El rizado entró a la casa bastante más ebrio de lo que recordaba haber estado al salir del bar, camino por la casa tambaleándose y empujando cosas a su paso, cuando logro pasar de la puerta al sofá sin tirar nada, sonrió victorioso, comenzó a caminar otro poco intentando llegar a su habitación, un jarrón cayó cuando empujó una mesa situada en la esquina, Jisung sonrió sin saber porque.

— Shh — el rizado miro hacia el objeto hecho trizas a sus pies — vas a despertar a Min — otra risita salio de sus labios.

— ¿Jisung? — Minho lo miro preocupado mientras Jisung hacia un puchero demasiado lindo para alguien que esta borracho.

— El jarrón te despertó, le dije que no lo hiciera — se cruzó de brazos como un niño pequeño.

— No importa cariño ahora ven acá.

— No quiero... Yo estaba molesto contigo.

— ¿Qué? ¿Por qué? — el castaño se acercó guiando a Jisung hasta el sofá y sentándolo para luego acomodarse a su lado.

— Porque estabas con ella, no deberías estar con ella... Deberías estar conmigo.

— Oh cariño lo lamento.

— Eres mío Minnn.. Desde la universidad has sido mio — Jisung lo miro mientras pequeñas lágrimas comenaban a formarse en sus ojos — cómo cuando me enferme y vomite en los zapatos del maestro de cálculo y todos se rieron y tú, tú sólo me limpiaste la cara con tu camiseta y me preparaste sopa de pollo en el apartamento de tu amigo.

— Oh bebé yo...

— ¿Recuerdas cuando te perdiste? Yo aún lo recuerdo.

— Jisung...

— Me llamaste tan asustado porque ya había anochecido y no sabias donde estabas y yo conduje por casi dos horas gritando tu nombre — lentas lágrimas caían por el rostro de Jisung mientras hablaba — creó que fue cuando me di cuenta que te amaba...

— Jisung... Tú...

— Poco después tú empezaste a salir con Karina, odiaba a esa chica.

— Cariño...

— Te amo Honnie — Jisung acomodo su cabeza en el hombro de Minho cerrando sus ojos lentamente.

— También te amo, Hannie.