello, deseaba dormir con un beso cálido para sueños buenos, abrazos todos los días y una que otra flor roja los fines de semana de citas.
Abrió el mensaje de inmediato.
¿Hot Dogs?
No puedo, baseball con los Cullen.
Sabía que eso lo iba a molestar lo suficiente, pero en el fondo eso era lo que quería lograr, solo molestarlo unos segundos, teniendo en cuenta que él sabía también que Bella estaría con los Cullen y peor, con Edward Cullen. Bloqueó su celular y lo guardó en su bolsa trasera para luego llegar al auto con su hermano.
—Yo entiendo esta tradición de los Cullen pero, demonios son muchos rayos. — La pelinegra solo negó mientras de ella salía una pequeña risa.
Cuando llegaron al campo de juego de los Cullen, Avy y Liam se empezaron a preparar para el juego con los Cullen bajo un cielo amenazador de tormenta. Edward, con su habitual calma, fungía como lanzador, mientras que Bella, Emmett y Rosalie formaban el resto del equipo. Del lado de los hermanos, Avy era la bateadora principal y Liam el catcher. De alguna manera el juego tenía que ser justo.
El primer lanzamiento de Edward fue un strike perfecto, justo en la esquina del plato. Avy, un poco nerviosa por jugar con los legendarios Cullen, se concentró y ajustó su postura. El siguiente lanzamiento fue un rápido slider que Avy apenas pudo rozar.
— ¡Vamos Avy, tú puedes! ¡Igual nos van a destrozar! — Alentó Liam desde detrás del plato. Carlisle no pudo evitar soltar una risa detrás de Avy.
Después de unos cuantos lanzamientos más, Avy finalmente conectó la pelota con un crack resonante. La pelota salió disparada hacia el lugar central, donde Jasper la atrapó ágilmente. Mientras corría hacia la primera base, escuchó a Rosalie decirle a Emmett: —No te preocupes, Emmett, mañana podrás intentar vencerme en una carrera otra vez.
Después de su turno al bate, Avy se unió a Liam en la defensa. Jasper ahora estaba en el montículo y Emmett se preparaba para batear.
—Espero que no estés usando toda tu fuerza esta vez, Emmett—, bromeó Liam. Emmett sonrió.
—No te preocupes, Liam, no quiero enviar la pelota volando más allá del pueblo hoy.
En un breve descanso entre innings, Bella se acercó a Avy con una sonrisa amistosa.
—Creo que ya lo entiendo todo—, dijo Bella en voz baja.
— ¿De qué hablas?
—Al principio me preguntaba porque solo ustedes se acercaban a los Cullen sin que ellos..., ya sabes. — Albane soltó una carcajada y llamó la atención del mayor Carlisle, quien había empezado a observarla mientras ella hablaba con Bella.
—Créeme Bella, te hace falta mucho por descubrir. Pero con los Cullen, creo que tiempo es lo que más tenemos, ¿No?
A medida que avanzaba el juego, la tormenta se intensificaba, pero ninguno de los jugadores parecía preocupado. La camaradería entre los colegas, los Cullen y los Caufield era palpable en cada jugada y cada broma compartida. A pesar del clima inminente, el tiempo en el campo de baseball estaba lleno de risas, competencia amistosa y lazos que iban más allá del juego.
La tarde tranquila en el campo de baseball se vio interrumpida cuando Jasper lanzó un cambio y Emmett perdió la pelota en su intento de atraparla. En ese momento, los Cullen y los Caufield notaron la llegada de tres personas desconocidas al borde del bosque. James, Laurent y Victoria emergieron con una presencia que inmediatamente puso en alerta a todos los presentes.
Edward, con su instinto agudo, se acercó a Carlisle.
—Tenemos compañía—, murmuró, mientras los ojos dorados de los vampiros se mantenían fijos en los recién llegados.
—Es propiedad privada. — Empieza Carlisle.
—Está bien, la única intención que tenemos es devolverles esto. — Laurent tira la pelota y Carlisle con agilidad obvia la toma — ¿Creen que puedan aceptar 4 jugadores más?
— ¿Por qué no? — Responde el mayor, bajando sus hombros un poco, pero al poco tiempo, el rubio del bando contrario empezó a ensañarse a algo específico.
Carlisle, con su serenidad habitual, se adelantó para hablar con Laurent, manteniendo una distancia segura entre ambos grupos.
La desconfianza se palpaba en el aire cuando James se adelantó, su mirada fija en Bella.
—Así que este es el nuevo juguete que has encontrado, deberías de compartir la comida—, dijo con una sonrisa siniestra.
En ese momento, Avy y Liam se percataron de la cuarta figura que acompañaba a los intrusos. Una mujer de porte elegante, con el cabello oscuro recogido en un moño bajo, los observaba con curiosidad desde la distancia. Su corazón se aceleró al reconocerla.
—Es... es ella—, murmuró Avy, su voz apenas un susurro. Liam asintió con gravedad, igualmente sorprendido y preocupado por cómo podría reaccionar ella al reconocerlos.
La tía observaba con atención, una mezcla de nostalgia y curiosidad en sus ojos al ver a los jóvenes que habían crecido tanto desde la última vez que los vio.
La tensión aumentó cuando James, con su mirada ávida, se centró en Bella, su deseo de alimentarse claramente visible. La mirada de James fue después a Avy, pasando por Liam.
—Más humanos.
—No creo que quieran pasar a mas.— Advierte Carlisle moviéndose justamente en frente de Albane.
—Bueno, nos iremos.
Cuando se marcharon, Avy intercambió miradas con Edward, este solo negó con unos ojos muy abiertos y preocupados, corriendo a los autos.
Antes de que pudiera avanzar, Avy y Liam intercambiaron una mirada determinada y corrieron hacia su auto estacionado cerca del campo. La adrenalina corría por sus venas mientras se preparaban para lo peor. Sabían lo que se había desatado en ese momento.
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