001 ━━ CAPITULO UNO
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Balekin tenía sus manos firmemente apoyadas en el lavadero, sus nudillos blanqueando por la fuerza que ejercía. Sus ojos estaban fijos en el espejo, donde su propio reflejo le devolvía una mirada vacía y llena de tensión. Soltó un suspiro tembloroso, como si el aire pesara demasiado para sus pulmones. Con movimientos vacilantes, llevó la mano hacia una pequeña caja de madera situada al lado de la ventana. Sus dedos temblorosos abrieron la tapa y extrajeron un frasco de vidrio que contenía unas pastillas de un color azul pálido.
──Solo una más…── murmuró para sí mismo, intentando convencerse mientras sacaba una de las cápsulas con movimientos torpes.
La pastilla se deslizó por su garganta con dificultad. Apenas unos segundos después, un dolor intenso le atravesó la cabeza, como si miles de agujas se clavaran en su cráneo al mismo tiempo.
──¡Argh!──exclamó, llevándose ambas manos a la cabeza mientras se tambaleaba hacia el lavamanos. Su respiración se volvió errática.
Al alzar la vista hacia la ventana, un escalofrío recorrió su cuerpo. Frente a sus ojos, unas alas blancas, con la apariencia de huesos desgastados, emergían lentamente de su espalda, rasgando carne y tejido como si no fueran parte de él. Cada centímetro de esas alas le arrancaba una punzada de dolor, y la visión le arrancó un gemido ahogado.
──No… esto no es real…──balbuceó, sacudiendo la cabeza como si quisiera despejar la imagen de su mente.
──Mierda…── gruñó entre dientes con una mezcla de furia y desesperación.
Con movimientos bruscos, casi desesperados, buscó algo más dentro de la caja. Sus dedos encontraron una jeringa llena de un líquido morado brillante. La sostuvo por un momento, dudando, pero el dolor y las alucinaciones no le dieron tiempo a pensar. Sin titubear más, hundió la aguja en su cuello y presionó el émbolo, sintiendo cómo el líquido invadía su torrente sanguíneo.
La transformación se detuvo. Las alas se desintegraron en una especie de espuma negra que se desvaneció en el aire. Balekin apoyó las manos en el lavabo y respiró profundamente, intentando calmar los temblores de su cuerpo.
──Todo por esas malditas pastillas…── susurró con voz ronca. Sabía que no podía culpar a nadie más que a sí mismo. Las tomaba para poder dormir, para no enfrentar las pesadillas que lo acechaban cada vez que cerraba los ojos, pero los efectos secundarios lo arrastraban a un infierno distinto.
Guardó la jeringa en la caja con manos temblorosas, asegurándose de cerrar bien la tapa. Luego, salió del baño mientras se ponía la camisa blanca, tratando de aparentar normalidad. Pero al alzar la vista, se encontró con una figura familiar apoyada en el marco de la puerta.
Caitlyn lo miraba con los brazos cruzados y una ceja levantada. Su expresión era de ligera burla, pero sus ojos denotaban un atisbo de preocupación.
──¿Recién te despiertas?──preguntó, su tono cargado de sarcasmo.──Deberías estar ya con tu uniforme, Balekin. No es como si hoy fuera un día cualquiera.
Balekin apenas la miró, ajustándose los botones de la camisa con calma.
──Me dormí tarde ayer…──respondió con frialdad, sin molestarse en dar explicaciones.
──Ajá, claro.──replicó Caitlyn, claramente poco convencida.──Por si no lo recuerdas, hoy es el Día del Progreso. Quizá deberías intentar parecer, no sé, menos desganado.
Balekin soltó una risa seca mientras se colocaba su traje azul frente al espejo.
──¿Y qué con eso? No es más que un festival lleno de gente estúpida emocionándose por tonterías.
Caitlyn frunció el ceño ante su actitud.
──Hoy debemos estar más atentos. Ya sabes cómo son algunos, especialmente los de Zaun. Solo hace falta un error para que esto termine en desastre.
──Lo que tú digas.── respondió Balekin, su tono carente de interés mientras ajustaba el cuello de su camisa.
Caitlyn rodó los ojos con exasperación.
──Como sea, cámbiate rápido. Mamá no va a dudar en venir aquí a gritarte si te retrasas. Y créeme, no quiero estar cerca para verlo.
Sin esperar respuesta, se dio la vuelta y salió del cuarto, cerrando la puerta detrás de ella.
Balekin lanzó un suspiro largo y pesado, dejándose caer brevemente sobre la cama.
──Día del Progreso… vaya estupidez.── murmuró para sí mismo, su voz cargada de sarcasmo y resentimiento.
A pesar de sus palabras, se levantó para terminar de alistarse.
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──¿Eso es todo?── preguntó uno de los guardianes, su tono teñido de incredulidad.──Pensé que Talis era una especie de genio. ¿El año pasado no lanzó un dirigible que cruzó todo el continente?
──Aeronave, en realidad── corrigió Caitlyn con voz firme.──Una aeronave tiene un casco de metal rígido. No es lo mismo que un dirigible.
Balekin, quien se encontraba sentado al borde del grupo, suspiró con evidente fastidio y rodó los ojos.
──Es un globo, ¿no?
──Eso parece.── agregó otra guardia.
──Disculpe si no somos tan refinados como usted, señorita.──replicó con sarcasmo, enfatizando la última palabra.
──¿Y qué hacen aquí ustedes dos, los hermanos Kiramman?.── preguntó la mujer, con un gesto que abarcaba a Caitlyn y Balekin.──¿No deberían estar en algún cóctel?
──Eso suena terriblemente aburrido.── respondió Balekin con firmeza, clavando sus ojos en la guardia, como si quisiera retarla con la mirada.
La tensión en el ambiente fue cortada de golpe cuando Caitlyn gritó, su voz llena de alarma.
──¡Fuego, fuego!
En un instante, Balekin se puso de pie de un salto, al igual que los demás.
Las llamas crecían rápidamente, devorando una carpa cercana. La luz del fuego iluminaba los rostros de los presentes, llenándolos de sombras y reflejando el caos.
──¡Llamen a los bomberos!.── ordenó Caitlyn, su tono firme mientras corría hacia un extintor cercano.
Una voz aguda y desesperada resonó por encima del estruendo.
──¡Ayuda! ¡Estoy aquí! ¡Por favor, ayúdenme! Hace mucho calor… ¡Estoy atrapada!
Balekin sintió un nudo formarse en su pecho. Sin pensarlo dos veces, se adentró en la estructura en llamas, acompañado por algunos de los guardianes. El calor era sofocante, y el aire estaba cargado de humo que hacía arder los ojos y dificultaba la respiración.
──¡Ayuda, por favor!
La voz, sin embargo, comenzó a cambiar. Ya no sonaba tan desesperada, ni tan auténtica. Era más burlesca, casi teatral.
──Soy una niña indefensa que incendió el edificio… totalmente por accidente.──dijo la voz, pero el tono ahora estaba teñido de burla.
Balekin se detuvo en seco, sus ojos recorriendo el lugar con desconfianza. Fue entonces cuando lo notó: amuletos extraños colgaban del techo, brillando con un aura siniestra. Algo no estaba bien.
──¡Es una trampa!── exclamó con urgencia.──¡Salgan de aquí ahora!”
Caitlyn, también lo entendió.
──¡Corran!── ordenó con desesperación.
Balekin quiso moverse, pero sus piernas parecían haberse congelado. El miedo lo tenía paralizado. Apenas pudo reaccionar cuando la voz burlona habló de nuevo, esta vez con un tono aún más siniestro.
──Ah, y también traje esta dinamita. ¡Adiós!
La explosión retumbó con un estruendo ensordecedor, y el impacto arrojó a Balekin y a los demás al suelo. La fuerza de la onda expansiva lo golpeó con violencia, y un trozo de escombro cayó sobre su mano, aplastándola contra el suelo. Un dolor agudo y punzante recorrió todo su brazo.
Balekin trató de moverse, pero otro pedazo de madera lo golpeó en la cintura, arrancándole un gemido ahogado.
Apenas tuvo tiempo de alzar la mirada antes de que su vista comenzara a nublarse. Entre las llamas y el caos, vio una figura escabullirse: una joven de cabello largo con trenzas azules y ropa peculiar que desaparecía entre las sombras.
──Maldita…── murmuró antes de que el dolor lo venciera y todo se oscureciera.
Cuando Balekin abrió los ojos, el techo familiar de su habitación fue lo primero que vio. Estaba acostado en su cama, tapado con una manta gruesa. Su cuerpo dolía, especialmente su brazo y su cintura. Al girar la cabeza, notó que Caitlyn estaba sentada a su lado, con una expresión de alivio al verlo despertar.
──Caitlyn…──murmuró, su voz apenas audible.──¿Qué pasó?
──Balekin, al fin despiertas── dijo ella con una sonrisa suave.──Dormiste demasiado. Mamá estaba preocupada.
Él sonrió débilmente.
《Al menos dormí. Hace años que no lo hacía bien…》
Pensó.
Caitlyn lo observó con algo de preocupación.
──Hubo una explosión. Fue… caótica. Tuviste suerte de salir con vida. Te rompiste la muñeca, y te hicieron un corte profundo en la cintura.
Balekin bajó la mirada hacia su brazo, que estaba vendado. Luego apartó la manta y vio los vendajes en su torso.
──¿Es grave?──preguntó, aunque su tono denotaba más molestia que preocupación.
──Mamá dijo que tuviste suerte de no morir── respondió Caitlyn, cruzando los brazos.──Así que sí, supongo que es grave.
Balekin soltó un suspiro de frustración.
──No pienso quedarme aquí todo el día. Necesito volver a trabajar.
──Bale...──Caitlyn negó con la cabeza, resignada.──Sé que sería inútil intentar convencerte de que descanses. Pero al menos ten cuidado.
──¿Y tú? ¿Estás bien? ¿Encontraron al culpable?
──No── respondió ella, con un brillo de determinación en sus ojos.──Pero creo que en la prisión de Stillwater podré encontrar respuestas.
Eso captó por completo la atención del rubio
──¿En serio? ¿Puedo ir contigo?
──Balekin, no.──respondió Caitlyn con firmeza.──Sabes que no.
Él rodó los ojos, frustrado, mientras Caitlyn se ponía de pie.
──Te avisaré cuando necesite tu compañía.── dijo con una leve sonrisa antes de salir de la habitación, dejándolo solo con sus pensamientos.
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Primer capitulo y desde ahora me considero defensor número 1 de balekin.
pobrecito el solo se auto droga y envenena pero bueno es parte del lore ja.
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